Capítulo 15. Feliz cumpleaños Alex.
Ya todo estaba en su lugar, Holly estaba demasiado preocupada porque todo saliera bien, pero se veía perfecto. Ella incluso estaba más que hermosa. Odiaba admitir que esto lo hacía por Adrien, pero no podía negar lo obvio, ella era una hermosura.
– ¿Y qué haremos mañana? – preguntó Harry mirándonos. En especial a mí, sabía que recordaría que era mi cumpleaños dentro de unas horas.
Vi a Holly sumergida en sus pensamientos y miré a mis amigos para encogerme de hombros. No necesitaba nada, ni siquiera sabía si podría desear algo que de verdad se cumpliera. Patrick mencionó algo a Harry sobre ir a los bolos mientras yo acariciaba el cabello de Holly, éste olía a frutas. Me sentía demasiado tranquilo, sentía la necesidad de estar lo más cerca de ella que pudiese, aprovechando cada segundo a su lado.
Tenía un extraño presentimiento, un hormigueo en el estómago al verla y pensar en la respuesta a mis problemas. Quería decirle en ese momento cuanto la amaba, deseaba pedirle que fuera mía hasta el final de nuestros días, pero me moría de la vergüenza de sólo imaginar decírselo y que ella me rechazara.
– Parece que te la quieres comer. – bromeó Gina sonriendo mirándonos a ella y a mi juntos en aquel sofá.
– Es como un pequeño bombón suave y delicioso. – sonrío acariciándole el cabello sin que ella me mire. – ¿Es muy obvio?
– Si. – dice Harry rodando los ojos y entonces todos reímos suavemente, lo que ocasiona que mi pequeña Holly vuelva al presente y nos mire confundida. Me alegra saber que no escuchó nada de lo que dije.
– ¿Todo bien? – pregunto acercándome a su oído para que me escuche. Su aroma golpea contra mi nariz y disfruto de la cercanía y el calor que emana.
– Si, ¿por qué? – parece muy sumergida en su mundo y aquello hace nacer mi curiosidad sobre lo que está pensando con tanta dedicación.
– Pareces impaciente. Te esforzaste mucho por esta fiesta. Se nota que es muy especial para ti. – esto último me da un trago amargo de una sensación que no suelo experimentar. Los celos me consumen y de repente recuerdo mi lugar en la situación. Yo no soy nada más que un amigo para ella.
– Es que quería darle una sorpresa a Adrien, sé que le va a encantar. – sonríe animada.
Sus mejillas y hoyuelos se ven sumamente adorables al sonreír de esa manera y quisiera comerlos a besos mientras la aprieto contra mi pecho. Sus manos sujetan un regalo con fuerza sobre sus piernas y ver aquella caja envuelta me llena de curiosidad. ¿Un regalo para Adrien? ¿Qué podría ser?
– Claro que sí. – sonrío mientras miro el regalo que había sus manos. – ¿Puedo saber que le regalaste?
La curiosidad puede más que yo y miro expectante a la linda chica junto a mi con la esperanza de saber que podría regalarle ella a uno de nosotros, en especial a Adrien. Le vi dudar y tratando de que sólo yo la escuchara, comenzó a hablar con pena. Sus manos jugaban con el moño del regalo y sus ojos no se cruzaban con los míos. Eso sólo hizo que me sintiera más ansioso por saber.
– Pues encontré la chaqueta que quería, unos audífonos, pero, sobre todo, le di una carta. – dijo esto último sonrojándose.
– ¿Qué hizo el bobo de mi primo para merecer una carta tuya? – la pregunta salió con un poco de sarcasmo, pero la verdad era que los celos me consumían.
Holly no era de cartas, ni de notas incluso, ¿qué podría haber expresado en ese escrito? Me estaba muriendo por saber. Apostaba que le confesaría su amor, tal vez hasta hablaba de sus sospechas de que él fuera el chico de las notas.
– Sé que leerla le ayudará a entender muchas cosas. De que lo quiero ver feliz. – baja la mirada y la tristeza vuelve en el reflejo de sus ojitos. Mis manos luchan por no apretujarla contra mí en un ataque impulsivo.
Veo lo mucho que le duele buscar que otros sean felices y no logra entender que no es su decisión. Quisiera abrirle los ojos, tal vez si viera todo desde otra perspectiva, una no tan agradable y para nada compasiva, podría ponerse en los zapatos de nosotros y saber por qué no somos del todo felices hasta ahora.
