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Capítulo 14

Capítulo 14


La comisaría estaba de luto, el silencio sepulcral se había establecido, extendiendo su manto oscuro por sobre sus cabezas y cerrando sus bocas para introducirlos en esa bruma melancólica que se paseaba por ahí.

La muerte de Jackson Wang les había golpeado fuerte a todos, perder a un compañero no era algo que hubiera pasado antes esa generación de oficiales, en los últimos 15 años los delitos se había limitado a delitos de bajo perfil y muy pocos asesinatos, puede que fuera porque no era algo que habían vivido antes o que Jackson era definitivamente un gran hombre y por eso dolía tanto pero su muerte había sido simplemente devastadora.

Reparó a su compañeros, todos vestidos con los uniformes azul prusia perfectamente inmaculados, con los emblemas de los bordados brillantes y las placas centellando orgullosas de su representación como autoridad, con las gorras de plato acomodadas sobre su cabeza y las botas oscuras brillando en sus pies. Se reparó a sí mismo, acomodando la corbata oscura antes de caminar a su formación.

Todos estaban formados en filas organizadas a las afueras de la comisaría, junto a la vía, con las espaldas rectas como flechas, el pecho erguido y las manos entrelazadas tras la espalda. Esperaron con la multitud vestida de acuerdo al luto la llegada del carro fúnebre, Jungkook aprovechó para observar las expresión de sus compañeros, todos estaban serios, sin embargo, la tristeza se filtraba más en unos que en otros, el mismo Choi, estaba tan recto y serio, con una mirada vacía, distante y podía jurar que era uno de los más afectados, el difunto Wang había ido a la misma preparatoria que Choi, aunque Soobin era menor por 2 años, irónicamente cuando ese par andaban juntos, Jackson parecía ser el menor de ellos debido a su personalidad carismática y juguetona.

Su mente se inundó en recuerdos, en como Jackson lo había ayudado cuando recién se había graduado, asistiéndolo en lo que necesitara. Su mente se llenó de imágenes de un círculo de personas bebiendo cervezas en un bar, con Jackson molestando a Choi con la ayuda de Lee y Yong-sun regañándolo como a un crío, entonces Wang se ponía colorado como una fresa y le hacía caso sin chistar, incluso podía sentir la emoción cálida y el olor a alcohol podía inundar su nariz, tan vívido. Entonces pensó en Yong-sun, no había visto a la mujer luego de lo que había sucedido pero seguramente estaría devastada, puede que la relación de la detective con el oficial fallecido fuera meramente platónica e unilateral pero era un compañero distinguible y un buen tipo, todos sentirían su pérdida, eso era seguro.

Las quietud establecida se tambaleó cuando el carro fúnebre se pudo divisar al final de la calle, acercándose paulatinamente como el presagio de muerte que era, los familiares comenzando a quebrarse, como si de repente la realidad llegara a sus puertas y las hiciera pedazos. Al principio logró mantenerse impune, con las emociones lo suficientemente controladas, pero su voluntad se hizo trizas cuando el auto se detuvo y seis hombres sacaron el ataúd de la parte trasera del mismo, sujetándolo con sus manos apoyándolo en el hombro hasta que se le diera la siguiente orden. Se le revolvió el estómago al ver la caja, vestida con la bandera de la República de Corea ser movida por los hombres, con Jackson Wang dentro, su compañero, el hombre al que no pudo salvar, estando ahí, con el rayo de luz de vida extinta de él.

El retrato que traían tenía un marco marrón con flores blancas en los bordes y la fotografía de Jackson en el centro, con una sonrisa brillante que causaba que sus ojos se cerraran y se le notara la línea de la formación de un hoyuelo no concretado en una esquina de la mandíbula. Portaba el uniforme habitual de cuando patrullaban y parecía que la imagen había sido extraída de una foto familiar. Los hombres se detuvieran en las posiciones asignadas y dejaron el ataúd sobre el césped, esperando. El jefe de su división policial, Kim Namjoon se colocó al frente, rígido como una flecha y destilando ese dominio y autoridad que le correspondía y representaba perfectamente para dar inicio a los honores funerarios pertenecientes al agente caído.

Cuando su cabeza asintió, dando la señal de inicio, un oficial parado en un pequeño podio desenvainó un sable, colocándolo frente a él con firmeza, con la punta hacia el cielo.

—¡Firmes!—los presentes se irguieron aún más en sus posiciones, presionando el interior de una bota contra la otra—¡saluden!.

Efectivamente todos los oficiales lo hicieran, llevando la mano derecha recta a la sien y los civiles sobre el corazón en un gesto de honor y respeto, la izada de la bandera siguió entonces, comenzando así la ceremonia al oficial caído y como muestra de ello dejándola a media asta para luego entonar las notas del Himno Nacional. Era meramente emblémico, sintiendo el peso de la patria, la justicia, el honor, la honradez, mientras ves la caja de un hombre que a muerto por ello, que ha sido asesinado por la justicia por la cual luchaba, por la patria y habitantes que había jurado proteger, es descarnante ver como un propósito tan humanitario ha robado una vida de una manera tan desfachatada.

Así comenzó el entierro del oficial Jackson Wang, a las 8 de la mañana de un día nublado y frígido, con la sensación agridulce bailando en el aire. Marcharon con los auto siguiéndolos hasta el cementerio donde correspondía el entierro, filan organizadas en pelotones cual soldados, en el primero y que lideraba estaban los agentes con los rifles preparados a sus espaldas, luego venía la persona encargada de llevar el retrato estando en medio de la fila y a ambos flancos el resto cargando coronas de flores. El tercer pelotón llevaba sables, el escudo y la bandera, luego de ellos caminaban los hombres portadores del ataúd y justo detrás estaban ellos, con Jungkook siguiendo el movimiento del ataúd con una atención devastadora.

Lo demás paso en un borrón, como si le hubiera entrado agua en los oídos y tuviera la mente demasiado lejos, lo hizo todo de manera mecánica, con las palabras del discurso honorario de Kim Namjoon volando sobre su cabeza como hojas de otoño y con las extremidades adormecidas como con una dosis justa de morfina. Parpadeó aturdido cuando la primera ronda de disparos de salvas dio inicio, sintiéndose atolondrado y perdido, con los sonidos de los rifles sonando mientras eran recargados y alistados para los siguientes disparos, la voz al mando volvió a dar otro graznido y los disparos volvieron, inundando el aire hasta vaciar el cargador y también, sus sentidos, el eco de las balas saliendo del cañón, el chasquido del casquillo vacío sobre la tierra, el olor a pólvora y aceite metiéndose tan fuerte en su nariz que casi podía ahogarse en él, volvió a ese día, a esa habitación de hospital y a ese momento, mientras los recuerdos se adueñaron de él pudo jurar que haber escuchado el pequeño chasquido de la bala saliendo a través del silenciador y el peso muerto del cuerpo sin vida de Wang caer sobre el suelo haciendo eco, luego, recordó la expresión psicópata del tipo desfigurarse, justo antes de que la pistola en su puño le hiciera un profundo agujero en la cabeza.

Apenas podía respirar cuando los disparos cesaron y el sarcófago se hallaba en el hoyo hecho en el suelo, siendo cubierto por montones y montones tierra, hasta quedar sepultado, apresado ahí, fuera del mundo por toda la eternidad. El flujo del tiempo volvió a ser insignificante luego de eso, sabe que se movió, se alejó hasta la sombra de un árbol cercano a la espera de que la multitud se disipara, no miró a la familia afectada u ofreció sus condolencias.

No era capaz de hacerlo.

Esperó bajo el árbol, con el viento revolviéndole el cabello y la visión del cielo tiñéndose de naranja relajando la ansiedad de su pecho, podía ver un grupo de personas a la distancia, que luego se fue retirando hasta desaparecer por las grandes rejas de entrada, dió un vistazo, observando el panorama, solo quedaba una persona, una mujer.

Yong-sun lloraba desconsolada con una mano golpeando su pecho, su cabello corto estaba revuelto y disparado por todas partes, cubriéndole el rostro pero la conocía lo suficiente para ser capaz de reconocerla. Se le encogió el corazón ante la imagen y corrió hasta ella, que se dejó caer de rodillas sobre la tierra recién removida, magullándose las rodillas que la falda del uniforme dejaba descubiertas, al acercarse sus sollozos eran altos y desgarradores, con las lágrimas gruesas bajando por sus mejillas hasta mojarle los mechones del cabello que se le pegaban a las mejillas, al alcanzarla, sin escatimar, la envolvió en sus brazos y la tiró contra su pecho, sosteniendo las sacudidas que su cuerpo daba mientras se destrozaba la garganta en gritos y sollozos ahogados.

—Shh, llora todo lo que quieras, estoy aquí—le susurró, en un intento por reconfortarla en su desconsuelo al menos un poco.

En silencio se permitió llorar también, finalmente con la tristeza líquida contenida derramándose desde él, lloró junto a ella, culpable y malherido, con el espíritu quebrado y el corazón roto, por la injusticia de la muerte de un inocente, por el estado de Yong-sun, lloró, porque además ese amor no había sido tan unilateral como él creía y la mujer estaba destrozada en su abrazo por eso.

_____

El silencio que se formó fue reconfortante y reparador, ambos se habían sentado sobre el suelo, con las espaldas apoyada a la fría lápida, no había necesidad de palabras, no había algo que debía ser dicho, simplemente el sentimiento lo decía todo, sin necesidad de frases articuladas por la lengua.

—No fue tu culpa, ¿sabes?, ninguno de nosotros podía prever que algo así pasaría—con los dedos acariciando la tierra suave y la mirada perdida a la distancia las palabras fueron suaves y tentativas, como si temiera que no estuviera listo para esa conversación, ciertamente, no lo estaba.

—Deberíamos volver ya.

Sun por supuesto notó su evasiva a esa conversación, sin embargo, solo lo miró fijamente y asintió, imitándolo cuando se levantó y juntos caminaban entre las tumbas hasta el camino y eventualmente la salida.

—¿Has traído el coche?—Jungkook pregunta, cuando van saliendo por las grandes verjas y notando la zona de estacionamiento casi vacía.

—Si, esta allí delante.

A medida que avanzan hacia la dirección indicada puede apreciar el auto de la detective Kim y también la figura de sedoso cabello negro alborotado apoyada casualmente sobre el capó fumando un cigarrillo, una figura demasiado familiar para su gusto.

Le da una mirada incrédula al costado del rostro de la mujer, que suspira deteniendo su paso para finalmente voltear a mirarlo.

—Los médicos han dicho que es necesario que esté al menos bajo supervisión estos días—explica.

Jungkook se llevó las manos a la cara, frotándose los ojos y revolviéndose aún más la maraña de cabello rubio, los mechones cayéndole rebeldes sobre la frente.

—Sun no estás en condiciones físicas ni emocionales de cuidar a alguien más, no has dormido en días y estás atravesando por una pérdida personal, tú deberías estar bajo supervisión—señala, con la preocupación arraigándose a él.

—Podemos supervisados mutuamente, Jungkook—el nombrado resopla ante sus palabras—el chico no tiene a nadie más, simplemente no puedo dejarlo solo.

—Entonces yo me haré cargo de él—suelta en un estallido, materializando una idea loca y se queda muy quieto, como asegurándose de que realmente ha dicho eso. Antes de la posibilidad de retractarse la mujer lo mira atentamente, entrecerrando los ojos y escrutinio en su expresión como un halcón.

Ella resopla, y se acomoda el pelo hacia atrás.

—Puede que sea lo mejor a estas alturas—menciona cuidadosamente y Jungkook está a punto de protestar pero no lo hace, después de todo ha sido idea suya.

Es una idea loca en el calor del momento, pero suya al fin y al cabo y observando las marcas inconfundibles de cansancio en el rostro de la mujer se traga las palabras con las posibles razones de por qué deberían reconsiderarlo—Espera aquí, hablaré con él.

La ve marcharse y la resignación cae sobre él, como ha dicho Yong-sun, seguramente sea lo mejor, no puede dejar a la mujer al cuidado de un chico problemático como Park cuando está tan afectada, además de que la última vez que vió juntos a esos dos, querían arrancarse las cabezas mutuamente, no es que eso fuera muy diferente a su situación, Park quería arrancar su cabeza también pero al menos no era mutuo.

A la distancia observa el intercambio entre ellos, son como dos lobos de manadas distintas que pones en una jaula pequeña, ambos cautelosos y desconfiados, luchando por la supremacía del poder y con el vencer y ser vencido.

Cuando el tatuado lanza la colilla al suelo y la apaga con la suela de su bota antes de comenzar a caminar en su dirección sabe que está hecho. Está viviendo con Park Jimin ahora.

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