Capítulo 36. ❄
Clarisse
Encendí las luces del departamento, fui recibida por la soledad que se impregnaba en cada esquina y pared de la pieza. La televisión estaba apagada, no había nadie en la cocina, ni siquiera Marcy salió a saludarme molesta porque había interrumpido su sueño. Esta vez Didi fue a ver a sus padres, quería pasar una semana con ellos porque se supone que en este momento yo debía estar con Tanner, feliz y enamorada, pero en su lugar estaba aquí, sola y triste. Cerré la puerta detrás de mí, dejando la maleta a un lado de la puerta, mi móvil empezó a sonar y respondí cuando me di cuenta de que era Didi.
—¡Hola! ¿Cómo estás en tu luna de miel? —Un nudo se formó en mi garganta. Fui hacia el sillón quitándome el gorro que protegía mi cabeza de la nieve.
—¿Cómo estás tú? —detrás se escuchaba mucho ruido, era obvio, ya que tenía una familia muy grande y ruidosa.
—¿Qué pasa? —me conocía tan bien que no tenía que verme a la cara para saber que las cosas no estaban bien, tan solo con el tono de mi voz lo sabía —. No me mientas —solté un suspiro reteniendo las lágrimas en las esquinas de mis ojos.
—Se acabó —me quité los botines, los dejé a un lado y subí los pies al sofá.
—¿Qué se acabó? —ya no se escuchaba ruido del otro lado —. ¿De qué hablas?
—Mi relación con Tanner, se acabó, me dijo que...
—Espera, ¿qué? ¿Cómo pasó todo esto? Me fui unas horas y me estás diciendo que terminaron su relación.
—Fui a su departamento, ahí estaba Mabel —bufó —. Ella estaba casi desnuda, él salió y me dijo que le siguiera la corriente, haciéndole creer a Mabel que estamos enojados.
—¿Y por qué hizo eso?
—Quiere que ella piense que estamos separados para que no haga nada y así buscar la manera de echarla de aquí —me mordí el interior de la mejilla —. ¿Crees que estoy mal por no aceptar lo que me pide?
—No estás mal —suspiró —. ¿Cómo estás con todo esto? Supongo que no lo estás pasando nada bien.
—Supones bien —con los dedos cogí un hilo del sofá para jugar con el —. Pero he estado peor así que...—encogí un hombro.
—¿Quieres que vaya? Sabes que en pocas horas estoy allá —negué como si me estuviera mirando.
—No tienes que venir, estás con tu familia, hace tanto que no estás con ellos así que quédate en casa, voy a estar bien —se tejió un largo silencio entre las dos.
—¿Segura?
—Sí, estoy más que segura, en este momento necesito estar sola y pensar en mí, en lo que quiero
—¿Por qué no piensas en la posibilidad de ir a ver a tu madre y limar asperezas? Es tu madre, Issy.
—Sé que es mi madre, pero no sé si ella quiere verme, sabes que desde lo de Adam no nos llevamos bien...
—Sí, sí, ya sé eso, pero han pasado años y su relación se rompe cada día más, eres mi mejor amiga y creo que lo primero que debes hacer para sanar completamente es verla, hablar con ella, decirle lo que te molesta y escucharla. ¿Lo vas a pensar?
—Lo voy a pensar —musité.
—De acuerdo, te voy a estar llamando para saber de ti, cualquier cosa por lo más mínimo que sea me llamas, Issy, lo haces por favor, eh —sentenció.
—Lo haré, no te preocupes por mí, voy a estar bien.
—No estoy muy convencida de que estés sola, pero está bien, dices que necesitas tiempo y te lo voy a dar solo cuídate de esa loca, por favor. Por favor, amiga.
—Me voy a cuidar. Saludos a tus papás, diles que les mando muchos besos y abrazos.
—Se los voy a decir, Issy. Te quiero mucho.
—Y yo te quiero a ti, Didi.
Colgamos al mismo tiempo y dejé el móvil a un lado, solté un largo y sonoro suspiro que seguramente le hubiera molestado a Marcy, conociéndola no le iba a parecer bien que esté así, con los ánimos por el suelo y triste por un hombre. Pero Tanner no era cualquier hombre, era el hombre que yo amaba con toda mi alma, la persona con la que quería dormir y despertar, pero ahora mismo aquellos sueños se veían tan lejanos y me hacían sentir tan mal.
