Capítulo 34. ❄
Clarisse
El día de la cena que se celebra cada año en la empresa para despedir el año viejo se estaba llevando a cabo. El salón de eventos estaba atiborrado con cada uno de los empleados de Russel Enterprises y sus familiares, una gran barra con bebidas y un bufete con una rica cena que el mismo Tanner me encargó pedir a los chefs. Todo lo hicimos tal y como él lo pidió, quería que las cosas salieran bien, a la perfección como a él le gustaba.
Miraba desde una esquina como se relacionaban, como conviven unos con los otros, se saludaban y despedían antes de irse de vacaciones, algunos jefes presentaban a sus compañeros con sus hijos, esposos o esposas. Frente a todos había un escenario con un micrófono postrado en medio de todo. Al final de la noche se llevaba a cabo una rifa donde se regalaban todo tipo de presentes, desde viajes, electrodomésticos hasta un auto, siempre se hacía con la intención de ayudar a quien más lo necesitara, que todo fuera parejo y que cada año alguien diferente se llevara un premio. Tanner era muy espléndido con este tipo de cosas, por eso es que nadie quería irse de este lugar o tal vez sí, pero a una de las tantas sedes que había en todo el país.
—Todo quedó excelente —Didi llegó a mi lado, sonrió al girarme para verla y dio un paso más cerca.
—Nos quedó, a las dos porque tú también ayudaste mucho —le corregí.
—Bueno, todo nos quedó muy bien, espero que el señor Russel esté contento —buscó con la mirada a los miembros de la familia Russel, pero ni uno de ellos había llegado todavía —. ¿Aún no llegan?
—Todavía no —miré la hora en mi reloj, un hermoso reloj de marca que Tanner me regaló días atrás —. Pero ya no tardan, Tanner me avisó que ya vienen para acá.
—¿Está con su familia? —preguntó —. Qué raro.
—No está con ellos, solo me avisó que ya vienen —informé.
—Te voy a extrañar estos días —musitó. Me giré hacia ella y tenía las cejas hundidas —. Ya sé que te vas a ir con él a su casa lejos de aquí, estarás tres semanas con Tanner y yo estaré sola en el departamento.
—No voy a estar las tres semanas con él, estaré una semana contigo y dos con él —le aclaré. Sus labios se estiraron en una sonrisa.
—Eres la mejor amiga de todo el mundo —enterró el dedo índice en mi pecho —. ¿Lo sabías?
—Sí, lo sé siempre me lo dices —dije con voz altiva —. Así que no te preocupes por quedarte sola sin hacer nada, estaré dando lata —dejó salir un suspiro y apoyó la cabeza en mi hombro.
—¿Mabel ya no ha molestado? —preguntó bajito.
—Pues no he sabido nada de ella y no sé si eso es malo o no —miraba a cada persona, iban de un lado al otro, se servían comida y bebidas, platicaban y reían, todos estaban felices como cada año que esta cena se llevaba a cabo.
—Eso es bueno, ¿no? Que no sepas nada de ella.
—No sé —chasqueé la lengua —. No me gusta que ande por ahí, libre, haciendo lo que se le venga en gana.
—No debí preguntar por esa loca, ¿qué te parece si mejor voy por algo de tomar y nos olvidamos de ella? —señaló con el pulgar hacia la barra donde había algunas personas bebiendo.
—Ve, aquí te espero —chilló y fue hacia la barra para pedir algo de beber. Conociéndola estaba segura de que pediría lo más fuerte que existe en esta vida.
Miré hacia la puerta principal y en ese momento la puerta doble se abrió para dejar ver a Matthew, a su lado venía su madre y detrás de ellos su padre. Al verlos algunas personas se acercaron a saludar, les encantaba ver al señor Russel regresar a este lugar, el que dejó por el amor de su vida, la mujer que sonreía feliz y decía algunas palabras a su hijo.
Matthew me sonrió y levantó la mano en modo de saludo, le devolví el gesto y levanté la mano. Didi se acercó con dos vasos en las manos.
—Ya llegaron y no veo a tu príncipe azul —Didi me entregó un vaso, lo llevé a mi nariz para olisquear y el olor a alcohol me golpeó las fosas nasales. En definitiva Didi quería que hoy me emborrachara.
—¿Qué es esto? —le pregunté.
—Tú bebe y no preguntes nada —musitó levantando el vaso y llevándolo a sus labios para beber de golpe.
—Eres la peor amiga de todo el mundo —le dije y como respuesta obtuve un guiño y nada más.
