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Capítulo XI: Sospechas.

Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.

Parte I.

Casa de los Hyūga.

Gran parte de la ropa de sus cajones estaba desordenada, había blusas sobre la cama y suéteres en el suelo. Decir que se encontraba desesperada era poco, desde hace un mes que no lograba dar con el paradero de sus pastillas, y aunque no siguió teniendo relaciones sin protección con Obito, el no haber tomado su píldora aquel día de su encuentro en la oficina la mantenía en un estado de nerviosismo. Eso sumado al hecho de que su periodo llevaba retrasado algunos días, no pintaba a favor de la Hyūga. Se llevó sus manos a su vientre, mirando en el espejo frente a ella lo pálido que se notaba su rostro. Estando ahí, sentada sobre el suelo y con mil ideas pasando por su mente, sin darle un descanso a su agitada imaginación, Hinata sintió unas increíbles náuseas. No se sentía preparada para ser madre, y aún con todos sus temores, un pequeño sentimiento de felicidad iba creciendo dentro de su corazón. Hinata Hyūga esperando un hijo. Un hijo de Obito y ella. Sabía de antemano lo contento que estaría Obito, y pensar en su sonrisa la hacía sonrojar. Por otro lado, la parte negativa de la situación le murmuraba al oído que era una descuidada. Su tío sufriría el peor deshonor que alguna vez traería a la familia, Hizashi era demasiado conservador como para aceptar un niño con su edad y más por el motivo de ser fuera de matrimonio. Neji estaría furioso con el hombre que se había atrevido a manchar la pureza de su linda prima. Hanabi probablemente no la juzgaría de mala manera, después de todo era una niña. Sus amigos y compañeros de clases la señalarían, incluso la gente que no la conocía lo haría.

—Onee-sama— el llamado de su hermana la alejó del rumbo oscuro que estaban llevando sus pensamientos, la castaña recién había entrado a la habitación, y darse cuenta de que Hinata parecía tan perdida la preocupó de sobremanera —¿Te encuentras bien?

La ojiperla asintió, pasándose el nudo que se formaba en su garganta para poder hablar con Hanabi. No se mostraría débil ante ella, su hermanita tenía suficientes problemas como para cargar también con los de ella —E-es sólo que... No encuentro unas pastillas.

—¡Ah, es eso!— Hanabi le dedicó una sonrisa amable, que rápidamente cambió a una más coqueta al dirigirse a su propio guardarropa. La mayor de las Hyūga casi se desmaya al ver que su hermana menor retiraba la caja de pastillas anticonceptivas de un espacio entre sus blusas de verano.

Tomó entre sus manos la caja, prácticamente arrebatándole a Hanabi el objeto que la exhibía. Ahora su hermana conocía su secreto, porque era evidente que a ella no podría engañarla, Hanabi era demasiado inteligente para su mala suerte —Hanabi, ¿Qué haces con...?

—No es lo que piensas, Onee-sama— se apresuró a decir en busca de defenderse, la mirada de Hinata era de total desconfianza, y Hanabi no podía culparla por sentirse de esa manera. Ella jamás habría hurtado algo tan personal de Hinata sino fuera por un bien mayor —Neji-niisan dice que estás saliendo con un chico, porque Naruto le preguntó si sabía tu relación con uno de los primos de Sasuke de quién no dió nombre— el semblante de Hinata ahora era de total confusión, ¿Qué tenían que ver Neji y Naruto con el hecho de que Hanabi tenía sus pastillas? —Sé lo que te estás preguntando, pero créeme que tiene sentido. Neji-niisan quería ver si encontraba en tu maletín alguna carta, lo escuché cuando se lo dijo a Naruto, por eso decidí guardar tus pastillas. Neji-niisan explotaría si descubre que has dejado de ser virgen.

—Hanabi... ¿Cómo sabes de...?— se detuvo antes de terminar su pregunta, entendía que su hermanita se diera cuenta de que existía una persona por la cual se sentía atraída, pero de eso a descubrir que tenía relaciones con él era muy diferente. Ni su tío o Neji lo habían descubierto aún, y eso que ellos solían vigilar constantemente sus pasos.

—Hace un tiempo, Kabuto-san me pidió que te entregara las pastillas que olvidaste en su farmacia— la menor comenzó a relatar su versión de lo sucedido, recordando que Kabuto era quien en ocasiones les conseguía los medicamentos que Hanabi necesitaba —Yo había llegado a comprar un medicamento para el resfriado de nuestro tío, pero al final me terminé llevando también una caja de pastillas anticonceptivas que tú pagaste. No soy una tonta como para no saber en qué pensabas utilizarlas— le guiñó con su ojo derecho, provocando un intenso rubor en Hinata —No te dije nada, y dejé tus pastillas en tu maletín— ahora recordaba lo que decía su hermana, en alguna ocasión cuando estaba surtiendo una receta de Hanabi, aprovechó para comprar también sus pastillas. En su momento las creyó pérdidas porque no las encontraba por ninguna parte, aunque al día siguiente aparecieron en el maletín que llevaba a la escuela.

—No es lo que piensas, Hanabi— intentó crear rápidamente una excusa convincente, además de intentar normalizar su respiración y el tono de su voz —Son el medicamento que me ha recetado mi ginecólogo para regularizar mi periodo. Es sólo con ese fin que las estoy tomando.

Hanabi quiso decir algo más, pero no encontraba una razón para que su hermana estuviera mintiendo, Hinata no solía ser esa clase de persona. Y realmente parecía decir las verdad —¿Desde cuándo visitas a un ginecólogo?, ¿Está todo bien, Onee-sama?

—Sí, no debes preocuparte— volvió a guardar la caja de pastillas en el interior de su maletín, ahora un poco más segura de haber engañado a su hermana menor —Es sólo que últimamente mi periodo se volvió un poco irregular. Sakura-chan e Ino-chan me dijeron que sería buena idea acudir con un ginecólogo, incluso me acompañaron.

—Oh, entiendo— murmuró con un gran alivio recorriendo su cuerpo, saber que Hinata estaba en buena condición de salud le quitaba una preocupación de encima —¿Mi tío y Neji-niisan lo saben?

—No, prefiero que se mantenga de esa forma para no asustarlos. ¿Me harías el favor de guardar mi secreto?— Hinata tomó mucho aire, y cuándo lo soltó, tuvo la sensación de que mentirle a Hanabi sólo retrasaba más lo inevitable. Aunque por el momento, no descargaría todas sus preocupaciones con su pequeña hermana.

—No te preocupes, Onee-sama— Hanabi se inclinó un poco para ayudar a Hinata a recoger todo el desorden que había causado, una gran sonrisa se reflejó en su rostro, misma que la mayor no tardó en imitar. Por la sonrisa de Hanabi, Hinata estaba dispuesta a hacer cualquier cosa, inclusive bajar al Inframundo y caminar todo el trayecto de regreso —Tu secreto está seguro conmigo.


Universidad de Konoha.

Las voces de diferentes alumnos se hacían notar entre las aulas y pasillos de las instalaciones de la universidad, mostrando desde muy temprano el entusiasmo de algunos y las inquietudes de otros. Normalmente Naruto solía llegar tarde a clases, pero como venía haciendo hace un tiempo, se esforzaba arduamente para completar su rutina matutina y llegar como los primeros a su salón. Eso con la intención de ganar el asiento detrás de su Hinata y a lado de su mejor amigo, Sasuke. Contra este último era prácticamente imposible competir, Naruto no conocía su secreto para estar tan temprano en el aula. En ocasiones aprovechaba la situación para burlarse de él diciendo que seguramente llegaba junto al encargado de abrir los salones.

Sasuke, al contrario de su compañero, llevaba varios minutos tratando de entender lo sucedido con una de sus compañeras, jamás había visto a Sakura actuar de manera tan extraña. Parecía que el hecho de estar a su lado le causaba miedo o repulsión, y Sasuke Uchiha no estaba acostumbrado a recibir ese trato.

