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—Vamos, Haerin-ah, quisiera presentarte a una amiga mía —habló la vietnamita mientras salían del aula. Ciertamente aún sopesaba su idea de hacerlo, pero no veía algo malo de todos modos.
Ambas fueron dirigiéndose a la cafetería, aunque Haerin estaba algo insegura con la idea de conocer a más personas en su primer día de universidad.
—Tal vez parezca una total despistada, pero es muy noble en el fondo de su corazoncito —bromeó y la castaña dejó de tensarse.
A unos metros de ellas, Haerin pudo ver solo una cabellera pelinegra, tal parece que la chica dormía porque tenía el rostro escondido en sus brazos recostados en la mesa.
—¿Acaso está durmiendo? —le susurró a Hanni y esta rodó los ojos.
¿Por qué Danielle siempre era así?
—Sí, casi siempre tiene flojera —fingió simpatía con una leve sonrisa, no iba a decirle que trasnochó en una fiesta absurda.
—Hey, Danielle. Ya, despierta. ¿Has comido algo siquiera?
—Mhm, ahora no fastidies. Me duele la cabeza —murmuró bajito.
—Toma asiento, Haerin. Traeré algo para ambas, yo invito por hoy —sugirió y la menor no pudo más que sonreírle ampliamente.
Haerin, su mente reaccionó.
3... 2... 1...
Danielle se reincorporó lentamente, si bien su reacción sería hacerlo mucho más rápido, tampoco era como que quisiera que la niña se diera cuenta. Cuando sus miradas se encontraron, Haerin fue la primera en desviarla, se estaba sintiendo incómoda si ninguna de las dos iba a hablar en ese momento.
¡Diablos, que sí es bonita!
Danielle sacudió levemente su cabeza tratando de quitar todos sus pensamientos.
—¿Tú eres Kang Haerin? —actuó desinteresada.
—Sí. ¿Tú eres la que llegó tarde y no supo resolver el ejercicio, verdad?
Danielle cambió, juró sentirse la chica más estúpida en toda su corta vida y, algo extrañamente pasó... Sus mejillas empezaron a arder y a colorearse de un suave carmín, estaba avergonzada. Por primera vez en su vida se sentía avergonzada frente a alguien y no cualquier 'alguien', sino a Kang Haerin, la alumna nueva e inteligente de su facultad.
—¿Estás bien? —la castaña acomodó mejor el anteojos en el puente de su nariz—. ¿Tienes fiebre? Estás algo colorada —ya que estaba sentada al frente, quiso acercarse un poco más al ver el rostro de Danielle sin nada de cohibición en su sistema.
—¿Eh? No, yo, yo... Nada, creo que uh, hace calor, sí, es calor.
—¿Tienes calor? ¿Cómo dijiste que te llamas?
—Soy uhm... soy Danielle. Danielle Marsh —intentó aclarar.
—Bien, Danielle. ¿Cómo que tienes calor? —cuestionó—. El clima no pasa de los 17° centígrados.
Joder, la australiana ya no sabía cómo esconderse.
—De seguro tienes fiebre —Haerin se sacó sus lentes y lo puso a un lado suyo. Entrecerró sus ojitos para poder ver con atención a la más alta—. Creo que no es grave, no tienes escalofríos, no se nota que estás deshidratada y al menos no veo que sudes.
—No, en verdad creo que-
—¿Pasó algo? —apareció Hanni con una bandeja en sus manos.
—Uh, al parecer sí, tu amiga Danielle parece que tiene fiebre.
—¿Qué? ¿Fiebre? —la azabache frunció el entrecejo.
—No, no es eso, yo...
Hanni miró el rostro de la chica y no pudo evitar abrir sus ojos desmesuradamente. No, no podía creer lo que estaba viendo. ¿Acaso Danielle Marsh estaba avergonzada?
La mayor de todas decidió dejar la bandeja en el medio de la mesa y sentarse rápidamente al lado de su amiga.
—Esto es para las tres, disfrutemos de frutas picadas y jugo de naranja —le dio a Haerin un tenedor plástico junto a un pequeño envase con dicho alimento.
—Gracias —le sonrió amablemente, ella solo asintió.
Hae sacó un pequeño libro que tenía en la mochila y lo puso al frente suyo, volvió a colocarse sus lentes para leer atentamente mientras picaba algunas frutas con el cubierto.
—¿Me dirás lo que te pasa? —susurró Hanni hacia su amiga aprovechando de la concentración de Haerin en su libro.
—No es nada —respondió secamente mientras dirigía con disimulo mal fingido su mirada hacia la castaña.
—¿Alguna vez me responderás algo que no sea "no es nada"? —dijo con fastidio.
—Si digo eso es porque absolutamente no es nada y ya —resopló tratando de no exasperarse por segunda vez en el día.
—Ay, qué buen humor el que te cargas hoy —soltó con sarcasmo. Pudo notar como el rubor en las mejillas de Danielle se habían dispersado, pero de igual forma quiso fastidiarla—. ¿Así que te avergonzaste frente a Kang, eh? —no pudo ocultar su sonrisa burlesca.
—¿De qué hablas? ¿Yo avergonzarme? —rodó los ojos—. Como si no me conocieras. ¿Por qué tendría que hacerlo?
Hanni arqueó una ceja y la miró como diciéndole: 'No te creo ni una sola palabra'.
—¿Crees que miento? —la mirada de Marsh no cambió—. Ahg, Han, detente.
—¿Entonces ese es un sí? —dudó por unos segundos—. Sí, yo creo que sí.
Danielle volvió a rodar los ojos y le dio un leve empujón juguetón en el hombro.
—Eso no es cierto.
—Esto es extraño, apenas la conoces hoy y ya causa muchas cosas en ti —la ignoró por completo mientras sonreía ampliamente.
—Hanni, ya es suficiente.
—Harían una linda pareja.
—Deja de decir estupideces.
—Seré la madrina en la boda.
—¡Hanni Pham!
La susodicha que justamente tenía una pequeña uva verde en la boca dejó de masticar. Haerin levantó su mirada y la dirigió a Danielle, todos en el comedor guardaron silencio.
Bien, ahora sí que Dani quería que la tierra se la tragase. Los ojos de la niña de ojos gatunos impuestos sobre ella la coercían filosamente, no pudiendo fingir la vergüenza que se apoderaba de su organismo.
¿Por qué su cuerpo reaccionaba de esa forma? No estaba entendiendo nada y eso lograba frustrarla. Se sentía una total tonta, Kang Haerin la estaba volviendo una tonta sin saber cómo y no sabía de qué forma iba detener todo eso.
Maldición, tan solo iban un día.
¡Gracias por leer!
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