Me quedé esperando a Tanner, ni siquiera me moví de mi lugar hasta que escuché que tocaron a la puerta y me puse de pie para abrir, me hice a un lado para que pasara. Tal y como lo dijo pasó media hora desde que me llamó. Cerré la puerta y fui al sofá, se deshizo de los guantes, gorro y abrigo que protegían su cuerpo, me agazapé en una esquina del sofá lejos de él, lo más lejos que podía estar.
—No me mires de esa manera —pidió —. Me estás destruyendo por dentro.
—¿Y cómo crees que me siento yo en este momento? No estoy mejor que tú, Tanner —dije seria, mirándolo a los ojos. No sé cuál era la expresión en mi rostro, pero el suyo me decía que las cosas no iban a terminar bien.
—Te dije mi plan, tenemos que hacerle creer a Mabel que estamos separados, vi la oportunidad y la tomé. Estabas segura de esto.
—Pues ya no estoy segura de nada —espeté —. No me parece una buena idea hacerle creer a esa...a ella que estamos separados solo para que no haga una estupidez —estaba molesta, muy molesta —. No puedes darle gusto a ella y destruirme de esta manera, Tanner —señalé.
—Sé lo que hago y es por tu bien. Mabel está mal.
—Mi bien es estar a tu lado, solo te necesito a ti y ya. No quiero más, solo a ti —mi voz se rompió al decir esto último. No quería llorar, no quería que me viera débil, pero las cosas no estaban siendo fáciles en este momento.
—Cariño, es lo mejor —murmuró. Estaba encorvado con los codos apoyados en las rodillas —. No encuentro otra manera para que se aleje, para que no te haga daño. Lo mejor es hacerle creer que estamos separados —asentí sutilmente mordiéndome el interior del labio.
—Sí, lo mejor es que no nos vea juntos y sepa que ya no somos novios —se incorporó de golpe con los ojos abiertos de par en par.
—Yo no dije eso...—se sentó a mi lado, pero me aparté rápidamente.
—Pero yo sí, no quiero esto, Tanner, no quiero darle gusto a tu exesposa, que sepa que ganó, que venció. No lo quiero, si no estás conmigo y enfrentamos esto juntos no quiero nada, prefiero terminar esto antes de que otra cosa pase. Mabel no es tonta, es más inteligente de lo que tú crees, no se va a tragar el cuento de que estamos separados.
—No, no me digas eso...—lo interrumpí.
—Te termino yo a ti, si tú no puedes hacerlo —de inmediato sus ojos se llenaron de lágrimas, arrepintiéndome en ese segundo de mis palabras.
—¡Solo te quiero proteger! —gritó cabreado.
—¡Y yo solo te quiero a ti, demonios! —me puse de pie cuando intentó coger mi mano, pero me aparté lejos —. ¿¡Es que acaso no lo entiendes!? ¡Te amo maldita sea! Te amo y te dejo libre, Tanner, no quiero verte, no quiero saber nada de ti. No quiero nada de ti, Tanner Russel.
—No me digas eso —murmuró con dolor. Tenía los ojos cristalinos. Seguía sentado en el sofá.
—Me rompiste el corazón, Tanner, no me pidas que sea condescendiente contigo —llevé una mano a mi pecho —. Prefiero que esto se termine antes de que lleguemos a más.
—¿A qué te refieres con eso? ¿Qué quieres decir?
—Es obvio que estás confundido y que la llegada de Mabel no ayuda en nada...
—No sigas —dijo serio, sin mirarme a los ojos —. No sigas, por favor.
—Es obvio que no puedes olvidar lo que pasaron juntos y que muy dentro de ti todavía sientes algo por ella —negó con la cabeza sin decir nada. Estrujaba sus dedos unos con los otros —. Entiendo que estés confundido, así que lo mejor es que desde este momento cada quien siga por su lado.
—No.
—No voy a regresar a la empresa, no me vas a tener que ver más y tal vez así puedas aclarar lo que sientes. Renuncio, Tanner, renuncio a ti, al trabajo, al amor que siento por ti. Renuncio a todo esto —me abracé cuando las lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas.
—No me digas eso, Clarisse —empezó a llorar con dolor, lo que provocó que me doliera el pecho —. Por favor, hablemos, esto tiene solución —se puso de pie limpiándose las lágrimas de golpe.
—Vete por favor y no me busques más —señalé la puerta —. No quiero verte.
