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EXTRA 2: Italia

Estábamos en el encantador pueblo de Almafi. Viajamos junto a Gunther cuatro días antes para organizar todo para la fiesta que sería el veinticinco de septiembre, entrando en la estación de otoño y en el tiempo donde los turistas no saturaban el lugar.

La ceremonia y la fiesta sería todo en el mismo lugar, era un hotel que contaba con esos servicios y que tenía una de las mejores vistas. No asistían muchas personas como invitados, aproximadamente veinte en total. Queríamos hacer algo íntimo donde todos se sintieran a gusto al final, además de que pudieran disfrutar de la fiesta y de Italia.

Suspiré porque estaba nerviosa, quería que todo saliera bien. Por suerte el hotel contaba con una chica que organizaba las cosas básicas que me ayudó mucho a la hora de planificar ciertos detalles para la boda, ella era mi ángel en estos momentos.

—¡Bien! —Christa terminó de ponerme el último aplique en el cabello—. Soy una experta en estas cosas.

—Por eso te contraté.

—¿Vas a pagarme? —No le presté atención a aquella pregunta haciéndome la tonta.

Me acerqué hasta el espejo de cuerpo completo para mirar con detenimiento mi peinado. Era un recogido simple y bajo con algunos mechones sueltos más algunos apliques en el cabello para darle un toque final.

—Bien nos queda una hora y empieza la ceremonia —Flor estaba sentada al lado de la enorme ventana que daba al balcón, desde acá veíamos al mar y algunos barcos que estaban dispersos. Ella ya se encontraba con el sencillo vestido celeste que era el mismo que Simone, ambas eran mis damas de honor.

—Traje champaña para sacar los nervios —Simone entró a la habitación y Christa la ayudó con las copas.

—Pensé que verías a Gunther —Christa empezó a servir en cada copa.

—Te queda sensacional el peinado —Simone se acercó para apreciarlo mejor—. Fui a verlo, está nervioso y a mi esposo se le ocurrió la excelente idea de calmar los nervios con alcohol. —Nos informó a todas.

—Tu esposo siempre tiene buenas ideas —acote.

—Por eso me casé con él —ella me acercó una copa con champán.

—Me encantan las vistas. Debo decir que fue una buena decisión hacer la boda aquí, ¿de quién fue la idea? —Flor tomó un sorbo de su bebida.

—Fue idea de Gunther, quería un lugar que fuera accesible para la luna de miel. Se enamoró de Italia en la última competencia y siendo sincera cualquier lugar estaba bien para mí.

No tomé mucho alcohol porque el mismo siempre hacía efecto rápido en mi sistema. Me tranquilicé cuando la hora de la ceremonia se acercaba, con delicadeza me puse las joyas que simplemente consistían en unos pendientes sencillos que no saturaba el outfit, sino que complementaban la visión final.

—Ya casi es la hora —Flor habló. Junto a Simone me ayudaron a ponerme el vestido.

Aquel vestido que fue el cuarto en probarme cuando fui a comprarlo era completamente mi estilo. Era clásico con un escote en V que daba paso al encaje transparente que se encontraba en la espalda. Tenía líneas limpias y sencillas, me gustaba porque era sofisticado. Christa me colocó el velo que era corto, el mismo llegaba hasta la espalda y me dio el ramo de flores que elegí para dar un poco de color. Había rosas blancas y rojas.

—Bien iré a buscar mi lugar —Christa pasó a mi lado y me regaló una sonrisa—. Te ves hermosa.

Sonreí tímidamente por sus palabras. Me sentía hermosa, tranquila y esperaba con ansias la ceremonia. La ubicación era en los jardines del hotel, teníamos privacidad y encantadoras vistas de un lado enfocamos las montañas y del otro se podía ver el mar. La decoración de la boda se relacionaba con las flores y las mismas estaban en las decoraciones siendo las protagonistas, pero no abrumando con su presencia.

Bajé las escaleras y esperé mi señal para poder entrar. Lo hacía sola por lo que eso me trajo un poco de nervios.

