—¿De qué hablas, Danielle?

—Sí, sí. ¿De qué hablas? —le siguió la azabache.

Danielle relamió sus labios y a pasos rápidos se acercó hacia la más baja, Haerin tuvo que apresurarse para tomarla de los hombros.

—Hey, ¿qué te pasa?

—Mejor preguntémosle a Hanni —su mirada volvió a recaer en la mencionada.

—Uh, bueno, no te ves de buen humor, ¿cierto? —habló casi nerviosa.

—¿Y lo dudas? —dio una fuerte exhalación—. ¿Por qué tuviste que decirle a Xiaoting que Haerin y yo no somos nada? ¿Qué pretendías?

—¡¿Qué?! —gritó incrédula—. ¡Yo no dije eso!

—¿En serio? ¿Segura que no mientes? —también alzó la voz.

—Oigan, cálmense —Haerin frunció el ceño—. Danielle, acabas de salir de la oficina del director, no hagas que te vuelvan a meter ahí.

—No, no. ¿En serio tú le crees a Xiaoting? —sonrió con burla, con cierto ápice de decepción—. ¿Ella puede ir encima de la verdad que pueda decirte yo?

—Entonces, debe haber un buen fundamento para todo esto.

—¿Y qué debe ser? —arrugó el entrecejo—. A mí como siempre me estuvieron hostigando tus seguidores obsesivos, preguntándome una y otra vez sobre ti y el por qué estabas cerca de Haerin —resopló cansada—. Estaba harta, demasiado. Si les decía que ustedes eran mucho más que simples amigas, lo probable hubiera sido que estuvieran fastidiando y causándole problemas a Hae. Obviamente eso era algo que no iba a permitir, así que cuando me lo preguntaron una vez más solo les dije que ustedes no eran pareja y que no sabía lo demás. No estaba tampoco para ventilar su vida privada, ¿o si?

Un silencio sepulcral se hizo presente en todo el lugar. Danielle pareció analizar todo lo escuchado puesto que se quedó quieta, observando fijamente las facciones de la vietnamita. De cierta forma, lo dicho tenía mucho realismo y coherencia.

—Bien, si eso era todo, ya lo dije y tengo que irme —dio media vuelta—. Quizás las vea mañana —avisó sin dirigirle la mirada.

—¡Espera, Hanni! —la nombrada se detuvo—. Mierda, lo lamento —chasqueó la lengua, poniendo la mano en su hombro—. En serio lamento haberte hablado así.

—Fue malentendido, perdón, Han —agregó la menor.

Hanni dio un resoplido, volteándose nuevamente para ahora sí poder verlas, dándose cuenta de la sinceridad con la que había escuchado aquellas palabras.

—Está bien, descuiden —se encogió de hombros—. Después de todo creo que sí fue un malentendido.

—Tú no tuviste la culpa. Fue la miserable de Xiaoting —gruñó haciendo puño una de sus manos—. Ah, en cuándo la vea no se va a librar de un buen golpe.

—Danielle —le advirtió Haerin, haciendo sonreír a la mayor.

—Hae, quizás no lo sabías, pero a Xiaoting le gustas desde que entraste, el problemas fue que no conversabas con ella desde un inicio, al parecer después encontró la forma de acercarse a ti.

La coreana abrió los ojos en claro acto de sorpresa. Ahora comprendía porque recién en los últimos dos meses había conocido a la alta chica cuando en realidad compartían la mayoría de las clases.

—Sí, pero eso ya no importa. Quiso pasarse de lista, intentó besarla y por si eso fuera poco, la insultó —nuevamente frunció al recordarlo.

—Pero ya pasó, no le des importancia —sugirió Hanni.

—Mejor vamos a mi apartamento, veamos alguna película o hagamos la tarea —habló Haerin amablemente—. Compartamos este día entre las tres, no siempre la pasamos juntas —hizo de manera inconsciente un puchero, ganándose una boba mirada por parte de Danielle.

—Suena bien —respondió con suavidad, entrelazando sus manos.

—Voy, pero si ustedes se comprometen en comprar comida —bromeó, ganándose un golpe en el hombro por parte de la pelinegra—. ¡Hey! —se quejó dramáticamente—. Me merezco al menos eso después de que casi intentas golpearme por culpa de Xiaoting.

—Tss, eres increíble, Pham —sonrió levemente—. Bien, dejemos a Haerin en el apartamento y luego salimos a comprar algo para las tres.

—Pero yo también quiero ir.

—Es que necesito hablar de algo importante con ella —le besó castamente la mejilla—. Tú estarás escogiendo las películas por nosotras.

Haerin arrugó su naricita, pero terminó por asentir ante lo pedido. Al fin y al cabo tendrían una agradable tarde y eso era lo que importaba.

***

—Eres cruel —le reprochó Hanni.

—No es cierto, soy una gran amiga —su voz bordeó cerca de un tono de sarcasmo y diversión muy bien encubierta.

—¿Te parece poco el haberme hecho caminar mientras que Haerin y tú iban en la motocicleta?

—No había espacio. ¿Dónde ibas a sentarte? —rodó los ojos, sin quitar su sonrisa socarrona.

—Uhg, eres cruel —repitió, dando una profunda inhalación al sentir el aire fresco chocar contra su rostro ni bien salieron del apartamento de Haerin—. Pero olvidando eso, ¿qué es lo que querías hablar conmigo?

—Necesito tu ayuda.

—¿Ayuda? ¿Para qué? —arqueó una ceja.

Danielle titubeó sintiéndose muy nerviosa
repentinamente, se detuvo al lado de la azabache y la miró con fijeza, soltando un resoplido fue que prosiguió.

—Necesito una buena idea.

—Pero para qué —le incitó.

—Una que no sea ni muy cliché ni muy aburrida, pero que de todos modos sea lo suficiente como para que todos lo sepan, sí, así lo quiero —suspiró.

—Danielle Marsh, habla de una buena vez —se cruzó de brazos.

—Necesito que me ayudes para...

—Para... —alargó la vocal, esperando a que siguiera.

—Para declararme a Haerin —soltó rápidamente.

Hanni abrió los ojos con desmesura, una amplia sonrisa se instaló en su rostro.

¡Esa era una noticia increíble!

¡Gracias por leer!
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