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16

Al día siguiente si logro levantarme y desayunar a tiempo, por suerte los trabajadores no mencionan nada de lo ocurrido del día anterior. El desayuno transcurre en silencio tomo una manzana de más y se la llevo a mi caballo.

—Hola amiguito- — digo con voz cantarina — te he traído una rica manzana — te pasa la lengua por la boca- sabes ayer tuve un día muy dinámico y divertido —digo mientras estiro mi brazo para darle la manzana al igual que ayer se acerca lentamente hasta que la toma —ayer los trabajadores me cacharon cantando, el señor Benito y Rigoberto me han tratado muy bien desde que llegue, nada que ver con las mujeres que estaban en el bar el otro día, aun no me he disculpado con don grosero por el golpe que le di el día que llegue ¿Sera que deba hacerlo? A lo mejor también me trata mal por disculparme. Este lugar hace que sea más espontanea.

Platico un buen rato con el caballo, cuando me doy la vuelta don gruñón está mirándome con cara de pocos amigos ¿Habrá escuchado todo lo que le dije a mi compañero adicto a las manzanas?

—Ho... hola ¿Cuánto llevas escuchando?

—Lo suficiente para saber que soy don grosero.

Me fulmina con la mirada la ropa vaquera le queda muy bien, su camisa marca muy bien sus músculos ni qué decir de sus pantalones negros marca muy bien todo lo que esconde debajo del pantalón, sus botines negros bien lustrados, le quedan de maravilla lástima que gruñidos mate carita.

—Pues si es cierto eres don grosero y don gruñón. Me has tratado mal desde que llegue al rancho y  lo peor de todo es que no se el porqué de tu actitud conmigo — ya que estamos en la confesiones pues seré directa, si él no tiene el valor de decírmelo está bien.

—¿Qué no sabes por qué? Pues si lo has olvidado fuiste tú quien me ha dejado un moretón el día que has llegado a este lugar, solo eres una escritora de ciudad, piensas que esto es como los libros, pues déjame decirte que no es así, aquí se trabaja duro, te iras a fin de mes vencida por que este tipo de vida no es para ti.

—Eres un completo imbécil, no conoces ¡nada! ¡nada de mí!  Te tragaras las palabras que has dicho ya veremos si me voy a fin de mes, si tanto te enoja tener que enseñarme a montar, no lo hagas, puedo aprender sola, con o sin ti.

Me voy furiosa dejándolo hablando solo en medio del pasillo de las caballerizas, es un completo presumido, como pudo haberme gustado cuando me encontré con él por casualidad en el OXXO. Soy una estúpida.
Me encuentro a don Benito cortando leña con el hacha.

—Buenos días patrona le puedo ayudar en algo.

—Pues la verdad es que si quería preguntarle ¿Si han terminado de poner la posteria para la lienza nueva?

—Aun no patrona.

—Perfecto, cuando vallan hacer cosas así al campo, quiero que me avise quiero ir.

—Mmmm está bien señorita, pero tengo que decirle que es muy pesado y usted no está acostumbrada.

—Si lo sé pero viendo se aprende ¿Me avisara?

—Si patrona.

Le doy las gracias al don Benito y voy de camino a la bodega para ver si tienen unos guantes, al entrar veo todo el equipo de trabajo, que he visto antes, pero hasta ahora, me estoy fijando muy bien en todo lo que hay.
No se los nombres de las muchas cosas que están aquí, pero de algo estoy  segura, ese hombre que se ha creído, soy escritora y me siento muy orgullosa de ello.


A partir del día, que discutí con don gruñón, me he levantado y he desayunado e iniciado mis labores primero que todos, todos los días le llevo una manzana al caballo negro con ojos de galaxias, cada uno de los días ha cambiado de actitud el, en la mañana  de hoy le traído una manzana y una pera, las come rápidamente. Hoy intentare algo nuevo.

—Amiguito hoy haremos algo nuevo — digo con voz cantarina.

Tomo el cepillo que se usa para peinar a los caballos, inhalo y exhalo antes de entrar a su habitación por decirlo de alguna manera. Abro la reja negra que nos divide, espero unos minutos por si hace algo brusco, mantengo mi mirada en sus ojos de galaxia y me voy acercando si perder el contacto visual.

Empiezo a cepillarle el pelaje color negro, lo tiene muy suave, se mantiene atento a lo que hago. Termino de cepillarlo y acaricio su rostro lentamente, para que se acostumbre a mi tacto, ladea la cabeza, me he asustado un poco, pero al mismo tiempo que le acaricio su cara le hablo con voz cariñosa pero firme. De repente relincha y se eleva quedando parado en sus patas traseras mientras que con las delanteras hacer como su estuviera corriendo y cuando baja de nuevo una de sus herradura aplasta una serpiente,  yo he caído al suelo por el susto, la pisa una y otra vez, yo trato de controlar mi respiración, me cuesta trabajo, las piernas me tiemblan, me levanto como puedo y tranquilizo al caballo.

—Tranquilo amiguito, tranquilo, ya está, ya la mataste constelación, tranquilo.

Como soy enana me cuesta trabajo tomarlo del rostro otra vez, los trabajadores llegan por el escándalo que ha hecho constelación. Me miran al ver que estoy dentro del cuarto del caballo y que yo lo estoy acariciando, miran la serpiente y de inmediato la quitan del camino.

