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Capítulo VIII: Sé mi sumisa.

Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.

Advertencia: este capítulo puede incluir material no apto para personas sensibles. (Sugerencia de violación).

Trataba de encontrar lógica a lo que estaba ocurriendo, pero fallaba en eso de manera olímpica. Vió a Madara gritarle a la recepcionista que le regalaba caramelos cada vez que acompañaba a su abuelo a la oficina. Era algo tan inesperado y a la vez aterrador. Los empleados que recién llegaban, preferían seguir su paso que intentar ayudar a aquella pobre empleada. Obito no los culpaba, él mismo no se atrevía a intervenir. Regresó buscando a su abuelo para preguntarle si podían pedir el almuerzo y comer dentro de la oficina, no esperaba encontrarlo tan molesto con su empleada. Le sorprendió cuando Madara tomó el brazo de la joven para después proceder a llevarla a la salida, obviamente la estaba corriendo.

El pequeño Uchiha se apresuró a seguir a su abuelo en cuanto lo miró caminar de regreso al ascensor. Una gran tensión se sintió en el aire, convirtiéndose en algo insoportable. Lo último que logró ver de la amable recepcionista, fue un par de gruesas lágrimas a través del cristal de los ventanales.

—¿Qué sucederá con ella?— se atrevió a preguntar Obito, las puertas del elevador estaban cerradas, y no había nadie más con ellos. Tenían privacidad suficiente, lo cual sabía que le agradaba a su abuelo. Aún a su corta edad de diez años, lograba aprender los detalles más importantes en cuestión de la personalidad y gustos de Madara Uchiha.

—No volveremos a verla— dicho eso, presionó el botón que los llevaría a su piso.

—¿Por qué?, ¿Qué fue lo que hizo?— había muchas cosas que no lograba comprender cuando se trataba de los adultos, una de ellas era la forma en que los integrantes de su familia se relacionaban y actuaban con otros.

—Me dijiste que la viste coquetear con el hombre del departamento de contaduría— Obito le dedicó una mirada incrédula. ¿De verdad se trataba de eso?, ¿Quería decir que era su culpa?, Él simplemente quería contarle un hecho que le pareció gracioso. Madara continuó, ignorando la mirada de su nieto —Ella incluso conserva las flores que él le entregó. No sé cómo puede hacer eso sí me tiene a...

—¿Es por qué estaba coqueteando con ese señor?— sonó completamente desconcertado. No tenía sentido, los adultos sí que eran muy complicados.

—No es aceptable que los empleados estén ligando mientras permanecen dentro de la empresa, en horario laboral. Es una falta de profesionalismo— respondió en voz baja, aunque era evidente que aún no estaba tranquilo —No importa si ella no piensa tomar su trabajo en serio. Será muy sencillo encontrarle un reemplazo.

—Pero... No era algo grave— llevarle la contraria a Madara Uchiha era la peor decisión que se podía tomar, sin embargo, Obito sentía que debía hablar para defender a esa pobre mujer que no tenía culpa de nada.

—Como el futuro heredero de la empresa, hay demasiadas cosas que debes aprender. Y saber cuándo guardar silencio, es una de ellas— entendió aquella indirecta, así que por su propio bien, prefirió guardar silencio.

Estar dentro de esas cuatro paredes le hacía sentir una total calma, por ese motivo las citas con su psicóloga no representaban una molestia. Al contrario, le agradaba ir, lo ayudaba a quitar el estrés y entenderse un poco mejor. Le tenía la confianza suficiente para decirle los secretos, que incluso los más cercanos a él no sabían.

—Dime Obito— comenzó a hablar una mujer de piel canela y grandes ojos negros. Ella ocupaba uno de los asientos del consultorio, lo observaba mientras el permanecía sentado en el sillón que tenía la vista hacia la ventana —¿Por qué has decidido citar esa parte de tu niñez ahora?

—Me preguntaste cual era mi visión del amor— Obito decidió recostarse un poco más sobre su asiento, quería aparentar estar cómodo con la situación. Claramente no lo estaba, que su psicóloga preguntara por amor le resultaba una pérdida de tiempo.

—¿Entonces...?

—Eso es el amor en mi familia, algo retorcido. Los Uchiha aman con demasiada intensidad, tanta que no soportan perder, eso los transforma— ahora la miraba directamente a los ojos, sabía que era la manera en que podía transmitirle la severidad y verdad que había en sus palabras —Es enfermizo. Somos posesivos, y eso me aterra en ocasiones. No importa si se trata de un amor de pareja o algo fraternal, no hay distinción— la mujer permaneció en silencio, a la espera de que Obito siguiera con su relato. El Uchiha sonrió para sus adentros, ella realmente lo conocía bien, sabía cuándo terminaba de hablar y cuando necesitaba seguir expresándose —Mi abuelo dice que el odio es un sentimiento más fuerte que el amor. Yo pienso que el odio nació para proteger al amor.

—¿Quieres contarme un poco más?, ¿Por qué crees que es enfermizo?

—Hace algunos años, cuando yo tenía quince, mi tío Izuna se enamoró completamente de una mujer. Estoy hablando del hermano menor de mi abuelo— la psicóloga asintió, permitiéndole continuar, el Uchiha frunció un poco el entrecejo, hablar de su tío Izuna era delicado —Ella lo dejó por Tobirama Senju, el hermano menor del mejor amigo de mi abuelo. Mi tío Izuna no lo soportó, asesinó a esa mujer y dejó gravemente herido a Tobirama. Después se quitó la vida.

Si ella se sorprendió por sus palabras no lo demostró, necesitaba mantener la compostura frente a su paciente, siempre era de esa manera.

—Imagino que eso te afectó— ya llegado a ese punto, la mujer necesitaba que Obito terminara de explicar lo que intentaba demostrar.

El Uchiha asintió —Pero no tanto como lo hizo con mi abuelo. Él proclamó su odio hacia su mejor amigo, Hashirama, y su hermano menor. Hubiera intentado atentar contra ellos si mi tío Fugaku no hubiera intervenido.

—Lo entiendo— Obito cerró los ojos un momento y negó despacio, nadie podía entender la manera en que un Uchiha amaba.

—No, no lo comprendes. Mi abuelo ama tanto a su hermano, que era capaz de asesinar a Tobirama Senju. Mi tío amaba demasiado a su esposa, la asesinó al saber que no iba a estar a su lado— Obito se mordió el labio inferior al comprender a dónde se dirigía esa terapia.

—¿Y qué hay de ti, Obito?— desvió la mirada hacia un costado, llegaron al momento que menos le gustaba —Me contaste sobre el gran amor que sientes por tu esposa, o sentías.

