Capitulo 3. Sonrisa.
– ¿Otra vez? – preguntó mi primo caminando junto a mí por los pasillos al verme quejar por el dolor en un costado.
– No fue tan malo como otras veces. – me encojo de hombros dándole una mordida a mi snicker. Ignoro el dolor e incomodidad de mi costado derecho y camino normalmente.
– Ya hablas como mi madre. – se queja Adrien mirando al frente. – Te invitaría a casa, para que pudieras dormir algo, pero las cosas no están muy bien ahí.
– ¿No dejan de gritar? – pregunto cauteloso. Sé que ese tema no le gusta para nada, solíamos hablar muy a menudo de sus problemas, pero con el paso del tiempo, nos hemos hecho insensibles a esos temas de violencia en casa.
Adrien en ocasiones me invitaba a su hogar para distraerme, pero cuando las cosas se ponían mal en su casa, él venía a la mía y así sucesivamente.
– Estoy harto de ese lugar. – asegura mi primo mirando en otra dirección ocultando sus ojos de mí.
Entiendo entonces que no hablaremos más del tema, me limito a caminar lo más normal posible, apurándome, pues veo al maestro caminar frente a nosotros hacia el aula.
Me permito meditar por un momento sobre el tema, sobre los golpes que mi padre me dio que ahora me incomodan en el costado, por lo que camino algo raro. Cuando las personas me miran, sonrió, aunque bajo la mirada la mayoría de las ocasiones, trato de verme feliz.
Solía pensar en que mientras más sonriera, menos mal me vería. Así ni mis amigos, ni mi familia, ni mucho menos mis compañeros pensarían que tengo una vida horrible y estaba al borde del suicidio.
¿A quién le importaba cuan mal me fuera?
Recordé a Lesli decir una vez: "A nadie le interesa tu vida, ahórrate tus comentarios." Aquello fue en la clase de arte, cuando había decidido dibujar una mariposa azul. Para mi significaba libertad y paz, aquellas dos cosas que no tenía en mi vida y aquello que anhelaba totalmente. El maestro había pedido expresar nuestros motivos y cuando lo hice me había sentido más libre, aunque... tal vez Lesli tenía razón y a nadie le importaba.
Al llegar rápido nos dirigimos a mediación del aula, donde buscamos un lugar vacío cada uno, lo más cerca posible. Viendo de reojo pude notar como aquella chica que nos había ayudado estaba sentada junto a mí, a mi derecha. Miré a Adrien y entusiasmado le susurré:
– ¿Debería decirle algo? – pregunté apenas audible y él entendió a que me refería al girar su mirada.
– Cierra la boca. – me sentenció seriamente mientras se dejaba caer en el banco. Lo imité entonces ignorando las ganas que tenia de agradecerle a esa chica.
Pude notar de reojo como nos miraba y aquello logro ponerme nervioso. Nunca nadie me había mirado así, sus enormes ojos detrás de esos anteojos me examinaban junto a Adrien y mis manos inquietas pellizcaban el chocolate en mi bolsillo en un afán por cortar pequeños pedazos y comerlos durante la clase.
¿Por qué nos miraba tanto? ¿Tendría algo en la cara? Pasé una mano, desesperado, por mi cabello para verificar que no había nada inusual en mí. Tal vez ni siquiera nos miraba, tal vez estaba perdida en sus pensamientos, ¿Pero si no me miraba a mí, por qué se inclinó en mi dirección?
– Hola. – saludó tímidamente mirándonos con una pequeña sonrisa. Al verla me perdí totalmente en sus ojos, estaba nerviosa, igual que yo. Eso fue un alivio total para mí.
Su sonrisa nerviosa y tímida me dieron ternura, sus ojos viajaban de Adrien a mí. No lograba comprender que ocurría, ¿estaba soñando? ¿alguien nos estaba hablando? En su rostro no había pizca de maldad y eso me hizo tranquilizarme, más no baje la guardia y levante una ceja, incrédulo.
– ¿Hola? – respondí inseguro de cómo actuar. No era nada normal.
– Soy Holly. – sonrío nerviosamente.
Adrien y yo nos miramos entonces sorprendidos y confundidos, no sabía cómo actuar o que decir.
– ¿Qué? – comenzó a reír nerviosa. Su risa era la melodía más preciosa del mundo. Me quedé en shock al verla de esa manera, estaba tan aturdido por haberla escuchado reír que me congelé sin saber que decir y con las palabras atoradas en la garganta.
