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Capítulo XIV: Something in the rain.

Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.

Advertencia: Contenido explícito. Se recomienda discreción.  

Dejó de prestarles suficiente atención a la junta que tenía con algunos de sus socios, en su mente solamente se reproducían las imágenes de su lindo ángel. Recordaba cada detalle, desde como resaltaba el color negro en su piel, hasta la forma en que aquella blusa azul marino se ajustaba a su pecho. Ella sin duda lo volvería loco, jamás imaginó que Hinata sería capaz de enviarle imágenes de ese tipo, siendo que ella solía mostrarse muy cohibida siempre que la veía desnuda. Frotó su mentón durante algunos segundos, tal vez Hinata le enviaba fotos porque en éstas aparecía con ropa, lo que le daba algo más de confianza. Cualquiera que fuera la razón, Obito no pensaba cuestionarla, se dedicaría a disfrutar.

—¿Terminamos por hoy?— la voz del presentador del nuevo producto se hizo notar, él terminó su discurso de forma magistral, las preguntas se habían resuelto, pero Obito no hizo ningún comentario. El hombre de corbata roja estaba preocupado por ese hecho, el Uchiha es de los que más podrían invertir en su propuesta, le preocupaba no haberlo atraído lo suficiente.

Algunos comentarios comenzaron a escucharse por parte de los inversionistas, Obito permaneció en silencio, la verdad es que no lograba concentrarse. Daba gracias que Suigetsu estaba con él, seguramente su empleado había elaborado las notas de siempre, con eso se enteraría de los últimos puntos más importantes de la reunión.

—Creo que es buena idea invertir— le sugirió Suigetsu mostrando las anotaciones que realizó en su tableta, eso en comparación con los archivos que tenía Obito en su portátil, le ayudaban a ir formando un criterio.

—Supongo que tienes razón— frotó su cuello con evidente cansancio, las horas en esa junta, el tener que soportar ver las fotografías de Hinata a escondidas, además de esconder la erección que le provocó, hicieron a Obito querer huir de ese lugar —Buen trabajo— Suigetsu la agradeció rápidamente, su jefe últimamente parecía de buen humor. 

—Obito-san, ¿Qué le pareció la presentación?— Akatsuchi se acercó a él cuando la mayoría de los socios se habían retirado, el Uchiha se colocó su saco cerca del abdomen, como si sólo por casualidad lo estuviera llevando entre las manos. 

—Bien, me interesa tu propuesta— el hombre consiguió respirar más tranquilo, aunque su momento de paz duró poco —¿Tu hermana está participando en esto?— esa era la pregunta que no quería responder, sabía bien que Obito Uchiha no se llevaba con su hermana, pero ella seguía loca por él. No quería correr el riesgo de perder un negocio como les sucedió en el pasado.

—Sí, ella está dentro de nuestro grupo de trabajo— cruzó los dedos por detrás de su espalda, esperando atraer a la buena suerte. De cualquier manera estaba destinado a tener un final trágico. Por un lado, su padre y su hermana estarían enfadados con él por no conseguir el negocio con Obito Uchiha, y por otra parte, su futuro socio podría optar por rechazar la oportunidad con ellos debido a su relación con su hermana. Él no sabía porque Obito la rechazaba, si ella era muy linda, tampoco conocía el motivo de que su hermana expresara abiertamente su atracción por un hombre casado.

—Solamente encárgate de no enviarla a trabajar conmigo, o haré de que te arrepientas— lo amenazó con una expresión tan molesta, que entendió que no debía provocarle. Maldijo la hora en que su hermana se enamoró de ese hombre.

—Intentaré que no se crucen— Obito asintió a sus palabras, para luego proceder a abandonar ese salón e ir a su habitación en el hotel. Esperaba de verdad no tener que ver a la mujer que le causó problemas con Sasuke, no la quería cerca ahora que su relación con Hinata estaba de maravilla. 

Suigetsu lo seguía desde algunos pasos atrás, preguntándose en silencio, la razón de que su jefe no se llevara de la mejor manera con la hermana de su nuevo socio. La mujer era linda, de cabello negro y brillante, y aunque tenía veintiséis años, no se notaba demasiado la poca diferencia de edad con Obito. Como era de esperarse, el Uchiha no se despidió cuando llegó a la puerta de su habitación, iba más distraído observando algo en su celular. Suigetsu no se preocupó por averiguar de qué se trataba, él no era una persona a la que le interesaba mucho la vida personal de su jefe, lo que le había funcionado para mantener su puesto por tanto tiempo. 

La cerradura de su puerta se abrió con la llave magnética que guardaba en el bolsillo de su pantalón, tan sólo cerró detrás de sí, y arrojó su saco a la cama. Los zapatos los cambió por las pantuflas que entregaban en el hotel, y ya con ellas puestas, caminó hacia la cama. Tocó la palpitante erección que levantaba su pantalón, quiso desvestirse para solucionar el problema que le ocasionó la dulce Hinata, pero una idea mejor hizo su aparición dentro de su mente. 

Salió del chat que tenía con la joven, y presionó rápidamente el icono de la cámara en cuanto lo divisó en la pantalla. Tomó una foto, captando la manera en que su miembro se levantaba por debajo de la ropa. Si Hinata le enviaba fotografías con el propósito de excitarlo, él también podía intentarlo. No meditó mucho tiempo sobre el enviar la fotografía o no, creía que había salido bien gracias a la luz de la habitación. 

Vea lo que provoca, señorita Hyūga.

Obito-sama también me  provoca.

Su mensaje fue más rápido de lo que esperaba, y con el llegó una imagen más de la joven Hyūga. Se apreciaba su cuello blanquecino, además de la misma blusa de hace unos minutos, la única diferencia es que no llevaba el sujetador debajo. ¿Cómo lo sabía?, Bueno, sus pezones endurecidos se notaban aún con la blusa puesta. 

Se mordió el dedo pulgar con impaciencia, Hinata estaba siendo más inteligente en ese juego que tenían, por algo ella lo había comenzado. Si sería de esa manera, entonces también usaría las mejores partes de su atractivo. Retiró sin ningún tipo de cuidado la camiseta de su lugar, desabrochando los primeros botones, se fue recostando en la cama hasta que su espalda tocó el colchón por completo, con la camiseta subida hasta la altura de sus pectorales. En la imagen, su abdomen parecía brillar gracias a los juegos de luces. 

¿Te gusta lo que puedes ver?

Por supuesto, todo de Obito-sama me gusta.
¿Y a mí amo le gusta lo que puede ver?

Lo siguiente no era una fotografía adjunta. Era un vídeo. Un vídeo demasiado provocador. En el, Hinata había llevado una de sus manos a su pecho, deslizó sus dedos desde su abdomen, por debajo de la blusa, hasta llegar a sus pezones. Los tocó solamente unos segundos. El vídeo terminaba dejándolo con ganas de seguir viendo más.

—Carajo, tal parece que te he pervertido— murmuró al silencio de su habitación, le sorprendía cada vez que su inocente ojiperla se transformaba en una mujer que no le temía a un posible castigo.

Desabrochó su cinturón, esa chica causó que su miembro endureciera todavía más. Como le gustaría tenerla amarrada mientras azotaba su lindo trasero con ese mismo cinturón.... Metió su mano derecha entre la tela de su bóxer, alineando su miembro, de forma que pudiera verse tan grande como era.

No lo dudes, ojos de ángel. Eres todo un espectáculo digno de admiración.
Lo que estás consiguiendo. 

Envió la fotografía, no tenía tiempo para pensar en si salía bien o no. 

¿Le gustaría que lo tuviera aquí? 

Su mensaje era acompañado de un gif, en donde se miraba la perfecta boquita de su Hinata, de la que tímidamente salía su lengua. Sus pezones seguían viéndose por debajo de la blusa.

¿O prefiere aquí?

Una vez más en la fotografía aparecían sus medias largas, y nuevamente no eran lo único, también se apreciaba sus bragas de color negro. Hinata acariciaba ligeramente su intimidad con su dedo índice y anular.

De ambas formas. Pero tendrás que esperar a mi regreso, para saber que te tocará primero. 

Estoy impaciente, Obito-sama.

Su conversación siguió hasta entrada la madrugada, cuando la linda chica decidió llamarlo por teléfono y continuar con lo que estaban escribiendo. Al finalizar esa llamada, Obito debió tomar su toalla y dirigirse al baño. Necesitaba con urgencia una ducha fría y usar su mano como el alivio final de su erección. El Uchiha no solía masturbarse, por eso es que no dejaba pasar mucho tiempo cuando terminaba con una amante para conseguir otra. Ahora la idea de buscar a otra mujer que no fuera su dulce Hinata se volvía repulsiva, prefería darse placer a sí mismo.

El agua cayó sobre su cuerpo, volviendo completamente húmedo a su cabello. Obito recordó claramente todas las imágenes de la joven azabache, y de sólo hacerlo, su miembro pidió más de su atención. Comenzó a tocarlo, imaginando que eran las pequeñas manos de Hinata las que lo hacían, observándolo con sus ojos sorprendidos de siempre. Su mano rodeaba su miembro, subiendo y bajando con movimientos precisos y rápidos, Obito gimió en voz baja, casi como si fuera un susurro. En ese instante su grado de excitación era bastante elevado, moría por regresar esa misma noche a lado de Hinata y follarla en todos los rincones de su departamento.

Continuó por algunos minutos, concentrado en la imagen de la ojiperla, para conseguir llegar, moviendo su mano con mayor fuerza. Su miembro seguía demasiado erecto, tan duro como sólo la Hyūga conseguía ponerlo, sentía que tendría un orgasmo arrollador, aunque no tanto como los que le provocaba aquella joven. La parte de su anatomía masculina se cubría de agua y de líquido preseminal, lo que facilitaba sus movimientos.