—No hay nada que decir sobre eso— respondió de manera tajante, esperando que eso fuera suficiente para hacerla desistir del tema.

—Que tu familia actúe de esa manera, no quiere decir que eso te sucederá a ti también— Obito seguía sin mirarla, tal vez él no hacía alguna locura como Izuna, pero eso no quería decir que fuera una blanca palomita —No has actuado en contra de ella.

—Te equívocas, sé que estoy hiriendo a Rin— admitirlo no era algo que le hiciera sentirse orgulloso. Muchas veces se decía a si mismo que la situación en que se encontraba se debía a su culpa. En el fondo siempre había sabido que Rin no dejaría de amar a Kakashi, tal vez era el destino de ellos estar juntos. Pero no lo sería después de haberse burlado de él.

—¿Y la mujer de la que me hablaste?— todos los músculos de su cuerpo se tensaron uno tras otro, estaba por pronunciar el nombre que no salía de su mente desde hace un tiempo —¿Se llamaba Hinata?— indagó fingiendo tener dudas, sólo con el propósito de provocar que fuera sincero con ella.

—Es complicado. Estoy siendo posesivo con ella cuando aún no somos nada— había tantos detalles que quería decir, pero que prefería guardar como un secreto todavía —Cuando fuimos a una consulta con Itachi, unos hombres no dejaron de verla, a pesar de que yo estaba con ella. Si me contuve fue porque Hinata me lo pidió, y no me gustó eso. No me gustó el hecho de depender de ella para detenerme.

—Podemos trabajar con eso, Obito. Es bueno que aprendas a controlar tu ira por ti mismo.

—Eso no es lo que me preocupa— le confesó, encogiéndose de hombros, aunque fuera una mentira, si le causaba miedo lastimar a Hinata si llegaba a tener algún episodio. La mujer lo analizó unos segundos más antes de hablar nuevamente, para Obito esos segundos eran una eternidad.

—¿Tienes miedo de que no te acepte?— el Uchiha apretó sus manos con frustración, ella había dado justo en el blanco.

—Siento que va a huir cuando se lo diga.

—¿Eso crees?— ella lo seguía viendo con gran detenimiento, examinaba cada expresión y palabra de su paciente sin que él se diera cuenta por completo.

—Konan casi lo hace, y ella es la mujer más fuerte que conozco— reflexionó un poco la situación. Era verdad que la Hyūga aceptó su trato, pero eso no incluía que fuera su próxima sumisa. Necesitaba otra manera de proponerle ese detalle sin llegar a espantarla, como sucedió antes con su amiga —Su carácter me hace saber que es algo natural en ella, pero puede que le dé pánico.

Japón, en el presente.

El auto seguía en movimiento, el ruido que el motor hacía no era capaz de sacarla de sus propios pensamientos. Él había dicho que ya no irían a cenar, que una sorpresa le esperaba en el departamento. Mentiría si decía que no sabía a qué se refería, porque tenía una ligera sospecha. Aun cuando el primer impulso fue el temor, rápidamente la adrenalina lo sustituyó, agudizando sus sentidos. Comenzaba a desear que Obito la tocara, su primera noche la hizo sentir bien, la trató con tanto cuidado que casi sintió como si le tuviera un poco de amor. Se preguntaba cómo sería en esa ocasión, ¿Sería dulce y agradable, o algo rudo?, Su personalidad siempre le hizo creer que sería de la segunda manera. Ignoraba si lo que estaba por ocurrir era bueno o malo, aun así, no dejó espacio para las dudas.

En el momento en que el auto se detuvo, Hinata de inmediato dejó de ver por la ventana para dirigir su mirada a él. Su anhelo de estar nuevamente con Obito estaba por cumplirse, lo cual le impedía hablar demasiado. Decir que se encontraba nerviosa era poco, por eso se sintió aliviada cuando Obito salió del auto y la llevó con él, creando una conversación trivial, ella simplemente se dedicaba a asentir y dar pequeños comentarios si lo creía pertinente. La verdad prefería no hablar, el nudo que se le formaba en la boca del estómago debido a sus preocupaciones no era algo agradable.

Obito se detuvo unos segundos mientras abría la puerta, miraba de reojo a la chica a su lado, que no dejaba de temblar y de pasear sus ojos por cualquier lugar que no fuera cerca de él. Debía admitir que le causaba una ternura difícil de explicar, desde el principio ella le pareció demasiado inocente para un hombre que fuera de la familia Uchiha.

—La próxima vez que estemos aquí, quiero que uses una falda— fue una orden, lo sabía por su tono de voz. Curiosa por la extraña petición, ladeó su cabeza, su expresión claramente pedía una explicación —¿Lo harás?

Quiso preguntar el motivo, pero también tenía un poco de miedo por saber la respuesta. Después de todo, ese campo seguía siendo desconocido para ella. Prefirió seguir el refrán que solía contar su tío, no dejaría que la curiosidad pudiera con ella.

—Eso creo— no solía usar faldas o vestidos, su armario estaba compuesto en su mayoría por jeans de mezclilla y pantalones deportivos. Que le resultaban mucho más cómodos.

Entró ella primero, las luces se fueron encendiendo, revelando un departamento que en su mayoría era de color blanco. Las alfombras rojas resaltaban, y la decoración de tipo moderna terminaban por agradarle. Recorrió con la vista el lugar hasta encontrar la puerta de la habitación en que ellos estuvieron juntos, a lado de ésta estaba la puerta de la otra recamara que poseía el departamento. En total eran dos, el baño, una pequeña sala y una cocina que incluía un comedor de cuatro sillas. Era como los departamentos que solían rentar algunos de sus compañeros para compartir los gastos.

—¿Por qué la puerta de esa habitación es azul marino?— notó ese detalle después de unos segundos, la puerta de la recamara en que ellos pasaron la noche ahora era de otro color. Además, había una gran cantidad de cajas de cartón de diferentes tamaños por el suelo. Algunas abiertas y otras selladas todavía.

Obito le sonrió sin mostrar sus dientes, era como si quisiera parecer lo más inocente y despreocupado que le fuera posible —Sólo decidí decorar un poco.

—Ya veo— se limitó a responder, no sabía que más decir para no dejar morir la conversación. A pesar de que al principio no participaba en ella y ni siquiera quería articular palabra.

El Uchiha se limitaba a verla, era notorio lo nerviosa que estaba la chica, pero también podía descubrir cierto grado de excitación en ella. Continuamente se humedecía los labios, su pecho subía y bajaba, revelando lo agitada que era su respiración en ese momento. Llegado a ese punto, no logró resistirse más, tomó sus hombros con firmeza. Lo siguiente que hizo Hinata fue enfrentarlo cara a cara, en un reflejo —¿Estás dispuesta a realizar todo lo que te pida?

