Prólogo.
Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.
¿Has visto alguna vez una orquídea?
Para Obito Uchiha, la mujer que ama es como una pequeña orquídea. Con sus lindos tonos de morado, la orquídea es una flor llena de vida, es compleja y de una belleza prácticamente exótica si se lo preguntan. Es capaz de iluminar todo espacio por su lindo brillo, siendo poseedora de una elegancia natural, puede llegar a adaptarse fácilmente. Desde que Hinata le dijo que era una simple orquídea, Obito le tomó otro sentido, cuando ella quería demostrar que no era tan bonita comparada a otras flores, para el Uchiha es como si se diera otro hermoso significado a ella misma. Las orquídeas son flores muy bellas, elegantes, atractivas, también podían asociarse con la seducción y sensualidad. Probablemente, Hinata no estaba en un buen momento al pretender que la orquídea era menos comparada con un gran girasol, lo entendía, pero lo que ella no comprendía es que esa pequeña flor era perfecta a sus ojos. La orquídea era admirada por civilizaciones enteras, usada para medicina y afrodisíacos, una flor estrechamente relacionada con el amor y el deseo. Además de ser exóticas, las orquídeas son misterio, admiración, afecto, cariño y amor hacia esa persona especial.
Mentiría al decir que no sabía como se enamoró de esa linda mujer, era fascinante la forma en que ella le veía y trataba de apoyarle en todos sus pasos. Hinata Hyūga es todo lo que necesitaba, estar con ella le volvía la persona más feliz, aunque sus constantes temores a lastimarla le impedían estar completamente seguro de que permanecer a su lado era una buena elección. No quería dejarla ir, empero, tampoco deseaba que ella resulte herida de una relación tan complicada como la que mantenían. Sus cambios de humor le asustaban, no le gustaría herir a Hinata en medio de uno de sus tantos episodios.
Ese era uno de esos días en que su esposa le había hecho enfadar, constantemente discutían porque ninguno de los dos podía llegar a un acuerdo respecto a su divorcio. Rin no quería firmar, y Obito jamás cedería, anhelaba con urgencia su libertad. A pesar de que ya no vivían juntos, Rin logró entrar a su casa para confrontarlo una vez más en busca de pretender impedir lo inevitable. Obito se encontraba furioso, y lo único en que pensó es en ir en busca de su pequeño ángel.
No era demasiado tarde ni hacía tanto frío, a pesar de que su trabajo de medio tiempo y las largas horas de clase, Hinata no estaba cansada ni tenía hambre. El departamento donde pasaba antes de llegar a casa con su hermana se llenaba de sus propios suspiros.
Hinata Hyūga aparentemente es una chica normal, demasiado tímida a la vista de sus amigas. Tiene diecinueve años, está estudiando en una de las mejores universidades de Konoha para ser una arquitecta. Su grupo de amigas no es tan grande, solamente son dos, Sakura Haruno e Ino Yamanaka. En ocasiones, Tenten y Temari también se unen a ellas. Según Ino, su cuerpo es magnífico, su pecho es grande y se proporciona con su cintura pequeña y sus caderas promedio. Su estatura no rebasa el metro con sesenta y cinco, su piel brillante y blanca le dan la apariencia de una muñeca de porcelana. Una muñeca con la que cierto hombre le gusta jugar, al menos cuatro veces por semana.
Ella vive en una de las casas que hay en el centro de la ciudad, con su tío Hizashi, su primo Neji y su hermana menor Hanabi. Sus padres murieron cuando Hinata aún era una niña, desde entonces su tío se ha encargado de ella y su hermana. Debido a los gastos que la enfermedad de Hanabi provoca, Neji y Hinata se han visto en la necesidad de trabajar para ayudar a la economía de la familia. Hinata siempre ha soñado con que su hermana pueda vivir como cualquier otra niña de su edad, es por eso, que cuando Obito Uchiha se acercó a ella dándole una solución a su problema, Hinata aceptó sin dudar demasiado.
Lo único que tenía que hacer es permitir que él se adueñe de su cuerpo cada vez que desee, e informarle el momento en que lleve a su hijo en su interior. Hinata realmente no podía quejarse, era adicta a las caricias de ese hombre, la manera en que la tocaba era tan maravillosa que siempre terminaba viendo estrellas, olvidando su nombre y tocando el cielo junto a un fuerte grito. Obito Uchiha era como una droga, y Hinata como buena adicta volvía siempre por una nueva dosis. Su relación no era mala, ambos se complementaban y buscaban el bienestar del otro, por ese motivo Hinata sentía que ya no podía vivir sin él. Obito le repetía que era la mujer que amaba, y ella creía que es lo que le hacía falta para obtener seguridad.