—Hinata— gimió, llenando el cuarto de baño con su ronca voz.

Lo hizo más rápido, moviéndose de un lado a otro, ansioso por terminar con la tortura que Hinata había comenzado. La deseaba todavía en mayor manera que el día que llego a Tokio y comprendió que pasaría casi una semana sin verla. Por fin después de tanto, logró correrse en su propia mano, dejando que el agua se llevara cualquier rastro de semen.

Se encontraba molesto por tener que recurrir a masturbarse, y se encargaría de hacer pagar a su traviesa ojiperla por eso.

En la empresa Uchiha, el día parecía relativamente tranquilo, Madara había salido a comer fuera del edificio, por lo que sus empleados podían realizar sus actividades con total calma, sin tener la preocupación de hacer enfadar a Madara Uchiha. Hinata era una de esas empleadas que disfrutaba del buen ambiente dentro de la oficina de Obito, él no mintió al decir que le compró flores, la prueba era el lindo arreglo que descansaba sobre el escritorio. Se trataba de una media esfera creada solamente con gerberas, de diferentes colores, pero todas igual de hermosas. Lo que sostenía el arreglo, era una carreta de madera en miniatura, de algunos cincuenta centímetros. Estaba contando las flores, y se perdió entre tantas después de la número treinta. Debajo del arreglo, se encontraba una carta. 

¿Te es posible imaginar lo que pensaba al regalarte esto?

No pienso mentirte, no soy bueno cuando se trata de expresar amor, aunque considero que tú eres la única que merece mis intentos. Para encontrar la flor perfecta, fue necesario ir a distintas tiendas, y es solamente en una, donde conseguí que me hablaran sobre el propósito de regalar estas flores. No es una queja, no me malinterpretes, era consciente de que debía buscar de manera minuciosa, con el único propósito de obtener lo mejor para ti.

Que no te engañen con su belleza, porque además de serlo, las gerberas tienen su propio significado, y algunos de ellos me recuerdan tanto a ti...

Inocencia, alegría y pureza.

Inocencia: Este es, probablemente, el significado en el que más se piense al hablar de las gerberas. Se supone que estas son las flores para regalar a tu primer amor, y tú te sientes como si lo fueras. 

Alegría: Las gerberas son de las flores más alegres que puedas encontrar. Debo admitir, que no te busqué de la mejor manera, incluso me atrevería a decir que nuestros primeros días juntos, se notaba que opacaba un poco tu alegría. Afortunadamente, eres demasiado bondadosa, me cautivaste hasta el grado de prometerme a mí mismo, que haría lo posible por preservar tu linda sonrisa. Tu sola presencia funciona para alegrar mi vida.

Pureza: Las gerberas también simbolizan pureza. Considero que ambos coincidimos, en que este término aplica perfectamente para ti. Eres una de las personas más puras que he conocido, quizá la única, el cariño que tú me demuestras es desinteresado, es genuino. 

Aunque es posible que yo no sea la mejor opción, estoy agradecido de que me elijas, te prometo que intentaré ser menos dañino para ti. 

Me gustas, Hinata. Tus ojos de ángel son los que me han planteado la idea de volver a creer, le dan más sentido a lo que pienso del amor.

Todavía requiero decirte algo, pero lo mejor será hacerlo en persona.

¿Hasta que nos volvamos a ver?

Completamente tuyo.
Obito Uchiha.

Terminó conmovida por la carta de Obito, lloraba pero no de tristeza, solamente pedía volver a ver al Uchiha pronto, lo extrañaba. Nadie la había hecho tan feliz con una carta, o conseguido enamorar aún más con palabras tan lindas. Dobló la carta con la intención de guardarla en su bolsillo, para continuar leyendo cada ocasión que se volviera insoportable no saber nada de él, debió dejar el papel en su lugar al percatarse de que alguien abría la puerta de la oficina. Ni siquiera le permitieron procesar bien sus sentimientos, rápidamente fue interrumpida por Tayuya y Konan, quienes se mostraron sorprendidas al notar sus ojos llorosos.

—¿Sucede algo malo?— la primera en hablar fue Tayuya, caminando a pasos grandes para acercarse a la joven. Konan, por el contrario, prefería seguir analizando la situación —Veníamos a invitarte a comer, no pensé que estarías de esta manera.

—¿Por qué estás llorando?— la mirada de Konan se dirigía de la Hyūga al arreglo, y después nuevamente a la chica. Con cada día que pasaba confirmaba sus sospechas, Obito y ella tenían una relación, el arreglo obviamente era para Hinata, la pregunta que rondaba en su mente era por qué eso la hizo llorar.

—Son flores muy lindas, tiene mucho tiempo que no me han regalado flores— mintió al fingir estar enternecida con el arreglo, Tayuya que seguía a su lado, le dió ligeras palmadas a su hombro. La entendía mejor de lo que parecía.

—Los hombres con los que he salido creen que no me gustan las flores por no ser tan cursi, son unos verdaderos idiotas— suspiró dramáticamente, contagiada por la tristeza de su compañera —Obito-san fue muy considerado al comprar flores para su esposa— Tayuya le regaló una mirada llena de desdén a Konan, buscando provocarla con sus palabras —Oh mira, tiene una carta— quiso tomar el papel debajo del arreglo, causando gran nerviosismo en Hinata. Konan fue lo suficientemente inteligente como para salvar la situación a favor de la Hyūga.

—Deja eso en su lugar, no tienes porque invadir la privacidad de Obito— la mujer de ojos ámbar tomó la mano de Tayuya antes de que tocara la carta, Hinata sintió que con esa acción podía respirar más tranquila. 

—¿No quieres que leamos lo dulce que es con su esposa?— ella se deshizo del agarre de Konan bruscamente —¿O es que estas flores las compró para su amante?— continuó su burla, sus ojos por algún motivo parecían brillar de molestia.

—¿Qué problema tienes conmigo?— Konan cruzó sus brazos, dispuesta a ponerle un alto a los constantes ataques de Tayuya. Jamás le prestaba importancia, pero todos tenían un límite, y ella ya estaba llegando a el —Dilo ahora mismo— exigió saber. Hinata era sólo una espectadora, que no encontraba la manera de detener a ambas mujeres.

—¿Qué no es obvio?— la señaló con su dedo índice, tan cerca que incluso la empujó ligeramente hacia atrás —Todos sabemos que eres la amante de Obito-san— la ojiperla abrió un poco más sus ojos, la situación se salía de control rápidamente.

—Obito no está casado— ella apartó el dedo con que la seguía tocando —Y yo no soy su amante— miró de reojo a la nueva pareja de Obito, no quería causarle problemas a su amigo. No sabía si esa chica estaba enterada sobre el matrimonio de Obito, o sobre que ellos en el pasado estuvieron saliendo. Prefería que fuera el Uchiha quien le contara lo relacionado a su vida amorosa, y no que se entere por culpa de Tayuya.

—¿Es que ya conseguiste que deje a su esposa?, Probablemente por esa razón no le veo jamás su anillo de bodas— las palabras de Tayuya hicieron reflexionar mejor a Hinata, era cierto que Obito ya no utilizaba su anillo de bodas, y eso sucedió desde que le dijo que lo escogía a él. Se sonrojó fuertemente, entendiendo que a quién Tayuya debería reclamar, era ella.

—No hables de cosas que no sabes, Tayuya— alzó la voz, casi convirtiéndose en un grito. Aunque eso no fue suficiente para intimidar a la mujer frente a ella.

—No creo que...

—No, tú deja de fingir ser una buena persona— la intervención de Hinata se vió interrumpida, Tayuya nuevamente tomaba la palabra —Yo me he esforzado en mi trabajo, merecía un aumento, mismo que te dieron a ti por acostarte con Obito-san.

—Dis-disculpen...

—¿Eso es lo que te molesta?, ¿Qué me dieran el puesto para el que estoy capacitada?— una vez más sus intentos fueron en vano, es como si Konan y Tayuya hubieran olvidado su presencia. 

—El problema es como lo conseguiste— respondió con desprecio marcado en cada una de sus palabras.

—Yo no necesito estar detrás de mi jefe para conseguir algo, a diferencia de ti, que sueles insinuarte a Madara-san delante de todos— tanto Tayuya como Hinata se mostraron sorprendidas por esa revelación, ambas con la boca ligeramente abierta.

—¡Cállate!— la primera en dar un golpe fue Tayuya, haciendo a Konan ladear un poco su rostro. 

—No, tú guarda silencio— el golpe de Konan fue más fuerte, su mano había quedado marcada en la mejilla de la contraria.  

—¿Qué?, ¿Le dirás a tu amante que te di una cachetada?— frotó el área donde todavía podía sentir la mano de Konan, ardía demasiado, pero no había vuelta atrás en lo que hizo. Estuvo apunto de atacar nuevamente a su compañera, empero, fue detenida por Hinata

—¡Ya basta!— un golpe más se dejó escuchar en la oficina, Hinata le propinó una cachetada a Tayuya, que dejó consternadas tanto a Konan como a ella —Las dos son compañeras de trabajo, deberíamos apoyarnos en lugar de criticar a la otra— gritó al fin lo que sentía, sin embargo, la atención que le prestaba pasó demasiado pronto.

—¡Es su culpa!

—¡No me hables de esa manera!

