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CERTEZA

Era muy de madrugada cuando Dennis se despertó con una imperiosa necesidad de ir al baño. Lo único que le incomodaba del invierno era la ardua labor de su vejiga que le hacía tener que ir constantemente al sanitario. Se incorporó en la cama y tanteó en las sábanas, sorprendido de no encontrar el cuerpo de su hermano Dalton, que se suponía debía estar acostado. Miró a través de la oscuridad y se preguntó dónde estaría. Bostezó y el aumento de los deseos de hacer pis lo hicieron reaccionar. Algunos varones optaban por asomarse a las persianas y miccionar a través de ellas. Él lo consideraba una absoluta falta de higiene. Prefería ir al baño como una persona normal. Pero cuando quiso salir de debajo de la mosquitera, frenó el impulso y se quedó quieto al escuchar susurros de pasos y de unas risitas solapadas. Volvió a acostarse con rapidez, sin hacer ruido y se cubrió con la frazada, alzando una esquina de la mosquitera para tener algo de visión a pesar de la oscuridad y preguntándose quiénes estarían levantados tan tarde. Tal vez alguien que como él, no había resistido los impulsos de evacuar.

Podía ser cualquier otro estudiante y no habría nada de extraño en eso, pero Dennis se vio asaltado por una rara sensación de sospecha, por ello había decidido aguantar los molestos impulsos de orinar para cerciorarse de quienes estaban despiertos al igual que él. Y la respuesta no tardó en detenerse precisamente junto a su cama. Dalton y Fabián se reían en silencio en medio de la oscuridad. Dennis contuvo la respiración, sobre todo, cuando vio a su hermano alzar una mano para acariciar el rostro ligeramente barbudo del otro. Fabián le tomó la mano y se la besó:

_ ¿De verdad te alegra que me hayan incluido en el piquete?_ preguntó Fabián con un siseo susurrante.

_ Por supuesto..._ Dalton se mordió el labio inferior con picardía._ Así estaremos juntos mucho más tiempo.

Fabián se inclinó para besarlo, pero Dalton retrocedió asustado:

_ ¿Qué haces? ¡Aquí no!

_ ¿Por qué? Todos están dormidos.

_ ¿Te imaginas si alguien se despierta y nos ve?

_ Mejor, así todos acaban de descubrir la verdad.

_ Fabián, ha sido una noche maravillosa. No la eches a perder.

_ Está bien, sin discutir. Me voy a la cama. Acuéstate y descansa, Fabián.

Pudo percibir la sonrisa de su hermano en medio de la oscuridad sin necesidad de verla, lo que le sorprendió fue que él respondiera:

_ Que descanses, Dalton.

Se abrazaron y permanecieron unidos durante unos segundos, transcurridos los cuales, Fabián logró salirse con la suya y unió su boca a la de Dalton. Tras el beso, se retiró a su cama, mientras Dalton se acomodaba con mucho cuidado junto al cuerpo dormido de Dennis, o con la suposición de que así se encontraba.

Dennis no movió ni un solo músculo. Estaba en shock por lo que acababa de presenciar. Finalmente todas las sospechas que durante días le parecían infundadas, ahora tomaban forma, y no era capaz de dilucidar qué estaba sintiendo con exactitud. Fabián y su hermano tenían un romance, un noviazgo, una relación... iNi siquiera podía hallar un término que considerase adecuado para definir el tipo de unión entre ambos jóvenes! Consideró que tal vez la cuestión del léxico apropiado era lo de menos en aquel momento. Había un asunto mucho más transcendental: su hermano Dalton era gay, y aunque él y Denise no tuvieran quizá ningún problema con ello, Diogo sí lo tendría, y era mucho el temor que le embargaba al pensar en ello. Además ¿Por qué se habían llamado uno al otro con su propio nombre?

******************

_ Mierda, mierda, mierda..._ musitó Oscar mientras se incorporaba en la cama.

Estaba a punto de amanecer. Luis Mario dormía plácidamente, pero Oscar acababa de despertar y no podía definir si había sido uno bueno o un total desastre. Se sentó al borde del lecho y tiró de sus calzoncillos que mostraban una gran mancha creciente. Hurgó en la maleta en busca de ropa interior limpia, toalla, jabón, cepillo de dientes, dentífrico y se dio prisa en dirigirse al baño. Le provocaba extrema vergüenza que lo descubrieran en ese estado, principalmente Luis Mario, que había dormido junto a él y aun continuaba acurrucado en sabe Dios qué aventuras provocadas por su mente soñolienta. Una vez solo, se despojó del calzón ante el lavadero y contuvo la respiración cuando sus viscosos genitales entraron en contacto con el agua templada de la pila.

Nunca había tenido un sueño húmedo. Erecciones nocturnas o matutinas eran muy comunes, pero un sueño húmedo jamás lo había experimentado hasta aquel amanecer. Denise y él estaban solos en una de las aulas. No recordaba bien qué estaban haciendo, si estudiando o simplemente platicando. Lo único que se había quedado fijo en su cerebro era el momento en que ella se había puesto de pie, sonriendo de aquella forma que a él le hacía temblar, y poco a poco había comenzado a desnudarse, dejando cada centímetro de su oscura y tersa piel al descubierto. Y Oscar había sentido como su respiración se aceleraba, y también su pulso, y sus genitales, y sin darse cuenta se vio igualmente desnudo, sin lograr explicarse en qué momento se había despojado del uniforme. Estaban solos los dos. Solos y desnudos. Solos, desnudos y excitados. Y Denise se le había acercado con lentitud, y lo había hecho sentar en la silla más próxima para luego acomodarse sobre él, sobre su sexo enorme, fibroso y cimbreante.

Oscar se aferró a la cintura de la chica cuando esta se arqueó, una vez penetrada, y dejó que ella sola danzara sobre él, que ella sola disfrutara, porque el rostro de Denise era la expresión de la más absoluta felicidad. Sus gemidos, los suspiros con los que lo envolvía, clavándole las uñas en el pecho pálido, delgado y lampiño. Ella no se detenía, sino que cada vez su danza aumentaba más y más, haciéndose violenta, hasta que Oscar sintió aquella deliciosa sensación que solo experimentaba cuando en la soledad del baño se auto complacía. Y entonces abrió los ojos y se dio cuenta que todo había sido una ilusión. Denise no había estado sola con él en un aula, estudiando o platicando, tampoco se había desnudado y mucho menos, le había hecho el sexo de manera tan efectiva.

Recordar el sueño lo excitó nuevamente y recurrió a puñados de agua fría para aplacar el ardor de las imágenes grabadas en su cabeza. Lavó el calzoncillo manchado y se puso los limpios. Se cepilló los dientes, se remojó el rostro y permaneció unos minutos con las manos apoyadas al borde del lavabo, respirando con dificultad. Su enamoramiento, obsesión, fijación, ya ni siquiera podía definir lo que estaba experimentando por Denise, pero empezaba a resultarle incómodo, sobre todo si llegaba a esos extremos de tener semejantes sueños y tales secuelas... ¿Qué tal si un día se excitaba delante de todos? El solo pensarlo lo hizo estremecer de terror.

La voz del profesor Diego anunciando el de pie a los alumnos lo devolvió a la realidad y regresó al dormitorio, donde los chicos ya se desperezaban y levantaban de sus camas, tiritando y quejándose por la baja temperatura:

_ ¿Hasta cuándo será este frío?_ se lamentó Erik._ ¡Necesito que haya calor!

_ Entonces cuando haya mucho calor, te quejarás y querrás que haya frío._ señaló Aarón con un bostezo.

_ ¿Qué te pasó Oscar?_ se sorprendió Renzo reparando en el calzoncillo mojado en las manos del muchacho.

_ Es que no me dio tiempo llegar al baño y casi me oriné encima._ mintió el joven forzando una sonrisita torpe.

Dennis saltó de la cama en silencio y abrió su maleta. La expresión de su semblante era tan rígida que los chicos la notaron:

_ ¿Qué tienes Dennis?_ le preguntó Víctor._ ¿Dalton no te dejó dormir anoche?

Dennis se limitó a lanzarle una mirada torva y continuó revolcando cosas en su maleta. Fabián apareció, con el torso cubierto por una simple camiseta que dejaba al descubierto sus fuertes brazos. Sonreía e intercambió un discreto guiño con Dalton al saludar a todos con tono alegre:

_ Buenos días.

Ninguno pudo evitar el sobresalto cuando la maleta de Dennis se cerró estrepitosamente. El muchacho se puso de pie y sin decir nada, se dirigió con sus pertenencias de aseo hacia el baño. Fabián lo detuvo al decirle:

_ Oye Dennis, Dalton me ha dicho que eres un genio o algo así para el estudio. Tengo algunas dudas en Física y me gustaría saber si podrías darme unos repasos y...

_ No puedo._ contestó el muchacho tajantemente y prosiguió su camino.

A todos les causó sorpresa la respuesta de Dennis. Nunca se había negado a brindarle tutoría a nadie que se la solicitara, primero, porque le encantaba demostrar así su supremacía académica, y luego, porque en el fondo disfrutaba ayudar a los demás. Pero la forma en que le había dado una negativa a Fabián, tajante, rotunda y sin esperanzas de rectificar, los había dejado aturdidos:

_ Este se levantó del lado malo de la litera._ gruñó Diogo y se volvió a enrollar en la manta para continuar durmiendo un rato más.

_ ¿En qué creen que terminó ayer la bronca de Joel y Yolanda?_ lanzó Erik la pregunta._ Estuvo intensa.

Y mientras especulaban si la pareja habría terminado o no el noviazgo, Dalton saltó de la cama y tras hacerle una significativa seña a Fabián, siguió a su hermano hasta el baño. Dennis se estaba cepillando los dientes cuando Dalton se detuvo junto a él y lo encaró, con los brazos cruzados sobre el pecho:

_ Oye ¿Qué te pasa? ¿Por qué tenías que tratar a Fabián de esa manera?

Dennis escupió y procedió a enjuagarse la boca:

_ No entiendo porqué no quieres ayudarlo con unos cuantos repasos. Lo haces con todo el mundo ¿Por qué con él no?

Dennis apretó las mandíbulas y se salpicó el rostro. Ni siquiera quería mirar a la cara a su hermano. No porque lo despreciara o lo rechazara por el descubrimiento de la madrugada, sino porque aún no había tenido tiempo para digerir la realidad en torno al misterio que envolvía a Dalton y que solo él dominaba. Dalton se molestó más por la poca atención que le prestaba y lo tomó por un hombro, haciéndolo voltear violentamente:

_ ¡Te estoy hablando, Dennis! ¡Contéstame!

Y por primera vez lo miró. Se obligó a hacerle frente y aunque la persona que estaba allí parada se parecía a su hermano y lucía como su hermano, no podía evitar verle de una forma diferente:

_ Y yo te estoy escuchando Dalton. Pero no quiero responderte._ fue lo único que pronunció con voz muy disminuida.

Mientras se dirigía a la salida, se secaba el rostro con la toalla, y se detuvo cuando Dalton le preguntó con tono imperioso:

_ ¿Tienes algo en contra de Fabián? ¿Te cae mal o qué?

Respiró profundo y nuevamente se obligó a mirar a su hermano. Dalton, aunque enojado, parecía más bien preocupado y triste a la espera de una respuesta. Dennis apretó los labios y crispó los puños sobre la tela de la toalla. Había una angustia casi suplicante en los ojos de Dalton, y Dennis sabía que lo que dijera, provocaría impacto en el muchacho. Suspiró e intentando relajar los hombros y los músculos del rostro, respondió sin ánimo:

_ No tengo nada en contra de Fabián, Dalton. De hecho, apenas lo conozco y si he intercambiado dos palabras con él, creo que han sido demasiadas.

_ Entonces ¿Por qué no lo ayudas?_ casi le suplicó Dalton acercándose más._ De verdad lo necesita. Es muy bueno en Español, pero en Física tiene algunos problemas. No te habría molestado si no fuera así.

Dennis exhaló:

_ Lo siento si me pasé y le hablé un poco brusco. Es que no dormí muy bien por la madrugada. Me desvelé y sabes cómo me levanto al otro día si no duermo lo suficiente.

Lo esperaba. Estaba seguro de que en cuanto dijera aquello vería aflorar aquel semblante con un ligero toque de espanto. Dalton intentó disimular la expresión de su rostro:

_ ¿Te... te desvelaste? ¿Sobre qué hora?

Dennis le sostuvo la mirada al responder:

_ No lo sé exactamente.

_ ¿Y...? ¿Y pasó algo en particular que te llamara la atención?

Tenía la sensación de que Dalton se desmayaría. Se había puesto pálido y la voz le temblaba, al igual que sus manos, que intentó ocultar bajo las axilas:

_ No._ contestó Dennis al cabo de unos segundos tan largos como una eternidad._ Todo estuvo normal. Pero no me gusta desvelarme. Necesito mis horas de sueño. Y si eso se lo sumas a que nos acostamos súper-híper-ultra-mega tarde ayer, pues, no esperen ni tú ni nadie que hoy esté sonriente y con un carácter de osito del cariño.

Tuvo la sensación de que Dalton volvía a respirar con tranquilidad, incluso, sonrió:

_ Bueno, le diré a Fabián que lo tendrás en cuenta y que le avisarás cuando podrás repasarlo ¿De acuerdo?

Dennis asintió por respuesta y cuando Dalton salió del área de baños estuvo a punto de romper a gritar, de no haber sido por el grupo de alumnos que invadió prontamente el sitio. No era solo la falta de sueño que no había podido conciliar luego de descubrir en la madrugada que su hermano Dalton mantenía una recóndita relación sentimental con Fabián. Aquel era un secreto tan pesado, que cargarlo solo sería casi imposible, pero... ¿Cómo compartirlo con sus otros hermanos? ¿Cómo reaccionaría Denise cuando lo supiese? Y sobre todo... ¿Cómo reaccionaría Diogo? ¿Y sus padres?

Cuando regresó junto al grupo los encontró riéndose a costa de Oscar, pues Luis Mario aseguraba que durante la madrugada, tenía la sensación de haber sentido rozándole en más de una oportunidad el descomunal miembro de Oscar en estado de erección. El muchacho estaba todo rojo y trataba de negarlo, pero Dennis se concentró más en Dalton que, sentado junto a Fabián, le hablaba al oído, y hubo un momento en que ambos lo miraron al unísono. Dennis intentó no manifestar ninguna reacción para que ellos no sospecharan que él ya tenía conocimiento de lo que ambos ocultaban:

_ Fabián,_ le dijo._ más tarde nos pondremos de acuerdo para aclararte todas las dudas que tengas en Física.

_ Ya me extrañaba que te estuvieras haciendo el duro._ dijo Diogo._ Con lo que te gusta a ti hacerte el que más sabe.

Dennis ya estaba guardando sus pertenencias de aseo en la maleta y alzó los ojos para decirle pausadamente a su otro hermano:

_ Me defeco en el ventrículo izquierdo del órgano bombeador de sangre de tu progenitora.

_ ¿No es más fácil decirle: me cago en el corazón de tu madre y punto?_ se mofó Renzo.

_ Recuerden que es Dennis._ señaló Víctor y agregó._ Y nunca dejen que me acueste a dormir al lado de Oscar. Con esa mandarria que tiene, capaz de que me traspase.

Y cuando el pobre Oscar creía que ya habían pasado de él para enfocarse en Dennis, volvieron a arremeter con nuevas burlas a su costa. Empezaba a creer que, pese a lo que siempre había escuchado decir, ser demasiado dotado genitalmente no era del todo una ventaja.

******************

Lilí esperó junto a la plataforma del área de formación a que el grupo de varones entrara al comedor para el desayuno y volviera a salir. Se reían y parecían estar burlándose del muchacho medio tonto de espejuelos al que llamaban Oscar. Ella lo recordaba vagamente de sus años de estudio en la primaria. Siempre había sido raro y estúpido, y en su opinión, nada en él había cambiado. Pero lo que en verdad le importaba, era que Renzo iba con ellos. Se mordió una esquina del labio inferior. Si había un joven al que siempre había deseado desde que llegara a la escuela y lo viera por primera vez, ese era Renzo. Era guapísimo y tenía fama entre no pocas chicas de ser una fiera en la cama. Pero por más que ella se le había insinuado en miles de ocasiones, Renzo jamás le había dado señales de interés. De hecho la había rechazado abiertamente y ahora estaba con esa vulgar de Betsy que ya se había revolcado con media escuela y no pocos profesores, según decían los chismes.

Le había dado cientos de vueltas al plan que estaba dispuesta a llevar a cabo para vengarse de Yolanda. Le habría encantado poder desempeñarlo con Renzo, pero en vista de que sería imposible y ella tenía prisa por lastimar a Yolanda y a sus acólitas, salió de su escondite y recostándose a la pared del comedor, vociferó:

_ ¡Víctor...!

Los chicos se detuvieron y la miraron asombrados, principalmente el aludido, cuyos ojos azules se abrieron desmesuradamente. Dirigió a sus amigos una mirada interrogante y al no saber estos qué decirle, avanzó con pasos sigilosos hacia la chica que sonreía descaradamente, con los glúteos sobre las manos apoyadas contra la pared:

_ ¿Si?

_ Buenos días.

_ Eh... buenos días..._ contestó el muchacho sin comprender a qué venía todo aquello._ ¿Qué quieres?

_ Nada... ¿Es que no puedo saludarte?

_ Bueno... es que me sorprende. Tú nunca me habías dicho nada. Hasta donde sé, siempre le tiraste los perros a Renzo, y yo jamás existí para ti.

_ Supongo que las cosas cambian. Ahora Renzo tiene dueña. Y ella no lo deja ni mirar a la orilla..._ se aproximó un poco para preguntarle en un susurro al oído._ ¿Grettel tampoco te deja hablar con otras muchachitas?

Percibió como la piel del chico se erizaba y sonrió con satisfacción, sobre todo cuando él contestó:

_ A mí Grettel no me prohíbe nada. Es mi novia, no mi dueña.

_ Qué bueno saberlo._ dijo Lilí y se relamió. Casi rompió a reír cuando la boca de Víctor se entreabrió con estupor._ Dime una cosa ¿Te gusta el dulce de coco?

El muchacho asintió torpemente:

_ Ve después del campo por mi ventana. Mi mamá hace un dulce de coco riquísimo. Tu novia y sus amiguitas lo saben. Y yo quiero que tú pruebes mi dulce de coco.

Le indicó con un gesto cuál era su ventana en el dormitorio cinco y se alejó luego de despedirse diciéndole:

_ No dejes de ir. Estoy segura que te va a gustar.

Mientras iba de regreso a su dormitorio, Lilí sonrió con satisfacción. Había dado comienzo a su plan de venganza y todo parecía indicar que el cebo había funcionado. Se volteó un momento para mirar al joven otra vez y guiñarle un ojo provocativamente. Víctor estaba como embobado y Renzo le hizo volver a la realidad cuando le asestó un empujón y le preguntó:

_ ¿A qué vino eso?

_ Sabes que Grettel te va a castrar si se entera que estuviste conferenciado con Lilí ¿No?_ puntualizó Aarón.

_ Eso no importa._ intervino Diogo._ Si Grettel se la corta, le pedimos a Oscar que le de un trocito de la suya. De todas formas, a él le sobra bastante.

Y llovieron las risotadas mientras Oscar se ruborizaba y Luis Mario salía en su defensa. Víctor miró otra vez hacia el dormitorio de Lilí y la distinguió parada en la puerta, observándolo fijamente, sonriendo y saludándole discretamente con la mano. Con igual discreción, Víctor le devolvió el saludo y la sonrisa.

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