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—No veo el problema. Adelante, señorita —le sonrió con amabilidad—. Usted, siéntese, tiene serios problemas con mi curso —habló seriamente hacia Danielle mientras esta no dejaba de ver a la de ojos gatunos.
Haerin se levantó de su asiento y se encaminó hasta ponerse al frente de Marsh.
—Tú, tú eres la chica de ayer —balbuceó con la mirada perdida aún en Haerin.
La joven castaña arrugó el entrecejo al escuchar los murmureos de la chica y el cómo los demás de la clase las miraban con suma atención.
—¿Me podrías dar el plumón? Necesito resolver el ejercicio que no pudiste.
La grave y suave voz de la más baja la sacó de su estado de trance, sacudió levemente su cabeza y al fin pudo percatarse de que estaba quedando como una verdadera idiota. Le entregó el plumón rápidamente y fue hacia su carpeta, no sin antes volver a mirarla una vez más.
—¿Y ahora qué te pasa? —comentó Hanni—. ¿La conoces? Quedaste como estúpida mirándola.
—Ahg, no, no es nada.
—Muchas gracias, señorita Kang. Llega recién hoy y ya está demostrando ser una estudiante intachable —comentó el profesor con cierta gentileza en su voz.
Danielle volvió a mirar al frente. ¡Sí, era ella! Pensó en unos cuantos segundos y su cabeza hizo clic ante un vago pensamiento.
—Hanni, ¿a esa chica la presentaron hoy en clase?
—Sí, se llama Kang Haerin, tiene 19 años al igual que nosotras y ha venido de Daegu. Al parecer ha recibido una beca integral por lo que recién se ha instalado.
Bien, entonces todo tenía coherencia. Haerin acababa de llegar de Daegu y es por eso que tenía maletas la tarde de ayer.
—¿Pero dónde se está quedando a vivir?
—¿Cómo voy a saber eso yo? —se detuvo unos segundos para esta vez mirar a su amiga—. Espera, ¿por qué lo preguntas?
—Curiosidad —se alzó de hombros.
—Oh, no, Danielle. Ya no más. No metas en problemas a más personas. No conozco a Haerin pero si intentas jugar le causarás problemas a ella también, con cualquier falta podría perder la beca.
—Así que becada —sonrió ladina.
—Danielle —le reprochó sería.
—Okey, Han. Yo veré que hago, además parece no ser tan sociable... Simplemente otra nerd en la facultad.
Hanni rodó los ojos con fastidio, a veces Dani no se medía con sus comentarios.
La campana resonó indicando el final de la clase. El profesor se despidió formalmente y luego poco a poco los estudiantes fueron saliendo, dejando vacío el salón.
—Nos vemos en el receso —avisó la azabache antes de cruzar la puerta. Danielle solo asintió en su dirección para luego refregarse el rostro con ambas manos.
Hanni se acomodó el tirante de su mochila y no muy lejos de ella pudo ver a la nueva.
—Hey, tú eres Haerin. ¿Verdad? —alzó la voz para poder ser escuchada.
La mencionada ladeó su cabeza y pudo ver a una chica baja y de cabellera oscura como el petróleo.
—Uh, sí. Estuvimos en la primera clase.
—Al menos me viste —comentó con una pequeña sonrisa—. Un gusto, soy Hanni Pham —extendió su mano y la otra en muestra de respeto le correspondió.
—Un gusto. ¿Y qué clase te toca ahora? —decidió Haerin hablar primero esta vez.
—Lengua y Comunicación. ¿Y tú ya sabes el tuyo?
—De hecho sí, tal parece que nos toca la misma clase.
—Woah, ¿en serio? —sonrió levemente—. ¿Qué carrera estás estudiando?
—Administración de Negocios Internacionales —habló orgullosa y Hanni se sorprendió ante ello.
—Entonces estaremos en las mismas clases —la castaña la miró con atención—. Yo también estoy en ese rubro. ¿No te molestará verme todos los días, cierto? —bromeó sacándole una pequeña sonrisa.
—Creo que no —se encogió de hombros divertida.
—Vamos, yo te indico dónde es.
Ambas siguieron su camino conversando un poco. Haerin podía verse asocial, pero ciertamente sentía cuando en verdad las personas que se acercaban a ella eran nobles y de buenas intenciones. La azabache era una clara muestra de eso.
Danielle salió justamente para presenciar aquella conversación. ¿Cómo es que Hanni es tan sociable y de una manera muy rápida con los demás?
Decidió no darle tanta importancia y se dirigió al baño a mojarse el rostro, necesitaba refrescarse y quitarse ese horrible sueño, o al menos intentarlo. No muy lejos de su camino pudo ver a su amiga con la estudiante nueva.
—Kang Haerin —susurró escasamente.
Bien, tal vez el sueño estaba pudiendo con ella. ¿Por qué seguía pensando en esa niña? Sus delicadas facciones quedaron tatuadas en su mente cuando Haerin pudo estar frente suyo. Desde el delgado rostro, su blanquecina y tersa piel, hasta aquellos redondos labios y esos afilados ojos que podían notarse a pesar de que este llevaba unos anteojos, el cristal de aquello solo le hacía un bello contraste a sus largas pestañas que decoraban su saltona mirada.
—¿Qué está pasando conmigo? —se quejó así misma, desconcertada. Con el agua que seguía cayendo de la llave decidió volver a frotarse el rostro algo exasperada. ¿Por qué pensar en una persona? Es más... ¿Por qué tener el rostro de alguien en su mente que apenas vio ayer?
—Absurdo, simplemente absurdo —volvió a murmurar, sintiéndose tonta. Nada de eso tenía sentido.
¡Gracias por leer!
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