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Lisa ya tenía una vaga idea de dónde es que quizás iban a ir.

Dio un suspiro, se aferró más al torso de Jennie y se dispuso a mirar el paisaje que yacía a su lado. Hace casi media hora habían dejado atrás la ciudad, siendo esta vez montañas medio rocosas y arenosas las únicas que estaban a los costados de la carretera.

El tiempo que demoraron no fue para nada tedioso, pero cuando al fin llegaron, Lisa se sintió totalmente aliviada al por fin volver a tocar el suelo. Estiró sus extremidades con pereza mientras la castaña aseguraba su motocicleta. No bastó mucho tiempo para que después Kim rodeara su fina cintura con dulzura, ambas sonriendo plenamente mientras caminaban hacia un buen lugar lejos de personas que pudieran mirarlas con fastidio.

—Este es buen sitio —comentó Lisa, haciendo que la mayor se quitara la mochila y de ahí sacara una gran tela. Ambas la extendieron con cuidado y la colocaron sobre la arena.

—Ya está empezando el calor —habló Jennie, quitándose la polera, las zapatillas y las medias.

—Uh, sí —fue lo único que pudo decir sintiéndose levemente incómoda. No es como si quisiera ver el cuerpo su de manera tan expuesta—. Lástima que ni tú ni yo trajimos ropa más cómoda.

—Bromeas —Jen soltó una risa nasal—. Por supuesto que sí traje, está debajo de mi pantalón.

—¿Qué? —sus ojitos se expandieron cuando observó como Jennie terminaba por sacarse el polo por completo, dejando a la vista su muy bien marcado torso. Para luego quitarse el pantalón y quedar con un corto short que mostraba sus apetecibles y trabajadas piernas—. ¡Jennie! — desvío su mirada con rapidez.

La mencionada sacudió su cabellera y comenzó a estirar sus brazos.

—¿Cuál es el problema? —fingió inocencia, algo dentro de ella sabía que Lisa empezaba a ponerse nerviosa y le encantaba ser quien causaba aquello.

—No, nada olvídalo —siguió mirando el mar como si fuera lo más interesante en el mundo.

—Hey, no mientas —la pelinegra no dijo nada —. ¿Vas a ignorarme? —sonrió—. ¿Qué de bueno tiene el mar? —bromeó acercándose—. Tierra llamando a Lisa. ¿Me escuchas?

Esta soltó una suave risita y observó cómo se acercaba y la observaba, conocía esa mirada.

—No, Jennie, ni se te ocurra —alzó las manos intentado protegerse, pero todo aquello fue en vano cuando la castaña se lanzó hacia ella, cayendo de espaldas y sintiendo cosquillas por todo su torso.

Las risas fueron perdiéndose entre la fresca brisa y el momento se volvió mucho más divertido y agradable.

—¡Jennie, ya no! ¡Hey! —siguió soltando sonoras carcajadas mientras se removía en la tela—. ¡Jennie! —intentó tomar las manos de Kim, ambas jugueteando en una tierna lucha.

—Amo tu risa —comentó cerca de su cuello, dejándole un casto beso para luego detener su sesión de cosquillas—. Ahora te veo más relajada, me gusta.

—Tonta, hiciste que sudara —se quejó, sentándose otra vez y haciendo de manera inconsciente un pequeño puchero.

—No hay problemas, vamos al mar a refrescarnos —le animó.

—Pero estoy con pantalón.

—Compré algo de ropa, quizás puedas usar alguna.

—Está bien, vuelvo pronto, iré a buscar un vestidor —tomó la mochila y se levantó con cuidado.

—¿Vestidor? —alzó una ceja mostrando disconformidad—. Demorarás mucho, yo ya quiero nadar.

—¿Te escuchas? —sonrió—. Suenas como una niña caprichosa y muy infantil.

—No cambies de tema —ahora fue ella quien se cruzó de brazos.

—Puedo hacer todo lo que quiera, jovencita Kim —se agachó levemente para darle un corto beso en los labios—. Así que iré a cambiarme, no demoraré.

La coreana la tomó de su nuca y le dio un beso más largo pero igual de casto.

—De acuerdo.

Luego de aquello, terminó por ver como la figura de la tailandesa se distorsionaba debido a que se estaba alejando notoriamente. Resopló y se reincorporó, caminando hacia las orillas del inmenso mar. Los rayos del sol impactaban contra su piel y esperaba a que Lisa no demorara mucho, ya necesitaba el bloqueador. Los minutos fueron pasando y Jennie empezaba a ponerse ansiosa. Quería esperarla pero ella aún no aparecía, así que totalmente segura de sus acciones, sacudió su cabellera y se dispuso a seguir el camino que Lisa había tomado.

