Capítulo 22. ❄
Clarisse
Las palabras de Tanner me dejaron más tranquila, pero no podía evitar sentir miedo de que en el momento que Mabel regrese todo se vaya al carajo por su culpa. Estaba plenamente consciente de que fue su esposa por años y antes de eso fueron novios, que ocupó un lugar muy importante, porque un amor como el suyo no se muere de la noche a la mañana. No sé si solo yo me desilusioné de tajo en el momento que Adam me dejó de esa manera tan cruel. Quizá para Tanner fue más difícil poder olvidar a su esposa pero sabía que estaba haciendo todo lo posible para dejarla atrás, para empezar una nueva vida y esperaba más que nada en este mundo ser yo la mujer que pasara el resto de su vida a su lado. Tal vez era egoísta de mi parte, pero en este momento nadie amaba de esta manera a Tanner Russel como yo lo hacía.
—¿Estás segura de esto? —detuvo el auto frente a la puerta del edificio. Apagó el motor y giró la cabeza para verme mejor.
—Voy a estar bien, no te preocupes —recargó la cabeza en el asiento soltando un largo suspiro.
—Me preocupo porque no sabemos donde están tus cosas y temo que la persona que te hizo eso intente algo...—lo detuve antes de que continuara —. No me pidas que no me preocupe, cariño, te adoro demasiado.
Las comisuras de mis labios se estiraron en una sonrisa, Tanner estaba preocupado y yo también, pero no podía evitar sentir satisfacción al escucharle decir que me adoraba, que se preocupaba por mí y no quería que nada me pasara.
—Si algo te llegara a pasar, yo...—puse el dedo índice sobre sus labios para que no pudiera terminar aquella frase que a ambos nos sabía amarga.
—No me va a pasar nada —me giré por completo para apreciarlo mucho mejor, detenidamente —. Voy a estar contigo, siempre —sonrió de una manera seria, queriendo ocultar la pena que llevaba dentro —. ¿De acuerdo?
—Tienes la capacidad de hacer que me olvide de todo —mis manos ascendieron a sus mejillas, atrayéndolo a mí para apoyar nuestras frentes una con la otra —. ¿Que has hecho conmigo, Clarisse? —nos miramos a los ojos de una manera que nadie más podía entender.
—Es el poder que tengo sobre ti, Tanner Russel —sonrió para después dejar un beso sobre mis labios.
—Cualquier cosa que necesites me llamas, no importa lo que sea, ¿entendido? —asentí —. No importa la hora voy a estar disponible.
—Está bien y ya no seas tan preocupón —negó sutilmente con la cabeza.
—No me pidas eso cuando solo pienso en ti —con sus nudillos dejó una suave caricia sobre mi mejilla. Suspiró para besar mis labios de una manera delicada y lenta —. Lo que sea, eh.
—Que sí, señor Russel —abrí la puerta y salí del auto para cerrar y despedirme de él con la mano. Caminé hacia el edificio y de nuevo me despedí con un movimiento de mano, al entrar se alejó en su auto y pude subir a nuestro departamento.
Cerré la puerta del departamento detrás de mí y la primera en salir a saludarme fue Marcy, quien saltó a mis brazos ronroneando.
—Hola, hermosa —pasé mi mano por su largo pelaje —. ¿Dónde está Diane?
—¡Issy! —llegó rápidamente a mí, Marcy pegó un gran salto lejos de nosotras en el momento que Didi me abrazó tan efusivamente —. Dios mío, ¿cómo estás? ¿Qué pasó anoche? —me separó de ella para poner sus manos en mis hombros y mirarme de arriba abajo.
—¿Qué pasó contigo? —alcé una ceja —. No tengo ni idea de lo que pasó, Didi —sus cejas se hundieron, preocupada.
—¿Qué? —tiró de mi mano para llevarme a la sala. Me senté en uno de los sofás y ella a mi lado —. No entiendo —se miraba confundida.
—Ayer, después de que bajaste a bailar con ese tipo...
—Ajá.
—Después no recuerdo nada, absolutamente nada —me sentía tonta e impotente. Tanner me dijo que cuidara mi bebida, que no perdiera de vista mi vaso y no tengo idea de lo que pasó para que terminara en ese callejón, golpeada y muriendo de frío.