Llevé el vaso a mis labios para darle un sorbo, el primer trago provocó que arrugue la nariz, el alcohol recorrió mi garganta, era fuerte, muy fuerte.
—¿Qué es esto? Sabe muy fuerte —pasé saliva para refrescar mi garganta.
—No sé, solo le dije al chico que me diera lo más fuerte que tenía y ya —encogió un hombro —. Voy a dar una vuelta, a ver si encuentro un millonario que me saque de trabajar y me mantenga como la reina que soy.
—¿Acaso es una indirecta? —alcé una ceja.
—¿Crees que lo es? —respondió con una pregunta.
—Sí, sí creo que lo es.
—Tal vez lo es, tal vez no —se alejó con el vaso entre sus manos y se perdió entre todas las personas que se ponían a su paso.
Negué con la cabeza, fui a la barra para dejar el vaso y me acerqué a la familia Russel, la primera en verme fue Margot, sonrió y extendió los brazos para saludarme y abrazarme.
—¡Cariño! Aquí estás —dejó un beso en cada mejilla —. ¿Cómo estás? —puso sus manos en mis brazos —. ¿Dónde está Tanner?
—Estoy bien, ¿y tú, cómo estás? No sé nada de Tanner, me dijo que ya viene para acá, no tarda en llegar —solo pudo sonreír.
—Bueno, espero que no tarde —bajó sus manos para que saludara a su esposo quien me saludó de igual manera y después se acercó Matthew.
—Te voy a robar para que podamos ir a tomar algo —me sentí mal en ese segundo —. Sí, sí, ya sé que has estado muy ocupada —metió las manos dentro de los bolsillos de su pantalón.
—Lo siento, y sé que con disculparme no gano nada pero...¿Me disculpas? —ladeé la cabeza esperando una respuesta de su parte.
—Sabes que sí, pero ya no te hagas del rogar, ¿sí? Solo será un café y ya, no quiero nada más.
—Lo sé y sabes que estoy encantada de ir contigo, estos días han sido complicados —solté un bufido.
—¿Quieres tomar algo? —señaló la barra. Asentí lo que le hizo sonreír —. Me voy a robar a su nuera favorita —les informó a sus padres y estos no dijeron nada ante las palabras de su hijo.
Iba junto a él y cuando llegamos a la barra jaló un banco para que me sentara a su lado. Una chica con uniforme negro y blanco se acercó.
—¿Qué quieres tomar?
—Lo que tenga menos alcohol —le dije y sonrió.
—Lo mismo para mí —la chica asintió y se alejó para preparar las bebidas —. ¿Cómo has estado?
—Bien, cansada, ya sabes. Estos días han sido muy pesados y difíciles, todo se ha complicado para mí —musité.
—Por eso prefiero trabajar en la editorial y no en este lugar. Además, seamos sinceros, Tanner lo hace mejor que yo —por fin estaba aceptando lo que todos ya sabíamos.
—Y lo hace muy bien.
—Tampoco vamos a exagerar —reímos —. Pero sí, hace un buen trabajo —nos entregaron nuestras bebidas. Olisqueé un poco antes de beber y esta vez el olor no era tan fuerte —. Por cierto, te ves muy bonita esta noche.
—Gracias, tú te ves muy bien.
Iba vestido con un traje negro y una camisa blanca con un moño rodeando su cuello.
—Por cierto —miró a cada lado —. Fui a ver a Hannah, hoy por la mañana —se mojó los labios —. Ella preguntó por ti, dijo que le agradas y eres muy bonita, dice que tú y Tanner serían una hermosa pareja. Hoy estaba en un momento de lucidez, cuando está así es más fácil poder hablar con ella —aquel momento en el que sonreía y estaba feliz murió cuando empezó a hablar de Hannah.
—¿Te puedo hacer una pregunta? —con un movimiento de mano me indicó que podía preguntar lo que sea —. ¿Por qué no has hecho tu vida con alguien más? No me quiero meter en tu vida, pero eres un hombre atractivo, inteligente y gracioso, cualquier chica estaría encantada de salir contigo. ¿Por qué no te das una oportunidad para ser feliz?
—Es que yo ya soy feliz, Clarisse, no necesito salir con nadie, yo quiero a Hannah y sé lo que me vas a decir, ella no está bien, no es libre, pero eso no me importa. Más que deberle algo o sentir culpa no quiero estar con nadie más porque sé que nadie me entiende como lo hace ella, como lo hizo hace años —puso una mano sobre la mía —. Si me diera una oportunidad con alguien esa hubieras sido tú —me miraba a los ojos —. Pero eso no será posible.
