Parte 3
Se metió inmediatamente en la bañera, se frotó el cuerpo. Necesitaba adecentarse y acostarse, que Michael no la encontrase en ese estado tan lamentable. Se sentía rota, pues todas las partes que se habían recompuesto, parecían haber vuelto a resquebrajarse. Lavó su rostro, se secó y vistió, tomando luego su lugar en la cama.
Intentó dormirse, pero resultaba inútil porque su mente no hacía más que dar vueltas sobre la misma escena. Los ojos le picaban y estaba segura de que se pondría a llorar. De pronto la puerta se abrió, así que de inmediato se giró de espaldas, fingiendo estar dormida. No sabía cómo ni le apetecía enfrentar la situación en ese momento.
—Sé que no estás dormida ¿Qué sucede? ¿Me estás evitando? — Suspiró profundamente, sorprendiéndola por completo con su pregunta ¿Le conocía tanto?
—Estoy cansada —musitó. Su voz sonó grave y estuvo segura, notó que algo realmente sucedía.
Y como si leyera sus pensamientos, Michael la asió por el brazo, ocasionando el inmediato rechazo de ésta, quien se removió en la cama, intentando zafarse de su agarre. Se posicionó encima, mientras Beth forcejeaba y lloraba, ahora de forma incontenible. La tomó por los hombros, intentando inmovilizarla pero sin ocasionarle daño, a fin de cuentas era mucho más pequeña y débil, la obligó a mirarlo a los ojos, pero lo que encontró en ellos le preocupó. Beth trató de esquivar su mirada, porque no soportaba tenerlo tan cerca, tanto menos al recordar lo que había presenciado.
—Beth, basta ¿Dime qué sucede? — Estaba agitado y aturdido. Beth bufó molesta y sin poder soportarlo más le gritó.
—¡Te vi! ¿De acuerdo? — Michael continuaba aturdido, pero su mente hizo click. — Creí que no volvería a suceder, al menos no... — Suspiró profundamente—. Sé que tienes tus necesidades pero, creí que todo sería diferente y me equivoqué. — Hipó, sus lágrimas manifestando su dolor. Michael permanecía conmocionado.
—¿Qué fue lo que viste Elizabeth? — Increpó, con tanto ímpetu que Beth, confusa y dolida, no atinaba a responder.
—¿No has entendido acaso? —murmuró, Michael asintió, derrotado.
—No es lo que piensas —dijo cabizbajo. Devolvió su mirada hasta ella, dura pero apesadumbrada. — Sabes que siempre he sido un cínico al respecto ¿Por qué sería distinto ahora? No toqué a esa chica. — Resopló—. Jamás le di a entender nada, le pedí que abandonara la casa ¿Puedes creerme? — Rogó y Beth entendió que era sincero. — Beth —. Sostuvo su rostro, acercándose peligrosamente hasta susurrarle al oído. — Deseo a otra ¿No te das cuenta? Creí que era alguien más, tenía el rostro cubierto y cuando se aceró.
—¡No quiero saberlo! — Interrumpió.
—Necesito que me escuches por favor —susurró a su oído—. Cuando se acercó supe que no era ese alguien que esperaba, que no eras tú. — Michael alzó el rostro y observándola intensamente le dijo: — ¿Qué fuiste a hacer abajo?
Beth no esperaba tal pregunta, nerviosa intentó escapar, pero Michael la mantenía bien aprisionada, de modo que en ese instante fue más consciente de su cercanía. Su esposo la observaba a través de sus profundos y hermosos ojos azules, pero no podía seguir negándose la verdad.
—¿Quería saber si se te ofrecía algo? —Dudó, tímida.
—¿Y si lo hubiera necesitado? — Se acercó de nuevo a su oído y Beth acercó su rostro, por lo que con un simple movimiento sus labios se rozaron. Michael los atrapó, hambriento, con ímpetu. Ambos experimentaron sensaciones tan intensas, sucumbiendo inevitablemente el uno a la otra. La desnudó con prisa, al igual que a sí mismo, su tacto le resultaba tan suave, perfecto, le resultaba increíble tenerla así, tan dispuesta y entregada, pero cuando se disponía a penetrarla, Beth dio un respingo, fue entonces cuando entendió que era pura, que nadie había tomado su virtud, como le habían hecho creer. Se odió a sí mismo por hacerlo, así que con suavidad y paciencia la amó, como nunca lo hiciera a otra mujer, le resultaba tan exquisita que cuando ambos llegaron al clímax, la tomó entre sus brazos, cobijándola con su piel, susurrándole satisfecho:—Eres mía... Solamente mía.
—Tuya — Correspondió ella, sobrecogida, pero dichosa.
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