—No me hagas esto, gatita, no me dejes así. Ayer fue una noche maravillosa, estuvimos juntos, hicimos el amor. ¡Joder! ¡Hicimos el amor, no fue sexo! No me hagas esto —suplicaba triste y roto.
—Vete —me mantenía en mi posición, sin mirarlo a los ojos porque sabía que si divisaba el dolor a través de su mirada no iba a mantenerme fuerte, me iba a dejar caer y cedería cuando ya había tomado una decisión —. Todo fue tan rápido, nunca debimos empezar algo que iba a terminar de esta manera.
—Demonios —se llevó las manos a la cabeza —. Escúchame —se acercó acunando mis mejillas entre sus manos —. Mírame a los ojos —sostenía mis mejillas, pero evitaba mirarlo a como diera lugar —, ¡Mírame!
—¡Vete! —me solté de su agarre —. Vete, por favor, no hagas esto más difícil de lo que ya es.
—No te vas a librar de mí. Me acabas de decir que me amas y pretendes que me vaya así como así, ¿crees que se me va a olvidar lo que me acabas de decir?
—Olvídate de mí y de todo lo que dije —murmuré. Tal vez podía escucharme serena, pero por dentro me estaba rompiendo lenta y dolorosamente.
—Teníamos sueños, Clarisse, metas que queríamos cumplir, juntos.
—Eran solo sueños, Tanner, nada más que sueños salvajes. Solo sueños que al final, como todo, se esfuman —rio con sorna.
—No, no te voy a dar el gusto de que me aleje de ti. No me voy a dar por vencido contigo. Mientras Mabel esté aquí corres peligro —pasé saliva.
—No te preocupes por eso, voy a visitar a mi madre unos días así que no me va a encontrar. Si tú no sabes donde vive ella, Mabel menos lo sabe —no se veía nada bien, yo por dentro me estaba desmoronando.
—No, no, esto no está pasando. Quisiera retroceder el tiempo y no haberme casado con ella, que solo seas tú la única mujer en mi vida —musitó. Aquellas palabras se sintieron tan bien, pero aun así no borraban lo que dijo en su departamento. Tal vez yo estaba siendo demasiado dramática, pero no quería esconderme de nadie menos de Mabel, solo quería que las cosas fueran como antes, cuando ella no significaba un problema para nuestra relación.
—Vete por favor, quiero estar sola
Sin decir nada cogió su abrigo, el gorro y los guantes, me observó una última vez con la mirada empañada por el llanto.
—¿Estás segura de esto? ¿Estás segura de que es lo mejor para ti?
—Sí.
—Porque para mí no es lo mejor, me estás matando, Clarisse. Estás enterrando una daga aquí —señaló su pecho, a la altura de su corazón —. Me voy a morir sin ti.
—Nadie se muere de amor, Tanner.
—Yo sí —y con esas palabras terminó de romper cada una de mis ilusiones, no dijo nada solo asintió sin mirarme, se quedó unos segundos mirando la puerta y terminó con la distancia para coger el picaporte, abrir, salir y cerrar de nuevo.
—Perdóname —me llevé las manos a la boca, reteniendo un sollozo que me estaba quemando el pecho —. Perdóname por favor.
Me dejé caer en el sofá, rodeando mis piernas con los brazos. Mi cuerpo temblaba y mis hombros se agitaban con pesadumbre. Sentía que me dolía el pecho, una sensación asfixiante en la garganta, necesitaba tomar aire limpio, me quería morir. Ese era mi único pensamiento en ese momento, solo quería que mi corazón se detuviera para siempre y dejar de sentir este dolor lacerante. Hundí la cabeza en el hueco que había en mis piernas y lloré con pena y tristeza, tal vez había cometido un error, pero era lo mejor que podía hacer ante las circunstancias. Mabel no estaba bien de la cabeza y tal vez, solo tal vez me quería hacer daño, no iba a servir de nada fingir que estábamos separados, lo mejor era separarnos y que pasara lo que tuviera que pasar.
El futuro era incierto, de lo único que estaba segura en ese momento era del gran amor que sentía por Tanner y que estaba segura iba a sentir toda mi vida. Un amor como el que yo le tenía no se encontraba a la vuelta de la esquina.
****
El tono de llamada me ayudó a abrir los ojos lentamente. Afuera todo era de color blanco, se alcanzaban a ver las copas de los árboles atiborradas de nieve, los techos de los edificios y las terrazas cubiertas por un manto blanco.
