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12._¿Bailamos?


Aquel domingo era día de elecciones. La gente andaba por la ciudad trasladándose a sus puntos de sufragio acosada por la prensa local que ansiaba conseguir declaraciones hostiles de un lado y de otro.

Esa mañana Mary salió a cumplir su deber civico bastante temprano, con la esperanza de desocuparse de todo ese asunto lo antes posible. Prefirió caminar en lugar de usar su motocicleta. Con tantas calles cortadas se avanzaba más rápido a pie que en cualquier vehículo. El día estaba soleado, el cielo despejado y de un color azul tan limpio y profundo que no parecía real. Como de costumbre hacia frío esa mañana, pero Mary no se abrigó mucho. Su oscuro atuendo era algo ligero, para el clima y ella misma se dio cuanta de eso a poco andar por lo que compró un café y con la bebida en la mano avanzó por las calles.

Ella no había visto a Black en semanas, pero él si la había visto a ella. No era raro que pasará por fuera de la imprenta donde Mary trabajaba o que camino a su casa pasará por fuera de la de ella en su nueva motocicleta. Verla a través del escaparate o mirar la luz encendida de su cuarto, en el segundo piso, fue suficiente para Black, sin embargo, en un par de oportunidades aprovecho de tomarle un par de fotografías. Hay personas que posando salen muy bien en las fotografías, Mary no. A ella la favorecía más el retrato espontáneo. Black solo hizo tres o cuatro. Obviamente no tenía pensado mencionarle aquello, pero no porque temiera se enfadara con él. El motivo es que quería conservar esas imágenes para si por el tiempo que le gustaran. Había sostenido algunos diálogos, con ella, por teléfono e intercambiaron algunos mensajes, pero eso fue respecto a su empresa no a ellos. A ratos esa aparente falta de interés era realmente molesta para Black. Sin embargo, durante ese periodo le vino bien no tenerla como distracción.

Black estuvo bastante ocupado todo ese tiempo. Había vendido su casa y se instalo en un hotel sencillo en la costa. Además había recibido una invitación para participar en una exposición fotográfica en otra ciudad. Su trabajo no solo desató polémicas, también captó el interés de algunos artistas y medios de difusión selecta. Tenía otro par de ofertas, pero ninguna le interesó como esa para la que estaba seleccionando algunas fotografías. Entre ellas encontró las que había hecho a Mary. Esas no las pensó exponer. Había una que tenía potencial, aunque no el suficiente.

Después de meditar un poco Black ordenó su equipaje, que no era mucho. Puso el bolso cilíndrico sobre su hombro y dejó la habitación de hotel. Se iría de la ciudad esa tarde. Después de tanta exposición a la opinión pública, Black quería un poco de paz. Mary tuvo razón y pudo obtener lo que quería.

-Todo grito de protesta acaba siendo comercializado. Convertido en un producto y vendido a granel a las masas. Así es como todo pierde poder- le dijo esa mujer aquella vez que le propuso esa empresa- Cuando un símbolo y la ideología que este representa se convierte en una moda deja de ser revolución. Nosotros crearemos la lanza que pícara un poco en los exacerbados ánimos del pueblo y luego se las venderemos a los comerciantes de siempre. Sé que puede parecer un desperdicio, pero simplemente nos estaremos adelantando a los hechos. El mundo no va a cambiar por una fotografía, por un libro, por una canción o por una marcha ni por ninguna de esas cosas que nos hacen creer que estamos haciendo algo cuando en realidad no son más que pataletas. En este mundo hay que quejarse con gracia. Saber vender tus ideas en lugar de jactarte de que a ti nadie te compra. Si nadie te hace una oferta por lo que estás haciendo, no estás haciendo algo realmente.

-Vaya- exclamó Black, en esa oportunidad, llevándose la mano al costado de la frente casi de una manera dramática, aunque en realidad se vio elegante y sensual- Y alguien dijo una vez que mi visión del mundo era deprimente. Tú no tienes esperanza alguna. Ni siquiera crees que valga la pena eliminar a los humanos para al menos dejar que este mundo florezca en su flora y fauna. Para ti todo se centra en el hombre y en un hombre podrido.

-Los hombres siempre hemos estado medio podridos- le dijo Mary- Piénsalo bien. En todas las eras, la historia es la misma: barbarie, depravación; la conducta autodestructiva del ser humano poco a mejorado. Pero al menos hay menos culturas que se matan a pedradas en la plaza pública por cosas como ser infiel o que consideren normal que un niño de ocho años tenga que salir a trabajar. Hemos mejorado. A nadie cazan por bruja hoy en día y no nos estamos muriendo por un clavo oxidado enterrado en el pie o un resfriado.

Black hizo una expresión de desaprobación y desden mientras cruzaba los brazos.

-Los hombres no somos tan terribles Black. Todos somos un conjunto de sombras y luz que siempre se están debatiendo entre sí. Tú eres un buen ejemplo de eso- le señaló la mujer.

Black se sonrió con un placer oscuro al recordar esas últimas palabras, mientras montaba sus cosas en la motocicleta para ir en busca de esa mujer. Muchas calles estaban cerradas Así que le tocó hacer un rodeo bastante largo siguiendo la ruta del tranvía para llegar a aquella casa que estaba vacía. Tres veces tocó a la puerta, pero nadie contestó y cuando trató de llamarla por teléfono este sonó apagado fastidiando su ánimo. Considerando que era un día para votar por el próximo alcalde y conociendo a Mary, Black supuso que ella había ido a algún local de sufragio. No podría saber en cuál iba a estar Mary así que en lugar de perder el tiempo buscándola, decidió esperar ahí un rato.

Sentado en la escalinata, descansando la cabeza contra la puerta, después de una hora, comenzó a dormitar. El clima era realmente agradable ese día. Tanto que las sirenas de la policía fueron un insulto a la cálida atmósfera. Tres vehículos de emergencia pasaron por aquella calle hacia el centro de la ciudad a toda velocidad. Aquello saco a Black de su letargo y lo hizo ponerse de pie sacando su teléfono celular para ver qué hora era. Pasaba de la una y tenía una llamada perdida de Mary. La devolvió y la mujer le contestó, pero había tanto ruido de fondo que apenas podía oírla.

-¿Dónde estás?- le preguntó Black tres veces antes de que ella pudiera responderle.

-¡En la plaza principal!- le gritó Mary- ¡Hay una protesta aquí! ¡No puedo hablar ahora!

-Ire por tí. Espérame en...- le decía Black, pero la llamada se cortó bruscamente.

Mary vio como un sujeto salió corriendo con su teléfono celular en la mano y desapareció de su vista entre la gente, el humo e improvisados proyectiles. El aire era difícil de respirar gracias a los gases disuasivos que soltaba la policía. Ella se cubría la boca y la nariz con un pañuelo, pero era imposible huir de los efectos de ese aire. Se amparo detrás de unos contenedores de basura. La plaza y las calles aledañas se habían convertido en un campo de batalla. La gente estaba totalmente desquiciada.

Al parecer se había desatado una pelea entre simpatizantes de los distintos candidatos. Un conflicto que comenzó a escalar y terminó convirtiéndose en toda una batalla en la que Mary, como muchos, quedó atrapada. Algunas personas comenzaron a saquear algunas tiendas para hacer barricadas y fogatas, pero había unos que estaban llegando demasiado lejos. De lo que fue una pizzería salió una chica medio desnuda a la que un muchacho cubrió con su chaqueta y apartó del lugar.

Mary decidió moverse para escapar de todo eso antes de acabar asfixiada y tuvo suerte, pues apenas unos segundos después de que ella y otras dos personas dejarán los contenedores una bomba incendiara cayó ahí. Fue instintivo el que la mujer volteara a ver qué había pasado, tropezando y acabando con su mano aplastada por el zapato de un tipo encapuchado. El sujeto sostenía un madero con el que tenía pensado azotar la cabeza de Mary como si fuera una pelota de golf. La muchacha aprovechó su posición para golpear la rodilla del hombre con toda bastante fuerza. Aquello le permitió poder levantarse y huir. Pero no sabía hacia donde estaba corriendo. Todo era un caos y producto de ese gas pimienta en el aire los ojos de Mary estaban irritados. No podía ver mucho. 

Milagrosamente la mujer logró alcanzar un sitio más seguro y despejado, pero allí se encontró con una mujer policía que le dio un golpe con su bastón retractil. A Mary nunca le quedaría claro si la oficial la confundió con un manifestante y creyó que la iba a agredir, pues ella apareció desde atrás y la policía pudo mal interpretar su acercamiento involuntario. De todas formas de no ser por sus buenos reflejos, Mary hubiera acabado con la cabeza rota de no ser porque logró levantar el brazo para protegerte. Al caer al suelo, Mary vio a la oficial enarbolar su brazo para darle otro golpe, pero terminó siendo arrojada contra la pared a su costado. La tacleada que le dieron le dejó bastante aturdida, pero pudo levantarse. Lamentablemente para ella no fue lo suficientemente rápido para capturar a su agresor que tomando a la mujer de cabello anaranjado se echo a correr por la acera.

Black fue a buscar a Mary, pero en medio de todo lo que estaba pasando no creyó poder encontrarla. Estaba de pésimo humor después de que intentara comunicarse con ella y su teléfono celular fuera respondido por un tipo que lo insulto. Por suerte para él consiguió dar con Mary a poco de llegar. Es que Black imaginó que la mujer buscaría una salida no tan convencional, por lo que en lugar de correr hacia la avenida lo haría hacia las callejuelas que quedaban a la zona bohemia. No se equivocó, aunque Mary, en realidad, no planeó llegar hasta allí. Simplemente corrió buscando una zona más despejada y esa era la mejor área.

Black había dejado su motocicleta escondida en un callejón un tanto apartado de todo el tumulto. Buscar a Mary montado en ese vehículo hubiera sido demasiado difícil, puesto que hubiera llamado la atención de los manifestantes que no hubieran dudado en  atacarlo. Agredían cualquier automóvil o semejante que entrara en esa zona de la ciudad. Para despistar a la mujer policía él empujó a Mary al interior de una tienda saqueada cuyos muros exteriores habían sido devastados al estar hechos de cristal. Nada quedaba en el interior de ese lugar salvo por un montón de ruinas entre las que ellos pudieron ocultarse un momento.

Mary apenas respiraba. Todo ese aire viciado le tenía la región respiratoria irritada, además el esfuerzo físico de la carrera por poco terminan con su aliento. De rodillas entre las piernas de Black, que se sabía hincado detrás de lo que alguna vez parecía haber sido un mostrador, Mary intentaba respirar con normalidad. Apretaba la ropa de Black entre sus manos con fuerza y él descansaba su mano en la melena de la mujer que cerró los ojos para descansar su vista.

-¿Estás bien?- le preguntó Black y sonó tan rudo como siempre, mas ver la mano lastimada de la muchacha sobre su pecho lo hizo fruncir el ceño casi como si se le fuera a romper.

Mary solo asintió moviendo la cabeza afirmativamente. No podía hablar, tenía la garganta demasiado lastimada. Después de unos minutos allí consiguió respirar ligeramente mejor y ver un poco más, pudiendo digerir el hecho de que Black la había ayudado y estaba allí con ella. Levantó un poco la cabeza para verle el rostro, él le frotó debajo de los ojos para secarle las lágrimas. Incluso uso la manga de su camiseta para ello.

-Necesitamos llegar a ese callejón- le dijo señalando el otro lado de la calle- ¿Estás lista?

Mary asintió con la cabeza, pero en realidad no lo estaba. Si Black se dió cuenta o no de eso, fue imposible saberlo para ella. Él solo le sujetó su mano con fuerza al ponerse de pie y corrió hacia el lugar señalado. Eran solo unos veinte metros, pero se sintieron como doscientos o más. La gente corría huyendo en busca de una salida de ese tumulto, pero otros se enfrentaban a las fuerzas armadas iracundos. Mary observó todo eso y se sintió en medio de un infierno, uno que lejos de asustarla le pareció patético.

La motocicleta de Black estaba en su lugar, pero a él le tocó tumbar a golpes a dos tipos que estaban intentando robarla. Después de liberarse de ellos pudo salir a la calle y alejarse de ese lugar llevándose a Mary que dio una última mirada a la hoguera que se encendió en medio de esa ciudad

Unas horas más tarde, Mary estaba sentada en una butaca del patio de comidas de una gasolinera. Tenía la mano vendada y veía las tabletas que le dio el médico sobre la mesa. Black llegó a sentarse frente a ella unos segundos antes de que la mesera apareciera con la orden que él y Mary hicieron. Dos tazas de té, unos sandwichs y una rebanada de pastel quedaron sobre la mesa. 

-¿No piensas tomarte esos analgésicos?- le cuestionó Black al tomar la taza de té. Al probar la bebida el desagrado por su sabor se reflejó muy bien en su rostro.

Mary tomó las tabletas y puso dos en su boca. Las trago sin necesidad de líquido. A Black eso le resultó un poco cómico porque lo percibió como un desplante de rudeza. Se sumergieron en un breve silencio, mientras él comía un poco y ella bebía su té.

-Me estoy mudando a una ciudad pequeña en el norte- le dijo Black súbitamente- ¿Quieres venir conmigo?

Esa pregunta hizo a Mary pegar la espalda al respaldo de la butaca y quedarse viendo a Black a los ojos un rato.

-¿Tienes miedo?- le cuestionó él con ese tono altanero que tenía.

-No- respondió Mary tomando la taza de té para beber un poco- Jamás he tenido miedo de bailar con el diablo- agregó al apartar el recipiente de su boca.

-¿Bailamos?- le preguntó Black con los ojos fijos en los de ella que en respuesta le sonrió.

El ocaso de ese día parecía tener más colores. En contraste a él la motocicleta con sus dos o ocupantes eran una sombra negra que se movía veloz por la carretera.

En la gasolinera la camarera levantaba los platos, el pago y la propina de aquella mesa mientras oía la televisión hablar de los terribles desmanes que sucedieron durante las elecciones de alcalde de la vecina ciudad. También de un incendio forestal y la guerra en otro continente. Un poco fastidiada la mujer apagó el televisor y encendió la radio mientras iba hacia la cocina para que lavaran los trastos.

"Cuando son las siete de la tarde con treinta minutos los dejamos con esta canción Lovers on the sum. Que la disfruten. Nos encontramos mañana a la misma hora de siempre, si la suerte nos acompaña. Muy buenas tardes y gracias por sintonizar su emisora 77.7 FM."

Fin.

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