La ojiperla se mordió el labio inferior, ¿Qué si estaba dispuesta?, Esa era una buena pregunta. Ella había decidido seguir el consejo de Ino, las enseñanzas de su tío en cuanto a no fallar a su palabra, estaba dispuesta a darle un hijo a pesar de su corta edad. ¿No podía haber algo más grave que eso, o si?, La respuesta aún no la tenía, y no la conocería si no le contestaba.

—Sí, estoy dispuesta.

Una sonrisa se formó en los labios del hombre frente a ella, y antes de poder pensar en algo claro, él tomó su cuello por detrás de la cabeza, acariciando la parte trasera de sus orejas con los pulgares. El beso arrasó con todo su ser, sus labios se movían suaves y ardientes sobre los suyos, se sentía como si una antorcha dentro de su cuerpo hubiera sido encendida. Su cuerpo vibraba con cada caricia de su boca y sus dedos traviesos. Ella tembló con el anhelo de tocarlo, necesitaba que él la llevara de nuevo a la habitación, como su primera vez. Obito detuvo sus manos cuando ella intentó tocar su rostro, se alejó sólo unos milímetros de su boca para mirarla a los ojos.

—Esta noche no puedes tocarme, ojos de ángel. Permíteme ser yo— recargó su frente sobre la suya, sus palabras la lograron descolocar —Por favor— le pidió en un susurro, su aliento cálido acariciaba sus labios. Sintió como subía sus muñecas por arriba de la cabeza, no las sujetaba con demasiada fuerza, solamente la suficiente para impedirle huir. La fue empujando con delicadeza hasta que su espalda chocó contra una columna.

Antes de poder pensar en una respuesta para él, Obito encontró su boca en un segundo beso que hizo latir aún más rápido a su corazón. La tomó desprevenida, sin embargo, no dudó en corresponder a su muestra de afecto. La besaba con una pasión que no creía ser capaz de manejar, con tanta urgencia que en ocasiones le perdía el ritmo. Ese era el pago que su inexperiencia le estaba dando. Hinata se distraía al pensar en lo guapo que se veía, con traje, sin camisa, sin ropa... Sus mejillas aumentaron de color al tiempo que el detenía ese beso con lentitud, casi como si no quisiera separarse de ella.

—Desnúdate para mí, ojos de ángel— dió un pequeño salto al escucharlo, su tono no dejaba lugar a dudas. Ahí, en ese departamento, todavía sin llegar a la habitación, Hinata se debatía entre obedecer o pedirle que primero se resguardaran en la privacidad de su recamara.

Estaban cerca de la sala, en el pasillo que daba hacia la puerta azul, hizo a un lado sus dudas e inició quitando su blusa. Sin quitarle la mirada de encima, Obito seguía todos los movimientos de sus pequeñas manos, desde como tiraron del botón de su pantalón hasta en la manera en que lo deslizó de sus piernas. Se movía de forma torpe y descuidada, pero para Obito era un espectáculo digno de admiración. El Uchiha sonrió de lado al notar que ella no pensaba seguir, su mirada era tan fuerte que Hinata en automático prosiguió a quitarse el sujetador. No creía que fuera justo que él siguiera vestido, eso la avergonzaba mucho más. Dudó varios minutos para quitarse sus bragas, era lo único que le evitaba estar totalmente expuesta a Obito, un intenso rubor se extendió pora su rostro en el momento en que el Uchiha tomó sus manos. Ella aún no soltaba su ropa interior, Obito se la quitó de las manos ante su sorprendida mirada.

—Un regalo para mí— fue la explicación que le dió antes de guardar sus bragas en el bolsillo de su saco de vestir. Su voz tan sensual terminó por derretir a la Hyūga.

—¿Me devolverá mi ropa interior?

Su sonrisa no desaparecía del todo, era como si jugara con ella, sabía algo que la ojiperla ignoraba —Yo creo que no— él se acercó nuevamente a ella, comenzó a tocar suavemente su entrada, apenas rozando su interior. Hinata temblaba y gemía débilmente, por lo que Obito entendió que le estaba gustando.

Le dió la vuelta, pegando su espalda a su torso bien formado, aunque Obito aún vestía con su camisa de etiqueta, ella podía sentir sus músculos definidos. Se detuvo así como inició, de forma sorpresiva, colocó sus dedos sobre su boca. A Hinata le sorprendió el hecho de que su cuerpo reaccionara por sí mismo, pasando su lengua por los mismos dedos que la habían tocado. Seguía sonrojada, sabían a sexo, tenían su sabor. Él le impidió tocarlo, tomando sus manos y dejándolas juntas por detrás de su espalda, aunque no era como si Hinata hubiera intentado acercarse al Uchiha.

—Sólo estoy aquí para darte placer, querida muñeca de porcelana— fue acariciando sus senos, estirando con suavidad sus pezones, frotando con más intensidad sólo si la escuchaba gemir de la misma manera.

—Obito-sama— no lo entendía del todo, cada vez que le hacía algo diferente su cuerpo lo disfrutaba más. La expectativa la emocionaba sin ser completamente consciente de ello.

Obito sabía que ella quería tocarlo, podía ver en su rostro que lo estaba deseando, por ese mismo motivo le dió la vuelta. Si no lo hacía a tiempo, era probable que terminara cediendo a ella, y no era de esa manera en que él jugaba. Creyó saber lo que su acompañante experimentaba, ella había esperado a que él la siguiera tocando hasta llegar al orgasmo, por eso cuando se alejó de su zona íntima, un gemido de reproche escapó de sus labios. En ese momento estaba loco de deseo, debía hacer un esfuerzo sobrehumano para no llevarla al sofá y follarla sin compasión, hasta terminar agotados. Quería hacerlo durar. Era demasiado evidente que ella seguía nerviosa, lo que no sabía era el motivo. La azabache podría estar pensando en cuál sería su siguiente movimiento, o tal vez era la situación que se volvía demasiado para ella. Tener a esa linda ojiperla en el departamento, desnuda y esperando a que le dijera lo que tenía que hacer era sumamente erótico. Era mejor que cualquier fantasía que hubiera imaginado. Una situación cargada de tensión sexual, que Obito se encargaría de disolver para que ambos pudieran disfrutar.

—Cierra los ojos, no quiero que los abras a menos que yo lo indique— le ordenó con voz autoritaria, Hinata obedeció en silencio, eso de no poder ver aumentaba sus expectativas. No sabía demasiado sobre sexo, el poco conocimiento que tenía era gracias a los libros románticos que leía, donde en ocasiones había escenas para mayores de dieciocho. Aunque eso era totalmente diferente a lo que estaba viviendo.