La noche anterior me fui a dormir con la ropa puesta, ni siquiera me cepillé los dientes o quité los cobertores para protegerme del frío, lo único que quería era dormir toda la noche y no saber nada de nadie.
El móvil siguió sonando una y otra vez, una y otra vez hasta que me cansé y lo cogí con violencia.
—¿Diga? —me senté sobre el colchón frotándome los ojos.
—Clarisse, buenos días —era Matthew —. Sé que es un poco tarde, pero me gustaría invitarte a almorzar, no sé si puedas —miré la hora en el móvil, eran casi las once de la mañana —. Si estás con Tanner yo...
—No, no te preocupes, te veo en media hora, ¿te parece? —escuché una sutil sonrisa detrás.
—Me parece perfecto, te mando la dirección del lugar.
—Ahí te veo.
—Nos vemos —colgamos y dejé el móvil encima de los cobertores.
Salí de la cama y me metí al baño para darme un duchar larga y relajante, me miré al espejo y tenía los ojos hinchados y rojos, unas grandes ojeras debajo de estos. Anoche lloré mucho y hoy pagué las consecuencias de eso, pero al menos me pude desahogar y ese es el propósito de haber terminado una relación, que tienes el derecho a llorar todo lo que se pueda, sacar el dolor y la pena que uno lleva dentro.
Salí de mi departamento en dirección a la cafetería donde me había citado Matty, una charla entre amigos no me vendría mal en estos momentos, sabía que podía confiar en él y sé que no le iba a decir nada a nadie, de todos modos se tenía que enterar para decirle a sus padres lo que estaba pasando.
Al entrar al lugar alcancé a ver al chico rubio en una de las mesas, fui hasta él y se puso de pie al verme llegar, me ayudó con la silla y regresó a la suya.
—¿Cómo estás? —preguntó.
—¿Cómo me veo? —cogí la taza con café que yacía frente a mí.
—Me tomé la molestia de pedir café.
—Gracias —musité llevándome la taza a los labios.
—¿Te digo la verdad o una mentira piadosa?
—La verdad por favor.
—No te ves muy bien, ¿pasó algo? —asentí sin más, no tenía caso mentir.
—Sí, anoche Tanner y yo terminamos —sus ojos se abrieron con sorpresa —. Nos dijimos cosas y al final se acabó —encogí un hombro.
—Fue por ella, ¿cierto? Mabel —asentí con la cabeza. Tenía los codos apoyados sobre la mesa, sus manos enlazadas —. Sabía que no iba a salir nada bueno de esto, me refiero a ella aquí.
—Estaba casi desnuda en su departamento. Perdón por lo que voy a decir y lamento estar denigrando así a mi género, pero es una perra —espeté bajito, mirando a cada lado. Lo bueno es que no había muchas personas a esta hora —. Es una maldita que no se cansa hasta que obtiene lo que quiere.
—Lamento mucho lo que me estás diciendo —se escuchaba sincero —. ¿Tanner que te dijo?
—¿Qué me podía decir? Quería que le hiciéramos creer a Mabel que estábamos separados, por eso terminé con esto antes de que las cosas empeoren. Ella no es tonta Matty, lo iba a saber tarde o temprano.
—En eso tienes razón —suspiró —. ¿Y ahora que vas a hacer? ¿Qué va a pasar?
—Voy a renunciar al trabajo, me voy a dar unas vacaciones y después voy a buscar algo que vaya más acorde conmigo.
—Te lo he dicho muchas veces desde que supe que eres escritora, ven conmigo a la editorial, ese es tu mundo Clarisse, las letras y los libros.
—No sé, ¿no sería raro? —pregunté.
—¿Raro por qué? ¿Lo dices por Tanner? —asentí mordiéndome el labio —. Se va a tener que acostumbrar, además no importa lo que él diga o piense, solo debes preocuparte por ti y por lo que tú quieres —deslizó la mano sobre la mesa para atrapar mis dedos con los suyos —. ¿Lo vas a pensar?
—Lo voy a pensar.
En ese momento una chica llegó para tomar nuestro pedido, en cuanto le dijimos lo que queríamos se alejó hacia la barra.
—Mis padres van a estar tristes, ellos tienen la ilusión de que vas a pasar estas fechas en su casa —metió las manos bajo la mesa.
—No podría estar ahí y verlo, estar cerca —sacudí la cabeza.