—¡Señoritas!— la voz de Madara hizo que las tres se detuvieran. Tayuya y Konan sujetaban el cabello de la otra, mientras Hinata trataba de separarlas —Ustedes dos se han metido en graves problemas— señaló a su secretaria y a la amiga de Obito, quienes entendieron que debían seguirlo cuando lo vieron salir de la oficina completamente molesto.

—¿Estás en mi oficina?— al faltar un poco para que terminara la jornada laboral de sus compañeras, Hinata aprovechó para hacer una videollamada con Obito. En esa ocasión intentaría algo más tranquilo, como le aconsejó su amiga Sakura. 

—¡Sí!— no sonaba enojado, aunque prefirió cerciorarse de que no lo estaba —¿No le gusta que esté aquí?— preguntó con cierto toque de decepción.

—No me refería a eso, ojos de ángel, imaginé que a esta hora ya estarías en casa— se explicó mejor, deseando no haber lastimado a su linda chica. Pero a decir verdad, no estaba seguro de si Hinata intentaba jugar con él, o de verdad le molestó esa pregunta.

—Bueno, yo esperaba a que Konan y Tayuya se fueran del trabajo. Para poder llevarme mi arreglo a casa— sus mejillas adquirieron un color rojo, sería poco si decía que se encontraba feliz, . Su expresión de timidez consiguió hacer más grande la sonrisa de Obito.

—¿Te ha gustado el regalo?— indagó con genuina curiosidad, en su carta le confesó que deseaba decirle algo, pero no se sentía del todo preparado para decirle que la amaba. Consideraba que era muy pronto, y no le gustaría que su relación con Hinata no funcionara como su matrimonio con Rin. En aquel entonces cometió el error de apresurar las cosas, ahora intentaría ir más despacio.

—Me encantó, no encuentro la manera de hacerle ver lo feliz que me hace— acarició un poco su cabello, sus manos no permanecían quietas por mucho tiempo, lo que delataba que estaba nerviosa. ¿Y cómo no estarlo?, Si tenía arruinar de alguna manera todo lo que había avanzado con Obito.

—Mmm, conozco una manera en que te será posible hacerlo. Una que implica tenerte de rodillas frente a mí— el color en su rostro aumentó, habría logrado entender lo que Obito quería decir, eso significaba que se transformó en una pervertida. 

—Obito-san...— los toques en la puerta de la oficina le impidieron continuar con lo que tenía en mente. No era momento de seguir hablando con Obito, puesto que los podrían descubrir —Alguien está tocando, necesito irme.

—No te atrevas a colgarm...

Terminó la llamada antes de que Obito siguiera, si él daba una orden, le sería imposible desobedecer. La persona del otro lado de la puerta resultó ser Madara Uchiha, quien hizo aparición después de que le dijera un tímido "adelante". Hinata se levantó como un resorte del asiento de Obito, no sabía si el abuelo del Uchiha se enfadaría por encontrala dentro de la oficina de su nieto. Ese escenario no sucedió, Madara no mostró interés más que en el arreglo sobre el escritorio.

—Madara-san— lo llamó con la intención de capturar su atención. El Uchiha cerró momentáneamente los ojos, y los abrió luego de frotar el puente de su nariz. Obito estaba más enamorado de lo que imaginaba, y su corazonada le decía que ella era la chica correcta para su nieto.

—¿Qué haces aquí todavía?, Ya es un poco tarde— no necesitaba preguntarle, había escuchado claramente que ella hablaba con Obito, sin embargo, quería que fuera la ojiperla quien se lo dijera.

—Y-yo hablaba con Neji-niisan, quería pedirle que pase por mi, así podré llevar el arreglo— como mentía, Hinata bajó la mirada, no tenía el valor para enfrentarlo. Sin contar que Obito la había dejado demasiado nerviosa por su peculiar forma de hablar. 

—Toma tus cosas, te llevaré yo mismo— le indicó antes de darse la vuelta.

—Pe-pero...

—No es una pregunta, vámonos— Hinata no tenía otra opción más que seguirlo, ya había descubierto que no podía hacer enfadar a Madara Uchiha. La prueba estaba en que él fue capaz de suspender por unos días a Tayuya y Konan, sin importar que tuviera problemas después por no contar con su ayuda.

—Gracias— con su arreglo en manos, Hinata caminaba detrás de Madara, quien se detuvo cuando estaban a unos pasos de salir de la oficina de Obito.

—Escúchame bien, Hinata— el Uchiha colocó sus manos sobre los hombros de la joven, ante su atenta mirada —No quiero que lastimes a Obito, créeme que no te gustará tenerme de enemigo— su advertencia no dejaba espacio para dudas, y ella no intentó contradecirlo, era consciente de que Madara Uchiha era un hombre peligroso.

—No es necesario que Madara-san me lo recuerde. Yo quiero a Obito-san, no pienso lastimarlo— la Hyūga le sostuvo la mirada por minutos, no se dejaría intimidar en ese instante. Madara sonrió orgulloso, como le encantaba esa chica.

Mientras terminaba de verse en el espejo, sus manos no dejaban de temblar, su inquietud no hacía más que crecer conforme avanzaban los minutos. Por fin era el día, Obito regresaba de su viaje, incluso le había llamado para avisarle que su vuelo aterrizó y se encontraba en el aeropuerto. Corrió a la cocina para ver que el postre que preparó seguía en perfecto estado, como se trataba de un postre helado, podía guardarlo en el refrigerador. Por último, observó nuevamente el atuendo que Ino prácticamente le obligó a llevar para esa tarde. Llevaba puesto un delantal color rosa pastel, debajo de el, solamente tenía sus bragas de color negro y las medias con que provocó a Obito, una vez más por consejos de Ino.

Estaba demasiado ansiosa, contaba los minutos que pasaban para la llegada del Uchiha, a quién extrañó todos los días que estuvieron separados. De verdad se preguntaba en que clase de mujer se transformaba gracias a Obito, ella jamás imaginó que usaría un atuendo tan revelador como ese. ¿Y su a Obito no le gustaba?, Negó rápidamente para deshacerse de esa idea, el pelinegro siempre le decía que era linda, seguramente esa ocasión no sería la excepción.

El sonido de la puerta abriéndose casi le provocaba un desmayo, su nivel de nerviosismo estaba llegando a un punto culminante. Obito entró al departamento con su maleta en la mano, quitándose los zapatos para ir descalzo sobre el suelo, aún sin percatarse que Hinata no perdía de vista ninguno desde movimientos. Cuando sus ojos comentaron con el cuerpo de la joven, su primera reacción fue digna de grabarse en su memoria. Los ojos de Obito estaban bien abiertos, con un color rojo pintando sus mejillas y la boca ligeramente abierta, como si se tratara de un pez fuera del agua. Después una gran sonrisa se dibujó en su rostro, una que iba creciendo al tiempo que se acercaba unos pasos a ella.

—Realmente estabas ansiosa por mi llegada, linda manera de recibirme— se detuvo a unos metros de ella, recorriendo su cuerpo sin ningún tipo de pudor. Parecía que imaginaba lo que ese delantal escondía —No tienes idea de lo mucho que me gustaría tenerte de esta manera al regresar a casa— abrazó su cuerpo con entusiasmo, rodeando con más fuerza su cintura. Sentir el aliento de Obito cerca de su cuello le causó cosquillas, él aspiraba su aroma, se había esforzado por colocar la cantidad perfecta de loción, la que le haría tener un lindo olor a frutas.

—Obito-sama...

—De rodillas— comenzó a deshacer el nudo de su delantal, retirándolo de su cuerpo y dejando a sus senos expuestos al frío del departamento. Pronto esa sensación fue reemplazada por calor. El delantal quedó sobre la barrita que dividía a la cocina de la sala, misma donde en ocasiones comía algo en compañía de Obito.

Obedeció sin decir una palabra, mirando hacia el suelo en la espera de que el Uchiha hiciera otro movimiento. Él permanecía en silencio, acariciando su cabello antes de levantar su barbilla para poder ver sus ojos. Le fascinaban, desde que ella le dijo que le gustaba, a Obito no le interesó girar en dirección a otra mujer. Porque si, Obito Uchiha estaba enamorado.

—Es hora, Hinata— ella dejó de ver el rostro de Obito, su mirada se dirigió al bulto que apareció dentro de su pantalón luego de encontrarla con esa vestimenta. Pasó su lengua por sus labios, feliz de tener a Obito nuevamente para ella sola —Dime lo que quieres hacerme, ojos de ángel. Si no lo dices, no te permitiré una recompensa.

—Obito-sama, por favor— le suplicó, no quería más juegos, necesitaba estar con él.

—Hazlo— por su tono de voz y la manera tan seria de mirarla, entendió que Obito no le permitiría un encuentro más íntimo si no lo decía.

—Quería hacerle...— no logró completar aquella frase, a pesar de que su relación con Obito incluía sesiones de Sexo, le avergonzaba demasiado hablar en voz alta sobre lo que hacían —Yo... De-deseo probar a Obito-sama— el Uchiha suspiró complacido, definitivamente estaba enamorado de esa pequeña Hyūga.

—¿Ves lo fácil que es?— frotó su cabello con cariño, escondiendo algunos mechones detrás de su oreja —Ahora sácalo— esa era una nueva orden que Hinata estaría emocionada por cumplir.

Lo acarició un poco sobre la fina tela de su pantalón, Obito apenas había retirado su cinturón cuando ella ya estaba bajando la bragueta. Se quedó asombrada por unos instantes, y sin que él se lo pidiera, inició con un lento beso húmedo. Probaba primero la punta de su miembro, como intentando descubrir parte del terreno. El Uchiha sujetó con la mano derecha la barra de la cocina, disfrutando de la cálida boca de la joven que lo volvió loco durante todo su viaje. Hinata sintió palpitar su zona íntima, una muestra de que estar de esa forma con Obito la excitaba, y demasiado. Le gustaba saber que era ella la que provocaba esas expresiones en el rostro de su amante, que nadie lo podía ver como ella lo hacía. Hinata Hyūga era de Obito Uchiha, y Obito Uchiha era de Hinata Hyūga. 