Puede ser que el dolor jamás se vaya o puede que sí, no soy quién para decidirlo ni saberlo, al menos en mi caso parece no haber un final y tengo miedo de que sea así el resto de mi existencia. Por eso estoy debatiéndome entre la vida o la muerte cada día pues está en mí la decisión de seguir con vida o no. Pero al verla llena de Fe y esperanza decido quedarme callado, sé que no es lo mejor decirle que las cosas no son así y que ella está luchando contra algo que no puede controlar. Los problemas de todos jamás se irán, suelen solucionarse o cambiar de prioridad, pero eso no depende de ella.
– Todo va a estar bien, Holly. – es lo primero que encontré en mi mente para decirle algo que ayude en esta situación.
En verdad deseaba que eso fuera verdad y que no fueran más mentiras que tenía que decir para que nadie se preocupara. Ella creía que podría salvarme si me encontraba, pero la verdad es que cada vez dudo más de la verdadera razón por la que sigo vivo, ya no sabía si era por mí, por miedo, por ser un masoquista o por el inmenso amor por ella.
No soportaba más la tentación de descansar de una vez por todas de todo lo que me rodeaba y por fin estar tranquilo, sin sufrir.
Perdiéndome en mis pensamientos me llamó la atención que Holly miraba su teléfono impacientemente y había recibido un mensaje. Seguramente de Demian anunciando que estaban por llegar.
– ¿Qué te gustaría de regalo, Alex? – me pregunta Patrick quien ha abandonado su conversación con los otros para caminar hacia mí.
Su pregunta me toma desprevenido y no hay nada en mi cabeza que desee más que morir. No hay nada que piense que pueda ser positivo, más que Holly. Esta hermosa mujer a mi lado que jamás estaría con alguien como yo. De todas maneras, no la obligaría a sentir algo por mi cuando ya ha dejado en claro que somos sólo amigos.
– Mmm... – ayudo a que Holly se ponga de pie. – La verdad no pido nada, pero no estaría mal unas barras de chocolate. – menciono esto sólo porque no sé qué más decir, así que finjo una sonrisa.
– Mejor te conseguimos una novia. – dijo Giana coqueta. Esto me hizo mirarla sorprendido, yo no deseaba una novia, no podía haber alguna mujer dispuesta a amar algo como yo. – Eres muy lindo, no creo que tengas problema en eso.
– Para mí también. – dijo rápidamente Harry arreglando su camisa, lo que nos hizo reír a todos. – Pequeña, morena y sexy.
– ¿De qué hablan? – preguntó Holly curiosa. Ella había estado ajena a aquella conversación.
– Yo no necesito a nadie más. – miro a Gina mientras sujeto la mano de mi linda chica de anteojos. Su amiga me sonríe feliz, y guiñándome un ojo asiente.
No tuvimos tiempo de reaccionar a aquello pues se escucharon los pasos de Adrien y Demian fuera de la casa. Poco después, al entrar mi primo gritamos al unísono "sorpresa" y pudimos percatarnos de la gran confusión de Adrien que parecía fuera de lugar.
Cuando entendió de que se trataba, agradeció nuestro trabajo y le felicitamos individualmente cada uno. Hasta yo olvidé mi coraje por aquel momento y decidí disfrutar junto con él su cumpleaños, como todos los años. El suyo adelante del mío, él primero que yo, como en todo lo demás.
Después de un rato nos dirigimos a la cocina por las botanas y bebidas. Pasaron las horas y nosotros hablábamos sin parar, Holly estaba muy emocionada y desde que llegó Adrien se pegó más a él que a nadie. Cuando le miraba parecía muy contenta de verlo feliz.
Ambos se veían bien juntos.
Comencé a desanimarme cuando los vi tomarse de la mano y reír varias veces mientras se unían a las conversaciones con los demás. Los celos me carcomían, pero yo sabía bien cual era mi lugar. Adrien la abrazaba e incluso la recargo sobre su pecho mientras hablábamos todos, comenzaba a sentirme asfixiado y desesperado de estar ahí.
Me puse de pie dejando mi bebida en la mesa y caminé por la sala para llegar al baño. Hice mis necesidades y al salir, cuando cruzaba de nuevo la sala me topé con el regalo de Holly para mi primo sobre uno de los sofás donde antes habíamos estado esperando. La curiosidad podía más que mi sentido común, así que con mucho cuidado caminé hasta él y lo llevé conmigo al baño. Me encerré con seguro de nuevo dentro de este espacio, debatiéndome entre lo correcto o incorrecto que era aquello. Abrí por una pequeña esquina el papel para envolver y retiré con precaución la cinta adhesiva, decidido a que necesitaba leer aquella carta de Holly. Necesitaba saber sus sentimientos por mi primo.
