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18


Estaba hablándole a constelación cuando llego el veterinario, han pasado tres días  desde que lo vi.
Lo bueno que nunca me ha gustado estar sin arreglar, llevo una blusa roja amarrada a la altura de mi ombligo, mi short de mezclilla azul, cinturón y botines color café, el maquillaje de siempre y unos aretes pequeños con un pequeño brillante en medio, mi cabello hoy amaneció lacio así que no he tardado en cepillarlo, lo tengo suelto y llega hasta mi espalda baja.

—Hola.

—Hola Artemisa ¿Cómo has estado?

—Con mucho trabajo aquí, he descuidado unos proyectos que no he terminado y tu ¿Cómo has estado?

—Igual con trabajo, pero ahora estoy nervioso y pensativo.

—Así ¿Te puedo ayudar en algo?

—Veras quiero tu opinión. Hay una mujer a la que quiero invitar a salir, solo nos hemos visto tres veces.
¡Jesús! A lo mejor estoy pensando lo que no es, este hombre como va estar nervioso, si es perfecto.

—Pues simplemente pregúntaselo, a lo mejor ella también quiere que la invites a salir.

—Tienes razón se lo voy a preguntar, la verdad es que hoy se ve preciosa, ojala me diga que sí.

Revisa a constelación al parecer todo está bien le ha dado de alta ya solo que no puede correr aun. Lo acompaño hasta la puerta pero antes de abrir la puerta del carro se detiene.

—Artemisa ¿Quieres cenar conmigo mañana?

—Si quiero.

-Genial paso por ti mañana a las siete.

Se va con una sonrisa, yo también tengo una estúpida sonrisa en mi cara, me han invitado a salir por primera vez en mi vida, tengo que contárselo a Henri ¿Qué ropa me pongo? Doy saltito en la puerta principal, voy corriendo a mi habitación y llamo a Henri. Al segundo tono responde.

—Hola ¿Quién en la otra línea? — siempre responde así mi publicista y amigo.

—Adivina ¿Quién tiene una invitación a cenar mañana ala siete?

—¡Oh por dios! ¿Quién te ha invitado quiero saberlo todo?

—Me ha invitado un hombre guapísimo, es veterinario y lo conocí la noche que estuve en el karaoke me tropecé con él y lo volví a ver hace unos días y hoy me ha invitado a cenar, no sé qué ponerme te necesito —me cuesto en la cama mientras hablo por teléfono.

—Mándame foto de la ropa que tienes, preparo mis maletas ahora mismo te veo en la noche.

Cuelga y hago lo que me dice  inmediatamente, bajo de nuevo y vuelvo a bajar. Le mando la dirección a Henri mientras camino hacia la bodega. Tomo la carretilla, me pongo los auriculares antes de acarrear leña con la carretilla. Neos cuantos viajes hago deje de contar después de cinco, mis manos me duelen y mis uñas están maltratadas necesito un manicure y pedicura, lo hare mañana y estaré perfecta. Mientras hago el mis labores de la leña repito una y otra vez la canción que le cante a don Benito.
A las seis de la tarde llega Henri y le ayudo a bajar las mil maletas que ha traído, vamos a su habitación que está a lado de la mío, de pues va directo a mi cuarto y revisa mi ropa.

—Cariño, no has traído muchos vestidos, lo que significa que iremos de compras- dice feliz, el encanta ir de compras al igual que a mí.

—Genial así podrás cómprarte más cosas, necesito urgente manicure y pedicura, extraño el spa.

La cena transcurre tranquilamente mientras presento a mi amigo a mis padres. Lo aceptan de maravilla, cuando la cenar termina llevamos dos tazones con palomitas a mi cuarto junto con una jarra con agua de limón, la noche de chismes no podía faltar.

—Bebé enserio encontraste a ese hombre de buen trasero teniendo sexo- su cara es un poema.

—Te digo que sí, le tome la foto, que estoy segura que la necesitare algún día. En cuanto me vio se puso el bóxer y la mujer esa se componía la poca ropa que le quedaba. El muy descarado se me insinuaba y me acariciaba el rostro cuando me jaloneo para que entrara al cuarto. Pero le di su merecido así aprenderá a respetarme.

—¡Que fuerte!

Nos la pasamos platicando horas, le cuanto lo de la joven que lleve al hospital, la noche del bar hasta el día de hoy. Cuando nos dormimos son las tres de la mañana. Lo bueno que no tengo que levantarme temprano, me tomare el día libre. Papi como siempre duerme en mi habitación. Me pongo la crema de las ojeras como todas las noches en mis ojos y me acuesto a dormir.

Cuando me levanto me doy cuenta que son las nueve de la mañana, cepillo mi cabello busco la ropa de hoy. Mi vestido campirano café con flores rojas ropa interior del mismo color y mis botas cafés, mis pestañas han crecido con el aceite de mamey es buenísimo. Me baño rápido, depilo piernas, axilas, bigote y todo. Pongo crema en piernas y brazos cuando ya me he secado, me pongo, me visto. Pongo la cartera, el teléfono, el cargador, y el dinero que tenía guardado en uno de los cajones de ropa lo junto con el que está en mi cartera todo lo guardo en mi bolso café. Me maquillo igual que siempre, me pongo mis arracadas bañadas en oro, ya me iba y se me olvida el perfume y desodorante me lo pongo rápidamente. Voy al cuarto de Henri, toco la puerta pero no contesta. Entra y está durmiendo aun en bóxer, abarca toda la cama cuando duerme. Me acerco hasta la cama y le doy toquecitos en el hombro hasta que se despierta.

—Levántate tenemos que ir de compras — al decir la palabra compras se levanta como de rayo... mientras yo espero sentada en la cama a que él se bañe, cuando por fin lo hace veo que tiene un chupetón en el pecho.

—Alguien tuvo una noche desenfrenada antes de venir- digo con voz cantarina.

—Es doctor lo conocí en un bar, le dije que su paciente necesitaba una inyección para pasar la noche — su rostro picaron me lo dice todo.
Se termina de vestir y arreglar bajamos a la sala, nos despedimos de mi mamá y nos subimos en el coche Becky G cantando do it suena.

Cuando estaciono son las diez de la mañana. Pasamos por varias tiendas. Compro un vestido negro recto con escote en V al frente, también compro unos jump siut muy coquetos y una falda negra el fondo negro llega hasta la mitad de mis muslos y el encaje negro que tiene por encima llega antes de la mitad de mis pantorrillas. Cuando terminamos las compras. Entramos en un restaurante acogedor pero elegante. Pedimos unas hamburguesas con papas y una Coca-Cola.

—Lo bueno es que tenemos metabolismos rápidos, Henri.

—Claro cariño si no después estaría haciendo veinte vueltas para bajar lo que nos vamos a comer, falta lo mejor pedí y maní que maravilloso —Nuestro desayuno transcurre tranquilamente. Para cuando salimos son las doce de la tarde, dejamos las bolsas en el carro y vamos a la estética.

—¡Ay Henri! Es tardísimo son las cuatro de la tarde y apenas vamos saliendo de la estética. Te darás un baño relajante antes de arreglarte y estarás divina

—Tranquila bebé. Llegaremos a tu casa a para cuando tu hermoso hombre pase a recogerte. La mascarilla te ha sentado de maravilla, tenemos tres horas para arreglarte es tiempo suficiente y no estarás con prisas.

Llegamos a casa. Henry prepara todo lo que me pondré tanto maquillaje como ropa y zapatos. Dice que solo tengo que dejarme mimar por él. Mi primera invitación a cenar y no es de trabajo. Estoy nerviosa, ponemos música  y la voz de Maluma inunda la habitación cantando Adicted to you, coreamos la canción, bailamos en la habitación.

Hemos comprado un six de Dos XX para los nervios, según Henry el alcohol me ayudara a relajarme. Estoy en la bañera. Paso una hora relajándome mientras que mi querido amigo me da un masaje en los hombros, el incienso de rosas es maravilloso. Después de la bañera y de lavarme los dientes y lo más escondido de mi cuerpo. Me seco el cabello con la secadora, permanezco envuelta en la toalla y empiezo a maquillarme. Mis ojos están ahumados, mis labios tienen un gloss color beige y a lo último me pongo un iluminador en los pómulos, no me he puesto rubor casi no lo huso. Henri por el contrario se ha encargado de mis cejas y del delineado de mis ojos, le han quedo perfecto. Mi amigo me ha preparado una ropa interior negra con trasparencias y por supuesto tiene encaje solo cubre lo necesario, es atrevido y sexy pero eso si él sabe que nada de tangas, no me gustan.

—Henri ¿En qué momento has comprado este conjunto? —dio señalando la ropa interior.

—Cariño, no te puedo decir mis secretos — su cara refleja en las travesuras que está pensando.

Cuando termino de vestirme son veinte para las siete.
El vestido que me he puesto, es corte recto que llega abajo de mis rodillas, y a partir del busto hasta mi cintura es corset que realza mis pechos se parece mucho a la blusa que use cuando salí con mi hermano pero con el resto del vestido se ve mucho mejor, mis zapatillas son rojas de diez centímetros mi bolso-cartera es roja contiene mi teléfono, dinero y maquillaje necesario para retocarme. Cuando bajo a la sala, están mis padres y mi hermano platicando sobre algo.

—Hijita ¡qué guapa estas!

—Princesa ¿A dónde iras?

—Gracias mamá, tengo una invitación a cenar en veinte minutos vienen por mí.

—¿Quién es Artemisa? —mi padre al hacer la pregunta ha levantado una ceja, creo que no le ha gustado que alguien me haya invitado a cenar.

—En un momento lo sabrás papá.

Camino hasta la cocina, necesito un vaso con agua dejo la cartera en el comedor de la cocina, saco una jarra con agua y me sirvo hasta la mitad del vaso. Al poner la jarra en su lugar y darme la vuelta me encuentro con Don gruñón, nos miramos por unos minutos tomo mi cartera y salgo de la cocina. Hoy me he puesto más perfume que otros días ya necesito uno nuevo se me está terminando. El timbre suena y todos mis nervios están a flor de piel. Mi hermoso veterinario viste camisa color azul cielo y unos pantalones de vestir y zapatos negros. Se ve guapísimo. Mi padre lo mira atentamente, mi madre está feliz y mi hermano que no ha dicho nada desde que baje lo mira igual que mi padre.

—Buenas noches señor y señora Díaz.

—Buenas noches — contesta mi padre muy serio.  ¿A que debemos su visita?

—Vengo por Artemisa, la he invitado a cenar-— su hermoso rostro esta afeitado, su mirada está puesta en mí en cuanto dice a que ha venido.

Por suerte mi cabello no está rebelde hoy en que más lo necesito esta entre lacio y ondulado, mis pendientes son discreto y llevo puesta una cadena con un dije de cristal color rojo. Mi padre lo mira pensativamente.

—Muy bien, conduce con cuidado, no regresen tarde.

—Sí señor- camina en mi dirección, me tiende la mano para ayudarme a levantarme de la silla, yo la tomo y escondo todos mis nervios.

Los celos de padre, espero que les guste, hagan me lo en los comentarios. Un beso.
Cecilia Ovando

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