– Amm... – fue lo único que pude llegar a pronunciar.
– ¿Por qué nos hablas? – preguntó secamente Adrien, a lo cual no supe cómo reaccionar. No lograba entender porque había sido esa su reacción. – ¿Qué quieres?
– Yo... – comenzó la chica igual de confundida que yo. Sus ojos iban y venían de un lugar a otro buscando la respuesta a la pregunta, era enserio intrigante la manera en la que sus ojos examinaban a gran velocidad nuestras caras y nuestros movimientos. – Sólo... yo... quería...
– Déjala tranquila Adrien. – le pedí a mi primo mientras le veía, intrigado por su comportamiento. El hecho de que alguien nos hablara me llamaba demasiado la atención pues era algo que pocas veces, por no decir que nulas, en las que alguien nos dirigía siquiera una mirada honesta y amable. – Soy Alex y el Adrien.
– Hola. – saludó un poco más relajada. Volvió a sonreír, causando cosquillas en mi estómago. – Es sólo que creí que... bueno... podíamos ser amigos.
¿Estaba escuchando bien? Debía ser una broma, mi boca debió abrirse en ese momento pues no lograba entender sus gestos, aquella emoción en su cara como si de esta conversación dependiera alguna calificación.
Una alegría pequeña comenzó a plantarse en mi pecho al imaginarla hablando conmigo y los chicos, una imagen mental representando lo positivo que podría ocurrir me bloqueó. ¿Qué tal si las cosas estaban cambiando para bien? ¿Qué tal si ella era la primera de muchos? La gama de posibilidades se abría frente a mis ojos mostrándome el arcoíris después de una tormenta gris.
– No. – sentenció Adrien.
Mis esperanzas se vinieron abajo al escucharlo y mirar como su rostro se congelaba tras una mueca de desagrado. ¿Qué le sucedía? ¿No habíamos hablado muchas veces de que sería bueno que los demás nos aceptaran?
Estaba enserio en un dilema, ¿que se suponía que debía ser? ¿acaso yo estaba mal por pensar en eso?
– Adrien. – regañé rodando los ojos ante su tan típica actitud negativa. – perdónalo, está un poco, ya sabes... – dije haciendo con mis dedos el gesto de que era un loco lunático y chiflado. Eso al parecer la hizo sonreír levemente, lo cual me gustó mucho. Se hacían pequeños hoyuelos en sus mejillas al sonreír ocasionando el mismo cosquilleo en mí.
– No necesitamos más amigos. – dijo Adrien mirándola fríamente. ¿Qué le ocurría? Ella no nos había hecho nada malo. ¿Si sabia él eso verdad?
A pesar de que lo conozco de toda la vida, seguía sorprendiéndome la amarga actitud que se había formado en él después de secundaria. Fue cuando comenzamos a crecer que se hizo un caparazón seco y duro, difícil de penetrar. Siendo yo mismo de su familia, sabía que había cosas que él no compartía con nadie. Pero la linda chica no tenía la culpa de nada de lo que nos había sucedido, no había hecho más que ayudarnos sin siquiera conocernos. Eso hablaba bien de ella, ¿no?
– Tengo entendido que son cinco. – se encogió Holly de hombros. Al parecer no iba a rendirse y eso me alegraba. Una mujer decidida, me gusta.
– ¿Y? – preguntó mi primo ahora molesto.
– ¿No podemos ser seis? – dijo ella tímidamente. Enserio que daba ternura la chica, quería abrazarla y apachurrarla, sus ojos coquetos pestañearon un par de veces y me quedé de nuevo en trance observándola a detalle.
Su cabello estaba ligeramente despeinado, tenía estática en este, sus labios eran gruesos pero pequeños mientras que sus manos jugaban nerviosas con su lápiz. Tenía un pequeño lunar en el cuello, al igual que yo y sobre su cuello había una cadena muy delgada de plata, al parecer.
Era como ver una pintura de algún pintor famoso en la vida real.
– Vaya, ¿eres tonta? – se quejó Adrien y eso me hizo enfadar. ¿Por qué le hablaba así? – No. Necesitamos. A. Nadie. Más. – dijo aquellas palabras en una forma grosera, como si ella tuviera una especie de discapacidad. Estaba a nada de reclamarle, cuando se giró y nos dio de nuevo la espalda.
No se salvaría de mi enojo por sus palabras tan maleducadas con una chica inocente, estaba dispuesto a argumentar que su mal comportamiento era idiota e infantil. Pero un miedo comenzó a recorrerme al verla enfadada. Sus mejillas estaban sutilmente coloradas y evidentemente ella estaba molesta por lo que había dicho mi primo.
Este era el fin.
Ella nos tomaría por raros y groseros y nunca más nos querría hablar. No la culpaba después de todo. Adrien había sido un completo idiota con ella sin razón lógica. La observé unos instantes, despidiéndome mentalmente de ella mientras la veía mirar al frente, pero, aun así, con su ceño fruncido y brazos cruzados, se veía adorable.
El maestro leía el libro de Historia mientras que nosotros "prestábamos atención" mirando fijamente al frente. Mi mente corría a gran velocidad, no deseaba que ella se quedara con esa imagen de mí. Aunque yo no había hecho hasta ahora nada malo, sabía que esos comentarios de mi primo bastarían para que se alejase de nosotros siempre.
No podía perder a la única persona que se interesaba por nosotros de aquella manera, la única en tantos años que genuinamente se acercaba con una sonrisa sincera. Tenía que actuar, tenía que hacer algo para remediarlo.
Tomé el valor de hablarle, lo ensayé rápidamente en mi cabeza, buscando con cuidado mis palabras y decidido, lo hice. Me incliné un poco hacia Holly para hablarle sin que nos escucharan, y cuando me vio acercarme, volvió esa mirada curiosa que ella tenía detrás de los anteojos.
– Oye. – le llamé. – Ignóralo, yo puedo ser tu amigo. – señalé a Adrien con la cabeza y guiñé un ojo.
Sonrió más ampliamente que antes, mostrándose agradecida por mi comentario y suspiré feliz de verla en ese momento. ¿Porque me hacía eso? ¿Qué poder tenía sobre mí? ¿Había comido algo que me hizo daño o por qué sentía esto? Sentía un movimiento extraño dentro de mí, provenía de mi estómago y subía hasta mi pecho. Mi corazón palpitaba fuerte y podía sentirlo más que nunca, estaba ahí, justo en mi pecho izquierdo.
Le había sugerido ser su amigo. Había hablado sin pensar, diciendo lo que fuese que la hiciera sentirse mejor, pero, ¿verdaderamente podía serlo? ¿ella querría que lo fuese? No estaba seguro de que fuera una buena idea, después de todo, si la vieran conmigo ella se avergonzaría de mí, me negaría e incluso me rechazaría como todos ellos. Eso sería lo normal para todos, o al menos, ha sido lo que la mayoría hizo en su momento, evitando cualquier contacto con nosotros.
– ¿Señor Lawrey? – llamó el maestro. Sacándome de mis pensamientos.
– ¿Sí? – dijimos mi primo y yo al mismo tiempo, yo con un poco de miedo al ver que me miraba a mí.
– Alexander Lawrey. – dijo el maestro rodando los ojos.
– ¿Mande? – dije encogiéndome apenado en mi lugar.
Todas las personas en ese momento posaron su mirada sobre mi así que me senté bien y bajé un poco la cabeza. Mi cabello caía sobre mi frente tapando parte de mis ojos y creando una barrera que me hacía sentir seguro hasta cierto punto.
– Ponga atención. Igual usted, señorita Collins – miró a Holly y ella comenzó a sonrojarse hasta convertirse en una cereza completa.
Adrien entonces se burló de nosotros con una risa arrogante y mirando a Holly sin despegar sus ojos de la cara rojiza de ella. Algo había en sus ojos que, por alguna razón, me molestó que la mirase. No entendí en ese momento mi repentino enojo, pero me deshice de este, apenas lo reconocí.
Holly y yo nos sonreímos apenados al ser llamados y con las miradas de nuestros compañeros fijas en mí, me sentí cada vez más incómodo. Todos estaban ahora atentos en nuestra conversación, aun así, la clase continuó.
– Pequeña tómate. – susurró Adrien mirando al frente.
Yo no la llamaría tomate, pero tenía razón, su cara tenía una tonalidad rojo intenso. Se veía terriblemente adorable y aquello para mí, era la mejor obra de arte de la vida.
¿Quién era esa chica y que hacía conmigo?
...
"Hola misteriosa persona :)
Hoy quería hablarte más sobre mí, así que pensé en contarte acerca de mis deportes favoritos.