—Sakura— la chica dejó de prestar atención a su celular para encarar al azabache —Naruto quiere saber si te unirás a nosotros para estudiar hoy en la tarde— eso no era del todo cierto, pero tampoco quería decir que quien la invitaba era él. Aunque ya hubiera pasado alrededor de un mes desde que la dejó plantada en la biblioteca, seguía sintiendo un poco de culpa por no ayudarla a estudiar cómo habían quedado.

Tomó la mano de su amiga al ver que no le prestaba la suficiente atención, se mostraba un tanto ausente y perdida, y con ese gesto quiso atraer su mirada a él. Sin que Sasuke fuera consciente, un par de ojos fríos miraban aquella escena, tan fijamente que Sakura sintió que debía hacer algo para evitar su molestia —¡Aléjate de mí!— lo apartó con un golpe, causando que Sasuke abriera más sus ojos por su repentina acción —No quiero que te acerques, ni siquiera me hables.

Fue cuando ella se alejó en busca de sus amigas, que Sasuke logró ver la sonrisa de burla del capitán del equipo de baloncesto. Aunque no estaba seguro de porque motivo lo miraba de esa manera.

—¡Sasuke!— Naruto recurrió a gritar en el oído de su compañero al percatarse de que se encontraba demasiado perdido en sus pensamientos. Ya lo había llamado en varias ocasiones sin tener respuesta, hasta agitó su mano derecha frente a su rostro, nuevamente sin obtener una sola reacción de su parte —¿Tú sabes quién le ha dejado esta flor a Hinata-chan?

Sasuke apartó la cara de su mejor amigo con brusquedad, no soportaba a Naruto cuando invadía su espacio personal —No vuelvas a gritar de esa manera, idiota.

—¡Hey!, No me digas idiota, eras tú el que no respondía— se defendió el rubio mientras regresaba a su lugar, sin dejar de ver el girasol que descansaba en el pupitre que pertenecía a su compañera.

—Eso estaba cuando yo llegue, no tengo idea de quién es el responsable— respondió a su pregunta anterior con su típico mal humor, en ese momento no tenía la paciencia para lidiar con un Naruto celoso. Maldijo el momento en que su amigo descubrió tan tarde sus sentimientos hacia Hinata, también la hora en que a Obito se le ocurrió comenzar a salir con su compañera. ¿Acaso ambos idiotas no podían dejar de competir por una chica?

—Mira tiene una nota— como ya era costumbre en su amigo, Naruto no le dió importancia a la molestia de Sasuke, estaba acostumbrado a vivir con ello. Siguió observando un poco más el detalle que tuvieron con Hinata, intentando averiguar si se trataba de algo hecho por Obito o si una nueva competencia había surgido —¿Ya la leíste, Sasuke?

—No haría algo tan estúpido— esperaba que con eso fuera suficiente para dar por terminada la conversación, además de darle a entender que no era una buena idea espiar lo que pertenecía a otros. Si ese era un regalo de Obito, no quería que Naruto se llevara la desilusión de saber lo que Hinata Hyūga era para su primo. No le gustaría que se repitiera lo que alguna vez sucedió con él.

—Pero tal vez la nota dice quien la envió— continuó hablando el joven de ojos zafiro, intentando convencer a su amigo de ver en el interior de la nota. Él no acostumbraba a revisar pertenencias ajenas, pero la curiosidad lo estaba comiendo vivo.

—No me interesa, Naruto.

—A mi si, Sasuke— el rubio se inclinó sobre su asiento, queriendo alcanzar la nota debajo de la flor dedicada a Hinata.

—¡Ohayô!— el saludo de Hinata al entrar por la puerta del salón, causó que Naruto apartara sus manos del asiento de la chica y las llevara detrás de su cabeza, que frotaba con insistencia por culpa del miedo de ser casi descubierto. El detalle pasó por alto para la joven Hyūga, pero no lo hizo para Sakura. La pelirosa miró de manera acusadora a su amigo.

—Hinata-chan...

—¡Oh, Hinata-chan!— Sakura tomó a su amiga del brazo para llevarla rápidamente a sus asientos, la joven apenas y logró seguirle el ritmo al entusiasmo de la Haruno —Mira, un enamorado te ha dejado una flor.

—¿A mí?— Hinata observó el girasol adornado por papel celofán y un listón rojo, debajo de él descansaba una nota que no se atrevió a tomar —Seguramente alguien se habrá equivocado.

—No lo sabrás si no lees la nota— quiso replicar, decir cualquier cosa, sin embargo, su amiga tenía toda la razón. Terminó por abrir la pequeña nota y procedió a leer su contenido, la única que estaba en posición de ver lo que decía aparte de ella era Sakura. Aunque ella prefirió no invadir la privacidad de la ojiperla.

Para Hinata Hyūga:

Eres tan bella como cualquier flor, pero tu brillo es igual de único y especial que el de un girasol.

La Hyūga seguía confundida, la nota no decía quien la enviaba, y no existía otro rastro que diera evidencia de la persona que le regalaba aquella linda flor. Ella jamás conoció algún pretendiente suyo en su escuela, estuvo tentada a preguntar a sus compañeros si sabían algo, y fue Sakura la que se adelantó a hacerlo. Hinata le agradecía en silencio, aún estaba un poco nerviosa por ser el centro de atención de todos los alumnos que también ingresaban al salón de clases. Una situación que realmente detestaba.

—¿Fuiste tú quien dejó la flor, Naruto?— para Sakura no pasaban desapercibidas las miradas llenas de anhelo que su amigo solía darle a Hinata. Lamentablemente para el Uzumaki, Hinata ahora tenía un pretendiente que sabía jugar muy bien sus cartas, y avanzaba más rápido de lo que su compañero podría imaginar.

—No...— murmuró al tiempo que desviaba la vista y cruzaba sus brazos. Le molestaba no ser la persona que causaba el sonrojo en las mejillas de Hinata, y la sola idea de que se tratara de Obito u otra persona detrás de su mejor amiga, le provocaba un deseo intenso de robarla en ese mismo instante y alejarla de todos.

De pronto, como si algo hiciera click dentro de su mente, Hinata imaginó a Obito enviando una flor hasta su salón de clases sólo para hacerla sonreír. Definitivamente tenía que ser él, no podía pensar en alguien más que quisiera darle un detalle tan lindo como ese. Acarició con cariño los delicados pétalos de la flor, imaginando por momentos que era Obito a quien tocaba con sus suaves dedos. Poco a poco se iba ganando su cariño, no todo entre ellos era sexo como en un principio. Existían ocasiones en que el Uchiha la invitaba a cenar después del trabajo, o que compartía con ella algunos momentos felices de su infancia si se lo preguntaba. La confianza iba creciendo, no apresuradamente, pero si de manera natural y plena. Era posible comparar con la corriente tranquila de un río, o con el tiempo en que tardaban en caer las flores de los cerezos cuando llegaba su época.

—Hinata-chan, seguro que hoy es tu día de suerte. Yo también te traía un regalo por ayudarme a estudiar— ese no era solamente el único motivo, también se sentía agradecida porque su amiga constantemente le ofrecía su apoyo como en aquella situación que la marcó, y hasta el momento buscaba no dejarla sola por mucho tiempo. Aunque algunas veces no se lograba escapar de su agresor y volvía a sufrir, confiaba en que Hinata hacía su tortura un poco menos terrible. De su maletín retiró una bolsa de papel sellada, que contenía todavía el logo de la tienda donde compró el obsequio —Es una falda. No pude evitar pensar que era para ti en cuanto la miré.

—¡Gracias!— la ojiperla tomó en sus manos el regalo de su amiga, demasiado feliz de que ella tuviera un detalle tan lindo hacia su persona. Se sentía culpable de aún no descubrir a la persona que la molestaba, y aún con ese chico rondando a su alrededor, Sakura seguía sonriendo y pensando en ella. A veces simplemente admiraba lo fuerte que llegaba a ser.