—Subí y te dije que me iba con él, te propuse pasar a dejarte porque él llevaba auto y dijiste que no —la escuchaba atentamente —. Te negaste diciendo que te regresabas sola al departamento, que no pasaba nada —su tono de voz iba disminuyendo de intensidad —. Pero, ¿qué pasó? Mira ese golpe —y ya no estaba tan hinchado como en la mañana.
—Solo sé que Tanner fue por mí, estaba en un callejón a nada de morir de hipotermia. No sé como es que me raspé las rodillas o quien me hizo esto —señalé el golpe en mi mejilla —. Nada, no hay nada, Didi —musité con dolor.
—Dios —cogió mis manos entre las suyas —. Todo esto es mi culpa, si no te hubiera dejado sola nada de esto hubiera pasado —negué de inmediato.
—Nada de eso —puse mi mano sobre las suyas —. No es tu culpa, sino de la persona que hizo todo esto. Quien me drogó...
—Espera, ¿qué? ¿Te drogaron? —asentí con dolor y sus ojos no tardaron en llenarse de lágrimas amargas que rodaron por sus mejillas —. Dios —llevó una mano a su pecho —. ¿Te hicieron... Daño? —sé que se refería, sí me tocaron o algo por estilo, pero lo que dijo el doctor que afortunadamente no fue así, cosa que agradezco en demasía.
—No, afortunadamente no —murmuré —. Pero me siento tonta al no recordar nada, es como una laguna en mi cabeza donde no hay nada, solo aire —solté un suspiro lastimero.
—¿Qué más pasó? —se limpió debajo de los ojos.
—Tanner me llevó a su departamento y llamó al doctor, este me revisó, me hizo preguntas y curó mis heridas. Hoy por la mañana fue el jefe de la policía, hice mi declaración y puse la denuncia, dijo que van a investigar lo que pasó. Espero que todo se resuelva —Didi apretó mis manos.
—Lamento que la noche terminara de esta manera. Te juro que de haber sabido no te dejo sola —era sincera —. Lo juro —de nuevo empezó a llorar.
—Didi, no es tu culpa —le sonreí —. Nada es tu culpa.
—Pero me siento mal, debí asegurarme que salieras de ese lugar y que un taxi te trajera a casa. Si algo más te hubiera pasado...—guardó silencio —. No me lo iba a perdonar, nunca en la vida.
—Vamos a olvidar esto, ¿sí? No pasó nada malo y eso es lo que importa —le sonreí —. Estoy bien y no voy a torturarme con lo de anoche.
—Eres tan fuerte, Issy, no sé qué hubiera hecho en tu lugar.
—Salir adelante y ya —encogí un hombro —. ¿Te parece si dejamos el tema por terminado? No quiero vivir esa pesadilla de nuevo.
—Está bien, Issy, lo que tú digas.
****
—¿Estás segura de que no quieres hacer algo al respecto? Tú llevas las sogas y yo el cloroformo —sugirió en un tono de voz divertido.
Por la tarde salimos a caminar un rato para despejar nuestra cabeza de todo lo que pasó la noche anterior. Fuimos a comer algo y pasamos por un helado, ya que este día el frío nos dio un poco de tregua. El invierno se acercaba y era más que obvio que hacía frío, en las calles ya olía a navidad, algunos locales empezaban a adornar con luces de colores, adornos navideños y todas esas cosas.
—Ya te dije que no quiero hacer nada de eso. Confío en Tanner —aseguré. No se veía convencida.
—Por si las dudas es mejor tener un plan B —continuaba atacando a Mabel, quien se lo tenía merecido, solo un poco —. No sabemos que planes tenga ella, si quiere regresar con Tanner, volver a ser esposos.
—Tanner me dijo que no quiere nada con ella, ya no usa el anillo —levantó un dedo.
—Esa es una buena señal, pero no debes confiar en ella, si es una perra como todos dicen que es entonces no te va a poner las cosas fáciles. Tanner es el hombre con el que todas las mujeres quieren estar, va a dar pelea, Issy y mucha —suspiré.
—Lo sé, pero confío en que Tanner me dé mi lugar —Didi negó con la cabeza.
—Pues espero por su bien que lo haga porque si no le rompo las bolas.
—¡Didi! —le di un manotazo en el brazo.
—¿Qué? Es verdad, más le vale que no te haga sufrir si no va a conocer toda mi ira —espetó.
Seguimos caminando por ahí, dando vueltas y mirando la ropa en los aparadores, jurando que un día íbamos a venir a comprar todo lo que nos gustaba.
