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Haerin se encontraba caminando por el pasillo en dirección a la cafetería de la universidad. Hace ya algunos minutos que la campana había sonado y no olvidó que tenían que ir en busca de Danielle. Al comienzo le pareció un poco raro pero también se puso a pensar en los aspectos positivos que traería el tener nuevas amistades. Hasta ahora las pocas personas que pudo conocer le habían caído bien por su personalidad sincera y actitud relajada. Después de todo, ir a estudiar a una ciudad diferente a la suya, no fue mala decisión.
Sujetando el tirante de su mochila logró ingresar al lugar, notando con la mirada rápidamente como Danielle se levantaba y le indicaba su lugar. A pasos lentos, Haerin fue acercándose y la pelinegra le esbozó una gran sonrisa de satisfacción.
—Hola, Haerin —logró empezar—. Pensé que ya no v-vendrías —titubeó la última frase.
—Hola, oh. ¿En serio? —frunció levemente el ceño, estaba segura que no habían pasado más de cuatro minutos—. Lo siento, debe ser porque esperé a Hanni pero ella dijo que se quedaría en la biblioteca a investigar sobre algo —le restó importancia encogiéndose de hombros—. No podía acompañarla sin avisarte antes.
Danielle empezó a sentirse muy insegura.
—Vas, ¿vas a ir también?
—No, no, creo que daría un mal aspecto de mí persona —le sonrió tímidamente, alterando el corazón de Dani por lo adorable que se veía ante ella—. Además, me agrada tu compañía también, a pesar de que hablamos muy poco.
Eso fue suficiente para hacerla sonreír, en cierta parte Haerin tenía razón, pero Danielle se iba a asegurar de permanecer el mayor tiempo posible con la castaña. No estaba segura por qué lo quería así, pero tampoco es como si no le agradara la idea o todo lo que tenga que ver con Haerin desde que la vio por primera vez.
—¿Vas a querer algo en especial? —habló Marsh luego de que la menor se sentó frente suyo.
—Uh, bueno. ¿Vamos ambas? —sugirió haciendo un ademán de volver a pararse.
—No, por supuesto que no —se apresuró a decir, haciendo que Haerin detuviera sus movimientos—. Yo te invité, d-déjame hacerlo de una buena manera —fundamentó algo cohibida por la fija mirada contraria.
—Woah, gracias, pero no es necesario, en verdad. Puedo comprar también, no te preocupes —trató de convencerla con su suavizada voz.
—Solo por hoy si quieres. Yo no pude hacer nada al respecto en tus primeros días de asistencia —hizo un inconsciente puchero y Haerin terminó por acceder, dejando en claro que no era necesario pero que igualmente agradecía mucho su amabilidad—. ¡Bien! Vuelvo en seguida —se aseguró de tener la billetera en el bolsillo de su pantalón y con una corta sonrisa se fue alejando.
Haerin también sonrió levemente, de cierta manera le parecía que Danielle era un tanto especial y con una personalidad algo inusual. Podía sentirlo cada vez que ella la miraba o cada que percibía sus gestos y extrañas actitudes. Solo no esperaba equivocarse en cuanto tenerla en su corta y casi inexistente lista de amigas.
No pasaron tantos minutos cuando pudo sentir unos pasos muy cerca de ella.
—Hey, hola Haerin.
—¿Qué tal, Minji? —le sonrió con amabilidad.
—Todo bien pero, ¿qué haces aquí sola? —cuestionó sentándose en el que era el lugar de Danielle, la castaña iba a decir algo sobre su acción pero decidió contestar a su pregunta.
—Esperaba a una amiga, se encargó de comprar algo de comida para ambas —alzó los hombros con poco interés y recién pudo notar los grandes vasos descartables que contenían jugo de frutilla en la mesa.
—Oh, ya entiendo. ¿Danielle Marsh? —ella asintió levemente—. Quizás está más interesada conversando con alguien.
Haerin frunció levemente el ceño y la azabache le indicó con una mano que viera a su al frente. La más baja obedeció y en efecto, a unos metros lejos de ellas se encontraba Danielle conversando animadamente con un peliazul. Hae pudo notar como la sonrisa de Marsh era muy diferente a la que veía con anterioridad cuando se mostraba ante ella, ahora la notaba más segura y hasta podría decir coqueta con el joven.
—Entonces es por eso —afirmó soltando leves risitas.
—Marsh siempre es así, cuando hay oportunidad con un chico jamás la desperdicia —comentó Minji.
—Y creo que no hay nada de malo, veo que lo disfruta y hasta está muy feliz —afirmó con normalidad y gracia.
—Debe ser por eso que siempre lo hace —culminó—. Pero bueno, yo traje uno para ti —Haerin dirigió su mirada hacia ella—. No pudimos hablar bien durante las clases pero quisiera hacerlo ahora. Claro, si tú quieres.
Haerin pudo jurar que vio un sonrojo en las mejillas de Minji, sonrió por inercia al verla algo apenada.
—Claro que sí, gracias —contestó más animada—. El jugo de frutilla es mi favorito.
—¿En serio? —agrandó levemente los ojos—. Entonces me encargaré de traerte uno cada vez que pueda.
—Ah, eres muy dulce, Minji. Gracias —la mencionada sonrió ampliamente, mostrando su blanca dentadura.
—¿Te parece si caminamos por el campus central? Digo, para tener una mejor vista y comodidad.
—Me encantaría, pero... —volvió a mirar a Danielle, quien seguía conversando melosamente con el lindo chico.
—No te preocupes por ella. Luego le puedes decir si es que eres de esas que dan explicaciones. Apuesto que ya se olvidó de volver aquí. Vamos —la animó con lo enérgico que empezó a salir su voz.
Lo pensó un par de segundos y luego asintió.
—Tienes razón, hasta creo que la veo más confiada. Vamos, Min.
—¿Min? —preguntó entre confundida y sorprendida. Ambas se levantaron y Haerin esbozó una pequeña sonrisa.
—Es que me pareces adorable y suelo poner sobrenombres cuando me siento más cómoda.
—Entonces eso sí me alegra completamente. ¿Quieres que lleve tu mochila?
—Uh, no, no, gracias. Tienes suficiente con la tuya, estoy bien.
Minji terminó aceptando y con vasos en mano empezaron a caminar hacia la puerta de salida. Y justamente fue cuando Danielle pudo ver sobre el hombro de Soobin como es que Kim se llevaba a Haerin.
Una sensación algo mezclada de desespero y enojo se fundió en su organismo. Cortó abruptamente el momento de diversión y plática que tenía con el peliazul para ir en el vano intento de detener la salida de ambas chicas.
—¡Haerin! —logró alzar su voz al ver que no podía alcanzarlas.
Lástima que fue demasiado tarde. Ellas estaban yendo por los pasillos en una conversación enfrascada que no notaron la tercera voz. Danielle bufó por lo bajo, llevando una mano hacia su cabello, intentando no jalarlo por la exasperación.
—Estúpida Kim —susurró para sí misma, sintiendo todo aquel recelo y enojo en su propia voz. Una sensación quizás inexplicable para ella, pero vaya que de igual manera lo estaba sintiendo en cada fibra de su ser.
¡Gracias por leer!
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