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7: A Escondidas.

Pasaron tres días después de la noche de Año Nuevo y no estoy exhausta. Ayude en la casa y, por su parte, papá estaba trabajando en casa, para luego tomarse una licencia para irnos de vacaciones en Miami en este verano. Cada vez que terminaba de hacer mis actividades diarias, se le veía a mamá muy feliz junto a papá, besándose y acariciándose. Me alegro por ellos. Tienen derecho a darse un tiempo a solas. Todo esta en orden, por el momento. Descanso en mi habitación al haber terminado de sacar la basura y limpiar un poco las ventanas y muebles. Salgo al patio trasero, en donde hay una gran cantidad de azucenas, jazmines y lavandas, llenos de nieve. La enredadera de la ventana que da a mi habitación está junto al balcón, pareciéndose a una mano, sujetándose de la pesada nevada. Tal vez cuando anochezca le corte sus ramas para que no sufra frío. Empiezo a sacar el toldo que da arriba de la ventana del comedor, junto con unas cortinas transparentes enganchadas al toldo, quedándose como una especie de "huerta casera". Luego de cubrir el jardín, agarro una brocha para pintar paredes y empiezo a sacar la nieve de las flores. Comienzo con el sector izquierdo. Para cuando ya estoy sentada sobre mis rodillas, empiezo a quitar la nieve que está sobre los pétalos de las flores, aunque digamos que apenas la removí de la cubierta de las flores se hizo agua su nieve, como si hubiera sido rocío primaveral. Apenas termino, me levanto para ir hasta el sector derecho. Pero, veo una sombra, que se desvanece en a través de las sábanas semitransparentes en medio de la ventisca invernal. Me subo la cremallera de la campera térmica grisácea que llevo puesta y saco una sábana que está enfrente mío. Me muevo con dificultad por la profunda nieve hasta llegar al enrejado que divide mi casa con la del vecino de la izquierda. Miro a ambos lados para observar mi entorno. Al sobresaltarme con el ruido de una rama de un árbol crujir, pensando que hay alguien en mi jardín, corro hasta la sábana que tengo enfrente mío y la muevo hacia un lado. Paso por el camino que impide que pise las flores y abro la puerta trasera de la casa. Al entrar, me saco la nieve de los hombros y me apoyo sobre la puerta. Acerco mis manos a mi rostro y comienzo a frustrarme. Mi desesperación me llega con una palpitación agitada, como una gacela tratando de esconderse de un leopardo. Y, como si no fuera suficiente, escucho mi celular vibrar con intensidad. Lo saco de mi pantalón ajustado con polainas que me protegen del frío. Es una llamada de Dove. Atiendo el teléfono y escucho su voz chillona.

-Oye desaparecida ¿Dónde te habías metido? No he recibido mensajes tuyos- dice con alegría.

-Disculpa amiga, es solo que estoy ayudando a mis padres- digo con cansancio.

Creí que no se iba a preocupar por mí, ya que ahora esta con muchos planes para ir de vacaciones de invierno.

-¿Estás sola en casa?- dice con curiosidad.

-De hecho, si. Aunque estoy bastante cómoda aquí estando sola.

-Yo igual. Mis padres fueron a comprar boletos para ir en un "viaje sorpresa", y mi hermano se fue al cine con unos amigos.

-Oh, por lo que veo ninguna de las dos estamos con gente- digo mientras lanzo un bostezo.

-¿Qué te parece si voy a tu casa? Digo, así no... estamos solas y aburridas.

-Me parece una buena idea ¿A qué hora puedes venir?- pregunto mientras me levanto del suelo.

-¿A qué hora te parece?

-Creo que sería perfecto a las... ¿Qué hora son?- digo confundida.

-Son la una y media de la tarde.

-Entonces a las tres en punto ¿Te parece bien?- digo con simpatía.

-No hay problema. Me parece perfecto- dice mientras se ríe.

-Ok. Entonces dentro de una hora y media nos vemos.

-Esta bien. Adiós loquilla.

-Adiós rarita- digo mientras río.