—Y con respecto a lo otro...—ya íbamos de regreso a casa.
—Con lo de Hannah —Didi asintió —¿Qué con eso?
—¿Estás segura de lo que quieres hacer? Digo, no es que tenga nada de malo, pero...—apretó los labios mirando a ambos lados, como si temiera que alguien la escuchara —. ¿No crees que Tanner se enoje?
—No tendría porque, una cosa es que él no quiera verla y está bien nadie lo puede obligar, además no tengo prohibido verla, ¿o sí?
—Pues no —murmuró. Se enganchó a mi brazo mientras seguíamos esperando —. Pero decirle a Matthew que te acompañe —hizo una mueca.
—¿Está mal?
—No, no digo que esté mal pero, ¿y si Tanner se enoja?
—Se lo voy a decir después de ver a Hannah —le aclaré.
—¿Y por qué después y no antes?
—Es mejor pedir perdón que pedir permiso —entornó los ojos con diversión, subía y bajaba las cejas.
—Chica lista.
****
Cité a Matthew en un lugar neutro, donde pudiéramos hablar tranquilamente sin que nadie nos interrumpa. Ya le había dicho por teléfono lo que quería hacer y no estaba muy convencido de ello, dijo que no tenía caso verla o saber algo más de ella, estaba tan dañada que muchas veces se perdía en su mundo, era muy difícil que pudiera salir. Pero aun así yo quería verla, conocerla y saber un poco de ella, no importa si estaba bien o no, no iba a poder continuar con esto sin conocerla.
—Clarisse —giré al escuchar a Matthew. Lo cité en un jardín muy grande de la ciudad, era público y había algunas cafeterías desde donde podías apreciar la hermosa vista que te regalaban los jardines con sus flores, árboles y todo tipo de rosales.
—Matthew, hola —llegó hasta mí dejando un beso en mi mejilla.
—¿Qué te pasó? —subió la mano a mi mejilla. Ya no dolía tanto, pero todavía estaba algo verde y morado.
—Después te digo, ¿sí? —asintió —. ¿Ya pensaste en lo que te dije? —se quedó en silencio, procesando mis palabras —. Es importante para mí, Matthew —puse una mano en su brazo, lo que hizo que su mirada bajara y pusiera su mano encima de la mía.
—¿Por qué? ¿Hay algo que yo deba saber? —su mira era triste y suplicante. No sabía que Tanner y yo estábamos juntos, pero tampoco era tonto y lo sospechaba.
—Creo que lo sabes bien —murmuré. Aplanó los labios y asintió.
—Creo que sí —musitó. Nos quedamos en silencio mirando los jardines, solo nuestras respiraciones y el canto de las avecillas que habitaban los árboles —. Sé que Mabel está en la ciudad —aquello me hizo querer mirarlo.
—¿Cómo lo sabes?
—Tanner le dijo a mi madre y ella nos dijo a papá y a mí —encogió un hombro —. Debes tener cuidado con ella, Clarisse, cuando sepa que estás con Tanner...
—¿Crees que haga algo malo? —lo interrumpí.
—Temo que sí, entre más lejos esté mejor para todos. Mabel tampoco es una buena persona, es egoísta y envidiosa. No le va a gustar la idea de que Tanner esté con alguien como tú, que le da estabilidad a su vida, que lo ame de esta manera —se escuchaba preocupado. Aquellas palabras me dieron miedo porque si era cierto lo que Matthew decía entonces Mabel era más peligrosa de lo que me imaginé —. Estoy seguro de que Tanner no va a dejar que te lastime —sonrió sincero, él también sabía que su primo me iba a cuidar.
—Y yo sé cuidarme sola, eh —lo señalé con un dedo.
—Lo sé —soltó mis manos para darme un abrazo que no me esperaba para nada, pero que en ese momento agradecí en demasía —. Te voy a llevar, pero tengo una sola advertencia para ti —nos separamos —. Tienes que ser fuerte con todo lo que vas a ver en ese lugar —asentí.
—Está bien —le sonreí agradecida.
Viajamos en su auto hasta las afueras de la ciudad, al ser inicio de semana había tráfico y muchas personas en la calle. Tanner me dio algunos días libres para que me recuperara, ya que según él me podía sentir mal al ir a trabajar. Era lindo de su parte cuidarme de esta manera, pero no iba a pasar nada con ir a trabajar, estaría bien.
Hicimos una hora de camino, tiempo que aprovechamos para platicar. Matthew me platicó de su vida, lo que hacía en la editorial y decía que sería un placer trabajar conmigo, ya que ese es mi mundo, pero por ahora no tenía pensado dejar la empresa o empezar algo nuevo, estaba bien con mi vida y por ahora seguiría ahí siempre fiel a Tanner Russel.
Llegamos al lugar donde Hannah estaba internada, el complejo era grande, lejos de la ciudad, en medio del bosque donde se podía respirar paz y no había el ruido de la ciudad. La reja se abrió a nuestro paso dejando ver el edificio de tres pisos, de paredes de color blanco y terrazas donde había algunos pacientes vestidos de color blanco y azul. Matthew detuvo el auto en el estacionamiento y bajamos juntos para entrar al complejo.
—Vamos —llevó su mano a mi espalda baja para encaminarme hacia la entrada de dos puertas. El lobby era enorme, con una sala de espera y un mostrador en frente, donde una mujer joven atendía a quienes llegaban. Al vernos llegar sonrió.
—Matthew, que bueno que estás aquí —le dijo. Me miró de reojo —. Tenemos más visitas —su tono fue amable, nada grosero —. Eso hará feliz a Hannah.
La joven nos invitó a pasar una de las puertas donde nos revisaron para asegurarse de que no llevábamos armas o algún artículo que pudiera representar un peligro para los pacientes. Dejé mi bolso y Matthew las llaves de su auto. Nos encaminaron hacia el jardín donde se encontraba Hannah. Esperaba ver un lugar desolado, triste y sin vida, pero era todo lo contrario, rodeado por árboles, con personas que atendían todas las necesidades de los pacientes que iban de un lado al otro, algunos se entretenían con algún juego de mesa, otros más practican yoga, hacían ejercicio, no parecía un hospital psiquiátrico.
Matthew venía a mi lado mirando a las personas intentando encontrar a Hannah.
—Dijeron que estaba aquí —murmuró a mi lado.
—Tal vez regresó a su habitación —puso su mano en mi brazo, levanté la mirada a su rostro, sin decir nada me dijo que ya la había encontrado.
—Ahí está —señaló. Miré en la misma dirección que él, a lo lejos, sentada en una de las bancas del jardín se encontraba una mujer, cabello rubio corto a la altura de las orejas. Vestida toda de blanco, estaba sola y apenas hablaba con los pacientes que pasaban a su lado —. Es ella —nos encaminamos hacia Hannah —. Ten cuidado con lo que dices, a veces se enoja y pierde el control. Haz caso a todo lo que dice —asentí.
Al llegar a ella y cuando vio a Matthew se puso de pie rápidamente abrazándolo de manera efusiva. Se veía feliz, extremadamente feliz por verlo.
—Matty —acunó sus mejillas con sus manos, dejando un casto beso sobre sus labios —. Estás aquí, Matty —sonrió.
—Hola, Hannah, ¿cómo estás?
—Bien, estoy bien, ¿y tú? ¿Cómo estás? —miró sobre su hombro y su mirada clara se fijó en mí —. ¿Quién es ella, Matty? —de nuevo lo miró a él.
—Es una amiga que te quiere conocer —Matthew se hizo a un lado. Hannah me miró con un poco de desconfianza, entre molesta y sorprendida —. Es buena, cariño, no te hará daño —cogió su mano lo que provocó que Hannah bajara un poco la guardia.
Mirándola así de frente pude notar que era realmente hermosa, tenía un rostro pequeño, nariz fina, labios delgados, pero con una bonita forma de corazón, ojos de color azul intenso, piel de seda. Entendía por qué los primos Russel cayeron rendidos ante sus encantos.
—¿No me hará daño? —miró a Matthew quien le dijo que no —. Es muy bonita —le confesó en tono confidente, Matthew rio y asintió con la cabeza.
—Lo es —Hannah por fin sonrió, me sonrió y eso me hacía sentir menos nerviosa —. ¿Nos sentamos? —preguntó a lo que Hannah fue la primera en tomar asiento, después lo hice yo y al último Matthew quien quedó al lado izquierdo de la rubia —. Hannah, ella es Clarisse, ¿recuerdas que te platiqué de ella? —asintió —. Hoy quiso venir a conocerte.
—¿Le hablaste de mí? —había veces que parecía una niña de once años, su voz salía más inocente, infantil —. ¿Qué te dijo? —me preguntó. No tenía una respuesta a esa pregunta, pero tuve que improvisar un poco.
—Matthew dice que eres una hermosa persona, una gran amiga. Él te quiere mucho —al decir esto apoyó la cabeza en el hombro de Matthew —. Me ha dicho que se conocen de hace años y pasaron muchas cosas juntos —se acurrucó entre los brazos que Matthew que rodearon su cuerpo para abrazarla.
—También soy amiga de Tanner —aquello me dejó una sensación amarga en la garganta —. Pero él no viene a verme —hizo un puchero con la boca —. Ya no me quiere.
—Él te quiere —le dije —. Y te quiere mucho —negó con la cabeza —. Me ha hablado de ti y tiene bonitos recuerdos tuyos —abrió los ojos un poco.
—¿En serio? —asentí. Quise coger su mano, pero la apartó con recelo —. ¿Cómo está Tanner? Cada que le pregunto a Matthew por él no me dice mucho —suspiró con melancolía.
—Tanner está bien —me limité a decir —. Con mucho trabajo —se separó de Matthew, lo miró y este le asintió afirmando lo que acababa de decir.
—Es cierto, en estas fechas hay más trabajo en la empresa.
Empezó a estrujar sus dedos, se notaba nerviosa y cohibida.
—Quiero ver a Tanner, quiero verlo. Hace años que no viene, ¿por qué no viene? —me preguntó directamente a mí. Miré a Matthew en busca de ayuda.
—Por ahora no puede —respondió Matthew por mí. Su mano ascendió a la mejilla de Hannah para apartar un mechón de su cabello rubio —. Voy a hablar con él para que venga a verte —ignoró por completo al rubio y se dirigió a mí cogiendo mis manos.
—Dile que venga, dile que quiero verlo. Por favor, Clarisse. Matty dice que eres una buena persona, ¿me puedes hacer ese favor? —mis ojos se quedaron fijos en las manos de Hannah, tenía los dedos maltratados, como si se mordiera la uñas, era una de esas personas que se arranca los pellejos hasta que te lastimas y no lo haces más, pero solo es por un tiempo, ya que lo sigues haciendo cada vez que puedes.
—Le voy a decir —sonrió de oreja a oreja.
—Dile que quiero verlo, hace años que nos dejamos de ver y quiero saber como es en persona. Solo he visto fotos suyas —musitó triste —. Lo extraño mucho.
En ese momento una mujer con bata blanca se acercó a nosotros, sin tener que decir nada Matthew se puso de pie y fue con ella.
—Ahora regreso —asentí. De nuevo miré a Hannah, pero esta vez estaba seria.
—Clarisse —su voz ya no se escuchaba infantil, era la voz de una mujer de su edad —. Debes tener cuidado con Mabel —cogió mis manos, acercándose un poquito más —. Es mala, es muy mala y no va a dudar en hacerte daño —pasé saliva —. Ten cuidado, Clarisse, ten mucho cuidado.
—¿Por qué me dices estas cosas? —pregunté trémula.
—Porque ella estuvo aquí, me dijo... Me dijo muchas cosas —miró a su alrededor con miedo. Tenía esa mirada que me provocaba miedo. De nuevo se había ido —. Dijo que Tanner es suyo, dijo que siempre iba a estar con él —se mordía los labios —. Cuídalo, cuídalo mucho, por favor. Cuídalo por mí —se puso de pie y empezó a hacer gestos y movimientos raros que me hicieron apartarme —. ¡Mabel es mala! ¡Es mala!
De inmediato dos enfermeros se acercaron a ella, la alejaron de mí a la fuerza, pero seguía gritando que Mabel es mala, que le hizo mucho daño. Matthew se acercó preocupado.
—¿Qué le hiciste? —me agarró del brazo, enredando sus dedos, ejerciendo presión —. ¿Qué le dijiste?
—Nada, no le dije nada —mi corazón latía rápidamente. Tenía un vacío en el pecho —. Te lo juro, no le dije nada —iba a decir algo, pero me soltó y fue detrás de ella —. Dios.
Me llevé una mano al pecho, subía y bajaba, sentía miedo y preocupación por lo que me dijo Hannah. Ahora más que nunca le tenía miedo a Mabel y ni siquiera la conocía.
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