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—Guille...
—¿Sí?
—¿Serías mi novio?
Guillermo levantó la mirada y la clavó en sus acaramelados ojos. ¿Acaso estaba soñando?
—Sí, Samuel... —dijo, pero su mirada se desvió hasta su cuello, en donde aún se veía aquella marca roja en un tono más tenue—. Solo si prometes no irte nunca de mi lado.
—Lo prometo.
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