Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 14. Un día malo

Despierto escuchando en la madrugada una botella romperse, después unos pasos hasta la habitación de mi padre y su puerta cerrándose con fuerza.

Miro el reloj y son las 6 a.m., trato de volver a dormir, pero la verdad es que ya es imposible. Tomo de debajo de mi almohada una barra de chocolate y comienzo a saborearla mientras escucho algo de música. Siento el palpitar asustado en mi pecho y de repente la letra de la canción encaja a la perfección con Holly. Con mis sentimientos por ella.

Suspiro alegremente pensando en que cada día puedo comprobar cuán enamorado estoy de ella. Todo comenzó con un simple "Hola" donde sin ningún compromiso se acercó a nosotros y ahora formaba parte de todo. Los chicos y yo habíamos hablado anteriormente sobre lo que era bueno o no para ella al estar con nosotros, por temor a ser obstáculo para su vida.

Sabíamos muy bien que la perjudicaría el vernos, el que todos nos vieran a su lado. Ella era un ángel precioso. Un regalo de Dios. Pero no quería ser egoísta y tenerla para salvarme de mis propios demonios, debía dejarla salvarse y volar hasta las nubes e iluminar el cielo. Cuando hablé con ellos y les dije que lo mejor era alejarnos, nunca imaginé que me costaría más trabajo a mí que a ella todo eso. Era insoportable imaginarla a mi lado y no poder escuchar su voz, no ver sus hermosos ojos. O su olor tan natural y dulce, tanto como ella.

Pero necesitaba tomar una decisión ahora. Antes me parecía la mejor opción el irme y dejarlo todo. Para mí ya estaba planteado el día de mi muerte el cual era el día de mañana. Pero justo ahora que apenas empieza el día, tengo una extraña emoción en mi interior. Quiero luchar por ella, quiero que ella sea feliz y me encantaría ser yo quien la hiciera sonreír.

Ella me hace ser mejor hombre y deseo ser lo mejor para mi linda Holly hasta el último suspiro. Adrien podrá ser mejor que yo en todo lo demás, pero no en amarla. Yo estaba dispuesto a seguir viviendo este infierno con tal de seguir en el mismo mundo que ella, recibiría un sinfín de balas por protegerla, no temería cuando se refiriese a mantenerla a salvo.

Me levanté animado por los pensamientos anteriores y me di una ducha, el día de hoy sería la fiesta de Adrien organizada por todos nosotros. Yo ayudaría a Holly a preparar absolutamente todo y los chicos apoyarían. Nadie podría conocer tan bien a mi primo como yo, por lo que me encargué de decorar y proponer todo lo que le gustaría a él.

Cuando salía del baño envuelto en una toalla mi padre estaba en el corredor esperándome. Su rostro se veía desaliñado y sucio. Había estado bebiendo de nuevo, era más que obvio que tampoco estaba de buen humor y aquello solo empeoraba al verme.

– ¿A dónde vas? – dijo cauteloso. Mirándome con desdén y examinando mi sonrisa la cual desapareció al instante que lo vi.

– A la escuela... – dije temeroso de que pudiese actuar de mala forma.

– Hoy es cumpleaños de tu primo, ¿cierto? – pregunta tallándose la cara para despertar.

– Si, hoy cumple años Adrien y... mañana yo. – sonrío tímidamente.

– ¿Y qué esperas? ¿Qué te dé un abrazo? ¿Qué compre un pastel? Tú no te mereces nada de eso. Sabes que me da asco tu sola presencia. – me empuja levemente para pasar al baño y cierra de un portazo la puerta.

Sus palabras se resbalan por mi cuerpo como un veneno que afecta directamente mi pecho el cual comienza a estrujarse, rompiendo los pedazos en los que se resume mi órgano vital. Ni siquiera sentí el empujón que me ha dejado rojo el brazo al golpearme con la barandilla de la escalera. Camino cabizbajo a mi cuarto y al estar desnudo frente al espejo me repudio como cada día.

Maldigo mi cuerpo, mis mejillas y cicatrices, los moretones en mi cuerpo que tienen un color ya llegando a amarillo. Así como mi cabello azul que antes me encantaba ahora le veo como algo ridículo al recordar que mi padre odia todo de mí. Me siento débil y estúpido. Tomo unos pantalones y camisa de manga larga con botones pues recuerdo que he dejado ropa para vestirme en casa de Holly en mi mochila.

Una última vez miro al despojo humano en el espejo que reconozco como mi cuerpo y bajo a desayunar, aunque el apetito se ha acabado por completo. Tomo una manzana y comienzo a comerla mientras reviso en el teléfono los mensajes que tengo de los chicos organizando todo para lo de hoy.

– Antes de que te vayas. – entra mi padre a la cocina. – Ten.

Me tiende una bolsa de papel con una enorme A con color azul en el centro. Algo dentro de mi se emociona por completo, pero permanezco a la defensiva. Sólo quiero que confirme de quien es el obsequio porque mi cabeza necesita asimilar que esto es real.

– ¿Un obsequio? – pregunto cautelosamente. Sin conservar expectativas altas al respecto.

– Si. Necesito que se lo des a tu primo. No podré verlo hoy porque llegaré tarde del trabajo. – dice mirándome por sobre su hombro al abrir el refrigerador. – No creíste que te merecías un regalo, ¿o sí? – se burla con una sonrisa cínica en el rostro.

Niego con la cabeza y sin decir más tomo el obsequio y mi mochila saliendo lo más rápido que puedo. Guardo la bolsa en mi mochila, caminando un par de metros lejos de casa y entonces me percato de las lágrimas escurriéndome por toda la cara.

– Eres un imbécil, Alex. – me digo a mí mismo y seco rápidamente todo mi rostro para volver a sonreír y fingir que estoy bien. La mascara de siempre.

...

En las clases todos fingíamos no saber qué día era.

Menos yo...

Con el regalo de mi padre para mi primo en mano me acerqué a él en la clase de español para dejarlo caer sobre su banco y sentarme a su lado como siempre. No dije nada y me límite a intentar ignorarle, el sentimiento de coraje y envidia no se había desaparecido todavía. A pesar de ser consiente que no era culpa suya ser perfecto para todos, incluido mi padre, me dolía terriblemente saber que jamás sentiría algo similar por mí.

Me miró confundido y al abrir la caja de regalo encontró una camiseta de nuestro equipo favorito de futbol. Sonrió, pero su alegría no duró mucho, era obvio que mi mal genio le estaba arruinando el regalo y me sentí culpable por eso. No era culpa suya, lo repetía una y otra vez en mi cabeza buscando entenderlo.

– ¿Gracias? – dice confundido. – Alex si esto es por Holly... yo...

– Es un obsequio de papá. – interrumpí cortándole de tajo. – Me lo dio para que te lo entregará esta mañana, después de compararme contigo una vez más.

– Oye... hermano sabes que él no lo dice enserio. Está dolido por lo que pasó con mi tía. Es sólo eso. – trata de hacerme sentir mejor pero sólo logra que el coraje aumente otro poco.

– ¿No crees que ya han sido muchos años de duelo? Yo también sufro por no tenerla. Era mi madre. La única persona en este mundo que me amaba y entendía. – digo furioso. – Ella murió. No fue mi culpa. Tener cáncer no es culpa de nadie. – susurro esto último ocultando mis lágrimas. – Ya no lo soporto más. Sus gritos, sus golpes, sus malos tratos están volviéndose cada vez más fuertes.

– Alex... – Adrien trata de acercarse a mí, pero me pongo de pie alejándome unos pasos. – Lo lamento. Pero no eres el único con problemas. Todos tenemos algo. ¿Qué vas a hacer? ¿Irte? ¿Dejar a tus amigos? ¿A Holly?

La sola mención de su nombre me hace mirarle a los ojos y demostrarle que ese ha sido un golpe bajo. Sabe que ella es mi debilidad en estos momentos y no puedo imaginar el dolor que le causaría tomar una mala decisión. Pero el coraje y el enojo hacen que mi cuerpo se caliente en estupidez y mi mente no razone.

De repente las posibilidades de estar con Holly parecen algo estúpido y absurdo para mí. Adrien, el ser perfecto y que muchos admiran parece ser lo que ella necesita. De repente puedo dejar de sentir mi corazón y un frío horrible me cala hasta los huesos, congelando cualquier emoción positiva, dejando paso a todos los demonios que me atormentan, alimentados por mis inseguridades.

Si yo moría ellos dos estarían juntos y ella sería feliz. Si yo no estaba, todos estarían mejor, incluyendo a mi padre.

– Ella te tiene a ti. – susurré apenas perceptible para ambos y caminé saliendo de la clase justo cuando el maestro iba entrando y sin decirme nada, cerró la puerta.

Corrí por los pasillos casi vacíos hasta llegar a los baños. Necesitaba respirar y estar solo, quería aclarar mi mente y callar las voces que no paraban de decirme que iba a morir. No podía ver nada claro, todo lucía como un escenario trágico por donde quiera que lo mirara. No podía ver la salida del laberinto que era mi vida. A donde sea que comenzaba a andar me llevaba a donde había empezado, no había salida para mí.

