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Capítulo 1 "Pesadilla"

Yep. Otra historia hecha por le mi(?) Se supone que la iba a sacar a finales de diciembre pero no pude aguantar las ganas xD
Espero que os guste ^^
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—Es cómo escuchas, Jet. Nada de salidas ¿Acaso no te has enterado que hay un asesino en serie suelto por el pueblo? —me riñó como por quinta vez mi adorado padre —.  Aunque no sé ni para que te  digo todo esto si al final siempre acabas escapándote… —murmuró esto último apenas audiblemente.

He escuchado eso viejo.

—Tsk —chasqueé la lengua irritado. Harto de esos sermones que nunca acababan —, ya lo sé, Es de lo que todo el mundo habla últimamente ¿Cómo no iba a saberlo? —añadí sarcástico metiendo las manos en mis bolsillos.

Y…. otro fin de semana en el que no salía. Me pregunto… ¿en qué punto las cosas empezaron a cambiar? O más bien… ¿en qué punto me comenzó a encerrar mi padre sin poder ir a salir con mis amigos?

Ah, cierto. Desde que un psicópata enfermo salido de algún manicomio, se le ocurrió la fantástica idea de venirse al pueblo de Heaven’s y empezar a asesinar a todo adolescente de 17 años que se le cruzara por el camino.

No sé, quizá y el tío sea descendiente de Catwoman por la gran habilidad de escalar casas que tiene, que incluso logra entrar a la habitación de su víctima y la asesina mientras esta duerme profundamente.

Suspiré resignado y subí las escaleras hasta llegar a mi habitación dónde me pasé todo el resto de la noche tumbado en la cama hablando por mensajes de texto en el móvil con mis dos mejores amigos; Nicholas también conocido como Klaus y Clyde.

Los tres éramos completos opuestos y aún así por alguna razón éramos todos amigos. Bueno, puede que hubiese cierto ‘problemilla’ entre Klaus y Clyde, pero nada grave.

Klaus es el cerebrito de nuestro pequeño grupo y también… el homosexual. Desde siempre. Nunca lo ha ocultado. Todo el instituto y puede que hasta el pueblo entero sabe de su sexualidad. A pesar de que a nosotros no nos haya importado a la hora de ser sus amigos, nunca ha faltado gente que ha querido meterse con él, que unidos Clyde y yo hemos propinado una buena paliza. Y por eso ya nadie se acerca a Klaus, al menos no con malas intenciones o cuando nosotros los cara de ‘mafiosos’ estamos con él.

Clyde por otra parte es el típico chico que no sabe callar, simplemente no sabe cómo, por lo que siempre suelta cosas que no se tienen que decir en su momento. Su humor es gracioso en ocasiones y en otras quieres coger una pala y golpearle en la cabeza con ella. También es demasiado ‘heterosexual’ por así decirlo y promiscuo, lo que me hace preguntar a veces como es que es amigo de Klaus en primer lugar, pero, cuando estos dos tienen sus peleas de siempre, mi pregunta ya es respondida.

En resumen, son los mejores amigos que tengo  y no los cambiaría por nada, por muy raritos que sean.

Al final me pasé toda la noche hablando con ellos por el móvil hasta que finalmente me dejé caer en los brazos de Morfeo, y al hacerlo, como siempre, volví a tener aquel sueño, sueño que más bien lo definiría como pesadilla, por lo inquietante, escalofríante y extraño que era.

Y en el momento… justo en el momento en que sabía que algo importante y aún peor iba a suceder… me despertaba. Era… como si una fuerza desconocida me obligara a despertarme.                                                                        * * *

Me encontraba en aquel lugar…  otra vez.  Ese bosque tenebroso lleno de niebla que contaba con un extraño laberinto. No entendía que hacía allí y ni porqué estaba allí, solo sabía una cosa, que tenía que correr.
Huir por mi vida de unas extrañas figuras que no podía distinguir en esa impenetrable oscuridad del bosque. Tenía que correr sin detenerme hasta encontrar una salida.
El laberinto, sin embargo, era como si tuviese vida propia. Cambiaba cada vez a su antojo, poniendo más obstáculos y paredes que antes no había, dejándome más confundido y desesperado que antes.
Y cuando finalmente me atrapaban aquellas figuras a las cuales no podía ver su rostro,  que querían asesinarme, una luz brillante me engullía.

