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INSEGURIDAD

Poco antes de la hora de dormir, las chicas ya estaban en el dormitorio y disponían las literas para acostarse a descansar. A causa de la baja temperatura y del miedo provocado por todos los relatos de horror que había escuchado en el laboratorio de Química, Nora propuso que durmieran en parejas. Ella misma parecía disfrazada con el juego de pijama, la bata de dormir, una sudadera con capucha, los gruesos calcetines y hasta un par de guantes:

_ ¿Estamos en el Polo Norte y no me enteré?_ ironizó Denise mientras colocaba la mosquitera y soslayaba a Nora.

_ La gorda es así de exagerá._ señaló Grettel.

_ Tengo frío,_ se justificó Nora y arrojó un almohadón a Grettel._ y yo voy a dormir con Yola, porque no soporto tus rodillas clavándose en mi espalda.

Denise se detuvo:

_ ¿Tan mal duerme Grettel? ¿Por qué no me lo dijeron antes?

Grettel hizo una mueca y le devolvió el almohadazo a Nora, acertando justo en su cabeza:

_ Ya te lo dije, exageraciones de la gorda.

Flavia se puso una descolorida rebeca y se unió a la plática:

_ Me cayó bien esa muchacha que nos dejó entrar en el laboratorio de Química... ¿Brianna es como se llama?

Wendy asintió:

_ Parece chévere, pero... ¿Sabes de lo que me di cuenta? Que no le quitaba los ojos a Oscar de encima.

Grettel dejó la pelea de almohadas que sostenía aún con Nora y chilló:

_ ¿Ustedes también lo notaron? La pelirroja se lo comía con los ojos... Wákala... Qué mal gusto.

Denise se encogió de hombros:

_ Oscar no es feo... Está flaquito y despingaíto, pero si se pone y hace ejercicios, déjame decirte que sería tremendo blancazo y no tendría nada que envidiarle ni a Renzo, ni a Joel, ni a Luis Mario, ni a ninguno de los que se creen que están acabando y rompiendo corazones. Y les aclaro: yo soy fiel a mi raza, a mí los blancos no me mueven el tapete.

_ Olvidaste mencionar a mi Tatico._ le reprochó Grettel.

_ Tú y tu Tatico me tienen hasta la coronilla._ protestó Nora y le asestó un golpe de almohada que la despeinó.

_ Además,_ agregó Denise con picardía._ he escuchado decir que Oscar se manda una buena p...

_ María Alejandra, hazme una trenza._ pidió Flavia a la joven y se sentó al borde de su cama.

_ Ay, yo también lo oí decir._ saltó Grettel._ Y acuérdate de aquella vez que nos fugamos al río. Se le marcaba tremenda cosota. Dicen que parece un burro de lo grande que la tiene. Wendy ¿Tú sabes algo de eso? ¿Es verdad?

Wendy alzó los hombros:

_ ¿Y cómo voy a saberlo? Mi novio es Luis Mario, no Oscar.

_ ¿Pueden dejar de ser tan vulgares y hablar de otras cosas?_ protestó Nora.

_ ¿Y qué tal les fue en la sesión de espiritismo?_ preguntó María Alejandra mientras peinaba a Flavia.

Denise buscó un panecillo en la bolsa de comida y respondió:

_ Tú y tu novio se perdieron el show de Salim. Esa pájara loca está arrebatá. Pero me cae de lo más bien. El único que dice y opina todo lo contrario es el indeseable de Diogo.

_ ¿Y dónde se metió ese loco?_ quiso saber Grettel.

_ Tenía un cuadre con una chiquita de onceno... aunque, parece que no fueron los únicos que cuadraron esta noche.

Y Denise lanzó una mirada significativa hacia donde estaba Yolanda, que ni se percató del comentario. Solo hasta que Nora la sacudió, volvió a la realidad. No podía sacarse de la cabeza lo ocurrido con Joel en la zona oscura detrás del docente. Algo en ella se había despertado. Había experimentado deseos y sensaciones jamás imaginadas hasta ese momento. No podía olvidar la expresión de Joel al alcanzar el orgasmo, como tampoco podía dejar de cuestionarse cómo sería sentir uno. Nunca se lo había planteado y la acosaba la curiosidad, pero, igualmente le preocupaba hasta cuándo soportaría Joel la abstinencia sexual que llevaba a causa de ella. A pesar de haberle prometido esperar a que estuviera dispuesta y no presionarla, Yolanda temía que el joven se cansara y decidiera desahogarse con otra muchacha más complaciente:

_ Aquí Tierra llamando a Yolanda... Hola..._ bromeó Wendy.

_ Tengo algo que contarles.

Al instante de pronunciar aquellas palabras, se arrepintió. No sabía porqué lo había dicho. Era más fácil compartir con Grettel y Nora, pero con todo el piquete... Pero ya no había vuelta atrás. Betsy llegó proveniente del baño, lamentándose de ser mujer y de tener que sufrir la menstruación, y al escuchar el anuncio de Yolanda, aplaudió:

_ Un chisme... Llegué en buen momento.

_ ¿Qué pasó?_ chilló Grettel saboreándose ante la idea de escuchar alguna historia suculenta.

Yolanda se estrujó las manos. No sabía cómo empezar a hablar teniendo siete pares de ojos sobre ella, ansiosos y expectantes:

_ Habla de una vez._ la apuró Denise.

_ Déjame adivinar..._ dijo Betsy entrecerrando los ojos con picardía._ ¡Tú y Joel tuvieron sexo!

_ ¡¡NO!!_ exclamó Yolanda con horror.

_ Ay niña... ¿Tan terrible te resulta la idea de acostarte con tu novio?_ señaló Flavia con desconcierto.

_ No es eso._ negó Yolanda y trató de organizar sus ideas.

Cuando terminó de contarles con todos los detalles, muchos de los cuales ella intentó guardarse pero que terminaba revelando ante las persistentes preguntas e interrupciones de sus amigas, esperó a que ellas tomaran la palabra. Betsy fue la primera en hablar:

_ Muy bien... Deslechaste a tu novio sin quitarle la ropa siquiera... ¿Cuál es el problema? Créeme que ni yo he logrado algo semejante, así que, Yolanda... Tienes todo mi respeto.

_ No puedo creer que no le hayas visto el mandáo._ se quejó Grettel._ ¿Ni siquiera se la tocaste?

Yolanda cerró los ojos y estuvo a punto de alejarse corriendo. Ella solo quería que la aconsejaran con respecto a todas las emociones que la estaban asaltando, y sus amigas estaban interesadas en los aspectos más triviales de los hechos, dejando de lado cómo se sentía ella. Flavia, Wendy y María Alejandra fueron las únicas que parecieron darse cuenta de que había algo más que un simple encuentro apasionado detrás de la historia:

_ Yola,_ empezó a decir María Alejandra._ ¿Qué es lo que realmente te preocupa en este asunto?

Con un suspiro de alivio, Yolanda les habló de la amabilidad de Joel, su paciencia y comprensión, su intención de esperar a que ella estuviera lista para tener sexo, de las sensaciones que él le provocaba, de lo mucho que le gustaba hasta el punto de casi hacerle perder el control cuando estaban juntos:

_ Es natural que sientas esas cosas, Yola._ le dijo Flavia tomándola de las manos._ Joel está buenísimo. Cualquiera perdería el control, los nervios y hasta el blúmer por él y con él.

Rieron ante el comentario y Grettel añadió que estaría dispuesta a perder toda su ropa interior por un Joel como el de su amiga:

_ Yo creí que tu Tatico era lo máximo._ comentó Nora con acidez.

_ Lo es._ afirmó Grettel y se volteó hacia Yolanda._ Ahora, si lo que quieres es consejos, pues aquí tienes el mío: Acuéstate pronto con él, si quieres que el noviazgo dure.

_ ¡Grettel!_ la regañó Wendy.

_ Y después dicen que yo soy indiscreta._ señaló Betsy.

_ Ay no se hagan, que en el fondo-fondo, todas piensan igual que yo._ se defendió la rubita.

María Alejandra negó suavemente con la cabeza:

_ Yo no. Yolanda no tiene porqué acostarse con Joel ni con nadie solo para mantener la relación. Ninguna muchacha debería. Si Joel la obliga o la chantajea sentimentalmente para que lo haga, entonces solo la quiere para divertirse, y no tardará en cansarse de ella, desecharla y buscarse otra.

_ Joel no..._ intentó alegar Yolanda.

_ Ya sé que no._ continuó María Alejandra con tranquilidad._ Nos dejaste claro que Joel se comportó como el perfecto caballero que parece ser. Pero Yola, si empiezas a torturarte con la idea de que si no te acuestas con él te traicionará con cualquiera, vas a volverte loca. Y vas a terminar haciendo algo de lo que quizás te arrepientas luego.

_ ¿Es eso lo que te preocupa?_ le preguntó Wendy._ ¿Que se canse de esperar por ti y se busque a otra para darse el gusto?

Yolanda asintió quedamente. Por fin empezaban a comprenderla. Denise la abrazó cariñosamente:

_ Yola... ¿Sabes la suerte que tienes? Yo estoy babeada por un imbécil que quiere estar conmigo, pero no acaba de dejar a su novia. Y tú estás con un muchacho que ha preferido vivir a pan y agua desde septiembre porque está enamorado de ti y no quiere traicionarte.

Ante la expresión de incomprensión de Yolanda, Betsy aclaró brutalmente:

_ Denise quiere decir que Joel ha estado a base de pajas desde que te conoció al principio del curso.

_ Gracias Betsy._ sonrió Denise y prosiguió._ En fin, Yola, tienes que darle un voto de confianza a tu novio. Creo, y me parece que todas coincidimos en que Joel te ha demostrado que te quiere. Tú eliges si confiar o no.

_ La decisión de acostarte con él, es solo tuya. No de Joel, ni de nosotras._ añadió María Alejandra._ Aarón y yo hemos decidido no adelantarnos. Claro, compartimos creencias religiosas que influyen en nuestra decisión de esperar, pero cuando lo hagamos, será porque los dos lo deseamos, no porque él me presione a mí o yo él.

_ ¿Se imaginan eso?_ bromeó Betsy._ María Alejandra metiéndole un con fuerza a Aarón.

Denise soltó una carcajada mientras María Alejandra se ruborizaba y Nora espetaba con una mueca:

_ Son tan prosaicas las dos...

La profesora que estaba de guardia entró al dormitorio y dio la orden de acostarse y apagar las luces. Yolanda se sentía mucho mejor al meterse en la cama y cubrirse con la manta, pero Grettel descolgó la cabeza desde la litera superior para decirle:

_ Yo sigo diciendo que dejes de comer tanta mierda y te acabes de acostar con tu novio. Joel será muy bueno y todo eso, pero como dice la gorda, no deja de ser un hombre, y como a todos los hombres: cuando la de abajo se les calienta, la de arriba no les piensa.

_ ¡Yo jamás he dicho semejante vulgaridad!_ protestó Nora y le dio un tirón de cabello a Grettel que casi la hizo caer de la cama.

La oscuridad se cernió en el interior del dormitorio, y muy pronto los ronquidos y las respiraciones acompasadas danzaron en las frías tinieblas que flotaban sobre la escuela, aunque, con la cabeza llena de temores e inseguridades, Yolanda no pudo conciliar un sueño rápido. Las últimas palabras de Grettel habían vuelto a sembrar la semilla de la duda en su mente... ¿En realidad Joel la amaría tanto como para serle fiel aunque ella no estuviera dispuesta a acostarse con él?

******************

A pesar de la oscuridad que ya inundaba en el dormitorio, los chicos disfrutaban de la merienda nocturna, iluminados por la linterna que Aarón sostenía. Diogo apareció casi al final, haciendo alardes del encuentro sexual que había disfrutado con una alumna de onceno grado con la que sostenía un romance clandestino:

_ Imagínense, ella tiene novio, un chamaco de doce grado, pero dice que yo le gusto más.

_ ¿Entonces por qué no se pelea con el otro y formaliza contigo?_ preguntó Oscar inocentemente.

Diogo hizo un gesto de hombros:

_ No sé. Parece que le gusta más la emoción del peligro. Es una locona. Y la verdad es que yo tampoco tengo tiempo para enredarme ahora con una novia formal. Lo mío en estos momentos es coge y suelta.

_ Eres patético._ lo insultó Dennis mientras le tendía un puñado de cinco galletas saladas._ Toma, come y cállate.

Diogo empezó a masticar y se acomodó entre su hermano Dalton y Fabián:

_ ¿Y cómo les fue con la sorpresa del plumífero?

_ ¿Por qué lo insultas?_ le cuestionó Dennis.

_ No lo insulto. Solo digo la verdad._ aclaró Diogo._ No sé qué le hayan a ese tal Salim. Es más jeva que las mismas mujeres. No entiendo cómo lo soportan.

_ Sabes que si Joel te escucha hablando así, vas a tener problemas ¿Verdad?_ le advirtió Víctor.

_ A mí no me importa lo que diga Joel. Yo no soporto a la mariconcita esa y no tengo porqué aguantarla.

Dennis dejó caer una vasija de metal que resonó grotescamente en medio de la calma del albergue. Los jóvenes lo miraron a través de la mortecina luz de la linterna, sin entender si la vasija se le había resbalado de las manos o la había arrojado intencionalmente al suelo:

_ Perdón._ masculló Dennis con acritud.

Durante unos minutos solo se escuchó el crujir de las galletas al quebrarse con las mordidas. Diogo se volteó entonces hacia Fabián y le dijo:

_ Acere, vamos a tener que hacerte un huequito en el piquete, porque ya casi eres parte del grupo. Mira, haz algo a ver si mi hermanito Dalton acaba de darle el sí a Katia. Esa chiquita está bonita, tiene tremendo cuerpazo, no está con nadie porque nada más tiene ojos para él, y el guanajo este yo no sé qué espera para partirle el brazo a la chamaca.

Antes que Dalton pudiera hacer frente a su hermano, Dennis se puso en pie y requirió secamente:

_ Diogo, eres tan imbécil que a veces me pregunto cómo es posible que puedas ser hermano nuestro. Deberías aprender a callarte cuando es lo mejor que puedes hacer. Y sobre todo, dejar de meterte en la vida de los demás. Madura de una vez. Ser hombre no es solo revolcarse con cualquier pirujita que te abre las piernas fácilmente porque su dignidad y su autoestima no existen y necesitan la compañía de alguien que, como ellas, tampoco se valora a sí mismo.

Dicho esto, Dennis se abrió paso entre ellos y desapareció bajo la mosquitera de su cama. Los jóvenes tardaron unos segundos en reaccionar:

_ Qué fuerte..._ dijeron Erik y Luis Mario al mismo tiempo.

_ ¿Y a este qué le dio?_ protestó Diogo sintiéndose lastimado por las palabras de su hermano.

Dalton y Fabián se pusieron también de pie. Dalton dijo tranquilamente, aunque con un tono más frío y cortante:

_ Alégrate que Dennis te dijo todo eso, porque yo iba a golpearte.

Y despidiéndose de Fabián con un abrazo, se acostó junto a Dennis, con quien compartiría la cama esa noche:

_ ¡Ah pero...! ¿Y estos dos que tienen?_ se molestó Diogo.

_ Yo que tú dejaría de inmiscuirme en los problemas de Dalton._ le aconsejó Renzo palmeándole un hombro, y acto seguido, Víctor y él subieron a la litera superior contigua. Abajo, Luis Mario y Oscar ya se habían acomodado.

Diogo se quedó de pie, solo, en medio de la oscuridad y el frío. Rápidamente se puso el juego de pijama y tomando su almohada, se aproximó a la litera donde estaban casi dormidos Aarón y Erik, uno arriba y el otro debajo:

_ ¿Cuál de los dos quiere compartir la cama conmigo?

Cuando iba a acomodarse junto a Erik en la parte superior, descendió con rapidez cuando este estalló en apestosas flatulencias. Diogo terminó acostado junto a Aarón, lamentándose por la forma en que sus dos hermanos habían reaccionado ante una simple broma, hasta que finalmente se quedó dormido.

******************

Aún no había amanecido, así que Yolanda no podía comprender de dónde provenía aquella claridad que la rodeaba. Las persianas estaban cerradas a causa del frío, por lo tanto, no se trataba de la luz de la luna. Se arrebujó bajo el calor de la manta y se giró hacia el otro lado, donde Nora debía estar resoplando plácidamente. Por un momento creyó que iba a desmayarse. En el lugar que supuestamente ocupaba el voluminoso cuerpo de su amiga, estaba recostado Joel, observándola fijamente con aquella sonrisa suya que la hacía derretir y le provocaba un revoloteo de insectos en el estómago.

Su respiración se aceleró aún más cuando reparó en que él estaba semidesnudo, solo con un bóxer rojo que acentuaba el vigor cimbreante de la entrepiernas. Yolanda tragó en seco... ¿Cómo había entrado al dormitorio? ¿Se había vuelto loco? ¿Y Nora? ¿Dónde carajos estaba Nora metida? ¿Y cómo había sido capaz de permitir que Joel se acostara junto a ella de esa manera? ¡No era propio de su amiga ser permisiva con cosas así!... Sus ojos volvieron irremediablemente al abultadísimo bóxer rojo... ¿Joel no tenía frío? Porque ella estaba temblando... ¿De frío o nerviosismo?

Yolanda volvió a tragar en seco, sintiendo como la saliva resbalaba trabajosamente por su garganta marchita. Intentó que la mirada se mantuviera fija en el rostro de su novio, pero la muy indiscreta no estaba dispuesta a obedecer y fue deslizándose de manera ardiente y sutil, recorriendo el pecho bien formado del muchacho, su abdomen cuadriculado, el hilillo de vellos que desaparecía bajo los abultados bóxers carmesí... La sonrisa de Joel se pronunció mucho más y fue cerrando la distancia hacia Yolanda, que intentó recular y hablar, haciéndose un lío en las palabras que ella misma no alcanzaba a escuchar:

_ Joel... ¿Cómo...? ¿Qué estás...? ¿Qué haces...?

No podía concluir ninguna frase y Joel la hizo callar colocándole un pulgar sobre los labios, a través de los cuales se deslizó. La mano del muchacho estaba caliente y Yolanda se sorprendió a sí misma lamiendo aquel pulgar que danzaba contra su lengua y sus dientes. Joel la tomó entonces por la nuca, enredando los dedos en la maraña de cabellos sueltos y en desorden, y la atrajo hacia sí para besarla con fiereza. Las temblorosas manos de Yolanda se aferraron a la espalda ardiente de Joel, y gimió bajo su peso, gimió cuando él le quitó el suéter y le alzó la bata de dormir hasta el cuello, para que su boca se deleitara en saborear los endurecidos pezones de los senos pequeños y firmes. Se arqueó con una exhalación cuando Joel deslizó con lentitud una mano debajo de las delicadas braguitas. Yolanda no hizo gesto alguno para detenerlo, sino que lo dejó hacer a su gusto.

Estaba mareada y se aferraba a las sábanas, crispando las manos sobre la tela arrugada, moviendo la cabeza de un lado a otro mientras los dedos de Joel le acariciaban el sitio más íntimo de su anatomía. Tensó los pies y se irguió de repente, como si saliera abruptamente de debajo del agua en la búsqueda desesperada de oxígeno; como quien despierta repentinamente de un sueño. Le echó los brazos al cuello y buscó su boca con ansias, con desesperación. Quería besarlo, abrazarlo, morderlo de ser posible, mientras él seguía arrancándole aquellas deliciosas sensaciones que la estaban haciendo enloquecer. En medio de aquel arrebato que la henchía, apartó el rostro y le susurró con voz jadeante:

_ Quiero hacerlo, Joel... Quiero que tú seas el primero...

Joel sonrió. La tomó por la cintura y Yolanda gruñó cuando dejó de frotarle el sexo. La acomodó sobre él, sobre su erección oculta tras el bóxer aunque muy perceptible, con las piernas rodeándole la cintura. La despojó de la bata de dormir y contempló su torso desnudo, mientras ella se dejaba admirar, sin sentir el más ligero pudor. Joel aproximó los labios a la oreja de ella, y tras mordisqueársela unos segundos dijo con voz queda:

_ Despierta Yola...

Yolanda abrió los ojos de par en par. Estaba rodeada por la más completa oscuridad, sudando copiosamente, y a su lado, Nora roncaba con sutileza, hecha un ovillo de mantas. Tratando de no hacer movimientos bruscos, Yolanda se incorporó sobre el lecho y se mesó los cabellos en desorden y pegoteados a la frente perlada de transpiración. Sus manos se detuvieron sobre las sienes y allí permanecieron durante unos minutos... ¡Menudo sueño acababa de tener! Porque había sido un sueño... ¿O no? Ya no estaba segura. Todo se había sentido tan extrañamente real. Aún guardaba la sensación de los besos de Joel en su boca, en su cuello, en sus senos, en cada pulgada de su piel que palpitaba como si el corazón se hubiese multiplicado en cada mínima célula. Y su reacción... la forma en que ella le había manifestado que estaba lista para entregarse, dispuesta a ofrecerle su cuerpo, su virginidad... ¿Era lo que deseaba en realidad y a través de aquella ilusión su subconsciente le mostraba que ya era el momento?

Encogió las rodillas y las abrazó, acurrucándose, consumida por las dudas, por la incertidumbre de no saber qué hacer. Sentía el alma fraccionada. Una parte ansiaba dar el gran paso con Joel, no podía engañarse. Su cuerpo respondía ante él, reaccionaba incluso, cuando intentaba poner resistencia. Pero otra fracción le exigía que aún no era el momento, que el hecho de que él llevara cerca de cinco meses de abstinencia sexual, no era razón de peso para entregarle su pureza cuando ni siquiera llevaban un mes de novios. Y ¿si una vez que ella cediera, él, decepcionado o ya habiendo obtenido lo que deseaba, la mandaba a paseo? No sería el primero ni el último hombre en actuar de dicha manera. El solo pensar en esta posibilidad la estremeció, y sin saber porqué, en su cabeza apareció por un instante la imagen de Joel involucrado con Valeria, mucho más bonita que ella, mucho más inteligente y de seguro, con mucha más experiencia en la intimidad.

Ocultó el rostro entre las manos y sacudió la cabeza. Nora se movió y pronunció dormida unas palabras incomprensibles pero continuó su navegar por el país de los sueños. Yolanda volvió a acomodarse en la cama y trató de no pensar más en Joel, ni en Valeria ni en nada concerniente al asunto, pero al recordar la boca de Joel en el sueño, dejando huellas húmedas en su carne, sintió unos incontenibles deseos de salir del dormitorio a pesar del frío y correr hacia el albergue número siete y colarse en la litera donde dormía su novio. Pero solo fue un simple deseo.

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