Capitulo 7. Máscara
La cafetería estaba lo más normal posible, todos comían, todos hablaban. Mis amigos y yo no éramos la excepción, bueno tal vez sí. A diferencia de todos, nos encontrábamos alejados del mundo que nos rodeaba. Encapsulados en una burbuja que nos protegía de recibir su atención, atención que hasta ahora solo había servido para que nos repudiaran más.
Me gustaba estar así. Estando solo, era más fácil dejar de sonreír, quitándome la máscara que cargaba a diario, podía seguir siendo yo, tan miserable como siempre. Todo parecía estar mejor en soledad, mi vieja y muy cercana amiga. O eso creía hasta el momento en que mis ojos se encontraron con los de Holly. La linda chica de anteojos que se ha preocupado por conocernos un poco, escuchándonos y siendo amable siempre.
Es por ella y por mis amigos que oculto el dolor de mi cuerpo y aguanto la quemazón de mis heridas. Es por ello que mi sonrisa está pintada en su lugar, buscando no derrumbarme y mostrar lo que hay debajo de esta máscara. Nadie debía saberlo, eso era fundamental para que no hubiera implicados en mi muerte, era decisión mía y no deseaba que nadie fuera culpado por las decisiones que tomé en vida.
Buscando controlar los demonios e inquietudes en mi cabeza, me inclino hacia ella. Su olor me golpea de lleno, huele a flores frescas, su aroma es dulce pero sutil, me provoca un leve cosquilleo en la nariz. Le contemplo concentrada en sus pensamientos y me obligo a controlar el impulso que me nace por acariciar esas rosadas y suaves mejillas.
– Anoche no contestaste. – susurro cerca del oído de Holly.
– Lo siento mucho. – se disculpa evidentemente apenada, bajando la mirada un poco. Se veía terriblemente tierna.
– No pasa nada, Holly. – levanto su mentón para verle a los ojos. El tacto con su piel es mucho más placentero de lo que imaginé. – Me alegra que duermas más, últimamente te noto cansada, ¿está todo bien?
¿Se daría cuenta de mi evidente interés en ella?
Ella parece perdida en su mente y aquello me preocupa, ¿estaría preguntándose el por qué le tomo tanta importancia? Mi corazón se acelera y solo consigo mirarla controlando mis nervios para calmarme y no delatar mis preocupaciones. No debo anticiparme a nada.
– ¿Holly? – la vuelvo a llamar y esta vez reacciona. Está demasiado concentrada en algo y me muero de la curiosidad por averiguar que ronda por su cabeza.
– Oh, lo siento. Si, todo está bien. – baja la mirada a su plato y se sonroja un poco. Parece nerviosa.
– Tal vez tenga algo de sueño, por desvelarse hablando con cierta persona. – insinuó Harry mirándola, burlón.
Sus insinuaciones me hacen girar a mirarla, analizar sus gestos y facciones, todo en ella demuestra justo ahora incomodidad. Se nota que algo le molesta, ¿sería aquello en lo que tanto piensa? ¿estaría todo bien? ¿pensaba en alguna persona en particular?
– ¿Quién? – pregunto apenas capto la indirecta. ¿Se había desvelado hablando con alguien? A mí me dejó de contestar cuando aún era temprano. Eso significaría que había alguien más, alguien que habló con ella y ese no fui yo.
– Patrick y Holly estuvieron hablando. Yo vi que sus últimas conexiones eran las mismas... Y hoy ambos llegaron al mismo tiempo. – Su comentario me hace reflexionar y todo encaja.
Patrick fue el primero en tener su número de teléfono, fue el que llego al mismo tiempo que ella y, por si fuera poco, justo ahora ambos se miraban. Él tocó sus manos y ha estado muy cerca suyo. Un sentimiento incomodo y desagradable me amargaron la comida que masticaba, miré a ambos con la esperanza de que todo fuera mentira, ellos no podían estar en algo, ¿o sí?
– Para mí que este par anda en algo...
– Cállate Harry. – se quejó Patrick molesto. – No seas ridículo.
Lo negaba, ¿eso significaba que era mentira? Se veían incomodos con el tema, ambos. Holly permaneció en silencio, tiñéndose de rojo sus mejillas, mientras por dentro de mi ser, caían a pedazos mis ilusiones y aquellos sueños que, estúpidamente, se habían formado en mi cabeza.
– ¿A quién le interesa? – dijo Demian rodando los ojos.
– Ya dejen en paz a la pequeña tómate, un tono más de rojo y será un jitomate maduro. – se burló Adrien tratando de aligerar el ambiente.
– Es ridículo. – digo molesto, tratando de no ver lo obvio. ¿Y si se gustaban? ¿quién era yo para impedírselo?
Después de todo, a mí no me quedaba mucho tiempo. Lo único que me quedaba esperar es que alguien, ya fuera Patrick o quien sea, lograra hacerla feliz como ella se merece, que la cuide, la ame y sea inmensamente feliz. Aunque y no pueda verla sonreír nunca más.
– Yo sólo digo que... – comenzó Harry sonriendo.
– Cierra la boca de una buena vez. – dijo Damián molesto.
– Alguien anda de malas. – se burló Harry.
– Siempre es así. – dijo Adrien acabando con su comida. – Y ya basta rojito, a nadie le interesa lo que hagan o dejen de hacer. Deja de ser tan metiche.
– Me ofendes. – sonrió Harry. – Solo soy informativo. – todos sabíamos que era el más hablador y comunicador de nosotros.
Hubo un silencio entre los seis y el coraje comenzaba a recorrerme todo el cuerpo. ¿Por qué estaba enojado? También me sentía triste, tal vez la mezcla de sentimientos era demasiado y no lograba entenderlo. No lograba controlar esto que me recorría de pies a cabeza, cegándome, haciéndome una opresión en el pecho.
Me puse de pie sin mirar a nadie, arrojé mi plato casi sin comer al bote de basura y miré a mi primo que también había acabado de comer, necesitaba salir de ahí, necesitaba poner distancia entre ellos para pensar con claridad, yo sabía que no podía hacerles esto, eran mis amigos y eran libres de salir. ¿pero por que con ella? Yo mismo me respondí al mirarla, era única, era especial y eso todos lo veían. Ella era tan... inexplicable.
– Es hora de ir a la clase. – dije y Adrien se puso de pie entendiendo mi mensaje. Me alegraba que nos conociéramos tan bien.
– Adiós chicos... – se despidió Holly de ambos y entonces la miré una vez más.
No podía enojarme con ella, su angelical ternura me hizo sonreírle un poco. Me alegraba tenerla en mi vida, pero tal vez estaba confundiendo la manera de ver su amistad. Tal vez era yo el que estaba equivocado, ella no podía sentir nada por mí, no merecía su cariño ni nada de nadie. No valía la pena. Yo no estaría mucho tiempo entre ellos y lo mejor era que me alejara de apoco para que no lo notaran, para que nadie se enterase de mi ausencia.
Alejarme de ella no estaba en discusión, ella hacía de mis últimos días, los mejores. Ya lo había dicho, era egoísta, deseaba su compañía, su cálida, dulce e inocente compañía.
Nos fuimos entonces hacia nuestra clase, yo un poco desanimado me hice a la idea de que Holly no podía solo iluminarme a mí, tenía que compartir su luz con el mundo. Este mundo estaba sumergido en sombras, oscuridad que ahogaba las ganas de vivir. Ahora mi mayor miedo era que mi oscuridad pudiera apagarla. Ella podría sucumbir a mis demonios, a mis inseguridades y conforme más tiempo estaba con nosotros, especialmente conmigo, se adaptaría a lo oscuro.
