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Capítulo IX: Acepto.

Declaimer: Los personajes de Naruto NO son míos, pertenecen a Kshimoto, yo sólo los uso para crear esta historia, sin fines de lucro, con el único objetivo de hacer pasar un buen momento al lector.

La vida de una mujer tan ocupada como lo es Rin, no conocía de estabilidad. En ocasiones pasaba largas noches trabajando en su fundación, otras atendiendo pacientes en el hospital que trabajaba. Hoy era diferente, ese día había vuelto temprano con la idea de cenar con su esposo, pero terminó compartiendo un espacio en el comedor con Madara Uchiha. Desde hace meses que a su casa no la podía considerar como propia, tampoco ajena. Se sentía en medio de dos líneas que chocaban, tirando una de la otra para ver quien se la llevaba. Unas noches compartía escenarios tan familiares con aquellos dos hombres, y al día siguiente la trataban como si todo lo anterior no hubiera sucedido. Por parte de Madara, podía sentir todo el rencor que él no se molestaba en disimular, Obito solamente se disculpaba y le pedía que no prestara atención a su abuelo. No es como si realmente hiciera algo para detener esa mala relación que mantenían.

En la entrada de su gran habitación, su esposo se detuvo al verla todavía despierta, era evidente que no esperaba tener que enfrentarla y darle explicaciones del porqué de su llegada a esa hora. Sin esperar a que ella dijera una palabra, Obito tomó asiento a la orilla de la cama, frotaba su cuello para disipar la tensión que sentía desde que dejó a la amiga de Hinata en el departamento. Rin se acercó a él con sigilo, lo ayudaba a quitarse la corbata al mismo tiempo que usaba sus manos para reemplazar las de Obito.

El Uchiha se dejó hacer, estaba demasiado exhausto como para querer apartarla en ese momento. Obito y Rin se miraron el uno al otro durante algunos segundos que parecieron eternos, ella con desconfianza y él con una expresión indescifrable.

—¿Dónde estabas?— un suspiro escapó de los labios de su esposo luego de esa pregunta, no estaba del todo segura de sí se debía a lo que dijo o a que encontró la parte de su cuello en que se acumulaba toda su frustración.

—Ahora no, Rin. Por favor— pidió suavemente, dejándose envolver por las delicadas y habilidosas manos de su mujer, ella en verdad sabía cómo masajear de forma relajante, no se detuvo hasta llegar a su espalda. En esa sección optó por subir un poco de intensidad sus movimientos.

—Sólo quiero saber— lo siguiente que quitó fue su camisa, ya tenía suficiente de tocarlo por debajo de la ropa. Quería ver su ancha espalda, aunque fuera con la poca luz que le regalaba su lámpara de noche.

—Estaba con Sasuke, atacaron a una de sus compañeras— Rin apartó sus manos de él cuando escuchó lo que dijo, en serio debía creer que ella era una ingenua como para creer eso.

—Dime la verdad— murmuró sin moverse de su lugar, no se atrevía a tocarlo, no cuando era muy probable que estaba mintiendo.

—Te estoy diciendo la verdad, llama a Sasuke si no me crees— su tono de voz aumentó ligeramente, Rin se vio en aprietos al no poder elegir entre aceptar lo que decía o verificar si era verdad. Obito tenía claro que se arriesgaba al hacer eso, pero también conocía lo suficiente a su esposa como para saber que ella no llamaría. Rin no era del tipo de persona que involucraba a otros en sus problemas.

—Está bien, está bien. Te creo— volvió a tocar su espalda, ahora que lograba sentir su fría piel, se percató de que los rasguños de la noche pasada aun no desaparecían, sin embargo, tampoco había nuevas marcas. Tal vez Obito decía la verdad, y él estaba con Sasuke en lugar de con su amante —¿Por qué tú y no Itachi?

—No lo sé, creo que me llamó a mí porque Itachi estaba ocupado— ni su esposo estaba muy seguro de lo que decía, por lo que comprendió que Obito no conocía los motivos que llevaron a Sasuke a recurrir a él. Al menos eso era lo que quería creer.

—¿Su compañera está bien?— indagó curiosa, atreviéndose a ir más allá para llegar al fondo de todo. Lo notaba sincero en momentos, pero también muy triste. No le gustaba el hecho de no conocer con exactitud lo que le sucedía a su esposo.

—No lo sé, ella dice eso, pero— la idea de que hubieran abusado de una chica le hervía la sangre, empero, toda esa molestia terminó convirtiéndose en frustración y tristeza al no poder hacer algo más por ella. Seguía creyendo que no fue buena idea dejarla sola, no importaba si era lo que ella quería. Se sentía como un tonto al no acudir con las autoridades, y ahora la culpa le estaba pesando —Rin, creo que abusaron de ella.

La castaña cubrió su boca para ahogar su voz, ahora era un poco más notorio el motivo por el que Obito se encontraba tan frustrado —Ay, Obito. Lo siento mucho.

—No sé si fue lo correcto dejarla sola en casa, pero ella no quiso ir a otro lugar— Rin lo envolvió en sus brazos, fue un gesto tan amable de ella que no le importó pensar en otra cosa. No le interesaba lo mucho que le hizo sufrir Rin en el pasado, en ese momento, no existía más que una persona dándole apoyo a otra.

—No es algo en lo que tú pudieras intervenir— besó con mucho cariño su sien, haciéndole saber que no se apartaría de su lado. Obito le agradecía en silencio la preocupación que mostraba por él. Si lo pensaba bien, ellos dos eran más amigos que una verdadera pareja.

—Lo sé.

—Tal vez... Tal vez no es momento para hablar del tema— comenzó a hablar nuevamente tras varios minutos de silencio, acariciando su cabello mientras se acomodaba mejor a su lado —Escuché como tu abuelo te gritó esta mañana. Yo quería desayunar contigo, pero termine escuchando parte de su conversación por accidente.

Obito se tensó al oírla, esa mañana su abuelo le dio uno de sus famosos discursos —¿Qué tanto lograste escuchar?

—No demasiado— admitió un poco avergonzada, espiar detrás de las puertas jamás fue su estilo —Antes no había querido pensar en adoptar, pero ahora que me encuentro mejor emocionalmente, creo que es buena idea— su tono tan entusiasmado logró traer culpabilidad en el corazón del Uchiha.

—El hijo que mi abuelo me pide debe llevar mi sangre— tomó su barbilla para depositar un suave beso en su frente —No tienes porque preocuparte por ese tema— Rin le creyó a sus palabras, pensando que probablemente Obito ya estaba pensando en cómo solucionar todo.

Obito tan sólo pudo suspirar, cansado de la situación con su abuelo. Sabía perfectamente porque Madara le pedía un heredero, era una forma en que le obligaba a separarse de Rin, y él no quería darle el placer de mostrarse derrotado. Su abuelo lo hacía porque no quería para Obito el mismo destino que su hermano Izuna.