—Señorita ¿Está usted bien?

—Si Rigoberto estoy bien, solo ha sido el susto, ya constelación está tranquilo, él me ha salvado.
Sus expresiones faciales cambian y en momento tengo una idea de lo que pueden estar pensando.

—Rigoberto revisa las patas del caballo, si tiene mordedura de la serpiente llamaremos al veterinario — dice don gruñón.

Lo revisan y espero que el pobre no tenga nada, fue mi culpa deje la reja abierta, mientras estaba sumida en mis pensamientos. Papá llega momentos después, me revisa de pies a cabeza.

—Papá estoy bien el que el importa ahora es constelación. Él me ha salvado.

Papi mi amigo peludo viene a mi lado,  se mantiene en dos patas apoyado con las patas delanteras en mis piernas. Llevo tres  semanas viniendo todos los días para darle la manzana, me he encariñado con él.

—Patrón hay que llamar al veterinario tiene una mordedura en la para izquierda —dice Rigoberto.

Cuando ha llegado el veterinario yo sigo parada cerca de los trabajadores, le inyecta algo, a lo mejor medicina, no sé. Cuando termina, al irse me observa detenidamente, su silueta se me hace conocida.

—Disculpa ¿Eres Artemisa?

—Si soy yo ¿En qué puedo ayudarte?

—Vera la otra noche nos tropezamos en el parque, soy el que te ayudo a levantarte Alexander Santos —dice tendiéndome la mano.

Que chico es el mundo y yo que pensé que no volvería a verlo. Correspondo a su saludo. Por lo que puedo ver tiene el cuerpo ligeramente marcado, se ve tan sexi tiene un cuerpo firme, cejas que enmarcan a la perfección su rostro, es de tés blanca, su cabello negro peinado perfectamente hacia atrás le hacer ver lindo y unos ojos azules maravillosos. Este hombre es hermoso. Como no lo vi antes, y pensar que fui tan torpe la otra noche.

—Mucho gusto Artemisa Días Gonzales.

—Este es mi número de teléfono, si necesitas alguna otra cosa sobre el caballo puedes localizarme es mi línea personal.

—Gracias —mi flamante sonrisa no se quiere esconderse, nuestros dedos se rosan cuando me da la tarjeta. Este hombre es totalmente precioso. Lo bueno que no estoy sudorosa, ni tierra  en mi rostro por el trabajo, me he puesto el atuendo de la otra vez pantalón de mezclilla negro, blusa de cuadros sin mangas  negro y blanco botines y cinturón negros, esta vez mi cabello está en un moño muy coqueto y mis aretes a diferencia de todos los días son una arracadas bañadas en oro medianas y el maquillaje es el mismo.

—En unos días vendré para revisar al caballo, que tengas una linda mañana—se va dejándome embobada,
Vendrá en unos días, con tanto rollo ni le pregunte qué había pasado con el caballo. ¡Genial Artemisa! en verdad quieres a constelación, digo sarcásticamente en mis pensamientos, voy a donde están los trabajadores y mi padre. Antonio simplemente me fulmina con la mirada.
Dejamos al caballo descansando y yo vuelvo a mis labores. Quiero hablar con mi padre de algo pero no sé cómo lo tome, quiero construir una cabaña a unos metros de las caballerizas, para que sea como mi estudio. Quiero que sea como las que tiene los guarda-bosques de la caricatura del oso yogui, pero con toque femenino, y una habitación, un baño y la sala, pero no sé qué diga al respecto, quiero que sea.

Estando en mi habitación, miro la tarjeta que me ha dado Alexander guardo su número en mi teléfono. Henri me ha dicho que no han ningún contra tiempo así que puedo continuar quedándome aquí. Mis fans por el contrario algunos no reaccionaron bien por el show del bar, otro simplemente decían que cantaba muy bien. Ellos siguen queriendo mi trabajo y yo sigo queriendo escribir

Me levanto de la cama donde he estado sumida en mis pensamientos. Me cambio el short por un pantalón de algodón holgado, me pongo mis pantuflas, me pongo un sostén y me vuelvo a poner la playera de dormir. Bajo con la computadora y el teléfono. Camino hasta las caballerizas.

Llego hasta donde esta constelación, le doy una manzana.

—Gracias por salvarme, eres un caballo muy valiente- lo abrazo y por suerte no hace ninguna acción para espantarme, sabe muy bien que con el abrazo le estoy demostrando que lo quiero. Lo dejo descansar y me voy.

Me siento en una silla que está en la entrada de las caballerizas, empiezo a escribir, me siento inspirada tengo que tener las historias terminadas para entretenerme en algo y para que mis lectores no esperen tanto por una nueva historia. Para cuando ya me da sueño son las once y media de la noche. Antes de irme le doy otro vistazo a constelación, caminando de regreso para ir a la casa, escucho una risita propia de una mujer.
Camino en dirección hacia donde he escuchado la risita y me quedo de piedra cuando veo a don gruñón revolcándose a con una fulana en un cuarto que esta alado de la bodega tomo mi teléfono le quito el flash y el sonido y les hago una foto.

Uyyy ¿Qué será que hará Artermisa después? Esto se pondrá bueno, espero les guste el capitulo, hágame lo saber en los comentarios, compartan la historia con eso me estarán ayudando mucho. Un beso.
Cecilia Ovando

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