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—Sin duda me encanta más este sabor —comentó Danielle luego de haber dado una probada al envase de su helado.
Haerin asintió levemente y ahora fue ella quien degustó de su delicioso helado de chocolate y fresa.
—Yo creo que el mío es mejor —respondió la menor con cierta diversión.
—Deberías probar entonces el de lúcuma —Danielle no lo dudó y llenó su cuchara del helado de dicho sabor. Lentamente extendió su brazo hasta llegar cerca a la boca de Haerin—. Prueba un poco —dijo suavemente, con esa sonrisa boba que la caracteriza cada que vez que observa a Kang.
La castaña tomó entre sus labios el postre y luego de que pasara por su paladar hasta su garganta, cerró los ojos complacida. Tenía un toque cremoso y suave, dulce pero sin llegar a ser empalagoso.
—¿Lo notas? Es uno de los mejores —agregó, volviendo a llevar el cubierto a su envase.
—Creo que tengo un nuevo sabor favorito desbloqueado —sonrió brevemente—. Trataré de venir siquiera una vez al mes.
—¡Podemos venir! —exclamó con cierta emoción anticipada—. Esta era mi heladería favorita... Mejor que sea el lugar favorito de ambas —comentó algo avergonzada. Ah, Danielle solo quería poder pasear al lado Haerin, poder decir que aquella preciosa e inteligente chica era oficialmente, su chica.
—Claro que sí —aceptó antes de siquiera analizarlo correctamente. Sus emociones eran mucho más fuertes e impulsivas.
—¡Perfecto! —la peliengra sonrió de manera amplia.
Ambas volvieron a mirarse y en medio de aquellos dulces postres, siguieron conversando de manera amena y divertida. Descubriendo que tenían gustos tan parecidos en algunos aspectos, como diferentes en otros.
***
—¡Muchas gracias por su elección! ¡Vuelvan pronto! —exclamó el joven, tan feliz y amable como siempre.
—Gracias a ustedes también —comentó Danielle, tomando delicadamente a la más baja por la cintura para dirigirse a la salida del local.
Era inevitable, Marsh anhelaba con todo su corazón poder estrecharla dulcemente entre sus brazos.
—¡Dios! ¿Las has visto, Noona? —habló el joven al llegar a la caja—. ¡Son una pareja muy adorable! —chilló con emoción.
—¡Sh! —frunció levemente el ceño ante lo escandalosa que era el pequeño—. Sí, parece que fue tanta tu adoración que casi no dejabas de mirarlas. ¿Recuerdas las reglas? No. Incomodar. A. Los. Clientes —culminó con cierta seriedad.
—Yah~ —se quejó—. Apuesto que ni lo notaron. ¿Viste a la peliengra? No dejaba de mirar ni por un instante a la otra chica. Su mirada era preciosa, se nota que la ama mucho —sus ojos brillaron junto a una breve sonrisa que se expandió por su rostro—. ¡Son tan lindas!
—Sí, lo que tú digas. Ahora ve a traer más servilletas.
El jovencito siseó, pero nadie le quitaría la idea, él lo sabía. Era amor, un amor del bueno.
***
Danielle se separó de la castaña para ir hacia la motocicleta y sacar el casco, mientras que Haerin se ajustaba la mochila más a los hombros. No obstante, Kang logró escuchar leves sonidos provenir de una caja. Miró a la mayor un par de segundos más y después se dirigió hacia aquel árbol, pues al lado de este se encontraba una vieja y sucia caja de cartón de donde provenían los soniditos.
—Hae, toma esto —dijo extendiendo el casco, pero al no recibir respuesta elevó su mirada. Para ese entonces la coreana ya estaba de cuclillas.
Leves gimoteos agudos resonaron y Haerin ya no pudo resistirse ante la curiosidad, abriendo con lentitud aquel objeto. Sus ojitos se expandieron en total sorpresa y sintió que su corazón iba a derretirse ante la ternura que le chocaba el ver a un gatito ahí. Danielle se acercó rápidamente a ella, viendo al animalito también.
—Es una preciosura —comentó totalmente embelesada. No esperó más y lo tomó entre sus manos, acercándolo a su pecho—. Es demasiado chiquito, no puedo dejarlo aquí.
—¿Permanecía en la caja?
—Al parecer sí, escuché sus sollozos y me acerqué —Haerin propinó suaves caricias al cachorro felino, mirándolo con cariño puro—. Creo que un Munchkin, así que seguirá siendo pequeño —agregó lo último.
—¿Piensas quedarte con él? Puedo apoyarte en lo que el pequeñín necesite —sonrió levemente, acariciando también al animalito.
Haerin esta vez apreció el rostro de Marsh.
—¿E-En serio harías eso?
—Por supuesto que sí.
—¡Gracias! —sonrió en grande—. La verdad es que me siento algo sola en mi habitación, este pequeño sin duda es lo que quiero y necesito. Me encantan los gatitos —se abrazó suavemente al tierno animalito y Danielle juró que era una imagen demasiado dulce para ella. Dos gatitos frente a sus ojos.
Sin embargo, su buen ánimo se desvaneció al sentir pequeñas gotas mojar su cabello. Alzó la mirada y lo comprobó. Estaba comenzando a llover.
—Será mejor que avancemos antes de que empiece a llover más fuerte.
Haerin pudo sentir la caída de las gotas e hizo un pequeño puchero. Con lo que ella adoraba las lluvias y no podría disfrutarlas. Ahora tenía un gato que cuidar.
—No puedo subir a la motocicleta, Danielle, tengo al pequeño y sería muy irresponsable y riesgoso de mi parte dejarlo en la mochila simplemente.
—No puedes irte caminando, será cansado y puedes enfermarte.
—Pero...
—Y tampoco es bueno para el gatito —interrumpió a Haerin, dejándola sin fundamentos—. Bien, tomemos un taxi.
—¿Qué? Pero... ¿y tu moto?
—Luego vengo a recogerla, la dejaré, no pasa nada. Primero eres tú y el pequeñín.
Haerin sonrió, sintiendo que su corazón era envuelto por una linda y agradable calidez.
—Gracias, Danielle-ah.
—Eso no es nada, me importan que estén bien —soltó con sinceridad, poniéndose de pie y ayudando a Haerin a reincorporarse.
La castaña tomó con mucho cuidado al felino y trató de cubrirlo con su chaqueta. Para suerte de ambas, lograron llamar la atención de un automóvil.
—Es demasiado lindo —comentó, poniendo al gatito frente a su rostro. Aún seguían en el automóvil, el camino aún iba para rato.
—¿Ya tienes algún nombre? —Danielle observó a la niña con total deleite, adorando como su naricita se fruncía al hacer contacto con la del pequeño gatito. ¿Podía ya morir de ternura?
—Aún no —dejó al pequeño en su regazo—. Pero lo haré muy pronto, este bebé necesita mucho amor y cuidado, le daré eso primero.
—Cuenta conmigo entonces, quiero que este pequeñín sea de ambas —los dedos de Danielle tocaron delicadamente la cabeza del animal, sin darse cuenta que Haerin la miraba a ella más que encantada.
A veces algunos actos simples pueden tocar el corazón de muchos.
¡Gracias por leer!
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