Capítulo 16. ❄
Clarisse
—Te portas mal —escuché a Didi mientras metía la poca ropa a mi pequeña maleta.
—Recuérdame porque llevo ropa de más si solo voy a una cena —alcé una ceja mirando a Didi. Se encogió de hombros, rodé los ojos y me acomodé las tetas, llevaba puesto un sujetador que me quedaba demasiado apretado y me asfixiaba las nenas —. ¿Qué pretendes con todo esto? —le pregunté.
Cuando le dije que Tanner me había invitado a la cena del señor Nicolas me llevó arrastrando a una tienda para comprarme un vestido y unos zapatos. También me obligó a usar las lentillas que encontró escondidas en una esquina de mi closet, las que me había estado negando a usar desde hacía tanto.
—¿Yo? ¿Crees que pretendo algo? —me señalé de los pies a la cabeza, obviando lo que era más que evidente.
—No utilizo este tipo de vestidos ni zapatos.
—Vas a asistir a una cena importante, con tus futuros tíos/suegros y tienes que dar una buena impresión —se acercó para acomodar el cuello de mi abrigo. Cómo dije el invierno se acercaba pronto y las noches eran heladas en esta época del año.
—Ellos ya me adoran por lo que soy —respondí.
—Sí, pero recuerda que van a ir más invitados —me miró a los ojos y me hizo un guiño.
—¿Y para qué la maleta? —cogí una tanga de color negro de encaje —. ¿Y esto? —bufó hastiada, como si quisiera agarrarme a golpes.
—¿No es obvio?
—¡No! No entiendo tus indirectas.
—Dios, Clarisse. En ese cena puede pasar de todo, de todo —repitió —. Sabes a qué me refiero, ¿no? —iba a negar con la cabeza, pero se me adelantó. Puso sus manos en mis hombros —. Esta noche te va a dar como cajón que no cierra...
—Eso no...
—Te va a dejar como el meme de Bambi, con tus piernitas todas abiertas —levanté un dedo, pero ella lo bajó —. No sé como lo sé, pero lo sé y ya, así que no me digas nada.
—Pero no he dicho nada —palmeó mi cabeza como si fuera un cachorrito.
—Buena niña.
—¿Cómo sabes eso?
—Es obvio, Clarisse, es más que obvio —me quedé pensando unos segundos. No entendía como es que ella aseguraba que eso iba a pasar cuando se supone que solo íbamos a una cena por el cumpleaños de su tío Nicolas. En ningún momento Tanner me dejó entrever que pretendía que eso pasara y la verdad yo dudaba mucho que así fuera. Bueno, tampoco es como que hubiera dicho lo contrario.
—Ay Dios —me cubrí la boca con ambas manos.
—¿Qué? —Didi terminó de meter algunas cosas en mi maleta.
—No me depilé —rodó los ojos.
—Dios Santo, ya te comió dos veces y tú te preocupas porque no te depilaste. Además, el vello púbico ayuda a que el sexo sea más placentero porque si la piel roza con piel...—se quedó callada cuando se dio cuenta de que la mirada de más —. ¿Qué?
—¿Cómo sabes eso?
—Prioridades, Issy, prioridades —levantó un dedo.
Mi móvil empezó a vibrar, cuando lo cogí me di cuenta de que era un mensaje de Tanner.
—Es él —le informé a mi amiga que terminó de cerrar la maleta —. ¿Segura que vas a estar bien sola? —entornó los ojos.
—No estoy sola, Marcy se va a quedar conmigo. Tenemos muchos planes para el día de hoy —en ese momento Marcy iba entrando a la habitación, pero tal parece que entendió lo que Didi dijo, ya que se dio media vuelta contoneando la cola —. Traidora —me entregó la maleta —. Te portas mal y lo pasa bien —dejó un toquecito en la punta de mi nariz con su dedo.
Me acompañó hasta la puerta con la intención de bajar, pero la detuve, puesto que nada más traía su pijama y andaba descalza.
—Quédate aquí, allá abajo está helando —me sonrió.
—Te quiero, Issy.
—Y yo te quiero a ti, Didi —me dijo adiós con la mano y salí del departamento para bajar por el ascensor. Cuando llegué abajo Tanner esperaba fuera del auto, al verme abrió la puerta haciéndose a un lado.
—Buenas tardes, Clarisse —dijo cuando ambos estábamos dentro del auto
—Buenas tardes, señor Russel —abrochamos nuestros cinturones, sonrió y encendió el auto para arrancar e ir a la casa de sus tíos que quedaba en las afueras de la ciudad. Ambos eran hogareños así que les gustaba pasar todo el día en casa, disfrutar del lago detrás de la propiedad y la naturaleza, yo era más de ciudad, pero he de decir que su casa era una de las más bonitas que había visto en toda mi vida. La señora Margot tenía buenos gustos para adornar y ese tipo de cosas, además era buena repostera y cocinera, además de una gran persona y bondadosa —. ¿Cómo va todo en tu vida? —preguntó de repente.
—Bien, eh... Sí, bien —lo miré de reojo y sonrió. Estiró el brazo para poner la radio, en ese momento sonaba Sex on fire de Kings of Leon —. ¿Y tú qué tal? ¿Han seguido llamando? —asintió. Sus manos se asieron al volante —. ¿Sí?
—Todos los días —respondió cansado —. Si bloqueo un número llaman de otro y así, la verdad ya no sé qué hacer —puse una mano en su brazo.
—¿Has pensado en la posibilidad de responder alguna vez? —negó de inmediato.
—Ya se cansaran —le restó importancia.
—¿Y si no es así? —me miró completamente.
—¿No tienes calor? —Cambió de tema, pero ahora que lo decía empezaba a sentir calor, ya que la calefacción estaba encendida y no me había quitado el abrigo. Tanner llevaba puesto un suéter de esos que parecen de abuelito, pero que cuestan más que mi guardarropa, unos pantalones de mezclilla azul y tenis deportivos que de seguro costaban más de lo que se me pagaba cada mes.
—Un poco sí —me quité el cinturón para quitarme el abrigo. Mi vestido era sencillo, de color rosa pálido, con un escote discreto, pero coqueto o eso fue lo que dijo Didi.
—Me gusta tu vestido —su mirada se quedó de más en mis pechos.
—Pensé que ibas a venir de traje —sacudió la cabeza.
—Los trajes son para el trabajo —aclaró.
—Me gusta como te ves —una sonrisa ladina se dibujó en sus labios, que ahora mismo quería morder y lamer, chupar un poco para devorarlos de nuevo.
"The soft lips are open.
Los suaves labios abiertos.
Knuckles are pale.
Los nudillos están pálidos.
It feels like u're dying.
Se siente como si estuvieras muriendo."
—Gracias —su mano se quedó en mi pierna lo que provocó un rico sentimiento de calor en mi cuerpo —. Te ves hermosa —sonreí ante su cumplido.
—¿Crees que tu familia me acepte en algún momento?
—Te aman —dijo —. Todos te adoran así que yo creo que sí y si no fuera así no importa, lo importante es lo que sentimos el uno por el otro.
"Hot as a fever.
Caliente como una fiebre.
Rattle of bones.
El ruido de huesos.
I could just taste it.
Podría solo probarlo.
Taste it.
Probarlo.
—¿No es eso lo que importa? —asentí con la cabeza —. No te preocupes por el que dirán solo sé tú misma y todos te van a adorar. Además, conoces a todos los que van a asistir a la cena.
—¿Te puedo preguntar algo?
—Dime —sus dedos se hundieron en mi piel.
—¿Nos vamos a quedar a dormir? —asintió.
—No podemos regresar tan tarde, la carretera es peligrosa por la noche. Por eso trajiste tu ropa, ¿no? —miró por el espejo retrovisor los asientos de atrás.
—No, bueno Didi me sugirió que trajera ropa —pasé saliva.
—Que bueno que pensaron en eso, se me olvidó decirte que nos vamos a quedar a dormir.
—En habitaciones separadas, ¿no? —se carcajeó cuando dije esto.
—¿Piensas que voy a hacer algo malo? —asentí.
—La verdad sí, no confío en ti para dormir en la misma habitación.
—En México dormimos juntos...
—Sí, pero en México no éramos nada, todavía —me estrujaba los dedos, nerviosa —. Además, se les hará raro a todos que durmamos en la misma habitación y dijimos que llevaremos esto con calma —sin dejar de mirar la carretera suspiró.
—Está bien, gatita, haremos lo que tú digas.
El auto se empezó a calentar y el frío a disminuir. El paisaje era hermoso por donde lo vieras, ambos lados de la carretera estaban tapizados en árboles altos y frondosos, no iban muchos autos, ya que pocas personas se podían dar el lujo de comprar una casa en esta zona de la ciudad. Se podía sentir la brisa del bosque, olía a humedad y madera, todo en una combinación perfecta, la música, la compañía y el paisaje.
Tardamos una hora en llegar a la casa de los tíos de Tanner, la propiedad se encontraba unos metros más allá de la reja de la entrada. Estas dejaban ver lo que había más allá, una hermosa casa moderna con grandes ventanales desde donde se podía ver todo lo que pasaba dentro, un hermoso jardín con muchos árboles y flores que la señora Margot se encargaba de cuidar ella misma. Era amante de las flores y cultivaba verduras también. Algún día me gustaría tener una casa así, una pequeña familia y una vida llena de paz nada más.
—Vamos —Tanner detuvo el auto, al lado de otro más que se encontraban en el estacionamiento. Les quitó los seguros a las puertas y pude bajar mirando todo a mi alrededor. Ya había venido un par de veces, pero cada día se miraba más bonita y con más rosales. Cerré la puerta detrás de mí y apreté el regalo del señor Nicolas entre mis dedos, nerviosa.
Me entregó su mano para enlazar nuestros dedos y aquel sentimiento de nervios se acrecentó. No sabía como se iban a tomar el vernos así de juntos, así de unidos, ya que siempre nos mantuvimos a una distancia prudente, como lo que éramos jefe y empleada. Tanner empujó la puerta y el rico olor a comida nos golpeó la punta de la nariz, después escuchamos la música y voces, seguro eran los invitados de los Russel.
—¡Son Tanner y Clarisse! —la señora Russel salió de la sala. Se acercó con los brazos extendidos y fui la primera a la que saludó seguido de su sobrino —. Sí viniste —cogió mis manos —. Te ves hermosa —sonrió sincera.
—No me podía faltar esta cena, saben que amo a esta familia.
—Y esta familia te ama a ti, Clarisse —se hizo a un lado cuando su esposo llegó a su lado. Me saludó con un beso en la mejilla y a Tanner con un abrazo.
—Le compré algo —el señor Nicolas miró a su mujer, que solo se encogió de hombros.
—No te hubieras molestado, Clarisse —cogió la bolsa con cuidado, miró dentro y metió la mano para sacar la botella de vino que tanto le gustaba. Sus ojos se iluminaron y casi se pone a llorar.
—No es ninguna molestia, sé que ama ese vino y compré uno botella. Espero sea de su agrado —me abrazó con cuidado.
—Gracias, gracias, lo voy a abrir en un momento especial —aclaró. Guardó la botella dentro de la bolsa.
—Vamos —nos invitaron a pasar a la sala donde ya había algunas personas a las que saludamos amablemente porque ya los conocíamos a todos. Eran socios o amigos de la familia Russel así que los vi más de una vez en la empresa. Todos se portaron muy bien conmigo, pero no vi por ningún lado a Matthew y se me hizo raro no verlo cuando era el cumpleaños de su papá.
Nos sirvieron una copa de vino y aperitivos antes de que empezara la cena. Creo que solo estábamos esperando a Matthew porque su madre dijo que solo faltaba una persona y ese era él. No lo había visto desde que viajamos a México y no sabía como se iba a tomar el hecho de que Tanner y yo estábamos juntos cuando me dijo que me alejara de él.
Tal vez lo dijo por lo que pasó con Hannah, pensaba que Tanner me podía lastimar de la misma manera, pero como él lo dijo ya era un hombre maduro que sabía lo que hacía, no era más ese niño rebelde. Además, todos cometemos errores, nadie es perfecto.
Tanner fue con su tío a saludar a unos invitados y yo me quedé sola en la sala, con otras personas a las que no les hablaba.
—Clarisse —me llamó Margot —. Ven —fui con ella a la cocina —. Tengo que decirte que te ves muy bonita sin tus gafas.
