OCHO
Aquí
el tiempo se hace eterno,
largo, largo…
Nos acorrala
sin otorgar escapatoria.
El tiempo va y viene,
se pasea insolente con su látigo lacerante.
Lo veo en las grietas,
en las oscuras manchas de las paredes,
en los desesperados rostros.
Lo siento en el insomnio, en la vigilia.
El tiempo aquí no perdona.
Penetra, asfixia, mata.
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