No sabía que hacer, la idea del divorcio comenzaba a sonar con fuerza en su mente. Si llegaba a tener un hijo con Hinata, no les gustaría que ella sea señalada por ese motivo. La gente podía ser muy cruel cuando se lo proponía.

El sonido de alguien pronunciando su voz le hizo despertar, se encontraba un poco desubicada al no reconocer su habitación. Lo último que recordaba era que tomó una ducha y se vistió con su pijama, para luego envolverse en la seguridad de sus sabanas de color lavanda. Toda la noche se la paso enviando mensajes a Ino y otros de sus compañeros, quería ver si lograba descubrir algún indicio que le explicara lo que sucedía con su amiga Sakura. Incluso le pidió a Naruto el número de Sasuke, quien no se alegró mucho con la idea de que Naruto estuviera dando sus datos a otros.

Parpadeó repetidamente, tratando de ver algo a su alrededor, todo era demasiado oscuro para su propio gusto. Y aun no encontraba a su hermana, pensaba que era ella la persona que la despertó con tanta insistencia. Justo en el momento en que intentó incorporarse, sus manos atadas a los extremos de su cama la hicieron regresar a su posición inicial. La suave luz de luna que entraba desde su ventana, le permitió ver a quien creyó en un principio que era Hanabi. Sintió una sensación extraña en su pie derecho, que le hizo contraer sus piernas. Algo frío la recorría, su textura era desconocida por ella, era como si una serie de tiras de papel la tocaran al mismo tiempo. Sólo que estaba segura de que no era papel, era algo fabricado con cuero. Su vista no se detuvo hasta llegar a lo que causaba esa sensación, encontrándose con un hombre que empuñaba un objeto desconocido, mismo con el cual la acariciaba con ternura los dedos de sus pies.

—Es un flogger— le respondió la pregunta que rondaba por su mente con una voz profunda y seductora, lo que en verdad le asustaba era el hecho de que no podía ver a esa persona —Este es un látigo de excelente calidad, tiene un acabado suave para no dañar tu piel— cada vez que una palabra salía de su boca, se percataba de que era como si dos personas estuvieran hablando —Empuñadura de metal para un control perfecto, con una longitud de setenta centímetros y más de treinta correas— pasó saliva al comprender que esa voz pertenecía a Obito y a Naruto.

—¿Qué están... qué están haciendo aquí?— preguntó en un susurro, si cualquiera de su familia despertaba y la miraba en esa situación, nada bueno sucedería. Se alarmó al recordar que su hermana dormía en la cama de a lado, esos dos sin duda se habían vuelto locos, no existía otra explicación.

Obito se limitó a observarla con una sonrisa extremadamente peligrosa, Naruto, por el contrario, se acomodó cerca de ella, permitiéndole usar sus piernas a manera de almohada. Su amigo acariciaba sus cabellos y le susurraba palabras lindas. Comprendió que Obito y Naruto eran como las caras de una moneda, uno totalmente diferente al otro.

—Hinata— su nombre salió al mismo tiempo de sus labios, la pobre chica no sabía a quién debía mirar primero. Obito, con gran precisión, fue subiendo con el mismo flogger que acarició sus pies, tocando sus piernas y deteniéndose antes de pasar más allá de sus muslos —Hinata, te moveré justo ahora— logró ver sólo por unos segundos la sonrisa de Naruto, el rubio le quitó las cuerdas que la amarraban a la cama y le dio la vuelta, dejándola a completa disposición de Obito.

Unos labios tibios se posaron sobre su espalda, mientras unas manos trémulas retiraban su cabello con delicadeza, provocándole un escalofrío muy agradable. Sus rodillas estaban flexionadas sobre la cama, y su mejilla puesta ahora sobre las sábanas, terminaban por hacer más vergonzosa esa posición.

—Alto, por favor. Mi familia despertará— pidió despacio, obedeciendo a la voz de la razón dentro de su cabeza. Alguien tenía que ser consciente de que ese no era el lugar para hacer ese tipo de cosas.

Aunque, en el fondo no podía mentirse a sí misma, anhelaba con tanta urgencia un encuentro con ellos dos, que el sólo pensarlo le causó un intenso rubor en sus mejillas. ¿Desde cuándo esas ideas tan pervertidas llenaban su cabeza?

Se ayudó de sus manos para levantar su rostro, encontrando la mirada azul de Naruto a escasos centímetros de ella. Tocaba su rostro de forma lenta, delineando con sus dedos el contorno de su mejilla. Su miedo a ser descubierta seguía creciendo, sin embargo, su deseo de que ellos llegaran hasta donde tenían que llegar, podía más con su autocontrol.

Se sobresaltó al experimentar un nuevo contacto, sus ojos se abrieron de par en par, el Uchiha la había dado un azote con el flogger, enrojeciendo su blanca piel y causando un gran ruido. Sería imposible que su familia no hubiera escuchado eso.

—Obito...— musitó una preocupada Hinata, temerosa por el contacto pero ansiando sentirlo una vez más.

—Aquí no es Obito, Hinata-chan— le informó Naruto, ahora su sonrisa no era tan brillante como antes, se mostraba un tanto misterioso.

—¿Quién eres?— la Hyūga intentó girar su rostro para ver a Obito, que quedó detrás de ella, pero Naruto tomó sus mejillas y la obligó a seguir con la vista al frente.

—Soy tu amo— y dicha esa frase, otro azote impactó su cuerpo. Gimió en voz baja, extrañamente, podía disfrutar de esa nueva huella que dejaba en ella. Su amigo depositó un suave beso en su frente, que sirvió para confundirla aún más.

Un grito más fuerte que el anterior escapó de sus labios al sentirse invadida, fue lento y preciso. Todo dentro de ella era un caos completo, quería disfrutar de lo que le provocaba Obito al estar dentro de ella, pero seguía temiendo ser descubierta.

—No te olvides de mí, Hinata-chan— no se percató del momento en que Naruto decidió unirse a su dulce tortura, no le fue posible responder o contradecir, simplemente comenzó a probar un poco de él.

La puerta de su habitación se abrió con un chillido que llenó sus oídos, Hinata abrió lentamente los ojos, mirando entre pestañeos hacia todos lados, tratando de acostumbrarse a la luz. Una mezcla de decepción y vergüenza se instaló en ella. Ese era por mucho el sueño más sorprendente que había tenido. Sobre todo inapropiado. ¿Por qué soñaba en un encuentro con dos hombres?

—¡Onee-sama!— sus ojos perla se encontraron con unos idénticos a los suyos, su hermana estaba sentada en su cama, la veía fijamente. Hinata no pudo evitar sonreír ante la vista que Hanabi le regalaba, una niña de trece años con el cabello castaño tan alborotado, que bien podría decirse que apenas había despertado.

—Buen día, Hanabi— se incorporó con un poco de dificultad, los recuerdos de su sueño continuaban persiguiendo su mente, haciéndola sentir como una pervertida.

—Estás agitada, Onee-sama— le dijo Hanabi con una actitud que aparentaba tranquilidad, aunque Hinata la conocía lo suficiente para ver que ella sabía algo —¿Quién es Obito?— preguntó casual.

—¡¿Eh!? — un gran sonrojo se extendió por su rostro, la nueva novedad de que hablaba dormida no le gustaba para nada. ¿Qué tanto había escuchado su hermana menor?, ¿Era algo de lo que debía preocuparse?

—E-es mi nuevo jefe— evadió la intensa mirada de Hanabi, quien no quitaba esa sonrisa pícara de sus labios.

—Tienes sueños muy calientes con tu jefe, ¿Verdad?

—¡Hanabi!— la azabache le lanzó una almohada para alejarla, la niña regresó a su propia cama, riendo de la cara que tenía ahora su pobre hermana —Esa n-no es la manera en que debería hablar una niña de tu edad.

—¿En qué mundo vives, Onee-sama?, Las niñas de mi edad ya no juegan con muñecas— su hermana mayor suspiró en señal de rendición, era verdad que Hanabi crecía demasiado rápido para su gusto. Estaba segura de que incluso tenía mayor conocimiento sobre la vida amorosa que ella, no importaba si era menor por cinco años. Y ni hablar de compararla con Neji, su hermana sabía mucho más de cómo relacionarse con otras personas de su edad que su primo. En pocas palabras, Hanabi era una persona muy sociable, y ellos no tanto.

—Supongo que no, pero no debes referirte de esa manera a tu mayor— la castaña levantó los hombros, fingiendo que perdía el interés en aquella conversación. En realidad no quería presionar demasiado a su hermana, entendía cuáles eran sus límites, ella no hablaría sobre el hecho de que probablemente había tenido un sueño erótico.

—Está bien— terminó por aceptar la pequeña ojiperla, tal vez si se le pasó un poco la mano con su hermana a hacer esa pregunta. Conocía bien lo tímida que solía ser Hinata.

—¿Ya es tarde para ir a la escuela?— Hinata se alejó definitivamente de su cama para ponerse de pie, necesita comenzar a buscar su ropa para ir a la escuela. Quería escoger algo lindo pero no muy llamativo. Por fin era viernes, tenía la ilusión de salir con sus amigas antes de regresar a casa, o tal vez con Obito. Su característico rubor volvió a sus mejillas, ahora que lo pensaba, le agradaba la idea de salir con él.

—No precisamente, aún tenemos tiempo de sobra— le aseguró Hanabi, logrando tranquilizar a la azabache, quien comenzó a buscar sus cosas con más calma.

—¿Cómo te fue ayer en tu cita?— indagó la mayor de las hermanas, pretendiendo que la castaña se abriera un poco con ella y le contara sobre su día en la fundación. Hanabi no solía hablar mucho respecto al tema, siempre actuaba como si no existiera ninguna enfermedad, aunque últimamente la notaba alegre cuando volvía de sus citas.

—Pensé que no me agradaría, pero me equivoqué— le dijo con una gran sonrisa formada en sus labios, genuinamente feliz de hablar sobre su día con ella. Al principio, Hanabi no estaba demasiado convencida de asistir a un lugar donde tendría que tratar con más niños en condiciones parecidas a ella, o que las enfermeras la vieran con pena como siempre sucedía cuando iba al hospital. Eso no sucedió en el nuevo edificio al que asistió —Hay muchas actividades en que nosotros podemos participar, son como un club. Yo decidí inscribirme en el de juegos de mesa, en el club musical y también en el artístico. Quiero aprender a pintar como lo haces tú, Onee-sama.

Hinata respiró profundamente antes de hablar, debía tranquilizarse para que su voz no se quebrara delante de su hermana. Le encantaba verla así de emocionada por realizar actividades dentro de la fundación, en compañía de otros niños —Espero ver pronto alguna pintura tuya, podríamos colgarla en la sala.

—¿Por qué ya no pintas, Onee-sama?— la niña siguió el ejemplo de su hermana, comenzando a buscar ella también el uniforme que utilizaba obligatoriamente en su escuela.

—Bueno— carraspeó, intentando buscar las palabras ideales para expresar su idea —Hace tiempo que no puedo conseguir suficiente dinero para los materiales— el semblante de Hanabi entristeció, ella entendía que su enfermedad era costosa para su familia y ahora que tenían los gastos de la carrera universitaria de su hermana, no les quedaba el dinero suficiente para complacer algunos lujos. Ellos apenas tenían lo suficiente para cumplir todas las necesidades de la quincena.

—Le diré a mi maestro de arte que me dé material para trabajar en casa, de esa manera tú puedes pintar conmigo también— no permitió que la melancolía se adueñara de ella por mucho tiempo, Hanabi Hyūga era una chica fuerte que no se dejaba intimidar fácilmente, ese momento no sería la excepción.

—Me fascinaría pintar junto a ti, Hanabi.

Las dos hermanas continuaron con su rutina habitual, que consistía en una furiosa Hanabi apurando a su primo para que saliera de la ducha. Hinata ese día decidió utilizar un short de mezclilla azul, llegaba a mitad de sus muslos y se sostenía con un cinturón negro. Su blusa blanca era sin mangas, demasiado ajustada para lo que le gustaba utilizar. Antes de entrar a la universidad, en su antigua escuela, necesitaba usar el uniforme escolar todos los días, algo que no disfrutas realmente. Ahora que podía llevar su ropa normal, gracias a que la universidad no pedía una vestimenta especial, extrañaba los días de colegio. Era difícil decidir qué atuendo usaría cada día.

Se miró al espejo mientras cepillaba su cabello húmedo, siempre prefería dejarlo secar de manera natural que usar la secadora. Creía que de esa manera ayudaba con el ahorro de energía eléctrica dentro de su casa. Optó por no usar maquillaje, eso debido a la sencilla razón de que no sabía cómo pintarse, lo único que utilizó ese día fue un poco de lip gloss para hacer brillar aún más sus labios. Ese era el consejo que Sakura e Ino le habían dado desde que las conoció, y hasta el momento debía aceptar que le gustaba como se veía.

Bajó las escaleras seguida de una muy apurada Hanabi, que no dejaba de hablar sobre lo mucho que tardaba Neji tomando un baño, y lo desesperante que era para ella tener que esperarlo. El desayuno para la menor de las Hyūga fue de fruta con yogurt y granola, estaba dentro de un pequeño recipiente que bien podía llevar arriba de su autobús escolar. Hinata no quiso comer algo antes de irse, recién se había cepillado los dientes y no tenía apetito cuando su boca todavía sentía el sabor a menta.

