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8: En medio del Escándalo.

Luego de haber recibido a Dove en mi casa, sabía que las cosas seguirían igual de aburridas. Y no fue así. Pasando por todas estas "complicaciones" que he tenido, he quedado con Liah y Angie para ir de compras. Me dijeron que sería mejor para mí así me despejo y salgo a ver el mundo exterior, como me dice Dove. Aunque que digamos sería una gran ironía ya que ella está encerrada en su casa, y no es la gran cosa. Pero en fin. Lo más difícil sería arreglarme para la ocasión. No tanto para una cita ni tan poco para una fiesta. Será un maquillaje sencillo y elegante,pero tan bien que sea impactante y atrevido. Dentro de todo, deberé estar presentable.
Además, noto mis ojos todavía adormecidos. Como estoy despierta, apenas me da las ganas de salir de la cama. Estoy tan aburrida que lo único que hago es ver hacia arriba y observar la lámpara de mi habitación, que se mueve bruscamente de un lado a otro debido a la ventilación. Mis piernas están agotadísimas y siento que mis brazos se romperán en miles de pedazitos.
Mis músculos se estiran para poder levantarme y así prepararme. La siesta ha sido tan larga que siento que no puedo moverme. Lucho por mover la sábanas y consigo sentarme al borde de la cama. Aflojo mis pies y muevo mi nuca, haciendo que suene cada uno de mis huesos. Muevo mis brazos y mientras lo hago me coloco unas pantuflas de piel fucsia que combinan con mi piyama. Me froto los ojos y doy unos pasos hasta llegar al baño sin tener que cerrar la puerta de mi habitación. Apenas llego, agarro el cepillo de dientes, tomo el pomo de pasta dental y comienzo a acariciar mis encías con el cepillo de dientes. Todo parece muy tranquilo, y luego de un rato bastante largo de cepillarme los dientes me agacho al limpia-manos para escupir toda la pasta dental. Aprovecho y limpio mi rostro al caer el agua sobre mi cara. Me relajo por unos breves momentos mientras siento la áspera textura de la toalla de mano, y cuando abro los ojos en un momento de trance, me sobresalto al ver un rostro poco conocido en el reflejo del espejo empañado debido al agua caliente que se evaporaba fácilmente. Retrocedo unos pasos atrás hasta terminar sentada en la tapa del retrete. Los latidos de mi corazón se aceleran y bombean fuertemente, como un tambor que espera terminar a la hora del crepúsculo. Mis piernas me tiemblan al intentar levantarme. Siento que están adormecidas. Trato de reflexionar que fue lo que sucedió. Tal vez será una ilusión mía, o solo una alucinación que he tenido debido al millón de cosas que me suceden.
Me tranquilizo por un momento y me levanto lenta y pausadamente hasta alcanzar a mi boutique, saco el pintalabios color rojo granate y empiezo a pasarlo por mis belfos. Luego cuando termino, pinto mis párpados con unas sombras color carmín y me paso un delineador azul marino. El maquillaje queda bien y listo.
Guardo la boutique y salgo del baño, esperando a que a no vuelva a aparecerse enfrente mío.
Entro a mi habitación y abro el ropero, en el cual encuentro la ropa ideal: una remera manga larga negra, una mini-chaqueta de jean con un dibujo de una rosa ensangrentada, un pantalón ajustado gris y unos zapatos con tacones negros. Ropa para salir para ser específicos en todo esto.
Cuando termino de ponerme todo bajo por las escaleras, sin antes ponerme la campera térmica grisácea que llevo siempre cuando es invierno. Salgo por la puerta principal y voy a través del pasillo de salida y abro la puerta con rejas, junto a una gran fila de enrejado de seguridad, por si hay intento de robo. Y como si no fuera suficiente, mis padres pidieron instalar unas cámaras en ambos pilares que están pegados en medio del enrejado y la puerta de salida. Ya sé que es demasiada seguridad, pero ambos se percataron de que en esta zona era diferente a la que vivía de pequeña, y de que habían muchos robos seguidos. Por suerte, llevo la billetera escondida en el bolsillo interno de la chaqueta de jean. Esta bien guardadita. Doy señas a un taxi para que me lleve hasta el centro comercial de la zona norte de Baltimore. Entro y me acomodo. Abro mi campera y siento que alguien está llamándome desde el celular. Es Liah. Atiendo sin dudar y escucho los gritos y risas de fondo de Angie.

-Hey amiga ¿Por dónde estás? Tenemos un poco bastante de frío al esperarte aquí en la entrada- dice rechinando los dientes.

-Estoy en camino. No se preocupen, llego pronto- digo delicadamente.

-Ok. Te esperamos aquí.

-Esta bien. Adiós dulzura- digo alegremente y cuelgo el teléfono.

Espero que no se congelen. Tal vez hace mucho más frío por allí. Me aclaro la garganta y le digo al taxista:

-Señor ¿Podría ir más rápido, por favor? Mis amigas me están esperando y de seguro tienen frío- digo mientras el me ve en su retrovisor, y noto que mientras se ajusta la corbata. Me mira fijamente y aclara su garganta diciendo:

-Iré lo más rápido que pueda, señorita- dice seriamente, aumentando la velocidad y con apuro. Que bueno que este hombre me comprende, de no ser así tardaría mucho tiempo, aclarando que Liah y Angie se pondrían ansiosas. La tormenta viene. Espero que no sea tan fuerte. Pero por suerte faltan un par de cuadras para llegar.

Empiezo a guardar el celular y subo el cierre de mi campera para así empezar a prepararme para bajar. He llegado y me encuentro justo en la puerta. Le entrego el pago del viaje al señor taxista y empiezo a abrir la puerta.

