Capítulo 18
Finales de septiembre
—¿Cómo te encuentras? —Le tendí el plato con comida.
—Bien —murmuró y siguió mirando la televisión.
Ahora que las cosas se calmaron y volvió a casa, estaba apagado. La rutina se había implementado hace tres semanas atrás y seguía siendo complicada. Podía sentir la tensión todo el tiempo y rogaba porque no saliera a comprar alguna bebida cuando no estaba en casa, porque según me contaron su psicólogo y la encargada del grupo de alcohólicos anónimos estaba haciendo las cosas bien.
—Me iré al entrenamiento.
—Que te vaya bien, Darya —volvió a murmurar.
Preparé mis cosas y salí por la entrada para llegar a la parada de autobús que por suerte no se encontraba tan lejos.
Una hora después bajaba con mis cosas hasta el ingreso del club. El trayecto era largo, aunque la ventaja era que por suerte me dejaba en la entrada trasera y no tenía que caminar mucho para llegar. Entré dejando algunas cosas en mi casillero y tomé el bolso con los patines más mi botella con agua me prepararía en la pista.
Fui hasta la pista y escuché que alguien ya estaba adentro patinando, el ruido del hielo que era cortado por la cuchilla era algo que rompía el silencio. Dejé todo en uno de los asientos de las gradas y empecé a cambiarme.
—¿Es temprano? —La voz de Gunther me desconcentró.
—Mmm... —miré la hora en el celular—. Son las seis y media.
—Edrick vendrá a las siete —protestó.
—Como siempre —aclaré.
—Estoy emocionado.
—Lo sé —suspiré. Hoy practicaremos por primera vez el patrón de la primera parte de la coreografía en el hielo. Simone junto a Edrick trabajaron duro para que quedara lo mejor posible para ambos.
—¿Nerviosa?
—Siempre. —Me paré y Gunther desde adentro de la pista abrió la puerta—. Hace bastante que no hago una rutina.
—Lo entiendo. —Me tendió la mano para que la agarrara y empezáramos a deslizarnos.
—Tendremos una hora antes de que Edrick quiera empezar, calentaré un poco y quiero volver a hacer los twizzles.
—No te presiones. —Se separó y empezó a deslizarse delante mío—. Solo debes distribuir mejor tu peso para que el giro salga.
—Lo intento —gruñí.
—Lo seguiremos intentando hasta que te salga lo más coordinado posible.
Los twizzles se veían fáciles en las coreografías que vi de otras parejas por internet. Resultaron siendo uno de los elementos más complicados, aunque propusieron dejarlo a un lado y cambiarlo por algo menos complicado me negué a que lo sacaran.
Cuando entré en calor y di varias vueltas en la pista, hice una señal a Gunther y juntos nos preparamos para girar. La entrada de los twizzles fue en sintonía, ahora solo debía girar tres veces en un pie y que al mismo tiempo coordinará con los movimientos de Gunther.
Una vuelta. Dos vueltas. Caída.
Aquel golpe de mi trasero contra el hielo terminó por derrumbarse. Suspiré un poco enojada, necesitaba que saliera bien, progresar en este punto era importante porque necesitábamos avanzar.
—Te ladeaste para atrás. —Edrick nos miraba desde las gradas, ¿Cuándo había entrado? —. Has hecho ese error todas las veces que practicaste el movimiento.
—Lo intento. —Tomé la mano que Gunther me ofrecía para levantarme.
—No coordinaron ninguno de los giros.
—Lo haremos de nuevo. —Gunther me hizo una señal y volvimos a intentarlo.
Cuando me preparé para girar, mi peso en la segunda vuelta fue hacia adelante y como pude puse mis manos para frenar el impacto contra el hielo. Me dolió.
—¿Te encuentras bien? —Gunther se acercó para ayudarme de nuevo y vi como sus ojos se deslizaron hacia mi boca, fue rápido el movimiento y lo noté.
—Lo hiciste de nuevo Darya. —Edrick estaba en la entrada con los patines puestos y se deslizó para estar junto a nosotros.
Era la primera vez que lo veía en la pista. Siempre estaba en las gradas sentado anotando cosas en su celular y dándonos indicaciones, pero jamás lo había visto dentro de la pista y eso que habían pasado casi dos meses desde que acepté la propuesta.
—Distribuye mejor el peso y céntrate esta vez en no caerte.
Ambos fuimos y practicamos de nuevo la entrada de los twizzles, no fuimos coordinados y esta vez no me caí solo apoyé el segundo pie en la tercera vuelta, lo cual fue fuera de tiempo. Era un avance.
—Eso está mejor. —Edrick me dio algunos tips y pasamos una hora intentando que no me cayera o apoyara el pie antes. Estaba frustrada porque no me salía y me alivió que en el último intento las tres vueltas hubieran salido dentro de todo bien, solo debíamos mejorar la coordinación y mi equilibrio.
Como nos quedaba una hora libre en el hielo para nosotros solos, Edrick se encargó de trazarnos los primeros treinta segundos del programa. Junto a Simone, Edrick traspasó la coreografía al hielo y no podía estar más contenta con el resultado.
Nuestro entrenador se movía con fluidez al explicarnos cómo quería que hiciéramos los movimientos y sobre la importancia de los típicos agarres de las parejas de danza, no quería que se vieran forzados, sino que los mismos salieran lo más limpios posibles. El contacto con el compañero era importante y aunque al principio me intimidó hacer aquello, ahora estaba un poco más suelta, logrando que no fuera complicado hacer ciertos tipos de enlaces y pasos coreográficos.
Pasamos una parte de la mañana trabajando con Edrick hasta que los demás patinadores y el entrenador habitual empezaron a ocupar la pista. Llegamos hasta las once de la mañana que es cuando el turno terminó y pudimos descansar.
—¿Cómo va todo? —Gunther preguntó cuando empezamos a cambiarnos los patines. Era una pregunta frecuente, sé que trataba de disimular su preocupación por aquella noche y notaba siempre que esa sensación de miedo estaba presente. Como si fuera una bomba y él esperaba que explotara.
—Ahora tengo los horarios más repartidos, creo que la rutina empieza a surgir. —Puse los protectores a las cuchillas y me deshice de los patines.
—¿Todo bien entonces? —Su pregunta tenía un tono escondido que descifré al toque.
—No te preocupes Gunther, no volverá a pasar —murmuré—. Ahora me gustaría concentrarme en sacar la coreografía, ya falta poco para llegar a octubre.
—Se vienen tiempos duros.
—Con Edrick de entrenador —suspiré—, no lo dudo.
Ambos terminamos de sacarnos los patines y cada uno fue al vestuario correspondiente. Pasamos tres horas más de entrenamiento con Simone por la tarde más una hora en el gimnasio dentro de cuarenta minutos. Suficiente tiempo para una ducha, apestaba.
—¿Te encuentras bien? —pregunté cuando Adal contestó la llamada.
—Si.
—Hay comida en el refrigerador —dije mientras trataba de ponerme los pantalones, por suerte no había nadie en el vestuario. La ducha ayudó mucho.
—La vi.
—Solo debes calentarla. —Casi tropecé y como pude traté de mantener el equilibrio mientras me ponía los pantalones.
—Entiendo.
—Solo quería saber cómo estabas —hablé de nuevo tratando de sacarle algo más.
—Estoy bien. —El silencio inundó todo.
—Colgaré, te veo dentro de poco. —Suspiré antes de guardar todo en mi casillero.
Agarré mi botella con agua y me dirigí hacia el gimnasio. Hoy practicaremos las posturas más los enlaces para las elevaciones. Aún no estaba lista para dar el paso de hacerlas en el hielo, pero una de las dos elevaciones que haríamos en el programa todavía no salía como queríamos. También nos habían propuesto hacer una con menos dificultad y ambos al instante nos negamos.
—Entraremos suavemente en calor y comenzaremos con todo. —Marcos nos guió y nos dio las pautas para hacer.
Individualmente entramos en calor, al gimnasio lo compartimos con dos chicos de natación que estaban ejercitándose por lo que el ruido inundaba el gimnasio y eso me tranquilizó. Practicamos varias veces la entrada del salto en donde debía mantenerme firme y girar en los brazos de Gunther para que él pudiera desplazarme y lograr que mis piernas quedaran arriba y pudiera sostenerme con una de mis manos en su pie. Era como hacer una vertical sosteniéndose con una mano y la pared en este caso era Gunther.
La parte difícil sería hacerla en el hielo porque ahora no nos desplazamos, solo nos quedamos en un lugar fijo. Cuando lo hiciéramos en el hielo sería peligroso porque podía resbalar o llegar a cortarle con una de mis cuchillas a Gunther. Ambos estábamos confiados en que saldría. Solo debíamos ir por partes y seguir practicando para que estuviéramos cómodos y siguiéramos generando la fuerza, coordinación y confianza necesaria.
—¿Dónde me llevarás esta vez? —me subí a su motocicleta.
—Iremos primero al mecánico, tengo algo que arreglar y después probarás mis muffins de limón.
—Solo recuerda que tengo que estar en casa a las ocho, debo revisar que mi tío esté bien.
—Agárrate fuerte. —Gunther aceleró y salimos del estacionamiento.
No anduvimos por mucho tiempo, no cruzamos el puente esta vez, sino que nos adentramos más en esta parte de la ciudad, los edificios quedaron atrás y las pequeñas casitas con hermosos jardines inundaron mi visión. Gunther se desplazó por una calle de tierra y anduvo dos calles más abajo. El cartel del taller es lo primero que distinguí, estaba un poco gastado, pero seguía sobreviviendo.
Cuando estacionó enfrente del taller ambos bajamos de la motocicleta.
—Ancel es uno de los mejores mecánicos de la ciudad.
—¿Hace cuánto que tu auto está aquí?
—Tres meses. —Caminamos hasta la entrada y Gunther sacudió una campanita antes de entrar. El sonido de unos ladridos retumbó en el taller.
—¿Gunther? —Un joven un poco sucio apareció junto a un perro color blanco.
—Hola. —Ambos se saludaron—. Ella es mi compañera, Darya.
—Hola. —Saludé.
—Un placer conocerte —respondió.
—Tengo el dinero. —Ambos empezaron una charla sobre el auto y me desplacé por el taller para darles privacidad.
Me entretuve mirando todo, había máquinas que no conocía su nombre y otras que lograba distinguir. No estaba tan sucio como pensé que sería un taller de autos, pero en ciertas partes había líquidos en el suelo y distinguí un poco de polvo en los seis autos que estaban en reparación, había tarros por todos lados que contenían diferentes materiales, además de apreciarse el olor a aceite.
—El mío es el rojo. —Gunther señaló un auto rojo un poco antiguo.
—Es lindo. —Me acerqué prestando un poco más de atención.
—Era de mi padre.
—Está dentro de todo conservado. —Toqué el techo, era de esos modelos que podías desplazar—. Cuando podamos usarlo recrearemos esas escenas donde los protagonistas viajan mientras el viento los acompaña.
—Es un trato y elegiré la música que sonará mientras eso suceda. —Me estrechó la mano y la agarré para sacudirla cerrando el trato.
—Aquí están los papeles. —Ambos empezaron a hablar sobre algunas piezas que necesitaba el auto, que por los gestos de Gunther sonaban difíciles de conseguir.
—Haré lo que pueda. —Ancel habló mientras guardaba el dinero.
—Espero que lo puedas arreglar antes de navidad.
—Son piezas que tengo que encargar a Estados Unidos.
—Llamaré a mis primos, tal vez puedan ayudarte.
—Eso espero. —Ancel suspiró y pocos minutos después nos despedimos.
Gunther salió primero y antes de seguirlo me giré hacia Ancel.
—¿Tienes una tarjeta de contacto? —Pregunté.
—Espera. —Se fue y minutos después volvió.
—Gracias. —Sostuve la tarjeta y me volví a despedir.
Un twizzle es "un giro multirrotacional de un pie que se mueve a través del hielo" . Los twizzles son arriesgados y técnicamente exigentes. Las secuencias de Twizzle, cuando se ejecutan bien, suelen ser el punto culminante de los programas de danza sobre hielo.
Elevación del entrenamiento y resolución en el hielo:
¡Gracias por leer!
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