—Creo que no.
—Aunque ya sabes que si Tanner te hace daño aquí estoy para ti —palmeé su mano.
—Gracias, Matty.
—Ahora me dices Matty, eso ya es un gran avance —sonrió feliz —. Lo que dije es cierto, somos amigos, Clarisse, cuenta conmigo para lo que sea. Para lo que sea —repitió.
—Lo sé. Tú también puedes contar conmigo para lo que sea —se acercó para dejar un tierno beso en mi mejilla, se separó al instante y me regaló una hermosa sonrisa.
Ambos miramos a nuestro alrededor, habían llegado más personas y Tanner no daba señales de vida. Miraba la puerta esperando que en cualquier momento fuera a entrar, pero creo que entre más esperaba él menos se dignaba en llegar. Los demás invitados esperaban que el jefe de todo esto hiciera acto de aparición.
—¿Nerviosa? —preguntó Matt a mi lado.
—No, solo espero que Tanner llegue —me mojé los labios.
—La ciudad es un caos, debe estar atorado en el tráfico.
—Bueno, espero sea eso y no otra cosa.
Entendió bien lo que quería decir y sí, me refería a Mabel y esa insistencia por querer hablar con él a como diera lugar. No entendía como es que una mujer podía perder la dignidad por un hombre que ella misma mandó al demonio, lo culpó por cosas de las que no era responsable y se divorció de él, ahora lo buscaba con tanta insistencia como si su vida dependiera de ello.
—No creo que Tanner sea tan tonto como para hacerte un lado, puede ser todo menos un tonto.
Cogí el vaso para darle un sorbo y solté un suspiro.
—Espero que tengas razón porque no sé qué haría si él me llega a traicionar, nunca podría perdonarlo.
—Clarisse —levanté la cabeza para verlo —. Tanner nunca te va a cambiar por ella, lo conozco demasiado bien —apenas pude sonreír.
—Pero el amor que le tuvo fue demasiado y...
—Y ella se encargó de matar ese amor cuando lo dejó en su peor momento. No quiero ser metiche, pero desde que estás a su lado es una mejor persona, créeme, Tanner no solo te quiere —dijo serio y le creí, por alguna tonta razón le creí. No ganaba nada con mentirme, además de que no tenía por qué hablar bien de su primo cuando todos sabíamos que su relación no era tan buena.
—Gracias.
Miró detrás de mí y en ese momento sentí sus brazos rodear mi cintura por detrás, el olor de su colonia me golpeó la nariz y suspiré cuando el calor de su cuerpo abrazó el mío.
—Cariño, lo siento tanto —dejó un beso en mi mejilla. Matthew se puso de pie rápidamente.
—Los dejo —antes de que diera un paso lo detuve cogiendo su mano.
—Gracias, Matt.
—No es nada, Clarisse —solté su mano y se alejó.
—Lo siento, lo siento —se disculpó, se separó para quedar frente a mí —. Hay tanto tráfico, la ciudad es un caos —cogió mi vaso para beber lo último que quedaba dentro de este.
—Me pudiste avisar.
—No entraba la llamada. Perdóname por favor —cogió mis manos para llevarlas a sus labios y dejó un camino de besos sobre mi dorso.
—Te perdono, pero no lo vuelvas a hacer, Hunter Dagger no tarda en llegar, sabes que odia los retrasos —suspiró.
—Lo sé y no volverá a pasar —le hizo una seña a una de las chicas detrás de la barra y esta asintió con la cabeza —. Te ves hermosa, ese vestido luce espectacular —dejó un beso en mi mejilla —. Y todo esto es perfecto, tú y Diane se merecen un aumento —abrí los ojos, sorprendida.
—¿Esto lo haces por qué...?
—Porque haces un buen trabajo, estos dos años has sido una de las mejores empleadas de la empresa y no se diga Diane, las dos son la dupla perfecta —tenía un sonrisa en los labios. Me gustaba verlo sonreír, verlo así de feliz —. No sé qué haré el día que te vayas.
—No va a pasar nada, sobrevivirás sin mí —sacudió la cabeza en negación.
—No me digas eso, sabes que te necesito tanto.
—Me pregunto que era de ti antes de que yo llegara a este lugar —subió el codo a la barra apoyando la mejilla en su puño.
