Capítulo 18. ❄
Clarisse
Tanner dormía a mi lado, sosegadamente, las sábanas y cobertores cubrían sus piernas y pies, pero su espalda estaba descubierta y al observarlo de manera tan detenida por tanto tiempo me di cuenta de que me gustaba su espalda, su piel, tenía hombros anchos y unas caderas delgadas, lo que hacían que todo su cuerpo fuera una verdadera escultura tallada a mano.
Mis dedos se deslizaban entre sus cabellos, sus manos se aferraban a mi cuerpo manteniéndome pegada al suyo. A veces bajaba para acariciar sus cejas y su nariz, delineaba las curvas de sus labios y mandíbula. No podía creer que tan solo semanas atrás fuéramos dos completos desconocidos que compartían ocho horas al día en la misma oficina y ahora estuviéramos metidos en la misma cama, agotados y satisfechos porque toda la noche hicimos el amor.
Aquello fue una completa locura que me fascinó, estar en sus brazos, sentir el calor de su cuerpo, el deseo con el que me abrazaba, sus besos apasionados, todo lo que hacía me tenía completamente loca y enamorada de él. En este momento me podía morir y lo haría feliz.
Observé su rostro detalladamente, desde sus pestañas hasta sus labios, donde mis ojos se quedaron unos segundos más de lo debido. Acuné sus mejillas con mis manos y dejé un casto beso sobre sus labios, se removió, pero siguió durmiendo, así que aproveché para darme una ducha y refrescarme un poco. Sentía la piel pegajosa y para ser sincera mi sexo ardía por toda la acción que tuvimos. Después de tres años en los que nadie me tocaba Tanner lo hizo de una manera tan desesperada y excitante que cada vez que me pedía continuar no le podía decir que no, estuve sin tener relaciones tanto tiempo que ahora con un solo toque suyo me desarmaba.
Al salir del baño Tanner seguía durmiendo, se veía tan adorable que podía verlo dormir todo el día sin cansarme.
—Eres tan hermoso —pasé mis manos por su cabello y dejé un beso en su mejilla. Me acerqué a la puerta corrediza para tomar un poco de sol que empezaba a salir lentamente en la distancia.
Todo aquí era hermoso, desde el lago, hasta el bosque, olía a madera mojada, se podía sentir la brisa de la mañana acariciar mis mejillas y mover mis cabellos. La casa de Tanner no quedaba muy lejos de aquí, por lo poco que sabía vivió muchos años en esta desde que se casó con Mabel hasta que ella se fue, el dolor le impidió seguir ahí más tiempo por eso regresó a la ciudad donde ha vivido todos estos años.
—Buenos días, Clarisse —pegué un respingo al escucharle hablar. Giré medio cuerpo y Matthew venía hacia mí, con las manos metidas en los bolsillos de su sudadera, su rostro se veía somnoliento.
—Hola, buenos días, Matthew —se acercó y se quedó a mi lado mirando el lago también.
—¿Cómo dormiste? —preguntó.
Si te digo la verdad me vas a odiar, Matthew. No puedo, no puedo.
—Bien, extrañando mi cama, pero bien, ¿y tú? —lo miré de reojo. Su mirada se encontraba fija en la distancia, como si estuviera mirando algo, pero al mismo tiempo no lo hiciera.
¿Qué había pasado para que tuviera este cambio tan drástico conmigo?
—La verdad no pude dormir bien —suspiró y apoyó los codos sobre el barandal.
—¿Puedo saber por qué? —giró la cabeza en mi dirección y tenía esa mirada que me decía que yo tenía la respuesta a esa pregunta.
—Creo que lo sabes bien.
¿Lo sé? ¿En serio? ¿Qué se supone que sé?
—No-no entiendo —esperaba que no hubiera escuchado todo lo que pasó en esa habitación porque estaría muerta, si él escuchó algo era seguro que sus padres también.
—Ayer te vi bailar con Tanner.
¡¡Ahhhhh!! ¡Es eso!
Es eso.
—Sí, yo...—me rasqué la mejilla, nerviosa. Me estaba delatando y él estaba a nada de saber todo lo que estaba pasando entre su primo y yo.
—No hay duda de que ustedes se gustan y ni siquiera sé en qué momento pasó todo esto. Es decir, hace semanas Tanner te miraba como si no existieras, te veía como la empleada que eres y ayer...—se quedó en silencio unos segundos que me supieron eternos, como si lo siguiente que fuera a decir fuera tan malo que no lo iba a soportar —. Ayer me di cuenta de que no eres solo una empleada para él. Después de tanto tiempo Tanner se está dando una oportunidad, no te voy a mentir, Clarisse —irguió la espalda y se giró para quedar frente a mí —. No te voy a decir que me alegra que seas tú esa mujer que consiguió que Tanner se diera una nueva oportunidad, eso sería mentir y yo nunca te voy a mentir a ti.
—Matthew...—cogió mi mano y la llevó a sus labios.
—¿Desde cuándo te gusta? ¿Desde cuándo sientes esto por él? —Su mirada era triste y suplicante. Todos estos años se portó tan bien conmigo y yo tampoco le podía mentir.
—Fue poco después de que entrara a trabajar a la empresa, fue inevitable y te juro que no pretendía que pasara, yo... Sufrí mucho en mi relación pasada y no pretendía enamorarme de mi jefe, lo juro.
—No me tienes que jurar nada, te creo —sonrió triste —. ¿Tanner lo sabía? —negué.
—No hasta hace poco, ni siquiera le he dicho que lo amo —hizo el amago de soltar mi mano, pero al final no lo hizo, la apretó un poco más fuerte sin llegar a lastimarme.
—Tú le gustas y mucho. Nunca lo había visto así, ni siquiera con Mabel —su confesión me dejó desconcertada —. Tengo que advertirte algo, lo tienes que saber.
—¿Qué pasa? Si es sobre Hannah, Tanner ya me dijo todo.
—¿Segura que te dijo todo? —asentí.
—Todo lo que tengo que saber —negó con la cabeza.
—Esta vez no se trata de Hannah, sino de Mabel...
—Ella se fue —negó con la cabeza —. Tanner me lo dijo.
—Sí, se fue, pero conociéndola es capaz de regresar con tal de joderles la vida. No la conoces, ni siquiera Tanner la conoce y es de temer. Ten mucho cuidado, Clarisse, no quiero que nada te pase.
—No creo que pase nada, Matthew, se fue hace tres años —dije despreocupada. Pero él se veía tan serio, como si lo que dijera fuera un hecho.
—No la conoces y espero que no la conozcas nunca —dejó un beso en el dorso de mi mano —. Otra cosa.
Ahora estaba preocupada.
—Dime.
—Si Tanner llega a arruinar esto te aseguro que voy a luchar por ti, estaré ahí para ti, para lo que sea que necesites —en ese momento ambos giramos hacia la puerta (no la de la habitación que estaba ocupando) cuando Tanner salió con un suéter en las manos.
—Buenos días, Clarisse —se acercó para poner el suéter sobre mis hombros —. Matthew —se quedó a mi lado, manteniendo las distancias.
—Buenos días, Tanner —me miró de reojo —. Los dejo, voy a ayudar a mi madre —sin decir más y mirando a su alrededor nos dio la espalda y regresó dentro de la casa.
—¿Qué te dijo? —cogió mi mano. Lo miré por interminables segundos, en los que me debatía si decirle lo que me dijo Matthew de Mabel o quedarme callada.
—Nada —respondí —. Bueno... Él sospecha que hay algo entre tú y yo —me acorraló entre el barandal y su cuerpo —. Tanner.
—¿Qué? —miraba mis labios más de lo debido.
—Estoy hablando en serio —mis manos se asieron a sus hombros.
—No he dicho nada —hundió su rostro en mi cabello que caía sobre mis hombros.
—Pero no me estás prestando atención —inhaló con fuerza y levantó la barbilla, nuestros labios quedaron a solo centímetros.
—Te dije que después de lo de anoche todo sería diferente —su mano se deslizó por mi cintura para atraerme a su cuerpo —. Gatita, eres una adicción —apretó sus labios contra los míos —. Dios. Si hubiera sabido que así se sentía estar dentro de esa pequeña y jugosa vagina te juro que hace mucho me hubiera acercado a ti —no sabía como tomarme sus palabras —. No me malinterpretes.
—Explícate.
—No solo me gusta tu cuerpo, lo que me haces sentir, me gusta estar contigo, besarte y decirte lo hermosa que eres —sonreí tímida —. Clarisse, me fascinas —su otra mano subió a mi nuca, apretando mi cuello, pasando su pulgar por mi piel sensible.
—Tú también me fascinas, Tanner Russel —bastó una pequeña sonrisa de su parte para que terminara devorando sus labios, acercándome un poco más sin importarme que sus tíos nos pudieran ver. En este momento no me importaba nada más que esto que estaba pasando entre los dos.
—No me dejes, gatita —bajó la otra mano para abrazarme. Apoyó su frente contra la mía —. Nunca me dejes.
—Nunca te voy a dejar, Russel —sonrió.
Nos quedamos unos minutos más hasta que decidimos entrar para ayudar a preparar el desayuno. Tanner aprovechó para darse una ducha y yo bajé a la cocina donde Margot estaba detrás de la estufa.
—Nicolas sigue durmiendo —informó. Matthew también ayudaba —. Ya no es el mismo joven que podía bailar toda la noche —suspiró —. Han pasado los años, pero lo sigo amando como el primer día —estaba atenta a todo lo que decía al igual que su hijo —. Cariño, lleva eso al comedor —le pidió a lo que Matthew asintió y salió de la cocina —. La verdad quería que se fuera para decirte algo —me detuve de todo lo que estaba haciendo. Miré hacia la puerta.
—¿Pasa algo malo?
—¿Tendría que pasar algo malo? —encogí un hombro —. Nada de eso, al contrario —puso una mano en mi brazo —. Ayer que estaban bailando en la sala se veían tan adorables, creo que a Tanner no le eres indiferente ni él a ti —apreté los labios sin saber qué decir o hacer.
—Yo...—me calló antes de que dijera una palabra más.
—No me tienes que dar explicaciones, me encantas para él, hacen bonita pareja y se ve que le gustas mucho. Si ustedes quieren tener una relación, adelante, cuentan con mi apoyo y estoy segura de que Nicolas estaría fascinado también.
La verdad estaba sorprendida por esto que me estaba diciendo.
—Solo te pido que tengas cuidado con Mabel, es capaz de regresar con tal de hacerte la vida imposible.
Era mucha casualidad que me estuviera diciendo lo mismo que me había dicho Matthew minutos atrás. Le quise decir que su hijo me dijo lo mismo, pero antes de abrir la boca ella habló.
—Espero equivocarme, pero siento que está más cerca de lo que pensamos. No sé si te dijo Tanner, pero le han estado llamando mucho de un número desconocido.
—Algo me comentó de eso —dije seria. Estaba tan confundida y temerosa.
—¿Y si es ella?
—Tal vez no lo sea —no se convenció de lo que dije.
—Pero tal vez sí. Solo ten cuidado, cuentas con todo mi apoyo, Clarisse.
—Gracias —me sonrió. Matthew entró para preguntar en qué más ayudaba, nos callamos para que él no supiera nada, pero estaba enterado de esto desde hace mucho. No era tonto, solo fingía que no sabía cosas o que no las veía, a pesar de todo se mantenía fiel al apellido Russel.
****
—Desperté como si hubiera bebido toda la noche —se quejó el señor Nicolas, no se miraba nada bien. Parecía que tuviera resaca cuando apenas lo vi beber un poco de vino —. Siento que voy a morir —de nuevo se quejó, se pellizcó los lagrimales.
—Ya no tienes veinte años, cariño —Margot palmeó su mano y este le sonrió, poniendo una mano sobre la suya. Los dos eran tan adorables, me hubiera gustado ver una relación así en mi infancia, pero mi madre nunca tuvo novio, bueno nunca habló de eso conmigo, tal vez sí lo tuvo y yo ni enterada.
—¿Me dijiste viejo? —Margot negó de inmediato, ambos rieron y yo no podía dejar de mirarlos, eran tan adorables y se veían tan enamorados.
Yo también quiero algo así.
—¿Todo bien? —al girarme hacia Tanner lo tenía demasiado cerca, lo que provocó que pegara un brinquito en mi lugar.
—Se ven tan adorables —musité para que no me escucharan.
—Esos podríamos ser tú y yo —abrí los ojos ante su comentario —. Hablo en serio.
Me pasé un mechón de cabello detrás de la oreja, miré a Matthew que también me echó una mirada de reojo y continúo desayunando. No me podía sacar de la cabeza sus palabras, dijo que si Tanner hacía las cosas mal él iba a estar ahí, siempre estaría ahí.
Nunca pensé que algo así me podría pasar a mí. Los dos eran buenos hombres, atractivos e inteligentes, pero mi corazón le pertenecía a Tanner y siempre sería así.
—No digas esas cosas a esta hora, sigo dormida —bajó sus manos y aproveché para coger la taza con café.
—¿No dormiste bien anoche? —preguntó, Tanner. En ese momento todas las miradas se dirigieron a mí.
—¿No dormiste bien? —preguntó Margot, preocupada —. ¿Es el colchón? Te dije que hay que cambiarlo —le dijo a su esposo.
—No, no es nada de eso...—tremendo problema en el que me metió Tanner —. Es solo que extraño mi cama.
¡Mentira! Maldita mentirosa, Clarisse.
No les iba a decir que el hecho de que no pudiera dormir no era porque extrañaba mi cama, sino porque su sobrino estuvo metido entre mis piernas toda la noche e hicimos el amor todas las veces que pudimos que hasta me dolían las piernas al caminar.
—Ay cariño —musitó Margot —. A mí también me pasa lo mismo, si no duermo en mi cama no duermo a gusto.
—Lo confirmo —Nicolas levantó un dedo.
Eran tan adorables e inocentes que los quería abrazar.
Después de desayunar le ayudé a Margot a limpiar la mesa y lavar los platos que usamos, subí a la habitación que había ocupado para acomodar la cama y meter mi ropa en la maleta. Bajé con Tanner para mirar el lago y me dijo que íbamos a regresar, decía que el lugar era hermoso cuando la nieve cubría todo. En las vacaciones de invierno venía aquí para olvidarse de todo y de todos, quería que esta vez viniera con él.
Por la tarde decidimos regresar a la ciudad, era hora de volver a casa porque el día siguiente trabajaríamos y en estas fechas el trabajo se duplica y no entendía por qué.
—Nos visitas pronto —me dijo Margot. Me regaló un poco pastel para llevarle a Diane —. En acción de gracias puedes venir, a menos que vayas con tu familia —negué de inmediato. Tanner metía mi maleta al auto.
—Me encantaría venir con ustedes, puedo traer algo.
—Tú traes el puré de papa —aclaró Nicolas —. ¿Has probado el puré que hace? —le preguntó a su esposa —. En una ocasión llevó puré a la empresa porque fue el cumpleaños de un compañero...—se quedó callado, pensando —. Por cierto, ya casi es el cumpleaños de Tanner —este cerró la puerta y nos miró a los tres. Matthew no salió a despedirnos.
—No empiecen, saben que no me gustan las fiestas —se quedó a mi lado. Subió su brazo para rodear mis hombros.
—Podemos hacer una comida con los amigos y ya —sugirió Margot —. No falta mucho para ese día, hijo, el quince de diciembre está a la vuelta de la esquina.
Faltaba tan poco para su cumpleaños número treinta y dos, y yo no sabía que le iba a regalar. Los años anteriores le regalé unas corbatas y en una ocasión una botella de vino, pero ahora sería diferente, ya que esta vez estábamos juntos y quería darle algo que cada que lo mirara pensara en mí.
—De todos modos siempre hacen lo que quieren —miró la hora en la pantalla de su móvil —. Nos tenemos que ir —se despidió de su tía con un beso en la mejilla. Hice lo mismo con los dos y entramos al auto.
Me puse el cinturón y miré a través de la ventanilla a Margot y Nicolas, les dije adiós con las manos e hicieron el mismo gesto. Tanner dio la vuelta para salir de la propiedad y así regresar a la ciudad.
—Se acerca tu cumpleaños —con dos dedos juguetones subí por su mano hasta su hombro —. ¿Qué te gustaría que te regale?
—Tú, desnuda en mi cama, no pido más —me miró de reojo —. ¿Qué?
—Hablo en serio, Russel.
—Yo también hablo en serio, señorita D —cogió mi mano y la llevó a sus labios —. Lo que sea que me regales sé que lo voy a amar como los años anteriores, todo lo que me regalas me gusta. Uso más las corbatas que me regalaste hace dos años que las que yo he comprado.
—Y son las únicas que debes usar —se rio —. No estoy jugando.
—Lo sé, lo sé —soltó mi mano, pero la dejé encima de la suya.
—Tu familia me ama —le dije de repente.
—Matthew más que nadie —musitó.
—Me refiero a que si llegamos a tener algo ellos están de acuerdo —mis palabras no le sorprendieron, creo que ya se esperaba algo así.
—Eres una gran mujer, es obvio que te van a amar —me miró de reojo y sonrió —. ¿Si llegamos a tener algo tu madre también me va a amar? —aquella pregunta me dejó sin habla —. ¿Qué pasa? Nunca hablas de ella.
—Si te llego a presentar con mi madre lo primero que te va a preguntar es si quieres estar con alguien como yo, tan poca cosa, sin chiste, aburrida...—frenó de golpe sin importarle si venían más autos detrás. Lo bueno es que no venía nadie —. ¿Qué haces?
—¿Qué dijiste? —me miró sorprendido —. Es broma, ¿no? —negué sutilmente con la cabeza y apreté los labios —. Una madre no puede ser así con su hija.
—Pues mi madre es así y más —musité. Me dolía decir esto, pero era cierto —. Hice cosas con las que ella no estuvo de acuerdo y desde hace tres años no llevamos bien nuestra "relación". Minimiza todo lo que hago, para ella no es suficiente el puesto que tengo, ni que estuviera estudiando y trabajando al mismo tiempo. Por eso cuando pude me salí de su casa y me fui a vivir con Diane —cogió mi mano —. Sé que la decepcioné, pero me duele que se porte así, tampoco espero que cambie, ya no.
—No tenía idea de esto.
—Y no tenías por qué saberlo, solo Diane lo sabe y ya —encogí un hombro.
—Lo siento —le sonreí porque él no tenía la culpa de nada de lo que pasaba con mi madre —. Mi familia es tu familia, gatita, ellos te quieren mucho.
—Y yo a ellos —escuchamos el sonido de un claxon detrás de nosotros —. Arranca.
—Que se espere —se quejó —. Estoy hablando con mi novia —hizo sonar el claxon también —. No estás sola, cariño, ya no —me acercó rodeando mi nuca con su mano para dejar un beso sobre mis labios.
El auto detrás pasó a nuestro lado al ver que no nos íbamos a mover. No sé qué tanto empezó a gritar a lo que Tanner respondió sonando el claxon, recordándole a su madre.
—¡Idiota! —sus manos se asieron al volante —. ¿Qué no está viendo? —arrancó para continuar con nuestro camino —. Necesita una buena follada —espetó.
—¿Y tú no? —me crucé de brazos. Me miró mal.
—Ahora no.
¿Podía ser más perfecto? Yo creo que no. No necesitaba nada más para serlo, era encantador y sexi, me hacía reír y me hacía sentir deseada, me decía lo bonita que soy y lo mucho que le gustaba.
Solo esperaba que lo que dijeron Margot y Matthew no fuera cierto, que Mabel se quedara lejos de la vida de Tanner, que nunca regresara para no arruinar nada de lo que estábamos empezando.
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