Antes de que Naruto también quisiera adelantar el regalo que tenía para ella, que consistía en dos ramen instantáneos que prepararía en el almuerzo, una cabellera plateada apareció en el marco de la puerta. Naruto se sentía un poco desplazado al ver que otras personas también decidieron tener un buen detalle con su amiga, y no estaba disponible a quedarse atrás de ellos. Hinata no logró enviar un mensaje a Obito para agradecer por el girasol, Kakashi la llamaba y no consideró correcto hacerlo esperar.

—Hinata-chan, necesito hablar contigo un momento— la joven asintió ante las palabras de su maestro, dejó la flor en su lugar y guardó el regalo de Sakura en su maletín. A su amiga la abrazó con cariño, y de Naruto y Sasuke se despidió con una corta reverencia.

En el pasillo se encontraron con el profesor que daría la primera clase de Hinata, un hombre de cabello castaño llamada Yamato, con quién Kakashi solía compartir almuerzos muy agradables. Sólo hicieron falta algunas palabras por parte de ambos adultos, y rápidamente Yamato le concedió el permiso de faltar a su clase. Eso sí prometía conseguir los apuntes y ponerse al corriente si tenían una nueva actividad.

La Hyūga siguió a Kakashi por los pasillos de la facultad, iba tan distraída con sus propios pensamientos, que no se percató del momento en que habían llegado a una pequeña oficina. No era demasiado grande, pero tenía el suficiente espacio para acomodar todo lo esencial. Un escritorio y unos estantes llenos de libros fueron lo que más llamó su atención, comprendió que ese era el cubículo de su profesor. En algunas clases Kakashi les había contado donde encontrarlo, si ellos querían algunas horas extras de estudios, podían solicitarlo y acudir a ese mismo lugar. Su profesor la invitó a pasar, aunque el primero en entrar a la oficina fue él, quien recogió rápidamente un libro de pasta verde y lo guardó lejos de su vista. Hinata no sabía de qué se trataba, pero imaginó que era algo que avergonzaba a Kakashi. Era un poco obvio tras ver su estado.

—Adelante, puedes tomar asiento— la joven obedeció, sin dejar de observar todo a su alrededor —Te he citado porque hay algo que quiero preguntarte.

La sonrisa detrás de la máscara de su profesor había pasado de ser un tanto forzada y apenada, a una más despreocupada —¿En qué puedo ayudarle?

—¿Puedes decirme quién es Obito Uchiha?— el peliplata recargó su mejilla sobre su mano derecha, inclinando ligeramente su rostro. Se había sentado del otro extremo del escritorio, y acercado lo suficiente para colocar sus brazos en la madera del mueble. No quería darle más vueltas al asunto, prefería ser directo con ella.

Un ligero ataque de hipo le impidió mencionar el nombre de su amante. No sé sentía de esa manera cuando hablaba de Obito con otras personas, pero el que su profesor preguntara por el Uchiha le causaba cierto miedo —¿Por qué me lo pregunta?

—Bueno, resulta que un hombre ha venido esta mañana. Cuando sólo el personal administrativo estaba iniciando sus labores— inició su explicación con paciencia. Su amigo le daba la mejor oportunidad para preguntar por él y su relación con Hinata directamente a la joven de ojos perla —Él pagó tu colegiatura de un año. Causó un poco de curiosidad entre los empleados, por no tener el mismo apellido de tu familia, pero Obito dijo ser tu tutor.

—N-no es mi tutor, es mí... Es mi je-jefe— bajó la mirada, no podía aguantar por mucho tiempo el tener el par de ojos analizadores de Kakashi Hatake sobre ella.

—¿Solamente tu jefe?— su intención no era incomodar a la chica, o faltarle al respeto, empero, esperaba por lo menos que ella fuera un poco más sincera. Hinata continuaba sin verlo, por lo que Kakashi comenzó a buscar en su celular algo que le pudiera ayudar a ganar la confianza de su alumna. Por lo menos para hablar más abiertamente sobre su antiguo mejor amigo.

—Sí, a Obito-san le gusta ayudar— susurró nerviosa, no sabía porque Obito pagaba su colegiatura si sabía muy bien que ella tenía una beca. ¿Ahora qué haría con el dinero que recibió?, ¿Y si en su escuela pensaban que ella ya no necesitaba del apoyo? —Por ese motivo lo hizo.

—Lo entiendo, Obito es una buena persona— Hinata por fin se atrevió a verlo luego de esa declaración, ¿Eso quería decir que lo conocía?, Kakashi por su parte seguía viendo algunas viejas fotografías en su celular —Él y yo antes éramos compañeros.

—¿Lo conoce?— preguntó genuinamente interesada. Jamás por su cabeza pasó la idea de que su profesor fuera amigo de Obito. Tal vez se debía a que el Uchiha nunca lo mencionaba. El peliplata le mostró una foto en su celular, dónde se apreciaba a cuatro chicos, para su gran sorpresa reconocía a tres. Incluyendo al hombre de cejas pobladas, era el fisioterapeuta que entrenaba en el Dojo de su familia y ayudaba a algunos con sus lesiones. Quién diría que ellos tres habían sido compañeros en algún momento de su vida.

—Por supuesto, ellos eran mis mejores amigos— Kakashi retiró el celular de la vista de Hinata, que se sintió un poco intrigada por la nostalgia con que su profesor hablaba y miraba la fotografía. Probablemente extrañaba aquella época en donde las únicas preocupaciones eran las de sus próximos exámenes.

—¿Eran?— la vista de Hinata fue un poco más allá del lugar donde estaba sentado Kakashi. Justo arriba de uno de los libreros, había algunos marcos con diferentes fotografías. La imagen que llamó su atención fue una en especial, dónde se apreciaba a Obito, Kakashi y una chica más, los tres con grandes abrigos que los protegían de la nieve. No conocía a la mujer que los acompañaba, y sus intenciones de preguntar por ella se vieron interrumpidas con la llegada de una persona más a la oficina.

—Hinata-chan, ven y almuerza conmigo— las dos personas dentro de aquel espacio vieron en dirección a Naruto, que esperaba en la puerta con una sonrisa de oreja a oreja. La chica deseó en ese momento que su amigo no fuera tan imprudente, había perdido la oportunidad de preguntar a Kakashi sobre su relación con Obito y aquella chica de lindos ojos.

El peliplata le hizo un ademán con la mano para invitarla a retirarse, lo cual Naruto aprovechó para tomar su muñeca y llevarla en dirección al patio de la universidad, no sin antes despedirse ambos de su profesor. Hinata ahora tenía más preguntas que respuestas, y no sabía si hablar de ello con Obito sería lo correcto. Kakashi dijo que eran amigos, en tiempo pasado, y era eso lo que la detenía a buscar contestación a sus dudas. ¿Y si tocaba un tema sensible y terminaba haciendo sentir incómodo a Obito?, Eso era lo último que necesitaba ahora que su relación iba creciendo paulatinamente.

—Iruka-sensei se sentía mal y ha tenido que retirarse, por eso nuestra hora de almuerzo será más larga— Naruto habló nuevamente, llamando su atención y alejando todas esas ideas de su agitada mente —Yo he traído unos ramen para nosotros, ya hasta los preparé— justo en ese instante notó que Naruto llevaba en su mano libre dos vasitos de ramen, que no tenía idea de cómo lograba sostener. Además, su mochila colgaba de uno de sus hombros, y el girasol de la mañana iba debajo de su brazo. De inmediato se apresuró a ayudarle para que no siguiera cargando con todo el solo.

—Naruto-kun, debiste esperarme. Así te habría ayudado— se sentía culpable de que su amigo hubiera estado preparando su almuerzo mientras ella simplemente conversaba con su profesor. Pero tampoco es como si Naruto se quejara por eso.

—No te preocupes, Hinata-chan. Quería hacerte hoy el almuerzo, los últimos días te he visto muy pálida— no sabía el motivo por el que su amiga tenía ese estado de constantes mareos, y la única solución factible que consideraba era la que Sasuke le había dado. Hinata estaba igual de estresada que ellos debido a los exámenes que presentarían en una semana. La idea de ayudarla a distraerse un poco le parecía bien, de esa manera Hinata volvería a tener su aura de alegría que siempre la rodeaba.

