Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5: Confesiones

Capítulo 5: Confesiones

Derek:

Elliana estaba muy rara. Cada dos por tres bufaba por cualquier cosa que le salía mal y, por si eso fuera poco, apenas habló en lo que quedó de tarde. Se aisló completamente y se encerró en la pequeña terraza para escribir. La notaba tensa, como si algo malo le hubiese pasado durante el trabajo. Porque sabía que había pasado en la empresa. Mi bella flor estaba muy alegre aquella mañana.

Así que cogí mi teléfono móvil y llamé a la única persona que seguramente sabría qué le había pasado. Esperé a que me atendiera y, cuando lo hizo, su voz sonaba agitada:

—Landon Brooks al teléfono.

—Landon, soy Derek. ¿Tienes un momento para hablar?

De fondo escuché cómo apagaba una máquina.

—Sí. ¿Le ha pasado algo a Elli?

Sonreí. Era tan obvio que dedujera de quién querría hablar. Al fin y al cabo él era su mejor amigo. Les unía un lazo especial que les hacía verse como si fueran una pareja cuando en realidad solo eran muy buenos amigos. Según me había contado Elliana, él había estado en el peor momento de su vida, cuando descubrió el engaño de su ex y cuando se derrumbó por completo. En esos momentos, agradecía que ella hubiese contado con alguien que la hubiese sostenido cuando todo aquello había pasado.

—De eso quería hablarte. ¿Sabes si ha pasado algo en la empresa últimamente? Ella está muy rara. Apenas me ha dirigido la palabra y nada más llegar a casa, se ha aislado. ¿Sabes si esto ha sido mi culpa?

Estaba desesperado por saber qué le pasaba. Aquella no era la primera vez que notaba un aire distraído en ella. Temía lo peor.

Landon hizo un silencio ensordecedor y tenso. Fue tan largo que empecé a moverme de un lado a otro con impaciencia. ¿Por qué tardaba tanto en hablar aquel hombre? Buf, me estaba poniendo de los nervios.

—Ha pasado algo en la empresa mientras tú te marchaste de viaje a España—habló por fin. Parecía que había pasado una eternidad desde que se había quedado callado.

Tensé la mandíbula. ¿Qué habría pasado?

—Adelante. Te escucho —lo apremié.

Se hizo otro silencio en la línea. Solo escuchaba el sonido de su respiración agitada. Tenía miedo de lo que me contaría. ¿Sería tan grave para que mi bella flor se aislara del mundo, incluso de me mí?

—No sé si debería decírtelo yo. Creo que no soy el indicado.

Bufé. Landon Brooks titubeaba demasiado y a mí aquello me estaba colmando la paciencia.

—¡Suéltalo ya de una vez! —le exigí. Estaba desesperado por saber qué le preocupaba a Elliana.

Desde el otro lado me llegó un suspiro de resignación. Escuché cómo tragaba en seco y se armaba de las fuerzas necesarias. Parecía que temiera mi reacción. Solo estaba preocupado por lo que pudiera pasarle a mi bella flor. ¿Tan malo era eso?

—Está bien. Te lo contaré. Probablemente ese bichillo me mate si se entera de que te lo he contado. No dudo en que lo haga. Esa mujer tiene un sexto sentido de la hostia. ¿Sabías que hace unos años Winter, Genevieve, Nora y yo intentamos hacerle una fiesta sorpresa y la muy descarada nos descubrió? No sé cómo lo hace, pero tiene un don para estas cosas.

Sonreí al recordar cómo ella misma dedujo que yo había sido la persona que se había inventado aquel rumor que decía que Landon y ella eran mucho más que amigos. Como bien decía su mejor amigo, tenía un gran sexto sentido.

—Lo sé por experiencia —estuve de acuerdo. Me volví a poner serio entonces. Tenía una misión que cumplir si quería ayudarla—. Vete al grano, Landon. Ahora mismo está asesinando con su bolígrafo al pobre cuaderno —dije mirando al mismo tiempo al exterior. ¡Qué narices habría pasado para tenerla en ese estado! Aquello ya pasaba de castaño oscuro.

Otro silencio ensordecedor. Un golpe sobre la mesa. Un suspiro. Todo eso precedió a lo que dijo a continuación.

—Elliana ha estado sufriendo acoso laboral por parte de la señorita Land y la señorita Murray. —Se me detuvo el corazón un momento al escuchar aquellas palabras—. Ambas la han estado persiguiendo e insultando en los ratos en los que no estabas. Lo sé, lo he visto. Incluso la vez en la que te fuiste de viaje a España lo hicieron. La acorralaron en baño de mujeres y empezaron a jugar con su autoestima. Ya sabes cómo es ella, tan vulnerable a veces. Y lo peor es que ella no sabe defenderse. No entiendo cómo no les devuelve la pelota. Me frustra que no lo haga. Ya es hora que aprenda a luchar por sí misma.

Escuchar aquello fue como si me tirasen un gran balde de agua fría encima. Me quedé helado. Miles de pensamientos e imágenes horribles surcaron mi cabeza. En especial, una pregunta se repetía en mi mente una y otra vez: ¿por qué Elliana no me había contado nada al respecto? ¿Acaso no confiaba en mí como tanto aseguraba? ¿Por qué Landon Brooks lo sabía todo de ella y yo solo un ápice? ¡No era justo!

Sentí la rabia nacer desde lo más profundo de mi ser. Me tensé. Odiaba que me ocultaran cosas así; sobre todo si ocurrían dentro de la empresa que dirigía.

—Derek, ¿sigues ahí? —Supongo que mi silencio fue tan largo que preocupó a mi interlocutor. Me había ensimismado tanto que había olvidado que estaba manteniendo una conversación telefónica.

—Perdona, solo estaba procesando lo que me acabas de decir.

Joder, ¿por qué mi bella flor no me había contado nada? ¿Por qué no había confiado en mí? ¿No se suponía que éramos una pareja? Porque para eso estábamos, para ser el soporte del otro cuando se hundía. No solo compartíamos los buenos momentos, también los malos. Si ella sufría, yo también; si ella era feliz, yo lo era; si ella lloraba, yo sería su ancla.

—Por favor, no seas muy duro con ella —me pidió él—. Esto es algo que le llevo insistiendo desde que ocurrió el primer incidente gordo, pero ya sabes lo terca que es ella. No quería que te preocuparas, porque, según ella, solo era una tontería. Pero ahora sé que no lo es. Yo también la he notado un poco alicaída a la tarde. Tenemos que ayudarla, Derek.

—Lo que no entiendo es por qué no me lo había contado a mí. ¡Soy su novio, joder! Odio que me ocultéis este tipo de cosas. El acoso laboral es muy grave, tanto como para despedir al agresor.

—Lo siento, tío. Fue una promesa que le hice a mi mejor amiga.

Bufé. Estaba enfadado.

—Ahora lo único que quiero es que mi bella flor me lo explique. —Miré hacia la terraza y me quedé petrificado por lo que veía—. He de colgar. Elliana está caminando de un lado a otro como si estuviera metida en una jaula y, por cómo está, diría que está despotricando. Te veo mañana en la empresa. Ah, que no se vuelva a repetir. Si hay otro caso de moving, solo debes avisarme. Hay que erradicar el problema desde la raíz, lo sabes.

—Lo sé y lo entiendo. Ahora debes ocuparte de ella. Te necesita. Y, por favor, no seas tan duro con ella. Sé que este tipo de cosas no molan, pero ella no quería preocuparte. Sabe lo estresante que es tu trabajo y no quería molestar.

Esas palabras me hicieron querer aun más a mi bella flor. Ella siempre buscaba mi bienestar, aunque a veces tuviera que sacrificarse. Como, por ejemplo, aquella vez que yo quería ver una peli que a ella no le hacía gracia y la vio porque sabía que me haría feliz. Era un sol de persona. Sin embargo, eso no le quitaba importancia a lo que había ocurrido en FosterWords.

Colgué la llamada y salí a la terraza.

—Esto no tiene sentido, joder —maldecía ella a diestro y siniestro. Se llevó una mano al pelo y tiró de él con fuerza. Bufó con cansancio—. Maldita zorra, ella y la perra de su secuaz.

Vaya. Jamás en el tiempo que llevo saliendo con Elliana la había visto así de enfadada.

Estaba de espaldas a mí. Se había vuelto a sentar, pero se notaba una cierta tensión en su cuerpo. Estaba seguro que su mirada sería heladora. Parecía que iba a atacar a alguien.

Me acerqué a ella con todo el sigilo del mundo y la rodeé con mis brazos. Todo su cuerpo se tensó bajo mi contacto. Le di un beso la espalda y en el cuello, aspirando al mismo tiempo su perfume tan característico.

—Bella flor, soy yo —le susurré al oído en un tono tranquilizador y ronroneador—. Tranquila, no voy a atacarte.

Dejé un beso ahí y noté cómo poco a poco ella se iba relajando si bien la tensión no se fue del todo.

—Me has asustado hombretón —se limitó a decir ella en un tono más bien seco. No era propio de ella, eso estaba claro.

Tiré de ella para que se levantara y la llevé dentro del apartamento hasta la sala. Quería que ella me contara esos incidentes; quería que ella confiara en mí. ¿Por qué no me lo había contado antes? Para mí la confianza era uno de los pilares que debía haber en una relación.

—¿Te pasa algo, bella flor? Te noto diferente.

Ella hizo una mueca al mismo tiempo que se sentaba en el sofá. Cruzó las piernas y los brazos en una pose de defensa. Sí, en efecto. No estaba enfadada, estaba furiosa.

—No me pasa nada —dijo en tono frío.

Puse los ojos en blanco. Claro, y yo me chupaba el dedo.

—Por experiencia propia sé que si una mujer dice que no le pasa nada, es mentira. Es una lección que he aprendido gracias a Emily. —Me encogí de hombros. En ningún momento aparté la mirada de ella. Parecía tan fuera de sí—. Así que desembucha. ¿Qué ha pasado?