Después de esa luz, me despertaba y allí acababa el sueño.                                                                                                        * * *

—Jet, ¡despierta de una vez,  pedazo de holgazán! ¡Es hora de que vayas a arreglar el coche! —me levantó a voces mi padre a pleno domingo por la mañana.

Genial. No hay nada mejor que la voz de tu padre gritándote por la mañana para empezar el día.

—Tsk, ¿Ese trasto viejo? —pregunté a regañadientes y sentándome en la cama con los ojos aun entrecerrados.

—Sí. Ese trasto viejo que tú has estrellado contra dios sabe qué. Así que responsabilízate, levanta el culo de esa cama y ponte a trabajar —ordenó con tono severo

—Al menos déjame desayunar primero —solté un suspiro y me levanté a ponerme cualquier camiseta y pantalones que encontrara en el armario.

—Está ya listo… Así que ya sabes, acabas de desayunar y a arreglar el coche.

—Que sí —insistí fastidiado.

Una vez que me vestí, con malas ganas, bajé las escaleras y con lo primero que me encontré fue con el televisor que a esta hora estaba poniendo las noticias locales.

Y no eran precisamente buenas noticias o noticias ‘diferentes ’a las de siempre.

‘’El pueblo de Heaven’s sufre otra trágica pérdida más. Leah Mason de 17 años, ha sido encontrada brutalmente asesinada en su habitación ayer por la noche. Como las anteriores víctimas, no se muestran signos de que la víctima haya luchado por defenderse o actual evidencia que pueda dar una pista sobre quién sea el posible asesino’’

Dios… ¿Leah Mason? Esa chica iba a mi instituto… es más… ¡Era de mi jodida clase!

—Una tragedia tras otra… no veo la hora en que pillen a ese maldito enfermo —dijo mi padre con lástima mientras bebía de su café.

—Lo mismo digo… y espero que sea pronto —concordé sentándome a la mesa a desayunar con él.

Creo que esta noticia realmente me había afectado. Que alguien tan cercano… alguien a la que veía cada día la hubieran asesinado a sangre fría… así sin más.

Me da que pensar… La próxima vez podía ser cualquier otro… Clyde, Klaus o incluso yo.

Terminé de desayunar y salí fuera a dónde se encontraba el maldito trasto ese.

Me quité la camiseta ya que hacía un calor infernal y cogí las herramientas que necesitaba para empezar a arreglarlo.

—Por dios. Tápate un poco Jet —soltó mi padre escandalizado —. No quiero que la señora anciana de al lado le vaya a coger gusto a mi hijo —terminó por decir entre divertido y asqueado.

—Mira que eres cruel, papá —sonreí ladeado —. Déjale disfrutar de las vistas a la pobre.

Antes de que estire la pata.

Parte que decidí reservarme a mí mismo.

—Cómo sea —hizo mueca de disgusto —. Vine a decirte que de paso también hagas las compras.

—¿Qué? —solté sin poder creérmelo —. ¿¡Aparte de ser el manitas de la casa ahora también tengo que ser el puto recadero?!

—Nada de maldecir,  Jet Creed —amenazó —. Al menos no en mi presencia —aclaró antes de volver a entrar a casa.

—Menudo día… —me quejé para mis adentros.

Tardé como unas 3 horas en terminar de arreglarlo, y 3 horas por suerte, ya que el daño no era tan grave. Me monté en el  coche con la camiseta ya puesta, y conducí hasta el supermercado más cercano a nuestra casa.

La lista de la compra milagrosamente no era tan larga, por lo que no me tomó mucho tiempo en pagar por la compra y salir de ese lugar, hasta que me encontré con una mujer que rondaba por los 30 años que no podía ni caminar con todas las bolsas de compra que tenía.

—¿Puedo ayudarla?  —ofrecí.

En este pueblo, dejando de lado los psicópatas o los homófobos, éramos todos muy amistosos los unos con los otros, por lo que favores como estos no eran nada del otro mundo.

Ella giro su mirada a mí, primero sorprendida y luego con una sonrisa en los labios.

—¡Oh, claro que sí! ¡No sabes el favor que me harías, muchacho! Mi casa queda cerca así que iremos a pie… ¿no te importa? Eh…

—Jet,  Jet Creed —respondí por ella—, y descuida —sonreí y cogí como tres bolsas, dejándola a ella solo con una.

Y tal como había dicho la mujer, no tardamos en llegar.

Su casa era un poco más grande que la nuestra aunque aparte de eso, era igual a las muchas otras casas de este pueblo.

—De nuevo muchas gracias, Jet, ¡eres todo un caballero!

Y aquí venían los halagos que hacían que me quisiese esconder debajo de una piedra de la vergüenza ajena que me daban.

Y es que… ¿Caballero? Por favor. Sí más bien parecía la versión moderna de ‘Tarzán’, sin las rastas, lavado y con ropa.

—No te preocupes —le resté importancia esta vez con una sonrisa forzada.

—No, no, absolutamente, no. Siéntate en el sofá y ponte cómodo, te haré algo de merendar.

¿Merendar? ¿Quién coño merendaba a las 1 de la tarde?

No dije nada y por cortesía de no querer rechazarle el ‘’favor’’ me senté y esperé a que terminara cuanto antes para irme.

Entonces, de repente, por el rabillo del ojo pude divisar una figura masculina subiendo las escaleras de manera patosa.

La curiosidad me ganó y decidí por subir yo también a ver quién era.

Eché suertes y entré en la primera habitación que se había cruzado por mi camino.

—Vaya, no está nada mal este cuarto —murmuré asombrado de lo amplio y organizado que era —. Aunque un poco oscuro…

Oscuro por el mobiliario, el diseño de las paredes y por la poca luz que entraba a la habitación.

¿Era gótico el chico o algo parecido?

Un ruido, sin embargo, hizo que dejara de estar tan absorto en mis pensamientos.

Caminé hasta dónde me pareció haber oído el ruido. ¿Dentro del armario? Sin dudarlo más, abrí la puerta del armario, dónde me encontré a un chico cómo de mi edad.

Quién tenía el pelo teñido de rojo, era un poco pálido y estaba con cara de estar sufriendo un ataque de asma.

—Hey, no tienes porque esconderte. Sólo voy a robarte un poco y luego matarte —bromeé.

Cerró la puerta del armario en mis narices antes de mandarme una mirada asesina.

—¡Oye! ¡Qué era una broma!

Para mi sorpresa, el chico volvió a abrirla y pasaron segundos, segundos eternos en los que nos quedamos mirándonos mutuamente.

¿Quién era este chico? Nunca lo había visto antes en el pueblo… ¿Y qué era esa cicatriz que tenía al lado de la ceja izquierda?

—¡Qué molesto eres! ¡Cállate ya! —gritó de pronto logrando sobresaltarme.

Y antes de que pudiese responderle, saltó, literalmente, a las escaleras y se puso a correr como si estuviese escapando de algo. De mí.

Joder, sabía que no tenía el rostro más gentil del mundo pero no creía que llegaba a este punto.

Por otra parte… ¿Porqué mierda me dijo ‘’cállate’’? Si no había dicho nada.

Menudo tío más raro…

—¡Mamá! No puedo creer que hayas dejado a ese extraño entrar a nuestra casa, cuando sabes que no puedo estar alrededor de la gente —habló el chico mientras se escondía debajo de la mesa del comedor —. ¡Haz que se vaya antes de que mi jodida cabeza explote!

—Tranquilo, que ya me voy yo por voluntad propia —respondí secamente, abriendo la puerta de la casa para salir —. Gracias por tomarse la molestia de prepararme la merienda, pero me tendré que ir antes, lo siento.

Lancé un resoplido de fastidio una vez fuera y volví al supermercado a recoger el trasto viejo para regresar a casa.

Definitivamente… que día más extraño.                                                                                                                                           * * *

Desperté nuevamente a las 7 de la mañana, cubierto en sudor frío y con la respiración agitada.

Había tenido otra vez ese maldito sueño, ese sueño que sentía que era más real cada vez que lo tenía.

Dejé de pensar en eso y me levanté para irme a la ducha, terminar de vestirme e irme al instituto, al que cierto número de personas no iban a ir porque estaban de luto o alguna mierda parecida.

Sin desayunar ya que no me apetecía mucho hoy, me despedí de mi padre y fui al instituto, de pie con el tremendo calor que hacía y con lo lejos que se encontraba el instituto, y todo porque que mi padre también lo necesitaba para su trabajo.

Puta vida.

Por fin, media hora después llegué todo sudado y agotado y una vez dentro, en los pasillos, me encontré con Klaus y Clyde.

—Otra chica más ha muerto —mencionó Clyde con típico tono del hombre de las noticias nada más acercarme a él y a Klaus.

—Dime algo que no sepa —puse los ojos en blanco.

—Dices otra chica como si solo hubiesen sido chicas… —puntualizó Klaus —. Ha habido chicos también ¿sabes?

—Cómo sea —no le dio importancia Clyde.

—Y supongo que por eso el instituto se encuentra hoy tan desierto… menudos hipócritas. Si media institución ni la conocía, es más, nosotros que compartíamos clase con Leah, apenas manteníamos conversación con ella —puntualicé yo esta vez.

—La mayoría de la gente del pueblo le da miedo salir de casa ahora. Piensan que la ‘’bestia’’ del bosque es la que ha matado a todos estos chicos y chicas —dijo Klaus con la mirada perdida.

—¿De nuevo con esa mierda? —pregunté fastidiado y alzando una ceja—. Klaus, en este pueblo no hay ni criaturas sobrenaturales ni aliens y mucho menos ‘’bestias’’.

—Cierto. Este lugar solo está lleno de gente loca y a uno o una se le ha dado por asesinar a chicas y chicos inocentes de la tierna edad de 17 —opinó con cierta burla Clyde.

—Lo sé, pero, ninguno está tan loco como para ir asesinando a adolescentes… además, este asesino nunca deja pista alguna o signos de cuando entró dentro de la casas o a las habitaciones. Y eso es prácticamente imposible, la única manera de hacer eso es sí el tío o tía se teletransporta —finalizó su argumento Klaus —. En todo caso… una pena lo de Leah…

—Ya ves. Tenía buen culo la chica, nos liamos la semana pasada, ¡que privilegio el mío haber sido su último polvo! —añadió Clyde con una sonrisa de suficiencia.

—¡Clyde! ¿¡Pero qué coño te pasa?! ¡Leah acaba de morir! —le grité enfurecido.

—Menudo gilipollas que estás hecho, Clyde, muestra algo de respeto —se unió Klaus lanzándole una mirada fulminante —. Aunque bueno, siempre estás queriendo llamar la atención con comentarios de ese tipo, no es de extrañar.

—¡Repite eso, mariposa!

—Sería mariposón en todo caso, imbécil —rodó los ojos Klaus.

—¿¡Podéis dejar de pelearos vosotros también?! Joder… —les grité a ambos esta vez.

Los dos chasquearon la lengua hastiados y obedecieron.

Justo cuando iba a añadir una palabra de más un chico había pasado cerca de nosotros, dirigiéndose a las taquillas.

No pude ver su rostro de frente pero había visto que tenía la melena de color rojo. Rojo… como el cabello rojo de aquel chico de ayer. No…. No podía ser… ¿O sí?

Dejando atrás a Klaus y a Clyde  y guiandome por mi instinto lo seguí hasta las taquillas, dispuesto a averiguar si era el mismo chico.

Una duda surgió de repente en mi mente.

¿Porqué tanto interés en saber si era él? Honestamente… ni yo lo entendía.

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