No sabía como reaccionaría su familia el día que les diera la noticia de un embarazo, la verdad es que no le importaba, si con eso Hanabi estaba a salvo. Probablemente, en ese punto de su relación con Obito, podría decirle que planeen su embarazo para otro momento, pero Hinata tenía miedo de que eso de alguna manera pueda dañar el amor que el Uchiha siente por ella, puesto que sabe lo mucho que Obito anhela ser padre.
—Hinata— regresó a la realidad cuando su nombre escapó de los labios de su acompañante. Obito Uchiha. Un hombre cinco años mayor que ella. Sus muslos no hacían más que temblar cada vez que él le hablaba.
—Obito-sama— susurró nerviosa al ver como él trataba de sonreír, se encontraba molesto, y no sabía la razón de su enojo. Obito la había citado en el departamento, y ella ansiando estar con la persona de la que estaba enamorada, acudió de inmediato a su llamado.
—Bájate la falda— su momento de duda fue el que Obito aprovechó para hablar nuevamente —Te quiero encima de la mesa— le ordenó fríamente, provocando que Hinata se sintiera un tanto preocupada. Aunque Obito era muy serio en ocasiones, ese día se sentía diferente, como aquella vez que se enojó con ella por una mala broma de sus amigas.
—N-no hice nada— sus nervios se notaban claramente, había algo en el tono de voz de Obito que le hacía creer que falló de alguna manera. Obito no era distante con ella, eso sólo sucedió al principio, después cuando ambos tomaron confianza en el otro lograron dar grandes pasos en su relación, ¿Por qué se sentía como si retrocedieran?
Lo que la Hyūga desconocía, es que ella no hizo nada malo, Obito había tenido una discusión con su esposa y lo único que quería era hundirse dentro de su pequeña ojiperla para olvidarse del mal rato. Hinata representaba un ancla, quien le permitía no perder por completo la razón, era como la voz que siempre le susurraba al oído que todo estaría bien, porque ella siempre estaría a su lado.
—Sé que no hiciste algo malo— le respondió Obito al pasar unos minutos de silencio. Sus ojos parecían sinceros, por lo que Hinata logró encontrar esa confianza que le hacía falta para otorgarle por completo el control, como hacían en todas sus sesiones.
Hinata bajó la mirada y obedeció su petición, debajo de su falda no llevaba ropa interior, esa era una regla a la que se había acostumbrado al momento de estar con Obito. Se inclinó sobre la mesa de la sala, el Uchiha se levantó de su asiento y se dirigió hasta ella, agarró sus manos y las inmovilizó con ayuda de su corbata. Hinata temblaba ante la expectativa, imaginar qué es lo que Obito haría con ella sólo provocaba que su cuerpo palpite de total deseo.
Las manos grandes de Obito comenzaron a trazar círculos en su espalda, a acariciar sus glúteos y a subir su blusa para llegar a sus senos. Hinata no se percató del momento en que Obito se desvistió, solamente lo sintió acariciar su entrada con su miembro. Un gemido salió de sus labios. La estaba torturando al solamente frotarse contra su entrada, Hinata cerraba los ojos con fuerza, esperando con impaciencia a que le conceda lo que tanto desean ambos.
Por fin, después de unos minutos de juegos previos, Obito se decidió a penetrarla. Cerró los ojos, embriagada por el repentino calor que invadió su cuerpo. Era fascinante, percibir la forma en que Obito la iba llenando poco a poco, siempre terminaba perdida en su hábil tacto y sus ardientes besos.
Para Obito, la situación no era muy diferente, le volvía loco el estar dentro de ella, con esa estrechez y humedad de la que no se cansaba. Se sostuvo de su cintura para no perder el ritmo, Hinata gemía en voz baja para el deleite de sus oídos. Amaba a esa mujer, es como si los dioses la hubieran creado específicamente para él, por algo sus cuerpos se adaptaban maravillosamente desde su primer encuentro.
—Dime, querida muñeca de porcelana, ¿Cuánto tiempo estabas esperando por mí?— jugó un poco con ella, tocando ese pequeño botón que siempre le causaba placenteras contracciones. Hinata se retorcía de placer, y él se sentía orgulloso de ser el hombre que lograba hacerla llegar hasta ese punto.
—¡Obito-sama!, Y-yo...
—Responde— un gemido más fuerte que el anterior llenó la habitación, Obito la azotó sin usar demasiada fuerza.
—Dos días— él tomó su bonito cabello y lo jaló provocando que Hinata moviera la cabeza hacia atrás —Llevo e-esperando por us-usted dos días— contestó mientras todavía tenía un poco de conciencia, por instantes sus ojos se cerraban, una señal de que estaba a punto de entregarse a Obito por completo pronto dejaría de pensar correctamente, solamente serían Obito y ella tratando de satisfacerse mutuamente.
