CAPÍTULO DOCE parte I
LOS FANTASMAS EXISTEN
Después de llegar a su casa Isis decidió ir a dormir, había tenido una noche extraña y la cabeza le dolía mucho. Después de unas horas renovadoras se levanto a comer un poco y ducharse. Seguido de eso telefoneo a Tom, pero él nunca respondió.
Tal vez sigue dormido.
Sonrió como toda una niña y se sentó frente al cofre que le habían obsequiado hacia unos días. Decidida a leer lo abrió. Estaba tan sorprendida por lo allí descrito que casi corría a casa de su abuelo a preguntarle cosas. Una de ellas tenía que ver con el anillo.
Cuando adelanto su lectura y se percato de que la mañana casi se iba sintió ganas de dormir de nuevo, no era cansancio pero quería aprovechar ese segundo día libre, ya casi terminaba el libro y en la tarde ya tendría tiempo para comprar pizza.
Camino hacia su habitación sintiendo como si algo le faltara, se sentó sobre su cama y observo hacia la ventana, nada especial, las cortinas tapaban un poco la luz del mediodía, toco la suave tela de su almohada con su cabeza, cerrando sus ojos pero algo sucedió...
Pudo observar como algo se movía detrás de sus cortinas. Se sentó con dificultad y extendió sus manos al frente. Allí estaba aquel anillo realzando su color de piel, asiéndose notar aun en la poca claridad que había en la habitación, su rojo estaba gritando un nombre y no era el anillo lo que la hacía extender su mano.
Ya no le tenía miedo. No ahora que sabía de quien se trataba.
-Ella lo matara si no vas con él y destruyes el anillo –Le dijo el cansado espíritu- Todo ha sido mi culpa, si no me hubiera enamorado.
-Si no te hubieras enamorado no estaríamos aquí. No es tu culpa –Le dijo convencida de que aquello era la verdad.
-No debí conservar el anillo. Ya tenía el amor de Thomas –Dijo observando el piso, las lagrimas caían y desaparecían antes de tocar el suelo.
-¿A quién mataran? ¿Quién es ella Edith? –Le pregunto la chica.
-¡Lucille! –Los labios de Isis se abrieron solo un poco por la sorpresa- ¡Lucille matara a Thomas!
Y todo encajo en su cabeza en un segundo. Sir Thomas Sharpe ya estaba muerto, solo había alguien que conocía con ese nombre, alguien que reconoció su apellido en cuanto lo nombro, alguien que se parecía mucho al retrato que vio en aquel libro que leía.
-¡Laing!
*
-¡Laing despierta! –El grito de su tatarabuelo se desvaneció tan pronto como se escucho.
-¡Laing! –Un nuevo grito se dejo oír en la habitación. Tanto Lucille como Sir Sharpe desviaron su atención a la dueña de esa voz- ¡No por favor!
Ella corrió a su cuerpo pálido. Tomo su pulso y noto lo débil que estaba, su mirada azul busco la de Lucille y esta respiro con rabia, de no ser por aquel sueño... No, era más que eso, realmente Edith la visitaba en ellos y gracias a ello pudo advertirle sobre el peligro que corría Laing.
-Tú y Edith... –Decía con enojo.
-Le hiciste daño –Las lagrimas de ella eran tan reales que Lucille sonrió complacida.
-El mismo daño que te hare a ti, tienes algo que me pertenece –Respondió a medida que todo su ser se deformaba tomando una apariencia desagradable.
-No la tocaras –Dijo decidido Sir Thomas, pero era muy tarde, ella había salido de control. Su rabia, su odio era tan fuerte que un espíritu simple y arrepentido como él no podría detenerla- Vete Isis. Perdóname por todo el daño que le cause a la familia. A nuestro apellido.
-Nadie saldrá con vida de este lugar –El espíritu del baronet renegó de lo que veía, ya no era una persona lo que estaba frente de ellos, era sombra y humo.
Humo que poco a poco fue convirtiéndose en fuego. La ira de Lady Lucille Sharpe se materializo en un fuego abrazador que devoraba por completo lo que tocaba.
Los ojos de Thomas se nublaron por las lágrimas que dejaba caer, lágrimas de sangre y dolor. Nuevamente estaba allí sin poder hacer nada. Sin poder descansar en paz, mostrando su piel pálida, sus ojos perdidos, sus heridas mortales. Recordando su pasado, el día en que murió, el día en que la vio morir.
-¡Laing despierta por favor! Debemos irnos de aquí –Isis observaba como todo a su alrededor era consumido por el fuego y nublado por el humo que este producía. Su respiración comenzaba a fallar también.
Aire, necesitaban de aire y eso lo lograrían si escapaban de aquel lugar.
Laing abrió sus ojos y al verse dentro de un espiral de fuego se sentó con rapidez, sosteniendo con fuerza su pecho.
-¿Qué haces aquí Isis? ¡Vete de una vez! –Le dijo con voz suave y suplicante, su preocupación radicaba en la presencia de aquella chica que estaba a su lado.
-Saldremos juntos. Lo prometo –Aquella frase ocasiono que un grito desgarrador se escuchara en toda la edificación. Las personas corrían y gritaban intentando salvarse y las sirenas de los bomberos alertaban que la ayuda quizás estaba cerca- Ayúdame a levantarte, debemos salir de aquí.
-Ella no permitirá que me vaya, no con vida –Le dijo algo triste.
-Tampoco me quiere con vida, pero debemos hacerlo, debemos intentarlo –La observo sin saber porque la sentía tan unida a su propio ser.
-Es mi culpa. Si no me hubiera enamorado... –Esa declaración hizo sonreír a la chica- ¿De qué te ríes?
-De ti –Laing elevo una ceja- Eres como ella.
-¿Cómo quien? –Imagino que se refería al mounstro de Lucille.
-Como Edith.
No volvió a decir nada. No comprendía aun como ella sabia tanto de su familia y jamás en su vida imagino que sería comparado con su tatarabuela. Aquella que odio por creer en las palabras del mal.
Se levanto con dificultad y camino apoyado en el hombro de Isis. Mientras caminaba veía como todo era consumido por el fuego y como las personas gritaban tanto afuera como adentro.
Solo faltaba un piso cuando las escaleras comenzaron a crujir. Debían apresurarse si querían salir con bien. Thomas dio un paso dándose cuenta de que las paredes que estaban sobre las escaleras no estaban consumidas por fuego. Se apoyo de estas para así liberar el peso que soportaba Isis, cuando llevaban dos gradas bajadas un llanto infantil atrajo la atención de los dos. Era en unos de los apartamentos que estaban cerca de las escaleras.
-¡Debemos seguir, las escaleras no soportaran tanto tiempo! –Le advirtió Laing desesperado por ver la salida.
-Tú estás herido, sigue caminando. Te alcanzare, lo prometo –Laing asintió sabiendo que no podría convencerla de cambiar de idea, se dieron un beso y la dejo ir con aquella promesa de regresar pronto.
La vio alejarse hacia el interior de aquella puerta, siguió bajando y fue cuando unos de los integrantes del cuerpo de bombero lo vieron.
-Señor déjeme ayudarlo –Dijo aquel muchacho de ojos extremadamente claros.
-Estoy bien, arriba hay más personas. Ayúdelas –Le dijo Laing.
-Estamos en eso, pero usted se ve herido así que le ayudare a salir y regresare después –El chico lo ayudo a salir de la residencia pero en su mente seguía ella.
-Creo que no hay nadie más –Dijo un último bombero al salir detrás de ellos.
-¡No! –Les grito Thomas- Dentro siguen personas, Isis fue a ayudar a un niño. ¡Vayan! No la dejen sola.
Pero por más que él gritaba estos le indicaron que siguiera en la zona de seguridad y que ellos se encargarían de lo demás.
-Iré con mi compañero Paul, todo estará bien –Le aseguro aquel chico que le ayudo a salir- Wesley ¿Tienes listo el equipo para entrar?
-Si Ian, pero déjame decirte que es arriesgado, no sabemos cuánto tiempo soportara esa estructura –Los tres observaron las llamas, el humo y la edificación- Es muy vieja y tiene mucho rato expuesta a ese fuego.
-No tengas miedo Paul –Le dijo el chico colocándose una máscara- ¡Vamos!
-Gracias –Les dijo Laing a ambos chicos y entonces el grito de otro bombero los alerto.
-¡Somerhalder! ¡Wesley! ¡Cuidado!
Pero fue tarde, muy tarde para entonces.
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