Capítulo 13. Que gane el mejor
Despierto en el suelo de mi sala, no sé en qué momento perdí el conocimiento, pero me siento terriblemente adolorido. Mis músculos agarrotados se esfuerzan por moverse y puedo percibir un líquido escurriendo por mis labios, al tocarlo con la yema de mis dedos estos se pintan de un rojo carmesí y entonces comienzo a examinar mi alrededor mientras con cuidado me pongo de pie. Papá no se encuentra aquí al parecer, observo el desastre de anoche por todos lados y de pronto los recuerdos de anoche me ciegan.
Papá lo hizo de nuevo.
Mi cabeza va demasiado rápido ahora y soy capaz de comprender lo que sucede conmigo. Estoy ardiendo en fiebre, puedo sentir mi cabeza latiendo muy fuerte. Camino sosteniendo mi costado que ha comenzado a crujirme, creo que esta vez fue peor por los golpes anteriores sin sanar del todo.
Me desplazo tambaleante mientras sostengo mi costado, duele horrible. Al llegar al espejo del baño me quedo inmóvil ante lo que veo.
Parezco muerto.
Mi piel pálida ya de por sí se encuentra casi traslucida debido al frío que hace y mi poca ropa, pero en esta ocasión el color en mi cuerpo me parece de fantasma, de cuerpo sin vida. Mi labio reventado aún sangra un poco, pero los moratones de diferentes tonalidades ahora se perciben también en mi cara. Será muy difícil ocultar todo después de que miren mi rostro de aquella manera.
Lavo mi cara para deshacerme de la sangre seca y las lágrimas que no sé en qué momento murieron en mis mejillas. El agua helada se desliza sobre mi labio herido, causándome una picazón dolorosa. Me siento agarrotado y todo me duele. Miro la hora en el reloj del pasillo y me doy cuenta que es demasiado tarde para ir a la escuela. Tal vez sea mejor ir hasta que las marcas se vayan o por lo menos, que las de mi rostro no sean tan visibles. Este fin de semana bastara para que sanen y cambien de color.
Resignado me recuesto en mi cama respirando lo más que puedo sin que me duela el pecho. Miro el techo buscando una señal, una razón para acabar con todo justo ahora, pero Holly llega a mis pensamientos. Ella es la respuesta que me da mi mente para resistir otro poco a este martirio. Su rostro, sus hermosos ojos abiertos mientras me sonríe.
Alex... Su voz llamándome es una dulce melodía que logra hacer que me calme y sienta que todo puede ir mejor.
Alex... Quédate conmigo.
No puedo negar que comienzo a delirar por la fiebre. Se siente tan real todo que me pierdo en la inconsciencia y la busco en lo más recóndito de mi subconsciente, ella y su dulce presencia me invaden cuando la ilumino en mi memoria. No hay un lugar mejor que mirándola sonriendo y ser tan... tan ella.
Pero cuando despierto horas después la fiebre se ha ido, no me siento tan aturdido a pesar del dolor en mis músculos y extremidades. Miro mi teléfono dándome cuenta de la hora que es, identifico entonces el horario en que están por salir de la escuela así que una idea loca surge en mi de inmediato.
Ir a verla.
Pero... ¿será prudente hacerlo estando así?
Tal vez sólo llamarla... Pero es que en verdad desearía poder ver sus ojos tras aquellos cristales, y como se mueven sus labios al hablar tan rápido. Y el sonido tan peculiar que hace cuando se enoja y chista los dientes me resultó siempre tierno y adorable.
Tendría que arriesgarme.
...
Mirar a escondidas es malo según mi moral, pero verla ahí de pie frente a su casa con Adrien me hace sentir en llamas. Quisiera arrancarle la cabeza y pedirle explicaciones sobre lo que hablan, el por qué ella está tan preocupada. Pero puedo observar algo más y me temo es lo que más me mortifica.
Los ojos con la que lo mira, es la forma en la que yo la miro a ella. Ese brillo y atención ciega que solíamos tener se ha girado hacia Adrien. ¿Le gustará? ¿Estaría hablando de mí y es por eso que ahora sonríe?
Los veo acercarse el uno al otro, pero cuando las manos de Holly se unen a las de mi primo me congeló el corazón como tempano de hielo. Estaban incluso más sonrojados los dos y yo podría jurar que hablaban en voz muy baja a propósito. Después de los segundos infernales para mí, la veo abrazarlo y eso termina por partirme el alma en muchos y pequeños pedazos. No supe en qué momento mis manos se habían vuelto puños y mirando como un criminal acosador a lo lejos, sentí una lágrima en mi mejilla.
¿La había perdido?
Adrien se fue poco después y la vi entrar en su casa. No sabía qué hacer ahora. No quería imaginar siquiera que la hubiese perdido.
"Ella jamás ha sido tuya" escuchaba a la voz en mi cabeza y tenía razón. Pero debía estar cerca de ella, sabía muy bien que yo era una escoria, un pedazo de basura en comparación a ese hermoso ángel y el sólo desear que se fijara en mí ya era una meta inalcanzable. Era imposible no soñar con algo tan bello como ella, no era mi culpa. Era la única persona en mi vida a la que le importaba, la que me demostraba incondicionalmente su cariño, por eso me aterrorizaba la idea de no formar parte de su vida.
Sequé mis lágrimas sin saber bien por que lloraba y respiré profundo. ¿Qué debía hacer? Moría por abrazarla y oler su perfume, era injusto que Adrien se llevará todo lo que yo merecía aquel día tan difícil para mí. Después de todo, ella sería capaz de convertir este día asqueroso en el mejor de mi vida con su sola sonrisa, como cada vez en la escuela.
Me acerqué a su puerta decidido a hablarle. Tocaría y al verla frente a mí, la besaría. Le confesaría mi amor mientras ella también diría que me ama y... y... ¿a quién quiero engañar?
Me detuve justo cuando mi mano se acercaba a la puerta y la bajé de inmediato comenzando a arrepentirme de estar ahí de pie. Escuché música en la parte de arriba lo que se suponía era su habitación, no creo que pudiese escucharme si tocaba a la puerta. Suspiré pensativo, ¿qué podría perder?
Tomé mi teléfono y la llamé, afortunadamente contestó antes de que me arrepintiera y colgara. Cuando escuché su voz me quedé sin respiración, no podía procesar las múltiples preguntas que me hacía en busca de información, además de todo lo que arrojó en grandes cantidades de palabras.
– ¡Hola Alex! ¿Cómo estás?, ¿Por qué no fuiste hoy?
– Hola. Bueno... tuve unos problemas. Pero... bueno yo... – no puedo dejar de sonreír al escucharla en aquel día tan asqueroso y horrible.
– ¿Qué tienes Alex? – pregunta cautelosa. Sé que tiene demasiadas preguntas.
– ¿Puedes abrir tu puerta? Estoy enfrente de tu casa. – suelto colocando mi frente contra su puerta esperando tener el valor suficiente para encararla esta vez.
– Oh, claro. – es entonces que todo se vuelve silencio y estoy a unos segundos de arrepentirme y salir corriendo hasta que escucho la manija abrirse.
Me pongo lo mejor que puedo ante ella y veo como su rostro cambia drásticamente de estar con una sonrisa a una nueva mueca de total pánico, uno que jamás había visto en su rostro. Me odio por causarle eso, ver en sus ojos dolor por mí y ver mi reflejo me asquea por completo. Ella no merece esto. Quiero dar media vuelta y correr, pero al mismo tiempo, el calor que brinda su cuerpo se siente tan tentativo a quedarme que lucho internamente por hacer lo correcto.
Comienzan a nacer lágrimas en sus ojos y trato de sonreír para que entienda que estoy bien, pero eso sólo ocasiona que ella lloré más.
– ¿Qué te pasó? – pregunta con un nudo en su voz.
– Yo... amm nada. Me caí. – me encojo de hombros y siento el dolor en mi cuerpo al hacerlo. Soy un idiota mentiroso.
Entro a su casa tratando de que olvide mi aspecto y busco un tema nuevo que me ayude a distraerla, pero ella sólo me escanea de pies a cabeza con aquella expresión en su cara tan linda, envuelta en lágrimas.
– No me mientas, ¿Qué te pasó? – busca mis heridas, ahora puedo percibir el enojo en ella.
– No pasa nada, casi no lo siento. – trato de sentarme en el sofá sin mostrar dolor, pero me es imposible. Duele como el infierno.
– ¡¿Fue Lesli?! DIME ¿FUE ELLA? – comienza a llorar furiosa y entonces trato de calmarla. No puedo creer que piense en que Lesli me haría esto. – Voy a matarla.
– No no, no fue ella. Estoy bien, Holly. – ella no me cree y molesta me mira exigiendo explicaciones.
– ¡Sólo mírate! Parece como si un camión te hubiera pasado por encima. – se queja.
– Eso no me quita lo guapo. – bromeo, pero la veo al borde del llanto nuevamente y eso me rompe. Me pongo de pie y aunque me cuesta debido a mis músculos agarrotados, la acerco a mí. – Oye, no te preocupes, ¿Sí? Vine porque quería verte, no para que llores.
– Es que... Te lastimaron mucho. – llora acariciando mi cara con cuidado. Su calor me hace tanto bien, que incluso el dolor se va de repente y no siento más que su piel contra la mía.
– Pero estoy bien. – la tomo de los hombros. – No llores, Holly.
– ¡¿Quién te hizo esto?! – exige furiosa.
Veo al techo, a la izquierda, derecha y no hay nadie más. Comienzo a sentir la necesidad de decirle toda la verdad así que cuando la veo a los ojos todo sale de mi boca.
– Mi padre. – digo y una pequeña lágrima se me escapa al recordar lo de anoche. – Lo hice enfadar y discutimos, peleamos y caí por las escaleras. Pero esta todo bien, él me dijo que no fuera hoy para que me recuperará. Él no quiso hacerme daño. – decido mentir un poco, no quiero que las cosas empeoren.
– No puede ser. – acaricia mi mejilla con ambas de sus manos, acunando mi rostro de forma dulce. – ¿Fue un accidente?
– Si, me caí por tratar de correr. Fue un accidente, nada más. – la convenzo y trato de calmarle.
– Bueno, ¿Cómo te sientes? – pregunta preocupada. – ¿Duele mucho?
– Naa. – seco sus lágrimas. – Ya casi no siento nada.
– ¿Seguro que estás bien? – yo asiento y le sonrió esta vez más tranquilo.
Entonces ella me abraza y todo mi mundo se acomoda. Me siento en paz y feliz. Correspondo a su abrazo y me acomodo con cuidado sin sentir más el dolor en mi cuerpo. Beso su mejilla para hacerla sonreír y lo logro. Este calor en mi pecho se siente demasiado bien y es aquí el lugar donde desearía pasar el resto de mi existencia.
– Te extrañé mucho hoy. – susurro en su oído.
– También yo. – sonríe con ese hermoso brillo en su mirada, recordándome por que es que amo verla todos y cada uno de los días.
...
– Solo digo que ese no es un buen final para una chica. – miro el final de la película y me siento decepcionado.
La cama de Holly es muy cómoda y las palomitas que preparamos ya casi se acaban. Miro la televisión donde aparece el final y los créditos mientras trato de procesar lo que sucedió.
– Así son los finales felices, Alex. – dice ella con simpleza.
– No es justo. – me quejo. – Ella tiene que renunciar a todo por él y él tiene que cambiar para poder estar con ella. ¿Eso es el amor? ¿Cambiarse el uno al otro? – ¿soy el único al que le parece ilógico y tonto? Miro cauteloso su rostro y ella sólo sonríe.
Toma de las palomitas y parece restarle importancia a mi pequeño drama. Pero en verdad me muestro confundido. No logró entenderlo.
– El amor es así siempre. – asegura tranquilamente. – Ellos no se pidieron cambiar, lo hicieron porque querían ser mejores para el otro.
Eso tiene mucho más sentido. Cambiar por una persona porque tu deseas ser mejor para ella. Quieres darle tu mejor versión, ser digno de su amor. ¿Podría ser yo digno de Holly? Ahora que la miro de esta manera, una esperanza nace en mi interior creciendo conforme lo alimento en mis fantasías. ¿Y si arreglo las cosas y me convierto en su superhéroe? Tal vez pueda salvarla de mi mismo al curarme de estas ganas infernales de morir.
– Sólo es una película. – dice ella calmándome.
– Tienes razón en lo de cambiar. – digo ahora inspirado, comenzando a idear mil cosas en mi mente. Le doy una palomita en la boca y al verla al rostro comienzo a tomar valor a mi nueva decisión. – Las personas cambian por las que aman.
– Sip. – asiente dándome la razón.
Dejo las palomitas a un lado y tomando sus manos miro directo a sus ojos. Las ideas comienzan a ser más claras frente a mí y sólo puedo vernos a ambos, siendo felices después de que yo sea mejor. Puedo ser un mejor hombre y ayudar a otros a no pasar lo que yo siento. Si me esfuerzo, puedo hacer cosas mejores, ser alguien importante. Conseguiría un trabajo, iríamos a la universidad juntos.
Su cara de confusión me da solo más ganas de explicarle toda la revolución en mi mente y todo lo que necesito sacar de mi sistema para acabar con los secretos y empezar de cero. Debo cambiar por Holly, porque la amo. Solo así, siendo la mejor versión de mi mismo podría funcionar.
– Tú me haces ser mejor. – le sonrío, entendiéndolo todo al fin. – ¿Eso es amor, Holly?
– Amm...
La observo cambiar de tonalidades rojizas hasta llegar a un rosado muy hermoso. Ahora veo porqué Adrien disfruta haciéndola sonrojar. Sus ojos se abren de la sorpresa y la veo tartamudear antes de hablar. Se ve sumamente adorable, pero entiendo que no comprenda todo lo que hay detrás de mis palabras.
– Te pusiste roja. ¿Tú también lo sientes? ¿Sientes el amor? – pregunto al verla tan sorprendida. Tal vez yo di el primer paso. Tal vez y sólo tal vez ella también sienta lo mismo que yo.
– ¿Por qué me preguntas eso, Alex? – nerviosa pregunta, tratando de aclarar su garganta.
Miro sus manos y al sentirlas tan suaves me acerco para acariciar mi mejilla con ellas. Suspiro y susurro un "porque te amo" sabiendo bien que no puede escucharme. Es entonces que recuerdo que no soy el único que la ve de esta manera, no soy el único que sueña con ser importante en su vida.
No soy el único hombre en querer ganar su corazón. Adrien ha demostrado demasiado interés y por más que desee arrancarle la cabeza, yo no le haría eso a ella. Sólo quiero que sea feliz ... Pero sería perfecto que fuera yo quien la hiciera sentirse así. Tal y como ella lo hace conmigo con solo existir.
– Te vi con Adrien hoy. – admito con la vergüenza de haberle espiado. – Venía a verte, porque quería hablar contigo sobre lo que pasó, del porque no había ido a la escuela. Cuando iba llegando... vi que estabas con mi primo afuera. Él te abrazó. – esto último me trajo la horrible sensación de mi corazón rompiéndose nuevamente.
La miré entonces esperando que dijera algo, pero ella estaba demasiado confundida. Necesitaba saber que sentía en estos momentos. Quería saber que deseaba tanto como yo estar juntos. O si tal vez... mi primo era lo que ella quería realmente.
– ¿Lo quieres? – pregunto nervioso.
– Claro que lo quiero. – dice sin pensar. – Igual quiero a Harry, Demian, Patrick y a ti.
– Sabes a que me refiero. – exijo un poco más de información.
– No lo sé. – admite después de largos segundos que transcurren en silencio.
– Él te quiere. Me lo ha dicho varias veces. – recuerdo cada una de las señales y los gestos que ha tenido con ella. Las veces que hablamos sobre esa cosa que la hace especial. Todo estaba muy claro ante mis ojos.
– ¿En-enserio? – esto parece ponerla aún más ansiosa.
– Si. – aseguro seriamente. Dándole la oportunidad de elegir y conocer todas sus opciones.
– No me lo imaginé. – susurra sorprendida.
– Yo también te quiero Holly. – le aseguro. Quiero que tenga mi mejor versión también. Aunque por alguna extraña sensación comienzo a perder la Fe en esta idea. – Sólo quería que lo supieras. – tomo unas cuantas palomitas y las meto a mi boca mirando hacia otro lado en busca de retirar esta negatividad que surge de repente.
– Alex... yo... – comienza ella buscando las palabras.
– Shh. – lleno su boca de comida para hacerla callar. Aunque hubiera deseado callarla a besos. – No digas nada, esperaré la respuesta. No te pido que me contestes con algo que aún no estás segura. Sólo quería que supieras que eres muy importante para mí.
– Tu eres muy importante para mí también. – responde de forma automática. – Te quiero mucho, Alex. Eres mi mejor amigo.
Sus palabras son como cuchillas encajándose en mi pecho. Un amigo para ella. Cuando yo deseaba ser algo más. Pero está bien. Deseo hacerla feliz de cualquier forma y si debo seguir aguantando un infierno para verla sonreír, lo haría.
La tentación me va consumiendo y me inclino más sobre ella, mis labios besan su mejilla y la siento inmóvil pero cooperativa. No se aleja y esa es una buena señal. Tomo sus manos y las llevo a mis labios para besarlas mientras miro sus ojos antes de sonreírle.
– Debo irme antes de que papá se dé cuenta de que no estoy. – digo recordando que existe el tiempo y maldiciendo tener que alejarme de ella. – Pero mañana estaré aquí para ayudarte con la fiesta de mi primo.
– Gracias... – dice algo acelerada por nuestra anterior conversación.
– Descansa, Holly. – beso su frente sintiéndome mejor después de despedirme como siempre desearía hacerlo.
Me alejo caminando a la salida y miro por sobre mi hombro su cuerpo quieto en la cama, mirando mi espalda fijamente. Parece perdida en sus pensamientos y sus anteojos se van hacia el frente cuando cada vez mira más hacia el suelo.
– Descansa. – dice ella finalmente.
– Dulces sueños mi amor. – susurro sólo para mí y solo asiento para que sepa que la escuché.
Al salir y caminar pienso en todo lo que ha pasado y me siento impotente. Quisiera cambiar lo que ya planeé y hacer todo por estar con ella, pero tal vez Adrien sea mejor partido. Tal vez ellos se aman y mi confesión sólo la confundió más.
¿Podría ella amar a un ser vacío como yo? ¿Podría alguien sentir algo por mí?
Al llegar a casa veo a papá dormido en el sofá y agradezco al cielo no tener que lidiar con él ahora. Llego a mi habitación cansado y tomo una barra de chocolate de un de los cajones al lado de mi cama. Comienzo a comerla y sin pensármelo tomo mi teléfono móvil para llamarle y encarar la situación.
– ¿Hola? – contesta su voz adormilada.
– Amo a Holly. – confieso y existe un gran silencio como respuesta. Sé que debe estar ahí digiriendo lo que he dicho. Pero no escucho más que su respiración.
– ¿Por qué me dices esto, Alex? – pregunta mi primo cauteloso.
– Porque sé que la amas también. – le digo directamente. – Así que, que gane el mejor hombre para ella.
– ¿Qué dices? – se muestra confundido.
– Ya lo escuchaste. Yo también voy a pelear por el amor de Holly. – le advierto, decidido por completo a lograrlo.
– Entonces... – dice aclarando su voz adormilada. – Que gane el mejor, primo.
– Así será.
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