Capítulo VII: Escoger.
Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.
Cuando se hablaba en la sociedad de Rin y Obito Uchiha, había una conclusión a la que todos solían llegar. No se amaban. Incluso en ocasiones parecía que se odiaban.
Esas conversaciones se repetían en las reuniones familiares de los Uchiha, en los pasillos de su oficina, con sus vecinos. Todos tenían la misma idea en mente, ellos pronto terminarían con un divorcio. Los rumores tan sólo podían especular sobre los motivos que separaron a la pareja. Iban desde la más elaborada como que alguno fue infiel, y las más descabelladas, que decían que alguno de los dos había cambiado sus preferencias. A Rin no solía importarle, estaba acostumbrada a escuchar como murmuran de ella a sus espaldas. Todo cambió cuando una enfermera de su fundación se acercó a mostrarle algunas fotos, en ellas se veía a su esposo junto a una mujer de espalda a la cámara. Su cabello era brillante y de un lindo color, como una noche en la que disfrutabas de un buen vino y la vista de la luna por la ventana, sus curvas daban la impresión de que se trataba de alguien joven, o bien, una persona que se dedicaba a realizar ejercicio con gran dedicación. Tal vez lo que la delataba un poco eran sus jeans ajustados, ella hace unos años dejó de usarlos. Se recordó a si misma que seguía siendo joven, tenía sólo veintitrés, pero reconocía que estaba envejeciendo más pronto de lo que debería. Parecía una mujer de casi treinta. Su trabajo la consumía demasiado.
"No se trata de Konan..."
Se quedó observando más las imágenes, la chica que se las había mostrado se las envío a su celular por petición propia. Debía descubrir con quién la engañaba ahora su esposo.
"Debe ser de mi edad, pero seguro es más llamativa" se mordió el labio inferior intentando no llorar. Tenía el presentimiento de que esa nueva conquista de Obito sería diferente. En el pasado, cuando él llegaba de haberla engañado, siempre la trataba como si fuera la mejor mujer del mundo. Imagina que su culpa podía más que su rencor, porque terminaba haciéndole el amor con dulzura y no con brusquedad como en otras ocasiones. Esa noche, Obito quiso evadirla al llegar, no le pidió perdón como antes, no le dedicó palabras bonitas de consuelo, tampoco quiso tocarla...
—Si tan sólo pudiera arreglarlo.
Suigetsu estaba sentado frente al escritorio, y ella a su lado, escuchando todo lo que él tenía que decir. Sus explicaciones eran claras y pocas veces surgían dudas, aún así, apuntaba todo en una pequeña libreta para no olvidar lo importante. Como por ejemplo, a Obito no le gustaba recibir visitas de su abuelo de un tiempo para acá, por eso debía evitar a toda costa que Madara Uchiha entrara a la oficina de su jefe sin haberlo alertado antes. Suigetsu decía que podía distraerlo ofreciéndole una taza de café, Madara era amante de las bebidas calientes, y el café era simplemente su favorito. Jamás se negaba. A Obito no le gustaba que le hablaran en horarios fuera de lo laboral, si lo hacía, debía tener una verdadera razón. Que un cliente llamara de última hora para cancelar una cita era una razón válida. Su jefe por ningún motivo debía recibir paquetes en la oficina o en su casa, para eso tenía una dirección especial, que recién había cambiado, Suigetsu dijo que luego se la daría. Tampoco tenían permitido espiar algo acerca de la compra, ellos sólo se limitarían a verificar el trayecto del paquete, si tenía un retraso o si llegaría antes. Las llamadas de su esposa no debían ser atendidas por ninguno de los dos, si ella quería comunicarle algo importante debería llamar al celular de Obito. Esta última era una nueva instrucción según Suigetsu.
—En realidad no es muy difícil, yo me encargaré de lo que pueda significar un problema, y tú de su agenda— no dijo nada porque aún seguía escribiendo, Suigetsu suspiró con una sonrisa. Ya pronto le conseguiría una tableta con otro departamento para ella, así sería más eficiente —¿Lo has comprendido?
—¡Sí!
—Bien, si tienes dudas sólo debes...