—¿Y te gusta esperar?— sus movimientos se hicieron más rápidos, más profundos. Hinata tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para poder responder a sus preguntas. Él seguía jugando con ella, por alguna razón encontraba divertido ver como ella intentaba no perderse por completo, imaginaba que se debía al hecho de que le estaba cediendo el control de su encuentro.
—Y-yo puedo esperar por O-obito-sama, si él es-está ocupado— y era verdad, aunque Obito estuviera muy ocupado por culpa de su trabajo, ella era paciente para esperar a que le bese. Es lo mismo que Obito hacía, la esperaba cuando ella estaba muy ocupada por culpa de sus trabajos escolares o acompañando a su hermana en sus tratamientos.
Obito se inclinó sobre ella para morder su hombro, le encantaba que en su blanca piel se gravaban todas las marcas que quisiera hacerle. Ella no protestó, ya se encargaría de esconder eso de su familia.
—Pídeme lo que quieres, Hinata— le exigió. Aunque no era exactamente lo que ella quería, era lo que él necesitaba. Estaba llegando a su límite, y presentía que ella también, porque cada vez que pasaban los minutos, Hinata gemía con más fuerza.
—Por fa-favor, Obito-sama— sus palabras se veían interrumpidas por sus propios suspiros —Te-termine junto a mí— le suplicó al mismo tiempo que cerraba sus ojos, entregándose por completo al orgasmo que Obito le estaba provocando.
No hizo falta otra palabra, Obito descargó toda su esencia en ella, esperando que por fin ella quedara embarazada. Ya había pasado el plazo que su abuelo le había pedido para darle un futuro heredero a la familia Uchiha, y sabía que era cuestión de tiempo para que Madara viniera a reclamarle porque todavía no cumplía con su promesa. En ocasiones le daba la impresión de que ella seguía utilizando las pastillas que Itachi le recetó, precisamente para entorpecer su trabajo. No existía otra razón, ambos estaban en perfecto estado de salud, y aunque Itachi le dijo que el embarazo no podía ser en la fecha que él esperaba, comenzaba a desesperarse por no conseguir cumplir uno de sus sueños. Si sus sospechas llegaba a ser ciertas, de verdad tendría que darle un buen castigo a su dulce ojiperla. Tal vez no se molestaría con ella, pero aprovecharía ese momento para jugar un poco más con ella.
Con ese último pensamiento en mente, Obito Uchiha volvió a sonreír, tan sólo de imaginar su cuerpo volvía a reaccionar para otra ronda. Sin esperar a que Hinata intentara incorporarse, Obito volvió a moverse dentro de ella.
—Aún no terminamos— le informó mientras su mano comenzaba a explorar su zona íntima en busca de su clítoris. Hinata gimió cuando su amante consiguió encontrarlo, probablemente jamás se cansaría de esos magníficos encuentros con Obito Uchiha.
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El amor y deseo pueden ir de la mano, tanto Obito Uchiha como Hinata Hyūga lo han descubierto.
Para Obito Uchiha, Hinata Hyūga es una pequeña orquídea que ilumina hasta su día más oscuro.
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Notas de la autora:
• Les comparto la portada de esta historia 💜
La portada y los separadores tan lindos son obra de mi amiga @bxrnesss 💖 ¿Verdad que le han quedado bellísimos? 💜 No duden en pasar a su perfil para disfrutar de sus increíbles historias 👀❤️
• El dibujo al final del prólogo es creado por @Wanderlust_326 ✨ ¿No es lindo? 💜 Pueden pasar a su perfil para leer sus bellas historias, además de su cuenta en Instragram "mairim.326" para ver más de sus dibujos ❤️
Les pido también de la manera más atenta que no fomenten el odio o acoso a artistas, cuando vean un comentario de ese tipo, no duden en denunciar 🙇♀️
• Este prólogo fue ligeramente modificado, algunos capítulos pasarán por el mismo proceso, así que ténganme algo de paciencia más adelante les traeré también un poco de la perspectiva de los personajes, atentos para que no se lo pierdan 💜
• Esta historia fue publicada originalmente el 19 de Septiembre de 2019, por lo que si ven una historia igual o con ideas similares, la persona que está cometiendo plagio no soy yo. Ustedes como mis lectores lo sabrán
• Advertencia: Los capítulos de esta historia pueden tener contenido explícito, así que leen bajo su propia responsabilidad. Firmen de enterados, pequeños traviesos 👀
Dejen sus votos y comentarios 💖
Nos leemos en la próxima actualización 👀❣️
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