—¿Buscas la mermelada de durazno?— preguntó Hanabi al fin, luego de ver a su hermana remover tantas cosas en la cocina.

—Sí— admitió un tanto avergonzada. Llevaba algunos días conservando aquel frasco de mermelada que ella misma preparó con la receta de su madre. Lo hizo especialmente para Obito, quería entregárselo ahora que él vendría por ella en su auto.

—¿Cuál es tu receta?— Hinata dejó de buscar entre los muebles de la cocina y giró sobre sus pies para encarar a su hermana. Todavía tenía una cuchara de madera en su mano, que no soltó incluso cuando se recargó un poco sobre la mesa para dirigirse a Hanabi.

—Todo depende de qué tanta fruta quieras utilizar, normalmente yo uso aproximadamente seiscientos gramos de azúcar por dos kilos de durazno. También puedes agregar el jugo de un limón— el que su hermana tuviera verdadero interés en saber la receta de la mermelada le hizo sentir bien, ahora el secreto de su madre pasaba también a su hermana —Lo primero que debes hacer es colocar los duraznos en agua caliente, pero sólo unos segundos. Eso nos ayudará a retirar la cáscara de manera más fácil.

—Hum— Hanabi anotaba las instrucciones de su hermana en una pequeña libreta, Hinata había estado tan concentrada en relatar su receta, que no se percató del momento en que comenzó a hacerlo.

—Después cortas la fruta en trozos grandes y quitas el hueso. Seguirás cortando en trozos más pequeños mientras colocas todo el durazno en una cazuela— la castaña asentía a todas las instrucciones, permitiéndole a su hermana continuar luego de retomar aire. Era la primera vez que Hanabi la veía hablar tan rápido y sin tartamudear —Es aquí cuando agregas el azúcar, si lo quieres el jugo de limón también. Aunque a veces omito el limón.

—¿Qué más?

—Revuelve todo y deja reposar mínimo una hora— la mayor de las hermanas movía la cuchara de madera de un lado a otro, causando una pequeña risa en la más pequeña —Tienes que cocinar a fuego medio, moviendo en algunas ocasiones hasta que comience a hervir. Después, es necesario que siga estando al fuego por una hora más, removiendo la mezcla con más frecuencia.

—No parece tan difícil— Hinata asintió con una gran sonrisa.

—Cuando pasen los sesenta minutos, la mermelada ahora estará más espesa. Será ese momento en que la vamos a retirar del fuego, y dejaremos que se enfríe— Hanabi agitó su pluma al ver que no escribía bien, al ver que no estaba funcionando, decidió cambiarla por otra pluma de su bolso —Y eso sería todo, si ya está fría la puedes servir o guardar en un frasco como normalmente lo hago.

—Gracias, Onee-sama— su hermana mayor le sonrió dulcemente antes de seguir buscando.

—Me pregunto dónde la habré dejado.

—Creo que ya sé dónde está— Hinata se incorporó rápidamente al escuchar a su hermana, quien señalaba hacia la barra de la cocina, lugar en que su primo Neji intentaba abrir el frasco de mermelada.

— Neji-niisan, no— Hinata golpeó la mano de su primo con la cuchara de madera que aún sostenía, él la miró sorprendido por su repentina acción. Hanabi solamente se dedicaba a reír discretamente a costillas del Hyūga.

—Hinata-sama...— la chica prácticamente le arrebató el frasco de vidrio, que era adornado por un lindo moño rojo.

—Es un regalo, Neji-niisan. No puedes comerlo— Hinata abrazaba el tarro como si fuera lo más preciado en su vida, causando más confusión en el pobre Neji.

—Lo siento, Hinata-sama.

—Se hace tarde, Onee-sama— Hanabi salvó a Neji de la mirada acusadora de Hinata, tomando la mano de esta última para llevarla a la salida.

—Esperen, voy con ustedes— fue lo último que dijo Neji, siguiendo a sus primas al mismo tiempo que tomaba su maletín.

En realidad sus caminos eran opuestos, pero a Neji le gustaba acompañar a sus primas hasta la salida de la casa, así podía verlas cuando ellas caminaban hasta perderse de su vista. Hinata y Hanabi tomaban un transporte diferente, la menor de las hermanas Hyūga esperaba al camión exclusivo de su escuela, que solía llegar temprano por todos los niños que requerían del servicio. Hinata luego de ver partir a su hermana, caminaba hasta la estación para tomar el metro que la dejaría a unas cuadras de su escuela. Al menos eso es lo que hacía antes de que Obito decidiera llevarla todas las mañanas. En un principio se había negado cuando lo ofreció, pero terminó cediendo al verlo como una manera de viajar con mayor seguridad. A veces era Sasori quien la acompañaba, y con eso descubrió a un nuevo amigo, lo cual fue difícil debido a que ninguno de los dos solía hablar mucho.

Miró nuevamente el frasco que tenía en las manos, las dudas sobre si a Obito le gustaría el regalo comenzaron a invadir su mente una tras otra. Él era un hombre muy diferente a ella, sus gustos probablemente serían más exóticos y de precios que ella no podría ni imaginar. Una prueba de ello podía ser lo sucedido la noche anterior, ahora resultaba que el sexo que ella conocía era muy diferente al que Obito disfrutaba. Se preguntó si aquello le agradaría, porque la idea de intentarlo no le parecía tan desquiciada.

Por todos los cielos, se estaba convirtiendo en una pervertida.

—Yo creo que le gustará— sólo entonces la ojiperla echó un vistazo a su hermana, ella no la miraba directamente, se encontraba más ocupada viendo por la calle, justo al lugar donde su autobús se acercaba.

—Hanabi...

—Es para un chico— aseguró sin necesidad de pensar mucho en ello, lo imaginaba por lo mucho que su hermana salía de casa. No era solamente el trabajo como si tío se lo hacía creer, Hinata seguramente tenía citas con algún chico, por eso siempre regresaba con una sonrisa de enamorada que no la abandonaba por horas —¿Cierto?

—Sí— no hubo tiempo para más palabras, el autobús que llevaría a Hanabi se detuvo frente a ellas para recoger a su hermana. Lo último que vió de ella fue como se despidió con su mano para luego subir y ocupar su lugar.

Obito le envió un mensaje después de esa corta conversación con su hermana, le avisaba que llegaría por ella en unos minutos. Terminando de guardar su celular, Hinata notó que un hombre de actitud extraña la observaba. Pensó en sostenerle la mirada para demostrarle que no se sentía intimidada, pero prefirió ver hacia otro lado con la intención de evitar un enfrentamiento. Porque presentía que algo malo sucedía con esa persona, tal vez se debía a la botella de alcohol que tiró al suelo, o su manera de caminar tan torpe. Ese hombre estaba tomado. Hinata intuyó que la situación se podía tornar mala a partir de ese momento, y lamentablemente acertó.

