S&M
- ¡Chanyeol! - saltó a sus brazos.
- Amorcito. - Lo sujetó con fuerza. - Todo estará bien, volvamos a casa y olvidemos esto.
- Sí... - soltó ahogadamente y se aferró a su esposo.
- Te he extrañado tanto...
- Yo...
- Shhh...- colocó un dedo sobre esos hermosos labios. - Tu sabes como arreglaremos esto. Te amo.
- Te amo. - el beso de reencuentro fue magnífico.
Ellos se amaban como cualquier pareja, pero su intimidad incluía cosas diferentes. El dolor, los juegos y las palabras sucias incrementaba el placer.
El calor de su casa los recibió. La puerta fue estrellada, los cuerpos se arrastraron por el suelo y fueron a parar a la alfombra nueva. Chanyeol tomó el control absoluto deshaciendose de las ropas de ambos. Sehun se colocó boca abajo, sosteniendose con las rodillas y los codos y levantó su trasero. Usando su cinturó, su esposo comenzó a darle azotes y el joven suspiraba, gritaba y gemía.
- ¡Ah! ¡Ah! ¡Arg! - el cinturón fue dejado de lado y las manos pasaron a ser las protagonistas.
- ¿Te gusta, cariño? He estado aguantandome tanto. - masajeó las hinchadas nalgas y las abrió. - Voy a comerte entero.
- ¡Ah! Metelo ya. Lo quiero, mucho. Pon esa tranca en mi interior. - y movía su trasero para provocar a su pareja.
- Estas muy juguetón hoy. - mordió una de las nalgas y apretó la otra.
- ¡Ah! ¡Argg! - un collar grueso y de color negro con tachas de corazones fue deslizado por su cuello. La correa que le combinaba se tensó y lo hizo moverse a una nueva dirección, pero siempre en cuatro.
- Chupamela. - dijo Chanyeol sentado sobre un sofá y sosteniendo la cuerda.- Tienes que prepararla para que rompa ese culito. - Sehun lo miró, sonrió y metió el pene en su boca.
Los sonidos húmedos adornaron el ambiente y cada tanto su esposo embestía su boca.
- Todo lo que hemos hecho para tener lo que queremos, Sehun... ¡Arg! ¡Qué boquita hermosa tienes! - acarició los cabellos del chico. - Voy a follarte aquí y luego, lo haremos en el baño. - la saliva resbalaba por su eje. - ¡Arg! Suficiente... móntame precioso.
El joven subió sobre él y se empaló sin preparación alguna. La sensación de ardor subió por su columna y lo puso muy caliente. Atacó los labios de su esposo y los retuvo, casi dolorosamente, entre sus dientes. Los saltos que daba eran frenéticos y potentes. Recibía nalgadas, y mordidas en el cuello, las clavícula o los pezones cada vez que se detenía.
Cayeron a la alfombra, nuevamente, y las posiciones se invirtieron. Hunie estaba acorralado contra el suelo y era embestido de forma feroz. Podía sentir su entrada siendo profanada una y otra vez. Esa posición era la que más le gustaba... la completa sumisión y sometimiento hacia su hombre, su dueño.
Perdieron la razón. No sabían dónde estaban, quiénes eran y por qué. Solo sabían que debían seguir y seguir.
El último golpe los llevó al cielo, se besaron eufóricamente y se vinieron.
- ¡Ah! ¡Ah! - estaban felizmente agotados.
Chanyeol cargo a su amor hasta el baño y mientras se lavaban, Sehun le proporcionó ciertas atenciones a su magnífico esposo.
La habitación los recibió encantada y la cama aceptó ambos cuerpos.
- Descansa un poco, amor.- lo besó - Has tenido un día duro.
- He tenido unos días duros. - se abrazó a él.
- Ya estoy aquí. - sonrió y beso su cuello. - Nos iremos a un lugar mejor.
- Sí... - contestó somnoliento.
- Vamos a ser uno para siempre. - Lo abrazó y con su celular activó el explosivo que dejó en aquella casa de mierda.
A la mañana siguiente se largaron de ese lugar. Se llevaron todo lo que pudieron tomar de esa casa que los hizo tan felices y, todo lo demás, fue destruido.
Las luces de la nueva ciudad le encantaron a Sehun. La idea de estrenar un nuevo lugar los motivó. Saldrían de compras y crearían nuevos recuerdos.
Nadie los conocía. Lo único que sabían era que se amaban. Lo demás ya era cosa de ellos y eso, los familiares de Sehun no lo entendieron. Pero no importaba, Chanyeol se encargaría de todo y de todos.
- Creo que podríamos agregar algunas plantas aquí. - dijo su amor.
- Estoy de acuerdo. Pueden ser flores rojas. - Sehun lo besó.
- Quiero que sean azules. ¿Si? - y volvió a besarlo.
- Creo... que podemos negociarlo. - Lo tomo de la cintura y apretó una de sus nalgas.
- ¿De verdad? - sonrió. - ¿Qué tengo que hacer? - se apretó contra su esposo.
- No sé, convénceme. - apretó el agarre.
- Que tal... ¿pasearme por la casa con la nueva lencería o desnudo? - sintió como el pene de su esposo se levantaba.
- ¿Lencería... nueva?
- Sí, la compre ayer por Internet, es muy bonita y sexy. - fue levantado súbitamente y dejado en su habitación.
- Sorpréndeme. - y cerró la puerta.
El joven sacó una caja rosa del armario y la destapó. Un traje rojo y su lencería negra correspondiente y, una serie de plugs con colas peludas y de colores fueron retirados uno a uno.
Seleccionó lo que más le gustaba y se preparó para la gran noche.
La cena pasó a un segundo plano cuando su esposo lo vio. La nueva casa fue estrenada incluso antes de estar lista.
El amanecer fue glorioso. Sólo ellos y nadie más. No necesitaban nada.
La noche resguardaría sus más íntimos secretos y su amor sería gritado a los cuatro vientos por la mañana.
Lo que ellos siempre desearon, la unión perfecta... lo tenían desde que se conocieron. Solo tenían que encontrarse, entregarse, dominar y amarse. No importaba si los demás no lo entendían, se tenían el uno al otro y eso bastaba.
Lo que ellos tenían era amor.
Y nadie los separaría.
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