—Ya te he dicho que no ha pasado na... —Pero Elliana no llegó a terminar la frase. Se detuvo en seco de golpe, como si hubiese caído en la cuenta de algo. En sus ojos cruzó un destello que me puso la carne de gallina—. Te lo ha contado, ¿verdad?

Me quedé mirándola como un bobo. Joder, sí que tenía un sexto sentido. ¿Cómo había adivinado aquello? ¿Tan evidente había sido?

—No sé a qué te refie...

Ella le dio un golpe a la mesa, acallándome por el susto. Sí que estaba cabreada.

—Venga, Derek. No me vengas con tonterías. Sé que el capullo de mi amigo te lo ha contado todo. ¡Le dije que no lo hiciera, joder! ¿Acaso no puede mantener su boca cerrada por una puta vez en su vida?

Vale, aquello se me estaba yendo de las manos. Debía intentar calmarla. Estaba demasiado alterada. Aquella mujer que tenía delante no era mi bella flor. ¿En donde se había metido aquella mujer tranquila? Porque la persona que tenía delante echando fuego por la boca no era ella. Aquel comportamiento no era propio de ella.

—Tranquila, bella flor. Me lo contó porque le presioné. Verás, llevas unos días un poco rara y...

—¡Jamas en tu vida le digas a una mujer que se tranquilice! —me cortó de forma brusca al mismo tiempo que me señalaba con el dedo—. Eso solo nos pone peor.

Joder. ¿Dónde estaba la Elliana pacífica? Qué versión tan descontrolada tenía de ella. Lo peor era que no sabía muy bien cómo calmarla. Estaba muy alterada. Fruncía de vez en cuando los labios y, además, todo su cuerpo estaba en alerta, como si se esperase un golpe físico de mi parte.

—Lo que quiero decir —continué— es que le he presionado yo. La verdad es que me ha costado mucho sonsacarle la información.

—Algo que él no debería de haber hecho —atacó de nuevo.

Me quedé callado unos momentos mientras pensaba en lo que diría a continuación. Debía ir con pies de plomo. No sabía cuál podría ser la reacción de ella en caso de meter la pata. Y no estaba dispuesto a arriesgarme. Por experiencia propia sabía que si una mujer estaba furiosa, era capaz de hacer cualquier cosa. No habéis conocido a Emily en ese estado. Era mejor dejarla sola hasta que se calmara.

—¿Por qué no me has contado lo ocurrido? ¿Acaso no confías en mí? —pregunté al fin. Me crucé de brazos y me apoyé en el respaldo al mismo tiempo que alzaba una ceja inquisidora.

Ella permaneció callada unos instantes con la mirada perdida. De vez en cuando se mordisqueaba el labio inferior, un gesto que siempre hacía cuando se devanaba los sesos.

—Es que... —comenzó con un hilillo de voz apenas audible—. Es que... —Hizo una pausa para tomar una gran bocanada de aire. Joder, la de vueltas que le estaba dando—. Estaba avergonzada —soltó al fin con las mejillas coloreadas.

—No lo entiendo. ¿Por qué ibas a sentirte avergonzada?

Qué complicada que era a veces Elliana. No lo entendía. Llamadme tonto si queréis.

Ella agachó la cabeza y posó sus ojos en la alfombra.

—Porque no he podido defenderme —murmuró—. Porque soy una cobarde que no puede hacerlo. Porque me siento en estos momentos como una idiota.

Su confesión me dejó atónito. No sabía que ella se sintiera así de vulnerable y me sentía mal por no haberlo deducido. Al fin y al cabo era su pareja, ¿no? Qué imbécil me sentía.

Me acerqué más a ella y la envolví entre mis brazos. En el mismo instante en el que su cabeza se escondió en el hueco de mi cuello, sentí cómo empezaba llorar. Aquello solo hizo que la apretara más contra mi cuerpo en un intento de protegerla aún más. De vez en cuando soltaba palabras tranquilizadoras al mismo tiempo que le pasaba una mano por la espalda.

Verla así me rompía el corazón y lo peor de todo era que no podía hacer nada para aliviarla, solo abrazarla contra mi pecho. Le pasé las manos por la espalda. Lo único que deseaba era que se relajara y me dejara mimarla.

................................................................................................................................................................

Nota de autora:

¡Feliz lunes!

Quinto capítulo de Sueños Enredados. ¿Qué os está pareciendo?

Quiero deciros que actualizaré la novela dos veces por semana: los lunes y viernes. Por otro lado, quiero deciros que ya está a la venta en formato ebook en Amazon Polos Opuestos, mi primera novela. Pronto saldrá en físico, aunque aún no hay una fecha fijada.

Repasemos:

1. Elliana está muy enfadadísima.

2. Derek está preocupado.

3. La confesión de Landon con respecto a lo sucedido.

4. Derek calmando a Elliana.

5. Elliana se siente avergonzada.

6. ¿Qué creéis que pasará?

Espero que esta maratón os haya gustado. ¡Nos vemos! Un besito.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro