2._Gris
-¿Lo has leído?-dijo Black con un tono entre la burla y la incredulidad.
-Sí, me pareció muy... cómico-le respondió Mary mirando a otro lado y sonriendo como si hubiera recordado algo divertido.
-¿Cómico?-repitió Black con cierto desdén.
-Sí, como Bukowski. Bueno no como él, pero...-decía Mary aunque se interrumpió para quedarse como pensando en algo que no podía poner en palabras- Lo siento. No soy buena para explicar...algunas cosas.
-Te refieres al toque irónico ¿No?-le dije Black, pero con un tono impaciente y algo molesto. Aunque la verdad no estaba enojado, solo tenía esa forma agresiva de hablar.
-Sí-cafirmo Mary y se sonrió con alivio- Ese toque irónico me deja un sabor agridulce al terminar sus obras...Pero bueno al fin y al cabo eso es la sociedad. Una ironía infinita con amargados comediantes y un montón de...
Ella se calló súbitamente y Black se le quedó mirando un tanto extrañado y en ese momento si un poco molesto, porque esa mujer no parecía incapaz de terminar sus ideas.
-El trabajo estará listo mañana-le dijo en un tono seco.
-Bien- murmuro Mary y se encogió de hombros bajo la mirada de reojo de ese sujeto de ojos medio rabiosos al que todo parecía molestar- Te pagaré mañana entonces.
-De acuerdo-le contestó y volvió su mirada a lo que estaba haciendo.
Mary de despidió y se dirigió a la puerta, pero entonces una ola de gente apareció en la calle. Llevaban pancartas e iban gritando consignas en contra del alcalde. Era una muchedumbre nada feliz que arrojaba panfletos al aire sin ningún tino. Encendían bengalas que dejaban largas colas de humo y hacían ruido con vuvuzelas. La mujer tuvo que quedarse ahí parada, esperando que el gentío bajara a la calle, pero eran demasiadas personas y estaban tardando bastante. Después de un par de minutos la marcha dejó de avanzar y comenzaron a gritar todavía más alto. Mary miró la puerta con desánimo.
-Montón de ilusos- murmuró Black a su espalda- Entra si quieres. Si te quedas aquí. No es seguro estar afuera- le dijo volviendo a su taller.
Mary miró hacia la protesta y luego a Black. Lo siguió después de un titubeo breve. El mecánico bajó la puerta de su taller, subiendo aquel espacio en la penumbra. Se abrió paso moviendo unas latas para ir abrir una puerta que daba a una cocina estrecha más allá de la cual estaban el comedor y la sala. Le señaló entrar y Mary lo hizo, limpiándose los zapatos en un pequeño tapete descolorido. A paso lento, seguida por su anfitrión, la mujer pasó por aquel sitio limpio y muy ordenado. Le dió la impresión de que Black no usaba mucho la cocina. En la sala colgaba un saco de arena y destacaba un librero repleto de libros hasta más no poder. De la pared pendía una televisión de tamaño promedio, cuyo control Black tardo en encontrar y cuando fue encendido abrió un canal destinado a la música nada más. Mary se sonrió, ella sintonizaba el mismo canal.
-Ve la televisión o lee un libro,
pero después deja todo en su lugar-le dijo Black antes de subir la escalera.
Mary fue al librero, pero no en busca de material de lectura precisamente. Ella quería saber que tipo de cosas leía ese sujeto. Tenía un material muy interesante. Muchos de esos libros a ella le eran, todavía, difíciles de entender y se preguntó si él podía comprenderlos del todo. Tomó uno que conocía muy bien y se sentó junto a la ventana. El rumor de la protesta se oía un tanto lejano del otro lado del cristal. Sumergida en la lectura se olvidó del asunto, hasta que sonó su teléfono y respondió una llamada de forma rápida. Rara vez se quedaba colgada en charlas largas.
-¿Era tu novio?-le preguntó Black que en ese momento estaba al pie de la escalera. Llevaba ropa limpia y tenía el cabello húmedo.
-Mi madre- le respondió.
-A de estar preocupada por ti-comentó, pero como si le fuera irrelevante.
Mary se sonrió nada más. No contestó esa pregunta e intentó volver a su lectura.
-¿Te gusta Cyrano de Bergerac?- le preguntó con una mezcla de sorpresa y algo semejante al rechazo.
-Me era irrelevante hasta que alguien me hizo un comentario respecto a él y a mí. Pero me agrado descubrir a este sujeto. Ciertamente tenemos algunas cosas en común-le dijo Mary.
Black la miró como intentando indagar en ella. Se le hacia un tanto extraña y nada tenía que ver su gusto literario. Un golpe contra la ventana lo hizo apartar los ojos de la mujer. Alguien había arrojado una lata contra el cristal. Un poco del contenido del recipiente quedó allí como una mancha pegajosa. Aquello si pareció irritarlo. Se acercó de una forma bastante alterada a la ventana y miró fuera con unos ojos de fiera, pero el instinto lo hizo dar un paso atrás cuando un nuevo proyectil golpeó el cristal. En esa oportunidad,
haciendo una fisura. Mary lo escuchó murmurar unos apelativos nada bonitos hacia esas personas y no pudo no estar de acuerdo con él.
-Las personas confunden el derecho a manifestarse con su deseo de desquitarse- le dijo de manera calmada y Black giró medio cuerpo para verla, sin despegar su puño del cristal-Y cuando se trata de desquite...los humanos soltamos la rabia de una forma inmisericorde. Desgraciadamente no hay nada que hacer respecto a eso. Es parte de nuestra naturaleza- agregó con gravedad.
-La naturaleza puede ser controlada mediante la razón. El pensamiento por sobre el impulso ¿Acaso no nos jactamos de ser seres racionales?- le dijo Black-Deberian ser capaces de medir su respuesta y dirigirla a quienes son los responsables.
-¿El alcalde? No hay que olvidar quienes lo escogieron. Nunca hay que pasar por alto que todo líder no es más que un representante del pueblo.Un reflejo de lo que el pueblo acepta...
-Pero ese sujeto llegó al poder mediante prácticas fraudulentas- dijo e iba a agregar algo más, pero guardo silencio. Su ánimo perdió un poco de energía y bajó las persianas para ir a sentarse delante de la mujer.
Black quedó ahí un rato. Con los codos apoyados en las rodillas y la cabeza medio inclinada a un costado, como examinando a la muchacha que lo veía con curiosidad. Una recatada e infantil curiosidad.
-¿Cómo te llamás?-le preguntó después de un rato.
-Mary-le contestó.
-¿Qué estudias?-le interrogó de forma brusca.
-Nada- le contestó- Después de dos intentos de conseguir una carrera comprendí que no necesito una en realidad.
Black se sonrió con cierto desprecio por la idea. Cerró los ojos incluso.
-Todo el mundo dice que debes estudiar para ser alguien en la vida...Si ignoras eso para vivir como un don nadie. Muchos dirían que eres una persona mediocre- le dijo Black juntando sus manos para crear un puente sobre el que descanso su rostro.
-Ulises le dijo al cíclope que él era nadie y ya sabemos que sucedió cuando lo dejó ciego-le dijo Mary cerrando el libro y dejándolo sobre su regazo.
-Tienes respuesta para todo ¿no?
Mary guardo silencio y le sonrió sin ningún ánimo en particular. Black le respondió con un semblante muy serio y abrió una charla que en dos minutos muto en un acalorado debate de muy corta duración. La verdad es que Black no era bueno para discutir y no porque no tuviera buenos argumentos, sino porque se exaltaba demasiado rápido si encontraba resistencia en su interlocutor. Era un sujeto bastante impulsivo y agresivo en todo. Su mirada, su forma de hablar, de moverse; todo él era como una fiera en jaulada a la espera de que la puerta de su prisión se abriera. Por suerte para él, Mary sabía de fieras contenidas. En lugar de sostener su resistencia se enfocó en los puntos que tenían en común. Resultó que compartían bastantes ideas, aunque las de él eran más radicales.
-Se hizo tarde-comentó Mary durante una pausa en su charla.
Black miró también por la ventana. La luz del ocaso le dió en la cara y el arete verde que colgaba en su oreja brillo como un árbol salpicado de rocío.
-¿Dónde vives?-le preguntó Black mirándola a los ojos.
-A unos quince minutos de aquí, en automóvil- le contestó Mary.
-Te llevo...si quieres-le dijo y ella aceptó.
Black tenía dos motocicletas en la parte de atrás. Una era una bajaj pulsar de color negro con azul que a Mary le gustó bastante, pero no hizo comentarios. En esa se montaron. Black le prestó un casco rojo, el negro era de él. Juntos salieron a las calles bañadas de papeles que el viento barría, haciendo más difícil el trabajo para los hombres que recogían los escombros de una protesta acallada a agua y violencia de la que sobrevivan rayados en la propiedad privada y destrozos en inmuebles públicos. Ni un alma quedó del audaz rebaño que clamaba justicia. Black por poco atropello a un desgraciado que huia,
desorientado, con un carro de compras de supermercado lleno de licores saqueados.
Mary le pidió a Black que la dejara una calle antes de la de su casa y él se dió la vuelta, rápidamente para volver a la suya. No se despidió. La vería al día siguiente y eso lo hizo sonreír ladino bajo su casco. En cuanto a Mary... ella se fue murmurando uns canción por la calle. Pese al carácter de aquel sujeto, realmente disfruto la charla y pocas cosas ponían a Mary de tan buen humor como una buena y rica charla.
Al día siguiente no se vieron. A Mary se le presento un imprevisto y no tenía el número de Black para avisarle que iría por su motocicleta un día después de lo acordado. Al mecánico le fastidio el hecho, pero ella no era alguien importante como para malhumorarse por su ausencia. Ese día cerró temprano y se fue a un bar.
Al día que siguió a ese, Mary fue por su vehículo, pero se encontró con una nueva protesta. La multitud abarcaba varias calles y su avance fue dificultoso. Todo empeoró cuando comenzaron los desmanes. Claro que nunca imaginó que el taller de Black fuera afectado. Al llegar al lugar lo encontró vandalizado y saqueado. Un par de personas rodeaba a un hombre sentado en la acera. Mary supo que era un hombre por el calzado que llevaba, pero no vio de quien se trataba hasta que se acercó. Para entonces Black estaba de pie y de forma bastante violenta comenzó a insultar a esa gente, aunque nunca uso una palabra soez. La boca le sangraba, lo mismo el costado de la cabeza. De su mano derecha tenía tres dedos doblados en forma antinatural. Mary supuso que presto resistencia a los rufianes que asaltaron su casa, pero él era uno contra varias decenas. Cojeando de la pierna izquierda iba de regreso a lo que quedaba de su taller cuando se encontró con Mary. No estaba de humor para hablar con ella ni con nadie.
-Deberías ir con un médico-le dijo Mary cuando pasó junto a ella.
Era ridículo preguntarle si estaba bien. A todas luces se veía lo mal que estaba y no solo por la paliza que le habían dado. Black la miró e iba a responder, pero en ese momento apareció un grupo de policías. Por poco arrestan a Black, sino es porque Mary les dijo que él era el dueño del taller saqueado. A regañadientes lo trasladaron hacia un sitio improvisado donde se atendía a los civiles heridos. Mary fue con ellos después de dar una mirada a la casa y suponer, sin temor a equivocarse, que su moto no estaba ahí.
Al llegar con los paramédicos a Black le tocó esperar, porque el sujeto que estaba ahí estaba atendiendo a una mujer rubia con minifalda muy cara. La chica tenía una raspadura en la pierna producto de una caída nada más.
-Oye...¿Qué no se debe atender según la gravedad de lesiones?-le preguntó Mary.
-Tú estás bien-le contestó el tipo tras mirarla.
-Pero él no- le respondió Mary señalando a Black- Y esa mujer tampoco- agregó viendo a una señora que cubría su ojo con un pañuelo. Sus manos temblaban.
-Terminare con ella y luego sigo con ellos-le respondió tomándose todo el tiempo del mundo para curar a la mujer.
Mary vió a Black adoptar una postura que hiciera menos evidente lo mareado que estaba y lo mucho que le dolía el abdomen.
-Eres un inepto-le dijo Mary al paramédico, pero obteniendo la atención de todos- Atiendes primero a esta mujer solo porque es bonita y mientras la revisas tienes la oportunidad de tocarla y ver su ropa interior de encaje rojo. Si, muy sexy, a mi también me calienta. Seguro presumiras, ante tus amigos que tuviste a una mujer como ella en la camilla de una ambulancia y pudiste manosearla a gusto. Porqué eso es todo lo que podrás hacer con ella. Presumir que la manoseaste y claro, también
masturbarte. Esta mujer está fuera de tu alcance. Tú la recordaras mientras te acaricias tu pobre virilidad, pero ella ni siquiera recordara tu cara, porque en su mundo los hombres como tú sin indignos de su atención. Ella está con hombres que si son alguien. Solo mira la marca de sus zapatos. Tú sueldo ni siquiera alcanza para pagar la mitad de lo que valen...
El tipo lució incómodo, la mujer puso su mano entre sus piernas para bloquear la mirada del paramédico y Black se sonrió de esa forma oscura, medio torcida que tenía.
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