Completamente decidida a continuar con su trabajo, Hinata fue lo suficientemente rápida para reaccionar en el momento que él desplazó la cabeza hacia atrás. Usó sus senos para rodear el miembro del Uchiha, que todavía sobresalía, por eso mismo volvió a cubrirlo con su boca. Cada que su interior succionaba la anatomía de su amante, un ruido erótico llenaba la habitación. Obito se sentía en lo más alto del cielo, la manera en que Hinata lo rodeaba con su pequeña boca, y él sin perder detalle de lo mucho que se esforzaba por complacerlo. Hinata subió por lo largo de su miembro, metiendo en su interior lo que sus senos no alcanzaban a esconder. El pelinegro no tardó en gemir el nombre de la ojiperla, deleitando los oídos de la chica con su hipnotizante voz.

Lo retiraba de su boca para pasear su lengua sobre él, después nuevamente lo cubría con sus labios, ansiosa por más de Obito. Él realmente lo disfrutaba, lo comprobaba cada vez que sus gemidos escapaban desde su garganta, al Igual que eran acompañados por su nombre. Dejó de usar sus senos para tener por completo el miembro del Uchiha, a su disposición y dispuesto a todo lo que ella quisiera hacerle en ese momento. Fue abarcando poco a poco, levantando la cabeza e intentando ir más allá que antes. Cerró los ojos por algunos segundos, absorbiendo toda la anatomía masculina de su amante, respiró hondo antes de tener todo su miembro dentro de su boca. Resultó difícil conseguirlo, las arcadas casi le hacen desistir de su propósito, pero no fue imposible lograrlo. Hizo su mayor esfuerzo por soportar los toques del miembro de Obito en su garganta, y al creer que llegaba a su límite, lo retiró casi a la mitad.

—Hinata...— ella metió la punta de su miembro en su boca, saboreando como si se tratara de una deliciosa paleta. Se concentró de la mejor manera en ese momento, lo único que le importaba era hacer terminar a Obito, sentir que por unos minutos ella era la que tenía el control. No pensaba en nada, ni en sus preocupaciones escolares, en sus problemas personales, tampoco recordaba a alguien que no fuera la persona delante de ella. Antes de que se diera cuenta, ya tenía nuevamente la boca llena con la masculinidad de Obito.

La Hyūga se encontraba más que contenta, Obito la miraba con tanta dedicación, no podía creer la suerte que tenía al poder disfrutar con esa hermosa chica, le encantaba ver su miembro en la boca de Hinata, todo gracias a la buena luz del departamento. Además de ser muy bonita, Hinata tenía ese lado de inocencia que siempre derretía a su corazón. La ojiperla utilizó sus manos para frotar la masculinidad de su amante, que continuaba estando demasiado duro, aunque se esforzaba por hacerlo, no conseguía rodear por completo el miembro de Obito con sus manos. Prefirió seguir subiendo y bajando, usando su lengua para sumarse a esas caricias en ocasiones. 

El Uchiha continuaba gimiendo su nombre, y ella pronto percibió aquella sensación que invadía su estómago cuando la necesidad de ser tocada por Obito se volvía insoportable, cuando su intimidad comenzaba a desprender fluidos que mojaban su ropa interior. Repartió pequeños besos en la piel sensible de su amante, metiendo en su boca todo lo que le era posible, rodeando con su lengua y causando que el cuerpo de Obito se tense. 

—Carajo... Te has vuelto tan buena— posó ambas manos a los costados de la cabeza de Hinata, intentando hacerla disminuir el ritmo. Si se mantenía de la misma forma, lo haría terminar en cuestión de segundos. 

—Es gra-gracias a las prácti-ticas c-con O-obito-sama— le causaba ternura al verla responder y al mismo tiempo no dejar de atenderlo. Hinata había aprendido a hacer el mejor sexo oral de su vida, todo lo que hacía era para complacerlo. Y si sus ojos se conectaban, Obito sentía que el suelo bajo él se movía, su debilidad siempre sería Hinata Hyūga y sus lindos ojos de ángel. 

—No hables con la boca llena, cariño— sin esperar respuesta de ella, Obito introdujo su miembro en la cálida boca de la joven. Ella aumentó el ritmo cuando una de las manos de Obito se alejó de su cabeza, presionando con su lengua, cubriendo más centímetros del Uchiha. 

El cuerpo de Obito se estremeció víctima del placer que lo embargaba, la chica sentía su miembro palpitar dentro de su boca, lo que significaba que estaba por terminar. El avisó de él llegó, aunque su voz se perdía entre sus propios gruñidos cargados de erotismo, y aun así, Hinata no fue capaz de apartarlo de su boca. Lo agitó con la mano hasta que por fin consiguió que Obito se corriera en su boca, con un líquido caliente que fue a parar al fondo de su garganta. Un gemido de su parte, luego más de esa sustancia espesa. El placer que le provocaba tener a Hinata tan dispuesta a todo, tan entregada a él, le hizo tener un orgasmo largo, uno completamente mejor al que consiguió estando bajo la ducha fría. De él salieron tal vez más de seis disparos de semen, su miembro todavía tenía contracciones, pero no salió nada más, ella se encargó de no derramar ni una gota. 

Hinata se mostró orgullosa de ver los gestos de Obito en el instante que lo hizo terminar, su cara reflejaba un éxtasis total. Ella lo miraba con adoración cuando le tendió la mano para ayudarla a levantarse, acariciaba su mejilla y besaba esos mismos labios que lo hicieron llegar a su límite. La Hyūga ahora lo abrazaba, en la espera de que su amante dijera lo siguiente que harían, cuáles serían sus deseos.  

Él caminó con ella tomada de la mano, la joven sonreía sin ser consciente de lo que ocultaba la mirada de su acompañante, sin saber lo que el Uchiha pasó planeando desde que lo orilló a tener que masturbarse. Abrió la puerta de su habitación cuando Obito se lo pidió amablemente, aparentemente nada había cambiado dentro de su sitio privado.

—Espérame en la cama— la ojiperla asintió para después sentarse sobre el colchón y las sábanas de algodón, se sentía un poco extraña al estar casi desnuda, y su acompañante al notarlo, le tendió la camiseta que anteriormente llevaba puesta. Hinata se cubrió con la ropa de Obito, feliz de respirar el aroma de su perfume.

—¿Qué está haciendo?— indagó con curiosidad al no comprender porque Obito estaba probando el soporte para techo que colgaba a cierta distancia de la cama, no creía que el Uchiha fuera a colgar un colgar alguna lámpara.

—Esta noche por fin te daré un correctivo— su cuerpo dio un salto involuntario al tiempo que sus ojos se abrían con sorpresa —Mi traviesa ojiperla no dejó de provocarme con sus fotografías, a pesar de que le informé que me encontraba dentro de una reunión— Obito no la veía por mucho tiempo, estaba más distraído acomodando una cuerda en el gancho que tantas preguntas le causaba a Hinata. ¿Qué haría Obito con ella?

—Obito-sama, yo no...— miró al suelo, la verdad es que no admitiría haberlo hecho a propósito, pero de alguna manera debía hacerle ver lo que sintió cuando jugó con su ropa interior en el centro comercial. No se trataba de una venganza, solamente le gustó experimentar lo mismo que Obito aquel día. Y lo disfrutó, aunque no le fuera posible ver como la pasaba en esa reunión.

—Ven aquí— no le permitió continuar, y Hinata no hizo un intento para seguir hablando, en cambio, se quitó la camisa de botones para dirigirse hacia él —Esto se llama nudo de esposas, si te lastima debes decírmelo de inmediato— asintió con una débil sonrisa, estaba interesada en lo que jugarían esa tarde. Con la cuerda formó dos ruedas, para luego cruzar ambas entre sí, terminado el nudo que parecía no ser difícil, la invitó a pasar sus manos a través de los espacios. Obito tiró de la cuerda para ajustar sus muñecas, era cómodo porque no le apretaban al grado de ser insoportables, siguió tirando de la cuerda hasta obligarla a levantar ambos brazos y dejarlos bien extendidos.

Sus pies seguían tocando el suelo, pero sus manos ya no las podía mover con libertad. El Uchiha no se detuvo solamente con eso, además de tenerla inmovilizada, cubrió sus ojos con una tela de algodón.

—Obito-sama— lo llamó con su suave voz, sin que ella pudiera verlo, el Uchiha sonreía al tenerla de esa manera.

—Recuerda tu palabra de seguridad, Hinata— le indicó mientras se movía por la habitación para buscar el objeto que usaría con la linda chica —Si algo no te agrada, ¿Qué puedes decir...?

—Efímero— respondió de inmediato. A decir verdad, jamás había utilizado su palabra de seguridad, no le hacía falta porque siempre intentaban con actividades en las que ella estaba de acuerdo. Y Obito solía preocuparse mucho por su seguridad.

—Perfecto, ojos de ángel— Obito se colocó unos guantes, la sonrisa en su rostro se hizo más grande al encontrar lo que tanto buscaba. La Hyūga se limitaba a escuchar lo que su amante hacía, no podía saber con exactitud, aunque tenía una idea de que ya había localizado el objeto con que jugarían —Esto es un flogger, pero no necesito explicarlo, en el pasado me habías preguntado cuál es su función— Hinata tardó en comprender lo que estaba por suceder, su piel ardió ligeramente por el contacto con el flogger, sin provocarle demasiado daño.

—¡Obito-sama!— gimió cuando un segundo azote impactó en la parte superior de sus muslos, se sentía diferente, le gustaba esa situación y no sabía el porqué.

—No me es posible castigarte si lo disfrutas, cariño— ella no respondió, se dedicaba a sentir la manera en que las correas del flogger volvían un poco roja su piel.

Contaba en su mente, cada azote aumentando su fuerza, que ya de por si no era mucha, Obito realmente sólo estaba jugando con ella, no lastimando su cuerpo. Hinata pensó que si esos eran los castigos, sería divertido repetirlo más adelante. El Uchiha se detuvo unos segundos, solamente para retirar de sus caderas las bragas de color negro y las medias de sus piernas. Lo hizo tan despacio, con tanta dedicación que no logró ocultar su suspiro lleno de satisfacción.

La mano con que el Uchiha sostenía el flogger se levantaba alto para luego caer sobre la piel de la joven, que sonrojada no se quejaba de nada, al contrario, su zona íntima continuaba delatando lo excitada que se encontraba. Ella se estremeció con el suave tacto de los guantes de Obito, él evaluaba su condición, pensando si terminar su juego o darle otros azotes más a la Hyūga que robaba por completo su atención.

—¿Cómo te sientes?— descubrió sus ojos, permitiéndole acostumbrarse de a poco a la luz dentro de su habitación. Su herramienta y sus guantes los había dejado en su lugar antes de acercarse a ella. En silencio la joven frotaba sus glúteos y la parte superior de sus piernas, se giró un poco sobre su cuerpo para apreciar mejor su piel, la tenía roja, aunque no era nada que temer. No es como si alguien más que Obito la viera. El Uchiha revisaba sus manos, queriendo comprobar que no le hizo daño a sus muñecas.

 —Estoy bien— aceptó gustosa el beso que Obito depositó sobre sus labios, mismo que intensificó al tomar su cuello y deslizar sus pulgares por la piel blanca de la joven. Por segundos sentía crecer el calor dentro de su cuerpo, llevaba tanto tiempo esperando poder abrazar a Obito y sentir sus cálidos labios.

—Su castigo aún no termina, señorita Hyūga— el Uchiha por fin se fue desprendiendo de la última ropa que le impedía estar completamente desnudo frente a ella, la ojiperla sonreía al verlo desvestirse, feliz de que Obito volvería a ser suyo y de nadie más. Al finalizar aquella acción, Obito se sentó sobre el colchón, en una de las esquinas.

—¿Qué me hará ahora?— la habitación se transformó en un silencio total, Hinata dudaba si acercarse a él o esperara a que Obito le confesara lo que tenía en mente. El Uchiha no quitó su vista de la linda ojiperla, le agradaba verla jugar con sus dedos índices, y eso sumado a su tierno sonrojo le provocó una sonrisa sincera.

—¿Cuántas sentadillas eres capaz de hacer ahora mismo?— no entendió el motivo de su pregunta, ¿Obito la obligaría a realizar sentadillas?, ¿Eso no era un poco extraño?, ¿Las haría desnuda?, agitó su cabeza en busca de alejar sus pensamientos tan pervertidos. Seguramente Obito no le pediría algo como eso.

—Sesenta, tal vez cien. Realmente no estoy muy segura— confesó un poco nerviosa, Obito se había incorporado ligeramente para tomar sus manos y tenerla cerca de él. Desde que hizo esa pregunta la notó confundida.

—Bien, tendrás que hacer sentadillas— le dio la vuelta a su cuerpo tomándola de la cintura, rozando su miembro con su entrada, robando un gemido cargado de placer por parte de ella —Y lo harás sobre mí— Hinata sonrió, sin embargo, mantenía su cabeza hacia el frente y mirando abajo, impidiendo con eso que él la notara la felicidad de su rostro.

—Está bien— fingió resignación con una adorable mueca, Obito apartaba un poco su cabello para besar su espalda.

—No me mientas, sé que esta idea te gusta— la reprendió con un tono juguetón, Hinata no logró evitar la pequeña risa que brotó de su boca —¿Tan pervertida eres, ojos de ángel?

—N-no es verdad, Obito-sama— balbuceó, la Hyūga mantenía la mirada en la mano derecha de Obito, que se movía con rapidez hacia su intimidad, regalándole las primeras caricias. Gimió sin preocuparse por lo que sucedería después.

—Adelante, Hinata— el Uchiha sonreía, su dulce ojiperla de pronto había tomado una actitud determinada, lo que significaba que realmente estaba dispuesta a cumplir sus fantasías —Cumple con la última fase de tu castigo— le susurró cerca de su oído, inclinándose hacia ella y buscando provocarla. Su voz ronca erizó la piel de Hinata.

La joven se sonrojó fuertemente, probablemente Obito pensó que moriría de vergüenza al hablarle de esa manera, pero hasta cierto punto se estaba acostumbrado, y le gustaba. Por ese día quiso mostrar un poco más de cooperación de su parte, dejando al Uchiha un tanto nervioso, pero fascinado. Al pasar sus miedos con un respiro profundo, se decidió a acercar con cuidado su mano al miembro erecto de Obito, lo fue guiando hasta su entrada, encendiendo un fósforo que calentó rápidamente a sus cuerpos. Obito la observaba con amor mientras ella por cumplía su objetivo. 

—¡Ah!— se detuvo al tener dentro casi la mitad, debía controlarse, no quería apresurarse y luego no poder soportar el tamaño de Obito. Él la ayudó a bajar lentamente sus caderas sobre su miembro, ganando más suspiros por parte de ambos.

—¡Hinata!— gimió, inclusive más fuerte que la ocasión en que debió usar su mano para darse placer en su habitación de hotel. Nada podía compararse con el húmedo y cálido interior de la dulce Hinata. Lo reconocía, no quería a nadie que no fuera ella.

—¡Obito-sama!— por un momento dejó de enfocar bien, su respiración agitada le impedía llevar la cuenta de las veces que subió y bajó sobre el miembro de Obito. Y cuando él frotaba su clítoris o sus pezones, la sensación de placer se intensificaba.

—Mmm— Hinata se movió con más entusiasmo al percibir sus labios haciendo contacto con su cuello, los movimientos provocaron sonidos roncos desde la garganta del Uchiha.

—L-lo extrañé, Obito-sama. No de-dejaba de pensar e-en usted— él no respondió al instante, estaba más ocupado haciendo marcas en su cuello y parte de su hombro. Hinata no le decía nada por ese detalle, a ella también le gustaba dejarle marcas cada que tenía oportunidad. 

—Yo también te extrañaba, no te imaginas cuánto— con sus dedos índice y pulgar frotó uno de sus pezones, tomándo su cabello y obligándola a tirar la cabeza hacia atrás. Hinata continuó "haciendo sentadillas", sus muslos dolían un poco debido al tiempo que llevaba de esa manera, pero prefería seguir a detenerse.

Levantó sus caderas en busca de subir un poco la intensidad de sus penetraciones, Obito decidió ayudarla sujetando su cintura, sonriendo satisfecho de haberla llevado al límite ese día. Hinata se sentía en las nubes, no podía creer que Ino tuviera razón al decir que el sexo era maravilloso. Todo su cuerpo temblaba, y ella no dejaba de disfrutar la forma en que Obito entraba y salía de ella.

—Obito-sama— gimió su nombre en un hilo de voz. El corazón del Uchiha se aceleró una vez más al escucharla, le encantaba cuando ella sonaba tan excitada, porque era él quien conseguía ese estado en ella.

Él la penetró con fuerza, siendo firme en la manera que sujetaba su cuerpo y los otros toques en su pequeño botón. La joven gritó en voz alta, cerrando los ojos y gozando al sentir cada que Obito se movía dentro de ella. Sus embestidas eran auténticamente dulces, siempre que estaba con Obito se olvidaba de todo lo demás, se trataba en parte de un escape a ciertos aspectos negativos de su vida. El Uchiha, de la misma manera, no perdía detalle de cada uno de sus encuentros con ella, se deleitaba con la dulce Hinata, en como lo aprisionaba en su interior, casi sin permitirle escapar de ella.

Obito iba saboreando centímetro a centímetro el cuerpo de su amada, quien recibía toda su masculinidad con sonoros gemidos que estremecían su ser. La ojiperla se apoyaba sobre los muslos de su amante para continuar con las placenteras penetraciones, encantada con lo firmes que eran. Él jugó por algunos minutos más con sus pezones, y al sentirla retorcerse sobre sí mismo, pasó a atender su clítoris, entendía que la joven ya no resistiría por más tiempo. Era una tortura demasiado agradable.

Ella arqueó la espalda en el instante en que su cuerpo llegaba a su límite, Obito se abrazó a su cintura, dándole una dura embestida final, permitiéndole sentirlo tan profundo por última vez.  

—¡Obito-sama!— gimió doblándose contra él, sintiendo que el nudo que siempre se formaba en su vientre pronto se desharía y la liberaría de la mejor manera.

—¡Hinata!— su cabeza se desplazó hacia atrás, su orgasmo lo envolvió tan fuerte, finalizando de la forma tan ardiente, derramando toda su esencia en el interior de la Hyūga.

Al final Hinata también obtuvo su liberación, el orgasmo que atravesó su cuerpo fue tan intenso que su cuerpo entero vibró al ritmo de su corazón. Resultó prácticamente imposible hablar por unos segundos, las oleadas de placer parecían no tener fin.

Permanecieron unidos durante varios minutos, esperando que volvieran a ser dueños de sus acciones para poder romper su conexión. Hinata se quejó un poco al ya no tener a Obito dentro de ella, empero, su amante rápidamente la sostuvo en brazos con la intención de recostarla sobre la cama.

—Obito-san— susurró débilmente, captando por completo su atención —¿Se va a ir?— tomó su brazo para impedir que se fuera.

El Uchiha le sonrió —¿Quieres que me quede?

Ella asintió varias veces, contagiada de la sonrisa dibujada en los labios de Obito —Me gustaría. También quiero tener la cita de la que hablamos— apenas terminó de hablar, y su acompañante aprovechó para robar un fugaz beso.

—¿Y si te quedas conmigo este fin de semana?— acariciaba sus cabellos al verla tan rendida sobre la cama, rápidamente su cansancio desapareció, la joven se levantó casi como un relámpago. Obito la observaba con detenimiento, ¿Acaso ella estaba fingiendo para que la consintiera?, Definitivamente Hinata aprendía cómo controlarlo.    

—¡Sí!— cuando menos lo esperaba, ella ya se levantaba, colocándose la camiseta de Obito para salir de la habitación —Iré con Ino-chan y Sakura-chan, con su ayuda le pediré permiso a mi tío de quedarme fuera de casa— sus ojos brillaban revelando el gran entusiasmo que sentía en ese momento. Obito no fue capaz de decirle algo por su anterior comportamiento, le causaba ternura verla actuar de esa manera.

—De acuerdo, yo también pasaré a casa antes. Te llevaré— la joven detuvo su pequeña rutina, girando su cuerpo para enfrentarlo. De inmediato desvió la vista sonrojada, Obito seguía desnudo.

—¿Por qué tiene que volver a su casa?

—Es necesario que realice algo, y todavía no le he avisado a mi abuelo que estoy en la ciudad— ella asintió, no haría más preguntas, debía irse a tomar una ducha para no llegar a casa de Ino con el aroma de Obito impregnado en su piel.

Lo primero que notó al llegar a casa de su amiga Ino, (donde quedaron de reunirse previamente por mensajes), fue el labio roto de Sakura. Se alarmó al reunirse en la habitación de Ino y darse cuenta de que la tensión se sentía en el aire, ninguna de las dos hablaba, y eso le indicó nuevamente que sucedía algo malo. Sakura se encontraba sentada en la cama al igual que Ino, la primera con una gafas de sol tan grandes e inecesarias que le seguían dando un mal presentimiento. Ino fue lo suficientemente rápida como para quitarle las gafas y descubrir lo que escondía, un pequeño moretón cerca de su ojo izquierdo quedó al descubierto. La ojijade intentó ocultarlo en vano, sus amigas lograron verlo. 

—¿Qué demonios?— exclamó apresurada Ino, apretando sus manos debido a la molestia que brotaba con fuerza en su interior. Necesitaba saber quién era el desgraciado que lastimó a su amiga.

—Sakura-chan...— Hinata no reaccionó muy diferente a su amiga, solamente que ella no quiso presionar a Sakura. Ya se encargaría de conseguir una manera de asegurar la protección de su amiga, sin importar nada.

—Intentaron robar mi bolso cuando venía a tu casa, pero no me quedé de brazos cruzados— se sintió un poco orgullosa de sí misma, con valentía consiguió devolverle los ataques a su acosador, al menos lo suficiente para escapar de él.

—¿De verdad crees que yo...?

—Ah, mira— la interrumpió señalando su celular, que tenía una llamada entrante de la hermana menor de Hinata. Eso era parte de su plan, antes de ir a casa le pidió a Hanabi de favor que le hiciera una videollamada —Acércate, Hinata-chan. Tu hermana prometió llamar junto con tu tío— la ojiperla decidió seguir su petición, a pesar de que tanto Ino como ella deseaban hacerle muchas preguntas. Harían la llamada, pero después no se salvaría de ser interrogada.

—Hanabi, ¿Cómo se usa esto?— en la pantalla de su celular, aparecía su tío usando unos lentes y esforzándose por comprender la manera de utilizar las herramientas de la videollamada. Por accidente había colocado un filtro con corazones.

—¡Por el amor de Dios!, Tío, no me avergüences— la pequeña Hyūga detuvo el filtro y le dió unas rápidas indicaciones. Prometió quedarse a su lado para ayudarlo en lo que necesitara.

—Hinata, hija. ¿Qué sucede?— Sakura le prestó el celular a su amiga, para que ella pudiera ver mejor a su tío. La Hyūga sintió ternura por su tío, no era de querer aprender de la tecnología, pero en ocasiones realmente lo intentaba por su familia.

—¿Puedo quedarme este fin de semana en casa de Ino-chan?, Haremos una pijamada junto a Sakura-chan— intentó hacer una voz más dulce que lo habitual, su tío frunció el entrecejo, no muy contento con aquella idea.

—Ya tenemos todo, incluso algo de la ropa de Hinata-chan— habló Sakura antds de que Hizashi dijera que no, primero debían darle buenos argumentos para no dejarle otra opción más que aceptar. 

—Además, mi casa es vigilada estrictamente por mis padres— Ino sostuvo una mano al aire y cruzó los dedos con la otra detrás de su espalda —Sólo seremos nosotras tres, probablemente ni saldremos de casa.

—Serán como unas pequeñas vacaciones, queremos olvidarnos del estrés que nos causa la universidad— Sakura e Ino fingían estar fatigadas, haciendo reír a Hinata por sus malas actuaciones. Sus intenciones eran buenas, y creía que conseguían tener la aprobación de su tío.

—Por favor, tío, acepta. Así tendré la habitación para mi sola— Hanabi movió de un lado a otro el brazo de Hizashi, haciendo que en más de una ocasión, casi se le cayera el teléfono.

—Está bien, te lo mereces, Hinata— accedió por fin luego de tanto silencio —Yo me haré cargo de tus clases en el Dojo también, disfruta estos días junto a tus amigas— el Hyūga sonrió a la joven que consideraba una hija, era feliz de verla crecer como una mujer responsable y amable. Por mencionar sólo dos de sus buenas virtudes.

—¡Gracias, tío!— no logró ocultar su felicidad, tenía el permiso de su tío, podría estar un fin de semana entero con Obito Uchiha.

—¡Gracias, señor Hyūga!— le agradecieron Ino y Sakura al mismo tiempo.

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En la mansión Uchiha no se encontraba su abuelo, lo sabía porque le llamó antes para avisarle que se iba de la casa unos días. Su abuelo, por alguna extraña razón, no opuso resistencia a su decisión. Lo que realmente lo sorprendió, Madara no toleraba a Rin, pero ahora no le presentaba un problema estar unos días más sólo con su compañía. Probablemente su abuelo trataba algo, aunque no era capaz de descubrir de que se trataba, tampoco quiso insistir más en el tema. Arrastró su maleta hasta su habitación, sabiendo que podría encontrarse con Rin, y siendo eso lo que quería, su razón de ir a la mansión. Necesitaba enfrentarla, porque según lo que Yahiko y Nagato le contaron sobre su caso, Rin no aceptó el divorcio. 

Respiró profundamente antes de abrir la puerta, todavía con la mano en la perilla. No la enfocó de inmediato, ignoró su presencia arrojando la maleta a algún rincón de la habitación y buscando otra donde llevar algunos cambios extra. Rin no esperaba la llegada de Obito, se sorprendió al verlo, sin embargo, no trató de ocultar la copa de vino en sus manos o la solicitud de divorcio que descansaba en el buró. Un sin fin de emociones la recorrieron en un instante, comenzando con la tristeza y terminando con molestia al notar una marca en su cuello mal abotonado. 

—¿Qué significa esto?— exigió saber, levantándose de su asiento para dirigirse furiosa a él. Obito detuvo sus manos, que sostenían la solicitud de divorcio, mismas con que Rin pretendía golpear su pecho. No se molestó con ella por ese detalle, en cierta medida lo comprendía, su esposa había bebido de más.

—No necesito explicártelo, simplemente firma y ya— la soltó para darse la vuelta y seguir con la preparación de su nueva maleta, sus pasos se detuvieron al sentir que los papeles de la solicitud le caían en la espalda.

—Soy consciente de que lo arruiné, ¿Sí?— no dijo nada, ni siquiera se dió la vuelta para ver a la cara a su esposa —No hay un día en que no me castigue por mi error. Incluso callé todas esas noches en que sabía que estabas con otras, lo hice porque pensé que sería una etapa, tu manera de vengarte de mí. Y es probable que lo merezca— su enojo se transformó en tristeza, esta se reflejaba en las lágrimas que se acumulaban en sus ojos —Pensé que esta etapa pasaría, que volveríamos a estar juntos— dejó a sus lágrimas caer por sus mejillas, no intentó limpiarlas. Estaba más preocupada esperando la reacción de Obito.

—No teníamos una solución, lo sabías, yo lo sabía, mi abuelo lo sabía... ¡Por Dios!, ¡Todos lo sabían!, Era solamente cuestión de tiempo— le gritó sin detenerse a hacer una pausa, al darse la vuelta, la mujer retrocedió un paso al ver su estado. Parecía estarse conteniendo de seguir gritándole.

—Yo lo he dado todo por ti, me alejé de mi familia cuando no aprobaron nuestra relación, dejé a mis amigos por vivir una vida a tu lado— no quería reprocharle eso justamente ahora, nunca había culpado a Obito de la situación con sus padres o la mayoría de sus amigos. Obito no hacía más que amarla desde el inicio de su relación, a su lado fue tan inmensamente feliz, que no entendió en que momento se le ocurrió arruinarlo todo. 