Ella era una vela alumbrando un cuarto oscuro, yo soy el viento, amenazando contra su vida, teniendo sin quererlo, el poder para extinguir su luz.
Era mejor ver que existía en el universo alguien como ella, tener la esperanza de que habían más Hollys en alguna parte alumbrando a otros. Eso era mucho mejor que llevarla conmigo a mi infierno del cual había sido destinado a sufrir. Ella no lo merecía, ella decía vivir.
...
En la clase de música mis amigos decidieron abandonarme antes de entrar, mencionaron que estaban demasiado desconcentrados y prefirieron ir a la cafetería a desayunar algo. Sabían que yo no podía faltar, era uno de los principales, muy a mi pesar y si la maestra no me veía, comenzaría a estresarse y sé que sería capaz de buscarme por toda la escuela.
Como ella mencionaba, mi voz le daba armonía a la canción. Siempre me pregunté que había visto en mi voz, pues ni siquiera me esforzaba en ser bueno. Solo cantaba. Amaba cantar, aunque no lo hacía muy seguido, había encontrado en esta clase mi satisfacción personal, sin saberlo.
Esperé a que todos llegaran a la clase, la maestra ya había entrado al grupo, pero acomodaba los amplificadores y algunos instrumentos que utiliza la banda. Algunos se acomodaban en las bancas, la banda sacaba de sus estuches los instrumentos y tomaban su posición. Había otros que hablaban, reían e intercambiaban cosas con sus amigos, pero yo estaba solo, de pie, esperando la hora para salir de aquí.
Mis manos jugaban con los cordones de mi suéter mientras dejaba que mi cuerpo se inclinara hacia adelante en un intento por estar más cómodo. Justo a mi lado se sentó una figura femenina con falda color negra. Sus movimientos bruscos y descuidados me dieron a entender que probablemente, estaba molesta. Se dejó caer con fuerza en la banca en la que me encontraba y su bolso fue a parar al piso, descuidadamente.
Elevé mi mirada para ver como pequeñas lágrimas se acumulaban en sus ojos, sus mejillas se enrojecieron al estar molesta y sin percatarse de mí, comenzó a acomodar su cabello nerviosamente. Al parecer buscaba esconder su llanto de los demás, donde yo me encontraba estaba segura, ya que nadie se giraba a verme siquiera.
– ¿Estas bien? – pregunté en apenas un susurro, arrepintiéndome de inmediato al haberlo dicho.
Su rostro antes triste, se volvió molesto, endureciéndose más de lo normal y me ignoró por completo, secando sus lágrimas. Caminó lejos de mi para pararse frente a un micrófono y ensayar su solo, mostrándose serena e incluso sonriendo forzadamente ante los demás. Le resté importancia, después de todo ella y yo no éramos amigos, la había visto ya en varias ocasiones de manera vulnerable y entendía su intención de colocarse aquella mascara, después de todo era humana al igual que yo.
Además, había docenas de personas a su alrededor que ya sea por compromiso, miedo o admiración le seguían, siempre estaba rodeada de chicos y chicas deseando su aprobación. Ella de seguro tenía amigos, tenía quien le preguntara o ayudara en caso de estar mal emocionalmente, no me necesitaba a mí. ¿o sí?
Recordé entonces aquellas veces que yo le había ocultado las cosas a mis amigos, había fingido que todo estaba bien y seguí como si nada a pesar del dolor que en aquel momento sentía, a pesar de que mi sonrisa era solo parte de la máscara que solía ocultar mis pensamientos. Considero que es en parte mi culpa no tener una mejor comunicación con ellos, pero... no me gustaba recordar todo lo que vivía en casa con ellos, no cuando me siento mejor estando en su compañía.
¿Y si ella se colocaba la máscara por eso mismo?
Nadie, ni siquiera Lesli merecía sentirse de aquella manera. Era un sentimiento tan desagradable que ni a mi peor enemigo le desearía algo así. La miré bajar la mirada entre un suspiro antes de ser abandonada por el par de secuaces que tenia siempre junto a ella, las cuales fueron por sus cosas. Este era un buen momento.
