Era cierto, Harry no sabía qué hacer con las Reliquias de la Muerte. Lo que sí sabía: las Reliquias eran demasiado poderosas para que alguien normal las controlase. 

Siempre lo trataron como a alguien fuera de lo común, sus tíos, cuando lo llamaban fenómeno; sus compañeros de Hogwarts y en general la Inglaterra mágica, llamándolo El Elegido, el Chico-que-vivió; incluso Voldemort no lo trataba como a un mago normal. Siempre se había sacrificado por los otros, jamás tuvo un momento donde no fuese alguien especial, nunca fue Harry, y solo Harry.

Estaba harto, se lo merecía. Merecía ser un poco egoísta, después de todo. Así que cogió la Varita de Saúco, arrebatada al cadáver de Lord Voldemort, el mago oscuro más poderoso de los últimos siglos; la Piedra de la Resurrección, que mató a Albus Dumbledore, un icono y líder de la Luz; y la Capa de la Invisibilidad, propiedad de su familia desde hacía generaciones, y se fue para no volver jamás.

~oOo~

Harry se escondió durante semanas en el mundo muggle, sabía que los aurores lo estarían buscando frenéticamente cuando sus amigos se dieran cuenta de que había desaparecido sin dejar rastro. Cuando pasó tanto tiempo que pensó que ya nadie lo buscaría; ya que los magos eran intensos al principio, pero sus ánimos empezaban a menguar en cuanto veían que sus esfuerzos no daban frutos; salió de su escondite.

Solo para ingresar a un bosque. La piedra en su mano le dijo que fuese ahí. Era una voz suave, cálida y agradable. No sabía de quién era, pero en todo caso, no le desobedecería. Era su única compañía, ahora que estaba solo. Era quien le entendía mejor que a nadie, quien entendía su deseo más profundo. Su deseo, ese que siempre se le había sido negado.

Ya en el bosque, volvió a escuchar a la voz. Sí, sabía lo que debía hacer, no hacía falta que se lo repitiese, lo sabía desde que vivía con los Dursley. Tuvo ocasiones para hacerlo, pero siempre hubo alguien allí para evitarlo: Ron, Hermione, Snape... Pero ahora era diferente, ahora estaba él solo, sin nadie para interrumpirle.

Así que conjuró una cuerda, que colgó a un árbol. Conjuró un taburete, que colocó debajo de la cuerda. Se subió al taburete, le hizo un nudo a la cuerda e introdujo su cabeza por ahí. Por fin podría cumplir su mayor deseo: descansar.

Y se tiró.

~oOo~

Abrió los ojos. 

Estaba envuelto en oscuridad. El corazón de Harry palpitó fuertemente en su pecho, ¿Seguía vivo? Su corazón aún palpitaba, podía notarlo. Después de todo lo que había hecho para asegurarse de que no, ¿alguien lo había encontrado y salvado? Si era así, encontraría a ese imbécil y le daría una lección por haber interrumpido su sueño en su clímax.

- No te preocupes. Estás muerto. Lo has logrado, Harry. Has conseguido cumplir tu sueño. Felicidades. 

Era la voz, con el mismo tono suave y susurrante. La Muerte.

- Bienvenido a mi reino, donde podrás descansar eternamente, libre de ataduras y obligaciones. Bienvenido, Harry Potter, último maestro de la Muerte. Mi amo y señor.

~oOo~

Extra: 

El cuerpo de Harry Potter fue encontrado por un grupo de niños muggle que iban de excursión al bosque. Pronto, la policía puso en marcha una investigación, pero se cerró rápidamente. Después de todo, era un suicida más. Los periódicos pusieron una foto del rostro del muerto, por si alguien lo reconocía. 

Claro que lo reconocieron, los Dursley, que se alegraron de su muerte; los cientos de magos nacidos muggle con los que Harry había coincidido en Hogwarts, que fueron quienes corrieron la voz, incluso delante de incrédulos, que no creían que Harry Potter, el niño-que-vivió, se pudiese suicidar, ya que, ¿qué razones tendría alguien que lo tenía todo en la vida?; y los corresponsales del Profeta en el mundo muggle, que fueron los que publicaron la noticia e hicieron que todo el mundo mágico se enterase de la muerte de quién derrotó a Voldemort, dos veces la pesadilla de todo el mundo mágico. 

Hubo una ceremonia en el Ministerio, donde se otorgó a Harry Potter la Orden de Merlín, primera clase de manera póstuma, cosa fuera de lo común. Bastante emotiva, le pareció a la Muerte. También el entierro, donde se reunieron miles de magos de Inglaterra, y otros cientos de otras partes del mundo mágico. Ahí, todos vestidos de negro, con las caras llenas de pena: solo su Maestro podría haber reunido a tanta gente como para emocionar a la Parca.

Todos creían que Harry Potter no merecía morir aún, que era demasiado pronto, que podría haber hecho grandes hazañas. 

Esto era lo que él no entendía. 

Harry merecía poder descansar, tras 17 años llenos de sacrificios, de dolor y de pena. Ellos le habían hecho esto: Dumbledore había dejado que Voldemort creciese como Señor Oscuro; los Potter, inmersos en la ingenuidad de la juventud, no se habían protegido como deberían haberlo hecho; sus tíos muggles le habían torturado; Hogwarts no le había dado a Harry otra cosa que peligro constante; ¿el Ministerio de Magia? ¿El responsable de que no tuviese que pasar nada de esto? Únicamente le había ofrecido desconfianza y enemistad. Y ahora todo el mundo quería que Harry volviese. 

Qué hipócritas que eran los humanos.

No entendían que Harry, su Maestro, estaba mejor con él. Con él, estaría a salvo para toda la eternidad, sin que nadie lo molestase, sin tener que poner en riesgo su vida por un puñado de hipócritas.

Harry Potter se quedaría con la Muerte, para siempre.

~oOo~

¿Qué tal?

Hoy me he sentido inspirado, y esto ha salido. No sé si haré más de estos, o no. Tengo que pensar.

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Muchas gracias, y hasta pronto.

Advertencia y descargo de responsabilidades: Esta historia va sobre el suicidio, pero no lo apoyo de ninguna de las maneras. Si crees que tienes pensamientos, o una conducta suicida, o alguien que conozcas, recuerda que el número de atención a la conducta suicida, en España, es el 024, un servicio gratuito, confidencial y disponible 24/7, 365 días al año. 

Publicado el 06/07/2023

Editado el 12/09/2024

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