Escuchó el ruido de la puerta al abrirse y luego al cerrarse rápidamente, supuso que esos pocos pasos que dieron los hicieron estar dentro de las cuatro paredes de la recamara principal. Le permitió guiarla por aquel espacio, Hinata sentía el frío suelo de madera por dónde caminaban sus pies, aquello no duró demasiado, Obito la recostó en la cama. El aún no subía, y aunque Hinata sentía curiosidad por saber que esperaba, no abrió sus ojos, mejor se dedicó a acomodarse sobre el colchón. El siguiente ruido que llamó su atención, fue el de la ropa de su amante al caer al suelo, también notaba como removía objetos, imaginó que buscaba algo dentro de alguna de las cajas de mudanza. Recordó rápidamente que Itachi le había dado la instrucción de que su pareja debía usar preservativos, ya que durante esas semanas no pretendían que ella quedara embarazada. Tal vez era eso lo que Obito tanto quería encontrar.

—Hinata— sintió como el colchón se hundía bajo el peso de otro cuerpo, él se estaba acercando a ella —¿Confías en mí?

No quería dudar, no ahora que su nivel de excitación estaba rebasando el límite —Sí, confío en Obito-sama— eso fue suficiente para que el Uchiha tomara sus muñecas nuevamente, en esta ocasión, usó unas esposas para atrapar su mano izquierda.

—De acuerdo, tu palabra de seguridad es "efímero"— ella afirmó moviendo su cabeza, aunque algo confundida por lo que eso significaba —Si dices tu palabra segura, créeme que me detendré.

—Está bien— agradecía que él le explicaba para que funcionaba esa palabra, lo que seguía sin comprender era porque la necesitaban.

—Descuida, no te haré nada malo— la tranquilizó, mientras pasaba la cadena corta de las esposas por detrás de una de las barras de la cabecera, su muñeca derecha fue la última en ser esposada. Hinata intentó mover sus manos, pero le fue imposible alejarlas de la cabecera.

—¿Obito?

—A partir de este momento, será mejor que no abras los ojos. Pase lo que pase. Hasta que yo lo ordene— verla allí, tan indefensa, tan sedienta de él, le provocó un nivel de ternura que lo llevó a besarla. Fue preciso y duró poco —¿Lo has entendido?— ella asintió sin decir una palabra —No quiero tener que castigarla, señorita Hyūga. Se supone que estamos aquí para recompensar tu buena elección— mientras hablaba se dedicaba a acariciar sus más que generosos senos, apretando sus pezones y jugando con ellos. Era un verdadero placer disfrutar así de Hinata, tan entregada a él, dispuesta a recibir placer y a la vez darlo.

Hinata gemía bajito, sentía la fría lengua del Uchiha rozar su piel más sensible, estremeciendo más todo su cuerpo, si eso era posible. Necesitaba abrir los ojos por instinto, aunque terminaba cerrándolos con fuerza, apretando sus manos en un intento por no desobedecer a su petición. Lo siguiente que sintió fue algo hecho con piel, como un trozo de tela que se deslizaba por su cuerpo, la azotó con ese objeto en su pierna derecha, por debajo de sus glúteos. Pasó saliva al comprender que ese sería su castigo, no había dolido. Luego de quedar satisfecho con esa parte de su anatomía, Obito arremetió contra sus labios, desesperado por continuar con el siguiente paso de su encuentro.

—O-obito-sama— gimió al sentir que se separaba de su boca lentamente. Otra vez sentía en su cuerpo unos sentimientos extraños que no le era posible controlar. El Uchiha tomó sus caderas, alzando su cuerpo lo suficiente para permitirle acomodarse cerca de su entrada.

Dejó el la fusta que había utilizado para acariciarla sobre la cama, lejos de ellos dos.

—Grita para mí, Hinata. Te ves tan provocadora cuando lo haces— sus oscuros ojos destellaban pasión y deseo. Con su mano comenzó a frotar su miembro por la entrada de la chica, aún sin quitarle la mirada de encima. Simuló embestirla sin soltar sus caderas. Hinata arqueó la espalda, maravillada con la fricción de sus sexos.

Obito paseó su lengua una vez más por su cuerpo, recorría su cuello despertando escalofríos acompañados de una especie de electricidad que la llevaban al borde de la locura. Los roces de su cuerpo no le permitían pensar con claridad, ni siquiera respirar tranquila. Tomó sus mejillas antes de darle un beso húmedo cargado de distintos sentimientos, callando así por unos segundos los gemidos de la Hyūga. Hinata sabía lo que venía a continuación, hasta ese momento comprendió lo mucho que lo estaba esperando.

—¡Obito-sama!

—Tienes un sabor exquisito— Hinata apretó sus manos, ruborizándose inmediatamente. Fue después de esas palabras que Obito entró en su cálido interior, causando un grito lleno de placer por parte de ella.

La azotó con su mano derecha, lo cual la hizo gritar más fuerte por el ligero dolor que sintió. Sin perder el tiempo, Obito comenzó a moverse dentro de ella, sus manos no se despegaban de las caderas de la chica. En dónde comenzaron a formarse unas marcas rojas. Sus manos estaban quedando dibujadas en su blanca piel. Hinata seguía gimiendo sin poder controlar su voz. Se avergonzó sólo de pensar que algún vecino la estuviera escuchando en ese momento.

—¿Te gusta de esta manera?— con cada una de sus embestidas, su mente se ponía en blanco. En ese momento no tenía oportunidad de pensar en algo que no fuera él, en Obito poseyendo su cuerpo.

—S-sí— el miembro del Uchiha entraba y salía de ella rápidamente con movimientos tan profundos que la enloquecían. Se perdía entre tantas caricias y placer, lo que llevaba esperando desde que salieron del estacionamiento de su empresa. Aprovechando la posición, Obito dejó las caderas femeninas para pasar una vez más a su pecho, alternaba entre uno y otro, provocando sonoros gemidos por parte de la joven.

—Más fuerte, ojos de ángel. No tengas miedo de que alguien te escuche— le animó, empezando a moverse con mayor velocidad, profundizando sus embestidas. Hinata gimió sin temor, cegada por ese momento de placer.

Observar el rostro excitando de Hinata era simplemente maravilloso. Ver sus mejillas rojas, sus ojos cerrados con fuerza, su boca entreabierta de donde escapaban audibles suspiros. Ella era una verdadera obra de arte que valía la pena enmarcar.