Al abrirlo observé una chaqueta muy al estilo de Adrien, unos auriculares nuevos y debajo de todo, una pequeña carta doblada en muchas partes. No sabía si leerla o no, no estaba seguro de que fuera lo mejor, pero no pude soportar la idea de que esa carta fuera sólo para él cuando yo anhelaba que todas sus palabras fueran para mí. Abrí aquel papel y comencé a leer aquella fina y delicada caligrafía.
"Hola, mi escritor favorito. "
Comenzaba su carta con aquellas palabras y entonces entendí todo. Ella sospechaba de él, no de mí. Ella creía que Adrien era su suicida y no supe cómo reaccionar ante eso, a pesar de que yo ya tenía mis sospechas al respecto. Así que continúe leyendo.
"He tratado de encontrarte desde el día que encontré la primera nota. No paraba de imaginar que la vida de alguien estaba en mis manos y que, al conocerlos, a ti y los chicos, me encariñaría tanto como para no poder vivir tranquila sin ayudarles a salir de esto que los lastima.
Es por eso que he buscado ayudarte y si es posible salvarte de tomar una mala decisión. No quiero perderte. Me niego a dejar que una persona más se vaya sin que yo haya podido intervenir.
Sé que las cosas pueden verse mal en muchas ocasiones y que todo lo que nos pasa creemos que no tiene un final. Estoy de acuerdo con que no ha sido fácil todo lo que has tenido que pasar, pero no estás más solo. Me tienes a mí. A tus amigos. Tu primo.
Quisiera que te quedarás en este mundo para que veas lo hermoso que también puede ofrecerte. La vida no puede ser tan mala cuando cada día abres los ojos y ves cosas increíbles como lo que nos rodea.
Quédate conmigo..."
Esas palabras me helaron por completo y mi corazón se aceleró al máximo retumbando contra mi caja torácica.
"Quédate conmigo, por favor. Déjame mostrarte que vale la pena seguir. Estaré contigo siempre a partir de ahora. Estaré para cuando me necesites y daré todo de mi para sacarte muchas sonrisas.
Eres una gran persona, no lo dudes. Yo te veo como lo mejor del mundo porque eso eres. Quédate conmigo a vivir la vida y tomaré tu mano hasta llegar a un mejor momento y te sientas recuperado.
No te dejaré sólo ni me rendiré hasta que seamos todos felices. O al menos, que reconsideres tu decisión.
Por favor, quédate conmigo.
Atte. La lectora de tus notas suicidas."
Mi respiración comenzó a regularse y cuando me vi al espejo noté las lágrimas resbalándose por mis mejillas ahora sonrojadas. Todo lo que había dicho era tan hermoso y un mundo soñado que incluso sonaba perfecto. Tomar la mano de Holly para ver lo bonito de vivir sería un excelente sueño. Pero sólo era eso, un sueño tonto de un chico aún más tonto.
Salí de ahí sin preocuparme en guardar los regalos de la misma manera en la que habían estado antes. Lo coloqué donde estaba y cuando me recuperé, miré a mi chica recargada en las piernas de Adrien. Juntos compartiendo miradas cómplices, sonrisas y palabras. Ambos se querían, era algo notablemente visible.
Mi corazón se estrujaba molesto y terminé por aceptar mi destino. Miré mi reloj, faltaba muy poco para mi cumpleaños y no soportaba más estar viéndolos de esta manera. Necesitaba irme, huir antes de arruinar las cosas. No deseaba dejarles un mal recuerdo de mi a ninguno de ellos, no después de saber que esta sería la última vez que los vería.
– Oye... ¿puedo hablar contigo un minuto? – pedí jalando su brazo levemente. Esto hizo que se alejara de Adrien quien al vernos no dijo nada.
– Si, dime. – dijo ella caminando junto conmigo hasta cruzar la sala y yo continúe más allá hasta que ahora estábamos en la entrada de su casa.
No sabía cómo comenzar, acomodaba mi cabello en busca de la frase adecuada que diera inicio a mi fin. Sostuve su mirada unos segundos y le vi confundida, aquello me infundio valor de alguna manera y decidí confesarme al fin, ya que no tenía nada que perder a este punto.
– ¿Recuerdas lo que hablamos ayer en tu cuarto? – pregunto acercándome un poco a ella y la veo sonrojarse.
Esto lo hace tan difícil. No puedo concentrarme cuando me mira así, tan hermosa, tan inalcanzable para mí. Hace que la decisión sea más clara pero mucho más dolorosa en todos los sentidos posibles.