No tardó mucho para cuando la reconoció, su ceño inevitablemente se frunció y sus pasos cada vez fueron más rápidos hasta que de pronto ya estuvo corriendo hacia Manoban. Esta se encontraba conversando con una chica totalmente desconocida.

—Quizás luego podamos almorzar juntas —dijo aquella alta chica, más que Lisa.

Jennie evitó reír. ¿En serio había dicho eso?

—Bebé, aquí estabas —habló lo suficientemente alto —la castaña se puso detrás de Lisa y rodeó su cintura—. ¿Por qué demoras tanto?

—Ow. ¿En serio? —mostró genuina sorpresa. La pelinegra estaba segura que se cambió rápidamente aquel short—. Lo lamento pero mira. ¡Ella es Doyeon, mi amiga en clase de Química! —exclamó feliz.

Bien a Jennie ya no le gustaba por dónde iba esto.

—¿Bebé? —ahora fue la tal Doyeon quién la miró con extrañeza—. ¿Ustedes andan en algo?

—Bueno-

—¿Aún no estás enterada? —interrumpió Jennie.

—Imposible —sonrió levemente—. Jisoo me dijo que Lisa no tenía pareja.

Maldita conejo tortuga, como te encuentre...

—¿En serio dijo eso? —Lisa frunció el entrecejo, postergando los negativos pensamientos de Jennie.

—Por supuesto que sí —suspiró, sonando inocente—. Lisa, tú sabes que nunca te mentiría, soy sincera contigo con respecto a mis sentimientos.

—Un momento. ¿Sentimientos? Doyeon, ¿de qué estás hablando? —sonrió de manera nerviosa—. ¿En qué momento cambiamos el tema?

—No estás con alguien, no de manera oficial.

—Pero...

—Pero estamos saliendo, nos estamos tomando el respectivo tiempo para todo —la voz de Jennie fue arisca y fría—. ¿En serio te atreves a decirle eso frente a mí? —rió con sarcasmo—. Amiga, estás perdiendo tu tiempo.

—Tú lo has dicho, salidas. Y claro que me atrevo, no estoy siendo irrespetuosa ni con ella ni contigo.

Jennie soltó rápidamente a Lisa y se puso frente a Doyeon.

—Estás sobrepasando los límites.

—Hey, ya vámonos —posó su delgada mano en el hombro desnudo de la mencionada.

—Los límites me los impongo yo —la desafío campante.

—Está bien, ya deténgase. Esto es absurdo —la pelinegra se puso en el medio de ambas chicas —. Doyeon, será mejor conversar en otro momento.

—¿En serio lo piensas? Ella no sabe respetar las relaciones ajenas —soltó con enojo.

—¿No lo entiendes o es que eres demasiado estúpida? Su "relación" no tiene nombre —sonrió ladinamente.

—Doyeon —le advirtió Manoban otra vez—. Vete por favor.

—Como quieras. Nos vemos luego, Lis —pasó al lado de Kim, chocando con su hombro bruscamente.

—Es un...

—Ya, ya, no digas nada —la interrumpió Lisa, acunando el rostro de la castaña entre sus manos—. No pasa nada, déjala.

Kim resopló dándose por vencida, viendo sus delicadas facciones para poder calmarse. No se contuvo y le dio otro beso.

—No arruinemos nuestro día por alguien así. Realmente estoy muy decepcionada de Doyeon —su voz fue más baja.

—Tienes razón, pero ah, no la menciones por favor —poco a poco relajó su entrecejo y llevó sus manos a la cintura de Lisa, lentamente volvieron a acercar sus rostros, hasta que sus narices se rozaron con lentitud, comenzando un juego suave y cariñoso.

—Te quiero —susurró en los labios de la pelinegra, besando las comisuras para luego terminaren aquellos gruesos belfos.

Lisa rodeó su cuello de y terminaron por profundizarlo. Su corazón se sentía tan bien luego de haberla escuchado que no importaba lo que los demás pudieran decir. Solo estaba con Jennie, estaba con aquella chica que le mostró una nueva perspectiva de ver la vida, estaba con aquella chica que cambió mucho de sí, estaba con ella y ya nada más podía importarle.

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