No dejó de penetrarla, esta vez con menor brusquedad, buscando satisfacerla a ella y no así mismo. Sabía que Hinata buscaba darle placer, así que él la pensaba recompensar de una buena manera. Gruñó al sentir el golpe de sus cuerpos, al ver la manera tan sensual en que su miembro entraba una y otra vez dentro de la ojiperla. Era fantástico. Estiró uno de sus pezones, mientras que con la otra mano acariciaba su espalda baja. Todo sin dejar de moverse frenéticamente. El interior de Hinata estaba poniéndose cada vez más húmedo y estrecho, su momento culminante estaba cerca al igual que el de su acompañante. Hinata llegó primero a su orgasmo, con un fuerte gemido que llenó toda la habitación. Ese mismo grito fue el que hizo que Obito la acompañara con su propio clímax, derramando su esencia en el preservativo que luego se encargaría de desechar.

Obito se quedó quieto un momento, viendo cómo las expresiones de su rostro iban cambiando poco a poco. Sonrió extasiado, tratando de grabar en su memoria cada detalle de sus lindas facciones.

—Abre tus ojos— le indicó luego de liberar sus manos, Hinata frotó sus muñecas al mismo tiempo que se iba acostumbrando a la poca luz de la habitación.

Se quedó perpleja al notar que la recamara estaba ligeramente diferente a como recordaba, dentro de ella habían más de esas cajas de cartón, algunos ganchos en el techo, y un gran espejo. Algunas cajas eran pequeñas, podía ver en ellas algunos dibujos, parecían juguetes de esos que Ino una vez compró para hacerle una broma a Salir. También se lograban apreciar muchas cuerdas, desde algunas gruesas hasta otras delgadas y cortas. Sus ojos temblaron ante lo que estaba descubriendo, ¿Obito era algún tipo pervertido?, ¿De los que disfrutaban del dolor y esas cosas?, Había escuchado por parte de Temari sobre esa clase de personas, siendo que ella era la que más experiencia tenía de su grupo de amigas. No creyó que esos fueran los gustos de Obito, en ese lugar había objetos que ni siquiera reconocía. ¿Para que necesitaba todo eso?, ¿Por qué tantas cuerdas?

El tiempo dejó de avanzar durante varios minutos, Obito no decía nada, colocándola más nerviosa. Decir que estaba impactada podría ser poco, se incorporó sobre el colchón con algo de dificultad, resintiendo la mirada de preocupación por parte del Uchiha sobre ella. Trataba de recuperar el aliento, por unos segundos no le fue posible respirar, sentía que todo sucedía en cámara lenta. Pudo ver detrás de Obito la puerta de la habitación, que estaba pintada de azul marino por dentro también, las paredes seguían siendo blancas, las persianas de la única ventana permanecían cerradas. A su lado, Obito frotaba sus muñecas, buscando cualquier indicio de que la hubiera lastimado, pero ella estaba bien, no había marcas en sus muñecas. Finalmente la miró a los ojos de nuevo, esperando alguna palabra por parte de ella.

A Obito le gustaba tener a la mano los objetos que le agradaba usar en sus parejas, por eso decidió llevar algunos al departamento, asignando todo a una habitación para poder dejar lo demás libre. Era verdad cuando dijo que el departamento le pertenecía a la joven Hyūga, por lo mismo, le dejó libre una habitación y el resto también, como la cocina o la sala. No quería llenar por completo el departamento de sus juegos, o convertiría ese espacio solamente en un sitio de encuentros sexuales. Prefería que sea algo neutral, dónde Hinata pueda asistir si quiere estar sola o pasar la tarde con su hermana o amigas.

—¿Es alguna clase de pervertido, Obito-san?— le preguntó sin dejar de lado su timidez. El Uchiha no logró evitar el pequeño rubor que cubrió sus mejillas, ella era tan inocente, tan adorable.

Rió ligeramente, era la última reacción que esperaba de Hinata —No soy un pervertido, simplemente hay algo que quiero proponerte.

—Dígame— le observó con sus bonitos ojos, ya no temblaba tanto, pero la seguía notando un poco cohibida. Ver todos esos objetos fue demasiado sorpresivo para la Hyūga, ningún libro que hubiera leído trataba un tema parecido, no sabía que sucedía y eso le inquietaba.

—Quiero que seas mi sumisa— escuchó perfectamente su frase, pero algo dentro de ella había desconectado. Sabía muy poco sobre esa palabra, por no decir que sus conocimientos eran prácticamente nulos —Tu forma de ser, tu personalidad... Llevamos poco de conocernos, aunque creo que es algo que no te molestaría. No pretendo decir que eres una persona sumisa, me refiero a que con tu poca experiencia, tal vez te gustaría que yo me haga cargo— seguía hablando y ella intentaba encontrar sentido a todo lo que decía. Sumisa, ¿Qué significaba realmente?

—¿Eso quiere decir...?— pasó saliva discretamente, tratando de acabar con el nudo que se formaba en su garganta —¿Quiere decir que le gustaría golpearme?— Temari era una amiga que tenía gracias a su puesto como presidente de su clase, la chica rubia era a su vez la representante de los alumnos de noveno semestre, ella era como la mayor autoridad entre sus compañeros. En ocasiones se reunían para discutir actividades escolares y otras cosas. Fue ella quién le llegó a contar sobre un novio de fetiches extraños, ¿Obito era como ese sujeto?

—No— negó rápidamente, sosteniendo sus manos con una ternura que desconoció en él —La sumisión no implica masoquismo, son dos conceptos distintos. Lo que yo deseo es verte cediendo el control a mí, que te pueda ordenar algo y tú no dudes demasiado. El masoquismo tiene que ver con el gusto por el dolor— dejó de hablar por un momento, en lo que tomaba aire para aclarar sus ideas y poder continuar —Personalmente, no me interesa lastimar, yo nunca te haría daño físico si se trata de algo con lo que no te sientas cómoda. Veo esto como un juego, una fantasía en la que busco tu placer y el mío.

—No entiendo, ¿Qué es una sumisa?— Obito se frotó el cuello en un gesto de nerviosismo, ella definitivamente era más inocente de lo que creía, necesitaría explicarle sin perder algún detalle.

—Gran parte del placer de una sumisa viene de complacer a su amo. Su emoción es realizar lo que él le pide. Pero eso no significa que yo solamente pensaré en mí, parte de mi trabajo es complacerte a ti, a mí sólo me gusta que me des el control— aún no entendía del todo, pero al menos ya no estaba en blanco. Comenzaba formarse un concepto propio de lo que significa ser una sumisa, la pregunta era si estaba dispuesta a serlo —También debemos establecer límites, nunca haremos algo que tú no quieras. Por ejemplo, a mí no me gustaría hacer algo que sea ilegal, nada con dolor extremo o que pueda ser riesgoso para alguno de los dos— la ojiperla asintió, eso de los límites le parecía una buena idea.

—Yo tampoco quiero algo con dolor— admitió bajando la mirada, el dolor es algo que no le gustaba, no estaba dispuesta a tolerarlo. Si terminaba llorando cuando se cortaba con una hoja de papel, no quería imaginar lo que sucedería si jugaban con algo que implicara lastimar alguna parte de su cuerpo.

—También quiero aclarar que hay respeto entre nosotros, esto es como un juego, y jamás voy a pretender hacer algo que falte a ese respeto que te tengo— con eso también estaba de acuerdo, el respeto y la confianza era algo que apreciaba demasiado.

—¿Qué le gusta a usted de este juego?— pretendía descubrir porque era de esa manera, él decía que le gustaba tener el control sobre ella, pero no lo sentía de esa manera cuando estaban fuera de ese departamento. Él no la obligaba a realizar algo que no quisiera, aunque si lo pensaba, tal vez si era un poco controlador. No todo el tiempo, eso sí debía admitirlo.

—¿A mí?— ella asintió. Obito pensó detenidamente su respuesta, nadie le había preguntado lo que a él le gustaba, que Hinata lo hiciera no le molestó. Al contrario —Me gustan mucho las cuerdas, tener atada a mi pareja. Ellas depositan su confianza en mí, eso me agrada.

—¿Han habido más aparte de mí?— cubrió sus labios después de que la pregunta saliera de su boca, no fue su intención hacerlo, era sólo un pensamiento que llegó a ella después de escuchar lo último que le confesó.

Asintió sin dejar de verla —Algunas, nada serio realmente— saber que no era la primera le molestaba un poco, pero también le aliviaba de cierta manera. Eso quería decir que él ya tenía experiencia en esa práctica, sería menos probable que le hiciera daño.

—Cuando estábamos juntos, cuando usted... Dijo algo sobre una palabra de seguridad— jugó con sus dedos índices, viendo la manera en que empujaba uno contra otro, como si eso fuera lo más interesante del mundo.

—Eso es lo más importante— le acarició sus piernas que seguían desnudas, no buscaba seducirla nuevamente, sólo distraerse un poco a sí mismo —Funciona para que me digas cuándo debo detenerme, no importa la razón. Yo escogí "efímero", pero también podemos usar el semáforo. Eso es algo muy común. Cuando digas rojo, yo me detendré al instante. Por ningún motivo aceptes algo que te disguste, yo no me molestaré por no realizarlo, si eso te incomoda.

—Lo comprendo.

—¿Y?, ¿Aceptarías ser mi sumisa?— Hinata se salvó de responderle en ese instante, su celular comenzó a sonar desde la sala avisando de una llamada entrante, lo había dejado allá desde que llegaron. Completamente abandonado.

—¿No le molesta si...?

—No, adelante. Contesta tu celular— la interrumpió, no hizo falta más palabras, Hinata salió de la cama en dirección a la sala. Quería correr, pero sus piernas seguían temblando demasiado.

Tomó la llamada, sus pasos la llevaron de regreso a la habitación, donde Obito ya comenzaba a guardar las esposas dentro de un estante. Se sentó en la cama, intentando saber porque Sakura no le hablaba, pensó en colgar imaginando que fue una llamada accidental, y antes de que lo hiciera su amiga habló.

—Hinata-chan— murmuró entre sollozos, la preocupación se hizo evidente en la Hyūga.

—¿Sakura-chan?, ¿Qué sucede?— Obito se acercó a ella al verla alterada, se situó a su lado, rodeando sus hombros en muestra de apoyo. Para hacerle ver a Hinata que estaba con ella.

—No quiero causar molestias, Hinata-chan— su voz se veía interrumpida por su propio llanto, no entendía que sucedía, pero debía ser algo sumamente grave. Sakura era una de sus amigas con más carácter, era fuerte y difícilmente se dejaba intimidar por los acontecimientos en su contra —No quiero regresar a casa, no quiero que mis padres me vean de esta manera.

—¿Quieres quedarte en mi casa?— le ofreció amablemente, sonaba como una madre realmente preocupada por su hija, lo cual enterneció al Uchiha a su lado. Sin duda podía ver lo buena persona que era ella, no merecía haberse cruzado en su camino.

—Perdón, se lo habría pedido a Ino, pero ella dijo que sus padres no estaban pasando por un buen momento esta noche— en verdad que no quería molestar a su amiga, ella sabía perfectamente que la familia de Hinata tal vez no podría recibirla, ellos no tenían una casa demasiado grande. Incluso la ojiperla les había contado que compartía habitación con su hermana Hanabi, sin embargo, ya no tenía a quien más pedir ayuda.

—No te preocupes, Sakura-chan. Puedes quedarte conmigo— le consoló saber que podría estar en otro lugar que no fuera su casa, ahora solo tendría que enviarles un mensaje de texto a sus padres para avisar que estaba haciendo un proyecto con Hinata, y se quedaría a pasar la noche con ella —¿Quieres que vaya a buscarte?, ¿En dónde estás?

—¡No! — su negativa tan apresurada le desconcertó, se escuchaba tan desesperada y eso sólo preocupaba más a la Hyūga —Yo iré a tu casa. Te veré allá.

Colgó la llamada, para la total confusión de Hinata. Su amiga ni siquiera le había contado el motivo que la tenía en ese estado. Le dejó un mal sabor de boca, tan ensimismada estaba en sus pensamientos que no notó cuando Obito la cubrió con su saco de vestir. Seguía sin verlo, sin articular palabra, él intentó llamar su atención apretando ligeramente su rodilla.

—¿Quieres tomar un baño antes de que te lleve a casa?— ella no le dirigió la mirada, tenía la vista en ningún punto fijo, completamente perdida.

—No, Neji-niisan lo notaría. Entonces se daría cuenta de que no fui a cenar como le dije— reconoció que era cierto, tal vez llevarla a casa luego de tomar una ducha no representaba la mejor opción, su familia se preguntaría en donde había estado.

—¿Quién es Sakura?— Hinata se removió en su lugar, no esperaba que Obito hubiera estado prestando atención a su conversación. No se sentía del todo bien después de hablar con su amiga, es como si en verdad no hubiera podido ayudarla en nada.

—Es mi amiga, ella no quiere regresar a casa esta noche— inició su relato, sin estar segura de sí era una buena opción o no. Admitía que Obito en ocasiones le inspiraba confianza, pero no sabía si para contarle esa clase de temas —La esperaré en mi casa, se quedará conmigo.

—También puedes decirle que se quede aquí— la ojiperla se sorprendió por lo que dijo, él se limitó a sonreír transmitiendo tranquilidad a su ser. Era probable que a Hanabi no le gustaría compartir la habitación con alguien más, y ahora tenía una segunda elección —Y podemos pasar por ella en mi auto, si eso quieres.

—¿De verdad?

—Sí, te dije que el departamento es tuyo. Puedes invitar a tus amigas— Hinata lo abrazó sin pensarlo, feliz de que decidiera ayudarla. Obito trataba de organizar sus pensamientos, ella no parecía consciente de que seguían desnudos, y esa posición sencillamente no favorecía a que su cuerpo no reaccionara a sus ardientes deseos.

—Vamos, llama a tu amiga en lo que me vuelvo a vestir— la separó con delicadeza de su cuerpo, procurando no ser demasiado brusco. Si lo hacía es porque no quería terminar con ella en la cama nuevamente.

Obito cerró con llave la habitación que utilizaba para estar con Hinata antes de irse, no se arriesgaría a que la amiga de la ojiperla abriera esa recamara ni por curiosidad.

—Si vistes de esa manera es porque quieres llamar la atención, querías que alguien te tocara como lo haré yo— su sonrisa era retorcida, algo que no entendía, no lo conocía lo suficiente pero siempre se le miraba con una actitud amable hacia los demás.

—¿Cómo di-dijiste?— preguntó la temblorosa chica, con la esperanza de haber escuchado mal sus palabras.

Sakura agitaba su cabeza de un lado a otro, como si con ese movimiento pudiera borrar los horribles recuerdos del reciente encuentro. Se observó a si misma, tenía el cuerpo lleno de moretones, su ropa estaba rasgada, revelando un poco más de su suave piel. Además de las marcas de sus manos en sus muslos, también tenía marcas de mordiscos por su cuello y otras partes que comenzó a cubrir con su blusa. Hinata no podía verla de esa manera, ella se asustaría demasiado, y ya suficientes preocupaciones tenía con su hermana para darle otra carga. Limpió sus lágrimas con sus manos, entonces fue consciente de los moretones en sus muñecas, lo que indicaba que había sido sujetada de forma violenta.

—Ayuda, por favor— había pedido en medio de su incontrolable llanto, en lugar de conseguir lastima por parte de su agresor, lo único que obtuvo fue otro golpe más que se sumaría su lista de moretones.

—¿Acaso quieres que te vean así?— cubrió su boca con su fuerte mano, impidiendo que siguiera llamando al velador que siempre rondaba por ese sector de la facultad —¿Quieres que vean lo mucho que estás disfrutando?

Ella apretó sus manos con fuerza, sintiendo pánico y negándose a aceptar lo que era obvio. Ese chico le hizo daño, la tomó sin su consentimiento, había abusado de ella. Era tan evidente y aún así se negaba a aceptarlo, no podía ser posible. ¿Por qué a ella?

Ese día había quedado de reunirse con Sasuke en la biblioteca de la universidad, por la tarde para poder estudiar sobre los temas que ella no comprendía bien, y en los que su compañero era un experto. A pesar de que la hora la indicó él, por ser cuando podía ir a su encuentro, Sasuke la dejó plantada. Le envió un mensaje por la noche, diciendo que lamentaba no asistir, en ese momento se molestó con él por no acordarse más temprano de ella. Ahora lo culpaba por hacerla estar en ese lugar, en la hora equivocada. Sakura le insistió mucho al velador para que le permitiera quedarse unas horas más, argumentando que su compañero se había retrasado, apiadándose de ella, finalmente aceptó. Inclusive le indicó que mientras ella seguía estudiando, él iría a cenar en la sala de profesores, le dio la llave para cerrar la biblioteca y dejarla en la entrada si llegaba a irse antes de que el regresara. No contaba con el hecho de que alguien llegaría a la biblioteca durante el tiempo que el velador se encontraba lejos. Nadie pudo escuchar sus gritos y suplicas.

—¿Logras ver esa cámara de allí?— Sakura siguió la dirección de su mirada, justo donde una gran lente permanecía entre algunos libros —Estoy grabando nuestro encuentro, ahora tengo tantas fotografías de ti, mostrándote como una cualquiera. Ahora eres mía, y será mejor que no me hagas enojar. No quieres que estas fotos terminen en otras manos, ¿Verdad?

Comenzó a temblar de rabia, lo odiaba, odiaba a ese chico por hacerle eso. Aún más grande que su odio, estaba su temor. Él ahora podía hacer lo que quisiera con ella. No terminaba de procesar sus palabras, mucho menos sus acciones.

—No entiendo porque lloras tanto, pasamos un buen rato— le dijo al final, como si fuera lo más normal del mundo. Después prosiguió a seguir ordenando su ropa, mientras a ella la dejaba sobre una mesa abandonada.

La expresión de Sakura seguía siendo de completo terror, abrazaba sus piernas mientras más lágrimas se deslizaban por sus ojos —Él...— su voz bajaba de volumen, como si temiera que alguien pudiera escucharla —Él me...— cerró sus ojos, sus manos se aferraban a la mochila que le habían quitado para luego lanzarla. Ella estaba sentada en el suelo, temblando con fuerza, su rostro era una combinación de dolor y horror —Él me... Él me...— no logró terminar la oración, cubrió su rostro y sollozó sin contenerse.

El sonido de su celular la hizo moverse de su lugar, a tientas buscó entre su mochila, lo había vuelto a guardar luego de llamar a sus amigas. Ir a su casa no era una opción.

—Sakura-chan, dime dónde estás. Iré por ti— quiso negarse, decir que ella podía llegar sola a casa, pero no lo hizo. No tenía la fuerza suficiente para moverse.

—En la biblioteca de la facultad— fue su corta respuesta, esperando que fuera suficiente para que Hinata no hiciera más preguntas.

—Llegaré en unos minutos.

—Por favor, Hinata-chan, no vengas tú sola.

Sakura salió de aquel horrible lugar, dejó la llave debajo del tapete de la puerta y regresó el saludo del velador que recién regresaba, él aún estaba a una distancia retirada de ella. En términos generales, se sentía devastada, ¿Qué era lo que sucedía con ella?

Se esforzó por sonreír, para no dar la impresión de estar pasando por un mal momento, sin embargo, el resultado era totalmente contrario a su propósito. La chica recordó de nuevo lo sucedido, limpió las lágrimas que querían salir de sus ojos al ver el auto que se acercaba. Lo reconoció como el vehículo que traía a Hinata por las mañanas, lo observó con detenimiento para verificar que lo fuera.

—¡Sakura-chan!— Hinata de inmediato bajó del auto al vislumbrar a su amiga sobre la banqueta que daba a la calle principal de la universidad, se miraba tan perdida y lastimada.

Obito bajó del auto enseguida de su acompañante, la amiga de Hinata no estaba en muy buen estado. Parecía que hubieran intentado asaltarla, o peor aún... Esperaba que no se tratara del segundo escenario. La cubrió con su saco, como lo había hecho antes con Hinata, la pelirosa le agradeció débilmente y se acomodó mejor aquella prenda. De esa manera cubría todas las marcas que ese chico dejó en ella.

La ojiperla decidió subirse en el asiento trasero del auto, junto a su amiga para hablar sobre lo que le sucedió. La tensión del momento se sentía dentro, el silencio no natural que permanecía no le hacía sentir menos incómoda. Notó que el hombre que acompañaba a Hinata movía sus labios en dirección a la azabache, le dedicó una última mirada antes de regresar su vista al frente y encender el auto. Su amiga tocó su hombro con cuidado, preguntando sin necesidad de hablar si estaba bien.

—Descuida, Hinata-chan, sólo es una tontería sin importancia— intentó reír simulando que no ocurría nada, su voz fue bajando hasta que su sonrisa se apagó —Fue Sasuke-kun, me dejó plantada una vez más.

El Uchiha en el auto apretó más el volante, su primo se reuniría con esa chica, ¿Eso quería decir que él era el culpable de su estado físico?, Suspiró para deshacerse de esa idea. Ella había dicho que su primo no apareció, y no consideraba a Sasuke un hombre capaz de lastimar a una mujer, él vivía maravillado por su madre. Y aunque no parecía, respetaba mucho a las chicas.

—Hum— miró a su amiga, no la convencía su versión, pero tampoco quería presionarla. Tal vez por la mañana podría estar más tranquila, y hablarían con honestidad —Lo siento, aún no te he presentado a mi jefe— señaló con su mano derecha al hombre que continuaba conduciendo por las calles iluminadas de la ciudad —Su nombre es Obito Uchiha.

Sakura palideció, había culpado a Sasuke de su estado, sin ser consciente de que un familiar suyo estaba a su lado. Debió esperar a que Hinata le dijera quien era él antes de hablar.

—Es un placer— Obito la miró por el espejo retrovisor, Sakura sólo atinó a asentir en silencio. Se hundió más en el asiento, permitiendo que Hinata la abrazara a modo de consolación.

La Haruno tomó todo el aire que le fue posible, tratando con desesperación de reunir valor para disculparse por decir aquella mentira. Pero antes de lograrlo, el auto se detuvo en un edificio de departamentos, vió a Obito salir y rodear el vehículo para abrirles la puerta. Hinata le tendió la mano a Sakura con una sonrisa.

—Mi apartamento es el número quince, en el segundo piso— parpadeó confundida ante su confesión, ¿Departamento?, ¿Desde cuándo Hinata tenía un departamento?, Ella había creído que irían a su casa.

—¿Tienes un departamento?— preguntó Sakura en voz baja, dándole la espalda al hombre y centrando su atención en Hinata.

—Bueno— respondió dudando de cuáles serían sus siguientes palabras —Estuve ahorrado, quería un poco de independencia y privacidad. Sólo no le comentes nada a mi familia, ellos aún no lo saben— su amiga afirmó para gran alivio de Hinata, ella procedió a tomar su mano para guiarla al edificio. Se encargaría de dejarla dentro de su departamento, y de pedirle que no intentara abrir la puerta azul marino, ella podía usar la habitación de a lado si quería.

Sakura se resistió a ser llevada por Hinata, antes quería devolver el saco de vestir que Obito amablemente le prestó. El Uchiha negó al ver lo que intentaba hacer, argumentando que Hinata se lo podía entregar después.

—Hay un poco de ropa en mi habitación, no somos la misma talla pero seguro algo te queda.

—¿Mañana nos podemos ir juntas a la escuela?

—¡Sí!

Obito esperó recargado en el auto, mientras ellas seguían caminando y desapareciendo de su vista, su voz también se iba perdiendo. Luego del silencio y la confusión inicial, ya le era posible pensar en la escena que se desarrolló hace unos momentos. Alguien había lastimado a esa pobre chica, alguien tan cruel como para dejar desgarrada su ropa y unas marcas de sus dientes sobre su piel. No estaba seguro de si había cumplido con su objetivo o no, pero sospechaba que lo logró.

No pasó mucho tiempo para que Hinata volviera a con él, según le informó, Sakura decidió estar sola. No quería compañía ni siquiera de ella que era su amiga. Eso la desconcertó, pero no fue capaz de ir en contra de las súplicas de la pelirosa.

—Ella estaba mintiendo.

—Lo sé— le contestó Hinata, viendo por última vez la ventana de su departamento. Sakura al final quiso estar sola, y Hinata no logró hacerla cambiar de opinión.

Regresó a su casa unos minutos antes de la hora que le indicó Neji, dejó sus zapatos en la entrada y caminó por el pasillo. Confiaba en no encontrarse con su primo, lo cual no fue posible, él la esperaba en la entrada de su habitación.

—Me alegra que esté en casa, Hinata-sama— la chica suspiró rendida, su primo era demasiado respetuoso con ella, y eso parecía que no cambiaría.

—A mi también, Neji-niisan— el Hyūga no dejó de mirarla con cuidado, posaba su mirada de arriba a abajo en busca de algún indicio de que algo andaba mal. Tal vez todo estaba en orden, y su prima decidió no tomar alcohol como se lo pedía siempre que salía de casa.

—¿Por qué tiene olor a perfume de hombre?— movía su nariz con delicadeza, como un pequeño conejo que respiraba el aire limpio del campo.

—Había un hombre en nuestro grupo, todas mis compañeras terminaron de la misma manera— trató de no delatarse con su tono de voz o sus movimientos nerviosos —Olvidé mencionar que tengo un chico como compañero. Su nombre es Suigetsu.

—Está bien, no hay problema— Neji le permitió retirarse a su habitación, y ella no argumentó nada más antes de salir corriendo a su puerta.

Se deslizó por la pared hasta llegar al suelo, afortunadamente Neji no se percató de su secreto, de lo que en verdad temía.

Ella no llevaba sus bragas.

Notas de la autora:

•De nuevo mis problemas con Wattpad 🙄 por eso tardé en publicar el capítulo :c

•Me fue un poco difícil escribir la parte en donde abusan de Sakura, es una situación que detesto :c aunque sirve para presentar al nuevo villano. Atentos, que él también terminará haciéndole daño a Hinata, pero no de la misma manera que a Sakura.

•Por el momento su identidad es secreta, y aún falta para que se revele. ¿Podrán descubrir de quién se trata?, Pista, sí pertenece al anime de Naruto. Además, su cabello es del mismo tono que nuestro querido Neji.

•Algo divertido que comento por si no lo notaron xd Sakura tiene el saco donde Obito guardó la ropa interior de Hinata 👀

Dejen sus votos y comentarios 💖

Nos leemos en la próxima actualización 👀❣️

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