Me gusta el fútbol y un poco el baloncesto. Dicen que debería meterme a algún equipo, pero no creo ser capaz de hacerlo bien. Mi padre dice que nunca me aceptarían y prefiero evitar hacer el ridículo.
Hoy estaré en la cancha de fútbol con mis amigos, tal vez si llegas a tiempo me conozcas ;)
Sólo bromeó, no podemos conocernos. Lo siento por herir tu corazón :)
Dejaré otra nota junto a las bancas de la cancha, tengo deportes. Hasta pronto desconocido. "
No estaba inspirado para escribir hoy, así que dejé la nota en biblioteca y al salir de ahí, caminé hasta mi siguiente clase, aquella donde me tocaba estar solo, justamente con Lesli.
La clase de arte, una de mis favoritas de no ser porque cada producción mía, era desvalorada por otros con comentarios destructivos en lugar de constructivos. Sentía que la rareza de mis producciones causaba rechazo total por parte de mis compañeros, pero ese era el objetivo. Ser nuevo e innovador, producir lo que siento, el problema era que ellos no sabían interpretar mi dibujo como yo lo hacía.
Caminé arrastrando los pies hasta llegar al grupo y al parecer era de los primeros, junto a una chica junto a mí, escogí un espacio. Tomé mi lugar de siempre, casi al final, frente a mi lienzo en blanco. En la pizarra del otro extremo estaba escrito el tema del día de hoy.
"¿Cómo comunicar mis sentimientos?"
Conforme iban llegando al salón, el maestro nos iba dando las paletas de colores con las pinturas a utilizar.
Lesli se sentó a dos lugares del mío, la vi mover su cabello de un lado a otro mientras hablaba con un chico a su lado. Se notaba claramente que estaba interesada en él y por lo que observaba, él igual en ella. ¿Cómo una mujer tan linda y delicada podía causar tanto daño? Tenía una belleza innegable, pero a pesar de aquello, sus palabras eran más filosas que cualquier arma.
– Ahora, chicos. – llamo el maestro. – Quiero que antes de dibujar, sientan su alma, piensen en cómo se sienten en este momento y saquen todo eso. – pidió caminando entre nosotros. – No quiero copias, este será su examen parcial. Recuerden la técnica, no pierdan el sentido.
Dicho esto, miré el papel frente a mí y medité internamente como me sentía. ¿Triste? ¿Enojado? ¿Preocupado? ¿Perdido? Esas eran mis emociones ahora, ¿Cómo lo plasmaría? ¿Con qué colores?
Comencé a lápiz, haciendo líneas sutiles que me permitieran hacer una guía, después, el pincel comenzó a recorrer la hoja de arriba a abajo. Los colores se mezclaron, la pintura chorreaba líneas y gotas, mis ojos se cerraron un instante al terminar y justo en ese momento, sentí la mano de mi maestro en mi hombro.
Miré mi dibujo y sonreí un poco al ver como mi maestro examinaba cada color y sombra. No era nada fuera de este mundo, pero me gustaba, los colores, la figura, mi dolor, desesperación y frustración ocultos tras la felicidad de una máscara de arcoíris.
– Muy buen trabajo. – me apremió, mirándome por poco tiempo, para seguir con mis compañeros.
Tomé el pincel para lavarlo en el fregadero que había en una esquina, cuando sentí a alguien junto a mí, que tomó uno de mis pinceles, rompiéndolo a la mitad con sus manos, para después arrojarlo a mi cuerpo. Las gotas de agua chocaron en mis brazos y rostro.
– ¿Crees que lo hiciste muy bien no? – dice Lesli meneando su pincel dentro de un vaso con agua. El contenido se volvió rojo, al parecer había mucha pintura en este.
– El maestro dijo... – comencé tratando de sacar conversación con ella. Tal vez su mal comportamiento se debía a que nunca me había esforzado por hablarle.
– El maestro tiene que decir cosas positivas, aunque los dibujos sean un asco. – aseguró seriamente. – No te quiere decir que es una basura, pero, ¿Lo sabes verdad? Es una basura.
Desvío la mirada de ella, resignado a que no recibiré nada bueno de esta conversación. Me concentro en limpiar mis pinceles y suspiro pesadamente, siempre suele pasar esto, ¿esto quería vivir siempre? Me alegraba que esto terminaría pronto. No quiero que lo que diga me afecte, pero por costumbre sus palabras taladran en mi cabeza y se meten en mi cerebro, justo como lo hacen las de mi padre.
Tratando de desviar el tema, miro su pintura de reojo, ha dibujado una rosa rosa con muchas espinas, rodeada de una corona de espinas. La técnica es buena y aunque sus trazos no son firmes, se ve muy bien.
– Es muy lindo. – susurro señalando su trabajo. – Sabes dibujar muy bien.
Por un momento la veo dudar, mira su trabajo y después a mí, me hace a un lado de un manotazo y lava el pincel en su vaso. Sé que no se esperaba que yo le respondiera de esta manera, puedo entender que pensaba que la rechazaría, como ella lo que hizo conmigo, pero yo no era así. Sabía admitir las cosas buenas y malas de mí, ella tenía razón sobre lo que dijo, o no era tan buen artista. En cambio, yo tenía razón sobre lo bello de su pintura.
– Claro, mi padre me paga clases de dibujo. – asegura severamente. – No creas que tus cumplidos van a hacer que me agrades, porque eso es imposible y nunca aceptable.
Aquello hace eco en mi pecho y retumba por mis pensamientos, ¿Lesli siendo amiga mía? No lo podía siquiera imaginar. Estaba de acuerdo con ella, yo no pertenecía a su mundo, a los estándares esperados en lo que ella conocía. Yo era ese porcentaje extraño entre la normalidad. Pero la curiosidad nació al pensar, ¿por qué? ¿No decían que los opuestos se atraen?
Si ella y yo éramos tan diferentes el uno del otro, ¿no seriamos mejores amigos al ser dos polos opuestos?
– ¿Por qué? – cuestioné curioso.
Mi pregunta al parecer la había desbalanceado, con el pincel rojo en mano me miro a los ojos, mientras yo esperaba un buen argumento. Ella parecía dudar de sus palabras, sus labios temblaron un segundo y después permaneció callada.
El timbre sonó y todos comenzaban a pararse, al vernos en los lavabos ella estampo el pincel en mi camiseta color blanca. Ni siquiera reaccione, la mire confundido, juraba que en sus ojos había visto la duda. Pero toda esperanza se esfumó cuando me empujó para caminar y dejarme ahí de pie.
– Porque nunca sería amiga de un desastre como tú.
Un desastre, eso era yo. Sin duda alguna.
...
– Hola... – dijo Holly tímidamente.
– ¿Qué hace ella aquí? – dijo Patrick en verdad confundido.
– Yo... creí que podría comer con ustedes hoy.
– ¿Por qué creerías eso? – preguntó Harry junto a mí.
– Bueno... No lo sé. – dijo ella ahora nerviosa. Sus manos temblaban a tal punto de que la manzana en su mano resbaló hasta casi caer, pero ella fue capaz de atajarla en el aire.
– Ella no puede estar aquí. – sentenció Adrien. ¿De nuevo con esa actitud?
¿Por qué nadie veía lo bueno que había hecho? ¿Se les habría olvidado lo que hizo? ¡Nos ayudó!
– Tengo una dona. – dijo entonces atrayendo toda mi atención. Mis ojos se fijaron en lo redondo en su mano y olisqué su aroma.
¿Por qué estaba haciendo esto? Esta chica estaba volviendo a mi cabeza loca por completo. Sus extraños comportamientos me desbalanceaban y la gran insistencia en acercarse a nosotros, era confusa. Decidí comenzar a ignorar el coraje que me provocaba la indiferencia de mis amigos, pensando en que tal vez ellos tenían razón y...
– ¿Crees que una dona de chocolate va a hacer que...? – comenzó Adrien.
– ¿Chocolate? – repetí, mandando al carajo cualquier otro pensamiento. – Yo quiero.
Sin pensármelo dos veces, me levanté para atraer una silla detrás de mí que estaba vacía, colocándola entre Harry y yo, para que la linda Holly se sentara junto a mí.
– Amo el chocolate. – sonreí mirando como Holly examinaba mi rostro. – Es como mi kriptonita.
Nunca supe por qué, pero el chocolate para mí era mi mayor vicio. Podía comerlo si parar y jamás me cansaría de hacerlo.
Ella extendió su mano con la dona en su palma, mientras yo examinaba el chocolate en la cubierta de aquel pan. Se veía y olía muy bien, por lo que, sin tomarla con mis dedos, le di un mordisco, comiendo desde la palma de su mano.