Su voz fue interrumpida por el celular de Hinata, que no dejaba de vibrar. Se avergonzó tanto que quiso esconderse en cualquier lugar, sin duda fue mala idea dejar su celular sobre el escritorio.
—¿No piensas responder?— Suigetsu prestó más atención en la pantalla que se iluminaba —Es una videollamada.
—¿P-puedo...?
—Claro, pero será mejor que Obito-san no te vea— el peliblanco miró unos segundos a la puerta de la oficina, seguía cerrada desde que Konan había entrado. Él sabía bien que esos dos solían pasar horas adentro sin siquiera ver la luz del día hasta que terminaba el turno, por eso era poco probable que descubriera a Hinata atendiendo una llamada —No le gusta que usen el celular en el trabajo por motivos personales. Sólo puedes atender llamadas importantes, y debes hacerlo lejos de esta área.
—¿Entonces debo salir?
—¿Eh?, No, no lo creo— le sonrió un poco, algo nervioso al no saber cómo tomaría la situación. Lo último que quería era otra Tayuya en el grupo —Si Konan está con Obito-san, dudo mucho que él quiera salir de la oficina.
Una punzada que no logró identificar borró la buena actitud que estaba recuperando. ¿Qué tanto hacían esos dos?, ¿Por qué no podía escuchar aunque fuera un poco de su conversación?, ¿Obito y Konan estarían...?
—Perderás la llamada— le recordó Suigetsu, atrayendo a la ojiperla de nuevo a la realidad —Tal vez sea importante dado lo insistente que es.
—¡Hinata-chan!— el grito de Ino resonó por el pasillo donde se encontraban los escritorios de sus nuevos compañeros, casi le da un ataque de miedo al ver la mirada asesina de Tayuya. De inmediato bajó el volumen al mínimo posible, aunque la voz de Ino seguía siendo fuerte —Hasta que te dignas a responderme. ¿Tienes idea de lo preocupada que estaba por ti?, Lo último que me dijiste fue que pasarías la noche...
—¡Ino-chan!— chilló completamente aterrada, cubrió la bocina en un intento por apagar la voz de su amiga —Estoy en el trabajo, ahora no.
—¿Ahora no?— repitió, incrédula por el tono que su amiga usó con ella —¿De verdad me dejarás sin decirme lo que ocurrió?
—Aprovecha el descanso— habló Suigetsu captando su atención, él permanecía escribiendo en su celular, sin tomarle demasiada importancia a la conversación que tenía con su amiga —En unos minutos tendremos media hora para comer.
—¿Comer?, Pero no he traído algo— y como si fuera a propósito, su estómago emitió un ruido para hacerse notar.
—Abajo hay una cafetería para nosotros, pero si quieres más privacidad puedes ir al café que está a una cuadra— sus ojos se encontraron, Suigetsu era demasiado hábil leyendo cada una de sus expresiones, era como si viera dentro de su mente.
—¿Escuchaste eso, Ino-chan?
—Sí, sí— resopló molesta, ese tipo se había metido a su conversación sin ningún derecho —Envíame la ubicación, llegaré enseguida.
—De acuerdo.
Su amiga soltó una carcajada ante su último comentario, tan alegre estaba por el alcohol que consumían que brindó una vez más. Sus copas volvieron a llenarse, un brindis por el amor, un brindis por los problemas, un brindis por el sexo fácil. Así de simple era ser sincero con Konan, fácilmente podía señalarla como una de sus mejores amigas. Tal vez de las únicas.
—Debiste ver su cara cuando le dije que creía estar embarazada— Konan limpió con sutileza las pequeñas gotas que escapaban de sus ojos producto de la risa —Fue realmente divertido.
—Eres detestable— volvió a reír, era prácticamente imposible tomar a Obito en serio cuando intentaba insultarla. El jamás era bueno en eso.
—Ajá— le quitó la copa y la botella de las manos, lo último que quería era tener que batallar a un Obito ebrio —Suficiente de hablar de mi. Dime algo sobre lo que te está molestando, es por eso que me has llamado.
—Konan— comenzó a hablar en un hilo de voz.