—Uso lentillas —dije y me encogí de hombros cuando me miró —. Y gracias, usted también se ve muy bien esta noche.
—¿Eso crees? ¿No me veo muy exagerada? —negué porque no era así.
—Para nada, se ve muy bonita —sonrió —. Siempre se ve elegante y distinguida.
—Qué linda eres —puso su mano sobre mi brazo —. Si un día mi Tanner se enamora de nuevo ojalá fueras tú, eres la mujer perfecta para él.
—Yo...—no me dejó terminar. Me sentía apenada con ella.
—No pretendo ser chismosa ni nada de eso, pero Mabel no era de mi agrado, a Nicolas tampoco le agradaba y cuando se fue...—suspiró llevando una mano a su pecho —. Dios, cuánto agradecí que se fuera, sentí horrible por Tanner, pero fue un alivio para nosotros.
—¿Puedo saber por qué ella no les agradaba? —nos apartamos de la puerta.
—Ella sacó de una situación muy difícil a Tanner, y cada que podía se lo echaba en cara. Él estaba tan enamorado de ella que no se daba cuenta de que no era una buena persona, solo fingía serlo. No sé si te ha pasado que aunque una persona le agrade a todas las personas a ti no te agrada porque puedes sentir sus malas vibras —asentí —. Pues así le pasaba a Tanner con ella, todos nos dábamos cuenta menos él —suspiró —. Solo quiero que mi niño se enamore de nuevo y si eres tú que mejor —apartó un cabello de mi mejilla.
—No sé qué decir —sostenía la copa con ambas manos.
—No digas nada, sé que cuando se dé cuenta de lo bonita y valiosa que eres va a caer rendido ante ti —estaba a nada de salir de ahí. Que su tía (quien era como una madre para él) me dijera este tipo de cosas me hacían sentir nerviosa y cohibida. Nunca pensé que una madre me quería para novia de su hijo, pero estaba pasando con Margot —. Prueba esto y dime si está bien de azúcar y todo.
Abrió la nevera y sacó un pastel que se veía tan apetecible, lo puso sobre la isla de la mesa y me ofreció un poco de betún, tenía el sabor perfecto entre dulce y amargo.
—Lo hice para Nicolas, ama el pastel de chocolate, pero con los achaques de la edad no puede comer mucho dulce, ¿sabe rico? —asentí.
—Delicioso, señora Russel, sabe delicioso —sonrió.
—Tan linda...—no dijo nada porque en ese instante Matthew entró en la cocina. Se quedó bajo el umbral, se cruzó de brazos apoyando el brazo en el marco de la puerta.
—Es muy linda —añadió Matthew. Su madre le sonrió.
—Que bueno que llegaste hijo —Margot se apartó y guardó el pastel de nuevo en la nevera.
—Tenía cosas que hacer —no sé por qué cuando dijo esto me dio la impresión de que lo decía por algo en particular, o por alguien —. Que bueno que estás aquí, Clarisse. ¿Llegaste sola?
—No, vine con...
—Conmigo. Ella vino conmigo —terminó Tanner por mí. Margot servía vino en más copas, pero se mantenía atenta a lo que decíamos —. ¿Hay algún problema? —cogió mi mano entre las suyas.
—No, para nada. Solo preguntaba —dio la vuelta y regresó con los demás invitados.
—¿Quiere que le ayude? —le pregunté a Margot quién levantó la cabeza y asintió.
—Me ayudarías mucho, querida —me entregó una bandeja —. Ahora que Matthew llegó ya podemos cenar.
Pasé al lado de Tanner y rozó a propósito sus dedos en mi cintura, casi se me cae la bandeja de las manos ante el rico escalofrío que me recorrió en ese momento. Margot se encargó de servir la cena, no había meseros ni nada de eso, solo ella y yo atendiendo a los invitados, sirviendo el vino y la cena. Éramos pocos los invitados así que cupimos perfectamente en la enorme mesa que tenían los Russel en su casa. Matthew se sentó del lado izquierdo de su padre mientras que Margot lo hizo a su lado derecho, para mi buena suerte nos tocó sentarnos en el otro extremo de la mesa con Tanner a mi lado.