-Que tenga suerte, señorita- dice, y al terminar de articular las palabras adecuadas, se ve que sus ojos brillan de un color claro.

El momento se vuelve incómodo y le lanzo una sonrisa nerviosa, sin saber que responder. Es extraño, ya que sus ojos brillaron, como una estrella cayendo del cielo. Y eso que no había luz. Tras todas estas conclusiones precipitadas, bajo del taxi y me acerco a Liah y Angie, que están ambas esperándome. Me dan un fuerte abrazo y me estrujan con demasiado fuerza.

-Amiga ¿Dónde estabas?- dice Angie mientras le tiemblan los labios, tratando de articular la pregunta-. Nos estábamos congelando aquí.

-Discúlpenme chicas, es que hace unos momentos que salgo de casa- digo tratando de explicar la situación.

-No importa. Aunque llueve o truene te esperaremos-dice con una sonrisa en su rostro-. Sería mejor que entremos, porque sino terminaremos hechas un iceberg las tres juntas.

Lanzamos una carcajada y pasamos por la puerta giratoria. La idea era ir de compras primero y luego ir a comer. Sin embargo las chicas no habían almorzado, así que para calmar su apetito vamos a ir a un coffee que se encuentra en el segundo piso. Subimos por la escalera mecánica y llegamos al lugar. La decoración te hace recordar a un puesto de repostería francesa. En la vitrina se encuentra unos delicatessen exquisitos. Nos sentamos en una mesa pequeña para tres personas. Las sillas están decoradas con guirnaldas de copos de nieve y la mesa tiene un mantel artesanal. Esta todo bien preparado. Los mozos se ven muy amables y elegantes. Y no tardan en venir. Nos sirven la carta pero veo que la única que la necesita es Angie. Liah al parecer ya sabe que pedir. Yo, por mi parte nunca he venido aquí, por lo que pediré el algo sencillo. Termina Angie de leer la carta y elige su pedido: una porción de chesse cake y un submarino. Liah, por su parte, elige algo mas sofisticado: un moose de chocolate con un café latte. Mi pedido al fin venía y yo ansiosa lo ordene con gusto: un milkshake de frutilla con una porción de tarta de frambuesa. Todo lo pedido es completamente delicioso y rico. Para cuando nos sirven nuestros pedidos, comenzamos a hablar. Todo empieza con lo que hacen en estas vacaciones: sus planes, lo que hacen, entre otras cosas. Como que Liah planea ir a Canadá para visitar a sus abuelos e ir de excursión. Al igual que Angie, que tiene pensado ir a Alaska de vacaciones junto con su pareja. Y, por último, yo les conté que ya tenemos pensado ir a Colorado para estas vacaciones, y que para las vacaciones de verano tenemos pensado ir a Miami.
La conversación siguió mucho mientras nos terminábamos nuestros pedidos. Ya estábamos casi listas para levantarnos de la mesa. Nos empezamos a preparar mientras levantábamos nuestras pertenencias. Cada una empezó a pagar la cuenta y le dejaron propina al mozo. Nos retiramos y tomamos la escalera para el tercer piso, que es en donde se encuentran las vidrieras de ropa y accesorios. Después de todo, a eso vinimos.

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Ya salimos del último negocio del piso y todavía las chicas querían comprar más cosas. Debe ser que hace mucho que no salen y solo quieren verse bien. La indumentaria era de calidad y los accesorios se veían increíbles. Como Liah, que casi se lleva todo el negocio. O como Angie, que estaba completamente insatisfecha con las bellezas que habían. Por mi parte, en cambio, solo quería lo que se viera bien conmigo y me haga lucir. Todo lo que se habían comprado fue completamente increíble. Y además, hay que decir que nosotras no compramos cualquier cosa. Compramos lo que sea necesario y a la moda. Nosotras ya nos estábamos dirigiéndonos al ascensor con nuestras bolsas de compras. Liah llevaba como siete u ocho bolsas, Angie alrededor de unas cinco o seis, y yo seis o siete. Eran demasiadas bolsas para llevar dentro de un baúl, a menos que sea una camioneta 4x4. Solo espero que encontremos un taxi o un remis con un gran espacio. Ya habíamos llegado al piso principal e íbamos saliendo. Pasamos por la puerta giratoria y caminamos unas calles hasta llegar a una esquina para tomar un taxi. El frío nos puso muy inquietas e hizo que todos nuestros cuerpos estuvieran congelados ante la terrible caída de nieve.
Y luego de un rato vi una figura que se me hizo conocida, junto con otra que era extraña. Llega el taxi y le pedimos que abra su baúl para poder entrar. Eso sí, yo creo que las iba a alcanzar después.

-Te toca- me dijo Angie, señalando al baúl para poner mis bolsas.

-Guárdalo por mí- le dije mientras les daba las bolsas y caminaba hacia la otra esquina.

-¿A dónde vas?- me pregunta Liah con un tono de confusión.

-Voy a ver algo-digo colocándome la capucha de la campera térmica hacia atrás-. No me tardo.

Camino hacia allí y corro tras ellos, que se están alejando de mí. Hasta que cuando llego a ellos, los puedo ver bien. Hasta que por mucho que lo quisiera, no puedo ver tras la tormenta y la nieve. Ellos se habían desaparecido. Me enojo y lo que puedo ver es que el farol que está en la esquina es mi único guía hacia la oscuridad, en medio de esta fuerte y monstruosa tormenta.

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Hooooola. Disculpen si no pude actualizar. Estuve ocupado, no tuve inspiración y tampoco Internet. Así que... ESO ES TODO POR HOY!!! Si les gusto, ya saben, solo pinchen en la estrellita kawaii y listo. Hasta luego, y recuerden... Actualizaré cuando menos lo esperen. Besos y abrazos <3. Bai baiiiii...

-Kimu.

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