Escuchaba a los invitados y eso provocó que el nudo en mi panza se intensificará. Sin que me vieran me asomé a una de las ventanas, desde aquí veía la cúpula que decoré yo misma siendo la protagonista del lugar, era algo que dije desde el principio que sería el centro de atención. Identifiqué a mi tío, abuelos, Simone y Mallory, a los demás no los lograba ver. Sin embargo, sabían que estaban allí.

Entonces dirigí mi mirada al centro de la cúpula y vi a Gunther con su traje gris hecho a medida hablando con Frederick su primo. Si estaba nervioso no lo notaba. Solté una risita porque al final si se puso la corbata marrón, estaba tan indeciso por aquel detalle.

Me acomodé mejor cuando la organizadora me dio la señal. Estaba lista, preparada para unirme a Gunther. Era una nueva etapa que estaba emocionada por transitar, aunque las cosas al principio para mí no funcionaron: con esfuerzo, dedicación y mucha ayuda logré recuperarme, siento que esta es una nueva versión de mi misma. A veces tengo días malos y solo recuerdo que tengo que seguir adelante. No suena fácil, pero tampoco es imposible.

...

—Por suerte Simone tiene a su esposo para llevarla a la habitación —Gunther me entregó un vaso con algún tipo de bebida.

—¿Cuántas copas con champaña van? —Le pregunté.

—No tengo idea, aunque  es una borracha agradable.

—Es divertida. —Lo miré parecía muy contento. Me alejé de él, estaba ocultando algo.

—¿Qué sucede? —Tomó un sorbo de su bebida. Me acercó a él ubicando una de sus manos en la parte baja de la espalda.

—¿Por qué estás tan feliz? —le pregunté curiosa.

—Me encanta esta boda. —Tomó de nuevo un trago de su bebida.

—Me estas mintiendo, dime ahora —lo presioné.

—Puede ser que haya descubierto algo.

No puede ser, él lo hizo.

—¡Gunther! —le reproché—, ¡cómo pudiste!

—Lo lamento. —Me dio un pequeño beso para despistarme.

—¡Miraste los regalos sin mí! —lo golpeé suavemente.

Él tardó en admitirlo, negándolo y poniendo excusas, pero presionarlo y hacerme un poco la víctima funcionó al final.

—Está bien. —Me detuvo.

—¡Lo sabía! —expresé—, ¿Qué te puso tan contento?

—Alguien nos regaló una batidora de los últimos modelos y eso por alguna razón me pone muy feliz —soltó de golpe.

Aguanté o hice el intento, pero mi risa salió al final. Él rodó los ojos y me atrajo de nuevo hacia él dejando rápidamente un beso en mi frente.

—Suena tonto —suspiró—, pero es el último modelo que salió al mercado y estuve buscándola por todos lados.

—Lo sé, cariño. —Apoyé mi cabeza en su pecho. Todavía aguantaba la risa.

—¿Sabes? —lo miré atentamente esperando sus próximas palabras—, con esta batidora estoy seguro que la masa para las galletas de limón saldrá mejor.

—Me encanta esa receta, pero aún más el cocinero.

—A este cocinero lo tendrás toda la vida —aseguró.

—Fui inteligente al casarme con él.

—No tengas dudas de esa decisión.

Entonces Gunther me pidió un baile más y fuimos a la pista. Sonaba una canción lenta, apoyándome en él dejé que guiará nuestros pasos. Me encantaba el perfume que usaba, estaba impregnado en toda su ropa.

Miré hacia arriba, había una parte del techo que era de vidrio y desde acá se podían ver las estrellas brillantes, por suerte el clima nos acompañó en todo el día y no tuvimos que preocuparnos por ese factor.

—¿Sabes que te amo? —Gunther suavemente pronunció.

Miré nuestros anillos. Era un compromiso importante y especial. No lo habría hecho con otra persona, es como si verdaderamente estuviéramos predestinados a estar juntos.

—Lo sé —sonreí—. Te amo Gunther.

¡Gracias por leer! Les dejo algunas imágenes de cómo me imaginé la boda. 

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