Me puse de pie, tomando la decisión de hablarle. Acomodé mi cabello con nerviosismo, colocándome justo frente a ella, sosteniendo mi respiración para tranquilizar el leve temblor en mí cuerpo. Un par de personas que acababan de entrar al grupo nos miraron, curiosos y expectantes a lo que fuera que pasaría, pero no me importó y al parecer a ella tampoco.
– Esta bien si no quieres decirme, pero si te encuentras mal, deberías pedir ayuda. – sugiero tímidamente en voz baja y ella enmudece.
Sus labios tiemblan y me mira con coraje, pero al mismo tiempo puedo sentir su desesperación. Sus ojos vacilan, yendo y viniendo desde nuestros espectadores curiosos a mí, mirándome por último con el ceño fruncido. A pesar de su esfuerzo por transformar su bella cara en una imagen serena y burlista soy capaz de distinguir las lágrimas acumuladas en sus ojos a punto de desbordarse.
– Solo fue un mal día. – asegura secando sus lágrimas disimuladamente.
– Sé a qué te refieres. – le sonrió. – En mi caso suelo tener muchos malos días. Pero si necesitas ayuda, solo dilo. Tienes muchos amigos que te escucharán.
– No necesito ayuda. – se queja ella, mirando de reojo a los presentes. Luce desesperada y hasta cierto punto, nerviosa.
– Entiendo. – asiento. – Lo mismo quiero creer yo.
Me coloco en mi lugar, siendo consciente de las personas que poco a poco vuelven a lo suyo y leo la letra de la canción en mi teléfono para recordarla. Hace rato que no ensayo, no me gusta hacerlo en casa, papá suele enfadarse e insultarme cuando lo hago. Siempre menciona que canto como chica, pero no tengo la culpa de tener una voz tan suave o aguda. Odiaba cantar antes, pero me sentía mejor cuando expresaba de esta forma lo que sucedía, era una libertad inexplicable.
– ¿Por qué eres bueno conmigo? – pregunta Lesli después de un largo rato. La miro de reojo y me encojo de hombros. No sabia como responder aquello, no consideraba esto como bueno, debería ser algo normal preocuparte por otros, ¿no?
– Me gustaría que alguien lo hiciera por mi cuando este triste. – le aseguro. Pues esa es mi mentalidad, no hagas lo que no te gustaría que te hicieran a ti y haz lo que te gustaría que hicieran por ti.
– Eres muy tonto. – dice con una sonrisa amarga. Sigue manteniéndose relativamente alejada de mí, manteniendo el contacto visual de vez en cuando.
– ¿Por qué? – no comprendo a lo que se refiere. No he hecho nada malo a mi parecer.
– Ya nadie se preocupa por nadie. – se queja Lesli mirándome con obviedad.
– Tal vez por eso nos sentimos así. – digo cauteloso, mirándola directamente. – Por que dejamos de lado el sufrimiento de otros.
– ¿Estás hablando con ese? – pregunta una amiga de ella acercándose a nosotros.
La observo, esperando a que reaccione pues se ha quedado pensativa. Sus ojos me miran con lastima, como si estuviera pidiéndome perdón y no entiendo el por qué hasta que veo como se transforma de nuevo en la Lesli que me molesta a diario. Sé que tiene que fingir, sé lo que siente y lo que pretende aparentar ser frente a otros. Asiento comprensivo, bajando la vista a mi teléfono y permito que se burle de mi para que su amiga no le pregunte sobre el por que estaba hablando con el fenómeno asqueroso de cabello azul.
– Claro que no, le doy instrucciones al idiota este para que no arruine mi momento. – dice y se alejan ambas, volviendo a la típica rutina de ser ignorado por ellos.
