Suéter
Sobre celeste, la Gioconda lo observa.
JiMin suspira indeciso. Inseguro de si realizar la compra o seguir recorriendo el local. Lo cierto es que lleva casi una hora dando vueltas por la tienda de ropa y no encuentra algo que le convenza. Darle un regalo a otra persona siempre es un compromiso; ¿y si no le gusta y finge que sí para no incomodarte? En eso se le va la mente cuando alguien del staff le recuerda que deben irse pronto a empacar.
No están en casa, por ende, han de seguir un itinerario ajustado para llegar a tiempo a los sitios destinados.
—¿Crees que le guste a Jin hyung? —consulta a la camarógrafa que lo acompaña. Ella se encoge de hombros y opina que realmente es un color bonito—. ¿Verdad que sí? ¡Y a hyung le quedará de maravillas!
Se contenta por recibir otra opinión positiva y lo agrega a la bolsa de compra, donde también lleva un buzo con capucha negro y morado. La verdad es que "el castigo" de dar tales obsequios lo reconforta, de cierto modo, luego de que su hyung lo acompañe a entrar al lago frío por un juego que perdió. Sabía que SeokJin no necesitaba las prendas, ni tampoco un soborno para acompañarlo en la tontera de meterse al agua helada. Por eso, es que estaba más presionado a llevar algo que le agrade. Porque quería devolver algo del buen gesto.
Va a la caja y paga el total, y mientras espera que se procese el cobro en su tarjeta le avisan que la banda llegó. Han ido a buscarlo para desde ahí ir a almorzar.
—¿Vino hyung? —pregunta entusiasmado, y el mánager SeJin que llegó junto a él se lo señala—. Oh, perfecto. Podrá probarse ya mismo la ropa.
—¿Todo en orden, Jim? —TaeHyung luce aburrido, aunque JiMin intuye que se debe a que él quería dar un paseo más antes de marcharse de esa ciudad.
—Lo está, ¿sigues enfadado porque nos vamos?
TaeHyung eleva sus hombros restando importancia.
—Me da igual ya. A la próxima, me escaparé antes de preguntar si puedo salir a pasear o no.
JiMin se ríe cuando el mánager busca animarlo. Sin dejar de mostrarse berrinchudo, Tae consigue que le compren un pantalón y un par de pijamas. JiMin toma nota de esa táctica, aunque se olvida cuando ve a SeokJin caminando hacia él.
—ChimChim, espero te luzcas si quieres un buen regalo de compleaños, you know?
JiMin se sonroja sin poder evitarlo. Luego empuja al mayor rumbo al probador. Jin se deja arrastrar, molestándolo al pellizcarlo y despeinarlo. Son ruidosos, ambos, mas nadie del equipo les dice nada, acostumbrados. Los demás compradores en la tienda disimulan su curiosidad.
—Toma, prueba primero este buzo. —SeokJin obedece, al tiempo que HoSeok los va a ver y opina que esa compra está acertada.
—Creo que quiero uno igual. —miente el rapero, bromeando ante la cámara.
—Yah, consigue tu estilo Seokkie. —regaña Jin, aunque distraído viéndose al espejo.
El equipo de grabación ve la hora y decide cortar con una toma más. Despidiéndose de los chicos, se retiran del local de ropa. JiMin queda nuevamente con Jin, ahora solos, en el probador.
—Ten este suéter, antes me lo he probado yo y creo que te quedará.
—Bien, déjame me quito esta ropa. —JiMin, no obstante, no esperaba que Jin se quitara no solo el pulóver que traía sino la remera debajo.
Ante él, entonces, el pecho desnudo del hyung. Le reclama a sus ojos el no poder apartarse del apretado vientre del chico, mismo deteniendo su poco disimulado escrutinio en el lunar junto al ombligo de Jin.
—Oh... —suelta cuando SeokJin, sin mencionar lo acalorado que se puso de pronto JiMin, estira sus brazos para colocarse el suéter. Este movimiento, además de hacer que ondulen los músculos de su estómago, también le permitió ver el elástico de la ropa interior por el corte bajo del pantalón.
SeokJin se acomoda la prenda y JiMin se felicita por atinar al color. La piel del hyung resulta contrastar con la tela celeste.
—¿Te gusta? —pregunta Jin, y él asiente reiteradas veces todavía boquiabierto—. ¿Tanto así? ¿O quieres que me lo quite así te deleitas un rato más?
—¿Qué? —balbucea sintiendo sus orejas arder—. Yo... Yo no...
—Te has delatado solito.
SeokJin pasa de él para posar frente al espejo. Desde el espejo, lo observa risueño. Por fortuna, piensa JiMin, no se ha molestado.
—Lo siento, sé que hemos hablado de esto.
El hyung asiente antes de meterse al cuarto con cortina que funciona realmente como el cambiador, y desde allí lo llama.
—Ayudame, he quedado atrapado.
JiMin confundido se acerca a la cortina y es jalado por el mayor, que lo sostiene en sus brazos. Todavía lleva el suéter.
—¿Por qué haces esto? —pregunta enfadado JiMin, aunque no se niega a los besos que el mayor reparte en su rostro—. Lo hemos charlado, no podemos...
—Sí que podemos y sí que queremos. —SeokJin busca sus labios y presiona sobre ellos hasta robarle un suspiro; continúa hablando—: ¿crees que me importa lo que diga la empresa?
—Debería, nos pillaron en el avión y nos dieron un sermón eterno. Si nos descubren aquí también...
Corta JiMin lo que iba a decir cuando las manos de Jin se posan en su cintura y clava allí sus dedos. Lo observa intentando aparentar seriedad. Falla al ver que el hyung le desprende la chaqueta que trae —de hecho, él solícito ayuda— para acariciar su espalda. Calientes manos lo recorren con parsimonia mientras recibe chupetones en su cuello y clavículas. SeokJin está sobre él, cubriéndolo con su cuerpo y bien podría entrar alguien allí y pensar que está solo. Porque JiMin cree que se vuelve insignificante ante el hyung. No obstante, al ver la mirada brillante y juguetona de Jin, sabe que no es así.
Se engrandece ante los ojos de SeokJin que se quita el suéter que le ha regalado y a la vez, lo incita a terminar de quitarse su chaqueta. Luego se abrazan, apretadamente; sus pieles calientes y el corazón de cada uno susurrando lo que anhelaban tal contacto. Fundirse en los brazos de otro.
—¿Me extrañas ChimChim? ¿Extrañas dormir conmigo, despertar junto a mí?
Durante las giras, lo de ellos, esta relación que les impiden tener y que a pesar de ello sostienen, se ve afectada por el control de los trabajadores de la empresa. No pueden salir solos, no pueden siquiera compartir cuartos. Las veces que desobedecen, como cuando comparten trasmisión por Vapp, luego saben qué vendrá. Y llegado a un punto, los dos acordaron mantener distancias. Solo que es difícil, verse y no poder siquiera tocarse sin que alguien los interrumpa. Besarse fugaz siquiera. Nada.
—Preguntas obviedades, you know? —imita JiMin el modo tonto de Jin y su inglés.
Y retornan a lo suyo, a quererse allí escondidos. SeokJin le acaricia el rostro con delicadeza mientras JiMin se estira para besarlo. Le estampa un beso violento, porque no quiere perder segundos. Y porque lo desea, aunque la ternura sea evidente en el trato de ambos, lo cierto es que también crepita una pasión hambrienta.
Entonces, Jin entiende qué es lo que quiere JiMin y lo empuja contra el espejo. Allí, se pone de rodillas y le abre sin cuidado la bragueta para tirar de sus pantalones y la ropa interior. Blando, tibio; SeokJin traga el pene de JiMin hasta ponerlo duro en su boca. En tanto, JiMin suspira con los ojos apretados, rogando que nadie se atreva a buscarlos. Que se olviden de ellos. Que los dejen ser.
JiMin junta sus rodillas por las succiones, desequilibrado por el placer al sentir la humedad caliente de la boca del hyung. SeokJin, sin embargo, lo obliga a que abra las piernas. Lo toma de los muslos siendo bruto para proceder a chupar y a lamerlos, soltando el ya erecto pene de JiMin.
—Quisiera oírte —reclama Jin, injusto, porque JiMin no podrá darle el gusto.
—Calla y sigue —demanda a su vez JiMin, autoritario y excitado al punto de derramarse entre los dedos de Jin que lo acarician a lo largo.
SeokJin ladea la cabeza pareciendo adorable antes de tragarlo hasta el tope, quedándose así segundos: la nariz enterrada en el vello corto que rodea el pene de JiMin. Se aleja, casi dejándolo caer aunque sin intención de ello, para pronto volver a tomarlo todo. Hace esto un par de veces, provocando que JiMin quiera sujetarlo y cogerle la boca. Sin embargo, JiMin es fuerte y resiste el impulso peinando los cabellos del mayor.
Decide por fin ver al espejo frente a ellos, en la pared contraria del vestidor, y se ríe ante la vista. Él de pie mientras entre sus piernas la cabeza castaña de Jin lo devora. La espalda de SeokJin es sensual y se inclina para tocarlo. Lo toma de los hombros, lo masajea, lo quiere empujar y a la vez lo acerca porque es tan delicioso el modo en que le hace el oral que desearía tener autoridad para decirle que ha aprobado, que se vaya a casa con libreta firmada, que no rinde en febrero.
—Voy a correrme —advierte y nota que Jin no tiene intención alguna de apartarse—. Hyung, deja ya...
SeokJin no lo hace. Lleva las manos hasta sus nalgas y las aprieta haciéndolo reír y gemir, gracioso. Aunque su gracia se congela cuando el dedo de SeokJin recorre la línea entre sus nalgas, de arriba a abajo y se empuja dentro suyo.
Jadea contento. Y ansioso. Tanto desea sentirlo dentro, sentirse lleno y abierto por SeokJin, que tiene un debate entre moverse hacia delante o hacia atrás. Por fortuna, Jin le ayuda a decidir cuando retira el dedo y lleva las manos al frente, donde con una sujeta la base de su pene y con la otra acaricia sus hinchados testículos.
De esto van varios minutos, instantes en los que JiMin sufre por tener que ser silencioso, por no hacer bulla y alertar a quien sea que camine detrás de la cortina. Porque, para vergüenza y morbo, escucha que hablan. El inglés fluido de los locales lo protegen de que se distraiga con la conversación ajena. Hasta que oye claramente que una de esas voces es familiar. Es su mánager. Ha vuelto por ellos y los está buscando.
SeokJin corta su trabajo y lo mira desde el suelo, cómplice, y le guiña un ojo.
—¿Sejin hyung? —consulta Jin haciendo espantar a JiMin.
—¿SeokJin, qué tanto haces?
—Estoy esperando que JiMin se venga... —suelta riendose de ese mal chiste.
JiMin siente su estómago apretarse nervioso.
—¿Eh? —la voz del hombre suena cada vez más cerca—. ¿No está ahí contigo? Iré por él entonces. Aunque apresúrate que vamos tarde.
—It's okay, mánager-nim. Ya casi acaba.
SeokJin le acaricia el vientre y pasa a su espalda, baja por su culo donde vuelve a manosearlo como quiere. Logra que se calme, mientras el mánager se aleja.
—Te odio —dice JiMin, y con su mano orienta su pene otra vez a la boca de Jin antes que se le ocurra hacer algún chiste.
El hyung no había mentido, JiMin estaba cerca. Muy a punto, que si no hubieran sido interrumpidos ya se habría derramado en la lengua del vocalista mayor. Solo que ahora mermó su excitación un poco y se permitió gozar de la succión profunda. SeokJin tiene el rostro colorado, ligero sudor en la frente y los ojos con pupilas dilatadas. Luce, francamente, caliente. Y él, mirándose al espejo, también.
El orgasmo de JiMin ya era inevitable, podría mismo volver su mánager y eso causaría que dispare su semen sin pudor. Lo sintió arrastrarse de su vientre, de sus muslos y acumulándose en sus bolas donde aguardó paciente a que Jin respire y lo masturbe antes de darle una última ronda de chupones. Sí, JiMin se había atendido solo en estos días sin poder estar con SeokJin, pero claramente la sensación del otro hizo evidente que no bastaba su mano. No, nada iba a compararse a tener a su amante mirándolo con adoración y lujuria mientras lo toma hasta su garganta y lo hace ir: lo lleva casi arrastrando hasta la culminación.
JiMin por fin acaba dentro de la boca de SeokJin, en un cambiador de ropa de un país extranjero, con personas cerca, con su mánager buscándolo, con la banda esperando por ellos, con la ligera sospecha de que están siendo filmados. JiMin tiene un feliz orgasmo, despreocupado de cualquier circunstancia que pudiera traerle problemas, y por eso se le queda en el rostro una boba sonrisa.
SeokJin se levanta, lo aplasta otra vez para besarlo y JiMin se saborea en la lengua del hyung. Está satisfecho y quiere acurrucarse en los brazos de Jin hasta que baje de la nube donde este lo pateó. No puede, por desgracia, hacer tal cosa. Deben irse.
Jin lo viste; él se deja hacer. No se opone a nada, está en modo automático y bien Jin podría tirarlo al suelo y clavarse en él —que ojalá, porque sí que lo desea— que ya le daría igual quien los vea.
—No voy a hacértelo aquí —parece leerle la mente Jin—. En el avión, mi turno.
—¡Sí! —festeja mientras SeokJin lo empuja fuera de las cortinas.
Caminan hasta donde está su mánager tecleando en el teléfono.
—¿Cuánto más iban a tardar? —les dice de mal humor, aunque luego se percata de algo—. ¿Ese suéter no era para ti?
Señala a JiMin, quien mira hacia abajo y ve que trae a la Gioconda celeste en el pecho.
—Sí, es mi regalo. Voy a entrar en él más tarde —dice Jin, con mala intención, causando que el hombre le advierta que se comporte.
No se entretienen más, salen de la tienda y van al coche. Emprenden marcha y recién pueden conversar.
—Hyung, ¿acaso no te gusta?
SeokJin hace una mueca exasperado y lo besa ligero. Le acaricia las mejillas hasta que un asistente carraspea y se alejan.
—Amo este suéter, y verte con él mucho más. Gracias, ChimChim.
JiMin asiente alegre. Se toman de las manos y los dos, sin demostrarlo tanto, saben que tienen pendiente otro encuentro.
Sobre celeste, la Gioconda es confidente.
Fin.
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