Todos hablaban de negocios, dinero y ese tipo de cosas de las que hablan las personas con dinero, Tanner y yo nos mirábamos más de lo debido, rozaba sus dedos con los míos, apartaba mi cabello de mi rostro, me compartía de su comida y sonreía cada que nos mirábamos.
—Si me sigues mirando así todos van a sospechar —le dije en un tono de voz muy bajo para que solo él me pudiera escuchar —. ¿No te preocupa?
Sentí su mano apretar mi pierna, me tensé, pero fingí que no pasaba nada bajo la mesa cuando en realidad me estaba pasando de todo por todo el cuerpo. Por inercia miré a Matthew quien estaba atento a la conversación que su padre sostenía con sus amigos y menos mal que fue así si no se iba a dar cuenta del estado en el que me encontraba en ese momento.
—Me preocupa más el hecho de tenerte tan cerca y no poder tocarte como se debe —su mano se deslizó más arriba, apartando mi vestido, hundiendo los dedos en el interior de mis muslos. Cuando llegó a esa zona lo aparté antes de que gimiera ahí mismo.
—No sigas —lo paré —. Por favor —me eché aire con la mano en el rostro, sentía este caliente y mi pecho subía y bajaba. Bebí un poco de agua para refrescarme y no sentir estas ganas de arrancarle la ropa aquí mismo, dejarlo desnudo ante mí y pasar mi lengua...
Basta, Clarisse, deja de pensar en follarte a Tanner.
—¿Qué harás, sino paro? —inquirió.
—Irme —le advertí, pero se detuvo antes de meter su mano de nuevo.
—No lo harás, ¿o sí? —mi semblante serio le dijo todo —. Lo harás —apartó su mano para subirla de nuevo a la mesa y justo en ese momento, en ese preciso momento Matthew se quedó mirando más de la cuenta.
—Carajo —me limpié la comisura de los labios y Tanner miró en la misma dirección que había mirado yo.
La cena transcurrió sin problema alguno, Nicolas partió el pastel que su esposa preparó con tanto amor para él y bailaron un poco, ya que a los dos les gustaba bailar. Se veían tan enamorados y unidos, eran una bonita pareja. Los invitados empezaron a irse, la casa se empezó a quedar sola de a poco, al final solo éramos nosotros cinco y nada más. La música seguía resonando en la sala, preparamos chocolate y comimos más pastel. Me sentía en familia con todos ellos, era como pasar un fin de semana en la casa de tu mamá y recordar bellos momentos, pero yo no tenía ese tipo de momentos con ella y dudaba mucho que los tuviera algún día.
En un momento de la noche nos quedamos solos, la chimenea encendida y los leños crujiendo dentro. Tanner bajó un abrigo para mí, ya que a esta hora empezaba a hacer frío.
—¿Te gustaría bailar? —me preguntó y no pude decirle que no. Me entregó su mano que acepté gustosa.
—Yo encantada —nos pusimos de pie y fuimos en medio de la sala para movernos al ritmo lento de la música —. No sabía que sabías bailar —deslizó una mano a mi cintura, sostuvo la mía con la que tenía libre y alzó a la altura de mi rostro.
—¿Viste a Margot y Nicolas? Ellos me enseñaron —apoyé mi mejilla contra la suya.
—Hoy me sentí en familia, y no es que con Didi no sea así, pero...—aplane mis labios —. No sé, me siento bien con ustedes.
—Ellos te aman, lo sabes. Están encantados de que estés aquí. Nicolas necesita una sobrina, eh —lo miré —. Quiere una esposa como tú para mí.
—Lo mismo me dijo Margot —sonrió.
—¿Lo ves? Eres perfecta para mí, gatita.
—¿Y tú para mí no lo eres? —negó de inmediato.
—Tengo muchos defectos, no soy perfecto.
Quizá él decía que no era perfecto, pero ante mis ojos no podía existir un hombre como él. Quizá tenía mil defectos como tanto lo repetía, pero estos quedaban de lado cuando me hacía sentir de esta manera, tan deseada y querida, nunca en la vida nadie me hizo sentir así y dudaba mucho que alguien me hiciera sentir de esta manera tan descomunal.
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