Miré mi reflejo y no pude más. El enojo creció y encolerizado tomé el bote de la basura y lo estampé contra la pared contraria. Agradecí que no hubiese nadie cerca para ver mi arrebato. Era algo estúpido enojarme por algo que siempre supe que pasaría, no había otra respuesta para mí, no tenía otra opción.

Una última vez miré mi reflejo y ahora fijé mi vista en las heridas que comenzaban a sanar. Me veía horrible. Me veía como muerto en vida y tenía asco de mí mismo. Me sentía avergonzado por verme como me veía y una fuerte oleada de prejuicio cayó sobre mí.

Era una basura.

Salí del baño después de lavar mi cara y caminé mirando hacia el suelo concentrándome en la decisión que tomaría. Necesitaba saber si valía la pena seguir viviendo. Quería sentir que estaba vivo. Ya no me quedaba nada bueno aquí.

Ya nada era capaz de ocultar el dolor ni lo que sentía. El chocolate no era lo suficientemente dulce para calmar lo amargo que se generaba en mí, ni siquiera estaba seguro de que Holly fuera la respuesta. Tampoco quería que lo fuera. No era justo para ella tener que lidiar conmigo. No era correcto permitir que fuera ella quien me salvará del infierno siendo un ángel y yo un demonio.

Yo no era nada.

Choqué contra la espalda de alguien y apenas me disculpé, escuché su voz. Sus pequeños ojos azules me miraron directamente y parecía preocupada genuinamente. Estaba sola, con una botella de agua en la mano, frente a su casillero y también tenía lágrimas en sus mejillas.

– ¿Alex? – pregunta cautelosa. – ¿Qué haces aquí?

No respondí, el resentimiento que aún sentía por Lesli no me permitía mirarla de otra manera. Ella había lastimado a la mujer que amaba y era cruel con mis amigos. No había nada bueno en ella como yo creía y ya no me interesaba saber de ella.

La pude esquivar mientras la ignoraba y seguía caminando por el pasillo, ahora con la mirada al frente para no volver a chocar con nadie más. Escuché el sonido de unas zapatillas persiguiéndome y al mirar por sobre mi hombro vi a esa cruel chica seguirme con cuidado de que nadie la viera. Buscando en todas direcciones no ser vista junto a mí.

– ¡Oye! – me llamó y tiró de mi brazo para hacerme mirarla. – ¿Qué te sucede?

– Heriste a Holly. – dije molesto. – Te advertí que no le hicieras daño.

Mira hacia otro lado luciendo molesta y entonces resopla restándole importancia. Sé que esto no es nada importante para ella, por lo que no entiendo que es lo que pretende persiguiéndome. Cuando rueda los ojos comenzando a hablar la ignoro y sigo caminando, pero vuelve a detenerme esta vez mirándome a los ojos. No quiero escuchar sus excusas baratas y sin sentido.

– Oye ya. Está bien. Lo siento. – dice ella con simpleza, como si no fuera nada. – Es sólo que colmó mi paciencia y no la aguanto. Me cae muy mal.

– ¿Eso te da derecho a golpearla? – digo molesto sosteniendo su mirada. – Si tanto coraje le tienes golpéame a mí, hazme lo que quieras, pero si vuelves a tocarle un cabello, me olvidaré de que eres una chica. – le amenazo.

– No voy a golpearla. – vuelve a mostrarse fastidiada. – Solo dile que no se me acerque.

– Bien. – digo mirando como sus ojos examinan mis moretones en el rostro.

– ¿Qué te pasó a ti? – pregunta señalando mis heridas. – ¿Acaso alguien me quiere ganar el trabajo de molestarte? – se burla sonriendo de forma socarrona y sarcástica.

– Tu eres el menor de mis problemas. – susurro con todo mi odio contenido, mirando hacia el pasillo para percatarme de que nadie está escuchando.

– ¿Estás bien? – pregunta ahora más insistente y su sonrisa se borra por completo.

– ¿Importa? – elevo mi ceja mirándole de la misma forma que ella me miraba hace unos segundos. Burlándome de su hipocresía.

– Solo... Es que yo quería... – comienza mirando a su alrededor. – Me preocupé.

– ¿Por mí? – estallo en carcajadas y me recargo en un casillero mirándola. – No mientas, ¿te importa a ti algo acaso?

– Eres un idiota. – se enoja y comienza a caminar alejándose de mi un par de pasos, pero regresa. Me mira a los ojos y veo algo que no sé identificar en ella. – Eres el único que has sido bueno conmigo a pesar de...