—No es nada de qué preocuparse, descuida— le aseguró con una tímida sonrisa. Ese día por fin pasaría a recoger los resultados de los análisis que le pidió a su ginecólogo, Itachi desde la mañana le avisó que estaban listos, y por el momento no tenía otras citas que atender. Lo que quería decir que le era posible asistir en cualquier horario.

—¿Sobre qué conversaban Kakashi-sensei y tú?, Creo que estaba algo nostálgico— ambos caminaban a lado del otro, y nuevamente Naruto atraía su completa atención con sus palabras llenas de preocupación.

—Kakashi-sensei está angustiado por nuestros resultados en los próximos exámenes, debido a que a algunos no les fue bien en el primer parcial— mentirle a su mejor amigo no le dejaba un sensación agradable, empero, no le parecía correcto decirle lo que su profesor le había confesado. Eso sería involucrar a Obito en la conversación, y Hinata sabia cuanto detestaba Naruto a su jefe.

—Es verdad, por eso necesitamos esforzarnos más— la gran sonrisa de Naruto hizo ruborizar a la joven, quien a pesar de todo no terminaba a acostumbrarse a su repentinos acercamientos. Volviendo a tomar su muñeca, el Uzumaki la llevó hasta el patio, donde decidió sentarse bajo el árbol en que hace tiempo compartió el mismo almuerzo con Hinata.

—¡Gracias por la comida!— Hinata junto sus manos y realizó una pequeña reverencia, su amigo no tardo en imitarla.

El par de chicos disfrutaban de la comida en silencio, principalmente Naruto, al tratarse de su platillo favorito. Eran pocas los momentos en que el rubio hacía bromas para ver reír a su compañera, como en ese momento que algunos fideos escurrían de su boca y fingía ser un pulpo.

Hinata se sentía bien a lado de Naruto, no tan nerviosa como otras veces, pero si verdaderamente feliz. Estaría mintiendo si decía que todavía no dejaba de amarlo por completo, pero eso pensaba que era por todos los años que había estado guardando tan puros sentimientos hacia él. Le gustaba, y sin embargo, no encontraba la misma atracción o conexión que con Obito. Era algo muy difícil de entender, y Hinata no quería distraerse demasiado en ello por ahora.

Las risas de ambos jóvenes se detuvieron de pronto, cuando Hinata dejó el vaso de Ramen en el suelo y cubrió su boca. Un repentino ataque de asco le quería provocar que devolviera el estómago, lo que la obligó a levantarse rápidamente y correr al baño más cercano. Naruto se levantó detrás de ella, completamente asustado. De inmediato arrojó lo que restaba del Ramen de sus vasos en un contenedor, y recogió sus maletines y el girasol que le regalaron a la Hyūga. Su amiga le llevaba cierta ventaja, pero en realidad fue sencillo para él darle alcance.

Sucediendo al mismo tiempo, Hinata entró a los baños para damas, encerrándose en el primero disponible para dejar salir todo el contenido de su estómago. Eso de los mareos y ascos era horrible, no entendía porque le sucedía eso a ella, y esperaba que esa etapa pasara pronto. En el lugar también se encontraba Temari, lavando sus manos y acomodando su cabello, la rubia se acercaba a la puerta al ver correr a Hinata de esa manera.

—¡Hinata-chan!— por la puerta apareció Naruto, para gran sorpresa de Temari, que no dudo en dirigirse a él de manera poco amable.

—¡Este es el baño de mujeres, idiota!— la rubia lo tomó del brazo, dispuesta a sacarlo a patadas si era necesario. Sabía que Naruto no solía ser muy inteligente, pero eso a ser tan tonto como para entrar a un espacio exclusivo de damas era otra cosa.

Los gritos y empujones se detuvieron al escuchar algunos golpes en la puerta donde estaba encerrada Hinata —Naruto-kun... ¿Ti-tienes mi maletín?

—Sí— asintió varias veces, y luego se recriminó por hacerlo. Hinata ni siquiera podía verlo —¿Necesitas algo?

—La falda que me regaló Sakura-chan— murmuró apenada, su accidente terminó ensuciando un poco su pantalón de mezclilla. Salir de esa manera no le pareció una opción.

—Claro, enseguida— Naruto removió entre las cosas de su compañera para encontrar la bolsa de papel que había visto a Sakura entregarle esa mañana. Temari se la arrebató de las manos al percatarse de que el mismo pensaba hacerle entrega del objeto.

—Aquí está, Hinata— la ojiperla tomó la bolsa que su compañera le daba por arriba de la puerta, ella ya había comenzado a quitarse sus pantalones para reemplazarlos con la falda. Era de un bonito color salmón, no pasaba de sus rodillas pero tampoco era demasiado corta.

Salió del pequeño espacio para encontrarse con dos pares de ojos, ambos mirándola con preocupación. Temari envió a Naruto a esperar afuera, permitiendo que a la Hyūga cepillarse sus dientes con lo que siempre cargaba en su maletín. Al final fue acompañada por sus amigos a la enfermería, y aunque le hicieron entrega de una pastilla que ayudaría a controlar el vómito o el dolor de estómago, Hinata no la tomó al revisar las instrucciones y ver que las embarazadas no podían consumir el medicamento.


Fue necesario pedirle a sus profesores que le permitieran retirarse antes, usando el pretexto de que seguía sintiéndose mal. Lo único que buscaba era salir lo más pronto posible para reunirse con Obito, contarle sobre sus sospechas y que juntos fueran al consultorio de Itachi por sus resultados. Con los síntomas que cada vez aumentaban de frecuencia, a Hinata la idea de estar estar embarazada le parecía más creíble. Incluso aunque a manera de broma, Temari se lo había sugerido para hacerla reír mientras esperaban en la enfermería, obviamente debió forzar una sonrisa y una pequeña risa. La broma no le hacía para nada gracia. ¿Qué pensaría su familia cuando lo descubrieran?

—Hinata-chan— guardó su celular dónde miraba los mensajes de Obito, girando su cuerpo un poco para ver a la persona que pronunciaba su nombre. De nuevo Kakashi hacía acto de presencia frente a la azabache, e igual que la primera vez, Hinata no sabía que buscaba de ella.

—Kakashi-sensei— lo saludó educadamente, sin encontrar algo más que pudiera decir. El peliplata se limitó a verla durante unos minutos, analizando la situación antes de responder a su saludo con una sonrisa.

—Me enteré de que estás enferma, espero te mejores pronto— ella no dudó en agradecerle, Kakashi le parecía una persona que de verdad se preocupaba por sus alumnos. Y lo admiró por aquella cualidad de su persona. Antes de que la Hyūga siguiera pensando sobre los aspectos positivos de su profesor, Kakashi notó la flor que llevaba en las manos —Lindo girasol.

—Gracias— un tierno sonrojo cubrió sus mejillas, la joven continuó acariciando los pétalos de la flor que Obito le había obsequiado. Era la mujer más feliz del mundo, aunque fuera con ese detalle que para algunos parecería poco. Es que con ella no hacían falta demasiados lujos, su tío le había enseñado desde pequeños a ser personas humildes y no codiciosas.

—Tal vez...

—Aléjate de Hinata, Kakashi— la sorpresa la invadió cuando Obito apareció detrás de ella, rodeando sus hombros en un abrazo posesivo. Buscando de esa manera demostrarle a su antiguo amigo que la ojiperla le pertenecía. Hinata lo observó de reojo, el rubor de antes aumentó en cuestión de segundos. Obito no era de las personas que demostraba su afecto en público, todo porque no quería causarle problemas con su familia si alguien llegaba a verlos.

—Hola Obito, también me da gusto verte— intentó bromear, rascando su cuello en el proceso. Al ver la mirada furiosa de Obito entendió que no era momento para jugar.

—Obito-san...

—Escúchame bien, Kakashi— el Uchiha se alejó de la chica sólo para encarar al peliplata, usando su dedo índice para empujar su pecho —No quiero que vuelvas a acercarte a ella, no permitiré que la apartes de mi lado— la distancia entre ellos cada vez era más corta, Hinata temía tanto que Obito iniciara una pelea que ya pensaba la manera correcta de intervenir —¿Me has entendido?, Maldito hijo de...

—¡Obito-san!— Hinata se interpuso entre ambos hombres, con delicadeza tomó las mejillas del Uchiha y comenzó a acariciar su piel con pequeños círculos. Necesitó estar de esa manera por varios minutos, viéndolo directamente a los ojos y sonriendo débilmente. La rabia que invadía a Obito fue bajando poco a poco, lo menos que deseaba era ver a Hinata asustada.

—La próxima vez no habrán palabras, Kakashi— con esa última advertencia, Obito entrelazó sus dedos con los de Hinata para retirarse del lugar. Caminando con pasos grandes y rápidos, Hinata debía esforzarse por seguir su ritmo.

El peliplata los observó partir, la forma en que Hinata había logrado controlar a Obito le pareció increíble, su amigo siempre contó con un mal humor característico de su familia. Ver a una chica tímida y tranquila, calmando al Uchiha en cuestión de minutos, fue algo que admiró de la joven azabache —De verdad te gusta, ¿No es así, Obito?

La forma tan rápida en que Obito conducía, le hizo pensar que probablemente seguía enfadado. Entendía que era un hombre celoso y posesivo, pero tener esa actitud con su profesor. No lo entendía, y por más que rebuscaba en su mente no encontraba una razón válida para su extraño actuar. Sus intenciones de decir algo terminaban en fracaso, la verdad es que no sabía que palabras utilizar para iniciar una conversación con Obito. En ocasiones, le parecía un hombre complicado, demasiado frío y orgulloso. Por lo que si ella estaba mal, Obito tardaría algunos días en volver a hablarle, y ella no quería eso. No ahora que necesitaba saber si sus sospechas de embarazo eran ciertas. Y como si una bombilla se encendiera, Hinata creyó que eso era justo lo que debía confesar. Sólo así Obito lograría tranquilizarse por completo.

—Obito-san...

—¿Quién te ha obsequiado el girasol?— la idea de que Kakashi se hubiera atrevido a acercarse a la joven ojiperla le hervía la sangre, si resultaba ser cierto lo que imaginaba, se encargaría de golpear a Kakashi en cuanto volviera a verlo. Nadie más que él podían regalarle una flor a Hinata, nadie más que él podía estar con ella. Esa chica le pertenecía, no pensaba permitir que su antiguo amigo le robara lo que era suyo otra vez.

—¿¡Eh!?, Pues... Usted— la sonrisa tierna e inocente de la Hyūga casi le hace rodar los ojos, era obvio que de haberle regalado esa flor, no estaría realizando esa pregunta. Intentó contener su ira, contando hasta diez y regulando su respiración. No deseaba desquitar con Hinata su enojo por volver a ver a Kakashi.

—No lo hice. Si me apetece regalarte algo, me encargaría de hacerlo personalmente— fue el turno de Hinata para demostrar su confusión, Obito prefería estar molesto porque fuera tan despreocupada, pero en realidad, le encantaba la expresión que tenía en ese momento. Con sus finos labios fruncidos, viendo la flor, como si con eso pudiera descubrir quién la enviaba.

—Entonces, no sé quién la envía. La nota no decía nada— un pequeño toque de desilusión se posó sobre ella, lo que había creído en un inicio que era un regalo de Obito, se convirtió en algo por lo que probablemente discutirían. Aunque los celos del Uchiha a veces eran adorables a su parecer, en otras eran terriblemente estresantes.

—¿Nota?— el Uchiha se estacionó cerca de un callejón, recibiendo algunos reclamos por parte de otros conductores, al no respetar los señalamientos. Se giró para ver a la chica a su lado, y cuando logró descubrir la nota en sus manos, no dudó en arrebatarla de su posesión. La arrugó al terminar de leer su contenido, quien se había atrevido a hacerle un regalo a su Hinata, podía darse por muerto si llegaba a descubrirlo —Será mejor que tires esa flor, la necesito fuera de mi vista. Ahora mismo.

—Pero... No m-me gustaría botar u-una flor tan bonita— susurró cohibida, intentando con todas sus fuerzas no soltarse a llorar. Esa era la segunda ocasión en que Obito le gritaba, la primera fue al estar con Naruto, y al igual que en ese entonces, no le gustaba para nada.

—Te he dicho que no me gusta que me desafíen, Hinata. Es una orden— quiso tocar su mentón para obligarla a verlo, pero lo único que consiguió fue un rechazo de su parte, lo cual aumentó su mal humor. Salió del auto sólo para abrirle la puerta, Hinata ni siquiera lo miró, lo dejó solo en lo que buscaba algún contenedor de basura.

Quería llorar, detestaba tener que tirar una flor tan bonita por culpa de un capricho de Obito. Y también le entristecía que la tratara de esa forma. Se detuvo de pronto, al notar a una pareja de ancianos sentados en una banca, la mujer se había alejado un poco para alimentar a las aves, y fue en ese instante que Hinata encontró una nueva oportunidad. Se forzó a sonreír y se acercó al anciano que seguía sentado en la banca, observando a su esposa decir palabras bonitas para los pájaros que se acercaban a ella.

—Es para su esposa— Hinata le extendió el girasol al anciano, él observó un poco curioso la flor y a la chica de exóticos ojos.

—¿Cómo?

—Mi novio la compró para mi, pero dice que pueden tenerla— ella señaló con su dedo en dirección a Obito. La sonrisa de la joven terminó por contagiar al anciano, Hinata se sintió feliz de ver lo emocionado que se encontraba debido a su detalle.

—¿En serio?

—¡Sí!— el hombre tomó la flor que la chica amablemente le regalaba, aún con el cansancio en sus piernas, se levantó de su asiento para agradecerle con una reverencia.

El señor de avanzada edad le dedicó una gran sonrisa a Obito también, extendiendo su mano y moviendola de un lado a otro a manera de saludo. El Uchiha correspondió rápidamente, si existían personas a las que no se podía resistir, esos eran los ancianos. Se limitó a ver cómo aquella pareja se demostraba su amor con ese regalo, seguramente fue repentino pero muy lindo para la mujer, que lloraba y abrazaba a su esposo.

Hinata regresó con Obito, dispuesta a ignorarlo de momento y subir al auto nuevamente. Su plan se vió interrumpido cuando el Uchiha a rodeó con sus brazos, temblando por alguna extraña razón que Hinata no conocía. La culpa estrujó a su corazón, Hinata realmente decía la verdad, a ella no le gustaría tirar una flor. Ahora podía imaginar el motivo, aquel lindo girasol no tenía culpa de nada. Comprendió que era un verdadero idiota por obligarle a realizar algo que no quería.

—Lo siento— fueron las dos palabras que logró pronunciar, el nudo que se formaba en su garganta le impedía hablar de manera correcta. ¿Por qué siempre terminaba lastimando a esa pobre chica?

—Obito-san— continuó abrazada a él, escuchando los latidos de su corazón y sintiendo como su cuerpo lentamente volvía a la normalidad. Ese hombre algún día la volvería loca por sus constantes cambios.

—Sube al auto conmigo, por favor— asintió una vez, todavía sin separarse de sus fuertes brazos. Le gustaba estar de esa manera, sentirse protegida de cualquier circunstancia por Obito. Su tío en alguna ocasión le dijo, que las personas que amabas son las que te podían dañar más que otras. Justo ahora comprendía el significado de sus palabras, así como Obito la hacía llegar a la luna en ocasiones, en otras le causaba un sufrimiento por su falta de confianza para con ella.

De nuevo en el auto, ambos permanecieron en silencio durante algunos minutos, eso hasta que Obito la tomó para pasarla a su propio asiento. Hinata se dejó guiar, con una diminuta sonrisa y los nervios a flor de piel. Se sentó sobre su regazo, con sus piernas a los costados de Obito, su falda se había subido lo suficiente para sentir que lo rozaba. Hinata volvió a tomar ambas mejillas del Uchiha, mientras él hacía lo propio y colocaba las suyas en la cintura de la joven. Los ojos tan brillantes de Hinata le provocaron una paz difícil de explicar, lo cual en momentos seguía aumentando su culpabilidad.