—¿Se trata de una mujer?
El suspiro de su amigo le dió la respuesta. Ahora la pregunta era quién. Acarició un poco su hombro en señal de apoyo, en su mirada no había tristeza, sólo culpa.
—¿Le hiciste daño a alguien con uno de tus estúpidos juegos?
—¿Qué?, No— Obito pareció despertar un poco más con su pregunta, parecía algo horrorizado de que Konan pensara eso de él —Por supuesto que no.
Cruzó los brazos, y la pierna derecha sobre la izquierda, se encontraba sentada sobre el escritorio a lado del lugar donde Obito apoyaba los codos. Su falda se subía lo suficiente para ver un poco sus piernas firmes, pero sin llegar a ser vulgar. En otros tiempos, esa vista le habría provocado que no la dejara salir de la oficina, tal vez también la llevaría a algún lugar más privado.
—¿Entonces?— le insistió a continuar cambiando su mirada dura a una más amigable. Como una hermana realmente preocupada por su hermano menor. Probablemente esa era la relación que siempre habían tenido.
—Estuve con alguien.
—¿Y?, ¿Eso qué tiene de nuevo?— Obito gruñó por lo bajo al verla actuar indiferente de nuevo. Al parecer quién tenía unas copas de más era ella y no él.
—Que fue diferente. Prácticamente la tenía acorralada para que aceptara— reconoció desviando la mirada, eso era algo de lo que no se sentía orgulloso —Pensé que no habría problema, que ella no tenía a nadie. Pero ahora resulta que gusta de alguien más.
—¿Y se acostó contigo para olvidarlo?— arqueó una ceja, si era sincera no estaba comprendiendo bien la situación de su amigo.
—No, ella no es esa clase de persona. Es muy ingenua y creo que por eso fue fácil manipularla— sintió la intensa mirada de Konan sobre él, sabía que debía preguntarse qué había hecho en esta ocasión —¿Recuerdas que mi abuelo me pidió un heredero?
—Sí, lo hace porque sabe perfectamente que Rin no puede tener hijos.
El Uchiha asintió —Se puede decir que estoy alquilando un vientre, eso era lo único que quería al principio. Pero sabes bien cuando reconozco a una mujer que aceptaría lo que pretendo, y ella es así. Estoy seguro de que podríamos llegar a divertirnos juntos.
—¿Estás completamente seguro?, Recuerda que te confundiste conmigo— Obito frotó su cuello al recordar el dolor que los golpes de Konan le provocaron.
En el pasado, ambos se habían unido más al ser traicionados por sus parejas, tanto que el sexo casual comenzó a ser algo cotidiano. Pronto, Obito dejó salir sus deseos más reprimidos, y aunque al principio fue estimulante intentar algo nuevo, su relación terminó fallando. Konan era fuerte e independiente, no le gustaba obedecer a alguien más. Todo lo contrario a lo que Obito buscaba. Ella era demandante, no una mujer a la que le podían decir que hacer. Obito lamentablemente lo aprendió a la mala.
—Lo estoy.
—¿Cuál es el problema?
—La terminaré lastimando— aseguró, estaba noventa por ciento seguro de que le haría daño de alguna u otra forma —Es demasiado inocente, era su primera vez...
—¿Qué?— ahora la mujer a su lado se mostraba realmente sorprendidas —¿A mi edad y siendo virgen?
Konan dió por hecho que su nueva amante tenía la edad de ambos, y él no sería quien la sacaría de su error. Era mucho mejor que siguiera así.
—Sí.
—Por favor, dime que fuiste gentil y no la asustaste— su mirada era casi suplicante.
—Claro que lo fuí, no soy ningún monstruo— casi grita, pero logró contenerse. No quería que nadie fuera de la oficina escuchara su conversación —Aunque admito que me comporté como un idiota cuando despertó.
—Así eres tú, uno termina acostumbrado— Obito la fulminó con la mirada. Detestaba cuando el alcohol volvía a Konan una mujer sin respeto por los demás.
—No estás ayudando.