—La antigua secretaria era buena, pero ya tenía muchos años trabajando aquí, con decirte que trabajaba con mi padre desde antes de que yo naciera. Por eso se fue también, pero llegaste tú y todo mejoró, pensé que al ser tan joven no ibas a saber nada de esto.
—Y no lo sabía —confesé —. Pero aprendo rápido —encogí un hombro.
—De eso ya me di cuenta —hizo a un lado mi cabello, delineó la curvatura de mi mandíbula lo que provocó un jadeo de mi parte y bajó al escote de mi vestido.
—Me refiero al ámbito laboral —tragué saliva.
—Yo no me refiero a eso —sentía las mejillas rojas y estaba segura de que las tenía coloradas. Quise huir de su mirada, pero esta era penetrante, demandaba atención, toda mi atención.
—No digas eso, aquí no —le pedí con pena.
—¿Por qué no? —inquirió.
—Sabes por qué no —musité. Le quité su vaso para beber lo que sea que haya pedido. Casi hago una mueca, pero en ese momento, justo en ese momento Hunter Dagger y su prometida Angel Rider iban entrando por la puerta principal —. Ahí está —dije muy bajito —. Hunter Dagger.
Ambos miramos en su dirección, Tanner lo miró y después me miró a mí.
—Vamos —me ofreció su brazo para engancharme de él y no dudé en hacerlo y limpiar las comisuras de mis labios.
La prometida de Hunter Dagger es hermosa, alta y de cabello negro largo, vestía un espectacular vestido azul Oxford, largo y con un pronunciado escote que no se veía nada vulgar en ella, sus facciones eran perfectas y no por nada todas las personas posaban su mirada en ellos dos, ya que Hunter ea muy atractivo también.
Tanner
Avanzamos hasta llegar a la altura de Hunter y su prometida, Angel es una hermosa mujer que había cautivado a un hombre como Dagger, quien no había tenido nada formal desde que su ex prometida lo dejó para irse a Londres, ¿qué tenía esa ciudad que todos se querían ir a vivir ahí? Además, no hablemos del hecho de que Dagger no tiene una buena reputación, no por nada le decían El diablo de Seattle, antes de ser un hombre de negocios fue un mafioso de baja calaña.
Dagger miró a cada lado y aprobó todo lo que había a su alrededor. Su fría mirada se quedó clavada en mi rostro unos segundos.
—Bienvenido, Dagger —estiré mi mano esperando que no me fuera a dejar así.
—Es un placer saludarte, Russel —cogió mi mano y la apretó. Toda su atención se fijó en Clarisse y me hubiera molestado de no ser por el hecho de que a su lado estaba su prometida y Hunter no era la clase de hombre que coquetea con las mujeres, siempre fue serio y reservado, ahora lo era mucho más —. Cada año me sorprendes más —comentó, se refería a lo que veía y tal vez porque este año tenía a mi lado a Clarisse. Cogió la mano de mi gatita para dejar un casto beso en su dorso.
—Hunter, ella es Clarisse, mi novia. Clarisse, el señor Hunter Dagger.
—Dime Hunter —expresó —. Ella es mi prometida, Angel Rider —al decir su nombre la miró con tanto amor, orgulloso de ella, fascinado con su sola existencia. Una de sus manos bajó a su cintura para atraerla a su cuerpo.
—Es un gusto, Hunter. Angel —ambas mujeres se saludaron con una sonrisa.
—Necesito hablar con él —le murmuré a Clarisse —. ¿Puedo?
—No me tienes que pedir permiso, cariño —dejó un beso en mi mejilla —. Además, Angel y yo podemos hablar —la pelinegra asintió feliz.
—Ahora te lo devuelvo —le dije a Angel.
—No te preocupes, te lo presto el tiempo que quieras —aquellas palabras hicieron sonrojar a Hunter y fue raro verlo así, solo conocía lo peor de él, pero verlo en esta faceta de novio enamorado se sentía raro.
Clarisse junto a Angel se alejaron, mientras que nosotros fuimos hacia la barra para pedir algo de tomar.
—¿Cómo está todo? —preguntó Hunter —. Supe que tu exesposa regresó de Londres. Charlotte me lo dijo —se sentó a mi lado. No tardaron en traernos algo de beber.
—Al menos tu ex no regresó para joderte la vida —me aflojé el moño, sentía que no podía respirar bien.
—Oye —puso una mano en mi hombro mientras le daba un trago al vaso —. Todo va a salir bien, se va a cansar e irse. Además, esa novia tuya es hermosa —sonreí de lado porque tenía razón. Todos se podían dar cuenta de lo bonita que Clarisse era, además de la inteligencia que poseía.
