3._Prenda
El paramédico dejó ir a la mujer bonita y atendió a la señora que Mary señaló, después fue el turno de Black. Él se dejó revisar más por interés en su cliente que por creer necesitaba atención médica. Tenía pensado tomarse unos analgésicos y echarse a dormir un rato después de darse una ducha. Hubiera sido una mala idea, pues el paramédico lo envío al hospital para que le hicieran un escáner y descartar lesiones en su cabeza. Lo habían golpeado bastante. Tres de sus dedos resultaron fracturados y aunque ni Black lo notó, tenía una sería herida en el costado del tórax.
-¿Acompañaras a tu novio?- le preguntó el sujeto a Mary después de pedir pusieran a Black en una camilla.
La mujer arqueo una ceja, pero antes de que pudiera aclarar la situación, Black respondió por ella.
-Sí, ella viene conmigo- dijo y sujetó la muñeca de Mary quien bajo su mirada a esa mano áspera que se aferró a ella con una implícita intensión.
Mary pudo irse. Pudo inventar una excusa o simplemente decir la verdad, sin embargo, se dejó conducir por la circunstancia y la propuesta acabando en una sala de espera, aguardando por conocer la suerte de Black con toda la paciencia que tenía. Después de unas tres horas llamaron a la muchacha para decirle que el mecánico se quedaría internado un par de días y que si quería podía pasar a verlo. Por supuesto Mary decidió ir a hablar con Black quien no lucía muy feliz de tener que quedarse en ese lugar. A la mujer le pareció se veía algo pálido.
-Hola- le dijo apretando las ropas de él, que le habían dado las enfermeras, contra su abdomen- ¿Cómo te sientes?
Black, que había estado viendo por la ventana, giro su cabeza lentamente para mirar a Mary con una expresión serena, aunque ni estando calmado sus oscuros ojos perdían esas notas de resentimiento. Sí se hacían menos intensos.
-¿Me harías un favor?- le preguntó ignorando la consulta de la chica.
-Primero dime de qué se trata.
Black cerró los ojos un momento, como si le costará trabajo tenerlos abiertos.
-Al costado de la puerta del taller hay un bote de pintura. Si remueves el contenido podrás sacar la llave. Con ella podrás abrir una puerta oculta al fondo del taller. Tu motocicleta y la mía están ahí- le dijo viendo hacia el techo- ¿Podrías llevarte ambas por unos días?
Mary se quedó pensando un momento. Inclinó la cabeza a un costado y tras una breve meditación aceptó hacerle ese favor.
-¿No quieres que avise a alguien que estás aquí?- le consultó.
-No tengo a nadie a quien decirle algo como esto- le contestó de manera cortante.
-Entiendo- exclamó la muchacha y tomó un lápiz que había en una mesa junto a una cama vacía. No tenía en que escribir así que tomó una hoja de la Biblia que había en la repisa junto a Black- Llámame cuando salgas. Para que recojas tu motocicleta.
Black no le respondió y la vio dejar la sala con una mirada helada que rápido regreso a un punto en la nada, cerrando los ojos poco después con una sonrisa tan sutil que parecía la curva hecha con una hoja de la biblia donde quedó el número de la mujer.
El cielo estaba pintado de ocaso cuando Mary dejó el hospital. Tomó un taxi para volver a la casa de Black y al llegar allí contempló el desastre que ocasionó la turba. El jardín era un desastre, las ventanas del frontis fueron destrozadas y el taller completamente saqueado. La muchacha buscó, entre la basura, el bote de pintura y lo encontró medio enterrado en el suelo. Removió la pintura seca y encontró la llave con la que pudo abrir la puerta escondida al fondo del taller. Tal como se lo dijo Black su moto y la de él estaban allí.
-Supongo que tendré que llevarmelas de una en una- se dijo Mary rascándose detrás de la cabeza. Llevaba la ropa de Black con ella y pensó en dejarla al interior de la casa. No sabía si la puerta estaba abierta, pero resultó que si y lo que se encontró dentro fue todavía peor.
Mary no supo como pasaron las cosas, pero esa gente entró a destruir todo. Los libros estaban tirados en el piso la mayoría de ellos hechos pedazos, los muebles, las decoraciones, todo estaba roto. Pero al parecer no habían subido a la segunda planta. Posiblemente Black lo evitó usando la fuerza o bien algún tipo de arma. Si que estaba demente para enfrentarse a una turba enardecida. Mary paseó su mirada por el lugar examinando los escombros, deteniéndose en la colección bibliotecaria hecha añicos. Levantó algunos ejemplares, revisó algunas hojas, muchas de ellas estaban subrayadas marcadas y tenían notas hechas posiblemente por su dueño. A ese sujeto parecía gustarle discutir con los autores de aquellos libros. Mary se echó a reír, pues ella hacía algo parecido cuando ponía sus ojos en algún texto filosófico o de historia. Había muchos de esos allí. Black parecían un sujeto bastante culto y por lo que pudo encontrar, levantando la basura poniendo orden en ese lugar, tenía algunos intereses artísticos. Mary vio varias fotografías bastante buenas, aunque algo perversas sexualmente hablando. No eran precisamente retorcidas, pero no hubieran sido bien recibidas en una revista pornográfica. También había retratos de todo tipo de personas; de estructuras la mayoría de ellas deterioradas, abandonadas, devoradas por el tiempo y la naturaleza.
Mary ordenó un poco. Solo un poco. No tenía permiso del dueño para arreglar el lugar. A Black podía molestarle que ella se entrometiera en sus cosas, así que una vez puso un poco de orden dejó la ropa sobre el sofá, cerró las cortinas y volvió al taller para montarse en la motocicleta del dueño de la casa y partir rumbo a la suya, donde la guardaría hasta que él saliera del hospital. El vehículo tenía suficiente combustible para el viaje. El problema fue que Mary tuvo que regresar allí en un taxi unos cuarenta minutos después para llevarse su propia motocicleta la que no tenía combustible, pero a la cual le encontró un poco allí mismo.
La casa de Mary también tenía dos niveles. Solo que era mucho más pequeña que la de Black y contaba con un patio trasero bastante amplio. Fue allí donde guardó las motocicletas. Ella había comprado ese vehículo para trasladarse al trabajo, pero parecía que le había acarreado un par de problemas. Esa noche y los días siguientes no se quitó a ese tipo de la cabeza. Un par de veces pasó fuera de su casa solo para corroborar que todo estuviera bien y nadie hubiera entrado a saquear lo que quedaba. Al final de esa semana concluyó que ese sujeto le interesaba y bastante. Era bastante extraño que llegara a esa conclusión tan rápido. Quizás se debía que gran parte de ese interés radicaba en algo un tanto superficial y lo superficial no era algo lo que Mary estuviera habituada. Era algo anómalo que rápidamente iba a detectar en su conducta. Esa mirada despechada, oscura, salvaje exaltaba en ella un ánimo pasional que solía estar reservado a otro tipo de personas. En toda su vida esa era la segunda vez que aquello le sucedía y era desconcertante.
-Solo es un tipo...- se dijo esa tarde mientras volvía a casa, pero no se atrevió a terminar la frase. Era tan infrecuente sentir esa exaltación que realmente no podía digerirlo. No sabía en qué radicaba, se negaba a creer que solo fuera en algo físico.
Esa misma noche, mientras estaba en la cama leyendo un libro, su teléfono celular sonó. No tenía el número registrado por lo que al contestar lo hizo con cierta cautela, sin embargo, rápido reconoció la voz del otro lado.
-¿Black?- exclamó en voz baja, un poco sorprendida.
-Mañana me dan de alta- le dijo él bajo la mirada de una enfermera a la que convenció para para que le prestara su móvil. Había estado coqueteando con ella para pasar el rato y conseguir un par de favores- No sé dónde vives y quiero pasar por mi motocicleta.
-Ah, claro. Es a dos calles de la intersección es la que me dejaste cuando me trajiste. La casa tiene un pequeño cartel de barbería de principios de siglo en la pared. No hay número.
-Sí, sé dónde es ¿Estarás ahí a mediodía?
-No. Estaré en el trabajo hasta las cuatro, llegaré a casa cerca de las cinco así que puedes pasar por ahí desde las seis- contestó Mary un poco nerviosa y es que hubiera preferido no ver a ese tipo otra vez.
-Te llevaste mi ropa y no tengo a alguien que vaya por otra- le recordó Black.
Mery se había olvidado de esa parte, torció un poco la boca y se quedó pensando un minuto. Black perdió un poco la paciencia y le preguntó si seguía allí de manera un poco tosca.
-Si quieres puedo ir a tu casa a buscarte algunas prendas. Las dejaré en el hospital por la mañana.
-¿No puedes darmela tú?- le preguntó Black sonriendo de manera ladina, algo que a la enfermera no le gustó mucho.
-Puedes quedarte a tomar un té cuando vengas por la motocicleta- le respondió Mary antes de despedirse y colgar.
Oír la voz de ese sujeto no hizo sino confirmar lo que ella había ultimado hace poco con respecto a él. No era controversial solo extraño y por ello la mantenía en un estado meditabundo. Cerró el libro, apagó la lámpara y dispuso a dormir. Tenía que levantarse temprano al día siguiente.
Mary fue por ropa a la casa de Black cerca de las siete de la mañana. Todo estaba en orden, nadie había entrado. Ella subió al segundo piso sin prisa y observando las paredes en las que habían colgadas algunas ilustraciones de aspecto un tanto gótico. Arriba habían tres habitaciones. Una era un baño, la última de la derecha en el cuarto del dueño. Tenía una cama amplia, algunos libros sobre la mesa de noche, unas mancuernas y otros elementos para hacer ejercicio, además de un ropero no muy grande y algo anticuado. Los atuendos de Black eran todos oscuros, muy parecidos, así que para Mary no fue tan difícil escoger unas prendas ponerlas en un pequeño bolso que encontró y salir del lugar. En su motocicleta, la mujer, pasó por el hospital. Lo hizo de forma rápida pues tenía que llegar a su trabajo del otro lado de la ciudad. Allí se desempeñaba en una pequeña imprenta.
Black recibió su ropa de manos en la misma enfermera que le había prestado el teléfono, una hora después.
-Tu novia te trajo esto- le dijo un poco molesta. También cansada, para su suerte su turno estaba por acabar.
-Esa mujer no es nada mío- le indico Black apartando las mantas para sentarse al borde de la cama y comenzar a vestirse.
-¿Me vas a decir que es tu hermana?
-Tiene suerte de no hacerlo- murmuró Black riendo para sus adentros, pero no por las ideas que estaba contemplando sino porque Mary también tuvo que poner ropa interior el bolso- ¿Te llevo a tu casa?- le preguntó a la enfermera y ella aceptó.
Mary volvió a su casa cerca de las cinco y treinta. Había pasado a la tienda por algunas alimentos y otros artículos. Solía cocinar por la tarde para guardar una porción que se llevaba al trabajo al día siguiente. Black llegó a su casa cuando ella estaba preparando su comida. No es que ella hubiera olvidado que él iba a ir, simplemente no fue consciente del tiempo y cuando el timbre sonó fue a abrir vistiendo de una forma un tanto desarreglada. Tenía puesto una calza negra y un largo suéter rojo, con amplias mangas, era viejo, pero le encantaba porque era holgado y muy abrigador. Claro que para recibir a un invitado como ese no era la mejor prenda a elección. Eso le pareció a Black que no ocultó su decepción en su mirada. Mary ni se preocupó de su aspecto.
-Pasa- le dijo mientras se acomodaba el palillo chino con el que se había recogido el cabello y que se había soltado con su pequeña carrera de la cocina a la entrada.
-Estas cocinando- comentó Black esbozando una sonrisa con una intención bastante ajena a la que Mary tenía para estar haciendo un delicioso estofado.
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