—Ya, ya. Lo siento— frotó su sien, cansada de tener que ayudar a otros con sus problemas. Tan sólo pedía un día de descanso, nada más que eso —¿Te molesta saber que ella está enamorada de otro?, ¿Es eso?
—Me puse en su lugar, claramente prefiero a la persona de la que siempre he estado enamorado, pero me quedo con el otro por obligación— la miró directamente a los ojos, necesitaba con urgencia su sinceridad —¿Lo entiendes?
—Sí, no quieres que esté contigo sólo por un contrato. Quieres que ella lo decida— Konan le dedicó una sonrisa. Si lo pensaba detenidamente, Obito estaba siendo amable al pensar en los sentimientos de aquella mujer. Era algo que le agradaba de su amigo, aunque le gustaba que las mujeres le obedecieran en lo que respecta al sexo, Obito nunca las obligaba a realizar algo que no querían.
—Sí. Le di la oportunidad de elegir entre él y yo. Estoy dispuesto a sacrificar mis planes por ella— esto último lo dijo con algo de amargura. Le molestaba tener que ser considerado, porque él hace mucho tiempo que no era así —¿Lo ves?, Estoy completamente loco.
—Vaya... El gran Obito Uchiha no es tan bueno teniendo sexo como él pensaba— una vena saltó de su frente demostrando su molestia —Por eso tiene miedo de que lo dejen por otro.
—Konan— le reprendió.
—Sabes que es broma— Konan se acercó más a él —Hiciste lo correcto, Obito. No era una buena idea retener a alguien sólo por tu propio bien. Te terminaría odiando porque le estabas negando la oportunidad de tomar sus propias decisiones.
—Sí, tal vez tienes razón.
—Ella escogerá, y deberás aceptar su decisión. Sea cual sea.
Ambos seguían con la vista puesta en el otro, fue Obito el primero en reaccionar, sonriendo por la imagen que se desarrollaba frente a él. Acercó su dedo para limpiar el resto de sal que había en la comisura de sus labios, fue en ese instante en que Hinata entró sin avisar.
—Obito-san— sentía los latidos de su corazón en los oídos. Él reaccionó retirando sus manos del rostro de su amiga —L-lo siento. No quise in-interrumpir.
—Descuida, no interrumpes nada— Konan le dedicó una sonrisa amable. Hinata entendió porque Obito podría estar interesado en ella, Konan claramente era una mujer hermosa y de gran personalidad. En cambio, Hinata no sentía que tuviera alguna de esas cualidades.
Obito endureció su expresión, cosa que no pasó desapercibida por ninguna de las mujeres presentes —Hinata, debes tocar la puerta antes de entrar.
—Sí, yo... De verdad lo siento.
—No te preocupes— la mujer de linda sonrisa le dió un ligero golpe en el hombro a Obito, él apoyó su barbilla sobre su mano y desvió la vista.
—¿Qué necesitas?— saltó asustada al ver que se dirigía a ella.
—Suigetsu-kun fue a comer, yo también me retiro— pasó saliva fuertemente, por más que lo observaba con sus brillantes ojos perla, él ni siquiera le dedicaba una sola mirada —¿Necesita algo?
—No, puedes irte tranquila— le respondió, mirando a Hinata cuando ella estaba por retirarse. No podía ver sus lindos ojos sin sentirse culpable por lo que hizo anteriormente.
—Gracias...
La puerta se cerró con un suave click, Konan por fin dejó de prestarle atención a la chica para ver a su amigo. Ella tenía una sonrisa de medio lado, algo sucedía y no podía comprenderlo —¿Está todo bien?
—No, nada está bien.
La tarde había caído sobre la ciudad, con su tono anaranjado que le encantaba. Caminaba por la acera con un rostro cansado, los recuerdos de su día le atormentaban lentamente acabando con su cordura. Elegir. Era demasiado difícil tener que hacerlo.
Pronto llegó a su destino, una cafetería modesta ubicada en una esquina. A su alrededor se encontraban diversas tiendas, por ese motivo no era una sorpresa que tuviera muchos clientes. Empujó la puerta para entrar, buscaba con la mirada a su amiga, quién le avisó hace unos minutos que ya estaba en el lugar. La cabellera de Ino sobresalía sobre las demás, pero fue la forma insistente de mover sus brazos lo que la hizo darse cuenta de su presencia.