—¿Y de que me sirvió?, Si al final terminaste siendo una...

—No me hables como si fueras diferente, yo sólo cometí ese error una vez— lloraba amargamente, y a diferencia de otras veces, Obito no la consolaba —Tú lo haces todo el tiempo, incluso te atreviste a llevar a una de tus amantes a una cena de negocios, cuando por ser socia de la empresa pensaste que no lo descubriría. Ahora tienes el descaro de querer cambiarme por una pu...

—¡Guarda silencio!, No te atrevas a llamarla de esa manera, Hinata no tiene nada que ver en esto— sujetó sus hombros, aunque Rin rápidamente lo apartó. Se sentía traicionada, Obito incluso defendía a la mujer que los separaba. 

—¿Hinata?, ¿Ese es su nombre?, ¿Por ella me quieres dejar a mí?— apretó sus manos, frustrada por la situación. Su matrimonio se derrumbaba y no encontraba cómo solucionarlo —Me pregunto qué dirá al saber la clase de persona que eres— no quería jugar sucio, pero sería capaz de buscar a esa mujer y contarle sobre el pasado de la familia de Obito para alejarla de su esposo. 

—Tú no vas a acercarte a mi Hinata— tomó su brazo con fuerza, haciéndola retroceder hasta empujarla a la cama —¿Me escuchaste?, No te quiero cerca de ella— se asustó, y no logró esconderlo. Sabía que Obito no le haría daño físico, pero temía que siguiera tan molesto como para provocarse daño a sí mismo. 

Retrocedió al comprender que fue agresivo con ella, se pasó las manos por la cabeza en busca de controlar la ira que crecía dentro de él como un fuego que arrasaba con su cordura. Golpear el clóset fue lo único que consiguió estabilizarlo, no le importó dejar un hoyo o lastimarse la mano.

 —¿Lo ves?, Ella no es como yo, ella no podrá soportar tus ataques de ira— intentó acercarse a él para comprobar la herida en sus nudillos, Obito no le permitió avanzar, caminó a la salida. 

—Es verdad, no eres igual a ella. Hinata no es igual a ti— él solucionaría sus problemas, no haría pasar a Hinata por un mal momento, no a la persona que le presentaba la oportunidad de amar nuevamente —No lo hagas más difícil, Rin. Firma, para que sea posible que finalicemos en un buen término— por el amor que le tenía en el pasado, deseaba no guardarle más rencor.

—No. Yo he intentado recuperar lo nuestro, no es justo que ella se lleve todo— las lágrimas en sus ojos se volvieron más evidentes, en mayor cantidad que antes.

—No es por ella, Rin— le dijo antes de dejar la habitación —Ya no te amo, no te amo en absoluto. Desde antes de conocerla.

—No te daré el divorcio, no lo esperes tan fácil— le advirtió, afectada por su confesión.

—Haz lo que quieras. Te dije que no te amo— la puerta se cerró con más fuerza de la necesaria, Obito la había dejado sola.

—Yo todavía te amo, Obito...

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—¿Cómo se hizo esto?— Hinata terminaba de vendar la mano de Obito, desde que se encontraron, él no quiso revelar la razón de su herida. Al llegar al departamento utilizó el botiquín para curarlo, y a pesar de sus constantes preguntas, Obito evitaba el tema.

—Me avergüenza decirlo, la verdad es que sucedió con la puerta del auto— la ojiperla apretó un poco la herida, provocando un quejido de dolor por parte de su acompañante. Por su mirada, sabía que ella no le creía.

—Está bien, puede decírmelo después— el Uchiha escondió parte de su cabello detrás de su oreja, besando su frente como una muestra de paz. Prefería no arruinar su convivencia con Hinata, ya suficiente mal le había ido con Rin.

—¿A qué lugar te agradaría ir?, Recuerda que esta noche tenemos una cita— se levantó del asiento en la sala, tomándo a Hinata para abrazarla. Él con sus manos en su cintura, ella con sus brazos rodeando su abdomen y con la barbilla cerca de sus pectorales, ambos mirándose con fascinación.

—¿Podemos ir a comer brochetas?— el Uchiha en ocasiones se inclinaba hacia ella para repartir besos en su rostro, haciendo reír a Hinata. 

—¿Brochetas?— repitió confundido, no esperaba que Hinata quisiera algo tan sencillo. Todas las mujeres con que salía antes le pedían satisfacer sus gustos más exóticos, pero claro, su dulce Hinata era muy diferente.

—¡Sí!, Es lo que más me gustaría— se apoyó en las puntas de sus pies para poder besar los labios de Obito, un toque rápido pero maravilloso. Sus ojos brillaban de felicidad cada que ella estaba cerca de él.

—Perfecto, será lo que ordenes, ojos de ángel— la llevó con él a la salida, tomando las llaves y su abrigo. Ella lo siguió sin protestar, feliz de Obito decidiera aceptar su propuesta.

 —Vamos caminando, el puesto queda a unas cuadras— le pidió mientras ambos se colocaban los zapatos que dejaron en la entrada. Hinata ese noche optó por llevar pantalón de mezclilla y unos zapatos oscuros, los días anteriores había llovido, no quería ensuciar demasiado su calzado.

—Me parece bien— Obito le permitió salir primero, Hinata sonreía por lo bien que la estaba pasando. Seguramente podría disfrutar un excelente fin de semana en compañía del hombre que quería y comenzaba a amar.

Cerraron la puerta del departamento con llave, para al final guardarlas en el bolsillo del pantalón de Obito. Ambos seguían portando en su muñeca la posesión del otro. Al salir del edificio de departamentos, Obito le colocó su abrigo sobre los hombros de la joven, ella aceptó su gesto, puesto que había olvidado cargar con un suéter, y la noche era fresca debido a las lluvias de la tarde.

Él tomó su mano, dispuesto a caminar con ella en público, demostrando a todo el mundo que ella estaba a su lado. Hinata se aferró a su mano, en ese instante, se podría decir que era muy feliz.

—Este lugar es especial, Obito-san— fue ella quién decidió hablar para terminar con el silencio que los acompañaba. Obito la observaba de reojo, sin perderse de la forma en que ella sonreía discretamente.

—¿Por qué lo es?— le preguntó para seguir con la conversación, también por la sencilla razón de que quería descubrir el motivo que volvía especial a un puesto de brochetas.

—Cuándo yo tenía dieciséis años... Salía con un chico llamado Shikamaru— recordarlo traía buenos recuerdos, siempre consideró al Nara como una persona centrada que sabía lo que quería —Su mamá lo presionaba a formalizar una formalizar una relación conmigo— soltó una risita de sólo imaginar a la madre de Shikamaru gritando a su pobre hijo. Obito debió fingir que no le daban celos si ella hablaba de aquel chico —Su madre nos contó sobre la forma en que conoció a su padre, ambos estaban comprando brochetas en un puesto en la calle, su mamá se percató al final de que no completaba su comida, así que el padre de Shikamaru-kun se ofreció a invitarle la cena esa noche. Ella quedó encantada, y lo siguiente fue una historia de amor que terminó en un matrimonio. De esa manera cuenta la historia la señora Nara— el Uchiha no entendía muy bien a donde iba con ese tema, pero le permitió seguir charlando —Shikamaru-kun quería llevarme a ese puesto, por recomendación de su madre, ella dijo que sería la manera de hacer un juramento a nuestro amor... Pero Shikamaru-kun terminó nuestra relación antes de que eso sucediera, dijo que lo hacía porque yo debía darle la oportunidad a otra persona— ella se giró a verlo, mostrando una sonrisa que siempre aparecía en su rostro al tener un momento de amor entre pareja —Lo acepté, y ahora considero que encontré a la persona correcta. Quiero que sea Obito-san con quién haré una promesa, quiero estar con Obito-san tanto como sea posible— tal vez, si Shikamaru se enteraba de que ella consiguió encontrar a una buena persona, estadía muy feliz.

—Hinata...— su corazón latía con fuerza, su pequeña luz estaba iluminando con mayor intensidad ese mundo tan obscuro —Muchas gracias, prometo que seré ese persona correcta.

Ella se abrazó a su cuerpo, Obito rodeó sus hombros sonriendo. Les faltaban unos metros para llegar al puesto del que hablaba Hinata, y al poderlo divisar, la emoción de la joven creció notablemente. La Hyūga señalaba el lugar, corría unos pasos y luego regresaba a tirar de la mano de Obito para obligarlo a ir más rápido. El Uchiha se reía por su actitud, parecía una niña que estaba por ir a un parque de diversiones por primera vez. 

El negocio era atendido por una anciana, que no tenía demasiados clientes esa noche, por lo que les entregó rápidamente una brocheta de carne a cada uno. Los dos comenzaron a dar bocados a la carne, soplando para alejar un poco el humo caliente, inclusive cruzando sus brazos para darle de comer al otro. La dueña del local se reía al ver a esos dos, formaban una linda pareja, como aquellas que recién inician y prometen durar un buen tiempo. 

Casi al terminar su brocheta, Hinata notó que Obito había acabado, y ahora bebía de la botella que pidió y contenía cierto porcentaje de alcohol. Ella prefirió elegir un refresco, incluso estás pensando en pedir una brocheta más, una para Obito y otra para sí misma. Sus planes se detuvieron al ver que gotas de lluvia comenzaban a caer, probablemente no fue buena idea salir esa noche. 

—Obito-san— lo llamó, él también fue consciente de que la lluvia apenas empezaba.