Qué raro se volvió este mundo, aparentando y creando una realidad ficticia para sentir que siguen vivos y ser aceptados por otros.
...
Holly desaparece en el baño y miro a Demian que luce impaciente al igual que yo. Esta chica nos ha vuelto locos, no estábamos acostumbrados a convivir con nadie más fuera de nuestro grupo de cinco, ahora ella nos causaba conflictos existenciales pues al ser chicos, no sabíamos comportarnos con alguien del sexo opuesto.
– No puedo creer que la dejamos convencernos de ir a la dichosa fiesta. – se queja Demian cruzándose de brazos.
– No seas amargado, te divertirás. – le aseguro feliz. – Después de todo es una fiesta.
– Tu solo quieres ir porque te gusta esa chica. No me engañas, Alex. – dice mi amigo mirando los pasillos, concentrado en sus pensamientos. – Desde que la conocimos supe que babeabas por ella.
– ¿Qué? Nonono. – trato de mentir, pero me es imposible ante él. Sabe muy bien leer a las personas. – ¿Quién te lo dijo?
– Yo lo veo, eres demasiado transparente en cuanto a ella. – asegura sonriendo levemente. Es entonces vemos a Lesli entrar al baño rápidamente.
Pasa junto a mí y la veo molesta, al parecer no está de buen humor de nuevo. Mi corazón se acelera mientras transcurren los minutos y Holly no sale. Los nervios me comienzan a consumir, sumergiéndome en la imaginación de miles de escenarios catastróficos, mi estomago se revuelve incomodo tras el tiempo que pasa. No creo poder soportar la ansiedad en estos momentos. ¿Y si habían peleado? ¿Y si se habían matado entre sí? ¿Por qué tardaban tanto?
– Voy a entrar. – le advierto a Demian.
– No puedes hacer eso, esperemos. – sugiere pacientemente.
– Acaba de entrar la chica que la odia y no sale desde ya un buen rato, no puedo quedarme aquí. – resoplo preocupado.
Justo en ese momento Lesli sale del baño y me mira. Su sonrisa se borra instantáneamente y apresura el paso, me mira ansiosa una última vez antes de desaparecer entre el gentío. Mis nervios explotan como un mal augurio, sintiendo mi pecho latir fuertemente.
Siento que algo malo ha pasado y todo se acrecienta cuando veo a mi linda Holly salir de ese baño con un aspecto alborotado y angustiado, quiero correr detrás de Lesli y darle su merecido. Quiero gritarle y hacer algo que ayude lo más mínimo a mi chica de anteojos. Quisiera regresar el tiempo y ser su guarura en el baño, haber impedido el paso a Lesli o cualquier cosa que quitara ese aspecto de Holly.
Me abofeteo mentalmente por no haber entrado a ayudarla, aunque sé que no hubiese podido de todas formas, no se vería bien entrar a los sanitarios femeninos. La pasó realmente mal ahí dentro y aquello me hace sentir fatal.
Es por nosotros, es por mi culpa que ella sufre esto el día de hoy. Apuesto a que Lesli jamás la hubiera fijado como objetivo de no ser porque nos defendió aquella vez. Si no fuera nuestra amiga, si yo no estuviera empeorando las cosas, nada de esto pasaría.
Me siento realmente mal y me lleno de impotencia y coraje, sin poder decirle nada que ayude. Justo en este momento mi mascara tiembla, no puedo contenerme por mucho tiempo. Holly no merece esto, ella no. Y todo era por mi culpa.
Si no me hubiera defendido, si no me hubiera topado con Lesli ella no nos hubiera hablado jamás. Si yo no existiera las cosas serian diferentes, si no estuviera todo podrían continuar y hasta se evitarían molestias por mi culpa como este desagradable encuentro encausado por mis acciones.
"¿Cuanto más tiempo vas a existir para arruinar las cosas, Alex? " me dije a mi mismo.
Ella no podía pagar por mis errores...
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