—No hay nadie más que Obito-san— le aseguró sonriendo, sin dejar de verlo por ningún motivo. Su corazón latía con fuerza, tanta que llegaba a creer en la posibilidad de que escapara de su pecho para unirse en un singular danza con los propios latidos de ella. Le creía, porque no conocía otra mujer tan pura como ella, y le encantaba ser quién la corrompía en ciertos aspectos.

Se apresuró a inclinarse sobre la joven, invadiendo su boca de manera suave y delicada. Con movimientos dulces que por instantes hacían jadear a Hinata, quien seguía perpleja por su cambio tan agradable. Ella cerró sus ojos, dejándose llevar por aquel hormigueo que la recorría sin descanso, provocando distintas sensaciones en su cuerpo. Pronto experimentó algo que le encantaba cuando estaba con Obito, lo que sucedía que provocaba alguna especie de estallido dentro de su pecho, que terminaba acelerando, a su ya de por si, loco corazón. Los labios de Obito se movían despacio sobre los suyos, como una caricia llena de ternura con la que pretendía disculparse por su anterior comportamiento. Se separaron un poco, pero no por completo, sus frentes seguían unidas al tiempo que sus alientos continuaban bailando juntos.

—Me gusta Obito-san. No hay otra persona que quiera ver— no mentía, era cierto que sus sentimientos por Naruto aún no desaparecían, pero era Obito quien la hacía sentir de una manera diferente. Como cuando intentó salir con Shikamaru, y su amor por Naruto se iba volviendo débil al pasar más tiempo con el chico de coleta —No me apartaré de su lado, a menos que sea usted quién me lo pida.

—Hinata... Lamento haber actuado de esa forma, no me gusta lastimarte porque no lo mereces— murmuró cerrando sus ojos, odiaba el hecho de que todavía no controlaba sus ataques de ira, pero odiaba más que fuera ella la que sufriera las consecuencias. Una persona que no estaba bien consigo misma no debía tener una relación, lo entendía porque podía terminar hiriendo a la otra parte, sin embargo él era un tanto egoísta.

_Kakashi-sensei solamente es mi profesor— Obito contuvo su mal genio, ahora tenía que soportar el que amigo viera a Hinata porque no había de otra —Obito-san es quien acelera mi corazón— colocó una de las manos del pelinegro sobre su pecho, lugar donde era posible sentir su acelerado pulso. Era una manera de demostrar su punto, que funcionó para por fin traer paz a Obito.

—Que manera tan agradable de provocarme, señorita Hyūga— la sonrisa de Obito fue lo último que logró ver, antes de que él decidiera besarla nuevamente. Esta vez era diferente, Hinata lo sentía por la manera tan posesiva en que la tocaba. Deslizando sus manos por su espalda y alejándose de sus labios para atacar su cuello. Fue inevitable no suspirar de placer, pidiéndole en silencio más de esas ardientes caricias.

—Quiero estar con Obito-san, por favor— lo escuchó gemir cerca de su oído gracias a su petición, su lengua acarició sutilmente el lóbulo de su oreja. Era una tortura tenerlo tan cerca, pero a la vez no poder obtener lo que deseaba. Su erección rozando la fina tela de sus bragas fue lo que detonó todo —Por favor, se lo suplico. Obito-sama, tómeme.

Sin poder oponerse, Obito subió la blusa de Hinata junto a su sujetador, lo necesario para poder acceder a sus senos. Se abalanzó de inmediato a ellos, proporcionando un suave masaje a uno y tocando con su lengua el pequeño botón rosado del otro. Eso sumado al trabajo manual sobre su zona íntima, terminaron por enloquecer a la Hyūga, quien arqueó su espalda sólo para él. Lo quería en ese momento, sin importar que sucediera después. Una de las manos de Obito se alejó por unos segundos para encender el aire acondicionado del auto, y luego volver a su labor de entregarla al placer. Ella misma comenzaba a sentir su humedad, dispuesta a recibir todo de Obito.

—Justo ahora, no necesitas suplicar. Soy yo quien está muriendo por tomarte en este preciso instante— se alejó de nuevo para buscar en su cartera, al ver que estaba a punto de sacar un preservativo de su billetera, Hinata lo detuvo con sus manos. Sus acciones lo descolocaron, no lograba comprender el motivo por el cual Hinata le impedía algo normal entre ellos.

—No es necesario... No es necesario porque yo...— Hinata le quitó la cartera y la dejó sobre el otro asiento, reuniendo todo el valor para lograr confesar lo que tanto estaba guardando —Creo estar embarazada— cerró los ojos, esperando la reacción de Obito. Era muy posible que estuviera feliz, aunque existía cierto miedo que le susurraba que estaría molesto. Por no ser como lo habían planeado.

—¿De verdad?, ¿Lo dices en serio?— tomó sus brazos, agitando un poco su cuerpo en un intento por obligarla a enfrentarlo. Hinata asintió, con sus tiernos ojos puestos en los casi llorosos de Obito. El Uchiha se abrazó a su cuerpo, como si ella fuera lo más preciado, lo más importante de su vida —Debe ser difícil comprenderlo, pero no tienes idea de lo feliz que me hace esta noticia.

—Son sospechas, porque he tenido algunos síntomas. Hoy debemos pasar por los resultados de mis análisis con Itachi-san— Obito respondió con un corto "Por supuesto", aún sin soltarla de sus brazos. La Hyūga se percató de algunas gotas de agua que caían sobre sus hombros, lo que causó un salto a su corazón. El Uchiha lloraba de felicidad por esa noticia, y ella se encontraba emocionada de ser la responsable de su felicidad.

—Gracias...

—Obito-san.

Obito recuperó la compostura, limpiando cualquier rastro de lágrimas y sonriendo de manera sincera. La ojiperla seguía sin dejar de verlo, completamente atraída por sus facciones después de la noticia, y la forma en que todos sus miedos se iban olvidando por unos minutos —No eres consciente de lo feliz que me haces, por ese motivo es necesario recompensarte, ojos de ángel. Te lo demostraré en este momento— asintió para hacerle saber que entendía todo lo que le decía. El Uchiha desabrochó el cinturón de su pantalón, Hinata miraba con gran atención como es que se bajaba la bragueta y libera su miembro de la prisión que representaba su ropa interior. Se mordió los labios de sólo imaginar a Obito tomando el control de su cuerpo, le fascinaba tenerlo dentro de ella —¿Te sientes preparada?— le preguntó antes de cualquier movimiento. Si Hinata estaba embarazada, no quería correr el riesgo de lastimarla.

—Sí— ella se atrevió a tocar su miembro, le sorprendía que no lograba cerrar su mano por completo a su alrededor.

—No sea impaciente, señorita Hyūga. Le recuerdo que no tiene permitido tocarme sin mi consentimiento, no me obligue a recordarle las reglas con ayuda de un castigo— apartó sus manos y siguió con la mirada baja, a Obito le hacía sonreír su actitud, era como una pequeña esperando por un dulce, alguien ansiosa por ver su película favorita. El Uchiha hizo a un lado la tela de sus bragas y frotó su miembro sobre su entrada, buscando averiguar si ella estaba lista para recibirlo, con su mano derecha guió a su palpitante erección directo a lo que aliviaría su dolor. Primero introduciendo la punta, luego todo su miembro de manera lenta, demasiado despacio para la chica que estaba desesperada por tenerlo.

Una gran sonrisa se formó en sus labios al sentirlo abrirse paso, al principio como una gran presión. El gemido involuntario de su nombre escapó desde lo más profundo de su garganta, su cuerpo estaba verdaderamente entusiasmado por unirse al fin con Obito. Justo en ese momento, en un encuentro tan íntimo y estando tan cerca uno del otro, la Hyūga se permitió perderse en los cautivadores ojos oscuros de su amante. Parecían arder tanto que tenía miedo de ser consumida por todos sus deseos.

—¡Obito-sama!— el primer empujón la obligó a cerrar los ojos, completamente deleitada con el contacto entre ellos.

Todas las intenciones de seguir penetrando a su hermosa ojiperla, se vieron interrumpidas con algunos toques en la ventana del auto. Ambos que quedaron inmóviles, Hinata abriendo sus ojos con gran susto y Obito maldiciendo a quien le arruinaba ese perfecto momento. La persona afuera del auto volvió a tocar la ventana, Obito comenzó a quitarse su saco para envolver a Hinata con la prenda. La azabache se escondió en el espacio entre el cuello y el hombro de Obito, esperando que la persona no lograra verla de ninguna manera. El Uchiha bajó un poco el vidrio, y al ver que se trataba de un oficial, continuó haciendo descender la ventana. Al menos lo suficiente para permitirle al oficial ver su rostro.

—¿Sucede algo, oficial?— indagó él de mal humor, buscando por todos los cielos evitar rodar los ojos. Mentiría si dijera que no quería ser grosero y correrlo con algunas palabras, pero probablemente aquel hombre solamente hacía su trabajo, y lo último que necesitaba era crear un problema. Mucho menos quería bajar del auto, eso sólo terminaría exhibiendo tanto a Hinata como a él.

—Bueno— murmuró sin muchas ganas —¿Piensa estar aquí más tiempo?, Sucede que tiene las luces traseras encendidas— el Uchiha observó el tablero del auto, comprobando que lo dicho por el oficial era verdad. De inmediato apagó las luces, agradeciendo rápidamente al hombre por su preocupación. Obito pensó que eso sería todo, y lastimosamente se equivocó, el oficial dirigió una mirada curiosa a la joven sentada sobre su regazo —¿La señorita se encuentra bien?— Hinata se estremeció en los brazos de Obito al comprender que la atención era dirigida a ella.

—Mi esposa está un poco mareada, por eso nos hemos detenido. La llevaré al doctor porque está muy caliente— le explicó mientras fingía tocar su frente. Hinata enrojeció por el doble sentido de sus palabras, Obito buscaba provocarla, y lo estaba consiguiendo —Tiene un poco de calentura, sólo estoy esperando a que recuperé la compostura para continuar nuestro camino— la mano de Obito acariciaba con delicadeza su cabello, abrazándola más hacia su cuerpo en un gesto de protección y preocupación.

El oficial asintió a sus palabras —Espero que su esposa mejore pronto.

—Gracias— apenas aquel hombre se dió la vuelta, Obito subió por completo el vidrio. Odiaba ser interrumpido si estaba con Hinata, el oficial tenía suerte de no haberlo encontrado casi al borde de su clímax. Si interrumpía ese momento no habría dudado en desquitar toda su ira contra él.

—Obito-sama...— sin permitirle seguir pensando en cualquier otra cosa, Obito comenzó a moverse poco a poco en su interior. Sujetándose de sus caderas para no dejarle todo el trabajo a ella. No le fue posible evitar un pequeño grito cargado de placer, sin embargo, luchó por no cerrar los ojos. Deseaba poder verlo, tan concentrado y perdido en su unión.

—Tus manos arriba, tocando el techo— antes de que el Uchiha se dejara llevar por tan increíble sensación, se permitió disfrutar de la obediencia de su amante. Una sonrisa de satisfacción se reflejó en su rostro, Hinata levantó sus manos hasta colocarlas en el techo del auto, eso sin dejar de mover sus caderas para él.

—¡Ah!, ¡Obito-sama!— él se movía dentro de ella una vez tras otra, subiendo la intensidad de sus movimientos cada cierto tiempo. Con su dedo índice y medio, se encargó de frotar uno de sus pezones, deslizando su cálida lengua en el otro, con el propósito de no dejar sin atención a ninguno. Se estremeció fascinada de la sensación que provocaba todo el conjunto de sus caricias.

Al parecer a Obito le gustaba jugar con su pecho, lo dedujo debido a que su forma de moverse iba aumentando de ritmo e intensidad. Ambos se unían en algo completamente maravilloso, más allá de lo que alguno de ellos hubiera experimentado. Hinata se imaginó a si misma acariciando los hombros del Uchiha, su cuello, su espalda, todo lo que sus delicadas manos pudieran tocar de él. Apuesto a que ella lo haría gemir más fuerte si se lo permitía, cómo aquella ocasión en donde le permitió complacerlo dentro de su oficina. Sintió un nuevo poder que le encantaría poner a prueba una vez más.

—Hinata...— lo escuchó gemir claramente, a tiempo que le daba una embestida más fuerte que las anteriores. La mano que atendía uno de sus pezones, se alejó en dirección al pequeño botón que siempre le volvía loca. La velocidad fue en aumento, Obito estaba yendo más allá en la manera de demostrar cuanto la deseaba.

—Me gusta, Obito-sama... M-me gus-gusta sentirlo— sus ojos la miraban profundamente, Hinata le mostraba solamente a él una de sus facetas favorita. En donde la joven confesaba sus deseos más sensuales.

Sonrió orgulloso, porque sabía perfectamente que él era el único hombre que lograba tenerla de esa manera, tan dispuesta a todo. Con una mano en su cintura la siguió guiando, subiendo y bajando sobre su miembro. Sus senos brincaban al compás de sus movimientos, haciendo casi imposible que el Uchiha despegara su vista de ellos. Un cosquilleo agradable se instaló en su zona íntima, sobre todo cada vez que Obito frotaba su clítoris con suavidad. Sentía su límite cerca, mirándolo para no perder ninguno de sus gestos.

—¿Te gusta de esta forma?— le preguntó conteniendo un gemido, ella era simplemente la mujer más exquisita. Una maravilla en toda la extensión de la palabra.

Todo el calor entre ellos terminó empañando los vidrios, Obito se abrazó a su cintura para aumentar su ritmo una vez más. Hinata se inclinó un poco hacia él, de esa manera sus endurecidos pezones rozaban el pecho caliente de su amante. Estaban por terminar, lo presentía debido a lo excitada que se sentía en ese instante.

—¡Sí, así!, ¡Ah, O-obito-sama!— gritó, sin importar que alguien pudiera escucharla. Todo su calor se disipó en un fantástico y relajante orgasmo.

—Mírame— le exigió.

—Soy suya, Obito-sama... Solamente suya— le confesó tiernamente, esperando que con eso consiguiera demostrarle lo mucho que le gustaba.

—¡Hinata!— gimió extasiado. La chica se dejó caer sobre el torso de su amado, con una sonrisa que no desaparecía. Obito había terminado en su interior, acompañándola en su tan esperado orgasmo.

Se quedaron sin moverse por algunos minutos, con Obito todavía dentro de ella. Fue muy difícil separarse de la linda ojiperla para volver a acomodar sus ropas y regresarla a su asiento. Sino fuera porque debían pasar por los resultados de sus análisis al consultorio de Itachi, Obito habría tomado a la Hyūga de nuevo. Hinata se quedó con su saco, era increíble poder usar la ropa de Obito luego de estar con él. Los dos permanecían en silencio, esperando a que sus cuerpos volvieran a la normalidad. Obito había entendido la radio, y ahora buscaba en el GPS del celular la ubicación del consultorio de Itachi.

—¿Puedo conducir?— la pregunta de la chica a su lado lo tomó por sorpresa, de todos los comentarios posibles, ese era el último que imaginaba de su parte. Ella le miraba tímidamente, pidiendo al cielo no haber rebasado el límite de confianza entre Obito y ella.

—¿Sabes conducir?— ella asintió muy animada, tanto que para Obito fue muy lindo verla así —Cada ocasión que estamos juntos, me es posible aprender algo nuevo de ti, ojos de ángel— la ojiperla ahora jugaba con sus dedos índices, chocando uno contra otro. Eso era una señal de que se encontraba demasiado nerviosa. Manejar el auto de Obito era algo que había querido hacer desde el momento en que lo miró por dentro, le recordó un poco a los automóviles de carreras que Yahiko y Nagato le prestaron en antiguas competencias.

—Neji-niisan me enseñó a conducir, pero fue gracias a Shikamaru-kun que aprendí trucos increíbles— a su antiguo amor, lo conoció gracias a su primo. El papá de Shikamaru tenía un pequeño taller en donde Neji llevaba el auto que antes pertenecía a la familia a reparación —Si hay algo en lo que soy mejor que Neji-niisan, eso sin duda es en el manejo de un auto— se sentía orgullosa de si misma, ser buena en lo que le apasionaba en gran manera le parecía maravilloso.

—Es fantástico, Hinata— acarició su rodilla derecha, por ser la más cercana a él. Hinata respondió a su gesto con una sonrisa aún más brillante —¿Cuánto tiempo consideras que tardas en llegar al consultorio de Itachi?

—¿Cuánto tiempo marca el GPS?

Obito le dió un vistazo a su celular antes de contestar —Quince minutos.

—Yo puedo hacerlo en la mitad de tiempo— aseguró con gran determinación. Era la primera vez que Obito la miraba de esa manera, y le gustó mucho.

—¿Siete minutos y medio?— la Hyūga mordió su labio, afirmó con la cabeza antes de que cualquier circunstancia le hiciera dudar —Me fascina verte así, tan segura de ti— sus palabras causaron un rubor en la joven, que no contaba con una respuesta de ese tipo.

—Obito-san...

—Lo ideal es que baje del auto ahora, de esa manera es posible que ocupes mi lugar— sin perder más el tiempo, Obito abrió la puerta del auto para salir, Hinata no esperó a que abriera la de su lado, cambió de asiento ahí adentro. Al Uchiha le sorprendió su entusiasmo, pero prefirió callar para no terminar con ese momento.

Hinata ajustó su cinturón de seguridad y antes de comenzar a manejar, lanzó su celular en dirección al pelinegro, quien lo atrapó en el aire —Puede medir mi tiempo, estoy segura de que soy capaz de hacer menos de siete minutos.

—¿Estás preparada?— cuando ella hizo sonar el motor, Obito entendió que debía dejar correr el tiempo. A la Hyūga no le importó nada más en ese instante, solamente eran el camino y ella.


Hinata había superado sus expectativas, ella realmente sabía cómo conducir y desenvolverse en la ciudad. Tomaba atajos de los que ni él mismo conocía su existencia. Su tiempo fue de poco más de seis minutos, mejorando el tiempo que fijó como meta en un principio. Entre felicitaciones por su gran desempeño y sonrojos por parte de la ojiperla, ambos terminaron entrando al consultorio de Itachi, que ya los esperaba desde que Obito le envío un mensaje. Para el menor de los Uchiha fue una verdadera sorpresa ver a su primo tan feliz a lado de la joven, creyó que el motivo podría ser ese análisis del que estaban por saber su resultado.

—¿Les gustaría que sea yo quien vea el resultado?— la pareja asintió repetidamente, lo que causó la risa de ambos por actuar de la misma manera. Itachi suspiró antes de abrir el sobre que ya tenía en sus manos, omitió algunos detalles para ir directamente a lo que le importaba.

—¿Qué dice, Itachi?— pidió saber Obito, con notable urgencia en su voz.

—Lo siento, Obito. Es negativo— la desilusión que cubrió el semblante del Uchiha entristeció a Hinata, jamás lo había visto así. Le dolió tener que hacerlo pasar por esa situación, pero es que ella casi juraba estar embarazada.

—Pero...— murmuró sin ánimos, sin saber que debía hacer o decir para mejorar el estado emocional de Obito.

—Hinata-san, usted me habló de algunos síntomas, y ahora con este resultado puedo imaginar que se trata de otra cosa— aunque Hinata buscaba la atención de su amante, Obito simplemente parecía estar ido, como si en verdad no estuviera en esa habitación —¿Se ha alimentado bien últimamente?

—Bueno yo... E-en realidad no— admitió avergonzada. ¿Y si por no cuidar su alimentación tenía todos esos mareos?, ¿Había emocionado a Obito para nada?

—¿Algo la está estresando?

—Tengo exámenes muy importantes que presentar, debido al trabajo y el dojo me es un poco complicado estudiar correctamente— Hinata miró de reojo a Obito, que apretaba sus rodillas con fuerza e intentaba contenerse.

—El estrés se presenta de diferentes formas. Algunos pueden comer demasiado, otros no se alimentan bien, incluso podemos llegar a provocarnos malestares como la colitis y...— Obito no esperó a que Itachi terminara su discurso, salió del consultorio sin atreverse a ver a ninguno de los presentes.

—Obito-san— lo llamó a pesar de que se había marchado, le causaba una gran tristeza saber que lo lastimó con esa falsa alarma. Probablemente hubiera sido mejor si se lo comunicaba sólo hasta estar completamente segura.

—Puede ir con él, Hinata-san.

No hizo falta más palabra, ella abandonó el consultorio en busca de encontrarse con Obito. El Uchiha permanecía recargado en su auto, con un cigarrillo en mano que apagó al percatarse de que Hinata llegaba a su lado. No dijo nada durante varios minutos, se limitó a abrazarlo en silencio y permitirle llorar sobre su hombro. El hombre frío que tenía el control sobre todo, se estaba mostrando vulnerable ante ella, algo por lo cual Hinata no pensaba dejarlo solo. Presentía que en ese instante, Obito necesitaba de ella más de lo que estaba dispuesto a aceptar.

—¿Puedo preguntar por qué quiere ser padre?— sabía que era uno de los deseos de Obito, y el que su abuelo le pidiera tanto un heredero solamente aceleraba los planes que el tenía para el futuro. Lo que no comprendía era la razón que lo llevaba a anhelar tanto un bebé.

—Cuando era un niño, todos mis compañeros de clases hablaban sobre sus padres. Incluso era fácil para mí percatarme de como jugaban con ellos— Obito hablaba y Hinata acariciaba su espalda, queriendo demostrar su completo apoyo hacia él —No me malinterpretes, agradezco mucho el amor de mi abuelo, de mis tíos que en todo momento estaban al pendiente de mí. Aunque naturalmente, no era lo mismo— en ese sentido lo entendía, por más que ella amaba a su tío, siempre extrañaba a su padre —Una persona me dijo que al ser un adulto, yo sería bendecido con el regalo de la paternidad. Lo creí, me aferré al deseo de que al carecer, me sería posible tener todos esos momentos que a mí me fueron negados, los tendría con mi hijo.

—¿Podemos intentarlo desde ahora?, Ya no quiero tomar la píldora— estaba aterrada, pero una parte de ella quería más consolar a Obito que preocuparse por un embarazo. Después de todo, ese era el trato entre ellos, y si algo le había enseñado su tío, es a cumplir con su palabra.

—Esos no eran los planes— le recordó con cierto toque de amargura.

—No importa, es mi voluntad tener a nuestro hijo— la palabra nuestro hizo eco en su mente. Se abrazó más al pequeño cuerpo de Hinata, ella representaba toda la esperanza que tenía en el mundo que siempre le daba la espalda.


Notas de la autora:

• Puede contener errores ortográficos.

• En la multimedia les dejé un vídeo de uno de los temas del dorama que termine de ver hace poco, me ha gustado mucho y quise compartirlo con ustedes. Me inspiré con ese tema ❤️

• ¿Los engañé con la falsa alarma? 👀

• Lo de tomar pastillas para regularizar el periodo, es una idea que tomé porque eso le han recetado a dos de mis amigas. En sí no sé en qué más consiste el tratamiento. Lo comento porque bueno, esto sólo es ficción y no quiero dar mensajes incorrectos.

• Por cierto, algo que creo no había hablado, es que Obito no tiene las cicatrices de su rostro. De momento 😬

• Seguimos viendo más del Obito posesivo, pero poco a poco él irá entendiendo que su actitud no está bien.


Y aquí algunas imágenes para imaginar un poco mejor el capítulo:

Las fotografías que tenía Kakashi:

La casa de los Hyūga:

La Universidad de Konoha:

Dejen sus votos y comentarios 💖

Nos leemos en la próxima actualización 👀❣️

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