—Toma, puedes pagar con esto y pedir más para nosotros si lo deseas— le entregó algunos billetes que sacó de su cartera, Hinata lo observó en la espera de recibir otra petición —Cruzaré la calle para llegar a esa farmacia— le señaló con el dedo índice el lugar que quedaba casi al frente de dónde se encontraban —Compraré unos paraguas, así regresaremos a casa.

—Está bien, lo esperaré— Obito se despidió de ella con un beso en la frente, que hizo ruborizar a Hinata por estar en la presencia de la dueña del local.

—Una brocheta, por favor— dejó de ver por dónde se fue Obito al escuchar que otra persona hablaba a su lado. Un hombre de cabello oscuro y ojos de color café, tal vez de mayor edad que Obito. Aprovechó que salió de su trance para ordenar ella también.

—Estarán listas en un momento— Hinata le agradeció a la anciana, pero el hombre a su lado no lo hizo, se encontraba más distraído observando a la joven azabache.

—¿Estás sola?, Podría hacerte compañía— no le respondió, tampoco se giró a verlo. No le interesaba saber nada de aquel sujeto —No me ignores, preciosa.

—Alto, no quiero problemas con usted— le pidió, tratando de ser amable para no iniciar una confrontación. Conocía sus habilidades, podía llegar a lastimar a alguien.

—La señorita ya tiene compañía. Déjela en paz antes de que su novio aparezca— intervino la anciana, defendiendo a la joven que se alejaba de ese hombre molesto.

—¿Ya tienes novio?, No me sorprende con lo bonita que eres— su sonrisa le pareció repulsiva.

—Basta, no quiero tener que hacerle daño— le pidió nuevamente con la intención de terminar poemas buenas.

—¿Tú me harás daño a mi?— se burló de ella sujetando su brazo con fuerza, la chica alcanzó a sentir su aliento alcohólico en la nariz

—¡Suélteme!

—Te dijo que la dejes— Obito dejó el paraguas que llevaba en la mano en el suelo, con ambas manos empujó al hombre hasta hacerlo tropezar con sus propios pies. 

La molestia que le causó verlo molestando a Hinata, se sumó al coraje que tenía guardado desde su discusión con Rin, todos sus sentimientos por fin salieron, y no de la mejor manera. Hinata recogió la sombrilla del suelo, corriendo a apartar a Obito antes de que siguieran haciéndole daño al hombre que la molestaba. 

Las vendas de Obito estaban manchadas de sangre, alguna de su propia herida y otra mezclada con la sangre del hombre al que golpeaba. Hinata intentaba detenerlo, pero Obito la apartaba procurando no ser brusco con ella. 

—¡Ya es suficiente, Obito-san!— le gritó enmedio de la lluvia que comenzaba a ser más fuerte.

El Uchiha se detuvo, el hombre que tenía en el suelo ya no era consciente, se apartó al percatarse que algunos curiosos se detenían a grabar la escena. Hinata tomó su mano, y ante la perdida mirada de Obito, comenzó a correr para alejarlo de la multitud que se formaba. No podía permitir que alguien siguiera grabando a Obito, el era un empresario importante, no debía ensuciar esa imagen.

Dejaron de correr al estar lo suficientemente lejos del puesto, lo primero que hizo Obito fue abrazar a la joven, pidiendo internamente no haberla asustado.

—No debió hacerlo, tiene que creerme cuando digo que puedo defenderme— acarició la espalda del Uchiha para ayudarlo a controlarse, Obito era muy impulsivo en ocasiones, pero no lo consideraba una mala persona.

—Te creo, ojos de ángel, te creo— él pasaba sus dedos por el cabello húmedo de Hinata, consciente de que la lluvia iba aumentando en cantidad, y lo mejor sería regresar a casa.

—¿Por qué compró sólo un paraguas?— indagó para cambiar el tema, apuntando a la sombrilla de color azul marino.

—Era posible comprar dos, pero entonces no tendría tan cerca de mí— ella por fin sonrió de nuevo, contagiando a Obito de su alegría.

—Eso es muy conveniente para ambos.

—Lo es— se apartó de ella y se dió la vuelta, girando su rostro para verla e inclinando un poco su espalda —Ahora sube, regresemos a casa.

Hinata subió a su espalda, abrazándose a su cuello y extendiendo el paraguas para cubrirlos, Obito sostenía sus muslos, dándole mayor seguridad de no caer a la joven. 

—¿Puedo llamarlo Obito-kun y dejar de lado las formalidades?— le pidió, aprovechando que él no la veía. Hinata  sentía que era el momento perfecto, con ambos regresando a casa y dejando atrás un mal momento. Los dos protegiéndose de la lluvia, y de otros problemas o dificultades.

—Pensé que nunca lo dirías— se burló de ella, fingiendo que la dejaba caer un poco. Hinata movió un poco la sombrilla para dejar que la lluvia mojara su cabello —No seas tan vengativa, ojos de ángel— continuó riendo, tanto que a Hinata le fue imposible no unirse a él.

Escondió su rostro detrás de la cabeza de Obito, respirando cerca de su nuca, buscando reunir todo el valor posible —¿T-te gus-gustaría ser m-mi novio?

—Por supuesto— lo emocionó que fuera ella la que tomaba ese paso, de verdad que Hinata lo tenía completamente cautivado.

—Te quiero, Obito-kun— lo rodeó con más fuerza, permitiéndole sentir el pulso acelerado de su muñeca en el cuello.

—Yo también te quiero, Hinata— correspondió a sus sentimientos, siendo en ese instante el hombre más feliz.

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—Tenemos que hablar, primo.

—¿Qué necesitas, Shisui?, No tengo tiempo— Obito no lo miraba, era más importante los documentos de sus manos que lo que fuera a decir Shisui. Que siempre solía buscarlo para pedirle dinero, recordar eso último lo hizo enfadar más —No te prestaré dinero de nuevo. Resuelve tus problemas financieros de otra forma, y no quieras comprarle una estrella a una mujer que conociste de tres semanas. No seas un demente— lo reprendió molesto, esperando que con eso, Shisui lo dejara en paz.

—Es sobre Hyūga Hinata— Obito dejó de prestar atención a sus archivos para verlo, su primo ahora tenía su interés completo —Necesitamos hablar sobre Hyūga Hinata.

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Extra:

La mayoría de los policías observaban con curiosidad a tres chicos, uno de cabello negro y peinado extraño, otro de ojos perla y una joven con el mismo tono de ojos que el joven de cabello castaño. Neji no dejaba de sostener la mano de su prima, al igual que Shikamaru. Los tres habían terminado en la delegación, a punto de ser encarcelados por participar en una carrera clandestina.

—Espere jefe, alguien quiere decirle algo importante— otro oficial hizo aparición, dirigiéndose a su superior con notable exaltación.

—¿Y ahora quien?— exclamó, molesto por ser interrumpido. 

—Un placer conocerlos— un hombre de cabellera roja y elegante esmoquin llegó con un pequeño maletín en manos. El jefe de policías gruñó por lo bajo, si Nagato o Yahiko hacían aparición, nunca conseguía arrestar a nadie. 

Sucediendo un poco antes, el mejor amigo de Nagato, Yahiko, hablaba por teléfono con una persona que le podía ayudar en ese caso. Conseguiría que la joven azabache no pisará la cárcel, saldría con su expediente limpio, y de esa manera no le quedaría de otra más que aceptar su propuesta. Sí, sus planes salían a la perfección.

—Por favor, Obito— le hablaba tratando de no sonar muy desesperado —Ayúdame con esto. El terreno donde se realizó la carrera está a nombre de tu familia— el Uchiha no dijo nada, quería tenerlo en suspenso por unos segundos más —Ya tengo los permisos, sólo debes confirmar que dabas la autorización— con lo rápido que explicaba no estaba seguro de darse a entender.

—Lo haré, aunque necesitas entender que me deberás un favor— Yahiko cubrió el celular para maldecir, ahora estaría en deuda con Obito, lo que no le agradaba demasiado.

—De acuerdo, tú ganas— aceptó finalmente. Creía que Hinata Hyūga y su talento lo valían.

—Tenemos un trato— el Uchiha finalizó la llamada, dándole un aire de victoria a Yahiko, porque pronto podría liberar a Hinata y sus compañeros. Ya se encargaría de cobrarse lo que Obito le hizo algún día.

Sin saberlo, Obito Uchiha había salvado a su futura novia.

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Una imagen de Mairim89 ✨ ¿No es linda?, No duden en pasar a su perfil y descubrir más de su trabajo 💜

Notas de la autora: 

• Puede contener errores ortográficos.

• Les comparto otra imagen que inspiró este capítulo 👀

• Para este capítulo, al menos para la escena en la lluvia, me inspiré en un dorama que miré, además de en la canción de la multimedia ❤️ El dorama lleva el mismo nombre del título, deberían escuchar la canción, les prometo que es muy linda ✨

• Sobre la discusión de Obito y Rin, personalmente no visualizaba a Rin siendo mala xd por eso lo hice ver como si estuviera bajo los efectos del alcohol. Porque en ocasiones no miden lo que hacen ese estado.

• Obito tiene problemas con su temperamento, pero él intenta mejorar por su bien y de los que lo rodean. Él jamás se atrevería a dañar físicamente a alguien de su grupo cercano.

• Decidí que fuera Hinata la que le pedía a Obito que fuera su novio para hacer algo un poco diferente. Espero les haya gustado 😊

• Porque ustedes lo eligieron, el nombre de la futura hija de Obito será Tsuki 👀 ¿Les agrada? 💟

• No agregué tantos separadores para dejarles imágenes de Obito al final del capítulo. Disfrútenlo 🌚

Créditos a sus autores originales

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