—No conoces a Mabel —bufé. Me llevé una mano al pelo para enredar mis dedos entre las hebras negras —. Puede ser...Ella no está bien —chisté.
—¿Y qué vas a hacer? —preguntó.
—No puedo hacer nada —me llevé el vaso a los labios, pero antes de darle un sorbo miré a Hunter —. Mejor dime que se siente ya no ser el Diablo de Seattle, haber dejado esa vida de crimen y perdición —sonrió y miró a otro lado negando con la cabeza.
—Que te puedo decir —musitó —. Se siente raro —me miró. Dejé el vaso encima de la barra prestándole atención.
—Supe que sufriste un atentado después de renunciar.
—Así es, fue difícil, pero sobreviví —sus dedos tamborilean sobre el cristal del vaso.
—Dicen que la mala hierba nunca muere —me miró mal y se acomodó para quedar frente a la barra.
—Sí, eso dicen y tal vez tienen razón por eso aquí estoy —miré en dirección donde se encontraban Clarisse y Angel.
—Nunca pensé que fueras a dejar todo por una mujer —él también miró en la misma dirección.
—Ni yo, pero Angel no es cualquier mujer —de nuevo me miró a mí —. Y veo que no soy el único enamorado. Así que Clarisse, eh.
—¿Qué quieres que te diga? Es una mujer maravillosa, inteligente y tiene todo para que sea feliz a su lado. Me quiero casar, quiero una familia a su lado, ya sabes —encogí un hombro —. Todo lo que un hombre de mi edad quiere.
—Sí, sí, te entiendo, yo también quiero lo mismo. Solo pido paz y nada más —levantamos los vasos para chocarlos y brindar —. Salud por eso.
—Salud —le di el último sorbo a mi vaso.
—¿Y cuándo es la boda? —le pregunté a lo que sonrió.
—No por ahora, Angel quiere terminar sus estudios, viajar, conocer y vivir juntos antes de dar un gran paso, no la quiero presionar y haré lo que ella me pida. Cuando esté lista entonces nos casamos —lo miraba con el ceño fruncido —. ¿Por qué me miras así? —cogió una botella que uno de los chicos dejó sobre la barra y nos sirvió bourbon.
—¿Desde cuándo Hunter Dagger hace lo que una mujer le dice? Recuerdo que eras tú quien mandaba.
—Era, tú lo has dicho —levantó un dedo —. Cuando te enamoras de esta manera cedes todo, hasta tu voluntad —señaló.
—¿En qué momento nos convertimos en esto? —negó con la cabeza y una sonrisa dibujada en los labios —. Somos patéticos, ¿no?
—Nadie nos puede culpar —respondió —. Así que sí, tal vez lo somos, pero a quien le importa eso.
—Salud por eso —brindamos otra vez.
—Cuando te enamores de esta manera me vas a entender.
—Te entiendo a la perfección, Dagger. Te entiendo a la perfección —murmuré. Mi mirada se encontraba fija en el líquido que se movía de un lado al otro dentro del vaso.
—¿Y ya se lo dijiste? —preguntó, levanté la mirada.
—¿Decirle qué?
—Que la amas.
—No, no se lo he dicho —frunció el ceño.
—¿Por qué no? Se nota que la amas, ¿por qué no decirle lo que sientes?
—Es complicado...
—Contigo todo es complicado, Russel —sorbió de su vaso —. Te digo esto para que no seas tonto —tal vez lo decía por lo que él pasó hace tiempo —. Dile lo que sientes.
—¿Y si ella no siente lo mismo? —negó con la cabeza sonriendo —. La adoro, no sabes cuanto.
—Pues no sé mucho de mujeres, pero creo que ella también te adora —miré de reojo a Clarisse, se encontraba encantada con Angel, reían y parecían llevarse bien.
—Tú sabes todo de mujeres, no me digas que no —lo señalé.
Puso una mano sobre mi hombro, palmeó y me miró directamente a los ojos, me hacía sentir incómodo.
—No seas tonto, Russel, no dejes ir a esa mujer.
Hunter tenía razón, no tenía por qué temer, lo que tenía que hacer era decirle lo que sentía, armarme de valor y decirle el gran amor que tenía hacia ella. Era tonto pensar que ella no sentía nada por mí cuando habíamos pasado, por tanto, y el sexo, Dios, el sexo era tan bueno.
Haría esto como se debía. Después de esto la invitaría a mi departamento y le diría que la amaba con todo mi corazón.
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