Corto la llamada y corro hasta mi habitación. Todo te está tranquilo. Por el momento. Entonces, cuando entro a mi habitación respiro lentamente para sentir el olor a lavanda que hay en todos los sectores. Abro el ropero y cuelgo la campera térmica que llevaba puesta. Me quedo con una polera de color verde oscuro que tenía debajo de la campera. Lo único que saco es un chaleco negro que tenía enfrente mío. Me saco las botas de invierno y las cambio por unas zapatillas con plataformas rojas a rayas negras. Cuando termino de arreglar mi ropa, voy hacia el baño para agarrar mi boutique para maquillarme un poco y no parecer impresentable. El delineador me salta de las manos y bajo la cabeza para agarrarlo. Y como si no fuera poco, me agarro un susto al ver una imagen borrosa en el reflejo del espejo del baño. Trato de alejarme un poco de allí y prosigo sosteniendo el delineador y pasándolo alrededor de mis ojos. Luego saco el pintalabios del boutique y comienza a hacer contacto con mis belfos. El tacto tan suave y delicado me reconforta un poco. Pasaron cuarenta y cinco minutos y solo me quedan quince de tiempo. Salgo del baño cuando agarro una liga y comienzo a juntar todos mis cabellos para poder contenerlos en la liga. Termino de hacerme la coleta y espero en un sillón hasta que la testaruda de Dove llegue. Pasan diez minutos y comienzo a ponerme cómoda en el sillón. Me recuesto calmada y con mucha fiaca. Mientras sigo con ansias de verla, me estiro sobre el largo sillón viendo fotos de mamá y papá en los porta-retratos. Hay una gran foto encima de la boca de la chimenea: son ellos dos sonriendo, con una mano de mi padre aferrándose a la cintura de mi madre. Parecen felices en aquella foto, más de lo normal. Seguramente habrán sido en los '80, porque se los ve más jóvenes. Y cuando ya es la hora de recibir a Dove, el timbre suena. Me levanto rápidamente y me dirijo hasta la puerta. Su mirada esta con una sonrisa de oreja a oreja, pero aún así temblándole los dientes.

-Si me hubieses avisado que hacía más frío de lo que creía, hubiera venido más abrigada- dice con tono bromista, temblándole los dientes.

-Si tu no hubieras sido tan arrebatada, despistada y con una cantidad de tiempo de más, hubieras visto la temperatura de la TV- digo con gracia mientras río, invitándola a pasar.

Antes de entrar se sacude los pies en la alfombra de entrada y le pido que me entregue su abrigo y su gorro. Lo que llevaba debajo era muy poquito: una remera manga larga de color coral, unas calzas ajustadas y unas botas para nieve.

-Déjame el bolso que lo dejo en un poof- digo con amabilidad.

-Oye, tampoco que fueras una sirvienta- exclama con alegría.

-Lo que sucede es que mi madre me enseñó a saber que el invitado es la prioridad.

-Pero tampoco es para que me cuelgues todo lo que llevo puesta- dice con incredulidad.

-Bueno, si eso te molesta...-digo con alegría.

-No, no, no, no, no. Esta bien así. Es solo que no estoy acostumbrada a que me reciban formalmente.

-Ya veo. Sera mejor que nos pongamos cómodas- sugiero cariñosamente.

-Justo iba a decirte eso- dice mientras ríe.

Me siento bastante cómoda con ella. En un ambiente solo para chicas hasta que mis padres vuelvan. Lo primero que hago es tomar de la muñeca a Dove para que subamos a la habitación.

-Espera. Tengo que hacer una llamada- dice con preocupación.

-No hay problema- digo con naturalidad.

-Si no te importa usaré el baño.

-Tu has la llamada tranquila- le digo sinceramente.

Pasa el tiempo en el que habla por teléfono y al estar tanto tiempo relajada en la cama, escucho un grito de Dove. Me levanto de la cama y me acerco lentamente. Sé que está mal escuchar conversaciones ajenas y todo eso, pero la curiosidad me invade. Coloco mi oreja cerca de la puerta y empiezo a escuchar pequeños susurros, algunos demasiado silenciosos, pero en un momento levanta la voz y escucho parte de la conversación:

<Jayce, Jayce, tranquilo. Sé que nuestro secreto no lo debe saber nadie más que nuestra familia. Si, ya sé que debe estar totalmente resguardado de todo el mundo y espero que no nos dé problemas, pero he aprendido a ocultarlo. ¿Estás seguro?... Está bien, nos hablamos luego. Adiós hermano.>

Empieza a avanzar hasta el limpia-manos y se moja la cara. Al verla a través de la mirilla, empieza a acercarse hasta la puerta. Y, como si mis instintos me hayan respondido, me pongo en pie y retrocedo un poco con el celular en la mano.

-¿Yyyyyy... todo bien?- digo como si no hubiera escuchado nada-. Digo porque escucho un grito tuyo.

-Si, no te preocupes. Resolví un problema... familiar- dice con un tono de comodidad.

Nos volvemos hasta la habitación y comienzo a pensar en todo: alucinaciones a la mañana y una escucha de conversación a escondidas. Ya no sé como llevarme estas locuras. Lo único que puede tranquilizarme es la nevada, que está volviéndose mas fuerte que antes, como las cosas que pasan conmigo, mi familia y mis amigos.

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Hey locuras. ¿Qué hay de nuevo? Miren, seré sincero. Estuve preparándome para irme de viaje y no pude actualizar la historia. Espero que puedan perdonarme y que sepan que estuve muy ocupado. Hasta la próxima, su querido escritor que los quiere con todo el corazoncito de oso que tiene. Saludos y abrazos <3, mis chiquillos ^-^. Adiositoooooo...

-Kimu.

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