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7._Arete


Black remarcó su sonrisa y se terminó su cerveza.

-¿En serio crees que mate a alguien?- le preguntó otra vez con ese tono jocoso.

-Es una posibilidad. Eres bastante impulsivo- le respondió Mary logrando quitarle la sonrisa a Black- Eso es sinónimo de una enorme pasión, pero la pasión nunca es buena consejera. Excepto en la cama.

-¿Te parezco alguien que se deja llevar por sus impulsos?

-Eres muy visceral. Sensible incluso, solo que tu sensibilidad no tiene que ver con las personas- le dijo Mary jugando con su botella de cerveza.

La mirada de Black adquirió la consistencia de una navaja de ébano.

-¿Crees que me conoces solo porque te he dejado entrar a mi casa?- le cuestinó y no sonó amable.

-Creo que te conozco porque dormí contigo dos veces- respondió Mary y se sonrió- Esa es una de las mejores formas de conocer a una persona. Sin ropa, sin pudor, en la más absoluta intimidad...

-Eres una romántica- le dijo Black con cierto desdén.

Mary se sentía un poco mareada, por lo que no se movió mucho de su postura para buscar otra más cómoda.

-¿Mecánica era la única opción que tenías en prisión?- le preguntó la muchacha después de una larga pausa.

-No, pero en el taller tenía acceso a herramientas. De haber recibido una sentencia más grande hubiera huido- confesó Black.

-¿Cuánto tiempo estuviste ahí?

-Me condenaron a cinco años- respondió Black de manera un poco dura- Pero solo pague tres.

A Black se le soltó la lengua otra vez y terminó contándole a Mary
que hacian varios años se integró a un grupo activista medioambiental. Sin embargo, la postura de esa gente era demasiado pasiva. Poco comprometida con sus supuestas causas. Él llevó a ese grupo a otro nivel. A una faceta mucho más activa. Nunca pronunció la palabra radical, pero las acciones que describió podían ejemplificar muy bien ese término. El último evento en que participó fue lo que lo llevó a prisión. Black y su grupo pusieron un artefacto explosivo en una presa en construcción. La carga fue mal calculada y en lugar de detonar haciendo un daño estructural menor, produjo una fisura que la fuerza del agua colapsó. El rio se liberó inundando toda el área próxima al antiguo lecho. Por suerte no hubo muertos, pero sí mucho damnificados. Decenas de familias perdieron sus hogares y los terrenos de cultivo fueron severamente dañados. Sin duda aquello podía considerarse un acto criminal, sin embargo, el castigo recibido por arruinar tantas vidas a Mary le pareció insignificante. Sobre todo porque por buena conducta Black fue liberado antes, aunque él no tenía culpa de que las leyes fueran tan condescendientes. Aún así no emitió juicio acerca de las acciones de ese sujeto. Todo eso era parte del pasado. A todas luces Black no había vuelto a cometer un acto semejante, posiblemente no porque hubiera aprendido su lección o hubiera cambiado de ideas, sino porque debió llegar a la conclusión de que todas esas ideas, en la práctica, eran acciones inútiles. La forma en que se expresaba del mundo, ese despecho en sus ojos y la forma de vida que llevaba gritaban que él estaba resignado de una manera amarga.

-¿Vemos a la cama?- le preguntó Black después de acabar su relato bruscamente.

-¿Me dejaras dormir contigo o tendré que bajar a dormir en el sofá?-le consulto Mary con un poco de preocupación.

Black la dejó dormir con él después de su encuentro. Uno más breve y menos intenso que los que habían sostenido hasta entonces. Quizá por el efecto de las cervezas o bien porque hablaron demasiado. Lo que haya sido los sumergió en una atmósfera extraña. Black le prestó un camisón de seda roja que su ex novia olvidó allí. Aquella chica era más esbelta que Mary por lo que la prenda le quedó un poco apretada. No se quejó y se acostó de su lado de la cama. Black se tendió en el otro extremo boca abajo y ahí se quedó quieto, viendo las sombras en la pared. Tardo un poco en dormirse. Lo mismo le pasó a Mary que se quedó viendo el techo pensando en nada. A ratos veía la espalda desnuda de Black y a ratos él se movía un poco acomodandose en esa orilla. El sueño llegó a ellos como el velo de la noche sobre el mundo.

Por la mañana fue Mary la primera el despertar. Eran cerca de las siete según el reloj que estaba en la mesa de noche. Al sentarse y mirar a su costado le dio la impresión de que Black había dormido en la misma postura toda la noche. La muchacha se levantó en busca de su ropa, procurando no hacer ruido. Era laboral y tenía que llegar al trabajo temprano. Con dos amonestaciones en el mes le descontaban un día de salario. Mientras se ponían los pantalones su compañero se agitó bajo las mantas, murmuró algo y después se sentó en el borde de la cama rascándose la cabeza. A Mary le dio la impresión de que tenía un problema en el costado, en su cabello.

-¿Quieres que te ayude?- le preguntó mientras se ponía la camiseta y caminaba alrededor de la cama.

Black la miró de una forma un poco agresiva, pero no porque estuviera molesto con ella, simplemente, era la forma en que solía despertar. Con una expresión un diez porciento más rencorosa y despreciativa de lo habitual. Mary vio que tenía un mechón de cabello atorado en ese solitario arete que solía usar. La muchacha se sentó a su costado y con cuidado comenzó a retirar una hebra a la vez hasta que liberó aquella joya. 

-Tú cabello es extraño- comentó Mary mientras lo acariciaba. Él le sujetó la muñeca y le apartó la mano, pero con cuidado, viéndola a los ojos.

Black era muy diestro cuando de caricias lujuriosas se trataba. Sabía que hacer para exaltar los ánimos hasta el éxtasis, pero si se trataba de caricias amorosas entonces era un completo inútil. En cuanto a los besos, tampoco era bueno. No sabía abrazar, ni mimar, ni jugar de forma inocente. Nada de eso era algo que tuviera en práctica o que le importara practicar. Tampoco parecía muy tolerante a recibir ese tipo de gestos. Mary en un par de oportunidades intentó regalarle una caricia tierna, mas él la rechazó. La primera vez de forma un tanto brusca en esa oportunidad fue menos hostil.

-No es una buena idea- le dijo al soltarle la mano y aunque no agregó algo más a Mary le quedó bastante claro que se refería.

-Como quieras- le contestó poniéndose de pie para ir a colocarse los zapatos.

-¿Quieres que llame un taxi?- le pregunto después de un rato de estar callados el uno al lado del otro.

-Sí por favor- contestó Mary.

El taxi estuvo en la puerta de su casa quince minutos después. Black vio la muchacha subir al vehículo desde su ventana. Ella la hizo adiós con la mano antes de cerrar la puerta del automóvil. Él no contestó de ninguna manera. Volvió al interior del cuarto y contempló la cama que había compartido con ella. No tenía ningún significado o valor haber dormido con Mary. Por su lecho habían paseado muchas mujeres. A la mayoría ni siquiera las recordaba. Una o dos destacaban por el simple hecho de haberse apartado de él a tiempo. Las demás eran todas iguales, todas siempre intentaban hacer lo mismo. Mary, en cambio, daba la impresión de no tener esas intenciones con él. Era un poco extraña. Se le hacía un tanto ingenua también.

Pasarían casi dos semanas antes de que volvieran a verse. Durante todo ese tiempo no sostuvieron ningún tipo de comunicación. No intercambiaron números telefónicos, correos electrónicos o alguna red social que permitiera tal cosa. Sus encuentros se reducían a la cama. Cada uno estuvo ocupado en sus propios asuntos durante ese tiempo. Black puso rejas a sus ventanas y cambió las puertas por unas de seguridad. El ánimo de la ciudad estaba bastante exaltado. Parecía que todos los días encontraban nuevos motivos para quejarse y la gente salía a las calles alborotando todo. Black veía las protestas en primera fila. Mary lo hacía en los noticieros. De vez en cuando se sorprendían pensando el uno en el otro sin llegar a dar mucha importancia a esa idea fugaz.

Una tarde Mary disfrutaba de un café con leche y tostadas con mantequilla cuando alguien tocó a su puerta. Ella no recibía visitas y últimamente el único que se había estado apareciendo por ahí era Black. La idea de verlo le agrado, pero acabó encontrandose con un oficial de policía.

-¿Es usted Mary?- le preguntó el agente.

-Sí...- contestó con timidez.

-Su novio fue arrestado y pide que vaya a pagar la fianza- le dijo el policía.

Mary levantó una ceja al oír esas palabras, pero tomando su bolso salió rumbo al cuartel de policía.
Ahí tenían a Black. Encerrado en una celda junto a otros veinte sujetos. Todos manifestantes excepto él. Black se mezcló entre la gente para tomar fotografías, pero acabó siendo arrestado junto a los demás después de acercarse demasiado a una tienda que estaba siendo saqueada.

-El que está vestido de negro y usa un arete- le dijo Mary al guardia cuando fue a buscarlo al calabozo. No pudo disimular la sonrisa que se le dibujaba al comparar la situación con la de ir a sacar a tu perro revoltoso de la perrera.

Al ver a Mary, Black también se sonrió. De gusto por salir de ahí y porque le agrado que ella fuera a buscarlo. Tan pronto abandonó la celda dejó caer su brazo sobre los hombros de la muchacha para pegarla un poco a él y caminar por el pasillo.

-Mas te vale devolverme el dinero- le susurro Mary. Tuvo que desembolsar una fuerte suma para liberarlo.

Black no le respondió, pero no tenía pensado no devolverle el favor. Antes de irse le devolvieron la cámara, aunque está estaba rota de tal manera que repararla era imposible. Las fotografías podían rescatarse, según lo que él observó, sin embargo, no estaba seguro si habían sido o no alteradas de alguna forma. Abiertamente manifestó no confiar en la policía y razones no le faltaban.

-¿Te pago el taxi a casa?- le pregunto Mary al dejar el cuartel.

-¿No vendrás conmigo?- le cuestinó Black colgando el estuche de la cámara sobre el hombro.

Mary no tenía nada mejor que hacer así que fue con él. La casa de Black siempre estaba ordenada y limpia. Tanto que mover cualquier cosa parecía provocar un caos. Ese día no fue así. Había marcos, pegamento, tachuelas y otro montón de cosas en la sala. Mary no tuvo que preguntar qué estuvo haciendo. Tras ver algunas de sus fotografías impresas se dio una idea muy clara.

-¿Piensas hacer una exposiciones?- le consultó tras unos minutos. Él no contestó y se puso a despejar un poco el lugar- Deberías cambiar de estudio. Los que imprimieron esto no lo hicieron muy bien- observó Mary obteniendo una mirada de Black- Trabajo en una imprenta. Sé un poco de estás cosas.

-¿Tienen un buen laboratorio?- le pregunto él.

-Sí y de mucha confianza también. Las portadas y material gráfico salen de allí para después imprimir los libros y revistas. Tengo contacto con ellos. Si quieres puedo llevarte para que conversen un poco. Han trabajado con varios artistas.

-Deben cobrar bastante.

-La calidad siempre cuesta, pero tal vez te ahorrarías eso sí expones por internet.

-¿Para que cualquier estúpido sin talento se apodere de mi trabajo y lo exponga en sus páginas?

-Puedes inscribir tus obras previamente. Así tendrán que pagarte en caso de hacer eso o pueden acabar en prisión por robo de la propiedad intelectual. Sin embargo, bastará con que saques tu obra a la luz para que cualquiera se apodere de ella- le dijo la muchacha y volvió su atención a las fotografías- Aunque no creo que muchos quieran apoderarse de este material. Es... ofensivo- observó Mary y hablo de forma irónico.

-No hay algo ofensivo en esas fotografías. Así es como se comporta la gente. Ahí está la verdad- le indico Black de forma tajante.

-Estoy de acuerdo. Pero nadie se toma bien la verdad. Y menos una como está- comentó Mary a quien esas imágenes parecían causarle un regocijo muy particular- Black... ¿Te gustaría trabajar conmigo?


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