—Oye linda, ¿Te gustaría venir conmigo?— se abrazó a ella de forma sorpresiva, lo cual provocó que Hinata se levantara de su asiento de inmediato. Quiso soltarse de él, pero seguía sosteniendo su muñeca con insistencia. Si Hinata no hubiera tenido con ella el frasco de vidrio, no dudaría en defenderse de ese hombre con un método menos amable.

—Será mejor que se vaya, mi novio está por llegar— le advirtió, creyendo que sería suficiente para causar temor en el contrario. Su idea no fue muy efectiva, ese sujeto no estaba en sus cinco sentidos, era posible que en su estado no tuviera miedo a las consecuencias —Y es muy celoso.

—¿Entonces tienes novio, linda?— sus ojos tenían un brillo para nada agradable. El hombre también se incorporó, situándose a unos pasos de ella, pero así como lo hizo, rápidamente cayó al suelo.

— Aléjate de ella, bastardo— se sorprendió al ver a Obito, también se alegró al comprender que ya no estaba sola en compañía de aquel desagradable sujeto. El golpe que le dió al hombre que aún no se levantaba del suelo, fue lo suficientemente fuerte como para reventar su labio, del cual salía sangre que él mismo se encargó de limpiar con la manga de su camisa.

—Ni siquiera es tan bonita— el Uchiha estaba a punto de darle otro golpe, pero Hinata tomó su brazo, tratando de detenerlo.

—Él no vale la pena, Obito-san— la miró rápidamente, confirmando para gran alivio que ella no tenía ningún daño. Se asustó demasiado al llegar y descubrir que un hombre la molestaba, si alguien fue capaz de dañar a una de sus amigas dentro de las instalaciones de la universidad, le hacía comprender que las personas en ningún lugar estarían por completo seguras.

Sin decir algo más o dirigirle la mirada a aquel hombre, Obito tomó la mano de Hinata para llevarla al auto. Le fue casi imposible resistirse a darle una paliza cuando escuchó sus gritos llenos de insultos, empero, prefería no dar un espectáculo de ese tipo frente a Hinata. Lo último que deseaba era asustarla. El silencio entre ellos fue roto cuando Hinata decidió encender la radio del coche, misma a la que Obito le bajó el volumen para poder hablar con la chica sin demasiadas interrupciones.

—¿Por qué no permites que te recoja en tu casa?— la ojiperla se mordió el labio inferior, buscando algún pretexto que pudiera darle para explicar su decisión —Eso evitaría este tipo de inconvenientes.

Terminó por aceptar en un suspiro que lo mejor sería decirle la verdad. No había nada mejor que la sinceridad —No quiero que mi familia se percate de lo cercanos que nos estamos volviendo. Además, necesito acompañar a mi hermana a que tome su autobús— su mirada tan intensa obligó a la Hyūga a dirigir su tímida expresión a él.

—Me preocupo por ti— terminada esa oración, Hinata abrazó más hacia sí misma el frasco en sus manos. Sus ojos estaban llenos de sinceridad, Obito decía la verdad, se preocupaba por ella.

—Se lo juro, puedo cuidarme sola— le dijo la chica con una pequeña sonrisa, algo parecido a la emoción se reflejaba en su lindo rostro.

—Pero...

—¿Puede confiar en mí?— la pregunta fue lanzada antes de que pudiera analizar mejor sus palabras, aunque ahora que lo decía en voz alta, no se arrepentía de hacerlo. Era necesario saberlo.

Obito meditó un poco su respuesta. Para su sorpresa, no desconfiaba de Hinata, pero le molestaba de sobremanera las personas con malas intenciones que intentaban aprovecharse de ella. Hinata era demasiado inocente para un mundo tan perverso.

—Me es difícil confiar en las personas— susurró con un tono tan bajo y a la vez lleno de dolor.

—¿Puede intentarlo?, Yo he decidido confiar en usted— Hinata acarició una de sus manos, aprovechando que por el momento, Obito no decidía encender el auto.

—De acuerdo, lo intentaré.

—¡Gracias!— el Uchiha observó con curiosidad el frasco que sostenía la chica, con todos los acontecimientos de esa mañana, no lo había notado.

—¿Para qué es?— la azabache siguió la dirección en que miraba Obito, encontrándose con su frasco de tapadera blanca, la felicidad se apoderó de ella al comprender que había llegado el momento de entregarle el regalo.

—Cuando nos hicimos esos estudios, con Itachi-san...— comenzó a relatar un tanto nerviosa, el tema de su cita con Itachi no era de sus favoritos —Logré ver su fecha de nacimiento. Usted cumplió años en febrero, en ese entonces no nos conocíamos, pero yo quise hacerle este obsequio para celebrarlo ahora— le extendió el tarro de mermelada, el cual Obito no tardó demasiado en aceptar.

—Gracias— se encontraba un poco confundido al recibir un regalo de cumpleaños por parte de Hinata —¿Por qué mermelada?

—Bueno, preparar mermelada de durazno es muy especial para mí, mi madre me dejó su receta especial— con esa declaración le dio a entender que su madre ya no estaba con ella, prefirió cambiar el rumbo de la conversación para no hacerla sentir triste.

—¿Así que es de durazno?— una sonrisa coqueta se formó en sus labios, ahora Hinata no tenía la seguridad de responderle.

—Sí— admitió cohibida,

—Entonces, sí que será inevitable no pensar en ti al degustarla— una de sus manos inició un pequeño y excitante toque sobre su boca, provocando que un gemido suave escapara de ella —Tus labios son tan similares a un melocotón. Es como si cada vez que veo uno, me fuera posible tocar tu boca.

—Por favor, piense en mí cuando lo haga— se atrevió a llevar una mano hasta su mejilla, sus ojos brillantes hacían vibrar el corazón de Obito. Su abuelo solía decir que los ojos eran la puerta que te permitía ver a través de las personas, y él casi podía asegurar que todo lo lindo que veía en ella era una nueva oportunidad.

—¿Quieres probar ahora?— abrió el frasco sin despegarse mucho de ella, con su dedo índice tomó un poco de la mermelada para degustar él mismo. Luego volvió a introducir su dedo en la deliciosa mezcla, ofreciéndole a Hinata —Es delicioso— sólo fue capaz de asentir, las palabras morían en su boca antes de pronunciarlas.

Retiró la mano con que aún tocaba su mejilla, fue sólo unos centímetros. Por un momento olvidó lo que Obito le había pedido la noche anterior —¿Puedo tocarlo?

—¿Eh?— el momento que Hinata comenzaba a sentir un tanto erótico se esfumó, ahora la confusión se apoderaba de su acompañante —Sí, puedes hacerlo. ¿Por qué no?

—Ayer usted dijo que tenía prohibido tocarlo— las mejillas de la ojiperla se ruborizaron tenuemente, ella parecía muy entretenida en ver el frasco que Obito ahora estaba cerrando.

—Ah, sobre eso— Obito tuvo que contener un suspiro, eso sin duda le sucedía por no ser más directo con ella —Sólo es una regla, que utilizaremos mientras estamos juntos de otra manera. Fuera de nuestro juego, tú puedes tocarme si lo deseas— levantó su rostro para que ella lo enfrentara con aquella mirada que tanto le encantaba.

La Hyūga titubeó un instante, pero rápidamente retomó su compostura y se armó de valor —¿Cómo tomar su mano o darle un abrazo?— que ella quisiera tener su consentimiento para acciones que le parecían tan sencillas, le causó una ternura difícil de explicar.

—Sí, tienes permitido hacerlo— tomó la mano que Hinata alejó de él y la acercó de nuevo a su mejilla, eso con el fin de enfatizar su argumento.

—¿Y por qué cuando estamos juntos no?— indagó con curiosidad, esa forma de ser de Obito le traía muchas preguntas.

—Es parte de las reglas que seguiremos— el Uchiha se encogió de hombros, sin tener ganas de hablar mucho sobre ese punto, había algo más importante de lo que quería hablar —Tampoco debes mirarme a los ojos, a menos que te lo pida. Nada de contradecirme, no hablar sin permiso, a menos que sea para decir tu palabra de seguridad. Otras reglas se pueden ir dando solas.

—Es un poco extraño— se sintió avergonzada en ese momento, sin embargo, no deshizo su contacto hacia Obito.

—Y...— se percató de que ahora Hinata se mostraba un poco más cohibida —¿Aceptarías ser mi sumisa?

Asintió un tanto insegura.

—Puedo intentarlo.

Justo en ese momento, lo último que quería hacer era encender su celular, pero fue necesario. De alguna manera debía ponerse en contacto con Hinata, quien le llamó para informarle que pasaría recogerla muy pronto. Escuchar la voz de su amiga le trajo un recuerdo de la noche anterior, no estaba del todo segura de la relación que tenía con el familiar de Sasuke, pero le pareció muy extraño descubrir una prenda muy íntima dentro del bolsillo de aquel saco de vestir que le prestaron. Era mucho más fácil pensar en respuestas a esa pregunta que en lo sucedido en la biblioteca. Entre sus mensajes tenía una gran cantidad de Ino preguntándole si se encontraba bien, de Naruto deseando que se mejore pronto y de Sasuke pidiendo disculpas nuevamente por no asistir. Nada de eso importó al ver el mensaje de un número desconocido, su mal presentimiento se volvió realidad en cuestión de segundos. Su agresor contaba con su número de celular, y en ese instante la estaba amenazando para que no dijera a nadie lo que pasó entre ellos, también le pedía que se reuniera con él al momento en que llegara a la universidad. Apagó su celular y lo guardó en el fondo de su mochila, queriendo así desaparecer cualquier indicio que le hiciera recordar. Esa mañana también se esforzó por usar ropa para nada reveladora, afortunadamente Hinata tenía algunos de los suéteres extra grande que compraba para ocultarse.

—Ya voy— el timbre en la entrada le hizo creer que Hinata había llegado, rápidamente tomó su mochila y se encaminó a abrir la puerta. Grande fue su sorpresa al encontrar a una mujer de cabello rubio y cuerpo voluptuoso. Un lindo y pequeño tatuaje adornaba su frente —B-buen...

—¿Podrías bajar la voz?

—¿¡Qué!?— una vena resaltaba en la frente de aquella hermosa mujer, era muy evidente lo molesta que estaba.

—Tú y tu novio hacen demasiado ruido, los puedo escuchar y vivo a un departamento de ustedes— prácticamente le gritaba, y lo único que logró con eso fue encender la poca paciencia de la Haruno.

—¡No es mi problema!— dejó de hablar cuando la rubia le dió un golpe al cuadro que colgaba de la pared del pasillo, provocando que todos los trozos de cristal cayeran al suelo.

—No quiero tener que repetirlo.

Por precaución, Sakura esperó a que se alejara lo suficiente de ella para poder alzar la voz —¡Espero que los gritos no la dejen dormir!

Debido a lo fuerte que Tsunade cerró la puerta, más cuadros se cayeron al suelo. Sakura que quedó furiosa por la actitud de la mujer, era más fácil manejar su ira que la tristeza.

—¿Sakura-chan?— la chica reaccionó al ver a su amiga a pocos pasos de ella, con rapidez tomó su mano y la introdujo en el departamento, sin dejar espacio para quejas. No esperaría a que aquella mujer decidiera dar la vuelta para atacar nuevamente.

—Hinata-chan, esa mujer acaba de venir a quejarse de tus gritos— no era molestia lo que notaba en su voz o actitud, más bien era una mezcla de curiosidad y picardía.

—¿Mis gritos?— su rostro enrojeció al escuchar la confesión de su amiga, un poco más y echaría humo por las orejas.

—No intentes mentirme, porque encontré tus bragas en el saco de Obito-san— fue necesario tomar los hombros de Hinata y sacudirla un poco para evitarle un desmayo, tal vez fue demasiado rápida con su amiga, la pobre parecía estar por colapsar.

—Y-yo...

—¿Así que ustedes dos...?— su mirada se volvió más brillante, y su sonrisa muy alarmante.

—Sa-sakura-chan— murmuró débilmente, encogiéndose cada vez más en su propio lugar.

—¿También te gusta Naruto?— esa pregunta la tomó por sorpresa. No fue capaz de contestar, porque ni ella misma sabía la respuesta. Ella siempre tuvo sentimientos por su amigo, pero ahora que Obito llegó para confundir a su corazón, todo era muy diferente. Creía estar enamorada de ambos, ¿Acaso era posible?

—N-no es momento para hablar sobre mí— se armó de valor para evadir las preguntas de su amiga, había cosas mucho más importantes para ella que sus problemas amorosos —Quiero saber qué sucedió contigo anoche. La verdad.

—Hinata— la voz le falló un momento, aunque entendía que no lograría engañar a la Hyūga con la excusa de la noche anterior, tenía la esperanza de que ella no hiciera más preguntas —Encontré a unos chicos de un grado superior fumando y haciendo cosas que no deberían en la biblioteca. Obviamente me amenazaron para que no los delate.

—Dime quienes son, tal vez yo pueda...

—No— la interrumpió con dureza —No quiero que te involucres en esto.

El viento que entraba por la ventana sopló con fuerza sobre ella, alejándola de todos sus pensamientos, que iban principalmente dirigidos a su amiga Sakura. Se recordó una vez más que estaba en el auto de Obito, que decidió acompañarla a comprar sus nuevos uniformes al salir de sus clases. Le agradaba la idea de salir con él, casi parecía una verdadera cita, aunque resultara que sólo comprarían ropa en un centro comercial. Con gran esfuerzo aceptó la mano que el Uchiha le ofrecía para salir del auto y caminó a su lado, obligándola a prestar atención a su alrededor en lugar de seguir divagando.

—Yo también te tengo un presente para ti hoy, señorita Hyūga— por su manera de dirigirse a ella, no estaba segura de sí se trataba de algo bueno o malo, aun así lo siguió sin protestar.

Continuó caminando, no podía asegurar con certeza por cuanto tiempo habían paseado por los pasillos de aquel inmenso lugar. Quiso resistirse al ver a la tienda que Obito quería visitar, esa en la que ni en sus más locos sueños ella podría entrar, le harían falta algunas quincenas para poder comprar algún traje a la medida como los que vendían allí. No le fue posible darse la vuelta para huir, Obito fue más rápido que su momento de duda.

—Obito-san...— la tienda era demasiado grande, y las luces muy brillantes. Por unos segundos, a Hinata le fue difícil hablar.

—Permite que te ayude a escoger— se separó de ella solamente para iniciar una búsqueda dentro de las blusas de vestir, impidiendo que Hinata hiciera alguna protesta.

La joven prefirió imitarlo y ver entre los trajes que pedirle que se fueran, tal vez Obito podía tomarlo como una grosería de su parte, y en particular esa idea no le agradó. Revisar los precios de la ropa fue un gran error, sus manos se apartaron como si se tratara de fuego, pagar tal cantidad por una simple falda sería una locura. Si ese era el regalo del que hablaba Obito, no lo aceptaría.

—Obito-san, no pienso comprar esto. Es demasiado— la chica bajó la mirada, la volvió a subir y dejó la ropa en su lugar. Demostrando con ese gesto su determinación a buscar otro tipo de tienda.

—¿Es eso lo que te preocupa?— por fin agradecía que ella se sincerara con él, desde que habían llegado la notaba muy cohibida —No debería, suelen hacer descuentos a mi familia por ser clientes frecuentes— mintió descaradamente, pero ella no pareció darse cuenta de ello. Probablemente era mejor de esa manera, de otra forma Hinata jamás aceptaría —Si te hace sentir más cómoda, me puedes devolver el dinero en pagos fáciles.

—Sí, eso me agrada más— con aquella idea en mente, Hinata volvió a buscar entre la ropa algo de su talla, también aceptó lo que Obito le entregaba.

—Los probadores se encuentran allá— señaló con su dedo índice hacia uno de los rincones de la tienda, Hinata habría preguntado a un dependiente sino estuvieran tan ocupados —Te acompañaré.

Llevaba sólo dos faldas y una blusa, por ahora no le interesaba comprar todo lo que necesitaba en aquella tienda, era mejor seguir buscando algo más económico y que se adapte a su presupuesto. Se quitó su blusa sin ningún problema, quedando con su sujetador de encaje color gris, con mucho cuidado comenzó a reiterar la blusa del gancho para poder probarla. La ropa cayó de sus manos al ver la silueta de Obito por el espejo, justo detrás de ella. El Uchiha ahogó su grito de sorpresa cubriendo su boca con una de sus manos. Su dedo índice sobre sus labios le indicó que debía guardar silencio

—¿Qué hace aquí?— Hinata levantó la blusa que había caído al suelo en cuanto él la soltó. Pensó que su tono acusatorio sería suficiente para indicarle que debía irse del probador, claramente no lo fue, Obito sólo pareció acomodarse mejor.

—Te comenté que tenía un regalo para ti— se hincó frente a ella, deslizando sus dedos con extrema delicadeza sobre la piel desnuda de su abdomen. Besó aquella zona, repartiendo pequeñas mordidas al mismo tiempo que retiraba el botón del short que vestía de su lugar.

Le fue imposible no gemir en voz baja, cada vez que su lengua cálida y húmeda la tocaba, todo su ser se estremecía de placer. Algo en su interior la empujaba a pedir más de aquel encuentro, a pesar de saber que no era el mejor lugar. Su ropa terminó cayendo al suelo, al igual que sus bragas, sus pies descalzos fueron retrocediendo lentamente hasta llevarla a tocar a la pared. Su espalda se arqueó al sentir sus labios presionando levemente su pequeño botón.

—Obito-san, aquí no...

Él no dejaba de verla con sus ojos oscuros, invadidos por la pasión. De nuevo Hinata sintió esa sensación indescriptible en el vientre.

Su respiración era agitada, su pecho subía y bajaba con cada toque dulce del Uchiha en su entrada. Y ahí todo comenzó, un fuerte deseo por continuar se apoderó de ambos, siguió besándola despacio, luego con más habilidad. El calor que crecía en su interior estaba saliendo en forma de pequeños suspiros que empañaron los vidrios del probador. Terminó sentándose en el banco donde dejó su blusa, sus piernas temblaban, por eso le resultaba imposible seguir de pie. Obito, mirándola fijamente, llevo una de sus manos a pasear por otras partes de su cuerpo. Rozaba sus piernas, su cintura, su espalda, no se detuvo hasta llegar a sus senos. Hinata gimió una vez más al sentir el contacto sobre su sujetador, sus dedos deteniéndose por mayor tiempo en la tela que escondía sus pezones a la vista. Volvió a deslizar su lengua por lugares que no imaginaba antes, continuando con su sensual masaje. Con todo eso, no resistió el no poder tocarlo, enredó sus dedos entre sus suaves cabellos, atrayéndolo hacia ella.

—Eres hermosa— fue un susurro cargado de deseos que ella no quería complacer en el probador de una tienda de ropa, había lugares mucho más apropiados.

—Por favor— quería que terminara con lo que intentaba hacer, porque ella no tenía las fuerzas suficientes para detenerlo.

Sentía cosquillas cada vez que se acercaba nuevamente a su zona íntima, dando delicados besos alrededor de la vulva, por momentos rozando sus labios con su lengua. Los gemidos que le robaba y que ella intentaba detener con sus manos, servían para motivarlo. Casi desfallece cuando la punta de su lengua volvió a tocar su clítoris, sus movimientos crecían en rapidez y firmeza. Sus dedos entraban en su interior y tardaban en salir, exploraban con cuidado dentro de ella, haciendo más difícil su trabajo de no gritar presa del placer.

Se detuvo por completo antes de que llegara al orgasmo, dejándola empapada y lista para su siguiente movimiento. Se alejó de ella lo suficiente, ayudándola a ponerse en pie, ella seguía demasiado sensible, era necesario apoyarse en él o la pared para no caer.

Obito la contemplaba con una gran sonrisa en el rostro, satisfecho de haber probado un poco de su deliciosa ojiperla. Con gran esfuerzo tuvo que separarse de ella para buscar en el interior del bolsillo de su saco una caja negra, debía tener alrededor de diez centímetros por cada lado, no demasiado llamativa y lo suficientemente discreta.

—Debido a que me quedé con sus bragas la noche anterior, señorita Hyūga— enrojeció sólo de recordarlo. Su amiga Sakura le entregó el saco de vestir en que se encontraba su ropa interior a Obito cuando pasaron a recogerla, ella no logró recuperarla —Me tomé el detalle de comprar otra, especialmente para ti— tomó la caja que le ofrecía, encontrando en su interior unas bragas de color negro. Al retirarlas de su lugar, se percató del extraño dispositivo que tenía incluido su nueva ropa.

—¿Qué es esto?— presentía que la respuesta no sería muy inocente.

—Te ayudaré— con paciencia se acercó a ella nuevamente, evadiendo su pregunta y colocando el dispositivo en el lugar correcto. Hinata lo sentía un poco incómodo, no estaba acostumbrada a tener algo tocando su zona íntima, por no decir que era la primera vez que le sucedía algo similar.

—¿Obito-san?— lo llamó al ver que él planeaba irse sin darle otra explicación.

—Regresa cuando hayas encontrado la vestimenta que buscas— el Uchiha sonrió otra vez, provocando que algo dentro de Hinata se encogiera.

Estando sola en el probador, decidió darse prisa al medirse las faldas y la blusa. Toda esa escena con Obito la había retrasado tanto, que seguramente las empleadas deberían estar por sacarla. Primero se asomó para verificar que el lugar seguía vacío, y para su buena suerte así fue, no dudó en correr por el pasillo en busca de un lugar alejado de los probadores. A Obito lo miró cerca de ella, buscando entre los estantes de ropa otra blusa para ella. Parecía tan normal en su manera de actuar, que le seguía sorprendiendo que hace solo unos minutos hubiera tenido un encuentro con ella.

Una de las empleadas que la había atendido agitó su mano en su dirección, Hinata se acercó a ella para evitar estar con Obito tan pronto. La mujer amablemente aceptó la ropa que la Hyūga le extendía.

—¿Necesita ver la ropa en otra talla?

Hinata pareció dudar unos segundos antes de hablar —La falda está bien, pero me gustaría buscar la blusa en una talla más chica— tan sólo terminó aquella oración, y algo en su ropa interior comenzó a vibrar. Colocó una mano sobre su boca, impidiendo que un diminuto gemido escapara de ella. Su cuerpo reaccionó involuntariamente, con ligeros espasmos en los músculos de sus piernas.

—¿Está todo bien, señorita?

Buscó con la mirada a Obito, quien la veía divertido mientras movía de un lado a otro un pequeño control. Con eso le daba a entender lo que estaba sucediendo. Se alejó de la empleada diciéndole que la disculpara un momento, sin esperar alguna respuesta por parte de ella. El Uchiha había dejado de hacer su travesura al verla avanzar hacia él.

—¿Usted hizo eso?— le preguntó, empujando levemente su pecho, en un acto del que no fue consciente. Se sentía demasiado avergonzada.

—Ahora me dirás que no te gustó— su vergüenza creció al descubrir que no se trataba de eso, a ella si le había agradado la sensación de estarse escondiendo. Porque solamente ellos dos sabían a lo que jugaban, y el peligro de llegar a ser descubiertos le excitaba.

—N-no quise de-decir, y-yo...

—No hay necesidad de preocuparse. Si no te ha gustado, aún tengo otro regalo para ti— la chica tomó aire con fuerza por la revelación de Obito. No estaba segura de sí podría aguantar otro regalo igual de pervertido que ese.

Sin duda sería un día muy largo.

Algo que le gustaba mucho de su nuevo trabajo eran las pocas horas en que se presentaba en la oficina, su entrada era a las dos de la tarde y la salida oficial a las seis. A eso también debía agregar el hecho de que la paga era mayor que en su anterior trabajo. Los viernes, Obito le permitía retirarse una hora antes para ayudar a su tío con otras labores.

Su familia había conservado hasta la actualidad uno de los dojo más tradicionales de la ciudad, en el practicaban meditación, además de las artes marciales. Desde pequeña, a Hinata se le instruyó en esas enseñanzas, al igual que a su primo Neji, Hanabi no tenía permitido involucrarse mucho debido a su enfermedad, pero eso no impedía que asistiera a dar sus mejores ánimos. En el dojo trabajaba los viernes por la tarde noche, y en sábado y domingo por una jornada más larga. Ahora que por fin cumplía con el requisito de la mayoría de edad, su tío decidió ascenderla a instructora, justo como lo era Neji,

Lo único con que no contaba es con que su mejor amigo decidiera asistir ese viernes al dojo, queriéndose inscribir para recibir clases directamente de ella. Ese día no hacía más que darle sorpresas.

—Toma esto, Naruto-kun— le extendió una botella de agua, su amigo se estaba esforzando con gran entusiasmo. Y eso que apenas estaba iniciando con los calentamientos.

—¡Muchas gracias, Hinata-chan!— su gran sonrisa logró contagiar a la ojiperla de su felicidad.

Notas de la autora:

• Actualizo ahora que Wattpad me funciona de nuevo xd ya luego revisaré mis notificaciones, tengo muchos de sus comentarios por responder

• Tal vez puedan encontrarse con algunos errores ortográficos, pero en cuanto tenga algo más de tiempo me pondré a corregirlos. Si notan alguno no duden en decirme, y lo soluciono. Por ahí puede que mi corrector me cambie el nombre de los personajes 😅

• Sakura no dirá nada sobre su agresor por miedo, pero las personas a su alrededor podrán ir notando lo que sucede. Por el momento no se revelará su nombre, me falta pensar bien en qué momento y de qué manera. Una pista que puedo darles es que en el anime no fue un personaje demasiado importante para la trama.

• ¿Qué me dicen del trío en el sueño de Hinata?, Estaba pensando llevarlo un poco más allá 🌚 pero al final por cuestión del destino no lo hice xd

• Les acabo de dar mi receta de mermelada en esta historia xd cuídenla mucho y asegúrense de regalarla a alguien que lo merezca 😉 o también pueden intentar prepararla si tienen tiempo libre, en lo personal a mí me gusta mucho con una rebanada de pan tostado. Lo del jugo de limón no suelo usarlo, pero ya es a su gusto 😊

• Sobre la ropa interior con vibrador, les cuento que son reales jaja por si de casualidad no lo sabían. Como yo que me enteré hace poco de su existencia 👀

• Una ultima pregunta, ¿El capítulo anterior les aparece completo?

Dejen sus votos y comentarios ❤️

Nos leemos en la próxima actualización 👀❣️

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