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El sábado había llegado demasiado rápido para el gusto de Danielle. Bueno, no es como si hubiera estado ansiosa durante la espera, no claro que no. Quizás era más por los nervios anticipados que sabía que tendría justamente cuando la vea en la tarde.
Lo único que sinceramente Danielle esperaba es que no se comportara tan tonta como suele ser cada vez que está cerca de Haerin.
—¡Hey, Dani! Creí que ya no vendrías —habló Hyein con el entusiasmo que la caracteriza.
La pelinegra detuvo su motocicleta en la playa de estacionamiento fuera del gran centro comercial. Bajó y se acercó a su mejor amiga que yacía recostada en una columna.
—Hola, Hyeinnie —besó su mejillas con delicadeza—. ¿Haerin aún no ha llegado?
—Haerin y Hanni dirás —reafirmó con una sonrisa burlona.
—Sí, sí, ellas —quiso hacerse la desinteresada, pero nadie sabía que su corazón latía tan fuerte como si le fuera a salir del pecho.
—Pues, Hanni me acaba de escribir diciendo que tardarían un poco. Ya sabes, Haerin no puede salir con facilidad del edificio.
—¿Edificio?
—Donde actualmente se queda a vivir —explicó con calma—. El edificio tiene varios apartamentos que son exclusivamente para los becados y algunos estudiantes que quieren alquilarla para mayor facilidad de ir a la universidad.
—Entiendo —bien esa era una gran información que necesitaba guardarla en su cerebro.
—Oh. ¡Aquí vienen! —dijo con una gran sonrisa sincera. Danielle que estaba de espaldas tuvo que girar con levedad su cuerpo. Ok, quizás no fue una buena idea.
¿Cómo iba a dejar de mirarla ahora?
Hyein se fijó rápidamente en su amiga y apretó los labios para no reír estruendosamente. Prometió que para la próxima traería un gran balde por si a Danielle se le diera por babear. Uno nunca sabe y más vale ser precavida.
—Cierra la boca o entrarán moscas —le susurró burlona.
La mayor cayó en cuenta de las palabras de Hyein y sacudió levemente la cabeza.
Vamos, concéntrate.
Aún faltaban algunos metros para que Hanni y Haerin se acercaran a ellas, pero mientras más centímetros se reducían, más se aceleraba el pulso de Danielle.
Kang Haerin se veía preciosa, corrección, mucho más de lo que creía posible. Su cabellera castaña y larga, estaba escasamente lisa y gracias a la presencia de la luz del sol, tenía un brillo especial. Su rostro, que para Danielle era totalmente el de un ángel; tenía leve maquillaje, realzando su belleza natural. Llevaba unos aros largos en sus pequeñas orejas que le daban aquel toque delicado y perfecto.
No, no, Danielle creía que aquella castaña era demasiado para alguien común y corriente.
¿Cómo diablos iba a hacer para que se interesara en ella?
—Danielle —escuchó a la lejanía y sintió como le daban un codazo sin fuerza ejercida.
Cerró los ojos con fuerza para después volver a abrirlos. ¿Cómo es que ahora todos estaban rodeándola y mirándola como si fuera un extraterrestre?
Danielle carraspeó algo cohibida.
—¿Estás bien? —la suave y levemente preocupada voz de Haerin hizo que sus orbes fueron a parar hacia ella.
—Uh, sí, no te p-preocupes —pudo responder con dificultad. Maldición todo estaba yendo mal.
—Pues no parece —intervino Hanni, alzando una ceja inquisitoriamente.
—Tal vez es algo que le cayó mal en el desayuno —decidió salvarla Hyein con un fundamento no tan coherente.
—Mejor vamos adentro —habló Danielle esta vez un poco más segura—. Tal vez podemos ir al cine y luego al centro de juegos.
—Apoyo la idea —afirmó la más alta del grupo con una amplia sonrisa, contagiando su buen aura a las otras chicas.
Y bueno, quizás no fue tan malo después de todo.
***
En el cine debido a que la iluminación es casi nula, Danielle se permitió ver todo el tiempo que quisiese el perfecto perfil de Haerin. Desde su perfecta nariz de modelo, su filtrum levemente alzado y topando con el borde de aquellos gruesos belfos, haciendo que relucieran gracias a la luz de la gran pantalla. No pudo contener un suspiro. Y quizás varios.
Sí, estaba perdida.
Estuvo casi dos horas en aquel lugar y se podría decir que tan solo vio la pantalla gigante un total de quince minutos. Ni más ni menos.
Al salir de la función, las tres chicas empezaron a comentar y dar ciertas críticas sobre la película, claro que todas a excepción de Danielle, quien obviamente no había visto casi nada. Ninguna le preguntó sobre ello, tal vez solo se aburrió.
Luego de la pasada al cine y con un poco más de confianza, Hanni animó a todas a ir centro de juegos. Las horas transcurrieron en medio de risas y burlas genuinas, comentarios picones y otras pidiendo revancha. El lado jovial y divertido salió a flote entre las cuatro chicas y no pudo haber salido mejor. Para cuando marcó casi las nueve de la noche, Danielle las invitó a comer en un local común de Burger Kings. Pero claro que decidieron colaborar con los gastos, tenía que ser equitativo y regular.
Danielle y Hyein, como de costumbre se sentaron juntas y, al frente de ellas, estaban Haerin y Hanni. Los pedidos llegaron y como si eso fuera lo suficiente para hacer clic en la cabeza de la mayor de las cuatro, decidió hablar con algo de emoción.
—¡Haerin! ¿Es cierto que pasaste la hora del receso con Kim? —exclamó la vietnamita con una gran sonrisa cuadrada en su rostro.
La pelinegra, que estaba a punto de darle un sorbo a su soda, detuvo sus movimientos para prestarles atención. Hyein, bueno, pues ella deseaba sacar su celular para fotografiar la divertida cara que Danielle ponía justo en ese preciso momento.
—Han, no seas escandalosa —habló por lo bajo, yendo a mirar a los ojos de su animada amiga.
—Está bien, pero es que no puedo creerlo. Apenas llegaste y ya estás arrasando con todo —soltó con tono dulzón.
Danielle afirmaba la última frase.
—¿Qué cosas dices? —cuestionó apenada—. Minji es una gran chica, me ofreció su amistad. Somos amigas.
—Eso sonó tan cliché —Hanni rodó los ojos—. Quiero verte decir eso en un par de meses.
—Ya basta. ¿Por qué hablamos de esas cosas? —dijo con suavidad, no estaba molesta, sonaba avergonzada—. Además, yo no tengo ningún interés romántico o emocional en alguien. No quiero distraerme de mis estudios.
—Y vaya que Kim es una gran distracción —sonrió ladina.
—Hanni, ya no incomodes a Haerin. Mejor come, debes de tener hambre que de seguro por eso hablas de más —interrumpió Danielle.
Ella hizo un gesto de fingida indignación y Haerin solo sonrió ante lo ocurrente que suele ser su amiga. Hyein terminó de digerir el bocado de su hamburguesa y se acercó al oído de su amiga.
—¿Quieres que alguien te enseñe a controlar y no hacer notar tus celos? —susurró para luego sonreír burlesca.
La mirada de Danielle fue a parar hacia la niña gato, mas esta estaba absorta en su animada conversación con Hanni.
—¿Quieres exponerme frente a ella? —le reprochó con el entrecejo levemente fruncido.
—¿Más de lo que tú misma haces? —contraatacó con diversión y Danielle solo rodó los ojos.
***
—Ah, me siento como una total pelota —dramatizó Hanni ni bien salieron del local de comida rápida.
Hyein estuvo conversando con Haerin mientras Danielle revisaba la hora en su celular. Abrió sus ojos denotando sorpresa, casi eran las once de la noche. Siguieron caminando hasta llegar a la salida del centro comercial.
—Bueno, chicas, la pasé muy bien pero ya es algo tarde para ustedes, ¿cierto? —cuestionó Hyein.
Haerin revisó la hora en su celular y se exaltó brevemente, era demasiado tarde para ella.
—Es muy tarde, no medí el tiempo aquí. Debo irme, lo siento —dijo con rapidez.
—Vamos, yo te acompaño.
—No, Han, debes irte tú también, es muy tarde y puede ser peligroso.
—Pero también para ti.
—¿Somos adultas, no? Puedo con esto, no te preocupes —sonrió cortamente, tratando de transmitirle confianza.
—Ah, está bien. Pero para la próxima tú me obedecerás.
Danielle estuvo inquieta, quería decirle algo a Haerin pero no estaba segura si aceptaría.
—Nos vemos el lunes, cuídense —se despidió la de ojos gatunos y aceptó a que Hanni le acompañara a tomar un taxi.
—Bueno, creo que quedamos nosotras dos. ¿Vamos a la discoteca de siempre? —sugirió Lee—. Es sábado y de seguro nuestro grupo ya está ahí. Además, Sunghoon me ha estado preguntado mucho por ti.
Danielle chasqueó la lengua.
—Lo lamento, Hyeinnie. Pero... ¿Qué me dirías si pienso seriamente en llevar a Haerin a su edificio?