– Si. – asegura nerviosa.
– Cuando hablamos del amor, de lo que una persona haría por alguien a quien ama. – sigo acercándome lentamente para no asustarla, mirándole a los ojos fijamente buscando que vea el trasfondo de lo que le digo.
– Alex... yo... – comienza apenada.
– Te amo, Holly Collins. – digo haciéndola callar, mirándome con sorpresa. – Te amé desde el primer momento en que escuché tu voz. Desde que supe que eras luz en mi oscuridad. Tú me haces sentir cosas que jamás creí poder experimentar. Contigo puedo creer en las películas de amor, puedo sentir que mi pecho explota y las mariposas me llenan hasta el alma.
Me acerco otro poco a ella y siento como todas las palabras encajan y toman sentido en mi cabeza. Sé que al no tener el coraje para seguir con vida al menos lo tendré para confesarme ante la mujer que amo antes de morir, porque este es mi último deseo. Verla a los ojos y decirle que la amo con todo lo que soy.
– Eres un ángel que Dios mandó para guiar a muchas personas, puedo sentirlo. Tratas de salvarnos porque eres demasiado buena, pero... ¿Quién te salvará a ti?
Me inclino hacia adelante rozando con ternura mi nariz contra su frente, oliendo su shampoo y acondicionador de frutas frescas. Su piel es cálida y familiar para mí, es el hogar que jamás tuve. Ella era mi hogar.
El dolor de pensar que ésta será la última vez que la vea me embarga y siento las intensas ganas de abrazarla y llenarle de besos la cara. De decirle mil veces más que la amo y que ha sido lo mejor de mi existencia hasta ahora y para siempre. Que su recuerdo se irá conmigo al ataúd pero que la amaré por toda mi eternidad.
Las lágrimas quieren abandonarme, pero me niego a que tenga ese último recuerdo de mí. Así que le miro fijamente conteniendo todo lo que quiero decir para ser claro y directo en todo.
– Sé que quieres a mi primo, él es un buen chico. Está loco por ti, te adora incluso casi igual que yo. – digo esto último bajando la mirada por el dolor de admitir que él ha ganado. Una vez más, demostró ser mejor que yo. – En fin, sólo quería decírtelo. Tengo que irme ahora...
Retrocedo para irme lo más rápido de ahí antes de que me arrepienta y siga hablando de más. Cuando apenas doy un paso hacia atrás, ella me detiene y veo duda en sus ojos tras los anteojos que comienzan a empañarse por el frio y nuestras respiraciones tan unidas.
– ¿Por qué? ¿Por qué te vas ahora? Es el cumpleaños de Adrien. – pregunta mirándome con suplica. Sé que no sabe que decir para mantenerme aquí más tiempo.
Miro la hora en mi teléfono, faltan unos minutos para las 12. Suspiro pensando en algo que pueda sacarme de aquí ya y sólo sale de mis labios una frase.
– Me llama mi mamá... – le digo mirando mis zapatos porque no soy capaz de mentirle a los ojos. – Debo irme, nada mejor para un corazón roto que el abrazo de una madre. – sonrío tristemente. – Además, él no me necesita a mi si te tiene a ti.
El pensar que dentro de unas horas estaré descansando con mi madre me tranquiliza y me da más seguridad. Quisiera verla una vez más, quisiera poder ser feliz de nuevo y muriendo sé que lo seré, es la única manera.
– Alex... – susurra tristemente. Sé que se siente culpable, pero le sonrío para que entienda que estoy bien, aunque no lo estoy. Me encuentro deshecho, pero nadie debe verlo, nadie debe saber lo que sucede realmente.
– Tranquila, no tienes que corresponderme. Enserio, no pasa nada. – acaricio su mejilla sintiendo una vez más lo suave que es.
– Ya es tarde, ¿quieres que alguien te acompañe? – pregunta preocupada.
– No, está bien así. Necesito pensar. – le tranquilizo para después acercarme a ella un paso más y besar su frente. Me tomo mi tiempo sintiendo su calor y el mío mezclarse ante el frio.
Le abracé con fuerza y al soltarle susurré en su oído un "Te quiero" siendo muchas más cosas las que hubiese deseado decirle.
Caminé entonces alejándome de ella sintiendo que dejaba una gran parte de mi en aquel lugar. Apreté el paso al ver la hora, debía llegar pronto a casa para seguir el plan. Me detuve justo en medio de la calle a unas cuadras de llegar a casa.
Eran las 12.
Feliz cumpleaños Alex.
Feliz último cumpleaños.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro