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Haerin recostaba su espalda en el pecho de la mayor, sintiendo como esta le susurraba palabras lindas y le dejaba castos besos por el cuello. Aquellos cálidos brazos rodeaban su cintura y Hae sonreía mientras acariciaba con delicadeza las manos contrarias.
Su burbuja de amor y descanso se vio interrumpida por un par de toques en la puerta.
—¡Danielle! ¡Haerin! —la voz de Hanni resonó.
—Diablos, lo había olvidado —murmuró la pelinegra disgustada. Haerin soltó leves risitas, ganándose un par de besos en la mejilla por parte de Dani.
—Ya es hora de irnos, además Minji quiere hablar al respecto.
—Pero yo quiero estar así todo el día contigo —se quejó dulcemente, haciendo que la castaña ladeara el rostro y ambas juntaran sus bocas en un tierno y corto beso.
—Hay mucho tiempo para eso, Danyell.
—Pero me he perdido más de dos días, ha sido demasiado tiempo el que he estado lejos de ti —reforzó su agarre en la cintura adversa.
—Estás exagerando.
—Mientras se trate se ti, exagerar no me importa —bromeó, acomodando su mentón en el hombro de la más baja. Más toques interrumpieron—. ¡Ya vamos!
—Será mejor que me sueltes, no podemos caminar bien así.
—Claro que sí se puede —refunfuñó, apegándose más, sacándole una leve sonrisa a la otra.
—A veces eres tan infantil —se deshizo del agarre y dio media vuelta para tomar la chaqueta de Danielle entre sus manos.
—Y tú eres demasiado preciosa —susurró, sosteniéndola por la cintura para acariciar su nariz con la contraria.
—No es verdad —la retó dulcemente, cerrando los ojos ante el tacto tan cálido que recibía.
—Sí lo es, eres un ángel —sonrió levemente—... mi ángel —culminó la frase, dando paso a un nuevo y profundo beso, ladeando sutilmente la cabeza para hacer de la sensación una más íntima. Estuvieron tan sumidas, disfrutando del cariño y el amor en la otra boca, que un grito algo exagerado fue el que logró romper con su momento.
—¡Hey!
—¡Cállate, Pham! —respondió Danielle al instante, viendo como la azabache abría aún más la puerta y se adentraba al salón.
—¿Y por qué me gritas? —le reprochó.
—Yo debería hacer eso a ustedes.
Minji logró entrar después.
—Estuvimos tocando y no respondían. Solo queríamos saber si ya todo estaba bien.
—Pues nos interrumpieron —frunció el entrecejo.
—Ya, Danyell, no seas así —habló Haerin, acariciando la suave mejilla de la chica a pesar del efusivo sonrojo que llevaba en su rostro. No es como si estuviera acostumbrada a que alguien más la viera, justo en el estado en el que estuvo con Danielle hace unos segundos. Estaba realmente avergonzada.
—¿Todo bien? —decidió empezar Kim, algo nerviosa por recibir críticas. Aunque muy en el fondo sabía que las merecía por haber cometido tonterías.
—Más que bien —afirmó Dani, haciendo girar a su gatita para abrazarla por la espalda, atrapando aquella fina cintura en sus brazos.
—Escuché todo, yo también tuve cierta culpa —habló Haerin—. Dejé que todo se revolviera en mis pensamientos y creí en cosas que no debía.
—Lo siento mucho para ambas, en serio —aclaró Min—. Fueron estupideces del momento —hizo un mohín apenado—. Pero creo que dije todo lo que tenía que decir y espero puedan hacer pasar por olvidado lo que hice, si gustas puedo desaparecer de tu vista.
—Sin rencores, Kim —comentó Danielle, sonriendo levemente.
—¿En serio?
—De mi parte también —siguió la de ojos gatunos—. Sin recelos, ni nada. Yo sé que eres una gran chica, no arruinemos nuestra amistad.
Minji sonrió ampliamente, tal cual chica dichosa.
—Gracias y les deseo lo mejor a ambas.
—Gracias... —la australiana dudó, pero a fin de cuentas decidió nombrarla—, Minji.
La mencionada la observó incrédula. ¿Hace cuánto tiempo que no se llamaban por sus nombres?
—Tú, tú dijis-
—Sí —le interrumpió—. Tu apellido es muy feo, prefiero tu nombre.
—¡Danielle! —exclamó la mayor de todas, ambas soltando leves risitas. Un cariño que parecía extinto, apareció en ambos pechos. ¿Hace cuánto que no sentían aquello?
Haerin y Hanni se miraron entre sí, entre felices y sorprendidas.
—¿Les parece si vamos a comer? Somos cuatro y aún no es tarde —sugirió Danielle, acomodando su mentón nuevamente en el hombro de Hae.
—¡Sí, es una gran idea! —dijo la vietnamita con emoción, sonriendo de aquella manera tan especial y única.
—Por mí no hay ningún problema —se encogió de hombros Minji, mirando a la pareja con confianza.
—No se diga más. Vamos —Danielle dejó un sonoro beso en la mejilla de Haerin y se separó de ella levemente.
—Entonces... ¿todo bien? —carraspeó Kim, acercándose hacia la pelinegra.
—Ya te lo dije —sonrió—. Más que bien.
Minji extendió su mano, dudosa al no saber si Danielle la estrecharía con la suya en clara muestra de aceptación.
La australiana negó levemente, tirando de su mano para rodearla en un fuerte y melancólico abrazo. Minji demostró sorpresa con sus facciones, sin embargo, rodeó el cuerpo del que fue su mejor amiga y la apretó con fuerza, sintiendo como una calma la inundaba. Su amistad no había terminado de la mejor manera, y el tan solo volver a abrazarla le generaba que muchas emociones volvieran a aparecer.
—Gracias por hacer esto —susurró al oído de la más alta—. Ya me siento completa y te lo debo a ti, Minji.
La mencionada sonrió con nostalgia. Recuerdos llegaron a ella.
—Eso no es nada, solo reparé el daño. Me alegra verte feliz, Danielle —Marsh se separó de ella y se sonrieron genuinamente.
—¿Amigas? —extendió su mano.
—Amigas —afirmó, estrechando su mano, con emoción.
—¡Esto es más que perfecto! —celebró Hanni, enlazando su brazo con el de Haerin. De a poco se acercó a la oreja de la niña—. Y tú me contarás todo lo que está pasando con Danielle, exagerando si es posible.
Haerin sonrió con diversión.
—Ya se me extrañaba que no me dijeras eso.
—Pues ya no lo extrañes —le codeó gentilmente
—¡Bien, vamos! —avisó Danielle.
—Esperaré por ello, Hae.
—¿Qué vas a esperar? —interrumpió australiana, posando sus manos en la cintura de Haerin y dejando un beso en su mejilla. Por su chica se había convertido en una maldita melosa y cariñosa por doquier. De eso no había duda.
—Algo que no te importa —sonrió Hanni, divirtiéndose al ver el ceño fruncido de la otra.
—Hanni Pham... —advirtió y la mencionada tan solo le sacó la lengua infantilmente.
—¡Vamos ya, muero de hambre! —exclamó dramáticamente, ignorando a Danielle por completo.
Haerin apreció las facciones neutras de su chica.
—No le tomes importancia, es cosa de nosotras.
Dani suavizó el gesto en su rostro, sonriéndole a la menor. Entrelazó ambas manos y le propinó un lento y casto beso en la frente, deleitándose con la suave risa que podía llegar a escuchar.
—Es que a veces es muy rara.
—Es típico de ella —se encogió de hombros.
—Sí, tienes razón —ambas sonrieron, decidiendo salir del aula junto a sus otras dos amigas.
Una tarde -casi ya noche- empezaba para el pequeño grupo. Una nueva oportunidad de convivencia.
¡Gracias por leer!
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