La expresión de Hyein era digna de burla si es que Danielle hubiera tenido ganas de aquello. Sin embargo, su concentración estaba fija en aquella chica linda de cabello largo y castaño que se cubría con sus propios brazos debido al inoportuno frío. Estaba sola, puesto que Hanni ya había tomado un automóvil.
—¿En serio? ¿Me dejarás sola en la fiesta por ir a llevarla a su apartamento? —la miró con incredulidad pero luego sonrió ampliamente—. ¡Mi bebé está creciendo! ¡¿Cuándo fue que esto pasó?!
—Hyein —la regañó mientras era apretada entre los brazos de la menor.
—Disculpa, es la emoción. ¡Pero anda! ¿Qué esperas? ¡Puede tomar un taxi en cualquier momento! ¡Arranca ese juguete de una vez!
Danielle terminó por sonreír y de inmediato se subió a su motocicleta, aceleró para poder llegar rápidamente al lado de Haerin. La coreana dio un respingo al escuchar el rechinar de las llantas al momento que frenó abruptamente cerca de ella.
Bien, no es nada del otro mundo. Marsh, tu puedes.
Con la seguridad que creyó no tener, se bajó de la motocicleta y se paró frente a Haerin.
—¿Danielle? —estaba confundida. No se esperaba verla tan pronto.
—Uh, ¿aún no tomas algún taxi?
—Pues como verás, aún no —respondió con obviedad—. El precio que piden es muy elevado. ¿Tan cara es la cuota de movilidad en Seúl?
Danielle sonrió levemente. Era su oportunidad.
—Bueno, no siempre que digamos, depende del lugar. Pero si quieres, solo si tú quieres, yo, uh..., yo puedo llevarte —rascó levemente su cuello. ¿Por qué le empezaron a arder las orejas?
—Ow, es muy gentil de tu parte. Pero, yo nunca me he subido a una motocicleta —confesó apenada—. Me da algo de miedo, no creo que sea tan seguro.
—No te preocupes por eso —se apresuró en hablar, agitando una de sus manos—. Manejaré a una velocidad constante y lenta si tú quieres.
Sí, Danielle Marsh, ella que adora la velocidad y el desenfreno acababa de decir eso sólo por el bienestar de la muchacha. ¿Contaba como algo bueno? Esperaba que sí.
De pronto, Dani notó los gestos de Haerin y, aunque era consciente de la baja temperatura que rodeaba la noche, decidió hacer una cosa más.
—Vamos, prometo ir con cuidado. De paso te doy mi abrigo —los ojitos de Haerin la miraron una vez más con notoria sorpresa.
—Pero hace mucho frío, yo no podría... —sus palabras se detuvieron cuando vio que Danielle ya se había sacado aquella prenda color negro. Era de un material suave y se veía bastante costosa.
—Llevo una camisa, ¿ves? Además, no suelo tener tanto frío la mayoría de las veces —explicó mientras se acercaba a Haerin para acomodar su abrigo en los hombros contrarios.
—Uhm, gracias —susurró algo tímida, mientras se ponía mejor la prenda. No pudo evitar inhalar aquella femenina fragancia que desprendía de la ropa. Era sumamente agradable.
Danielle sonrió al verla con una prenda suya, le quedaba mucho más grande y la hacía ver adorable. Podría compartirle cualquier ropa suya con tal de ver aquella linda imagen y más si se trataba de sus pertenencias.
—Vamos, confía en mí —vaciló a decir mientras la tomaba de la mano.
Ahí estaban las estúpidas mariposas revoloteando en su estómago. Se sentía una tonta, una muy enamorada. Haerin optó por esbozar una pequeña sonrisa mientras reforzaba el agarre de la mano contraria.
—Está bien, gracias.
Marsh sonrió ampliamente, luciendo sus perfectos dientes y se subió a la motocicleta, haciendo que Haerin repitiera sus acciones.
—Bien, a-ahora solo sujétate de mí c-cintura —su tartamudeo se hizo presente al darse cuenta de la situación. Pero al parecer la más baja no lo percibió.
Danielle sintió que se quedó sin respiración al sentir los delgados brazos de Haerin rodearla. Y más aún cuando sintió como su cabeza reposaba en su espalda.
—Así me siento más segura —habló para luego soltar cortas risitas.
—No hay problema —exhaló todo el aire, como si lo estuviera conteniendo en sus pulmones.
Ah. ¿Podía definir esto como uno de sus primeros momentos especiales con Haerin?
Recuerden que algo así se ve Danielle.
¡Gracias por leer!
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