– ¿De qué? ¿De tus malos tratos? ¿De los insultos? – cuestiono ahora molesto. – Si soy bueno contigo o no es por como trates a los demás. Yo no te guardaba rencor por cómo nos hacías sufrir o como nos hablabas. Comencé a odiarte cuando te metiste con la chica que amo.

– ¿Holly? ¿Amas a Holly? – dice algo sorprendida. – Oye, Solo digo que como tú eres bueno conmigo no tengo porque hacerte nada.

– ¿Y los otros? – pregunto cauteloso. – Como no te agradan les haces la vida imposible.

– ¿Qué quieres? ¿Qué no les haga nada también a tus amigos? Hecho. – se encoge de hombros.

– Creí que había algo más en ti. Pero me equivoqué. – digo sintiendo una gran decepción. – Tu nunca vas a cambiar.

– Alex. – dice de repente para hacerme callar. – Solo son palabras estúpidas.

– No tienes idea del daño que haces con una simple palabra estúpida. – le advierto. – No sabes cuantos estamos muertos por dentro por culpa de esas palabras estúpidas.

Sin permitirle continuar camino alejándome y dejándola ahí de pie, mirando a la nada, con el cerebro en pausa procesando mis palabras cargadas de sentimientos, de respuestas que nadie nunca ha notado y que apuesto muchos comparten. Sigo a mi próxima clase y el día transcurre como normalmente lo hace, aunque gracias al cielo no vuelvo a ver a Lesli en las clases.

...

– Debo irme rápido, tengo demasiada tarea por hacer. – se quejó Demian caminando apresurado, demostrando que puede actuar muy bien. – Adrien, tú sabes mucho de álgebra, ¿Puedes ayudarme? Necesito acabar unos ejercicios porque vendrán en mi examen del lunes.

Si, está bien. – dice Adrien acercándose a él. – No tengo nada que hacer.

Me muestro neutro ante todos pues mi cabeza está ocupada en otras cosas. Miro a Holly que luce feliz porque todo está saliendo conforme al plan ideado y eso me basta por el momento para no intervenir en las conversaciones que intercambian. No deseo arruinar nada, ya que me encuentro distraído en mis propios dilemas y mentiras.

– Vamos Alex. – me mira mi primo, en busca de que le siga. – ¿Me acompañas?

– Yo no voy. – le digo rápidamente acercándome más a Holly. – Quiero estar un poco más con Holly.

– Bien, vendré por ti cuando terminemos. – sentenció mi primo mirándome seriamente. Sé que piensa que estoy molesto con él y aunque ya no tengo tanto coraje como en la mañana, es imposible olvidar todo lo demás. – Ten cuidado Holly, algo trama este hombre.

Sus palabras no hacen más que ponerme aún más en alerta, no sé si se refiere a una broma tonta o en verdad ha descubierto mi secreto. La ansiedad de no saber con quién hablar del suicidio o deshacerme de este horrible secreto me consume, me quita el sueño e incluso siento que colapso a ratos, estando al borde de delatarme.

– Creí que sospecharía. – dice Holly una vez que se han retirado lo suficiente como para no escucharla.

– No, todo está en orden, no se lo esperará. – tomo su mano y nos acercamos a su puerta, la cual abro yo para hacerla entrar rápido.

– Estás demasiado serio, ¿Qué sucede? – pregunta confundida. – No te he visto sonreír en todo el día. – aquello ocasiona un calor agradable en mi pecho al saber que ha estado al pendiente mío todo el día.

Pero entonces la duda e incertidumbre surgen de inmediato, no sé si me observa porque conoce mis planes como el chico suicida o si es alguna otra razón la que le hace prestarme valioso tiempo de su vida ¿Lo sabía? Tal vez sólo serían suposiciones mías, pero no estaba seguro de nada en estos momentos.

– Nada. – simulé una sonrisa.

– ¿Seguro que nada? Sólo mira tu cara. – acaricia mi mejilla y eso me embarga por completo. Su calor y ternura me estremecen de cabeza a pies. Caigo a su disposición cuando veo esos hermosos ojos detrás de los cristales.

Cierro los ojos disfrutando del gesto tan placentero. Su mano se desliza delicadamente desde mi mejilla, bajando por el cuello y deteniéndose en el hueco entre mi cuello y el hombro derecho. Suspiro feliz y completamente cambio a tener un buen humor, sonrío esta vez de manera sincera y parece calmarle este gesto. Quiero gritarle que la amo y que adoro cada vez que logra calmarme así.

– Seguro. – le sonrío. – Mueve tu lindo trasero y preparemos la mejor fiesta de cumpleaños de la vida.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro