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CELOS


En cuanto llegaron al parque central, oyeron el escándalo proveniente del banco que ocupaban sus amigos. Estaban casi todos, excepto María Alejandra y Aarón, tal y como habían dicho que se ausentarían. Faltaban además Itzel y Katia. Tampoco estaban Wendy y Luis Mario. La muchacha no se sentía bien, a causa de constantes náuseas y Luis Mario se había quedado con ella para acompañarla. La familia de ambos ya estaba al corriente. Por supuesto que la noticia no fue recibida con bombos y platillos, pero ante la determinación de la pareja, nada podían hacer. Conrado, según contó Grettel, estaba que bufaba, y la madre de Luis Mario había dejado más que claro que no iba a criar niño chiquito de nadie. La madre de Wendy parecía ser la única que estaba dispuesta a apoyarlos. Luis Mario aún no había tenido oportunidad de darle la noticia a su papá, residente en los Estados Unidos.

Dennis había decidido no ir a última hora, alegando estar agotado. Y Dalton, aunque estaba presente, parecía no estar allí. Víctor y Renzo habían traído sendas botellas de ron, y los demás bebían por turnos, empinándose de ellas, incluso Nora, que asestó un fuerte pescozón a Erik cuando este relamió la boca de la botella donde ella había bebido anteriormente:

_ Eres un sopuerco._ le reprochó Denise._ Ahora tenemos que tomar donde tú pasaste tu lenguaza que sabe Dios dónde más la metiste.

_ ¿Quieres que te lo diga?_ le preguntó Erik con una sonrisa socarrona.

Hubo una negativa a voz en grito por parte de todos. Betsy se dio un largo trago y preguntó:

_ ¿Alguien ha sabido algo de Aarón?

_ Yo los acompañé a él y a María Alejandra cuando nos fuimos de la piscina._ empezó a narrar Oscar._ Cuando llegamos a su casa, los padres parece que lo estaban esperando. Y tenían una cara... Imagínense que ni siquiera nos miraron a María Alejandra o a mí. Nos ignoraron por completo. El papá le dijo a Aarón que entrara a la casa, y cuando él se despidió de nosotros y entró, cerraron la puerta sin decirnos ni siquiera... muéranse.

_ Pobrecito Aarón._ se lamentó Flavia._ Ahora de seguro que los padres le exigen que se pelee con María Alejandra.

_ Allá él si les hace caso._ manifestó Diogo._ A mí, mis padres no pueden decirme con quién puedo o no estar.

Dalton volteó distraídamente la mirada para observar a su hermano. Sus ojos parecieron brillar por un instante, pero luego, volvió a contemplar el vacío, como si nada de lo que acontecía a su alrededor fuera de su incumbencia:

_ Para Aarón no es tan fácil, señores._ explicó Nora._ Esas personas por lo general, establecen sus noviazgos y sus matrimonios con personas que practican igualmente su religión.

_ Lo que yo no entiendo es cuál es el problema._ saltó Víctor._ María Alejandra es tremenda muchachita y va a la iglesia, no es la misma de Aarón, pero es una iglesia... ¿Cuál es la cabrona diferencia? ¿No es el mismo Dios para las dos religiones?

_ Si, pero la forma de vivir la fe no es la misma, Víctor._ explicó Joel.

_ Por eso yo no voy a ninguna iglesia. Eso nada más trae complicaciones y uno no puede gozar la papeleta como quisiera._ saltó Renzo.

Katia e Itzel llegaron acompañadas de Salim. El joven, extravagantemente ataviado con un jean apretadísimo y un abrigo de plumas fucsias, luciendo en la cabeza un gracioso sombrero blanco con un penacho negro, desplegó un enorme pericón con detalles florales impresos:

_ ¡Por santa Céline Dion! Aquí estamos, carísimos. Si nos extrañaron, ya no tienen que sufrir.

_ Traigan una escoba para barrer las plumas._ dijo Diogo con desdén en la voz.

Joel le dirigió una mirada de reproche y saludó a Salim. A casi todos les sorprendió la familiaridad entre ambos:

_ No sabía que ustedes dos se llevaban tan bien._ dijo Grettel.

_ Tú no tienes porqué saberlo todo._ le aclaró Nora.

Salim estaba casi colgado de un hombro de Joel, y a pesar de la frialdad en el aire, se abanicaba con el pintoresco pericón:

_ Este es como el hermano que no tengo. Joel para mí es muy importante y no por las razones que quizás algunas mentes putrefactas puedan imaginarse. Es verdad que él está muy bueno, y Yolanda tiene tremenda suerte... ¡Hola Yoli!_ extendió una mano hacia la chica moviendo graciosamente todos los dedos. Yolanda lo imitó, riendo divertida ante la chispa inapagable de Salim, que continuó hablando como si nada._ Pero yo sería incapaz de faltarle el respeto a Joelito. Hasta las locas tenemos código de honor.

_ Le ronca tener que aguantar esto._ rezongó Diogo dando un sorbo a la botella que Itzel había rechazado.

_ ¿Tienes algún problema, Diogo?_ preguntó la muchacha.

Él negó con la cabeza, pero Salim, sabiendo que su presencia era la causa de la incomodidad del muchacho, se arrellanó en el banco, empujando a casi todas las chicas, que chillaron, pero le hicieron lugar. El jovencito era tan delgado, que cabía fácilmente en cualquier mínimo espacio.

Katia no le quitaba los ojos de encima a Dalton, y ello no pasó desapercibido para la mayoría. Betsy tomó la palabra:

_ Katia, qué linda estás... ¿Para quién te arreglaste?

Ella palideció y aunque hizo el intento, no pudo apartar la mirada de su interés romántico. Dalton la soslayó por un instante, pero no hubo reacción. Denise resopló:

_ En serio este niño me saca de quicio, o como diría Dennis... Me exaspera.

Se aproximó a su hermano y tomándolo por los carrillos le volteó la cara para enfrentarlo directamente con Katia:

_ Mira a Katia qué linda se puso y fue por ti. Dile algo.

Dalton se soltó bruscamente y se puso en pie. Se sacudió un poco la ropa y lanzando a su hermana una mirada amenazante, dijo con una voz tan fría como la noche:

_ No me vuelvas a tocar.

Dio unos pasos y se detuvo ante Katia. Por un momento creyeron que le diría algo, pero, luego de mirarla por un brevísimo instante, se alejó del grupo. Reinó el silencio, roto cuando el pericón de Salim se desplegó con un susurrar seco y el chico habló:

_ Cuanta frialdad, Santa Barbra Streisand.

El comentario provocó una risita en Grettel y Betsy, pero Katia se sentó donde antes estuviera Dalton acomodado y se encogió sobre sí misma. Parecía haber envejecido varios años. Yolanda sintió pena por ella. Ahora entendía lo que se podía experimentar al amar y no ser correspondido.

Un poco para disipar la tensión palpable en el ambiente, Erik robó el protagonismo y comenzó a narrar chistes picantes y plagados de groserías a los cuales, solo Grettel y Víctor parecían resultarles graciosos, además de Salim, quien también reía con unas carcajadas tan estridentes, que casi todos los presentes alrededor del parque se volteaban para ver de dónde provenía aquella risotada tan chillona y de quién. Itzel le requirió en más de una ocasión para que moderara el volumen de la risa, pero el joven respondió con una mueca y cerrando abruptamente el pericón, para lanzar una estrepitosa risotada que hizo que Flavia y Betsy, sentadas a su lado, se cubrieran los oídos:

_ Me encanta él, y me encanta su abanicón._ aplaudió Grettel e intentó tomar el pericón, pero Salim lo apartó del alcance de su mano.

_ No se toca, my dear. Esto es exclusivamente para mi uso personal._ y lo desplegó artísticamente.

Diogo apretó el cuello de la botella que sostenía y se apartó un poco del grupo. Su rostro reflejaba evidentes señales de incomodidad y, de haber podido, sus ojos habrían fulminado a Salim, reduciéndolo a un montón de plumas chamuscadas, y su ridículo y estrambótico abanico gigante a un cúmulo de cenizas.

No le agradaban los gais. En su opinión, cualquier persona podía hacer con su vida sexual lo que quisiera, pero otra cosa muy distinta era la forma de ese Salim. Era una loca de carroza. Llevaba el amaneramiento a un nivel que jamás había sospechado pudiera existir. No era como el resto de los homosexuales que veía por las calles. Para su criterio, estaban los gais, y luego, Salim. Las excentricidades del muchacho solo le proporcionaban repulsión:

_ Diogo...

El joven se volteó con sobresalto y vio a Joel a su lado:

_ Qué bolá, Joe._ dijo Diogo intentando apaciguar su fastidio.

_ Mira, quiero ser honesto y directo contigo._ empezó Joel._ Yo sé que Salim puede provocar ciertas reacciones en algunas personas. Me di cuenta que no te cae bien y no lo has disimulado ni por un momento desde que llegó.

_ Joe, yo sé que es tu amigo, y la verdad es que no entiendo cómo puedes relacionarte tan fácil con alguien como él.

_ Si lo conocieras como yo, no pensarías igual. A veces hay que mirar más allá de la superficie para descubrir a las auténticas personas. Salim podría sorprenderte.

Diogo volvió a mirar en dirección al grupo. Salim le había arrebatado el show a Erik y se había puesto a bailar una suerte de flamenco con rumba, enarbolando fieramente el pericón, mientras los demás reían y le hacían coro. El rostro de Diogo se endureció más al contemplar la escena. No, definitivamente no había nada que lo impulsara a ver en Salim, algo más que una simple mariconcita que insultaba al sexo masculino con su comportamiento tan poco viril:

_ Lo único que te pido, _ continuó Joel._ es que al menos, en mi presencia, no lo insultes ni lo agredas. No te digo que lo trates por cortesía o hipócritamente, jamás te pediría algo así, pero al menos, respétalo.

«_ Pero si ni él mismo se respeta._ pensó Diogo»

Quiso decirlo en voz alta, pero se detuvo cuando escuchó a Nora señalar:

_ ¿Aquel no es Dalton?

Todos miraron en la dirección indicada, sobre todo Katia. Dalton caminaba tranquilamente por el parque, en compañía de Fabián. Se le notaba más animado, como si la estatua de mármol que había llevado en el rostro durante el día y hasta el momento en que se había apartado del grupo, hubiese adquirido vida desde entonces. Grettel los llamó a voz en grito y les hizo señas para que se acercaran. Dalton dibujó un evidente gesto de aburrimiento. Fabián le susurró algo y tomándolo del brazo tiró de él. Al detenerse junto al piquete, Grettel saludó a Fabián con entusiasmo:

_ Qué milagro tú por aquí.

_ Salí a dar una vuelta, en mi casa estaba aburrido... Oigan y déjenme felicitarlos por el baile de ayer en el festival. En serio se merecían el premio. Ustedes fueron los mejores. Les saqué un montón de fotos que quedaron geniales.

_ Lo sabemos._ se jactó Renzo y añadió._ A propósito, Fabián... Ya que te llevas tan bien con Dalton... ¿Podrías convencerlo para que le dé el sí a Katia? La pobre chiquita está que se babea, pero él no le da ni la hora.

_ ¿En serio pueden parar con eso?_ saltó Katia con los ojos muy abiertos y casi anegados en lágrimas._ ¡No soy un trasto para que me estén usando para sus jueguitos!

Y dicho esto se levantó del banco y se alejó. Itzel la siguió corriendo y Salim no se quedó atrás.

_ Pero si yo lo único que dije fue..._ intentó justificarse Renzo, pero esta vez fue Dalton quien explotó.

_ ¿No les parece que ya se están sobrepasando un poco? Esto dejó hace rato de ser una broma para convertirse en una pesadez por parte de todos ustedes. Entiendan que por más que lo fuercen, no harán que suceda, no siempre es así y recuerden que Katia y yo bailamos juntos, y será bastante incómodo para ambos. De hecho, ayer lo fue.

_ Solo a ella se le ocurre bajarte muela cinco minutos antes de salir a escena._ se burló Erik y se arrepintió del comentario ante la mirada de desprecio que Dalton le dirigió. Yolanda intentó conciliar la situación con un tono de comprensión.

_ Dalton, solo están bromeando. Además, no lo hacen por maldad. Quizás a todos nos gustaría verlos a ti y a Katia de novios. No tiene nada que ver que ella esté en onceno y tú en décimo.

_ Yolanda, disfruta de tu novio ¿Si? Yo sé con quién quiero estar. Yo puedo encontrar pareja sin que nadie me ayude.

La determinación de sus palabras hizo que todos guardaran silencio. Con absoluta calma dijo a sus hermanos:

_ Cuando se vayan para la casa, si yo no he llegado, díganle a mamá que no se preocupe por mí.

_ ¿A dónde vas?_ quiso saber Denise.

_ Fabián me invitó a jugar PlayStation en su casa.

Casi nadie se percató de la ligera y fugaz sorpresa que brotó de la mirada de Fabián. Los ojos de Oscar se iluminaron tras los lentes:

_ ¡Vaya! ¿Qué nivel es el tuyo?

Pero Dalton tiró de Fabián antes que el muchacho tuviera tiempo de responder o siquiera despedirse:

_ Nunca había visto a Dalton tan molesto._ comentó Flavia.

_ ¿A ti te pareció molesto?_ musitó Betsy._ En serio, nadie me había hablado tan fríamente. Me asustó, lo confieso.

Itzel y Salim regresaron:

_ ¿Y Katia?_ preguntó Víctor.

_ Se molestó y se fue a su casa._ explicó Itzel. Se le notaba enojada._ De verdad que tienen que parar con el bonchecito ese. Si Dalton y ella quieren tener algo, pues dejen que ellos mismos se pongan de acuerdo y se enamoren. Pero si siguen con eso, van a hacer que Katia deje el grupo. Ya no sabe cómo mirar a la cara a Dalton.

_ Y si ella deja el grupo, me buscan a mí para que la sustituya._ se ofreció Salim con un delicado contoneo de caderas.

Los ojos de todos se volvieron hacia él:

_ Todavía no le perdono a Joe y a Yoli que no me tuvieron en cuenta cuando estaban armando la rueda de casino. Y me da lo mismo, yo soy como Camacho, bailo lo mismo de hembra que de macho.

Las chicas rompieron a reír ante la frase, incluso Erik, Renzo y Víctor se sonrieron. Diogo, en cambio bajó la cabeza y masculló entre dientes:

_ Pájara loca...

Betsy alcanzó a escucharlo y frunció el ceño. Antes que Joel interviniera, dijo:

_ ¿Diogo qué es eso? No lo ofendas.

_ Ay hija, no te cojas lucha. Estoy acostumbrado a la homofobia._ se limitó a decir Salim mientras se dejaba caer sobre las chicas como quien finge un dramático desmayo.

Diogo se apartó nuevamente sin poder ocultar su fastidio. Si Salim se incorporaba al piquete, no lo iba a soportar, y pronto habría problemas, pues en cuanto el muchacho solo se atreviera a hacerse el gracioso con él, le asestaría un bofetón que lo haría rodar por el suelo, y después, Joel que viniera a defenderlo si quería. No le importó que todas las muchachitas se pusieran en su contra. Incluso, Renzo y Víctor también le criticaron su actitud y para sorpresa de todos, Erik se aproximó a Salim y rodeándole la cintura con un brazo le dijo:

_ No te preocupes mi princesa, yo te defenderé.

Pero Salim le asestó un golpe en la cabeza con el pericón cerrado y respondió:

_ Gracias, pero yo puedo defenderme solita.

Nora soltó una carcajada:

_ Erik, eres un punto. Ni siquiera los homosexuales te quieren.

_ Qué va cariño,_ acotó Salim con una mueca en los labios._ la carroña nunca me ha apetecido.

La risotada fue general:

_ ¡Asere, te dijeron carroña!_ se mofó Víctor._ No sé qué significa pero nada bueno debe ser. Qué falta hace Dennis aquí para que traduzca las palabritas raras.

Joel le explicó rápidamente el significado del término. A Erik no le hizo ninguna gracia saber que le habían llamado carne podrida. Grettel dejó de reír abruptamente y casi conteniendo la respiración, señaló con cautela:

_ Miren quiénes vienen por ahí.

Oscar se ajustó los espejuelos para ver mejor a través de la penumbra creada por la tenue y lechosa luz de las farolas:

_ ¿Esas son...?_ pero no alcanzó a concluir la pregunta al ser interrumpido por Nora.

_ Si, las mismas.

_ Creí que luego de lo de ayer no se atreverían a mostrar la cara por un buen tiempo._ supuso Denise.

_ Tienes que saber algo acerca de Rosemary, darling._ dijo Salim._ Es una auténtica perra desvergonzada.

Miró a Joel y agregó:

_ Qué suerte tuviste al librarte de ella y encontrar a este encanto de Yoli.

_ Ya para, Salim._ ordenó Joel suavemente, aunque coincidía con el comentario de su amigo.

Rosemary, escoltada como siempre por su prima Lilí y las fieles amigas de esta, Gina y Yomira, se habían detenido junto a un pequeño puesto ambulante de palomitas de maíz:

_ Espero que cualquiera de las cuatro se atragante con una rosita._ masculló Betsy.

_ Y yo solo espero que no nos vean._ ansió Itzel.

_ Tarde,_ observó Renzo._ ya saben que estamos aquí y parece que van a pasar a saludar.

_ ¿En serio ellas no se cansan?_ protestó Flavia._ Perdieron la apuesta ¿Qué más quieren?

_ Perras sinvergüenzas ¿Recuerdas?_ suspiró Salim golpeándose con suavidad la sien con el pericón cerrado.

El cuarteto de chicas avanzó con paso firme hacia el sitio ocupado por el piquete. Vestían muy similares: jeans ajustados y gruesas sudaderas rosas con capucha. La de Rosemary estaba recamada con detalles dorados. Degustaban las palomitas de forma distraída y nada en ellas indicaba afectación por el fracaso de la noche anterior:

_ Aquí vamos._ musitó Joel al oído de Yolanda en cuanto Rosemary y sus acólitas se detuvieron.

Lilí fue la primera en hablar:

_ Definitivamente, lo malo de venir a este parque, es que te puedes encontrar a todo tipo de gentuza.

_ Si, dímelo a mí._ sonrió Betsy con mordacidad._ Precisamente estás parada junto a nosotros y no tenemos más remedio que mirarte aunque no queramos.

_ Betsy, solo quieren provocar, así que mejor ignorémoslas y tal vez se larguen por donde mismo vinieron._ sugirió Oscar.

_ Ay, el gusanito cuatro ojos insignificante puede hablar._ se mofó Rosemary del muchacho.

_ ¿A quién llamaste gusanito, perra sucia?_ saltó Denise.

_ Oh, se calentó esto._ sonrió Erik frotándose las manos ante la reacción de la joven. Rosemary se encogió de hombros.

_ Si hasta tiene abogada defensora... Qué ternurita.

Joel la enfrentó:

_ Rosemary, ya para con todo este asunto. Se acabó, ustedes perdieron... ¿En serio van a seguir con esta absurda guerra de pullas? ¡Por favor...! ¡Madura!

Por primera vez, Rosemary reparó en el joven y sus ojos se ensombrecieron al verlo casi abrazado a Yolanda. En su mirada no quedaba ni pizca del deseo que antaño le inspirara. Ahora solo destellaba la decepción y el desprecio:

_ Joel... Ni siquiera te había visto. Lo siento pero es que para mí, ya perdiste todo tu encanto. Y ahora que lo pienso mejor, hasta dudo que alguna vez lo tuvieras.

Yolanda se adelantó entonces. Estaba cansada de las estupideces de Rosemary y Lilí, porque las idiotas de Gina y Yomira solo se limitaban a reír y a no decir nada. Las cuatro parecían dispuestas a no cejar en su absurdo comportamiento y a mantener con vida aquella ridícula rivalidad sin sentido:

_ Vaya, y miren a quién tenemos aquí,_ Rosemary dejó que las palabras fluyeran suavemente, como veneno a través de los colmillos de una víbora._ al clon de Alicia Alonso.

_ ¿Tanto te molesta haber perdido, Rosemary?_ la pregunta de Yolanda brotó calmada, sin inflexión alguna.

_ No perdimos._ aclaró Lilí con tono petulante._ Todo fue una trampa. El jurado estaba comprado por ustedes y su profesor Diego.

_ Repítelo hasta que te lo creas, imbécil._ le sugirió Nora, y al hacerlo se adelantó unos pasos. Instintivamente Lilí retrocedió, tratando de ocultarse discretamente tras Gina. Si a la gorda se le ocurría agredirla otra vez, era mejor estar fuera de su alcance.

Ni por un segundo apartó Yolanda la mirada de Rosemary, y pese a la interrupción de Lilí, prosiguió, imperturbable:

_ ¿Sabes, Rosemary? Creo que tengo que darte las gracias._ ante la sorpresa inesperada en el rostro de la joven y de todos los presentes, sonrió._ Si, agradecerte. Parece absurdo pero así es. Verás, cuando entré en el pre, yo estaba decidida a no volver a bailar. Y luego apareciste tú, con tus aires de princesa sin corona, grotesca y mediocre, rebajándote por un muchacho que ya no siente nada por ti y que ahora es mi novio, y me hiciste ese tonto reto al que accedí poniéndome de cierta forma a tu mismo nivel, o eso creí, porque lo cierto, es que de todo esto salieron muchas cosas buenas: tengo un montón de amigos que son casi como una familia; un novio que me encanta y al que adoro; y me demostré a mí misma cuánto me gusta bailar, y se lo demostré anoche a mucha gente, incluyéndote a ti y a la sonsa de tu prima... _ miró a una cada vez más estupefacta Lilí._ En cuanto a ti, Lilí, lo siento si cuando éramos niñas a mí me escogieron para la E.V.A. y a ti no. No fue culpa mía. Creo que va siendo hora de que acabes de superar ese berrinche..._ volvió a dirigirse a Rosemary._ Y tú, aunque finjas que nada pasó y que todo está bien, en el fondo, muy en el fondo, te remuerde las entrañas descubrir que te superé públicamente, y lamento informarte que tu reinado o principado, que nunca ha sido tal, simplemente se acabó. Así que... ¿Por qué no tomas lo que te queda de dignidad, que no debe ser mucho, y de paso te llevas también a tu primita y a estas dos que ni tiñen ni dan color, y hacen como los avestruces y meten la cabeza bajo la tierra? Por lo menos hasta que a la gente que fue ayer al festival se les olvide el fiasco que sufrió tu grupito de baile.

Nadie se atrevió a hablar. Todos y cada uno, incluyendo a las acompañantes de Rosemary habían quedado petrificados ante el gélido discurso de Yolanda.

El rostro de Rosemary estaba tenso, casi convulso. Muy en lo profundo de su ser, tal y como lo había escuchado de labios de su detestable rival, la recomía el rencor y la rabia. Sentía unos deseos enormes de abofetearla ¡Oh sí! Golpearla hasta verla sangrar. Ese anhelo la estaba carcomiendo desde septiembre del pasado año, desde el instante en que vio a Joel mirar a aquella muchacha de una manera en que jamás la había mirado a ella durante el noviazgo de ambos. Clavó las uñas en las palmas de las manos. Debía contenerse. De agredirla, saldría en su defensa toda la pandilla, y aunque contaba con el apoyo de sus fieles seguidoras, los otros las superaban en número. Lo más prudente era tragarse todo el furor y seguir fingiendo ser la persona con más sangre fría en el universo.

Sacudió con un orondo gesto su tupida y rubia cabellera suelta y esbozó una sonrisita que pronto se transfiguró en una mueca de odio cuando Salim dijo:

_ Rosemary, mejor recoge tu cara porque te la han revolcado por el suelo.

_ Ay Salim, y yo que creía que después de ser tan maricón ya no podías caer más bajo.

_ ¡Oye!_ quiso interferir Joel pero el propio Salim lo frenó. Las palabras de Rosemary no le habían afectado para nada.

_ Calma Joe... Esto es un asunto entre zorras.

Se puso en pie ante la joven. Su semblante era una mezcla representativa de la burla y la fiereza entremezcladas y al hablar, escupió cada palabra, disfrutando una a una:

_ Dime, Rosemary... ¿Qué te duele más? ¿Qué Yolanda te haya vencido en el festival o que sea ella precisamente la novia de Joel?

_ ¡Toma eso, perra!_ chilló Grettel con voz triunfal.

Rosemary reprimió los deseos de estrangular a Salim. Consideró que había sido suficiente humillación. El plan inicial fue burlarse de Yolanda, pero una vez más, la burlada terminó siendo ella. Mas, no perdería el glamour. De ninguna manera. Había llegado regia como una emperatriz, y así se retiraría:

_ Vámonos, muchachitas. Aquí apesta.

_ Si,_ dijo Nora._ y apuesto a que son ustedes que por el frío, seguro ni se bañaron.

La carcajada brotó masiva, como una avalancha. Rosemary dio media vuelta y se alejó, secundada por Gina y Yomira. Antes de marcharse, Lilí dirigió sus ojos hacia Yolanda, en una amenazante mirada de advertencia:

_ Esto no se ha acabado todavía, Yolandita.

_ Bye-Bye, Lilí._ se despidió Yolanda agitando los dedos de una mano y sin mirarla siquiera.

La muchacha se volteó entonces hacia Renzo, y con la lengua se humedeció los labios, muy provocativamente:

_ Chao Renzo... Nos vemos el lunes en la escuela.

_ Esta quiere dormir caliente esta noche, y lo va a hacer en el hospital._ bramó Betsy, y entre Flavia y su novio tuvieron que sujetarla para impedir que fuera tras Lilí, que se alejó riendo.

_ ¿Algún día se cansarán de molestar?_ bostezó Oscar.

_ Ya oíste a Lilí. Esto no se ha terminado._ explicó Denise provocando nerviosismo en el muchacho, que se tensó cuando ella apoyó la cabeza en su hombro y lo abrazó._ No me dio la gana de que viniera a insultarte porque simplemente tuvo el deseo de hacerlo. Tan pedante que es la sucia esa.

Víctor consultó su reloj de pulsera y frotándose las manos anunció:

_ Bueno, ya casi es la hora.

_ ¿Para qué?_ se asombró Itzel.

_ Para entrar a la Disco. Ahora es que aquello se pone bueno de verdad ¿Se embullan?

Intercambiaron miradas de desconfianza, pero al final se dejaron arrastrar por el arrollador entusiasmo de Erik, Grettel y Betsy.

******************

La pista de baile del cabaret nocturno rebozaba de jóvenes alborotosos en medio de la intermitencia lumínica que, como un torbellino de colores, se disparaba en todas las direcciones y creaba contrastes fantasmagóricos con las figuras que se movían entre el humo de los cigarrillos, las voces a gritos, las risas y la música a todo volumen. En los rincones, alguna que otra pareja se consumía en artes amatorias, como si el resto del mundo hubiese desaparecido para ellos.

Renzo y Víctor compraron más botellas de licor en el bar y fueron hasta el corro que conformaba el resto del piquete justo en medio de la pista. En aquel momento, Denise y Oscar eran ovacionados por los demás, ya que la chica estaba dedicándole un muy provocativo baile al muchacho, y gracias a la semi oscuridad, nadie parecía haberse percatado de lo colorado que se había puesto Oscar ante semejante situación.

Yolanda se movía casi sin deseos. Realmente lo que más anhelaba era irse a su casa y acostarse a dormir. Estaba exhausta. La noche anterior apenas había pegado ojo, y por lo visto, esa noche tampoco dormiría mucho. Joel estaba detrás, rodeándole la cintura con los brazos mientras se movía al ritmo de la música y a la par de ella, acariciándole de vez en vez el cuello con sus labios. Claro que tampoco le molestaría disfrutar de un buen rato nocturno en la íntima compañía de su novio. Pero allí, en aquel antro que apestaba a suciedad, sudor, humo de cigarrillos y alcohol, estaba a punto de marearse. Joel se disculpó para ir al baño y Yolanda se quedó con los otros en espera de su regreso. Grettel se había colgado de la cintura de Víctor, rodeándole con las piernas mientras agitaba sus caderas desaforadamente en un baile similar a una cópula. Nora los acusó de ordinarios y depravados, y Erik, que ya empezaba a dar señales de tener tragos de más, invitó a la muchacha a hacer lo mismo, a lo cual Nora respondió con un improperio:

_ ¿Quién es la que está conversando con Joel?_ preguntó Betsy entrecerrando los ojos para intentar ver mejor a través de la oscuridad.

Yolanda se volvió con rapidez hacia donde señalaba su amiga. Joel estaba de pie cerca de un rincón, y había una muchacha platicando con él. Antes de que Itzel dijera de quien se trataba, Yolanda supo quién era:

_ Esa es Valeria.

Valeria. El nombre resonó en los oídos de Yolanda como un martillo estrellándose contra un trozo de carne macerada. Por más que Joel alegara lo contrario, no acaba de agradarle la cercanía de Valeria para con él. Y por más que lo negase, ella estaba convencida de una cosa: Valeria estaba enamorada de Joel. Quizá no le había dicho nunca nada por temor a un rechazo, o para no estropear la amistad, pero la forma en que ella se deleitaba mirándolo cuando estaba en su compañía, la manera en que le sonreía y le hablaba... Yolanda no era experta en relaciones ni nada por el estilo, pero, tal y como asegurara Antífanes, un comediógrafo griego de la Antigüedad: Hay dos cosas que el hombre no puede ocultar: que está borracho y que está enamorado.

Yolanda trató de mostrarse indiferente y se entretuvo en ver la bronca que habían iniciado Betsy y Renzo a causa de un joven que estaba mirando con demasiada insistencia a la muchacha. Joel regresó, sin dar muestras de nerviosismo o perturbación alguna:

«_ Claro que no._ pensó Yolanda._ No estaba haciendo nada malo. Solo estaban conversando. Nada más.»

Pero ni aun tratando de convencerse a sí misma, logró ocultar el desánimo que le había caído encima:

_ Te demoraste._ señaló con voz que aparentó sonar indiferente.

_ Es que me encontré a Valeria. Vino con unas amigas.

_ Vaya..._ Yolanda hizo un mohín despectivo que Joel no pasó por alto.

_ ¿Qué pasa?

_ Nada.

_ ¿Te molesta que Valeria esté aquí y haya hablado conmigo?

La pregunta la tomó desprevenida. Abrió mucho los ojos, como si hubiese sido tomada en falta:

_ No... ¿Por qué iba a molestarme? Solo estaban conversando ¿No? Además ¿No dices siempre que ella es tu mejor amiga? No me puede molestar que hables con ella.

Joel quiso replicar, pero prefirió guardar silencio. Erik estaba completamente ebrio y solo profería sandeces, más de las que habitualmente despotricaba. Pasaban quince minutos de la medianoche cuando Yolanda pidió a Joel que la llevara a su casa. Se despidieron y Renzo le aseguró que en unos minutos lo iría a recoger en su motocicleta, solo bastaba llevar a Betsy a su hogar. Salim, que se les había unido desde el parque, a pesar de la mala cara con que Diogo lo miraba, le recordó que al día siguiente tendría que ir a almorzar a su casa. Por más que Joel intentó explicarle que debía regresar a Camagüey, Salim dejó claro que no aceptaría negativas por respuesta.

Durante el retorno, ninguno de los dos pronunció palabra. Caminaban uno junto al otro, casi abrazados, pero sin mirarse. La madrugada era fría, y las calles estaban desiertas. Apenas se vislumbraban la luna o las estrellas en el nocturno e invernal cielo encapotado:

_ ¿Vas a decirme de una vez qué es lo que tienes?

Ante la pregunta de Joel, Yolanda lo miró:

_ No tengo nada.

Joel se detuvo y la obligó a imitarlo:

_ Yolanda, no soy idiota. Sé que me viste conversando con Valeria en la discoteca, y sé que no te gustó. No entiendo por qué reaccionas así, ya te he dicho en más de una ocasión que Valeria y yo somos amigos. Nada más.

Ella se encogió de hombros y torció la boca:

_ Eso tendrás que aclarárselo a ella, porque lo que siente por ti es otra cosa.

_ ¿Y tú cómo puedes saberlo?

_ Porque tengo ojos en la cara y sé reconocer cuando alguien se siente atraído por otra persona.

Joel dejó que la burla se escapara en sus palabras:

_ ¡Ahora resulta que la que nunca ha tenido un novio en su vida, ni se había interesado por alguien, es toda una experta en asuntos sentimentales!

Insultada, Yolanda se separó de él y echó a caminar con rapidez. Consciente de que la había disgustado, Joel le dio alcance e intentó disculparse. Yolanda lo ignoró el resto del camino. Cuando se despidieron, solo hubo un frío hasta mañana de parte de ella. Ni un beso ni un abrazo. Yolanda entró a su casa ante la sorprendida mirada de Joel, y cuando cerró la puerta, se pegó a esta, y solo al cabo de unos segundos, el bramido de la moto de Renzo al llegar e inmediatamente alejarse, le indicó a Yolanda que su novio ya se había marchado. Y justo entonces, se sintió terriblemente mal por lo infantil e injusta que había sido con su novio, sin que este lo mereciera.

Al día siguiente, domingo, Yolanda aguardó con impaciencia la visita de Joel, y cuando finalmente lo vio aparecer en la moto de Renzo, se arrojó a sus brazos y no fue necesario que expresara con palabras el arrepentimiento por su conducta en la noche. Joel actuó como si nada hubiera sucedido. Pasaron juntos toda la mañana, hasta que el muchacho se despidió de ella y de los padres de la chica. José Armando fue un poco más amable en aquella ocasión, aunque todavía tenía sus reservas. Y Alyosha se enfurruñó, ya que esta vez su cuñado no le prestó tanta atención como la noche anterior. Se besaron largamente, y antes de marcharse le susurró al oído a su novia:

_ Eres la única para mí.

Ella sonrió y le echó los brazos al cuello. Ojalá pudiera tener el poder de detener el tiempo, para quedarse así, abrazada a su novio toda una eternidad.

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