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11._Tierno


Black no se equivocó. El enfado de Mary se desvaneció a medio camino. Al llegar a su casa lo miró sonriendo y lo invitó a pasar. Él no se hizo de rogar. Hacia frío ahí afuera. Esa casa era verdaderamente estrecha, pues no había sido construida con el propósito albergar personas que la usaran como hogar, sino como una barbería por allá a principios del siglo pasado. Sin embargo, de alguna forma a Black se le hacía un lugar muy propio de esa mujer. Un espacio que parecía reducido, pero que en realidad era muy amplio y luminoso, cálido incluso.

-¿Quieres ver qué pasó con tus fotografías?-le preguntó Mary mientras iba a la cocina- Este es el mejor horario para navegar en internet- agregó mientras ponía la tetera en la estufa.

-Prestame tu ordenador- le contestó Black mientras se quitaba la chaqueta para sentarse en el sofá.

Mary le dijo que no tenía uno, pero sí una tablet en el cajón de la mesa de café. Black la saco del lugar señalado y descubrió solo tenía el 40% de batería. La muchacha tampoco tenía wifi, así que le compartió datos de su teléfono celular.

-Casi vives en una caverna- le comentó Black al descubrir la poca tecnología de la que ella disponía.

-No me gusta complicarme la vida- le contestó Mary desde la cocina.

Black se sonrío de ese modo torcido, medio sarcástico, y se sumergió en sus fotografías. En en los comentarios que había en la galería que resultaron ser bastantes. Leyendo todo eso se entretuvo hasta que la mujer llegó a su lado con una bandeja con dos tazas de té y unos bocadillos ligeros. Mary se sentó a su costado para echar un vistazo también, quedándose como él sumergida en esas palabras que eran una tormenta.

Había opiniones muy buenas, positivas, que alababan el gran trabajo fotográfico además del fino, pero a ratos grotesco erotismo que se retrató en cada una de las escenas. También el que las modelos fueran mujeres convencionales, de diferentes edades, y no las chicas guapas con cuerpos esculpidos a las que siempre estamos habituados. Si bien todas las mujeres de las fotografías eran bonitas, como se espera de un producto semejante, era mucho menos artificial en comparación a otros trabajos de ese tipo. Además incluían al hombre como parte del cuadro y otro montón de cosas de las que no se hablaba mal. Pero desde luego muchos consideraban que en los actuales tiempos material de ese tipo era innecesario y un completo insulto a la integridad de la mujer, al sexualizarla de manera vulgar y prácticamente venderla. Según ellos no había diferencia entre esa revista y una página pornográfica cualquiera. Por supuesto también estaban los moralistas de siempre. Los eternos vigilantes de las buenas costumbres, dispuestos a iniciar una casa de brujas contra aquellos que, supuestamente, exponen la mente de los jóvenes y niños a un material obsceno y decadente. Esas fotografías, nada que pudiéramos mostrar el cuerpo de una persona de manera sugerente e invitar al pecado, podía ser considerado arte y el autor tendría que estar detrás de las rejas mientras que las mujeres y hombres que posaron para él tendrían que estarse avergonzando por posar así. Era argumentos ciegos a la realidad del mundo, pero esperable de fanáticos religiosos que se pasean por los pantanos diciendo que están ahí para salvar lo que en secreto gustan devorar. También estaban los que aplaudían ese trabajo, mas no por su calidad artística o mensaje contestatario a la doble moral de esta sociedad frágil, sino porque simplemente gozaban de ver a una mujer desnuda exhibiendo sus atributos.

Había de todo, pero nada que esos dos no esperaran encontrar. Se entretuvieron un buen rato leyendo esos comentarios. Algunos de los cuales mostraba muy buenos argumentos a favor y en contra, otros eran casi un mal chiste haciendo que Mary y Black se preguntaran si no eran producto una broma o la manifestación de un idiota. Después de una hora hubo una frase que obtuvo la atención del hora célebre fotógrafo. El comentario no tenía nada en especial. Era una de esas cursilerías que casi están fuera de lugar en medio de discusiones como esa, pero que aun así alguien las coloca con ánimo conciliador o bien porque simplemente se le ocurrió que podía decirlo intentando llamar la atención o solo porque sí. La cosa es que Black leyó aquellas palabras en voz alta y al final agregó que ese sujeto le recordó a su ex novia.

-¿Y eso por qué?- le preguntó Mary antes de llevarse la taza de té a la boca.

-Ella siempre hablaba de hacer el amor- le respondió Black- No concibo ese concepto- añadió antes de tomar un poco de té- El amor es de naturaleza tierna, mientras que el sexo es el instinto animal de aparearse. No conlleva ternura si erotismo y el placer de la dominación. Esa cuota de satisfacción al conseguir el cuerpo deseado y disponer de el para tu placer es parte del gozo del poder. Todo eso nada tiene que ver con la ternura -aclaro sonriendo un poco oscuro.

-El amor tierno se desarrolla a expensas del impulso sexual, que es desviado de su meta y convertido en tendencias sentimentales- le contestó Mary viendo al techo, al mirar a Black se encogió un poco de hombros y se sonrió- Lei algo de eso hace tiempo. No recuerdo quien lo dijo.

- Fue Freud- le señaló Black- Según él, el amor pone un límite a la sexualidad y plantea otras metas y otro tipo de satisfacciones- agregó como si eso no fuera relevante.

Mary se quedó pensando en si para Black los sentimientos eran algo realmente sin importancia. Todo apuntaba a que si, sin embargo, no los desconocía y estaba sujeto a las emociones. Él era un tipo de pasiones. De pasiones negras, pero pasiones al fin y al cabo y aunque no le gustara admitirlo se dejaba llevar mucho por más por sus impulsos que por sus pensamientos. Eso la hizo reír, ganandose una mirada de intrigada de él.

-Me preguntaba cuál es la diferencia entre el erotismo y el instinto- le dijo Mary como para salir del tema del amor tierno.

-¿En serio no lo sabes?- le cuestionó Black pasando su brazo por detrás de la cabeza de ella para descansarlo en el respaldo del sofá- No te hagas la estúpida conmigo, Mary.

-Bueno el instinto es un impulso. Algo inconsciente. El erotismo es conciente- exclamó la mujer como si lo acabará de descubrir y esbozando una sonrisa cómica.
-Poner la cuota de erotismo aleja al sexo del instinto animal...
supongo que hacer el amor puede ocurrir cuando la ternura sobrepasa a la pasión, no permitiendo surja el erotismo.

-Ya deja el asunto- le pidió Black un tanto fastidiado.

Mary se quedó callada un momento. Subió los pies descalzos al sofá y se quedó como pensando. Black la miró de reojo y espero. Sabía iba ella iba a decir algo.

-Sí te soy honesta el sexo nunca me ha interesado demasiado- le confesó- Casi nada de hecho. Lo disfruto, lo exploró, pero como hago con todo lo que me permite conocerme más y conocer más al otro. Por eso ideas como hacer el amor me son...

La idea quedó inconclusa, pero es que todo eso fue simple divagación. Mary hacia eso a veces con una intención ajena a la reflexión. Se sonrió con esa gusto que nos da encontrar algo de nuestro agrado y le hizo una caricia en el cabello. Él sabía, muy bien, que para esa mujer en la cama no se manifestaba el amor.

Volvieron a los comentarios encontrando las típicas peleas de género. Esas discusiones infinitas entre hombres y mujeres respecto de lo que para unos está bien y para los otros está mal. Era cómico todo el alboroto que una fotografía podía desatar. Pero lo era todavía más saber que hay gente que se pone de mal humor por lo que un desconocido le dijo desde el otro lado de una pantalla. Ellos no se preocupaban por eso. Lo usaban a su favor y teniendo los resultados esperados se divirtieron un rato en el sofá y en luego en la cama.

Black no durmió esa noche. Se quedó tendido junto a la mujer que descansaba a su lado confiada de que no corría peligro. Pero si lo hacía y él se lo advirtió. Posiblemente de seguirse arriesgando así con ella acabaría pasando lo de siempre y no es que eso a él lo preocupara, solo le era molesto.

-Para ti las cosas no se dividen más que en si te agradan o te desagradan- le dijo Mary una vez.

Reconocer que ella tenía razón, en ese momento, no la sentó muy bien. Recordarlo mientras la veía dormir tampoco fue muy agradable. Pero estar a su lado no le resultaba incómodo y eso era algo un tanto preocupante. Como lo que pasó en ese bar. No saber que estaba ella haciendo, no poder controlarla, verla bailar libre, ver como otro la tocaba le sacó todo su disgusto y eso era algo que hace mucho no le pasaba. Eso de compartir sus cosas no le sentaba nada bien y el problema es que las personas no son cosas.

Cuando Mary despertó lo hizo sola en la casa. Así lo confirmó al bajar en busca de su invitado que se había marchado, pero se tomó la molestia de dejar hecho té en aquella pequeña tetera. Un poco decepcionada Mary apoyó el hombro en el umbral de la cocina. Fue entonces que notó él había dejado la chaqueta allí y se llevó aquella que había abandonado antes en su casa y no había ido a recuperar. Eso le saco una sonrisa que se desvaneció en los siguientes días.

Black no escondió su autoría en las fotografías. Pronto los medios ubicaron al artista y descubrieron que años atrás tuvo unos pequeños éxitos que habían caído en el olvido, pero que ellos trajeron de vuelta para ensalzar su figura. Mary se enteró de todo eso por medio de las noticias y algunos comentarios en redes sociales. Ella no era mucho de ese mundo así que prefería los noticieros.

Exponerse a la opinión pública puede resultar verdaderamente estresante, sobre todo cuando hay una gran cantidad de personas dispuestas a crucificarte por ir en contra de la corriente o por poner el dedo en la herida. Black se ganó, rápidamente, detractores entre los medios. Activistas políticos y sociales, periodistas y hasta youtubers. Pero él sabía que eso sucedería. Estuvo dispuesto a lidiar con ello desde el inicio. Aunque no era la persona más comunicativa del mundo, si de debatir se trataba defendiendo sus ideas, Black era capaz de soltar una verborrea digna de un catedrático. Su único problema era que no toleraba demasiado el que lo contradijeran, ni la resistencia necia a sus argumentos, pero Mary lo vio un poco menos exaltado. Siempre sostenía esa sonrisa torcida medio sarcástica y arrogante que tenía. Nunca pudieron moverlo de su posición no importó si el contrincante, el interpelador, tenía mejores argumentos. Black era inamovible y siempre decía que en el fondo todos sabían él tenía razón. Que esas fotografías no habían sido alteradas ni estaban fuera de contexto. Eran fotografías y las fotografías detienen el tiempo en un momento de la historia. La historia está plagada de actos irracionales de violencia del resentimiento de las minorías, del abuso del poderoso; una fotografía es solo la verdad del instante que fue capturado. Ni buena ni mala, solo la verdad del instante. Cuando Mary lo oyó decir eso en una entrevista, entendió porque a él le gustaba tanto ese arte. El propio Black recordó porqué, años atrás, lo apasionó ser fotógrafo.

Pero mientras él se entregaba al mundo que lo odiaba y que también lo alababa, Mary quedó en las sombras del anonimato. Durante semanas Black no volvió a buscarla, ni a llamarla. Estaba aprovechando su efímera fama. Ella y él sabían que la atención que esas fotografías obtuvieron no sería eterna, ni muy larga. El efecto mediático siempre es breve, pero si eres astuto puedes sacar mucho provecho de ese pequeño instante. Black era astuto.

¿Por qué todo el mundo hablaba de las fotografías de las protestas y no las eróticas? La respuesta era muy sencilla: Black publicó las primeras bajo su nombre, pero la revista la saco a la luz bajo el nombre de un estudio fundado por otra persona y esa persona era Mary. Por tanto la revista le pertenecía a ella y él allí era solo un empleado. Nadie iba a imaginar que el autor de las fotografías explotadas por el partido de derecha, también era el autor de una revista erótica. Ambos conceptos eran un tanto incompatibles y aunque algunos podrían sospechar no tenía las suficientes pruebas y tampoco les importaba demostrar tal cosa porque a la larga podía usarse a favor del propio artista. Todos los que lo acusaban de ser un ultraderechista acabarían cayendo en sus propias palabras. pues según esa revista él era un liberal. Y acusarlo de hipócrita también podía ser refutado fácilmente y de una forma que al final resultaría bastante obvia para cualquier persona en los sitiales de la política: Black simplemente los estuvo utilizando. Él les vendió su discurso y no lo hizo por unos cuantos beneficios, sino por dinero. La propiedad intelectual se compra y él vendió sus fotografías a ellos para que las usaran en sus campañas publicitarias. Black jamás dijo estar a favor de nadie. Él solo manifestó su opinión al respecto que coincidiera con la de ellos era otro asunto que les vendiera su trabajo una acción obvia.

El mundo estaba ardiendo siempre, Black lo había aprendido bastante bien y hace mucho que había dejado de intentar apagarlo. No tenía la suficiente agua para tal hazaña. Por un tiempo ignoró el fuego que consumía todo a su paso. Después de conocer a esa mujer se dio cuenta de que podía apartar un poco de esa madera que se quemaba y echarla en su chimenea y disfrutar del calor. De de paso también podía hacer unos cortafuegos e incluso salvar un árbol o dos. Quién sabe tal vez esos árboles podían crear un bosque o al menos limpiar el aire.

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