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Capítulo 11 Bodegas Abandonadas

-Ya estoy aquí tía- informé al entrar en su oficina.

Después de la discusión con la centinela, ella se marcho conteniendo las lágrimas, no la culpaba y tampoco la acusaría por atacarme, lo centinelas tenemos prohibido atacarlos a no ser que estemos en  un combate ó algún entrenamiento, si alguno lo hacia sin una razón justificable podrían sancionarlo ó castigarlo. Mí tía me mando a llamar con uno de los integrantes de mí grupo y tuve que acudir a su llamado, aunque podía imaginarme para que era, ella estaba sentada mirando su computador y creo que revisaba las cámaras.

-Necesitó hablar contigo- hablo retirando su vista del monitor- Tú, Elif, Tessandra y Evans eran los únicos despiertos cuando Amelía desapareció ¿Me puedes explicar eso?- preguntó.

-Evans y yo nos quedamos encerrados en la bodega, Elif despertó después de media noche y al ver que yo no estaba se preocupo y rastreó mí teléfono hasta allí- explique- puedes comprobarlo, Elif estuvo donde Garrye para que él hiciera el proceso de rastreó y luego fue al patio interno, mira las cámaras.

-Comprobaré tú coartada con todos los que haz nombrado, eso es todo Anais.

-Tía si saben algo, por favor me informas- ella asintió. 

Me devolví por donde había llegado, al llegar afuera me desvíe para ir al piso subterráneo, mientras revisaba las cámaras de seguridad en mí teléfono, estaba preocupada primero: el profesor de combate y luego uno de nosotros, debían ser brujas ó en éste caso Betzzaveth. Los vampiros no se atreverían a dañar algún cazador y arriesgarsen a morir disecados, sin colmillos, torturados con armas se plata he inyectándos con verbena. Seria muy estúpido de su parte hacerlo, en las cámaras no se veía el momento en el que la desaparecida había salido de su habitación tampoco el como. Verifiqué las cámaras del patio interno y se veía el momento justo en el que Evans y yo habíamos quedado atrapados.

Mí teléfono interrumpió el vídeo, en el momento en el que entro una llamada del mismo número desconocido que llevaba llamandome hace días, de nuevo no conteste, tal parecía que la persona que estuviera llamando no captaba indirectas. Baje por las escaleras hasta llegar al centro de investigación donde parecían estar muy ocupados en la entrada del vestíbulo había una camilla con un cuerpo que esparcía un olor nauseabundo, tuve que contener la respiración unos segundos. Allí estaba el cuerpo inerte de una chica de menos de diecisiete años, sus venas estaban totalmente marcadas en todo su cuerpo y tenía los ojos vacíos, su cuerpo estaba lleno de quemaduras y su dentadura negra.

-Fue poseída por un demonio menor, de ojos negros- hablo Garrye.

-La clase más común y estándar de los demonios en el programa, los demonios de ojos negros poseen sólo poderes básicos, tales como súper-fuerza y la telequinesis- indiqué mirando el cuerpo en estado de descomposición.

-Vaya, yo pensé que no te gustaba la teoría.

-No me gusta, sólo memorizó cosas básicas- contesté- necesito que me muestres los últimos informes que haz tenido de la desaparición de Amelía- indiqué.

Con un ademán de manos me indicó que lo siguiera, caminamos por uno se los pasillos del resintuó, éste sitió era tan grande y tan lleno de pasillos cruzados que fácilmente podría perderme, aquí abajo quedaba el cuarto de maquinaría ya que era el único lugar seguro para que no jaquearan el sistema. Al entrar en la habitación todo un cuarto de tecnología avanzada que se manipulaba de forma táctil, las pantallas gigantes de cámaras en todo el castillo, los planos de pasadizos secretos, las coordenadas de la fuente de energía.

Con sus dedos empezó a manipular la pantalla pasando por vídeos de vigilancia, todo era tan confuso ni siquiera había tenido tiempo de llamar a mí padre, los últimos ataques, las apariciones de Betzzaveth, los sacrificios humanos, las posesiones demoniacas. Hacia meses no estaban tan activos los ataques, eso sólo significaba que la bruja estaba planeando algo grande. Le había perdido la pista hacia semanas y el cónclave estaba desesperado, claro. El libro ha estado en posesión de Betzzaveth por dos años, aunque esto en parte también había sido culpa de ellos aunque no lo admitieran.

El cónclave se conformaba por los cazadores más antiguos de la hermandad, con poderes divinos, doce personas, caminante de sueños, dibujantes de muerte, creadores de runas, lectores de mentes. Todos esas habilidades divinas que nuestra generación no había heredado, ellos era tan orgullosos que no quisieron admitir que una de los suyos los había traicionado, por eso callaron por tantos años, hasta que tuvieron que hablar ya que las cosas habían llegando un nivel más alto. Betzzaveth había sonsacado a más cazadores haciéndolos creer que lo que hacia era lo correcto, al no obtener pistas de la desaparecida intentamos metiendo las coordenadas de su GPS en la base de datos, la cual empezó a buscar de inmediato.

-Cuando termines aquí, rastrea todas las bodegas abandonadas fuera o dentro del perímetro- indiqué.

-Es gracioso, Anais, ya que las coordenadas del rastreó dio justo a medio kilómetro de una bodega de almacenamiento de producción de gasolina- por supuesto el sueño- ¿Cómo lo supiste?- preguntó.

-Llamalo corazonada, abisales al equipo de campo y a mí tía, diles que nos vemos en el salón de armas, tal vez pesquemos el pez gordo- el sintió.

-¿Llamo a tú hermana?.

-No, pero dile a Evans.

...

llegue al cuarto de armas, un salón lleno de armas para los cazadores, arcos, flechas, espadas flamantes, cuchillos flamantes. Todo un arsenal está habitación era una de las más vigiladas, cualquiera que sea infiltrado de Betzzaveth podrían entrar aquí y asesinarnos a todos con una de nuestras armas, tome una daga pequeñas automática y la puse en mi espalda me recogí el cabello. Tenía unos jeans negros y una blusa campesina del mismo color, por la puerta entraron mí tía acompañada del equipo de combate.

-Muy bien, escucharme todos, su compañera Amelía Messey puede estar en peligro, les mandaré la ubicación a sus teléfonos, probablemente entren a una de las guaridas de la bruja que posee el Βίβλος των Νεκρών así que les sugiero que tengan muy bien activadas sus runas de protección- indicó mí tía- Nada puede salir mal y si algo falla yo les arrancaré sus runas personalmente.

El equipo estaba conformado por  quince de los mejores centinelas de la academia, mí tía nos daba las instrucciones y yo solo esperaba que el sueño tuviera algo que ver con lo que estaba pasando y que Amelía estuviera allí, la bodega quedaba fuera del perímetro del instituto aún así quedaba cerca. Cada uno se dirigió a tomar sus armas, algunos tomaron arcos, otros cuchillos, me sorprendió mucho que Evans escogiera una espada, aunque ya lo había en varios entrenamientos pelear con ella y la verdad no lo hacía mal. Se acercó a mí mientras guardaba la espada en su estuche.

-¿Cómo estás tan segura que la desaparecida esta en ese sitió?- preguntó el varón.

-No lo sé- me encogí de hombros- digamos que un sueño me los dijo- cosa que no era tan falsa.

-Saldrán en diez minutos, en autos de la academia, nos vemos en el estacionamientos- mí tía dirigió su mirada a mí mientras los demás de iban- Anais se que no te gustan las armas pero mejor lleva una, yo te recomiendo tu látigo- asentí enredando en mí muñeca el brazalete en forma de serpiente.

Junto a Evans salimos del salón que quedaba en el segundo piso, el sol pronto se escondería y no hay visto a mis hermanas después de la mañana y era mejor ya que no quería que Elif fuera conmigo a la misión podía ser peligroso y algo que nunca he querido, a pesar de que acepte que ellas estuvieran aquí, y se involucraran con los cazadores es que salgan lastimadas. Había hecho una promesa y jamás ni aunque de ello dependiera mí vida la rompería, yo ya no tenía nada que perder, no le temo ni le temeré a la muerte, ellas si tendrían mucho que perder.

Bajamos juntos las escaleras, mire a Evans de reojo y note que estaba distraído, algo le preocupaba de ello estaba segura, de subida me encontré con mis hermanas quienes venían completamente embarradas de lodo y reían. Elif me miro frunciendo en ceño al percatarse de que traían puesto el vestuario de misiones y que mí acompañante traían armas, nos detuvimos en medio de las escaleras.

-Ana, ¿por qué nadie me aviso qué había misión?- inquirió mi hermana confundida.

-Por que no es una misión- mentí.

-No seas mentirosa Anais, llevas contigo tú látigo tú solo usas armas en misiones peligrosas, nadie te conoce como yo hermana- contestó cruzándose de brazos.

-Está bien, iremos a una bodega abandonada a unos kilómetros, allí fue la última ubicación de Amelía- puse lo ojos en blanco, odiaba que me conociera tanto.

-Espera unls minutos dejame ir por mis armas y me cambiaré, quiero acompañarlos.

-no lo siento, quiero que te quedes aquí en la academia juntos a Tess, es mejor.

-Anais ¿porqué no quieres que Elif vaya?- pregunto Tessandra.

-Por que puede ser peligroso, además es mejor que se quede aquí en la academia.

-Pero Anais...

-Por favor Elif- la interrumpí- Hazme caso.

-Está bien- accedió por fin.

-Vámonos- indique a Evans quien se había mantenido en silencio.

Terminamos de bajar las escaleras, salimos al patio, hasta la entrada en las rejas de hierro sólido, la academia tenía salvaguardas y runas de protección, ningún ente que no tuviera sangre divina podía entrar aquí sin ser invitado. Fuera o no vampiro, en éste caso algún recluta tendría que invitar a pasarlos y hasta ahora éste método a fusionado muy bien, los autos ya estaban estacionados allí, en total éramos diez integrantes, dos profesores, seis integrantes del grupo de misiones y dos centinelas. Ósea Evans y yo.

-¿Por qué no dejaste que tú hermana viniera?- preguntó Evans después de un rato.

-En la primera misión que tuvimos, creí que estaba lista y no lo estaba, me puse a mí y a mí hermana en peligro y me prometí jamás volver hacerlo, está misión es peligrosa por eso no viene conmigo.

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