—Hola, Hinata-chan— saludó con gran alegría. Ino se tomó la molestia de ordenar un frappé para cada una —También ordené tu emparedado favorito.
En ese momento se percató del platillo que acompañaba a su bebida. Se sintió tan aliviada de poder comer algo después de tantas horas. En la mañana sólo había desayunado, luego escapó con Naruto y lo único que comió fue un helado. Sin duda moría por probar bocado.
—¿Por qué me dijiste que no invitara a Sakura?— Ino fue directa con ella, como siempre solía ser. Hinata bebió un poco del frappé, para pasar por completo el bocado que le dió al emparedado.
—Lo siento, el tema la involucra y no quiero hacerla sentir mal— confesó rápidamente. Pronto volvió a comer de su emparedado, estaba tan hambrienta que creía que esa era la mejor comida del mundo. O al menos de la que había probado.
—¿Por qué la involucra?— arqueó una ceja, confundida por lo que su amiga dijo.
—Esta mañana, no asistí a la escuela porque me fui con Naruto-kun al parque— Ino no logró reprimir su expresión de asombro, jamás imaginó que su inocente amiga rompería las reglas —Me besó, Ino-chan. Actuaba como si yo le gustara.
—¿Y le creíste?— ella también bebió de su frappé. No le gustaba que de un día para otro Naruto pareciera interesado en su amiga. Él siempre decía estar enamorado de Sakura. Si por algún motivo, Naruto quería jugar con Hinata... Negó en silencio, su compañero no era de ese tipo.
—No lo sé. Estoy confundida.
—¿Qué hay de tu jefe?— dió un respingo, no estaba acostumbrada a que alguien supiera de su secreto. Le daba tanto miedo de que eso llegara a oídos de su familia, los decepcionaría ver que les mentía.
—Obito-san dijo que podía elegir.
—¿Qué?, ¿Te dejará ir tan fácilmente?
—Le dije que me gustaba Naruto-kun, creo que Obito-san no quiere arruinar mi posibilidad con él— sintió un cosquilleo en el estómago. Le pareció una decisión tan noble por parte del Uchiha, ella sabía lo mucho que Obito la necesitaba para tener un hijo, y estaba dispuesto a sacrificar su deseo por ella. Por su felicidad.
Ino suspiró, la pena se adueñó de su expresión en segundos —No quiero lastimarte, Hinata-chan, pero no creo que exista posibilidad con Naruto.
—¿Eh?
—Sólo piénsalo, hace unos días Naruto le pidió una cita a Sakura. Estaba demasiado triste cuando ella lo rechazó definitivamente— estudió con cuidado las reacciones de su amiga, sin duda se encontraba sorprendida —Nadie puede olvidar tan pronto y comenzar a amar a otro. Pienso que él está confundido, y temo que te arrastre con él.
—Entonces, ¿Tú crees que debería seguir con Obito-san?— sus ojos encontraron los de su amiga. En su interior deseaba que Ino dijera que si.
—Bueno, me parece bien de su parte que quisiera dejarte ir— reconoció frotando su mentón, lo que no le agradaba era el hecho de que probablemente sabía de quien hablaban en realidad —¿Cómo te trató anoche?, ¿Estuvieron juntos?
Hinata estaba asombrada con la actitud de su amiga, realmente pensó que Ino gritaría mientras le hacía distintas preguntas sobre su noche. Eso no sucedió, su amiga permanecía en calma, a la espera de sus respuestas.
—Él... fue gentil— recordar la ruborizó. No sabía cómo describir su encuentro, definitivamente no hubo amor, pero sentía una fuerte atracción y un lazo especial que los había unido.
—¿Te gustó estar con él?— la mirada de su amiga sobre ella era intensa.
Cubrió sus mejillas, cada vez más avergonzada —Me encantó.
Después de seguir charlando un rato, ambas terminaron su pedido, Ino se quejaba de lo llena que se sentía, mientras Hinata pensaba si eres buena idea pedir algo para llevar.
Su celular vibró, no tardó demasiado en contestar. Se trataba de su hermana y su primo, que le escribían para saber cómo le iba en su nuevo trabajo. El mensaje que llegó después la colocó más nerviosa, se trataba de Obito.
Espérame al terminar el trabajo, te llevaré a casa.
Gracias
Esperaré también tu respuesta. Avísame si necesitas más tiempo.
Bloqueó el celular, y a continuación, fijó su vista en el reloj que colgaba de la pared, por arriba de una columna, sus flechas marcaban unos minutos antes de que su hora de comida acabara. En teoría, ya debería estar de regreso a su puesto de trabajo, se decía a sí misma que si caminaba rápido llegaría a tiempo.
Ambas amigas se despidieron, prometiendo seguir en contacto por si algo nuevo surgía. Hinata le envío unos mensajes a su hermana y Neji para hacerles saber que estaba bien, aprovechó y también les contó un poco de su día. A su tío le avisó que no podría llegar a tiempo a preparar la cena, él dijo que no había problema, alguien más se podía encargar de eso.
Eran las ocho de la noche, el turno de su trabajo había terminado a las seis. La mayoría de los empleados se retiraron desde hace tiempo, con ella no quedaba ninguno de sus compañeros. Con excepción de Konan, que seguía dentro de la oficina de Obito. Deseaba irse de ese lugar de inmediato, pero también quería entrar a la oficina de su jefe e interrumpir lo que sea que estuvieran haciendo.
El sonido su celular detuvo el curso que estaban llevando sus pensamientos, de inmediato contestó para que el ruido no siguiera haciendo eco en ese piso tan vacío. Como una nota para el futuro, se recordó que debía poner en vibrador su celular.
—¿Sí?
—Hinata, ¿Dónde estás?— se colocó más derecha de lo normal en su propio asiento, era Neji quien le hablaba. Se apresuró a buscar algún pretexto que funcionara para que su primo le permitiera llegar más tarde.
—Sigo en el trabajo, hay al-algunos pendientes— controló su respiración para aparentar calma y no delatarse, también se aseguró de que nadie estuviera cerca de ella, de igual forma prefirió bajar la voz y así evitar ser escuchada por alguien más.
—¿A qué hora terminas?
—N-no lo sé— se mordió el interior de la mejilla, la mentira que estaba por contarle a Neji no era buena, pero era mejor que nada —Mis compañeros quieren dar-darme la bienvenida, me han invitado a un restaurante cerca del trabajo.
Se escuchó un suspiro del otro lado de la línea —¿Y quieres ir?
—Bueno, m-me parecería grosero no ir. El convivio es para celebrar mi llegada.
—Sí, es cierto— admitió después de unos segundos. No quería dejar ir a su prima, pero tampoco podía tratarla como a una niña todo el tiempo. Ella ya tenía edad suficiente para salir a un lugar sin la compañía de su familia —De acuerdo, puedes ir.
—Gracias, Neji-niisan— con su permiso se quitó un peso de encima.
—No llegues tarde, te quiero a la casa antes de las once— estuvo apunto de quejarse, pero su primo volvió a hablar —Antes de las doce, ni un minuto más.
—¡Sí!
—Nos vemos.
—Adiós— al terminar de hablar colgó la llamada, por fin podía sentirse menos nerviosa con respecto a su hora de llegada. Aunque el sentimiento de culpa por mentirle a Neji persistía dentro de ella.
Unas voces provenientes de la oficina llamaron su atención, Obito y Konan por fin salían de ese lugar. La risa femenina resonaba en sus oídos, ella tenía una voz hermosa, y ese no era su mejor virtud, aún había más. Detrás de ella, el Uchiha cerraba con una llave la puerta, por ese motivo, fue Konan la primera en notar su presencia. Hinata seguía sentada en su escritorio, sentía una fuerte opresión en el pecho, su vista borrosa le obligó a limpiar con discreción las lágrimas de las que no se percató.
—Cariño— le llamó Konan con dulzura, Obito se dió la vuelta al escuchar que su amiga hablaba con alguien más —¿Qué haces todavía aquí?
—Obito-san... Obito-san me pidió esperar— el Uchiha se sorprendió un poco, hablar con Konan siempre le hacía perder la noción del tiempo. No tenía idea de cuánto llevaba esperando Hinata, pero se sintió realmente culpable, a simple vista parecía que se había olvidado de ella.
Buscó su celular en el bolsillo de su pantalón, había recordado decirle que podía pedirle a Sasori que la lleve al departamento y que ordene su comida favorita con su tarjeta, eso debido a que su conversación con su amiga Konan se estaba alargando más de lo esperado. Su amiga necesitaba contarle sobre algunos problemas con su actual pareja. Se maldijo en voz baja al ver que su mensaje no se había enviado, Hinata llevaba esperándolo por más de una hora en el mismo sitio en que la dejó.
—Debiste irte luego de los primeros quince minutos, nuestro jefe suele ser muy impuntual— le dijo Konan, burlándose a propósito de su amigo —Alguien debe hacerle saber lo que se siente.
—Konan— le reprendió Obito con los ojos entrecerrados.
—Lo siento— murmuró la Hyūga, se sentía avergonzada y fuera de lugar.
Obito se acercó a ella con rapidez, y a continuación, se inclinó hacia abajo para quedar a su altura. Su mirada era enigmática, su mano incluso acarició su rodilla sin que Konan pudiera notarlo. Hinata se ruborizó con su cálido contacto.
—Lo siento, no debí hacerte esperar tanto— se disculpó Obito sin dejar de verla, se mostraba verdaderamente avergonzado al tenerla ahí cuando no fue a propósito.
Negó un par de veces, seguramente no fue su intención hacerlo, podía darse cuenta de lo sincero que era con su disculpa —Está bien.
—No, no está bien. Permíteme llevarte a casa— se enderezó para volver a su postura inicial, le extendió la mano y ella aceptó con una pequeña sonrisa. Le gustaba cuando se comportaba de esa manera, con tanta educación y no con indiferencia.
—Gracias.
Konan no dijo nada en ese momento, había algo en la escena que se desarrollaba entre esos dos que no lograba descifrar. Necesitaría observarlos unos días más para poder sacar conclusiones.
—Ya es tarde, Konan. ¿Quieres que te llevemos a casa?— Hinata pensó que era amble de parte de Obito ofrecer llevar a Konan, pero no quería decir que estuviera muy alegre al respecto, no le gustaba saber que Obito se interesaba en otras mujeres. Ella no sentía que logre competir contra una mujer tan bonita como Konan.
Tanto Obito como Konan no se percataron de los adorables mohínes de Hinata, productos de sus pequeños celos.
—No te preocupes, hoy pasarán por mí— le dijo Konan, para gran alivio de la joven ojiperla.
—Bien, te veo mañana.
—Adiós, Konan-san— se despidió Hinata sin poder verla, Obito ya la llevaba de los hombros, casi arrastrándola hacia el elevador. Ahora de pronto parecía tener prisa.
Y la tenía, no quería seguir bajo la mirada de análisis de su amiga.
—Lamento mucho hacerte esperar, no me percaté de que no envié el mensaje— se disculpó nuevamente cuando las puertas del elevador se cerraron, mostrándole el mensaje donde le decía que podía ir al departamento y él le ordenaría su comida favorita. Cuando ella terminó de leer, le permitió guardar su celular, Obito ahora sostenía su mano —¿Quieres ir a cenar?
—Eso creo— si era sincera no le prestó demasiada atención, estaba más concentrada en la unión de sus manos. Era algo íntimo y se sentía tan natural. También sonreía por el pequeño malentendido, Obito no la había olvidado, sólo fue un poco despistado al no enviar su mensaje.
—¿Pensaste en tu respuesta?— volvió al presente con esa pregunta, Obito seguía con la vista al frente, viendo su reflejo en las puertas brillantes del elevador —¿O necesitas más tiempo?
—Ya lo pensé, tengo una respuesta— le contestó al tiempo que se abrían las puertas y salían al estacionamiento subterráneo.
Obito encendió las luces de su auto con el llavero que guardaba en su bolsillo, no volvió a hablar hasta que estuvieron dentro del vehículo. En opinión de Hinata, eso era lo mejor, así podían tener más privacidad. Nadie los miraba, tampoco los escuchaban. Eran solamente ellos dos.
—¿Prefieres que el aire acondicionado esté encendido?— no era una noche de calor insoportable, aunque admitía que prefería que dentro del auto estuviera fresco.
—Sí, está bien.
—Puedes decírmelo, no habrá rencores— él seguía sin verla, ya presentía cual sería su respuesta. No estaba del todo seguro si quería escucharla.
—Antes, hay algunas cosas que quiero saber.
—Dime.
Se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja, luego lo volvió a dejar como antes. Se encontraba sumamente nerviosa, hablar con hombres no siempre fue su mayor fuerte, ni siquiera tenía suficientes conocimientos sobre relaciones amorosas. Lo poco que sabía era gracias a sus amigas, y a los libros que leía.
—¿Usted y Konan-san son pareja?
Obito giró su cuello un poco para poder verla, no esperaba esa pregunta de su parte —No, ella es mi amiga. De mis mejores amigas.
—¿Está siendo sincero conmigo?— se felicitó mentalmente por no estar tartamudeando, en ese momento debía mostrarse firme.
—En el pasado, intentamos ser más que amigos— reconoció un poco incómodo —No funcionó. Ella se ha convertido en una hermana para mí.
Quiso suspirar de alivio. No tenía porque preocuparse de la presencia de Konan. Reprimió todo intento de hacerle notar que se sentía bien saber la verdad, no quería que él se diera cuenta de que estaba celosa. Ese era un sentimiento terrible que prefería no tener que volver a experimentar.
—¿Y su esposa?, ¿Usted la ama?— esa era la segunda pregunta que tanto había querido hacer.
—No— a Obito no le llevó demasiado tiempo responderle. Su abuelo tenía razón al decirle que sólo era uno de sus caprichos.
—¿Y ella lo ama a usted?— esa era la última pregunta, su última duda.
—Lo dudo mucho— Rin siempre había estado enamorada de Kakashi, y él cometió el error de no reconocerlo. Los separó aunque no fue su intención. La traición lo había cambiado todo, Obito no quería verlos juntos porque seguía creyendo que merecían sufrir por haberlo lastimado.
Deseaba preguntarle el motivo de que siguieran juntos, si ninguno de ellos sentía amor por el otro. No lo hizo, tenía miedo de seguir preguntando y acabar con la paciencia de Obito. Eran preguntas muy personales después de todo.
—Lo elijo a usted— el Uchiha parpadeó lentamente, varias veces sin dejar de mirarla, no creía estar escuchando bien —Elijo a Obito-san.
Obito se quedó observándola en silencio. Ella era preciosa, y de eso no tenía duda. No comprendía porque había decidido escogerlo a él, pero no planeaba quejarse. Con una sonrisa en su rostro, se atrevió a tocar su mejilla, pasando su dedo pulgar por sus suaves labios. Hinata le esperaba con la sonrisa más tímida que pudo haber mostrado, su intenso sonrojo le pedía a gritos que acabara con su tortura y actuara pronto. Con gran determinación, Obito se acercó más a su boca, estando a sólo unos centímetros descubrió lo mucho que había deseado ese momento.
—Haré que no te arrepientas de escogerme a mi. Te lo prometo.
Y la besó, primero con ternura y al final pidiendo más de ella. Su nombre salió de sus labios de manera suave cuando él bajó por su cuello, Obito detuvo sus manos para impedir que lo atrajera de nuevo a sus labios. Exploró un poco más de ella antes de volver a su beso inocente y lleno de sentimientos encontrados.
—¿Ahora iremos a cenar?— le preguntó ella sin apartarse por completo de él.
—No, iremos al departamento— el Uchiha sonrió —Tengo algo planeado para ti.
Si Hinata escoge a Obito es más por lo que dijo Ino, en este punto de la historia xd porque creo que de haber sido por ella elegía a Naruto 😅
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Nos leemos en la próxima actualización 👀
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