—No creo que Tanner vaya, si antes no iba ahora menos. Tal vez si él no va tú puedas estar con nosotros, no te quiero presionar solo piénsalo, ¿sí?
—Está bien, pero no sé si pueda, quiero ir a ver a mi madre y arreglar algunas cosas con ella. Nuestra relación no es nada buena y le prometí a Didi que hablaría con ella.
—¿Hace cuánto que no ves a tu madre?—preguntó curioso.
—Tal vez un año o más —estaba sorprendido —. Ya te dije que nuestra relación no es buena.
—Ya veo. Espero que todo se arregle —sonrió —. ¿Y cuándo te vas?
—Si puedo esta noche o mañana temprano, no quiero estar aquí —todavía tenía esa sensación en el pecho, dolía tanto que hasta respirar era un martirio —. No quiero verlo, no quiero saber nada de él, solo quiero alejarme lo más que pueda —mis ojos se llenaron de lágrimas.
—Te entiendo, espero que todo se arregle entre ustedes, se veían tan felices juntos —me sorprendió que Matty me dijera estas palabras, ya que muchas veces me dio a entender que yo le gustaba y lo dijo, dijo que sí Tanner me rompía el corazón él iba a estar ahí. Tal vez tenía la esperanza de que las cosas se arreglaran, pero yo lo veía muy lejano.
Mi idea era ir con mi madre y pasar unos días en su casa si es que no me corría, si ese era el caso entonces iría con Didi y su familia, al regresar y, ya que hubieran pasado las vacaciones renunciaría a la empresa, con el dinero que me dieran podía darme unas semanas para pensar las cosas, quería tiempo para mí y ya después buscar algo, si es que la oferta de Matty seguía en pie tal vez podía trabajar para él, la paga sería menos, pero estaría haciendo lo que más me gusta. Estaría rodeada de letras y libros, ese era mi mundo, no el de los empresarios, papeles y contratos. Lo sentía por Didi, pero su jefe iba a tener que buscar mi reemplazo.
Cuando terminamos de almorzar (y gracias a Dios que no tocamos el tema de Tanner) Matty me invitó a dar una vuelta para platicar de Hannah, le dijeron que había tenido un avance, era poco para todo lo que había vivido la pobre mujer, pero era algo a fin de cuentas, seguirían con el tratamiento y esperaban ver resultados en algún tiempo, no prometían nada, pero tal vez ella podría salir de ese lugar y tener una vida digna, cosa que todos merecemos. Matt estaba feliz por esa noticia y yo estaba feliz también, no conocía mucho a Hannah, pero esperaba que las cosas cambiaran, que después de todo esto podría ir a verla más seguido y conocerla mejor.
Al final del día, cuando el sol casi se ocultaba Matty me llevó a mi departamento. Pasé un bonito día a su lado, por un momento se me olvidó lo que había pasado horas atrás con Tanner, ojalá que existiera un botón de borrar para no tener que recordar algunas cosas que nos hacen daño.
—Gracias por traerme —le dije quitándome el cinturón.
—No es nada, gracias a ti por almorzar conmigo. Espero que se repita.
—Así será —le dije y abrí la puerta —. Felices fiestas, Matty, disfruta mucho con tu familia y si ves a Hannah dale mis saludos y un fuerte abrazo —frunció el ceño, extrañado.
—Tus palabras se sienten como si te estuvieras despidiendo, como si no fueras a regresar.
Tal vez eso es lo que quería, no regresar para no sufrir de esta manera. Tal vez si me ponía frente a un auto este me atropellaba y así me moría de una vez por todas para ya no sentir este dolor que me estaba matando por dentro.
—Claro que no —mentí —. Voy a regresar, claro que sí —no se veía muy convencido que digamos, pero tampoco dijo nada al respecto.
—Tú también pásalo bien y cualquier cosa que necesites me llamas.
—Lo haré, gracias por todo —bajé del auto y cerré la puerta. Le dije adiós con la mano, antes de que arrancara se me hizo ver el auto de Tanner al otro lado de la calle, pero este arrancó alejándose. Me abracé y miré a Matt que me decía adiós con la mano. Se alejó en su auto y fue mi turno de entrar al edificio e ir a mi departamento.
Hice la maleta para ir a ver a mi madre, hablar con ella e intentar arreglar las cosas. En este momento estaba sensible y me sentía sola, solo quería tener a mi madre conmigo, hablar y que me diera un consejo. No pedía mucho.
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