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5._Brea


Eran las tres de la tarde cuando Black llegó a esa casa estrecha para quedarse viendo la puerta sin atreverse a tocar. No es que tuviera miedo o algo así, sucedía que iba a pedirle a un favor a una mujer con la que tuvo sexo y una vez terminó se largo sin decir ni una palabra. Las mujeres nunca se tomaban bien ese comportamiento así que Black imaginaba Mary no iba estar para nada feliz de verlo, mucho menos querría ayudarlo. Casi que sintió estaba perdiendo el tiempo, pues si bien era hábil para lograr cambiar el ánimo de sus amantes de ocasión y conseguir otro encuentro o algo que quisiera, con Mary no le daban ganas de intentar algo como eso. Después de tocar el timbre, una vez, y no obteniendo respuesta decidió marcharse.

-Ella nunca está en casa a esta hora- le dijo una mujer desde el balcón en el edificio junto al de Mary.

Black se amparo los ojos con su mano para poder distinguir a quien le estaba hablando. El sol brillaba con intensidad ese día.

-La chica debe estar en su trabajo- continúo la mujer que tenía unos cuarenta años y era algo robusta.

-¿Sabe dónde trabaja?- le consultó Black con su rudo tono de voz.

-En una imprenta del otro lado de la ciudad- le respondió la vecina- ¿Tú eres su novio? Nunca trae hombres a la casa y a tí es la segunda vez que te veo.

Black se dio la vuelta con un gesto de disgusto. Despreciaba ese hábito de la gente de meterse en la vida de los demás. Se montó en su motocicleta y se marchó a ver si encontraba a Mary. Él conocía bien la ciudad y sabía que del otro lado solo habían dos imprentas. Cabía la posibilidad de que pudiera dar con ella rápidamente si lograba encontrarla antes de que su turno terminará. No tenía pensado volver a esa casa para hablar con ella.

La suerte lo acompañó esa tarde. Black encontró a Mary en el primer intento. La vio a través del escaparate, detrás del mesón, hablando con unos clientes. Se veía contenta. Dejando la motocicleta estacionada del otro lado de la calle, Black fue a sentarse a una banca que había en la acera, fuera de la imprenta. Descansando los brazos en el respaldo y viendo el cielo despejado se quedó a esperar que esa mujer terminara su turno. Había demasiada gente adentro como para hablarle de un tema tan delicado. A ratos bajaba la mirada y la observaba. Con lo ocupada que estaba, Mary no notó él estaba ahí hasta media hora antes de salir. Cruzaron una mirada a través del cristal, luego ella volvió a lo suyo y él regreso sus ojos al cielo hasta que un perrito abandonado llegó a su lado a olfatearle una pierna. A Black no le molestó, pese a que el animal tenía varias porciones de su piel expuesta y herida. El pellejo lo tenía pegado a los huesos y en su nariz tenía una costra de sangre seca. Tras unos minutos Black terminó descansando los codos en sus rodillas para inclinarse a ver al animal que se había echado a sus pies como esperando su amparo.

Al salir Mary de su trabajo se encontró a Black compartiendo trozos de un sándwich con el perro que se mostraba bastante a gusto con él. La mayoría cree que los animales se aproximan dócilmente a la gente buena, pero eso es un mito. Los animales se sienten cómodos con cualquiera que no los agreda. Black, a diferencia de mucha gente, no espanto al perro permitiendole echarse junto a él. Sin embargo, esa fue la primera vez que Mary vio el semblante de Black menos hostil. Relajado incluso. Se sonrió y fue con él, pues era obvio lo estaba esperando.

-Buenas tardes- le dijo al pararse frente a Black que la miró desde abajo, otra vez, con esa mirada rencorosa- ¿Viniste por tu pago?- le preguntó metiendo la mano en su morral.

Black arqueo una ceja. Con todo lo que pasó había olvidado ella no le había pagado por su trabajo con la motocicleta. Medio confundido extendió el brazo y aceptó los billetes que ella le estaba ofreciendo. Los dobló a la mitad y los puso en el bolsillo de su chaqueta mientras daba una última mordida al sandwich para darle el resto al perro.

-Que estés bien- le dijo Mary apartando su cabello de su hombro derecho para alejarse por las acera haciéndose una trenza.

-Espera- la llamó Black sin abandonar su posición- Tengo que hablar contigo- añadió poniéndose de pie con lentitud.

Mary le miró. Él señalaba un pequeño bar del otro lado de la calle, casi el frente de donde estacionó su motocicleta. La mujer titubeó un momento. No imaginó que él tuviera algo que hablar con ella. Lo único que pasó por la cabeza de Mary, al verlo sentado ahi desde la imprenta, fue que Black había ido a cobrarle por su trabajo. Por estar considerando que otro asunto querría él tratar con ella es que se tardó un poco en contestar. Lo hizo asintiendo con la cabeza, pero con un movimiento muy sutil.

El bar estaba escaso de público considerando el día y la hora, mas eso fue agradable para ambos que preferían no estar en contacto con mucha gente a la vez. Se sentaron en una mesa apartada. Él dijo que invitaba lo que ella quisiera tomar, Mary optó por un agua mineral con jugo de limón y sal. Black prefirió una cerveza un tanto costosa. Una vez les llevaron las bebidas, rápido entró en el asunto que lo llevó a buscarla.

-Solo tienes que decir que llegaste un poco antes. Cuando me estaban sacando de la casa. No es difícil y puedo darte algo de dinero por eso- terminó de decir. Él pensaba que ella se iba a negar, pese a que en ningún momento Mary se mostró resentida por su forma de actuar.

-Esta bien. Puedo hacerlo. Pero será mejor que trabajemos en una historia coherente. Los agentes de seguros son más eficientes que la policía cuando de descubrir la verdad se trata- le dijo la mujer tomándolo un poco por sorpresa.

-Parece que tienes experiencia con ellos.

-No es la primera vez que doy falso testimonio- le confesó la mujer y soltó una risa clara, agradable.

-¿Ah, sí?- le cuestinó Black y su semblante adquirió una expresión más relajada.

-Sí- afirmó la mujer, sin intención de dar más detalles.

Black descansó su cabeza en su mano como si hubiera querido quedarse viendo a esa mujer por largo rato. Estaba seguro de que el término con el que muchos se hubieran referido a ella, después de conocerla, era "mosca muerta".

-Podemos decir que llegaste poco antes de que esa turba entrara al taller y...

-Ellos pueden buscar a la gente involucrada y obtener la versión de lo que realmente sucedió. Tú eres uno, ellos deben ser más de una docena- lo interrumpió Mary- Claro que su testimonio no puede ser considerado una prueba irrefutable, dadas las circunstancias, pero un buen abogado siempre puede encontrar un uso a esas palabras.

-¿Qué propones?

-Sí entendí bien tú los increpaste desde la ventana del segundo piso y ellos, irritados, forzaron la entrada.

-Sí, si eso paso- exclamó Black un tanto fastidiado. Se bebió la cerveza viendo a otro lado. No le gustaba admitir que él provocó todo el problema. Aunque para ser honestos, sus reclamos eran justos.

-Tu novia y tú terminaron hace poco. Por lo que oí, esa vez, creo que sospechó de tu lealtad.

-Hizo un drama por nada...

-Bien...pero diremos que sí tenía fundamento. Ese día yo estaba contigo en el dormitorio- exclamó Mary obteniendo la atención de Black quien oyó toda una historia al respecto y bastante bien construida en base a los hechos previos y posteriores al evento- No tienen porque no creernos. Yo te acompañe al hospital, tú has ido a mi casa y nos conocimos bastante bien.

-¿Qué tan a menudo haces cosas como está?

-Cuando es necesario.

-¿Y ahora lo es? Este asunto es mi problema...

-Me ofreciste un pago. Doscientos de los grandes si quieres que sea tu testigo- le señaló la mujer sonriendo con astucia.

-Es demasiado. Olvídalo.

-Como quieras. No soy yo quien pierde en esta historia- le dijo Mary que se puso de pie para retirarse. Al pasar junto a Black él le sujetó del brazo con brusquedad.

-Hecho. Doscientos- exclamó. Mary le sonrió en respuesta, pero ese gesto se borró de su cara al ver que él no parecía tener pensado soltarla.

-Tengo que irme- le recordó la mujer.

-Te llevo- le dijo Black- Si quieres...

-Tengo mi propio vehículo. Pero gracias por la oferta- le contestó Mary a lo que él no contestó y la soltó para dejar unos billetes sobre la mesa- El martes a las diez en el edificio de la aseguradora. No está lejos de aquí.

-Sé donde es.

Black dejó el bar bastante rápido, pero no se fue hasta que la vio montarse en su motocicleta y partir. Se había quedado ahí escondido, entre unos automóviles, solo para asegurarse de que le dijo la verdad y no había querido irse con él por otra razón. Mary no estaba ofendida o molesta por como terminó su pasional encuentro. No había encontrado muchas amantes así.  Y las que tuvo solían serle un tanto indiferentes terminando rápido con cualquier amago de apego o dependencia que pudiera surgir. A él le gustaba dejar huella. Fuera mala o fuera buena. Aunque lo que él consideraba bueno no era compartido por mucha gente. Y es que en realidad Black no necesitaba nada de eso. Era solo una forma retorcida de lidiar con sus frustraciones que eran bastantes.

Mary no reflexionó respecto a ese encuentro. Todo lo que hizo al estar en su hogar fue marcar la fecha que Black le dio en el calendario pegaso en la nevera. Ella, pensaba, estaba haciendo un buen negocio que le dejaría una jugosa ganancia. Era un poco tarde y estaba cansada. Subió a su cuarto después de hacerse un café con leche y unas tostadas con mantequilla, mas al ponerse su pijama el timbre sonó. Ella no recibía visitas así que se asomó a ver de quien se trataba. Casi se golpeó la cabeza con el marco de la ventana al ver a Black allí abajo. La muchacha bajó a ver qué quería ese sujeto en esa oportunidad, entreabriendo la puerta para hablar con él.

-¿No vas a dejarme entrar?- le preguntó Black al verla abrazada a ese pedazo de madera. El desnudo brazo y pierna de la mujer quedaron ante su vista como una sugerencia involuntaria.

-Queria acostarme temprano hoy- respondió Mary con serenidad.

-¿Tú sola?- cuestinó con una sonrisa pícara y apoyando la mano en la puerta para empujarla un poco, solo un poco- Déjame entrar- insistió.

Mary lo miró a los ojos un rato. La fuerza que Black aplicó en la puerta aumento un poco, pero la mujer no opuso resistencia y se apartó de la puerta dando dos pasos atrás sin bajar la mirada, como un pequeño ciervo ante al lobo que se cruzó en su camino. Mary cedió terreno y Black avanzó. Cuando cerró la puerta tras él, la mujer corrió a la escalera. No era una huida. Era una invitación y por tanto fue delicada como el vaivén de una cortina. Black la siguió rápido, pero sin esa celeridad ansiosa. La segunda puerta se cerró con violencia. Una pintura cayó de la pared con el golpe y el marco se desarmó dejando el lienzo en el suelo.

En el interior de la habitación se derramó una brea en la cama y llovió hollín entre los pliegues de las sabanas. Negros eran los deseos que habitaban esas carnes. Ninguno temía adentrarse en lo que era descoyuntado y hereje en busca de una satisfacción o bien por exploración del otro. No hacían falta ceremonias, no hacia falta propuesta o juego. Era natural en los dos llegar hasta allí y por primera vez estaban con alguien que no cuestionaba lo que sucedía, se sentía desorientado o caía en un éxtasis casi epifánico.
La danza de las sombras acabo estrepitosa y los extenuados cuerpos quedaron tendidos de forma opesta, como un géminis.
Una ducha caliente cerró la jornada. Un baño por turnos que dejó a Black el segundo puesto y una toalla húmeda con la que salió por su ropa a la habitación que Mary había organizado. El cabello húmedo de la mujer brillaba con una luz clara, lo mismo su piel en que quedaron plasmadas las huellas de sus manos.

-Tu piel es muy delicada- le dijo Black poniéndose su ropa.

-Un poco- le respondió ella y se metió en su cama- Cierra cuando salgas- le pidió.

Black sonrío un poco ladino y apenas acabo de ponerse los zapatos dejó la habitación. No se despidió ni nada de eso, pero antes de cerrar la puerta principal colgó su chaqueta en el perchero.





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