El sabor se mezcló con mi comida y al sentir la cremosidad del chocolate sonreí satisfecho. Todos en la mesa me miraban molestos, no estaban para nada felices con mi comportamiento, ni mucho menos con aceptar por mi cuenta a la linda chica de anteojos y dulce mirada.
– Es deliciosa. – me disculpé con mis amigos encogiéndome un poco de hombros, mirándolos a modo de disculpa.
– ¿Hablas de la dona o de la chica? – preguntó Harry.
El comentario fue incómodo para todos, en especial para Holly que se sonrojó por completo y aunque era muy bello verla así, yo jamás insinuaría algo parecido a eso hacia ella. Molesto miré a mi amigo, quien sé solo tenía intenciones de bromear un poco, después de todo, así era él.
– Pequeña tomate. – dijo Adrien mirándola. – Escucha, no sé qué tramas o porque te acercas a nosotros, pero...
– Solo quiero ser su amiga. Solo eso. – aseguró Holly
– ¿Ah sí? ¿Sólo nuestra... amiga? – preguntó Harry pícaro.
– Déjala en paz Harry. – dije ahora molesto. No me gustaba el hecho de que la miraran así, sus sucios pensamientos no eran adecuados para ella, ella era diferente. No permitiría que ninguno de ellos la hiciera sentir incómoda.
– ¿Por qué quieres eso? – cuestionó Patrick curioso.
Ella guardó silencio unos segundos y se encogió de hombros. No sabía cómo responder a eso, lo cual me dejo con muchas dudas en mente. ¿Cuál era su verdadera intención? ¿había algo detrás de esa amabilidad suya? ¿quería algo de nosotros?
– Pues yo tengo hambre. – sentenció Harry.
Todos volvieron a comer y la ignoraron prácticamente, para no hacerla sentirse incomoda le saqué conversación, hasta que recordé que había varios pendientes para mañana. Cosas que tenía que decir antes de que se me olvidaran.
– Mañana nos toca la clase de música. Y tú, Patrick, no has ensayado la canción. – advertí.
– No he tenido tiempo de ir. – se quejó mi amigo. – He tenido muchas cosas que hacer.
– Pues necesitas ir o te sacarán. – sentenció Adrien.
– Bien. – dijo Patrick. No parecía feliz con que le llamáramos la atención, era obvio. Pero me preocupaba el hecho de que, siendo tan bueno, descuide una buena herramienta como la voz.
– ¿Y... cómo te llamabas? – preguntó Harry mirando a Holly. Estuve a punto de responderle, pero ella se me adelantó.
– Holly. – dijo tímidamente. Sus mejillas rosadas y cabello como cascada combinaban tiernamente en su imagen de chica buena. De ángel caído del cielo o de la guarda.
– Bien, Holly. – dijo Harry mirándola de reojo. – Tienes clase de Historia entrando ¿cierto?
Ella asintió alegre de poder hablar con él y mi amigo asintió satisfecho con la respuesta.
– Pues entonces señorita, vayamos a clase juntos. – dijo seriamente tomando su mochila.
Yo había aprovechado su distracción para darle otro mordisco al chocolate que por cierto estaba muy bueno.
– Te veo luego. – dijo Holly sonriéndome. Tragué el chocolate en mi boca y le devolví la sonrisa.
– En Mate. – dije mirando mi reloj.
Comenzó a caminar junto a Harry mientras nosotros nos pusimos de pie de la mesa.
– Es linda. – dije mirándola irse.
– Se ve sospechosa, opino que investiguemos que quiere. – sugirió Patrick.
– Pues Harry habla mucho, tal vez la fastidie y ella sola salga de aquí. – se burló Adrien.
Comenzamos a reír mientras levantábamos las charolas, cuando la vi girarse para mirarnos una última vez.
– Hasta luego. Los veo luego. – se despidió sonriente.
Mi corazón bombeaba mucho hoy. Sus gestos hacían una gran diferencia a todos mis días, los chicos se pusieron incomodos pues todos nos miraban raro, aun mas que siempre.
Aunque aquello me incomodo, le devolvimos la despedida. No cabía duda de que esa chica era increíble. Todos opinábamos lo mismo, era una buena chica, pero por alguna extraña razón se había acercado a nosotros.
¿Con qué objetivo? Eso no lo sabíamos.
Pero no importaba nada, cuando la veía sonreír de esa manera tan sencilla, tan pura y sumamente adorable.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro